Partida Rol por web

Me mantengo muy atento al detalle, mirando la piedra mientras la voy iluminando para ver si reacciona ante mi presencia. Luego reviso el cristal y noto que hay unas letras escritas, juego con la luz y da la impresión de hacer un efecto ante ella. Pero nada de esto puede seguir, pese a encontrarme a mí mismo en el reflejo porque Terry me aparta bruscamente. 

- ¡Pero Señor Knight! - digo sorprendido. - ¿Qué está haciendo? 

Es que le acaba de disparar al cristal. ¿Y si el sarcófago reacciona? Joder, eso no me gusta nada. Nada de nada y me aparto un poco iluminando con la linterna a Terry y a la caja de cristal rota. 

- No estaba viendo nada y había descubierto que unas letras reaccionan a la luz. Sé que hay sombras, hace nada me acojonaron unas y sigo así. Pero míreme, encuentre en mi la realidad. 

Las palabras del mercenario me ayudan a dejar de actuar como un desquiciado. Respiro hondo y bajo el arma - Discúlpeme. Lo que vi en el cristal era el espectro del guarda, igual que antes en el pasillo de exposiciones. Me pareció que estaba usted en peligro y actué sin más. No quiero que acabe como el señor Paxton. Ni usted ni ninguno de nosotros - retrocedo hasta donde se encuentra Emmaline - Aunque entiendo que ahora mismo les debo parecer más peligroso que esas sombras - No es una acusación contra ellos ¿Cómo podría? Es la simple constatación de la realidad - Así que si me disculpan voy a intentar encontrar al señor Popov...

Recargo el arma mientras vuelvo al pasillo, rezando a Dios y preguntándome cómo es que ha permitido la existencia de estas aberraciones...

Había logrado escabullirse mientras el corazón le martilleaba en las sienes. Levantó la lámpara todo lo que pudo para no correr peligro y después avanzó a paso todo lo rápido que le permitía la iluminación pero sin correr.

Terry, Emmaline, Klaus - llamó con la voz algo ronca antes de intentar dirigirse en la dirección donde recordaba que se habían ido antes - Terry, Emmaline, Klaus - volvió a repetir mientras sus ojos lanzaban miradas constantes al espejo que seguía apuntando a su espalda. Si no fuese una circunstancia tan grave le hubiese parecido cómica la visión de un hombre de mediana edad que avanzaba con una lámpara bien alta y un espejo en la otra mano casi situado sobre su hombro lo que le daba un aspecto de espantapájaros extraño.

- No, no permitiré que se vaya... Andar solo por aquí es perder la cabeza, quédese con nosotros. - respondo. 

No es mi intención que sigamos separados, tenemos que ir al meollo del asunto y no dar vueltas así termina pronto la pesadilla. No me apetece andar perdido, ver las sombras de nuevo y temer lo peor. Necesito la seguridad de saber que todos estamos bien. 

Estoy ocupada mirando a esos silenciosos bichejos, cuando me parece ver otra vez una sombra por el rabillo del ojo, Me giro dispuesta a sorprender a quien sea que nos está acechando, y entonces el señor Knight decide que es un buen momento para probar puntería de nuevo. Dejo escapar un grito.

Ruborizada y sin aliento por culpa del grito me apoyo en una mesita, intentando recuperar algo de aire. Apoyo una de mis manos en mi corsé e intento darme algo más de espacio, con poco resultado. Mientras, los dos caballeros discuten.

Cuando el señor Knight hace ademán de marcharse doy un par de pasos.

-Oh, no. Por supuesto que no le disculpamos.- Digo con mi mejor tono de discusión.- De aquí no se marcha nadie hasta que hayamos logrado nuestro objetivo. No deberíamos habernos separado, y por San Piran (1) que no vamos a continuar dividiéndonos para que esas cosas nos cojan más fácilmente. Además puede ser que tenga usted el gatillo un poco flojo, pero es el único que tiene un arma.- Sonrío, conciliadora y con voz suave. Necesitamos un poco de calma y cordura.- Simplemente asegúrese de matar sólo a los que pretendan hacernos daño, ¿quiere?. Ya queda poco para lograrlo, pronto podremos salir de aquí.

