Partida Rol por web

5-0 para Tezuka. Estaba a un juego, a cuatro puntos, de acabar el partido. No había mucho tiempo para pensar. Quizás Yukino tenía razón y si la vendaba bien podría hacer los cambios de empuñadura... Le colocó el brazo con la muñeca lesionada en las piernas:

- Hazlo. 

Se fue a toda prisa por vendaje, esparadrapo y tijeras al botiquín, volviendo en apenas un minuto, corriendo con los brazos ocupados. Además de aquello llevaba consigo un antiinflamatorio y un botellín de agua. Le sabía mal porque apenas estaba prestando atención al partido de Tezuka aunque estaba segura de que éste no se había perdido ni un momento de su fracaso estelar pero aquello era más importante.

Se esperó a que se tomara la pastilla para tomar con suavidad la mano de Fukiyose entre las suyas, estirándole los dedos mientras empezaba a vendarle el brazo con cuidado, aunque por más que procurara no hacerle daño su capitana no podía ocultar las muecas de dolor que se le escapaban con cada nueva vuelta de la venda.

- Avísame cuando empieces a notar rigidez, no queremos que te impida el movimiento.

Tezuka había terminado el partido con un claro 6-0 a su favor. Las gradas coreaban su nombre al tiempo que chocaba amistosamente la mano con su rival y empezaba el camino hacia los banquillos sin siquiera saludar al público. Esa gente que hacía tiempo había decidido darle de lado.

- Creo que ya está.- anunció Fukiyose finalmente. 

El dolor había menguado ligeramente. Movía los dedos, aún sintiendo un ligero pinchazo aunque no tanto como sin el vendaje. El rival final, el capitán del otro equipo, ya había entrado en la pista y estaba al lado de la red, esperando por su contrincante.

Mientras coreaban su nombre, Fukiyose se levantó, sosteniendo con la mano izquierda su raqueta. Dio dos pasos, y antes de entrar en la pista volvió a pararse, dando la espalda a su banquillo momentáneamente.

Esto no es lo que debo hacer. Mi gente espera que les brinde la victoria. No que me haga la heroína. Cuando he jugado lesionada lo he hecho porque ya estaba dentro del partido y era continuar o perder. Pero esto es diferente...

Miró hacia las gradas, girándose levemente. Intentaba encontrar una melena pelirroja entre la multitud.

Si entro ahí... no estaré siendo una buena líder. Ni una buena capitana. 

Terminó por suspirar, cerrando los ojos. Y entonces... extendió su raqueta a Yukino.

- Es tu turno, Kazehaya.

Tú serás la representante de la lucha de todos.

Lo había hecho lo mejor que había sabido y podido pero lo cierto era que no tenía claro que fuera suficiente. Cada golpe le produciría un fuerte pinchazo y aunque su amiga había demostrado ser resistente y persistente no sabía hasta que punto podría soportarlo. Además, no era bueno forzar una herida, de ese modo sólo podía ir a peor.

Por fin el juego de Tezuka acabó, así que chocó la mano con él a modo de felicitación cuando se acercó al banquillo. En aquel momento no se sentía demasiado proclive a darle una merecida enhorabuena cuando Fukiyose parecía estar haciéndose a la idea de todo el dolor que iba a sufrir durante los próximos minutos.

- Ánimo, capitana - la alentó cuando ésta se levantó del banquillo con toda la dignidad que acompañaba a su persona en aquella clase de actos. Estaba dándose un baño de masas, o eso parecía, dejando que la vieran y la animaran cuando, de repente y sin previo aviso, se giró hacia ella con aquella frase -. ¿Eh? - preguntó con estupefacción, observando la raqueta que le tendía. Sus ojos se abrieron de par en par. ¡No! ¿Qué quería decir aquello? ¿Le estaba cediendo el puesto de capitana? ¿Era su sustituta? ¿Qué demonios quería decir? Aún así aquella mirada de Fukiyose le hizo alargar la mano sin darse cuenta y tomarla por el mango de la raqueta, aunque acabó por tirar un poco de ella, envolviendo así en un cálido abrazo a su amiga -. No te decepcionaré, lo prometo, voy a ganar por ti.

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Le devolvió el abrazo, sintiéndose aliviada por la determinación de Yukino. Ni Tezuka ni ella misma se habían confundido con aquella chica. De eso estaba segura.

- Lo sé. Confío en ti.

