Partida Rol por web

Diego asiente en silencio, pues el párroco tiene razón. Después mira a Telmo, esperando que este esté de acuerdo en ir a su casa para ararse antes de encontrarse con maese Julián.

Asiento con la cabeza

-Vamos pues-

Jimera, simplemente, comprobó que llevaba colgado del cinto su cuchillo y al hombro la bolsa de cuero con las hierbas medicinales. Luego asintió.

Telmo marchó a su casa por el mazo y a despedirse de María. El padre Julian marchó a preparar su cuerpo y su alma para el combate. Mientras que Jimena y Diego se prepararon a su manera para la contienda.

PAsada una hora se volvieron a encontrar y pusieron rumbo al prostíbulo. La noche era clara, iluminados por la luna llena y el fuego de sus antorchas hubieron de llegar hasta el prostíbulo. Quedarían un par de horas de oscuridad.

El prostíbulo parecía animado todavía. Varios borrachos salían a las puertas a fanfarronear de lo que habían hecho o iban a hacer.Luego salía una de las prostitutas jóvenes y hablaba con ellos. Alguno intentaba sobarla y ella no decía que no. Se lo llevaba a dentro y desaparecían un rato. Y así uno tras otro. Entre los hombres que allí habían distinguís a Juan que está bebiendo en la calle con un grupo de hombres. En la puerta uno de los matones con los que lidiaron Diego y Telmo.

Julián recibió a sus compañeros con su bordon en la mano, un cuchillo oculto bajo la capa, su túnica limpia y un enorme crucifijo de madera colgando del cuello. Era un objeto sencillo, compuesto por el símbolo y una cuerda, nada más, y sin embargo llamaba la atención por su tamaño un tanto exagerado. Julián había decidido lucirlo porque lo había llevado el día de su ordenación, símbolo de su fe y humildad, pues todo lo que poseía pertenecía en realidad a la Iglesia. En la mano un rosario negro y brillante, el más nuevo que tenía el párroco, y colgando del hombro una bolsa de tela que le ayudaba a transportar con más comodidad una botella de vino que contenía el agua que había bendecido.

Aquella hora no la había pasado ocioso, y esperaba de verdad que todo saliese bien, aunque tratándose del oscuro y sus huestes eso era demasiado pedir.
Al ver aparecer al grupo asintió con la cabeza, todos sabían lo que se les venía encima. No pudo evitar observar, con más descaro del que pretendía, a Telmo. ¿Sería cierto que la ponzoña estaba dando una cuenta atrás para convertir al hombre en bestia? -Quizás sería bueno que recibieses la extrema unción- le dijo pensando en salvar su alma si la suerte no les favorecía. Posiblemente lo mejor sería poner a todo el pueblo en fila y ofrecer el último sacramento a cada uno de ellos. Claro que podría hacer cundir el pánico, aunque salvaría sus almas, pues dos de ellas ya se habían ido sin limpiarse del pecado, y en el caso de Paco con consecuencias desastrosas.

Llegaron frente al burdel y el sacerdote se hizo el símbolo de la cruz al ver como las mujeres ofrecían sus cuerpos y como aquellos hombres sucumbían a la tentación de la carne. Que una cosa es cuando el amor está de por medio y otra cuando es solo vicio. Y aquellos se movían por lo segundo.

-Quizás debieseis entrar vosotros dos, como si de dos clientes se tratase. Un religioso y una mujer entrando en este tipo de establecimiento creo que llamarían demasiado la atención. Quizás observando podáis descubrir algo, o al menos valorar donde puede estar la alimaña, como acorralarla y como podríamos escapar si las cosas se ponen feas- A punto estuvo de ofrecer el rosario a Telmo, pero al final se lo dio a Diego, pues aunque no se le veía por misa tampoco iba a transformarse en úpiro pasado un tiempo indeterminado.
-Espero que esto os proteja. Pues no hace falta más prueba de que Dios existe que ver que el Demonio es real-

Diego pasó por su casa antes de encontrarse con los demás.

