Partida Rol por web

Al final el chucho había valido para algo entonces y no como había dicho la patata, pero es que al final se me iba ya un poco la cabeza y no entendía demasiado bien qué era lo que habían dicho hacía un rato. Si es que era imposible eso de tratar de quedarse con la mitad de la información que no paraban de soltar y que, claramente, muchas veces se inventaban.

- Y ahora con la velocidad de las perras... - Quería saber si habían llegado a alguna parte o aquel viaje iba a durar más que un día sin pan. - ¿ conseguistéis llegar a alguna parte? ¿ Hicisteis al fin algo útil en pos de la misión?

La verdad era que fiarme de las palabras de un tío que tenía los ojos de color rojo ciego ya como algo habitual no era lo mejor del mundo, pero bueno, viendo el resto de cosas que estaban diciendo los demás quizás fuera de alguna manera, uno de los más sensatos, al menos, por el momento.

Carraspeé para aclararme la voz, cada vez estaba más sobrio, lo que esperaba era que no me entraran los temblores de la abstinencia - Verá su señoría señoriosa. Las perras salieron disparadas a todo trapo y por fin adquirimos una considerable velocidad. Parecíamos el trineo del barbudo del pijama rojo, pero que en vez de llevar regalos llevábamos frikis.

- El camino era largo y se nos hizo de noche. Cuando fuimos a tomar una curva vimos a una extraña mujer haciendo autoestop. Yo va les dije que no pararan, que la misión de la señora suya, de ellos. Vamos: Usted. Que la misión tenía prioridad, pero el señor patata que nada, que había que parar. Subimos a la tipa esa, imagínese, si ya íbamos apretados ahora para rascarnos la nariz había que sacar los brazos por la ventanilla.

- Total, apenas retomamos el viaje la mujer nos dijo que gracias por recogerla, que había tenido un accidente y… ¡Que estaba muerta! Su piel comenzó a derretirse, una cosa de lo más asquerosa y claro, cundió el caos y el coche volcó.

Podía hacerme una idea de la asquerosidad que debía de ser eso de montarte en un coche con una tía y que comenzara a derretirse, pero claro, eso podíamos habérnoslo ahorrado si no le hubieran parado a nadie. Si es que a esas alturas que todavía se pusieran a hacer cosas como aquellas que desde luego siempre retrasaban las cosas verdaderamente importantes...

Mi vista se centró en la patata macho.

- No hace falta que me cuentes que la tapicería del coche quedó guarrísima, pero... ¿ en qué estabas pensando? ¿ No te llega con las misiones que os doy y no cumplís como para encima buscaros curros extras?

Si era que la mujer que habían recogido le había gustado, quizás su mujer patata tuviera algo que decir al respecto.

El señor patata no se lo podía creer. Estaba completamente fuera de sí cuando la señora oscura dirigió sus palabras, su mirada y su odio hacia su patatil persona.

Mi señora, no es cosa mía que esa mujer estuviera allí, la ruta la iba marcando el Bosco aquí presente.

El caso es que íbamos tan empingados con su artística maniobra de conducción de perros, y el Bosco se empecinaba en llamarse noseque maquinen que al final nos dimos contra la valla de una curva. En la que estaba la típica muerta de curva.

Que daba igual si se subía o no al vehículo. Ya lo he visto un puñado de veces, se sube, te dice que está muerta y desaparece. Aunque sea pringoso no tiene peligro.

Lo que si tuvimos que hacer, y en este caso yo, fue tirar de cabeza, que en este caso es un tubérculo, y de debajo de mi sombrero saque una tirita puedo lo todo, con la que hacer un apaño al coche ese que nos llevaba hasta su malignidad. 

Esperaba que la señora oscura no se tragara aquello de que daba igual subir a la mujer y lo del accidente daba buena muestra de ello.

- ¿Acaso la tirita sirvió de algo? – Interrumpí al señor patata - Vale que yo tengo fama de colgao, ¡Pero los coches no se curan con tiritas! – Me resultaba indignante tal insulto a la señora oscura.

