Partida Rol por web

            - Eres un verdadero asqueroso y maldito tramposo y cobarde! -     Grita realmente asqueada Leonorilda tras escupir al suelo todo lo que pudo del semen que aún tenía en la boca del marinero, absolutamente molesta con Raya y con ella misma por caer precipitada en su tonto, burdo y simple engaño; entonces cuando estuvo sola por fin comenzó a llorar para desahogarse de la tristeza, enojo y frustración que le daba su actual situación, era cierto que había actuado impulsivamente con la esposa del gobernador del lugar de Eisen, pero por favor ... ella había trabajado desde abajo en el Wallrus para ayudar a que se administrara bien, no había sido corrupta ni ambiciosa como otros .... tras pensar lo anterior susurró con voz alta:

           - ¡Dios mío!    Tal vez debí simplemente buscar un matrimonio arreglado en Venden, que para una mulata bastarda como yo ya podía haber sido suficiente.    ¡Pero no! ...  ¡Quise correr las aventuras de piratería que leí en las novelas!  ¡Hasta que llegó una estúpida bruja que quiere manipular a mi capitán, tal vez porque siente que puedo ser un peligro para ella y cuando tiene una oportunidad le manipula  para deshacerse de mi! ¡Maldita sea! -   Mientras que se desahoga con voz muy baja Leonorilda se arrastra a la parte media de la jaula y tras unos minutos logra serenarse, busca dentro del lugar y después entre sus ropas cualquier cosa que le pueda ayudar a liberarse, si no trata de contorsionarse para pasarse la cuerda por delante e intentar así liberarse

¡Aye capitán Flint!... ¡YA LO ESCUCHARON TRIPULACIÓN! ¡SUELTEN AMARRAS! ¡ELEVEN ANCLA! ¡FIJEN RUMBO! ¡NOS ALEJAMOS DE ESTA POCILGA!...- Grita firme el marinero mientras que la tripulación asiente a toda prisa para movilizar el barco y sacarlo del puerto de Jurgën.

-¡Señor Degroot busque a la nueva artillera, que prepare la balaustrada de ambos lados, con las almenas abiertas y cañones preparados los perros de la guardia del gobernador no tardan en traer el oro... o balas de cañon... dese prisa.- Finaliza Bones mientras que con la mirada busca a John Silver para saber el porque de su retraso ya que se le hacía muy extraño el detalle de si demora.

-Aye Contramaestre.- Hombre de pocas palabras el carpintero en jefe se dirige a la segunda cubierta, bajando por la escotilla.

Rodea el comedor  y las hileras de cañones para llegar hasta donde se encuentra Anne Bonnie y compañía.

-Tú debes ser la nueva artillera... me llamo Joseph Degroot, prepara los cañones y mantente alerta, tal vez tendremos jaleo esta tarde.- el hombre da media vuelta y regresa a su puesto por donde vino.

Con algunos gemidos y bastante adolorido el gobernador Hërgutt comienza a despertar también atado de manos después de la paliza que el capitán Flint le ha acomodado.

-Eeeeeemhhh... ooughh... ¿Donde diablos me encuentro?... arghh..-

        - ¡Buenos días!    Se encuentra en una celda sobre las olas como yo señor gobernador, esperando a que ejecute el capitán y su tripulación su sentencia sumaria contra nosotros! -     Responde Leonorilda un poco molesta pero con voz baja mientras que continua buscando liberar sus cuerdas de la espalda con ingenio o siquiera pasar los brazos por debajo de las piernas para tener las por delante para buscar cualquier filo para rasgarlas ya que no pensaba dejarles ser violada por la tripulación antes de morir o mientras lo hacía

Aye, señor Degroot digo desde al lado de los cañones tirando de las cuerdas para ir abriendo todas las escotillas.

Jim, tráete tres o cuatro barriles de pólvora más y luego me vas pasando balas de cañón. Mientras vuelve, Jhamal, vete pasándome tú las que puedas.

Mientras me van pasando las balas de cañón las voy dejando junto a estos, sin cargarlos realmente hasta el último momento pues luego descargarlos es una tortura. También voy cortando los trozos de cuerda para hacer las mechas sumergiéndolas en un barril de aceite.

