Partida Rol por web

Todos los shamanes del mundo presenciaron el acontecimiento. Daba igual que estaban haciendo en ese momento o la importancia de la actividad... había algo más fuerte que ellos mismos que les impulsó a mirar al cielo y verlo con sus propios ojos aunque no supieran lo que significase: los estrellas de la destrucción Ragoh y Keito cruzando el cielo nocturno. Acontecimiento que anunciaba el inicio de algo grande e importante... Y a la vez algo misterioso, pues nadie sabía con certeza como esto era posible.

Por ejemplo, a una chica canadiense la pillo con los preparativos para irse a visitar a su abuela al bosque junto a su amigo. Pasar unos días rodeados de naturaleza, con el olor a verde rodeandoles y el eco de los arroyos fluyendo sustituyendo al ruido del tráfico.

Eran las nueve de la mañana y el despertador ya se había cansado de seguir sonando para que la frita chica le ignorara. Al final llegaría tarde a reunirse con su amigo para ir a la casa... por lo que cierta criatura decidió tomar cartas en el asunto.

Entrando de nuevo en el cuarto de su compañera después de ir a la cocina, esa criatura se dirigió hacia la chica volando con algo pesado entre sus manos. Y sin que la chica pudiera darse cuenta de las intenciones de aquella hada traviesa... ¡un pescado le cayó encima de la cara! Frío, escamoso y resbaladizo -Jijiji- mientras que de fondo se escuchaba la dulce y a la vez maliciosa risa de Emerald.

Había pasado gran parte de la noche pensando en lo que había visto antes de ir a la cama. Algo parecido a una estrella fugaz que surcaba el firmamento, una visión bastante bonita del cielo y que me había cautivado hasta altas horas de la madrugada. Como consecuencia, ignoré un poco el despertador que me había puesto esa mañana. ¿Para qué lo había encendido de todas formas? No recordaba que tuviese algo que hacer por la mañana...

Me quedé en la cama, remoloneando un poco, hasta que Emerald vino a sacarme dulcemente de la cama. En un principio pensé que era ella quien estaba sobre mi cara, aunque se notaba un poco húmedo y viscoso. - Cinco minutos más, Emy... - Le pedí en un quejido mientras acercaba la mano a mi cara para apartarla a un lado.

Cuando noté la piel dura y escamosa de lo que estaba sobre mi, abrí los ojos extrañada para encontrarme un pez muerto sobre mi cara, mirándome con su ojo negro.

- ¡Kyaaaaaa! -

Di un respingo en la cama que hizo que el pobre pescado saliese volando y acabara en el suelo de mi habitación. Me incorporé rápidamente mientras me secaba la cara con la sábana de mi cama y miraba a Emy casi sollozando.

- ¡Emerald, ya te vale! Sabes que no me gustan nada las cosas del agua. Vaya forma de despertarme... Si estabas aburrida, solo tenías que llamarme. - Me froté los ojos mientras me calmaba un poco. Las travesuras de Emy no tenían fin.

Jijiji- tus quejas le entraban a Emerald por un oido y le salían por la otra, continuando con esa risita pícara. Aunque como buena hada te ayudo a limpiarte la cara usando la flor gigante de su cabeza -Eaeaea... calma Amy- decía para ayudarte a relajarte, como si esa broma no hubiese sido nada.

Luego de eso, se alejó de ti para explicarte lo que al parecer se te había olvidado hacer hoy -Amy olvidar hacer cosas hoy. ¡Visita Abu hoy! ¡Amigo Amy esperar abajo!- te dijo algo más sería para que recordases el asunto importante que tenías hoy -Amy espabilar, desvestir, chupar pescado, duchar... ¡correr!- término diciendo para que pudieras ponerte con la lista de tareas y no hacer esperar a tu amigo.

- Gracias Emy. - Agradecí que Emerald me ayudase a limpiarme, no podía enfadarme con ella. Era un amor, el problema era que le gustaba demasiado jugar, y a menudo me tocaba a mi hacer de su muñeca. Me levanté de la cama y me estiré un poco mientras escuchaba a Emy hablar.