La estancia principal estaba tal cual la había dejado esta mañana, cuando José Luis lo sacó súbitamente de su etílico sueño. Aún olía a vino festivo y sudor rancio.

El alguacil deja su porra con un suspiro y culta entre sus ropajes algún que otro cuchillo mientras medita sobre el plan, apesadumbrado. Finalmente, coge unos cuantos maravedíes y sale al encuentro de la variopinta tropa.

-Quizás debieseis entrar vosotros dos, como si de dos clientes se tratase. Un religioso y una mujer entrando en este tipo de establecimiento creo que llamarían demasiado la atención. Quizás observando podáis descubrir algo, o al menos valorar donde puede estar la alimaña, como acorralarla y cómo podríamos escapar si las cosas se ponen feas- A punto estuvo de ofrecer el rosario a Telmo, pero al final se lo dio a Diego, pues aunque no se le veía por misa tampoco iba a transformarse en úpiro pasado un tiempo indeterminado.
-Espero que esto os proteja. Pues no hace falta más prueba de que Dios existe que ver que el Demonio es real-

-Gracias, pare… - Diego coge el rosario fuertemente con su ruda mano y se lo guarda en el bolsillo de su chaleco de lana – Telmo y yo mismo nos acercaremos por delante, nos tienen cataos ya d’esta mañana, pero yendo de clientes dubdo que rechacen a buenas un poco de guita. Vusatros dos id por detrás, cerca del establo debe haber un lugar donde se pueda ver el interior del putiferio, q’ues donde Paco estuvo sus últimas horas antes de morir… la primera vez. Si hay problema, berrido al canto, iremos en auxilio en un santiamén –

Al llegar al lupanar y ver como las mujeres de molar laxa ejercían su trabajo, la inocente Jimena se ruborizo. Había escuchado múltiples veces historias sobre el lupanar y los hechos que acontecían en él, y como muchacha de bien todo eso le sonaba a tentación del demonio.

Callada y simple detrás del párroco, Jimena asintió al oír el plan. Podríamos también recorrer el perímetro del establecimiento en busca de alguna pista sobre el lugar de descanso de la criatura.

Asintió al plan de Diego. No tenía ni idea de que pudiese vigilarse el interior de local desde la parte trasera. ¿Qué haría Paco allí? ¿Le darían muerte en ese lugar? También la idea de Jimena era buena.

-Bien, creo que es una idea sensata. Nos dividimos pues, Jimena et yo mismo estudiaremos también el perímetro, por si hubiese algo extraño, después acudiremos a la parte trasera et vigilaremos. Que Dios nos ayude a todos.- No tenía ninguna duda de que así lo haría su señor, pero de todos modos lo dijo mientras dibujaba una cruz en el aire, como bendiciendo a todo el grupo.

-Vayamos pues Jimena, cuando estéis lista-

Os dividís en dos grupos. Vosotros dos váis directos al burdel.Os ve Juan y se os acerca, apesta a vino barato.

  ¡Hombre!¿A quién tenemos por aquí? al alguacil y al tabernero¿Dónde está tu esposa Telmo?jajaja. Ale, pasad conmigo os invito a una ronda-lo dice colgandose del hombro de Diego y llendo a la puerta.

En la puerta os espera uno de los monstrencos de esta mañana.

   El mazo se queda fuera, no queremos problemas.

Dáis una vuelta por los alrrededores y después os metéis al establo. Allí encontráis el agujero que debía usar Paco para mirar.

Se ve a dos señores desnudos, entra la dueña acompañada de un hombre. El hombre se enfada al ver a los otros dos hombres e intenta salir. La mujer se lo impide, le crecen un par de colmillos y le muerde el cuello. Después lo tira a los otros dos hombres que hacen lo mismo, les crecen colmillos y los hincan en el hombre. Una vez saciada el hambre le arramcan la cabeza de cuajo y empiezan a chuparse la sangre los unos de los otros.