Con aquella frase se apartaron mientras Yukino entraba en la pista, sorprendiendo a todo el mundo. Mirando bien a Fukiyose, con la mano vendada, estaba claro que no podía participar, pero ello no dejaba de ser sorprendente. Y más aún cediendo tan importante partido a una chica que, aunque lo había dado todo con anterioridad, había perdido un partido ante un jugador menos fuerte que éste.

Se dieron la mano, deseándose un buen juego y que ganara el mejor mientras los vítores pasaban de Fukiyose a Yukino y de Yukino a Fukiyose. Por algún motivo que Yukino no podía alcanzar a ver desde allí- pues a Fukiyose se le había saltado una lágrima por la impotencia y la tensión- todos intentaban animar a ambas. 

El sorteo dio como ganador a Sanada, el rival de Yukino, quien empezaría sacando. Tenía un saque muy potente, y a la primera Yukino no fue capaz de alcanzarlo. Pero eso no sería así siempre. Al tercer saque fue capaz de devolverlo. Jugaron un punto intenso en el que Yukino, con un revés, ganó el punto. El chico al que se había enfrentado anteriormente sonrió desde la grada de su equipo. Aún así, eso no bastó y Sanada consiguió un 1-0 inicial. ¿Lo bueno? Que Yukino ganó su saque. 1-1. No se podía decir que estuviera siendo un combate sencillo. De hecho parecía una pelea de gladiadores. Puntos largos, fuertes, intensos, en el que técnica, rápidez y resistencia se estaban batiendo.

2-1 para Sanada. Lo bueno era que Yukino no había perdido el saque. Cambiaron de campo. Ya pocos se atrevían a romper la concentración de ambos jugadores. 

El siguiente saque Yukino lo ganó con sudor. Estando iguales durante muchos puntos. Pero finalmente, 2-2. Sanada a su saque, 3-2. En el banquillo del Seigaku todos aguantaban la respiración. En el del rival lo mismo. Aquella chica, Yukino, estaba jugando muchísimo mejor que en el anterior partido y no había sido solo por la postura del revés. Tenía una mirada diferente, una actitud renovada. 

3-3. De la gorra de Sanada caían gotas de sudor. Los pies ardían, las camisetas estaban mojadas... ¡menuda batalla! 

Y entonces llegó el cambio. En el saque de Sanada, ¡Yukino ganó cuatro puntos seguidos! 3-4 para Kazehaya. Muchos gritaron de ilusión ante aquel hecho, sin poder soportar más la tensión. Ahora debía ganar el suyo nuevamente para corroborar el break. ¡¡¡3-5!!!

Yukino estaba a un solo juego de ganar el partido y la competición. En el banquillo nadie soportaba la tensión. Se levantaron. Quizás no volvería a romper el saque de Sanada, pero aún le quedaría la siguiente oportunidad con su saque.

¡15-0 para Sanada! ¡ 30-0 para Sanada! ¡30-15 para Sanada! ¡30-30! ¡30-40 para Yukino  y punto de campeonato! 

¡¡¡¡¡¡¡3-6 para Kazehaya!!!!!!!! ¡¡¡Yukino acababa de ganar el partido!!!

El lugar estalló en gritos, ovaciones, saltos, aplausos... ¡todo a la vez! ¡Y todos, a excepción de Fukiyose que se quedó en la zona de banquillo, tapándose la cara con las manos para que no vieran su emoción, corriendo al interior de la pista para abrazar a Yukino con fuerza!

No tenía nada que ver con su juego anterior porque en esta ocasión no era a ella misma a quien representaba. Si perdía, perdería Fukiyose. Centenares de imágenes de sus entrenamientos le vinieron a la cabeza, recordando cada una de las palabras de su amiga, las quejas, los consejos, los ánimos. Todo. Aquella era la pasión de Fukiyose Yui y en aquel partido sería la suya.

Se separó de ella, agarrando con fuerza la raqueta y dirigiéndole un determinado asentimiento. Se encaminó a la pista al son de los aplausos y los aullidos de entusiasmo que coreaban su nombre y el de su capitana, dirigiéndole una mirada firme a su contrincante. Ya no había nervios, ya no había cansancio. Iba a ganar. Sencillamente, la opción contraria ni siquiera existía, aquel era el juego de Fukiyose y si tenía que representarla lo haría como ella.

Alzó una vez más la raqueta en su dirección con seriedad, en aquel simple gesto que le decía que lo haría por ella. Tal vez era un estúpido sentimentalismo pero se lo merecía. Y entonces su atención ya no volvió a apartarse de la pista. La pelota pasaba de campo a campo junto al sudor de sus esfuerzos, corriendo, saltando, jadeando. Iban muy empatados pero había algo nuevo y no sólo era que esta vez estaba cien por cien implicada en el juego. No. Ahora estaba flexionando bien en el revés y las pelotas iban con fuerza justo al lugar al que ella pretendía que fueran.