- ¡Es cierto! Hoy tenía que ver a la abuelita. ¡Y Mark debe estar esperándome! -

Empecé a correr de un lado a otro de la habitación, empezando cosas y dejándolas a media. Tomaba una prenda de ropa y la tiraba a la cama, me quitaba el camisón y lo arrojaba al aire, una vez incluso pisé el pescado del suelo y volví a empezar a sollozar.

- ¡Tengo que buscar la ropa! ¡Tengo que desvestirme! Tengo que... ¡No pienso chupar el pescado! ¡Tengo que ducharme y vestirme de nuevo! -

Tardé más de lo que debía por ir corriendo como un pollo sin cabeza y luego cogí un montón de ropa y me dirigí hacia la ducha en ropa interior.

- ¡Emy, por favor, devuelve ese pescado a su sitio mientras que me ducho! - Le pedí mientras corría por el pasillo.

El pobre Mark debía llevar mucho esperándome, lo mejor era ducharme pronto y bajar cuanto antes.

¡Jo! ¡Casi!- exclamo la hada por no verte chupar el pescado, aunque para nada estaba molesta por ello... otras oportunidades tendría para fastidiar jugar contigo. Luego asintió a llevarse el pez -Vaaaale... Emerald quitar pescado suelo... ¡Amy dar prisa!- te terminó diciendo, mientras cogía el pez del suelo para llevárselo a la cocina de nuevo.

Después de prepararte, de estar vestida y con la maleta preparada para viajar a casa de su abuela; bajaste hacía la calle, donde estaba esperando el coche uber que os llevaría a casa de tu abuela. Fuera al lado de este te esperaba el chico junto al maletero abierto de este. Te miro con pereza, acostumbrado a tu falta de puntualidad en todo -Hola Amanda... llegas media hora tarde- te comunicó el chico con inexpresividad. Te llamaba Amanda cuando todos te llamaban Amy, por lo que en cierta forma era una forma especial de referirse a ti.

Me duché apresuradamente y me vestí de forma aún más apresurada. Intenté meter dos veces la bota izquierda en el pie derecho, y a la tercera comprendí que si estaban hechas una para cada pie era por algo. Con la ropa un poco mal colocada y un lazo desigual, que dejaba ver una tira bastante más larga que la otra, salí corriendo hacia la puerta de mi casa hecha un trapo. El otro medio estaba en mi habitación y el montón de ropa que tendría que recoger a la vuelta. Tuve la suerte de que Mark se había encargado de repetirme reiteradas veces que preparase la maleta antes de salir, y que Emy me lo recordó la tarde anterior y estuvo ayudándome a prepararla. Solo esperaba que no hubiese metido algún pescado dentro...

Tomé la maleta de la entrada y salí a la calle. Allí fuera, en la carretera cerca de la entrada de mi casa, pude ver un coche junto al cuál estaba Mark, con cara de bastante cansancio. El pobre llevaba esperando ya una media hora. Corrí a su lado arrastrando la maleta que rebotaba contra piedrecitas del suelo y hacía bastante ruido a su paso.

- ¡Markimu! - Le llamé. No por que fuese su apodo, sino por que cada día le llamaba de una forma diferente, siempre con cariño.

Llegué al coche y solté la maleta, que si tuviese vida y boca estaría pidiendo piedad por esa paliza que había recibido en apenas unos segundos. - Siento mucho llegar tarde, perdóname. ¡Por favor! - Cerré los ojos y junté las palmas de mis manos para disculparme. No quería haberle hecho esperar... era solo que se estaba muy bien en la cama, y se me había olvidado un poquito que tenía que madrugar.

El chico te miro con cierta apatía mientras le pedias que aceptases sus disculpas. Simplemente se acercó un poco a ti y te arregló el lazo que llevabas descolocado en la cabeza -Vale, te perdono. Total, ya estoy acostumbrado a que llegues tarde- te dijo con inexpresividad mientras te abría la puerta del coche -Anda entra... no perdamos más tiempo que al final se nos hará tarde- te dijo.

Una vez en el coche, fueron dos horas de viaje hasta llegar al linde del bosque en el que tu abuela vivía. El coche tuvo que parar ahí porque no había más carretera transcitable por el interior de la maleza. Tuvisteis que coger vuestras maletas y cargarlas hasta el interior de la espesura de aquel bosque canadiense.

