Partida Rol por web

Los aceros del varisio oscilaron creando una defensa prácticamente perfecta. No obstante, el desmesurado peso del arma del semiorco era difícil de detener. Superó su defensa y Zendr recibió un brutal impacto en el pecho. Soltó una bocanada de sangre y por el dolor que siguió al golpe, el recio luchador supo que, por lo menos, le habría fracturado un par de costillas.

Con rabia, Zendr trató de iniciar la letal danza que pocos podían resistir. Sin embargo, una punzada de lacerante dolor le recorrió todo el cuerpo cuando dio el primer paso y sus férreos colmillos pasaron lejos de su objetivo.

El mediano emitió un chillido agudo cuando el semiorco lanzó tan brutal ataque al grandullón varisio provocándole un serio y doloroso tajo en su cuerpo tatuado. El clérigo se afanó en acercarse al herido guerrero alzando sus pequeñas y gráciles manos en una especie de movimiento parecido al de una danza en la que la que giró sobre si mismo.

- ¡Por el poder de la Rosa Eterna, siempre bella y viva! - exclamó a ritmo melódico.

Un halo multicolor emergió del shelyta que envolvió a Zendr sanando las feas heridas que le había provocado el semiorco dejándolo casi como nuevo.

Dredmor hacía aspavientos siguiendo los devenires del combate saltando sobre los pies alternativamente como si estuviera sobre un estrado de lucha. Vigilaba el pasillo para que no les sorprendiera nadie. En el momento en que vio como el mediano daba un giro sobre si mismo no pudo reprimir imitarlo....

Libera el megabien.... jajajajajaja

El mestizo infernal se deshizo de uno de los pícaros con una maniobra de esgrima exótica y poco frecuente. Aquellos tuercebotas le estaban jodiendo la noche. A buen seguro, si las cosas se hubieran desarrollado de otra forma, ahora podría estar frotando el apio sin piedad, pero allí estaba, intentando recuperar el dinero que esos comemierdas habían sustraído al Goblin Dorado. Había que joderse...

Dio un paso confiado en sí mismo. En sus ojos brillaba el fuego del mismísimo infierno.

Se antepuso al semiorco y con un nuevo gesto milimetrado, a punto estuvo de cortarle la cabeza al gañán. Sólo la fortuna quiso que no hallara algún gran vaso en su tajo, pues entonces, la muerte hubiera sido agónica y desagradable.

El semiorco aguantó el aguijonazo del hermano carmesí con una mirada de odio. Un hombre normal estaría muerto, pero se estaban dando cuenta, que este especimen tenía más experiencia de lo que aparentaba.

Con un cierto amago volvió a arremeter contra el guerrero varisio, superando nuevamente sus defensas, y volviéndolo a situar en una condición complicada.

De nuevo, la pesada arma del semiorco golpeó con dureza el estómago del varisio. No aguantaría mucho más, pero no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. Tratando de ignorar el dolor, Zendr comenzó a moverse alrededor de su enemigo, pero era rápido el desgraciado, y esquivó con cierta facilidad la primera estocada que lanzó el luchador. Pero esta vez, Zendr esperaba un movimiento así por su parte; simulando perder el equilibrio, realizó una finta y, al tiempo que volvía a recuperar su posición original, descargó un potente tajo con la siniestra.

- ¡Te mato, cerdo asqueroso! ¡Con esa cara que tienes...!

Cuando escuchó el exabrupto del varisio no pudo evitar una carcajada....

Le dijo la sartén al cazo!!!! Jajajaja

Mirn volvió a invocar sus poderes de la diosa del amor y la belleza para volver a regenerar las heridas del Varisio. Sin embargo las reservas del poder del mediano menguaban a cada fuente de energía multicolor que emergía de sus manos, si no acababan pronto con el semiorco las heridas podrían ser permamentes.

Mordred lanzó una inofensiva estocada al semiorco. Estaba en las últimas el muy desgraciado, pero no quería morirse. Tras su floritura decidió dar un paso tras el varisio, pues consideró que éste merecía el honor de segarle la vida. Despues de todo, no iba a encargarse él de todos los enemigos. Tenía que dejar que Zendr matara a alguien para que se sintiera mejor...

- ¡¡Vamos gañán!! ¡¡Qué te lo he dejado a huevo!!...- dijo con sorna.

El brutal semiorco, cuya vista empezaba a nublarse ante el fatídico momento, cogió fuerzas de flaqueza y enarboló el brutal y magnífico mangual para descargarlo por última vez. El moriría, pero se llevaría a alguien a la tumba.

En un último, y ya torpe gesto, descargó el mangual con exiguas fuerzas, cayendo este dónde hacía poco se encontraba Mordred. El mangual calló pesadamente en el suelo, astillando este, y poco después, el cuerpo inconsciente, siguió el mismo curso, desplomándose pesadamente en el suelo.

Como no podía ser de otro modo, el semiorco cayó ante los acertados golpes de Zendr.
El varisio volvió a enfundar los aceros y con gesto serio, se dirigió al resto: - ¿Estáis todos bien?

Cuando ya se disponía a salir de la estancia, se giró de nuevo y la seriedad abandonó su rostro al tiempo que señalaba al caído con el dedo: - ¡Sí! ¡¿Ahora qué, valiente?! Tu madre era una puerca y tú ahora estás muerto.
Continuó hablando puntualizando cada pausa con un puntapié sobre el cuerpo: - ¿Sabes por qué? Pues...por...cruzarte...en...mi...puto...camino.

Más relajado, se apartó un poco:
- ¿No te digo? El caso es que me ha puesto tibio, el cabronazo...

El subnormal con cara de cerdo cayó a plomo tras su patética exhibición... ¡¡Bravo!!

El mestizo del abismo miró el cuerpo si vida del semiorco y cuando Zendr se preocupó por el estado del grupo dijo: - ¡¡Pues claro!! ¡¡Si no me ha tocao siquiera el manco!!- mofándose de la habilidad del bruto. Luego el varisio perdió los papeles y comenzó a patear el cuerpo inerte del bribón colmilludo. Mordred miró ojiplático al guerrero mientras realizaba dicho ritual.

Luego se giró a Dredmor y en lengua abisal dijo:

"- ¡¡Joder hermano!! Parece que tu enfermedad es contagiosa. Jajajajajajajaja...- rió.

Acto seguido, cuando Zendr se calmó, registró a conciencia el cuerpo de los dos ladrones.