Partida Rol por web

Recibiendo tal ataque ígneo por tu parte, tan súmamente potente que sin sus compañeros para cubrirle no puede hacer nada, empieza a gritar de dolor y desesperación.

Las llamas lo embullen y termina por desaparecer con ellas una vez que éstas desaparecen.

Vuelves a tener el camino libre, y ya falta muy poco.

Si te centras en los reiatsus quedan pocos de reiatsu muy inferior al tuyo y el líder, Bach, que sigue esperando, sentado en la piedra, sin moverse ni inmutarse.

Antes de continuar, me tomo la última píldora que me queda, para estar a tope.

Y avanzo hacia Bach.

Vamos, muestrate de una vez....y acabemos con esto.

Último trecho. Ya estás a punto de llegar.

Es una estructura de cemento que aún no ha caído. ¿La estará consiguiendo mantener el líder de los quincy?

Él está dentro, sentado en un saliente de la pared. Al parecer tendrás que entrar tú si quieres enfrentarte a él.

El mundo se derrumba. El lugar está a punto de la explosión.

Esto huele a trampa cosa mala...pero no puedo dejar que escape.

Entro, preparada para cualquier cosa.

-Los has dejado morir.

Permanece sentado, pero alza la cabeza para mirarte.

- No, shinigami. Tú los has matado. A ellos y a este lugar.

Se levanta portando su espada negra.

- Como sea. ¿Me toca a mí?

-Claro que los he matado, pero tú los has llevado a la guerra. Tú te has quedado aquí sentado mientras los mataba. Tú me has obligado a hacer esto. Y ahora, acabará la amenaza de unos locos contra el Seireitei.

Me preparo para atacar.

- ¿Obligarte? ¿Yo? Me temo que estás equivocada. Tú eres la que ha venido aquí. Yo no los he llevado esta vez. Pudiste haberme dicho eso en la otra ocasión, pero yo los traje con vida. A todos. Eres tú y solo tú la culpable de esto.

Medio sonríe.

- Curiosa la nueva sotaicho del Seireitei.

-No niego mi culpa, yo los estoy matando. Yo he arruinado este precioso lugar. Pero la razón de ello es que me has obligado a elegir entre no hacer nada y tener siempre vuestra amenaza colgando sobre nosotros, como una espada de Damocles, o hacer algo para erradicar la amenaza.

-Y no pretendas otra cosa, sé que tras mil años de odio no te habrías rendido si lo hubiera propuesto. Tú eres quién atacó el Seireitei en busca de una absurda venganza sin sentido. Tú has condenado a tu pueblo, yo no soy más que la mano ejecutora en este asunto.

-Y ahora, basta de charla.

Comienzo a reunir reiatsu de forma apreciable.

Ríe divertido y luego cuando para se lleva una mano a la cara, bajándola un poco.

- Oh, cossa*, me diviertes. Tu joven corazón demuestra muchas cosas. Sobretodo lo que no sabes y tiendes a imaginar.

Levanta mínimamente la cabeza y sus ojos se clavan en ti. Empieza a cargar reiatsu.

- Vamos allá.

No hay por qué empezar suave...así que demos un buen golpe ya desde el principio.

-¡Kâryu no tekken!

Me lanzo hacia él en un único pero devastador golpe.

La distancia es poca, el mundo está en descomposición. La lava se levanta con un oleaje insospechado. El calor es abrumador. Los efluvios del interior del lugar emergen.

Tus dragones continúan intentando hacer que los niños sobrevivan pero sabes que es inútil. O acabas ya o no habrá esperanza para nadie.

Un par de supervivientes. Dos rivales que nunca antes se habían visto las caras. Una shinigami y un quincy que vuelven a enfrentarse por culpa de la venganza y de la protección.

Tan similares y a la vez tan distintos.

Allá vas. Convencida de que estás haciendo lo correcto y de que necesitas todas tus fuerzas para vencer. Que has trabajado duro y que las vidas de los que te importan dependen de este combate. Desde el momento en que te diriges a él, las paredes de la pequeña casa ceden y quedáis al descubierto.

En medio de tu vertiginoso ataque a toda velocidad y en una de tus formas más potentes, observas que Bach no se mueve y percibes una especie de guiño de ojos hacia ti durante esas milésimas de segundos que estás tardando.

Levanta la espada negra al aire, realizando un corte que no has percibido, pero sí sentido. Un corte que te habría partido en dos tal y como hizo con Yamamoto, de no ser por lo duro de tu piel dracónica.

Caes al suelo, sangrando y sintiendo un intenso dolor. Algo que nunca antes habías sentido.

Estás al límite y la única píldora que te queda es la que te recompone algo de reiatsu. Aunque dudas que sirva en estos momentos, si es que logras encontrarla.

Solo puedes ver rojo y los pies de Bach, quietos. Aquí el tiempo no cuenta, por lo que no te librarás.

Podría haberme matado, pero no lo ha hecho. No me toma en serio, pese a todo. No dejaré que tal arroganca no sea castigada. Como lo ha sido la mía al no ir con todo desde el principio...por miedo a perder el control.

¿El control durante un tiempo o la vida para siempre? ¿Qué es peor perder? La elección es clara. Me pongo en pie trabajosamente, sangrando, con mi brazo derecho inutilizado.

Menos mal que soy ambidiestra.

Mis llamas me van curando, pero no serán lo bastante rápidas ni por asomo. Comienzo a acumular reiatsu en mi puño izquierdo.

Kâryu...si esto no funciona...si no es suficiente, la cosa se va a poner muy mal. Tendré que...usar eso. Si lo hago...dejaré de escucharte.

Algo que no nos guta a ninguno de los dos, bien que lo sabemos desde la otra vez.