Antes de que el mismo Jim haya regresado de la bodega en su segundo viaje ya tengo todo preparado. Deberías subir a cubierta, Jhamal. Tú eres marinero, no artillero; seguro que haces más falta allí.

El delicioso vaivén hace que el agua de la tina comience a tornarse violenta, tanto como un mar embravecido, sujeto a mi amada de la cintura para controlar el ritmo hasta acercarla lo más que pueda al éxtasis, y justo al llegar al culmen del delirio me muevo frenéticamente pues me encanta arrancar gritos de placer de aquella mujer que me ha nublado la razón.

Logro contener mis impulsos para no desbordarme en su interior aún cuando siento que ella ha alcanzado el firmamento, rasgándolo y luego se desvanece para caer como una pluma suave y delicada en mis brazos. Por un instante la sujeto entre mis brazos y le doy un tierno beso en la frente, pero el deseo aún me embriaga y necesito descargar toda mi pasión, por lo que me incorpora escurriendo agua por todo mi cuerpo y me coloco frente a su bello rostro, con suavidad la tomo de su rojiza cabellera y le indico que me dé placer con sus labios, pues me encanta perderme en sus inmensos ojos verdes mientras me acerca rápidamente al borde de la locura, de pronto los estertores comienzan  y mi miembro viril se libera de su boca para estallar sobre su rostro bañándole sus facciones en nivea blancura.

Nos estamos dejando llevar entre besos y el vaivén de mis caderas que danzantes, solo brindan aquel placer único. Me encanta estos momentos con mi amado, donde solo existimos los dos y todo lo demás queda relegado a un costado. Durante esos minutos que fueron en verdad un verdadero viaje sensorial, sin poder evitar aquello ya que tanta fricción, entre el calor y las sensaciones, me da el impulso de dejarme llevar hasta que finalmente alcanzo ese orgasmo tan directo, manifiesto e intenso. 

Una vez me entrego a mi pareja, allí con la piel completamente estremecida y toda esa marea de excitación aún recorriendo mi piel, él se incorpora de la tina solo para que disfrute de su gruesa hombría. Rápidamente lo recibo con mi boca y esos labios que aprietan con fiereza para que sienta todo. Ya al completo en el interior comienzo a mover la cabeza al compás de sus movimientos, de esa mano que guía cual debe ser el ritmo a seguir. 

Su miembro palpita, tan duro, delicioso, y con mi cara completamente morbosa, puedo ver cómo la quita con tal de marcar todo mi rostro con su esencia. Esos potentes chorros impactan en mi, que con la boca abierta y la lengua afuera, también puedo saborear un poco de su ambrosía. Poco tardo en relamer lo que está a mi alcance, degustando el dulce licor de mi amado y cuando he terminado, le doy otra lamida a su glande mientras comienzo a ascender entre besos con tal de encontrarme con él. 

—Te amo mi amor. 

Al principio solo la linea azul entre el horizonte y el cielo es lo que queda del puerto de Jurgën tras dejarlo atrás después de los terrible acontecimiento ocurridos aquella mañana, las nubes han desaparecido abriéndole paso a los poderosos rayos solares que caen a plomo en cubierta tras pasar el mediodía en alta mar.

Primero fue un punto blanco sobre la línea del horizonte y poco a poco el vigía pudo reconocer la silueta de un barco de guerra grande acercándose a gran velocidad por la misma ruta con la cuál se habían alejado de Jurgën.

-¡¡¡VELAS EN EL HORIZONTE!!!...- Grita a todo pulmón el vigía del Walrus movilizando a toda la tripulación preparando el barco para un muy posible enfrentamiento.

Unos fuertes golpes en la puerta principal del castillo de popa interrumpen las ocupaciones que tenga el capitán del Morsa.

-Capitán Flint... velas Eissenas... posiblemente es la guardia del Gobernador.-

En un rincón apretujado pero aún con el rostro lleno de ira y rencor, el gobernador Hërgutt apenas se dirige a Leonorilda Bolucci la cuál ya se ha liberado de sus ataduras.

Al escuchar el lejano aviso del vigía, en el rostro del gobernador aparece una leve sonrisa.