- Y además no lo cuenta todo, después de colocar aquel parche plasticoso que de poco sirvió - Al margen de dejar claro el amor patatil por los productos derivados del petróleo - El señor patata se dio cuenta de que había un lindo gatito con la lengua fuera justo delante del coche. Insistió en que lo llevásemos al hospital, en cuanto saltaba a la vista que el gato no estaba muerto, estaba de parranda, quiero decir, que estaba borracho como una cuba y había decidido dormir la mona en el arcén de la carretera

-¡Es verdad, es verdad! Y no sólo quería llevarlo al hospital, sino que además, cuando pasamos por delante de un restaurante, vió que una de las camareras tenía habilidades insospechadas a la hora de servir infusiones y cafés, y comentó que un spa así en casa les vendría muy bien a él y a la Señora Potato, que hacía tiempo que no tomaban una ducha en condiciones. Así que nos hizo parar y la contrató para que fuese a su casa a darles "relaxing duchas of té con pastas".

Lo chungo es que no se ponían de acuerdo en los días que la chica podía ir, porque tenía un convenio laboral con el restaurante que sólo le dejaba libres los días pares de cada mes a partir del día 30 de cada uno, así que estuvieron discutiendo mucho rato hasta que llegaron a un acuerdo, y nos hicieron perder muuuucho tiempo.

En mi larga vida ya había visto muchas cosas raras. Había llegado a ver un coche vendado, así que verlo con una tirita sería menos traumático que aquello aunque fuera la misma estupidez. Lo que era una estupidez, total y absoluta, era tener que pararse a socorrer un gato cuando tenían cosas que hacer.

- ¿ Por qué salvar un gatito si lo entretenido es matarlos? - Pregunté a la patata macho.

De todas maneras no me dio tiempo a darle dos collejas antes de que me contaran lo del té y entonces ya aluciné del todo.

- ¿ Y pararte a tomar el té? Mira más te vale tener una explicación para eso o sino te voy a convertir en una ficha de lego.

Ya me estaba empezando a cabrear, se me notaba y eso quería decir que debían temerme.

La patata aguanto estoica el chaparrón de noticias, y vio como la flema del odio iba subiendo en progresión aritmética por la garganta de la señora oscura hasta que pidió explicaciones.

Mi gran señora. Todo tiene una explicación. Vos no podéis saberlo, porque no os han dicho todo lo que importa.

El gato, borracho, es Meine Kleine, un personaje muy importante de Umbría. Lo que hice al reconocerlo, fue capturarlo. Afortunadamente estaba en coma etílico, y no fue para nada difícil.

Mis compañeros a pesar de saberlo, estaba claro que no querían cargar con él.

Carraspeo para aclararse la voz.  Pues no es lo único que tenía que explicar.

Cierto es que allí cerca había un restaurante, y que evidentemente no pensaba dejar que el doctor tamumal llevara al famoso gato umbriano a intercambiar sus órganos por una lasaña. No, vi la oportunidad de confirmar una teoría que tenía desde hacia tiempo.

Un restaurante con wifi gratis, y con camareras frikis, sin duda era un lugar de reunión perfecto para Umbrianos, porque si no iba a estar Meine Kleine tirado allí cerca.

Concluí, que mis compañeros no habían capturado a todos los frikis, y que aún quedaban comandos de umbrianos importantes sin capturar.

Mi deber como fiel vasallo era encontrarlos, y tras esta misma explicación me interne en el restaurante, y la señora patata y yo montamos una distracción para que Bosco Verde buscara a mas umbrianos, mientras Tamumal quedaba en custodia de los sacos llenos de umbrianos que ya habíamos conseguido.

Las palabras de la patata de plástico estaban llenas de orgullo patriótico malvado. Sintiendo que su misión para la señora era lo único que importaba. 

Aquella explicación tenía su allá, y bueno, no supe demasiado bien por qué decidí obviar el hecho de que algunas cosas no me terminaran de cuadrar del todo. De todas formas, estaba viendo que me iba ablandando y pronto iba a tener que ponerme bastante más dura o se me iban a subir a la chepa.

- Bosco! - Todo el mundo sabe que a la mayoría de los umbrianos les encanta comer, aunque eso de las mujeres les fueran a dar un poco de miedo, pues según veía... - Mejor no adelante acontecimientos. - ¿ Fueron los umbrianos al restaurante? ¿ Era un sitio muy grande? ¿ Les dijiste que teníais a Meine?

No iba a hacerle demasiadas preguntas más porque sabía que se le iba un poco la cabeza y me daba por satisfecha si respondía de forma normal a alguna de las que le había hecho.

Eché una última mirada al patato antes de volver a centrarme en el " jipi ".

Cuando escuché que la señora me nombraba, o mejor dicho, gritaba mi nombre me planté firmes. Había que ver lo escurridiza que era la patata echando la responsabilidad a los demás. Pero había que darlo todo.