En algún momento se olvidó de disfrutar del juego. Se olvidó de que era precisamente solo eso, un juego. De repente cada pelota se había convertido en algo que era vital golpear y no sabía qué sucedería sino lo hacía. Golpe, golpe, golpe. Punto, punto, punto.

Punto. 30-30. El sudor le corría por la espalda y el pelo se le pegaba a cualquier zona descubierta de piel que encontrara. Último punto de partido. Impulsó el brazo hacia atrás.

Con solo flexionar un poco más...

La raqueta describió un amplio arco hasta dar con fuerza contra la pelota.

...lograrás la velocidad adecuada y no te podrán contrarrestar tan fácilmente el golpe.

Punto.

De repente todo estalló a su alrededor, la gente gritaba su nombre y la envolvían muchísimos brazos, estrechándola contra sí, dándole la mano. Fugazmente distinguió a Tezuka y a Momoshiro pero todo era tal torbellino de colores que era difícil diferenciar un rostro.

- Estoy sudada - se quejó sin que nadie la escuchara al sentir como los golpes le pegaban la ropa a la piel de forma desagradable hasta que por fin pudo abrirse paso hasta el lugar donde estaba Fukiyose, a quien le entregó la raqueta con una amplia sonrisa -. ¿No quieres ir a saludar, capitana?

La chica miró a Yukino, con lágrimas de emoción en los ojo, recogiendo la raqueta. Había sido un combate increíble y muchísimos años de sacrificio. Ahora no podía evitar emocionarse por todo aquello. Se levantó mientras todos vitoreaban el nombre de Yukino y el de Fukiyose. Las gradas iban a explotar con tanto griterío y movimiento.

- Esta es tu victoria.- admitió.

El egocentrismo no era lo suyo. Sí. Había entrenado personalmente a esa chica. Sí. La había presionado hasta hacerla así de grande. Sí. De algún modo había dirigido todo aquel campeonato. Pero ella no había alzado la raqueta en aquel partido. Yukino era la que se merecía todo aquello. Dejó la raqueta en el suelo y con la mano buena sujetó la de Yukino antes de alzarla y mirar a las gradas.

En la zona de los perdedores, el chico que había dado aquel consejo a Yukino ahora reía - por no llorar- con una gota enorme colgando de su cabeza. Mientras Sanada se habría paso hasta aquellas dos chicas, extendiendo la mano deportivamente a Yukino.

Sanada: - Felicidades. - miró entonces a Fukiyose para dirigirse a ella con bastante más confianza de la esperada. Lo curioso fue que ella también parecía tener confianza con él. ¿Se habrían enfrentado en otro momento?- Te lo mereces, Fukiyose. Pero al menos, espero que aceptes que te invite a algo otro día. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos.

Claramente estaba pidiéndole una cita. El chico era muy guapo. Algo serio y no tan alto como Tezuka. Pero musculoso y de buen porte. La chica sonrió:

Fukiyose:- Sé que te dije que aceptaría si ambos llegábamos a la final, pero... la verdad es que tengo pareja.

El chico asintió. La verdad es que no había variado mucho su expresión. Quizás porque no podía estar más dolido después de haber perdido.

Sanada:- Vale. No quisiera meterte en problemas.- miró a Yukino nuevamente.- Espero que volvamos a batirnos algún día.

Yukino no podía estar menos de acuerdo con Fukiyose. Aquella no había sido su victoria. ella había tenido su oportunidad y la había desaprovechado y tal vez por eso lo había dado todo cuando se había tratado de alguien más. Si no fuera por Fukiyose no habría ganado así que de ningún modo aquella podía ser una victoria exclusiva suya, a pesar de que sentía su dosis de orgullo por la misma.

La vergüenza que sentía por ser el centro de atención proclamado por Fukiyose quedaba diluida por la alegría que sentía, aunque esta se atenuó un poco al ver aparecer a Sanada. Le agradeció el cumplido a media voz, porque sentía que a pesar de que felicitarla había sido la excusa el motivo que lo había llevado hasta allí fue otro. Reculó un poco para dejarles intimidad pero como se esperaba la chica cortó la situación sin ambages si bien era cierto que no había hecho mención alguna sobre quién era su pareja.

