Partida Rol por web

Bodhi, en su viaje, notó el respeto que le tenían el capitán y el resto de la tripulación, pero tampoco sabía comprender bien el por qué. Llegó a Riddleport, y esta lo acogió como uno más.

En los muelles de esta ciudad, vio varias pequeñas efigies, en lo que podían denominarse pequeños altares, con una figura que, por alguna razón, le era familiar, ..., ¿la habría visto en algún sueño suyo?, ..., no podía recordarlo.

Merodeó durante unos días por la ciudad, pero las mugrientas calles, el cementerio de barcos y sobretodo el empozoñado río, impelían que se fuese de dicha localidad, con lo que tuvo que marchar de Riddleport para establecerse en los alrededores. Así pasó un mes, en un entorno boscoso, muy diferente a su tierra natal, pero igualmente confortable.

Fue en ese tiempo cuando conoció a un leñador, de nombre Martin, un trabajador incansable, pero con gran respeto a la naturaleza y devoto de Gozreh. Este con el tiempo, se dio cuenta de la inclinación natural de Bodhi para con la naturaleza, y no entendía cómo no podía conocer a Gozreh. Pero Martin, persona también de buen corazón, pasó tiempo con Bodhi para enseñarle el concepto y creencias de Gozreh, que no eran más que la prolongación de lo que Bodhi sabía por mero instinto.

Pasaron un par de meses, bajo la "tutela" de Martin, dónde Bodhi también pudo enterarse del respeto de las gentes de Riddleport por Gozreh, sobretodo los navegantes. De esta forma comprendió el respeto que le profesaron los tripulantes serio navío en el que llegó a Riddleport, y que las varias efigies y pequeños altares distribuidos por los muelles, no eran más que pequeños puntos de adoración al dios de la naturaleza, para pedir mares en calma y buenas capturas de pescado.

Martin era una compañía agradable, pero se tenía que ausentarse tiempo para dedicarse a su trabajo. Sin embargo, a veces se ausentaba bastante tiempo, e incluso Bodhi notó varias veces que iba al bosque a escondidas para seguir trabajando, y se iba sin tener intención de visitarle. Más tarde, se dió cuenta de por qué lo hacía. El mismo Martin confesó que a veces contraía deudas de juego, y tenía que trabajar de más para poder pagarlas; era conocedor que era un mal vicio, pero era superior a sus fuerzas, y esperaba que lo entendiera. Antes de irse de nuevo, le comentó que no volvería a venir al bosque, aunque tuviese que hacerlo para pagar las deudas, sin visitarle, pero que tenía que venir un día con él para jugar, aunque sólo fuese una vez.

Bajo las "enseñanzas" de Martin, Bodhi fui descubriendo preceptos y curiosidades sobre Gozreh, Señor del Mar y lo salvaje. Todas aquellas nuevas adquisiciones culturales calaron pronto en el, pues de echo ya las tenia, aunque de forma innata, autodidacta e instintiva se podria decir.

Sin emabargo, la presencia cercana de la putrida urbe incidia en su vida, uanque de un modo indirecto. Martin era jugador empedernido, y eso lo estaba llevando a un camino de aislamiento, y de paso, como la caballa que se quiere morder a si mismo, en un bucle de ganancias y deudas sin fin. Y aunque lo ultimo que el negro muchacho queria era volver a poner los pies en aquel pozo de basura, pestilencia y desorden que era Riddleport, al final, tras enterarse que Martin quizas no volviese al bosque, decidió acompañarlo. Una parte de el queria "salvarlo" de aquel vicio que no era capaz de entender, en la forma que pudiese. Otra parte queria "vigilarlo" mas de cerca, pues como el delfin pequeño curiosea al hombre y su madre esta atenta, Bodhi haría de madre atenta, por lo que pudiese pasar. Asi pues, hizo su escaso equipaje, cogio su baston y cuchillo y se dispuso a seguir a Martin hasta la fetidez de la civilizacion. Quizas Gozreh estuviese con ellos y todo acabase bien...

Bodhi acompañó a Martin a Riddleport, llegando aproximadamente al atardecer. Las nauseas, por describirlas de alguna manera, empezaron cuando se estaban acercando a la puerta de la ciudad. El río Velashu era una pocilga prácticamente, y una especie de cementerio de barcos al este de la ciudad, tampoco ayudaba en nada.

Las calles de Riddleport eran principalmente de tierra convertidas en auténticos lodazales por recientes lluvias. Discurrían sin aparente orden e iban a parar a algunas de las calles principales que estaban adoquinadas, pero en las cuáles había varios socavones, con sus respectivos charcos. Lo que sí tenían, eran una especie de puntos de luz (lámparas de gas) que se iluminaban por la noche y que Bodhi ya había visto en sus escuetas visitas anteriores a la ciudad. Pero incluso estas, funcionaban la mitad, si llegaba, en una noche normal. La mayoría, o les faltaba gas, o estaban estropeadas y necesitaban de mantenimiento.

Riddleport era una ciudad tradicionalmente de maleantes, pero que quería poner un cierto orden para atraer a los ricos mercaderes del sur. Asimismo, pasaron por el cuartel de los gendarmes de Riddleport, que era una especie de guardia de la ciudad para "mantener" el frágil orden reinante.

Tal y como torcían hacia el sur, dirección al puerto, Bodhi se dio cuenta de una extraña mancha negra en el cielo al sur de Riddleport ....