Pero...pero quizá pueda salvar a Soyu y a los demás. Lo siento.

Suspiro.

De todas maneras...antes de eso vamos a ver si podemos con él, Aneer. Nada de tonterías hasta que acabemos con él...o moriremos. Así que centrate y olvida la euforia de controlar mi cuerpo.

Conforme hablo con ellos mis llamas, que se habían apagado hasta ser un rescoldo...vuelven a arder con intensidad renovada, sin embargo ahora el color es casi totalmente morado. Y mi aspecto es...aterrador. El pelo totalmente blanco a excepción de las puntas, los ojos como dos ascuas rojas.

Pagará no haberme matado. Haré lo que sea necesario para acabar con él.

En ningún momento he dejado de acumular reiatsu en mi mano izquierda. Es posible percibirlo para cualquiera, sepa sentir reiatsu o no. Para los que son capaces de verlo...es un pequeño sol.

Kâryu...si Bach aguanta el golpe...libera la inmolación.

Comienzo a moverme hacia él.

-Kâryu...no...¡¡¡¡TEKKEN!!!

Lanzo el golpe con mi puño izquierdo.

Justo se había girado, creyendo que no tenías solución y se estaba marchando cuando siente todo ese reiatsu, se gira, te ve ahí, levantándote, imponente, con esa mirada furiosa, la transformación de todo tu cuerpo.

Asustas.

Gritas la técnica y él solo puede abrir más los ojos y esperar a tu golpe.

Por tu camino, Karyu te regaña.

¡¡No pienses en eso Reena!! ¡NO VOLVEREMOS A SEPARARNOS!

Las milésimas se transforman en segundos mientras llegas ahí. Aneer te apoya y tal como le has comentado obedece y no intenta hacerse con el control. Ni lo piensa. Eres la reina del mundo interior y te obedecerá.

Y llegas a él. Sientes su cuerpo y cómo lo atraviesas. Por la potencia sale volando. Su espada de reiatsu desaparece por el camino, su arco también. El reiatsu es comido por la tierra y una boca de lava termina por comérselo.

Ha acabado.

¡Sigues viva y ha acabado todo!

Estoy sencillamente agotada. No queda en mi ni una gota de reiatsu.

Parece que...lo hemos hecho chicos.

Caigo de rodillas, mis llamas apagadas, la fusión con mi dragón apagada. Ni siquiera puedo mantener activas mi llamas "Renacimiento" para recuperarme. Trato de coger la píldora de reiatsu, pero me tiembla la mano, se me cae a la lava.

Genial. Espero que haya sido vencido...si no...ya no puedo perseguirlo.

Al menos quedan mis dragones, que no dependen de mi reiatsu para mantenerse...durarán 24 horas desde que los invoqué. Les doy una última orden.

-Sacadme de aquí. No dejéis a los niños atrás.

Caigo hacia delante, desmayada, deshaciendose mi bankai.

Si algún enemigo, por débil que sea, llega hasta mi antes que mis dragones...moriré.

...

...

...

...

...

...

...

Es lo primero que ves cuando vuelves a abrir lo ojos. Te resulta un techo familiar. Ya has estado aquí antes.

Es el techo de una de las habitaciones del cuartel de la cuarta. ¿Cómo... cómo has llegado ahí?

Alguien está dormido apoyado en tu mano. Es Soyu. A tu otro lado, Yoruichi. Y en el suelo, Shihöyu.

Muevo la mano con suavidad y cuidado, para acariciar a Soyu. También la otra para despertar en silencio a Yoruichi.

-Oe...baa-sama...tengo hambre.

Así que....he sobrevivido. ¿Sobreviviría él? Puede ser una amenaza si sigue vivo...

Te mira y se incorpora bostezando abiertamente.

- Ya era hora de que despertaras, chibi-chan.

Te pasa la mano por la cara de modo cariñoso. Sonríe. Mira a Soyu que sigue profundamente dormida.

- No se ha separado de aquí más de lo necesario. Está agotada.

Se levanta para ir a la mesa, donde hay piezas de frutas, un mero aperitivo para lo que necesitas tú ahora mismo. Te trae naranjas y te las pela.

- ¿Cómo te encuentras?

-Pues...estoy perfectamente. Pero muerta de hambre. ¿Qué pasó? Lo último que recuerdo es llamar a mis dragones para que me sacaran de ahí, y me desmayé. Gasté todo mi reiatsu. Y estaba bastante herida...¿Me ha curado Inoue?

Sigo acariciando la cabeza de Soyu.

- La situación era extrema. Kaori nos llamó para obervar qué ocurría en el momento en que consiguió tener conexión con el lugar. El mundo estaba destrozado y no había manera de abrir una garganta a tiempo. Tus dragones no llegaron a tiempo, fueron ellas las que lo consiguieron.- ¿Ellas? ¿A qué se referirá? La expresión de tu hermana es grave- Solo había una manera de sacarte de allí. De abrir el pequeño agujero por el que te sacaron. Sacrificar reiatsu. - Hace una pausa para que lo comprendas.-Ritsuko, Yueryan, Kei, Neev, Mizu... entre las cinco provocaron una explosión de reiatsu que concentraron en un punto. Se abrió el hueco para llegar hasta ti. Cuando llegaron, aprovecharon sus últimas fuerzas como shinigamis para sacarte de allí. Yueryan, Kei y Neev se encargaron de los niños a los que querías salvar y entre Ritsuko y Mizu te cogieron y te trajeron de nuevo aquí.

Te mira. ¿Entiendes lo que te quiere decir?

-Ellas...¿Se han sacrificado por mi?

Me llevo una mano a los ojos.

_{-¿Han perdido sus poderes o han...muerto?}