A ti no te hacía falta mapa para encontrar la casa de la abuela, y pronto la localizaste. Del olor de la naturaleza y la hierba, poco a poco se pasó al olor delicioso de masa de galletas calentandose en un horno. Y fuera en la puerta, esperaba con una sonrisa cariñosa tu abuela, saludandoos con la mano nada más os vio.

Cerré los ojos cuando Mark se acercó a mi, pensando que quizás me daría un capón, pero no. Mark no era así. En lugar de reprenderme por lo que había hecho, colocó bien el lazo de mi cabeza y abrió la puerta del coche para que entrase. Me contuve para no darle un abrazo. Mi amigo podía no ser demasiado expresivo, y costaba ver sus intenciones, pero era un amor.

El viaje se hizo corto a pesar de ser dos horas. O al menos, a mi se me hizo corto, a Mark parecía que se le había hecho eterno. Yo me dediqué a hablar de lo que había estado haciendo esos días, de las travesuras de Emy, como el pescado de esa misma mañana. Le dije que gracias a ella no había tardado tanto. Él no hablaba demasiado.

Pagamos al chófer y bajamos del coche. Tocaba ir andando y yo conocía el camino. Mi maleta tendría que sufrir un poco más. Mark se centraba en que no me distrajese demasiado con cada animalito o flor bonita que veía y yo, bueno, yo hacía de guía. Cuando reconocí el olor de las galletas caseras de mi abuela, dejé de distraerme y miré hacia el frente. Allí estaba la casa de mi abuelita y justo en la puerta nos estaba esperando ella, tan sonriente como siempre.

- ¡¡¡Abu!!! - 

Empecé a correr arrastrando de nuevo la maleta por el camino y la dejé caer al suelo cuando llegué junto a ella para darle un fuerte abrazo. Tenía una relación muy estrecha con mi abuela, ella no solo era mi familia, era mi amiga, mi confidente, mi apoyo y la persona que idolatraba. Además, ella podía ver a Emy, igual que yo, y solo ella entendía mi amor por la naturaleza. Nunca había tenido a nadie tan especial como ella, quitando a Mark.

- ¿Cómo estás? ¡Te echaba de menos! Hacía mucho tiempo que no nos veíamos... ¿Hiciste galletas? - Empecé a decirle con una inmensa sonrisa y sin soltarla de mi abrazo.

La vieja mujer correspondió con cariño y amor al abrazo de su nieta -Hola mi niña... me alegro mucho de verte- dijo con el tono tranquilo y cariñoso tan característico suyo mientras te acariciaba la cabecita con suavidad -Estoy muy bien Amy. Yo también te he echado de menos...- te fue diciendo mientras te iba metiendo en casa junto a tu amigo -Y si, están recién puestas en el horno... tus galletas favoritas, para vosotros dos- dijo la mujer mientras esperaba que Mark terminase de entrar y cerrar la puerta -De todas formas, habéis llegado justo a tiempo... iba a hablar con una amiga por el ordenador- dijo la mujer mientras se dirigia a la salita donde guardaba el ordenador que tus padres le compraron para que tuviera algo de tecnología en su casa junto a vosotros -Es la madre de tu madre, la que vive en Francia... creo que nunca la habías conocido; y ahora que estás quiero presumir de mi estupenda nieta- te comentó mientras se sentaba en una silla acolchada delante del ordenador. La verdad es que tu abuela se había acostumbrado muy bien a la informática.

Después de teclear un poco, abrió la videollamada, y en la pantalla pudiste ver a dos personas: una era una mujer anciana como tu abuela; solo que mucho más arrugada y con una cara sonriente. La otra era una chica con gafas, el pelo largo y moreno -"¡Hola Rose! Cuanto tiempo sin hablarnos"- dijo la mujer de la pantalla con simpatía -Hola Aline... me alegro de que hayas podido encontrar un ordenador- respondió tu abuela.

- ¡Bien! ¡Galletitas! - Abu Rose siempre era la mejor. ¡Aún no habíamos llegado y ya teníamos galletitas! Iban a ser unas vacaciones geniales. Recogí la maleta que había dejado caer, y que esperaba que aguantase al menos hasta la vuelta del viaje y entré junto a mi abuelita. Mark nos siguió y cerró la puerta.