-Vas a morir perra maldita, tú y toda la escoria que solo llevan desgracias y muerte a cualquier lugar que pisan...-

-¡Lo veo Anne!... ¡Lo veo!... ¡Por allá!- El pequeño Jim señala el costado derecho del Walrus acercando su rostro a una de las escotillas por donde el pesado cañon asoma apenas el brocal de aquella mortal arma, señalando a lo lejos el pesado barco de guerra.

-Creo que lo mejor será quedarme con ustedes, podrían necesitar mi ayuda.- La realidad era que al no conocer a nadie allá afuera Jhamal se sentía más seguro al lado de Anne Bonnie y el pequeño Jim.

Aún tiemblo ante aquella placentera experiencia mientras allí en medio de la estancia permanecemos unos segundo abrazados besándonos, demostrando el eterno amor que nos ha unido por siempre, Marie Reed y J. Flint.

Después de terminar el baño, le acerco a mi amada una frasada para secarnos, en eso nos interrumpen unos fuertes golpes en la puerta.

-EN UN MOMENTO ESTARÉ EN EL PUENTE...- Respondo firme y me apresuro a secarme y vestirme. Un tierno beso en la frente de mi amada pelirroja y agrego.

-Puede ser que traigan nuestro oro, ó traten de rescatar al gobernador usando artillería pesada...- La miro a sus intensos ojos verdes- Sé que no tengo que advertirte nada amor mío, sé que te sabes cuidar sola, solamente te pido que al primer estruendo si es que sucede, te resguardes en este lugar, por lo regular es la última zona de cualquier barco en ser destruida.-

Luego le abrazo y me termino de vestir para salir a cubierta.

Es un momento bellísimo entre los dos, uno que quedará guardado en mi memoria mientras los besos quedan grabados en la piel. Sólo que el estridente sonido de la puerta trae un mensaje y toca regresar a la realidad de alguna manera. Por esa razón detrás de mi amado, abandono la tina con la intención de secar mi cuerpo también. Ya cuando se acerca a mi, recibo aquel beso en la frente y escucho sus palabras con cierto tinte amargo inevitable. 

—Mi amor... 

Dispuesta a iniciar una pequeña conversación frunciendo el ceño. 

—Desde el momento en que acepté esto, el tener una vida contigo. Está claro que es en todos los sentidos, así que no me importa ensuciarme las manos, luchar espalda con espalda siempre que estés a mi lado—explico mirando sus ojos—. No pienso huir, ya me conoces. Así que ya sabes Capitán Flint, tu mujer también dará batalla si se presenta la ocasión. 

Tras decir aquello, rápidamente busco mis ropas y al acomodar mi cabello con una trenza al costado, estoy dispuesta a seguir los pasos de mi enamorado. Pase lo que pase. 

Crujo un poco los dedos y enciendo dos antorchas para luego prender los cañones. Las dejo en su puesto en mitad de las dos filas de armas y voy comprobando que todos los cañones tienen su mecha puesta y están cargados y listos para disparar.

Me serás de mucha ayuda entonces, Jhamal, aunque lamento que vas a tener que trabajar bastante. Si llegamos el momento en que tenga que disparar, lo iré haciendo en sucesión uno tras otro uno tras otro, pero necesitaré que vayáis cargando los cañones que se vayan disparando. Tras decir eso le doy un rápido curso de como cargarlos mientras esperamos que se acerque el barco y se de la orden de disparar.

- Todos vamos a morir tarde o temprano honorable gobernador, pero antes de que pase otra cosa siento que debo pedirle una disculpa sincera por matar a su mujer, pero temi su amenaza, espero no temer la suya tambien! - Responde Leonorilda al gobernador Jurgen sin distraerse en tratar de abrir la puerta de la celda con un par de pasadores de su cabeza

El peligroso barco Eisseno comienza a virar hacia un costado dejando ver su peligrosa hilera de cañones los cuáles asoman el hocico por las almenas más que dispuestos a iniciar las hostilidades.

Los ojos de Jhamal se abren como platos al ver la maniobra del barco enemigo mientras se prepara siguiendo fielmente las indicaciones de Anne Bonnie preparando los cañones del Walrus.

-¡Este lugar es mortal pequeño... será mejor que te mantengas lo mas pegado al suelo en cuanto se escuchen los estruendo volarán miles de astillas por doquier!.-

El marinero se dirige al pequeño Jim tratando de ocultar su miedo con  una amplia sonrisa cruzando por su rostro.