Mientras dirigian sus pasos hacia el puerto, aquel lugar malsano e infecto para con el Mar, Bodhi alzó la vista hacia el cielo y vió aquella...cosa. Al principio creyó que seria una nube de tormenta, pero al rato se percató de que era mas bien pequeña para ser un cumulo borrascoso, además de que a pesar de no ser transparente, se podía vislumbrar a través de ella. Tampoco estaba a demasiada altura, y la forma era más bien...pintoresca. Pero el colmo de la rareza era su movimiento, nada acorde con el viento, y que hacía que la "mancha" se desplazase entre el puerto y la ensenada. Raro, muy muy raro. Durante un rato se quedó absorto en aquel extraño fenomeno, quieto en medio de la calle y como ausente. Nunca había visto nada semejante.

El druida de piel de ebano ignoraba por completo quien o que eran esos magos Cifradores, donde estaba esa tal Puerta Cifradora o que demonios significaba... Martin no había mencionado tales cosas con anterioridad. Sin embargo, aquellas habladurías sobre un posible castigo de Gozreh sobre la ciudad le sonaban mas probables. Bodhi no entendía aun de dogmas y cosas relacionadas con la religión, pues el solo "sentía", por decirlo de algun modo, la fuerza de lo salvaje cuando "obraba" sus habilidades. Segun Martin, Gozreh no era una deidad maligna, aunque tampoco era bondadosa. Al modo de ver del muchacho negro, si Gozreh representaba los bosques y el Mar, era logico. Sobretodo respecto al Mar, que era lo que mas conocia el chico. El Oceano era una fuerza destructiva y mortal, implacable cuando se desataba su furia y muy muy peligrosa. Sin embargo tambien alimentaba a aquellos que vivian de ella, y podía llegar a ser lo mas hermoso del mundo. No había pues en ella ni Mal ni Bien, tan solo había su naturaleza, caprichosa e impredecible. Aun así, Bodhi notaba una especie de "fuerza sintiente" en el Mar, y por eso no descartaba la posibilidad de que Ella estuviese cstigando a Riddleport por su decadencia, su insolencia y su atrevemiento al tratar de amoldar al oceano segun los designios de la ciudad.

- Riddleport debe cambiar para no enfadar al Mar - comentó Bodhi en su torpe taldane. Se habían detenido a contemplar la mancha. - Gente tener razon, Martin. Ella esta furiosa, y pronto estallar. Puede que sea tarde... - termino de forma criptica. Luego, retomaron la marcha hacia donde queira que Martin lo llevase.

Martin asintió:
- No te quito la razón, ..., pero va a ser difícil que la gente cambie radicalmente.

Siguieron hacia la parte del puerto, a lo largo del río. El olor era bastante nauseabundo. Estaba claro que el espíritu de la naturaleza hacía tiempo que había abandonado aquella zona.

Casi al llegar al puerto, torcieron a la izquierda para adentrarse entre las diferentes casas y edificios, y terminaron llegando a uno bastante grande, dónde se podía ver unas letras bien resaltadas, y que Bodhi intuyó que eran las correspondientes al Goblin Dorado.

Parecía haber bastante movimiento a los alrededores, y en la entrada había un personaje curioso, mitad humano, mitad demonio, que parecía ser una especie de vigilante de la entrada:

- Parece que llegamos a tiempo. - Dijo Martin - Entremos.

El extraño personaje de la entrada del Goblin Dorado dejó a Bodhi poco menos que estufecto. Jamas habia visto un ser semejante, y rapidamente acudió a su mente cuentos e historias de los ancianos de su tribu sobre demonios y otros seres horrendos. Sin embargo aquel ser parecía...afable, por decir algo. Con sus normas de conducta salvajes para gentes de la ciudad, el muchacho se quedó mirando fijamente al vigilante, sin hacer el menor esfuerzo por disimular su sorpresa. Quizas pareciera grosero, pero el afan por descubrir cada dia cosas nuevas y misteriosas lo llevaba a tal punto de descaro. A pesar de lo cual, Bodhi no tenia manera de saber que aquello que hacia era harto desagradable para las gentes "civilizadas". Y en su salvaje inocencia, se quedó a pocos palmos de distancia del ser, bebiendoselo con los ojos...

El vigilante tiefling miró con helada visión a Bodhi, cosa que interpretó su amigo Martin instantes después y se acercó para suavizar el asunto:
- No pasa nada. Mi amigo de fuera, que no está acostumbrado a la ciudad. - Dijo con una sonrisa para aplacar el tema.

El vigilante contestó a Martin con la misma mirada de hielo que le acababa de dirigir a Bodhi hacía escasos instantes:
- Dígale que no somos estatuas, ni gárgolas, para contemplar. - Comentó el tiefling sin gracia alguna - Si quieren pasar, pasen, si no, la calle es muy grande para pararse especialmente aquí. - Finalizó sin cara de muchos amigos.

Martin sonrió de nuevo al tiefling:
- Claro que hemos venido a jugar, ya entramos, jejejejejeje. - Dijo a modo de disculpa, y acto seguido le dirigió un susurro a Bodhi - Será mejor que dejes de actuar así. La gente es menos afable de lo que te crees.

Bodhi se sonrojó sobremanera, despues de la "reprimenda" del extraño ser. Por suerte para el, su piel de ebano disumlaba bien el arrebol de sus mejillas. Con gesto sumiso, se dispuso a entrar en la taberna tras Martin, con la cabeza gacha y tratando de mirar al suelo todo el rato posible al pasar al lado del guardian de la puerta. Trató de articular un "Perdon", pero lo unico que le salió fue un murmullo barboteante que ni el mismo pudo entender. Definitivamente, la ciudad no era para el.