- Verá usted mi señoriosa, acepté con buen agrado la responsabilidad de tender trampas a los umbrianos que allí se pudiesen presentar, era un lugar… ni muy grande ni muy pequeño, lo que comúnmente vendría a llamarse… tamaño medio – Me sonrojé por la perogrullada que acababa de soltar.

- Pero.. pero… no importa. Era un lugar en el que me sentía capaz de moverme como jipi en el agua. Se de muy buena tinta, la pasión de algunos umbrianos por la cerveza, hay quien presume de que bebe litros y litros sin parar. Así que decidí ofertarme como apoyador de cervezas. Me subí la camiseta, saqué tripa y exclamé “¡Oferta, oferta, me ofrezco como apoyacervezas a cambio de carnet umbriano!" Y oiga, comenzaron a lloverme carnets de umbrianos que estaban en el local.

La patata tosió, para centrar un momento más la atención en él.

Ejem. Y hubiera tenido efecto, si la concentración de nuestro jipi no se hubiera disipado por uno de sus maltrechos vicios, el de morderse las uñas.

Como acompañamiento a las cervezas, en aquel tugurio estaban poniendo unos canapés que tenían forma de uña.

Lo cual distrajo aquí a nuestro compañero, y empezó a cambiar los carnés por esos canapés, para poder comerse únicamente el fruto seco que aparecía como uña.

Luego la patata volvió a señalar con el dedo de plástico que le quedaba a Bosco Verde, dejándole la terea de terminar de relatar la historia. 

Apenas estaba tratando de entender lo que decía el fumeta de turno, quien al final iba a resultar que se había caído en una marmita de " maría " de pequeño o algo así, porque no se podía quedar uno de aquella manera sólo con los porros, cuando de repente la patata comenzó a hablar.

Normalmente, casi tenía que dar de latigazos a los esbirros para que dijeran algo, pero ahora, resultaba que hablaban cuando les daba la gana, sin esperar a que sus compañeros terminaran o a darme tiempo a procesar la información, pues aunque ellos no lo supieran, una tenía que poner orden a lo que sus esbirros decían a veces, que solían ser chorradas sin sentido hasta que las traducías un poco.

Pasé del fumao un segundo para centrarme en la patata y así como el que no quería la cosa, le lancé un conjuro que hizo que ahora fuera una patata de madera. Claro, eso por si sólo no tendría demasiada gracia, por lo que hice aparecer a un viejo conocido para que hiciera de las suyas.

- Ataca pájaro! Que tienen que aprender a hablar cuando les toca!

Mientras la patata macho, ahora de madera, comenzaba a correr por todo el salón del trono con el pájaro picoteándolo, volví a centrarme en Bosco, quien se estaba riendo, como para no, de la escena que tenía delante.

- ¿ Entonces teníais los carnets? ¿ Qué es eso de que se asustaron porque te mordías las uñas?

Traté de recomponerme lo más rápido posible de la risa, pues la situación no estaba como para muchas risas, sabía como las gastaba la señora oscura.

La señora me preguntó por esas cosas raras que dijo el señor patata, que no se ajustaban tampoco a la realidad.

- Verá su señora. Una vez que les ofrecí mi servicio de apoyar las cervezas algunos comenzaron a reclamarme los carnets y claro, no se los iba a devolver, así que aproveché aquel extraño plato que comenzaron a servir en el bar para despistarlos mientras pensaba en alguna argucia.

- Me bajé de nuevo la camiseta y me recompuse. Se me ocurrió apelar al sentimiento ñoño de los frikis que sienten por los gatitos y las cosas tiernas. Como bien es sabido en los restaurantes cutres venden gato por liebre así. Me colé en la cocina y pillé al primer gatito que iba a ser asesinado para ser convertido en bolas de pollo frito. Lo agarré del pescuezo junto con los carnets y exclamé “El que quiera recuperar sus carnets y seguir viendo con vida esta monada de gatito que me siga”. Así que con este plan salí del restaurante como el flautista de Hamelín con los frikis detrás de mí.

El hombre-maría parecía que había cogido ritmo hablando y que tenía que contar algo todo el rato, como si le hubieran dado cuerda, pero al menos, no se estaba haciendo pesado escucharle, pues cuando oí eso de que llevaba al gato del cuello y de que iba con todos los frikis detrás en fila india, casi suelto hasta una carcajada que por suerte, pude contener.

- Al menos algo que sale medianamente bien.