- Hai - respondió cuando le tocó el turno, inclinando levemente el cuerpo hacia delante en señal de respeto -. Oi, Fukiyose-sempai, qué exito.

- ¡Oye! Que aquí tu sempai tiene más éxito del que te imaginas.   

Tampoco era de extrañar mucho. Ya fuera dentro de las pistas como fuera, Fukiyose era una chica bastante atractiva, con buenas curvas y una cara bastante llamativa.

En ese momento de "confidencias" por detrás llegó Tezuka, que se inclinó y le dio un beso apasionado a Yukino, mientras Fukiyose abría los ojos un poco haciendo teatro y hacía como que no quería mirar aquello.

Fukiyose:- Vale, vale. Ya me voy. Fogosos. - empezó a irse a otro lado, para terminar de saludar al resto de gente-Qué monos son. Mira, si la cabeza humeante de Yukino está evaporando el sudor del resto del cuerpo...

Cuando Tezuka se apartó, le habló con una sonrisa:

Tezuka:- Has estado espectacular.

Iba a replicar a Fukiyose con un gracioso comentario de los que luego la preocupaban y le hacían ir corriendo en busca de Sakura para que desmintiera sus palabras cuando Tezuka la sorprendió con aquel intenso beso público que no la hizo enrojecer, puesto que ya lo estaba a causa del deporte, pero sí logró que humeara como las brasas de una fogata al echarles agua.

Lo cierto era que no le entusiasmaban los besos públicos pero en aquel momento estaba tan feliz que no pensaba replicarle así que se dejó besar, aunque posiblemente no respondió con tanta alegría como lo hubiera hecho en privado.

- Eso es porque se lo debía a Fukiyose-sempai, mi anterior partido ha sido... - en aquel momento ya no le apenaba su anterior derrota así que a pesar de sus palabras sonreía ampliamente -. ¡Tú también lo has hecho genial! Estoy segura de que te irá muy bien para la universidad, hasta puede que te den una beca - sus facciones se tornaron un poco lastimeras durante un momento, hablando medio en broma y medio en serio cuando dijo a continuación -: Pero no te vayas muy lejos, ¿eh?

Fukiyose estaba en la pista, terminando de saludar a los demás, mientras se organizaba la entrega de premios y le daban un micrófono que veía con extrañeza. ¿Para qué le daban un micrófono?

Tezuka:- Bueno, todavía queda mucho tiempo para eso.- comentó el chico al tiempo que se echaba el cabello hacia atrás.- Quizás deberíamos ir.- comentó mirando al interior de las pistas donde en una mesa ya estaban las medallas y la copa de vencedor.- Miedo me da Yui con un micrófono en la mano.

Hubiera deseado que la tranquilizara diciéndole que no se marcharía, como bien haría Momoshiro, pero tuvo que contentarse con aquellas parcas palabras que solo posponían el conflicto. De todos modos quiso calmarse ella pensando que Tezuka nunca había hablado de marcharse lejos así que no sería un impedimento, ¿no?

Aquel tema quedó aparcado inmediatamente al ver a Fukiyose sosteniendo un micrófono con cara de perplejidad y a las medallas repartidas cerca. ¿Les iban a dar medallas? Lo suyo iba a ser un poco extraño habiendo perdido y ganado.

- ¿Para qué le han dado el micrófono? - le preguntó a Tezuka sin apenas mover los labios conforme se acercaban.

Cualquier cosa era mejor que centrarse en su nerviosismo. Una cosa había sido ganar en el colegio pero ahí no se sentía cómoda debido a los sucesos acontecidos. ¿Y si la gente pensaba que no se merecía nada? Si la abucheaban iba a ser bochornoso.

Dio un par de golpecitos en el micrófono, comprobando que sí que estaba encendido. Los organizadores del torneo estaban allí también, preparados para ir entregando las medallas.

