Partida Rol por web

Descripción de la ciudad y inicio de la partida

¡Umbar!¡Umbar! ese es el nombre que repiten en su mente camelleros y marineros mientran escrutan el ancho mar y el océano de dunas, esperando que tras semanas de penosa travesía, vean aparecer sus blancas torres como un espejismo en la lejanía.

¡Umbar! capital de Gondor en el Sur profundo, ciudad donde se yergue el  Tarma Ta-Calion, el Gran Faro, erigido para conmemorar el gran triunfo de Ar-Pharazon de Numenor sobre Sauron el Aborrecido, pero también las ruinas malditas del Templo a Melkor el Valar Caído. Ambos son simbolos del apogeo y la desdicha del pueblo dunedain.

Umbar es un gran puerto, un gran emporio donde se encuentran mil rutas de caravanas, viajeros de rubias trenzas de Rhovanion y hombres de piel negra de Morenore. Todos comercian, charlan y se espían bajo la atenta vigilancia de las Grandes Casas, que preservan celosamente su linaje y cultura numenoreana mientras trapichean con todos.

En Umbar se puede encontrar cualquier cosa, estés o no preparado para el precio a pagar.

Un joven agotado llega a la magnifica ciudad de Umbar. Su espalda está arqueada por el peso de su mochila. Bajo el polvo y la suciedad de su ropa se puede distinguir aún la calidad con que fue tejida.
El joven se echa la capucha atrás y observa detalladamente la ciudad.

Nunca crei que la veria, al menos no en esta situación. Siempre me imaginé llegando a ella en uno de los barcos de Belgazar. Pero eso ya no es posible.

El chico se encoje de hombros.

Bueno debo encontrar un lugar donde alojarme, llevo demasiado tiempo en los caminos.

Entras por la Puerta de los Reyes junto con otros cientos de viajeros de todo tipo. Tras preguntar en varias ocasiones, te aconsejan un modesto hostal llamado La Parra del Sol.

Mientras te metes por los callejones buscando el dichoso lugar, lejos del bullicio de las calles, acabas yendo a parar a un callejón donde se vive una escena que te detiene. Tres hombres con garrotes y aspectos patibulario tienen acorralada a una anciana velada.

- ¡Vieja, tu maldeciste a mi hermano!- la amenaza uno- Prepárate a morir por tus brujerías.

- Tu hermano ya tenía la enfermedad dentro cuando vino a preguntarme su futuro. Sólo le dije la verdad.

- Morirás igual. ¡Ja! Si leyeras el futuro como dices, no te habríamos pillado.

- Sabía que me encontraríais aquí. Pero también sabía que alguien vendría en mi ayuda...

Te da la impresión que se dirige a ti directamente.

Por un instante Rodrick se gira por si hay alguien más, pero no. Parece que la vieja le mira a él directamente.
No quiere meterse en lios, ni hacerse notar, pero no puede dejar que maltraten a una pobre anciana.
Con un suspiro, avanza un par de pasos firmemente y le habla a los hombres.

¿Tan peligrosa es esa anciana que hacen falta tres hombres hechos y derechos para asustarla?
¿O acaso el problema es que no estamos hablando de hombres?

Los tres tipejos se olvidan d la mujer y se dirijen a ti con gestos fanfarrones.

- Vaya, vaya, mira quien ha salido aquí, el gallito cacarero...- parecen querer darte a provar la madera local.

Vaaale, ya está liada. Y yo que no me queria hacer notar. Pero no podía deja que apalizasen a la anciana.

Con aire solemne y tratando de evocar la imagen de su tio (no conoce a nadie más intimidante), Rodrick se encara a los matones.

Os lo advierto, no os conviene meteros conmigo. Marchaos ahora y nadie saldrá herido.

Completamente embozado bajo una capa negra azabache, donde se pueden ver con facilidad distantas manchas producidas por las inclemencias del tiempo y por los estragos de viajar, me deslizo por la ciudad intentando pasar desapercibido entre la muchedumbre que abarrota las vias principales de la urbe.

Cansado de esquivar al populacho, opto por atajar entre las distitas callejuelas que se extienden entre los edidicios para encontrar un lugar donde reposar mis agotados pies y echarme al coletto algo fresquito. Mi 'trabajo' como espada de alquiler hace que tenga cierto conocimiento sobre las posadas y tabernas con la mejor 'mercancía'.

