Partida Rol por web

Los ojos de Goyo se abrieron enormemente, pues lo que iba a relatar a buen seguro cambiaría por completo la opinión del noble sobre la extraña mujer que lo acompañaba.

-Pues... -y miró al umbral dejando de hablar casi antes de comenzar. Parecía querer esperar a que Blanca saliera de la "taberna" antes de decir palabra alguna, pues de hallarse ella cerca no soltaría prenda temeroso de aquel cuchillo que con suma habilidad era manejado...

En verdad había ocurrido todo aquello con gran premura, sin tiempo a que pudiéremos reflexionar. No habría esperado que resultare tan sencillo hallar el rastro de Adriana, mas no tenía motivo de queja, pues aquello facilitaba en gran medida nuestra tarea. Mas aquella historia sobre el moro y la taberna parecía anticipar que nuevos peligros nos acosarían por el camino. Y no sólo esto, sino que, además, aquel hombre parecía conocer a la tal Blanca, una mujer extraña, de la que habíamos desconfiado mi señor, y yo mismo, desde el principio del viaje (y no era para menos). En verdad debía saber algo, mas ahora el miedo parecía contener su lengua, y no quise yo insistir. Demasiado se había desvelado aquel día, presto había confiado don Pelayo en quienes nos acompañaban, aún sin conocer sus intenciones, ¡ni su identidad siquiera! Sólo quedaba tener calma, y procurar, ahora, saber cuanto fuere posible sobre ellos.

- Tarde est, mi senyor, et credo que debiéremos descansar aquí, en Laviana, et poner rumbo a esa posada al alba. Mas lo que vos decidáis sobre aquesto, bien paresceráme.

Una vez Blanca hubo cruzado el umbral de aquella improvisada taberna, el frío aire que la anochecida de aquellas tierras astures brindaban refrescó su rostro y reconfortó su espíritu. Sin duda, tras tanto tiempo encerrada en aquel oscuro cubil, eran de agradecer esos momentos de tan anhelada libertad...

Una vez Blanca hubo salido del lugar el muchacho se decidió a hablar.

-Esa muxer era la amante et protegida de vostro padre. -tragó saliva, temiendo que el caballero estallara en furia y diera otro golpetazo sobre la madera de la mesa. -Vostra madre, conosçedora de tal aventura cayó enferma a causa de la humillante frustración de saber que el su esposo compartía lecho con una cualesquiera. Et tras la muerte de vostro padre, aprovechando que ya la amante non gozaba de protección alguna, vostra madre movió ciertos hilos et la fizo apresar et encerrar en un frío calabozo.

Goyo se acarició el mentón pensativo y lanzó como al aire una cuestión. -Los huesos de esa muxer debieren andar pudriéndose en un olvidado et lúgubre calabozo. Non entiendo como puede andar aquí et menos aún que interés puede tener en Adriana...

...Et peor aún. Alguien influyente hubo de darle tal libertad.

- Tarde est, mi senyor, et credo que debiéremos descansar aquí, en Laviana, et poner rumbo a esa posada al alba. Mas lo que vos decidáis sobre aquesto, bien paresceráme.

-Tenedes razón Don Sixto, mas habemos de aclarar esto-  Digo mientras me levanto airado hacia la puerta de la taberna -Esa muyer acabó con mi familia et ha fecho enloquecer a mi madre engañando el corazón de mi padre. Acaso he de encontrarme todo mi pasado revuelto en mi regreso?!!

Me dirijo a grandes zancadas hacia la puerta para buscar a Blanca et mantener una fuerte conversación con ella

Colos güeyos abiertos como platos escuché la esplicación d'aquella conversación. A la mio cabeza allegaron les imaxes del suañu que tuviera y que llevarame a entamar aquel viaxe que, hasta'l momentu, namás reportarame desgracies.

Pero lo que más plasmu me causó foi escuchar lo que se dicía de Blanca, la muyer de la que tuviera recelu desque, na ermita abandoná, suañara con ella.

Nun sabía si sería bona idea falar de los mios suaños, sobremanera viendo como'l caballeru paecía tan fora de sí pero, nun podía callame y, si tomábenme per lloca era problema suyu, la mio conciencia quedaría tranquila.