- Sí, ¿probando? Parece que funciona.- Miraba al público que se había callado bastante para poder escuchar a la capitana del Seigaku- Bueno, en primer lugar quería agradecer todo el apoyo que Seigaku ha recibido desde el comienzo del torneo hasta el momento.- quedó callada unos instantes, mientras el público aplaudía con intensidad. Segundos más tarde continuó- Y ahora, voy a ir nombrando a mis jugadores mientras van a que les den su merecida medalla de campeones.- Era extraño para muchos ver a Fukiyose actuar de manera cercana y al mismo tiempo autoritaria.- En primer lugar tenemos a Momoshiro, quien, a pesar de haber perdido hoy, sé que se convertirá en un gran jugador. Solo tiene que madurar un poco y persistir.- aplausos. Presentó a un par más de los participantes, y continuó con Tezuka- Kunimitsu-kun no solo ha demostrado que se puede volver por todo lo alto, sino que es un gran atleta y un más que confiable compañero. Ha sido un placer volver a competir junto a ti, pudiendo lograr nuestro sueño.- Tezuka se acercó a la mesa y dejó que le colocaran la medalla, agachándose un poco ya que era bastante alto.- Y finalmente, es un placer para mí, presentaros a nuestra heroína de hoy. Conocí a Kazehaya Yukino casi sin quererlo, me sorprendió su innata habilidad para el tenis y su fuerza de voluntad. Decidí vigilarla de cerca, entrenándola personalmente, porque algo me decía, que ella era la elegida. Y no me equivocaba. Era la elegida para ganar este torneo y es la elegida para...continuar el legado en el Seigaku.- algunos cuchicheos se empezaron a escuchar por las gradas al tiempo que Fukiyose miraba directamente a Yukino mientras hablaba, exponiendo lo que llevaba meses reflexionando. Dejó el micrófono momentáneamente en el pedestal, y se quitó la sudadera blanca de capitana del Seigaku, extendiéndola a ella a pesar de la distancia a la que estaban en ese momento- Nadie puede dudar de que eres la más indicada para sustituirme cuando me vaya. Me encantaría dejar el club en buenas manos y no las hay mejores que en las tuyas, Kazehaya.

Como los demás de su equipo, se había colocado cerca de su capitana, asintiendo con entusiasmo a cada uno de sus comentarios. Aplaudió cuando nombró a cada uno de sus compañeros aunque con más fuerza al pronunciar el nombre de Tezuka, a quien le sonrió con orgullo, contemplando cómo recibía la medalla con su clásica porte serio que tendía a impresionar a los demás.

Por supuesto que esperaba que la mencionara pero no de forma especial. La sonrisa se le quedó pegada al rostro aunque en verdad no sabía cómo reaccionar ante las palabras que iba hilvanando para ella, formando un discurso concreto que empezaba a intuir. Desde luego no le quedó ninguna duda cuando le tendió la sudadera en aquel gesto simbólico que pareció congelar el momento en el estadio, como si todo el mundo esperara su reacción para prorrumpir en aplausos y gritos.

No le gustaba ser el centro de atención de aquel modo, ni mucho menos, ella había esperado que la llamaran, le pusieran la medalla y ya está, su momento de gloria habría pasado al olvido en menos de cinco segundos. Pero ahora la estaba encumbrando y era su momento de estar a la altura. Aquello le parecía más un reto que el partido que acababa de disputar.

Por fin logró que sus piernas empezaran a moverse en dirección a Fukiyose, erguida a pesar de su estatura, intentando insuflarse coraje al pensar que los demás no verían a una chica nerviosa y temblorosa si no a una campeona. La verdad es que no se sentía como tal. Era sólo Yukino. Pero esa chica de dieciséis años que tal vez no fuera una ganadora era una luchadora, una persona que daba lo mejor de sí con cada cosa que hacía. Esa Yukino fue la que se dirigió con pasos largos hasta Fukiyose, tomando la sudadera de entre sus manos y pasándosela por encima de cabeza, notando el olor de su amiga envolviéndola.

- Abrázame o voy a echarme a llorar - le musitó con los ojos llenos de involuntarias lágrimas. Y sin darle tiempo a hacerle caso fue ella la que por segunda o tercera vez en aquel día la envolvió entre sus brazos y apoyó la frente en su hombro, conteniendo las lágrimas de emoción que amenazaban con volver el mundo un lugar un poco más borroso de lo habitual.

Ante el comentario- o petición- de Yukino una vez la alcanzó, Fukiyose correspondió el abrazo con más dulzura y sentimiento que en las veces anteriores si cabía. Allí estaba su sucesora, derramando las lágrimas de emoción que ella misma derramó en la ducha post-partido hacía casi un año y tres meses. En Yui había una mezcla de satisfacción y tristeza, porque el haber visto cómo su sudadera pasaba por los hombros de Yukino le había hecho ver más real el hecho de que aquella etapa se había acabado. 

La gente empezó a aplaudir con respeto. Unos pocos gritaban el nombre de Yukino, pero siempre con el mismo sonido ambiente de los aplausos. El mundo quedó pausado en aquel abrazo, extendido varios minutos. Fukiyose ofrecía su hombro, mientras sonreía con dulzura y le colocaba una mano en la cabeza a Kazehaya.