Lo que ustedes digan - contesto con alivio. Realmente no quería marcharme y lo hacía imaginando que Klaus y Emmaline no querrían tener cerca a un tipo muy nervioso con un arma cargada. Aunque imagino que si sobrevivimos no habrá muchas posibilidades de volver a verlos. De todos modos respiro hondo y hago un esfuerzo por tranquilizarme. Lanzo una mirada torva a los felinos. Me gustaría mandarlos a todos al infierno, pero ya he dado suficiente imagen de lunático por hoy.

Merryweather me advirtió que bajo ningún concepto debíamos abrir el sarcófago. Quizá deberíamos buscar algo para asegurar la tapa.

Y busco cualquier cosa (correas de gato, cuerdas, cinta adhesiva) que pueda servirnos para hacer lo que he sugerido...

Al romperse el cristal, un leve polvo pareció levantarse desde el sarcófago, dispersándose por el aire entre las jaulas. Mientras el señor Knight, la señorita Grant, y el señor Falkenhorst hablaban, el maullido y siseo de los gatos comenzó a escucharse cada vez con más intensidad. El señor Knight logró encontrar entre las cajas trozos de cuerda que seguramente se habían utilizado para cerrar algunas de las cajas de exhibiciones que habían distribuidas en el anfiteatro. Fue entonces cuando los gatos comenzaron a perder el control.

Primero con las garras, los gatos comenzaron a golpear las rejillas de su jaula, a intentar morderlas. El sonido se fue haciendo cada vez más y más ensordecedor. Para el horror de los presentes, los enrabietados felinos comenzaron a intentar forzar su camino a través de los espacios de los barrotes, arrancándose piel y carne en el proceso.

El señor Popov avanzaba rápido pero sin correr, más atento al espejo que al camino. De momento parecía que aquellos seres no lo estaban siguiendo, al menos no lo suficientemente cerca para ver sus reflejos. Pero sabía que no debía confiarse. Mientras se iba acercando al Anfiteatro, comenzó a escuchar un ruido que iba en aumento, cada vez más y más siniestro...

Me estremezco de miedo al escuchar los maullidos y bufidos de todos esos animales. En condiciones normales no creo que fueran capaces de escapar de sus transportines, pero esta noche no puedo dar nada por sentado.

Al menos no son fantasmas - pienso a modo de consuelo. Por si acaso vuelvo a guardar el arma en la funda bajo la chaqueta. No quiero más "accidentes" si puedo evitarlos.

Échenme una mano, por favor - llevo las cuerdas hasta el sarcófago y lo rodeo con ellas para asegurarme de que la tapa no se abre...

Mierda, mierda... 

No sé qué sucede pero el aullido de los gatos me aterra en demasía, tanto que los ilumino con la linterna desesperado. Uno a uno, no escucho lo que dice Knight, ni lo que mi compañera pueda decir. Solo quiero que esos animales hagan silencio, que se callen de una maldita vez. 

Caminando hacia atrás, hago un no con la cabeza e intento taparme los oídos. 

- Que se callen, joder... ¡Que se callen! 

Distinguir algo por su ruido era difícil, pero el señor Alexey estrujó sus neuronas para intentar reconocer que podía ser. Desde luego decidió que ese camino parecía vedado, salvo porque era por allí donde sus compañeros se habían dirigido, ¿o no era así?

No eran un grupo particularmente silencioso por lo que procuró afinar el oído para ver si ese extraño ruido dejaba entrever otros. Sus pasos se detuvieron y algunas ojeadas nerviosas se dirigieron al espejo, sus dedos empezaban a cansarse de sujetar la lámpara y, con lo importante que era la luz, no iba a correr ningún riesgo, con sumo cuidado hizo el cambio de manos.

¡Claro! Seguramente era un gato que se había escabullido de la muestra, puede ser que fuese algo peor, pero lo más razonable a menudo era lo correcto.

Bueno, llevaban todo el tiempo callados y ahora parece que se han espabilado. El señor Knight encuentra unas cuerdas y entonces los gatos pierden la cabeza. Empieza una cacofonía de ruidos que culmina con esas bolas de pelo dejándose trozos atrás en su esfuerzo por salir de los transportines.