—Males figuraciones tengo respecto a vuesa amada.

Si cuntaba los motivos que m'impulsaren a percorrer aquel camín seguru que me tomaríen per una lloca o, peor aún, por una d'eses bruxes destinaes al infiernu. Pero yo namás yera una simple curandera que, anque non demasiáu creyente, enxamás s'atreviera a facer tratos col malinu.

—Van ver los mios señores. Lo que arrastrome a esta desventura en la que me topo foi un suañu que tuvi nel qu'una xoven, magullá y desesperanzá, pidíame ayuda. Esi foi'l motivu que llevome a entamar camín a Uviéu onde conocí al Randa y, a partir d'esi momentu, tou vinu encadenao.

Mirelos fixamente per unos instantes antes volver falar.

—Y de Blanca... —Mordí'l llabiu pos nun sabía si sería bona idea añedir más lleña al fueu—. L'aciaga nueche que pasamos na ermita —un estremecimientu percorrióme al recordar esi momentu que tantos esfuerzos facía por olvidar— despertóme otru suañu. Nél, una muyer en cama, yera asesiná per otra con la cara tapá hasta que... Pude-y vei la cara... Y...

Callé, incapaz de pronunciar el nome que, con toa seguridá, los otros dos yá s'imaxinaríen.

Presto eché el brazo al de mi señor, don Pelayo, confiando en que no se dejara llevar por la ira. ¡Impulsivo era en demasía el caballero! Y demasiado presto a creer las palabras de aquel hombre que aparecía en nuestro camino, quien podía decir la verdad, pero también mentir.

- Tenervos, mi senyor, que non sabemos aún la verdad d'aquesta historia. - díjele, mirando de reojo al mozo - Et que aqueste pudiere mentir, et non harános bien ganar mas enemigos. Seamos prudentes, vos lo ruego...

Miré entonces a Nela. Desde que se había revelado la identidad de Blanca había empezado yo a preguntarme quién era cada uno de los presentes, y desde luego, la mujer asturiana me intrigaba. ¿Qué hacía allí, y quién la había contratado? No parecía fácil comprender todo esto. Y entonces vino su historia, y con ella quedé yo extrañado, más aún, pues nada parecía tener sentido. No lograba dar significado a todo cuanto había dicho, mas la historia de sus sueños se me antojaba excéntrica y legendaria. Y sin embargo, no tenía porqué ser falsa.

- ¿Dezís entonces que habedes emprendido aqueste viaxe sólo impulsada por las imáxenes nacidas del vostro descanso? - hice una pausa - Esa moza... - sólo podía ser Adriana de Arango, la hermana de mi señor.

Asentí en silencio y un tanto asustá a les palabres que dirixíame Sixto. Dicho de la su boca sonábame, incluso a mí, a llocura, pero así había sido.

—En el suañu la moza dixíame que fuera a la Solana y allí fui. Encontreme al Randa, que nun lu conocía d'antes, y unes coses fueron tras otres.

Volví quedame en silenciu mientres esperaba qu'el caballeru calmarase un pocu.

Fuera de mi tras todo lo que ha escuchado no pude mas que tomar el camino que había tomado Blanca. En un primer momento Don Sixto me contuvo con sus palabras mas luego Nela nos contó sobre sus sueños. No solo Blanca ha podido ser la amante de mi padre et causa del infortunio de mi familia (como mi misma madre me relató), sino que ademas puede querer acabar con la vida de la mia hermana.

Voy tras ella!!!. Por eso ha salido corriendo en cuanto ha visto a Goyo Corrales. Sabia que la desenmascararía et ha salido corriendo tras la pista de la mia hermana. Estamos perdiendo un tiempo precioso para detenerla antes de que haga aquello para lo que ha sido contratada

Por un instante parecieron las palabras del erudito capaces de templar la ira del caballero, más poco duro tal ilusión pues, cual animal encabritado que se prepara para un lance con otra bestia, se alzó de la mesa el alcantarino y con paso raudo cruzó la taberna en busca de Blanca...