No esperaba que abu usase a menudo el ordenador. Era cierto que hace poco habían puesto internet y que papá y mamá dijeron que sería una buena idea que tuviese un ordenador para hablar con nosotros o por si surgía un problema, aunque al parecer le había cogido el gusto. Me puse a su lado mientras manejaba el ordenador y llamé a Mark para que viniese.

- ¿La madre de mi madre? - Me costó un poco entenderlo. ¿Se refería a mi otra abuela? Apenas sabía nada de ella. ¿Y además mantenían el contacto? ¿Cómo era eso posible? Pronto una mujer anciana apareció en la pantalla y yo no sabía qué decir.

- Ho... ¡Hola! - Sin mucho disimulo me agaché junto a abu Rose y me acerqué a su oído. - _{¿Debería llamarla abuelita? ¿E-Ella sabe de mi?} - Estaba un poco nerviosa. Aunque no me costaba acercarme a la gente no esperaba conocer a mi abuela materna así de sopetón. ¿Quién sería la chica a su lado?

"Mira Abu. Es Amy. Hola Amy, ¡Hola!"- te saludó contenta la chica del otro lado de la pantalla... ¿esa chica sabía quien eras? Quizás lo dedujo porque esa mujer le había hablado de ti con lo que había hablado tu abuela con tu recién conocida otra abuela; porque era la primera vez que os veíais, y tu más que no habías ni oído hablar de ellas -_{Claro que sabe de ti... tu llamala como te parezca bien cariño}- te respondió con voz calmada y sonriendo -"Si, puede que sea ella Gaba. ¿Esa es mi nieta Amy, Rose? ¡No la veía desde que era una bebecita! Acércamela porfi"- dijo la mujer de la pantalla con bastante alegría pidiendo verte mejor -Claro que si, ¿y esa es tu nieta Gaba de la que tanto me hablabas? Yo también la quiero ver de cerca- le dijo mientras tu abuela te dejaba espacio a su lado para que te pusieras, al igual que lo hizo la otra mujer de la pantalla. Esto se había convertido en un concurso de nietas.

De mientras, tu hada se escondía tras tu hombro por ver por primera vez a esas personas... pero pudiste apreciar unos tenues brillos detrás del hombro de la chica de las gafas.

La chica que acompañaba a mi otra abuela me saludó. ¡Incluso se sabía mi nombre! Mi vergüenza desapareció al instante, ¡No sabía que tenía una prima! Por que... la nieta de mi abuela por parte de madre... tenía que ser mi prima, ¿No? Es decir, sería la hija de la hermana, o hermano, de mi madre... demasiado complicado para mi.

- ¡Hola prima! ¿Has visto, Marky? ¡Tengo una prima francesa! - Le dije mientras le tiraba de la manga bastante emocionada y con mi mano libre saludaba efusivamente a la cámara. - ¡Hola a ti también, abuelita Aline! - Le dije con gran entusiasmo mientras me acercaba a la cámara para que me viese mejor. Quizás me estaba acercando demasiado y posiblemente se me viese de muy cerca, pero no es que le estuviese dando mucha importancia. No todos los días te enterabas de que tenías familia francesa.

- ¿Cómo va todo por allí? ¿Hace buen tiempo? ¿Qué.. - Me fijé entonces en una especie de destello, algo resplandeciente que parecía haber visto en el hombro de mi prima. - ¿Prima Gaba, tienes algo en el hombro? - Le pregunté mientras me acercaba aún más, intentando fijarme mejor en mi prima.

Ahora quien parecía un poco vergonzosa aunque intentará no estarlo era la chica del otro lado de la pantalla. Y también el chico que te acompañaba y se dejó arrastrar tampoco es que estuviera muy cómodo... quizás por sentirse encajonado.

Pero te miro raro cuando hiciste esa pregunta -Yo ahí no veo nada Amy...- te dijo el chico. Pero...

Al oír lo del hombro, un hada grácil y de cabellos plateados se asomó más por el hombro de Gaba... casi a la vez que Emerald que se asomaba por tu hombro. Ambas hadas cruzaron las miradas, y por instinto salieron de su escondite para ponerse ante la cámara... mirandose la una a la otra con ojos sorprendidos.