- Iaré, iaré... al final me harás llorar de nuevo , taicho. 

Yukino no era de las que se emocionaban, era raro en ella pero era cierto que hasta aquel curso no había establecido lazos tan fuertes de amistad con nadie, por eso estaba sinceramente conmovida, quizás más que por lo que aquello significaba para ella por lo que significaba para Fukiyose, que estaba entregándole algo que había cuidado y querido y por lo que había sacrificado tanto.

Negó con la cabeza contra su hombro, tragando el nudo que se había formado en su garganta antes de separarse con una sonrisa de ojos acuosos, pero sonrisa al fin y al cabo.

- No, no, no puedes llorar, has llevado a tu equipo a la victoria. Además, si lloras, lloraré yo.

La sonrisa de Yukino contagió a Fukiyose, que lo hizo muy feliz. Yukino era la primera amiga de verdad - quitando a Tezuka- que había tenido. Con la única que se había sentido cómoda siendo como era y con quien había compartido todos sus secretos. Con quien sabía que podía contar.

- Anda, ve a recoger tu premio y alcemos juntas la copa. No es mérito mío. Ya lo he dicho.

Los aplausos no habían cesado ni un momento. Y los administradores esperaban para entregar medalla y copa.

Asintió con firmeza antes de seguir a Fukiyose a donde las esperaban, aún con aquella sonrisa en la cara, inmune a la vergüenza que le había provocado antes la multitud que seguía aplaudiendo con aire solemne. Inclinó la cabeza para que le colocaran la medalla, la cuál se quedó observando sobre el blanco de su nueva sudadera de capitana. Dorado y blanco, sus dos premios.

Miró de reojo a Fuiyose, que la observaba a su vez para que diera el paso para sujetar una de las asas de la copa y le sonrió otra vez. No, el premio por su esfuerzo había sido trabar aquella bonita relación de amistad, con todos. Al llegar de Tokio no esperaba demasiado y ahora había obtenido mucho más de lo que había imaginado.

Dio un paso hacia la copa a la vez que Fukiyose, moviendo la mano hasta agarrar con fuerza una de las asas. El premio, era la amistad, la felicidad, todo lo que había aprendido. Por eso, cuando alzó la copa, pidió un deseo. Que aquellos días felices nunca terminaran, que aunque la vida los llevara por caminos distintos nunca se separaran tanto como para pasar a formar parte de un bonito recuerdo y nada más.

Tras la entrega de medallas y de la copa que iría directamente a la vitrina del despacho que ahora pertenecía a Yukino, todos fueron a ducharse y cambiarse para coger camino a la fiesta que el restaurante de los Kunimitsu les ofrecería. 

Una vez llegaron, muchísima gente, entre ellos Mei, Hayane, Otoya, Renji, Haruka e incluso Sakura - algo apartada del resto del mundo a excepción de Ryoma que permanecía a su lado- estallaron en aplausos y gritos de felicitación. Otoya fue el primero en abrazar a Yukino. Se notaba que había estado entre el público porque no dudó en empezar a comentar el partido que había hecho tan espectacular. Sakura y Fukiyose se miraron, y sonrieron con disimulo. Había demasiada gente como para tan siquiera abrazarse. Probablemente Tezuka la había invitado, siempre pendiente de todo.

Otoya:- ¡Es que fue tan alucinante como el día del festival deportivo en el instituto! ¡Qué flipe!

Al final, Ryoma logró hacerse paso para felicitar a la morena:

Ryoma:- Caray, si tan solo tuvieras una milésima parte de ese talento para las videoconsolas le habríamos machacado aquella vez.- comentó con simpatía, con un vaso en la mano.

La verdad es que seguía un tanto aturdida con todo lo sucedido, algo que ni la ducha había podido disipar. Sonreía y respondía con simpatía a todo el mundo, reía las bromas, pero se sentía lejos; le estaba costando procesar todo lo que había pasado y lo cierto es que tal cantidad de gente rodeándola la estaba agobiando un poco.

A pesar de aquel estrés y aturdimiento lo cierto es que se sentía feliz, como en una nube y eso era lo que hacía que lograra permanecer entre todos en lugar de evitar la multitud, riéndose algo azorada con la exageración de Otoya y fingiéndose ofendida con el comentario de Ryoma.

- ¡Es que no he podido practicar tanto con las videoconsolas! Fijo que si Fukiyose-sempai me entrenara tantas horas al día como al tenis, le hubiera machacado.