La sangre hervía bajo la armadura y piel del caballero como el agua que hierve en un caldero sobre el fuego. ¿Acaso aquella misteriosa y esquiva mujer que había acompañado sus pasos desde Oviedo había sido la causante de los mayores males de la familia Arango?. ¿Sería tal cuestión posible? ¿Había sido engañado delante de sus propias narices como si de un niño ingenuo se tratara?. Tales dudas azotaban la mente del alcantarino mientras cruzaba velozmente la taberna en dirección a la puerta. Pronto saldría de tales dudas, pues rápidas y claras respuestas sacaría de Blanca una vez la encontrara. Y no tardó en hacerlo, pues cuando hubo cruzado el umbral de aquella "taberna" la encontró allí mismo. En el exterior. La mujer miraba el crepuscular paisaje mientras parecía disfrutar del aire fresco y limpio que aquel lugar regalaba.

La expresión de la mujer, tranquila y anodina, hacía pensar que su mente se hallaba ajena a lo que apunto estaba de acontecer. ¿Sería posible que causara tales males de manera inconsciente?. Por un momento el caballero dudó, pues realmente, en aquel momento en lo más profundo de su interior, odiaba incluso a su padre más que a la mujer que tenía delante...

La tranquilidad que aquel paisaje crepuscular transmitía pronto se vio interrumpida cuando la puerta de la "taberna" se abrió bruscamente tras la espalda de Blanca. Cuando la bandida, asesina y buscavidas se giró sobre si misma, se encontró al caballero alcantarino avanzando como un animal furioso y encabritado hacia ella...

El caballero en posición tensa, descubre con un movimiento de su mano el pomo de su espada. Gesto instintivo para facilitar el desenvaine de la misma si fuera menester. Era preciso aclarar esto pero era mas que probable que esta conversación acabase en sangre dependiendo de las respuestas 

-Blanca!!. Quien sois vos et que relación tenéis con la mía familia?. Mi madre me relató casi en su lecho de muerte que una mujer engatusó a mi padre y la alejó della rompiendo su sargado matrimonio. Aquel hombre en el interior de la taberna, dice que esa mujer fuisteis vos et que deberíais estar en prisión. Es curioso que fuerais liberada justo para salid en busca de mi hermana. Decidme quien os liberó y con que propósito?-

-Contestad!!

Sonreí al cachorro con cierta sorna. Me había descubierto, tarde o temprano tenía que pasar.

¿Engatusar?¿que lo engatusé? JA,JA,JA,JA. ¡Esa si que es buena! Solté una sonora carcajada para después ponerme seria. Después me acerqué rápido a el, a una distancia en la que sólo podíamos enfrentarnos o besarnos. Le mire a los ojos y le dije.-Tu padre me salvó de la muerte, tu padre evitó que un puñadode cabrones me matasen en la plaza del pueblo por robar unas gallinas para que mi madre y yo comiésemos. Después, tan rápido como había llegado hasta él, me aparté, volví a sonrreir y dije-Yo sólo era una niña, no había conocido hombre. Tu padre...tu padre me...me. Temblaba sólo de recordarlo, no fué nada agradable lo que su padre me hizo, no las primeras veces. Por un momento me mostré débil, pero fué solo un momento.-Bueno, ya puedes imaginar lo que tu padre hizo a una niña. Le gustó tanto que me llevó con él. Yo...me adapté, sobreviví y puede que no lo odiase del todo. A fin de cuentas conocí una vida mejor como querida suya de la que podía esperar, de la habría obtenido en ese pueblo de mala muerte si tu padre no me hubiese sacado de allí. Miré a Pelayo a los ojos.No esperaba su aprobación, tampoco que me creyera, sólo lo miraba esperando su reacción. Preparandome para desenvainar por si hacía falta, pero sin tocar ni el bracamante ni los cuchillos.

Viendo que no pasaba nada seguí hablando.No sé quién me liberó, ni lo que quiere de tu hermana.Se que quiere encontrarla, que es peligroso, aficionado a las máscaras...y es noble. Agora....¿vas a matarme....o a joderme como hacía tu padre? Me recosté un poco sobre una valla y sonreí abriendo ligeramente las piernas, pasando mi mano siniestra por mi pierna, como invitándole( también, muy cerca tenía un cuchillo por si tenía que usarlo)