Mis ojos y mi boca se abrieron como platos cuando vi una pequeña cabecita, seguida por el cuerpo y las alitas de un hada, asomarse tras el hombro de Gaba. - ¡¡¡Oh!!! - ¡Mi prima también tenía un hada! O casualmente había un hada en Francia que había sentido curiosidad por un ordenador. ¡Pero lo más probable era lo primero!

- ¡Es un hada, un hada! - Grité mientras zarandeaba a Mark. - ¿Has visto, abu Rose? ¿Has visto, Marky? ¡Es un hada! - Que Mark no me creyese no significaba que fuese a dejar de decirle cosas de Emy, y mucho menos de una nueva hadita. Solté a mi pobre amigo al darme cuenta de lo que estaba haciendo y miré entonces a Emerald.

- Emy, ¿Tú la conoces? ¿Es tu prima? - No sabía muy bien cómo iban las familias en el mundo espiritual.

El chico seguía sin entender demasiado a que se debía toda esa expectación... en su cabeza simplemente se pasaba la idea de que "Otra vez su amiga estaba con las hadas que no podía ver porque era un muggle". Además ya estaba acostumbrado a tus zarandeos por lo que esto tampoco fue gran cosa.

Por su lado, las dos abuelas sonreían al ver como sus nietas se emocionaban por las reacciones mutuas al ver sus hadas.

Por su lado, la chica hablo de su hada -"Ella se llama Oeillet. Y ella? Y él? Que de gente!"- te respondió tu prima desde el otro lado de la pantalla -No se de que habláis... si no os importa iré a deshacer mi maleta- dijo el chico con apatía, retirándose lentamente de la sala.

Y a tu pregunta hacia Emy, la hada negó con la cabeza sin despegar la vista de la otra hada del ordenador... puede que nunca hubiese visto a un nada como ella. Tan delgada, gris y con alas de mariposa.

- Oeillet.. - Dije con bastante esfuerzo. - ¡Qué nombre tan bonito! - Seguro que era francés, igual que mi prima. Parecía un hada sacada de una peli antigua en blanco y negro, con un aspecto travieso como el de Emy pero también parecía mayor que ella. O quizás yo veía a Emy como mi pequeña hadita.

- ¡¡¡E-espera!!! - Mark se fue de escena sin saludar. Siempre que hablaba de estas cosas hacía lo mismo... y si ahora encima metía a una prima lejana de por medio, quizás se había enfadado. ¡Luego tendría que darle un masaje como compensación! - Ese que se ha ido es mi amigo Mark, y mi amiga hada se llama Emerald, aunque yo la llamo Emy, ¡A que sí! - Emy y Amy. Quizás en unos años sonase algo un poco infantil, pero a mi todavía me encantaba la idea de tener nombres conjuntados.

- Jo, me gustaría que viniéseis y así podríamos jugar todas juntas! Nunca he visto a otro hada aparte de Emy. ¿También es traviesa y te despierta poniéndote pescados en la cama? - Quizás además de ser primas con hadas compartíamos traumas de infancia.

"Yo... yo ser Emy. Hola"- saludo tu hada al final... aunque no recibio respuesta todavía de ellos. La chica del otro lado ahora estaba como dubitativas, pensando en que decir o porque había empezado la conversación.

Por lo que al final fue tu abuela materna la que habló -"Miranos Rose. Queríamos hablar nosotras y nuestras nietecitas se han apropiado de la conversación, jiji"- dijo ella riendo -Tienes razón Aline... hay que hablar de las estrellas- término diciendo tu abuela, asintiendo a las palabras de la otra y desvelando el tema de conversación que tenían pensado.

El saludo de Emy me dejó algo confusa. Ninguna broma, nada de entusiasmo... ¿Qué le había pasado? - Emy, ¿Te encuentras bien? - No parecía la misma que me había despertado esa mañana.

Al escuchar a mis abuelas hablar fui yo quien se calló, llevándome las manos a la boca algo avergonzadas por haber tomado protagonismo, aunque no duró mucho, solo hasta que escuché el tema de las estrellas.

Algo emocionada por el tema no pude evitar preguntar. - ¿Os referís a las estrellas fugaces de ayer? Yo también lo vi, ¡Fue precioso! ¿Habéis pedido algún deseo? - Quizás era algo así, unas estrellas gemelas que cumplían los deseos de las familias. Y por eso estaban mis abuelas conversando, habían pedido algo para sus nietecitas.