Doy un paso, horrorizada. Mi primer impulso es ponerme a gritar, echar a correr. Desmayarme parece una opción factible, y un sudor frío empieza a recorrerme la nuca. Me muerdo la parte interior de las mejillas con tanta fuerza que noto el sabor metálico de mi propia sangre en la lengua. Todavía pálida alargo las manos para coger algunas de las cuerdas de las manos del señor Knight. Avanzo con decisión hacia el sarcófago, evitando tocarlo con las manos y empezando a anudar las cuerdas a su alrededor, ayudando al caballero en su labor.

-Acabemos con esto cuanto antes.

Prestando más atención en aquella dirección, donde el sonido de gatos comenzaba a hacerse más fuerte, el señor Popov pudo escuchar la voz del señor Falkenhorst que trataba de hacerse oír por encima de los ruidos de los felinos.

- Que se callen, joder... ¡Que se callen! -

Mirando el espejo seguía sin ver de nuevo los rostros famélicos de los hombres sombras, pero si comenzó a sentir que las sombras que crecían desde la luz de su lámpara comenzaban a hacerse más oscuras, más... sólidas. Incluso le pareció ver que su propia sombra parecía comenzar a crear un apéndice nuevo... ¿Un tentáculo?

Ese ruido... ¡Ese ruido infernal! ¡No eran gatos, eran demonios atrapados en las jaulas, y estaban dejando atrás sus pieles, sus disfraces! Klaus sabía que si seguían allí, aquellos demonios disfrazados de felinos los enloquecerían con sus gritos... Tenía que salir de allí, ya.

El sonido y la visión de los felinos enloquecidos es cada vez más aterrador, a tal punto que el señor Falkenhorst pareciera no escuchar ni ver a sus compañeros, intentando cubrir sus oídos de tan espantosos chillidos y maullidos. El señor Knight y la señorita Grant logran mantener el aplomo aunque sólo lo suficiente como para envolver el sarcófago con la cuerda. Habían encontrado lo que les habían enviado a encontrar.

A la luz de la única lámpara que quedaba, podían ver las sombras de los gatos que parecían extenderse, hacerse más oscuras, más... sólidas. ¿Eran tentáculos?

¡Señorita Grant, la lámpara! - digo mientras tiro de las cuerdas para levantar el cofre - ¡Úsela para alejar a esas sombras y busque una salida!...

Mierda mierda mierda... Odio esto, odio, lo odio. ¡Que se callen! Que se calleeeeennnn. 

En mi mente solo es aquel sonido horrible lo que estoy escuchando y no puedo con ello, termino en el suelo, abrazado a mi mismo mientras doy algunos golpes en la cabeza, buscando que eso pase. Que se termine de una buena vez, no lo puedo evitar. 

- ¡Son demonios! ¡No son gatos! ¡Van a salir de la jaula! ¡Se van a escapar! - digo entre gritos. 

Desesperado, lleno de miedo, pavor... Maldita sea. 

O cogemos los bártulos y nos largamos o no vamos a salir de aquí nunca. Asiento a lo que me dice Knight mientras miro de soslayo a Klaus, que parece haber perdido la razón.

Con una plegaria en los labios levanto la lámpara, haciendo la zona de luz más amplia. Empiezo a mirar hacia los lados intentando buscar alguna puerta para que podamos salir de aquí.

Había cosas que era mejor no reconocer. Por ejemplo que podía estar pasando con su sombra, afortunadamente Alexey sentía suficiente apego a su humanidad como para decidir que ocupar su mente con la idea de ayudar al señor Falkenhorst era una mala idea, pero una que tenía que tomar igualmente.

A paso decidido y revisando que su luz siguiese bien avanzó en dirección a la voz mientras repetía -señor Falkenhorst, soy Alexey, escúcheme, venga hacia mi.

Su propia voz resonaba en su interior y le daba pizcas de seguridad adicional, cuando no disponías de mucha seguridad incluso unas pizcas eran un tesoro.