Eso sí, para evitar reírme, que estaba viendo que al final lo iba a acabar haciendo, decidí que era el momento de escuchar hablar a otro esbirro y ya que había castigado hacía poco a patataman, haría hablar a su señora, patatawoman.

- Voy a suponer que sacasteis a todos los frikis de allí. ¿ A dónde los llevasteis? ¿ Tuvisteis que soltar al gato?

Miedo me daba lo que hubieran podido hacer ahora que tenían una manifa de frikis con ellos.

Si mi señora, conseguimos salir de allí con todos los frikis tras el gato; estábamos tan tranquilos hasta que el gato hizo de las suyas. Es que todavía no se como sus otros esbirros siguen confiando en los "lindos animalitos para salvarnos el cuello cuando al final terminan comportándose como lo que son, animales sin ningún entendimiento. 

Resulta que caminábamos bastante bien sin desviarnos de la ruta correcta, hasta que aparecieron a ambos lados del sendero unos muros de esos que sirven de lindes de propiedades de otros. El caso es que al felino le encantaban los muros y desde que los vio saltó del hombro del fumeta hasta uno de los muros y luego saltó al otro lado, lo que hizo que todos los frikis le siguieran tras el muro también, desviándose así de la ruta que les traía hasta usted. 

Como verá tuvimos que seguirles claro, y el problema no fue saltar el muro... el problema era guiarlos de nuevo hasta el muro para volver a coger la ruta correcta.

Intervine de nuevo:

-¡Mi Señora de Oscura Malignidad! ¡Hay una cosa que la Señora Potato no le cuenta! Los frikis se fueron tras el gato, sí, pero uno se quedó atrás. Era una friki de los peores, de los que están apuntados a 19 partidas de ritmo alto y cumplen en todas a la vez, y cuando la Señora Potato nos tenía a todos distraídos contándonos intimidades y cosas vergonzosas del Señor Potato, consiguió hacerse su propio ordenador con conexión a internet usando un cortauñas y su reloj Casio de los chinos. Cuando todos los demás nos fuimos a rescatar a los frikis del muro, porque la señora Potato dijo que se habían ido TODOS, él se quedó en modo oculto, esperando.. tenía mono de actualizar las partidas, y cuando regresamos lo encontramos en modo catatónico ON, diciendo sin parar.. "actualizar, f5, actualizar, f5, actualizar.."
Resulta que se le había olvidado ponerle un teclado al reloj, y no podía contestar su ingente cantidad de posts pendientes.. Cuando vio todo lo que tenía acumulado, entró en crisis total. Menos mal que estaba yo, y le pude aplicar uno de mis suaves y tiernos tratamientos de shock a base de desconexión instantánea y mangamiento requisamiento de reloj con internet por el bien del paciente..-dije, mirando mal a Ms. Potato y acariciando mi reciente adquisición.

No es que me gustara demasiado que me dijeran las cosas a medias y eso de que se había quedado un umbriano rezagado no sabía si era bueno o malo. A mí que se salvara uno tampoco me molestaba demasiado si todos los demás sufrían una muerte atroz, pero me parecía a mí que era más probable que este año me tocara la lotería de navidad o incluso el calvo.

- ¿ Y ese umbriano era mucha molestia? ¿ era tan importante como para tener que centraros en él y no en seguir el camino correcto?

Se notaba que no había entendido demasiado bien la conexión entre una cosa y otra, pero esperaba que la patata hembra pudiera ayudarme a aclararme antes de que decidiera que me daba igual y simplemente, buscara una yaga en la que meter un dedo.

- Vamos, habla!

De todas formas, eso de que aquel doctor fuera por el mundo troceando, descuartizando y recosiendo gente... era como un mal rollo constante para el resto del universo. Tenía su " allá " el tema.

Pensé que se habían ido todos pero es que el tipo se ocultó muy bien y eso que parecía tonto de estar tan acoplado al ordenador. No era importante mi señora pero el Dr Tamumal parece siempre obsesionado por ayudar a estúpidos animalitos y a horrendos humanos, así que se entretuvo en sacar de la crisis al tipo.

Yo no hacía nada allí dentro así que dejé al Dr Tamumal con el umbriano y salí con los demás, no fueran a escaparse ahora el resto por un estúpido humano. Estuvimos un rato bueno esperando por el Doctor para poder seguir porque teníamos que escoltar entre todos a los frikis, si no podían escaparse y había que volver a saltar el muro, así que el único que sabe lo que pasaba en aquella habitación y el porqué no avanzábamos es el Dr Tamumal.