Aruzal, mientras te adentras en el dédalo de callejuelas, casi te das de bruces con una escena insólita: tres tipos con aire de matones que, al parecer, amenazaban una anciana con velo se ven interrumpidos por un buen samaritano. Ahora parece que quieran darle de palos al samaritano.

Aunque en un principio iba a retirarme, tras ver la 'escenita', finalmente opto por quedarme a 'intercambiar' opiniones... debido principalmente a que estos rufianes me traen malos recuerdos.

Con la mano derecha (que no es visible debido a que avanzo embozado) agarrando con firmeza la espada suelta que se que se balancea suelta en el cinturón me mantengo a acecho. Con voz grave e intentando que no me localizen (escondiéndome entre las cajas y otros restos que haya por el callejón) Vaya, vaya... ¿a que se debe que tres felones se atrevan a amenazar a un viandante y una anciana desvalida?

La situación es esa: en un extremo del callejón está Aruzal, a la otra, Rodrik. La anciana está en el medio y tiene a cada lado un matón y delante a otro.

Los tres buscavidas parecen algo desconcertados: una cosa es meterse con una vieja, otra con dos individuos decididos y armados.

El lider decide sacar pecho, con su garrota bien empuñada, hace un gesto intimidatorio al recién llegado Aruzal:

- ¡No os incumbe! Largaos o os daremos una buena!

Dando tres pasos adelante, tras las palabras del individuo que parece el cabecilla de los asaltantes, con un tono donde se mezclan un aire sombrío bastante inquietante y ser una persona sin sentimientos ¿Largaos? ¿Os daremos una buena? ¿Sabes acaso, alfenique, quien pueda ser yo en realidad? Avanzo otro paso y, bajo la capa, suena el ruido del acero a ser lentamente desenvainado. La cara es una máscara cenicienta y amenazadora.

Estáis en el siguiente asalto.

Aruzhal, haz una tirada de presencia.

Vashnir.

Pese a que el sol sureño pega con fuerza sobre las calles de Umbar, los mercaderes, porteadores, camelleros, compradores, niños y mendigos que hormiguean por el mercado de la puerta dorada no parecen notarlo mientras gritan, comadrean, negocian y discuten, a veces usando una meliflua persuasión llena de halagos al cliente y al producto, a veces gritos y insultos de pescadera.

Algunos guardias de la ciudad pasean en parejas. Por donde pasan, el bullicio parece disminuir un poco.

Una elegante dama dunadan, seguida por dos criados con su bolsas y una criada que lleva una sombrilla para protegerla del calor, se mueve con tal elegancia que parece flotar sobre el suelo. Los joyeros salen de sus paradas para mostrarle su mejor mercaderia con una reverencia.

En la tienda de un carnicero, detectas un pilluelo a punto de llevarse un chorizo, mientras el dueño discute el precio de un cordero con un campesino.

Tras una taverna, dos tipejos de mala catadura han montado una timba de dados con varios primos o pardillos. Otro vigila que no se acerque la guardia demasiado.

Parece un buen sitio para "trabajar" un poco, si te dedicas a aliviar al prójimo del peso de sus monedas.

La pose de Turin Turambar* del recién llegado no impresiona lo más mínimo a esos tipejos. Sueltan una ronca carcajada y se lanzan al ataque. Dos a por Aruzhal, uno por Rodrick.

La iniciativa va por orden de Movimiento y Maniobra, de mayor a menor. Ellos tienen MM 5.

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* El mayor guerrero humano e la Primera Edad.

Viendo como dos de los impresentables se abalanzan en mi dirección tuerzo el gesto formando una torva sonrisa... por lo menos han dejado a la anciana tranquila. Descolgando el muy gastado escudo de mi espalda, aparto con un gesto del brazo la capa a un lado para evitar que entorpezca mis movimientos y desplazamientos.

Tras esta pequeña muestra de cuidado, avanzo dos pasos más mientras observo con mirada rapaz los desplazamientos de los asaltantes. En cuanto el primero se acerque lo suficiente le lanzo un golpe para intentar que esto dure lo mínimo posible.