Rodearon el establecimiento observando la fachada y sus alrededores. Finalmente llegaron a la parte trasera, cerca del establo, tal y como dijo Diego. Allí, tras un momento de búsqueda dieron con el agujero a través del cual podía verse una zona del interior del lupanar.
A Julián no le hacía mucha ilusión contemplar lo que allí dentro se hacía, pero todo fuese por descubrir al úpiro. La visión de aquellos hombres en cueros le provocó un escalofrío de pura repugnancia, pues sumado al poco atractivo que resultaba aquel paisaje se sumaba el rechazo, los prejuicios aprendidos y grabados a fuego. Julián temía lo peor, era muy consciente de que seguramente Jimena debería cargar con aquel encuentro homosexual en su memoria, el párroco era incapaz de soportarlo.

Espera, resultará peor. Una orgía de tres varones et una hembra. ¡A dónde iremos a parar! ¡Ni un orificio quedará libre d'este libertinaje vicioso!
Pensó al ver que la puerta se abría entrando en escena dos actores más. Sin embargo pronto se corregirán sus sospechas, pues los vicios y deseos que se iban a saciar eran mucho más oscuros. La maldad pronto se dejó ver, obligando a permanecer allí al hombre que acababa de cruzar la puerta. El diablo mostró sus colmillos y los hincó en el cuello del pecador. A Julián se le heló la sangre, y perdió la capacidad de respirar en cuanto el infeliz fué arrojado a los otros dos como un trozo de carne. Los dos hombres mostraron su naturaleza maligna y mordieron también aquel cuello ya herido. El aire regresó con mucha fuerza a los pulmones del religioso justo cuándo la cabeza fue separada de los hombros. No pudo ver más, pues su cuerpo salió de su estado de paralización y fué su mente la que entró en pánico. Incapaz de controlar el terror, porque aquello era más que miedo, escapó un grito de su boca mientras daba un paso atrás y tiraba de Jimena. Claramente deseaba huir, correr lejos y poner tierra de por medio entre los monstruos y ellos.

-¡CORRE MAÑA!¡POR TU VIDA!-

Jimerana contemplo con curiosidad al hombre desnudo, pero cuanto todo se tornó lúgubre y terrorífico aparto la vista, mirando solo de vez en cuando.  No podían hacer nada, si llevaban la atención de esas criaturas morirían. Había que esperar hasta la mañana para volver y matarlas.

Tranquilo Julian, no grites. Pero las suplicas de la curandera llegaban demasiado tarde, había que salir corriendo del lugar.  

Junto con Diego me acerco a la puerta del lupanar siguiendo el plan acordado. No era yo hombre de estrategias pues lo mio habia sido entrar a la batalla cuerpo a cuerpo y despues de eso servir jarras de vino y comida caliente en la taberna. Nada de ello requeria de mucha estrategia militar.

El mazo se queda fuera, no queremos problemas.

 

Esta bien, pero dejámelo aquí en la puerta que no quiero perderlo. A la salida lo quiero en su sitio- le digo con la altaneria propia del que hace unas pocas horas le sobó el lomo con cariño

Entremos pues

Antes de salir corriendo véis a la mujer ordenar a los hombres que os persigan. Estos obedecen y por arte de magia se convierten en bruma y salen tras vosotros. En el establo recuperan su forma humana y no tardan en alcanzaros y ponerse a dar vueltas alrrededor vuestro con los colmillos sacados.

  ¡Váis a morir! AHHHHHH!-y se lanzan los dos úpiros sobre vosotros

Diego sonríe levemente a Juan y se espera a que Telmo acate el requerimiento del portero.

No les van a poner pegas para entrar, de hecho, van a invitarlos. No va a ser él quien estropee la oportunidad de pasar sin problemas abriendo la boca, y tampoco será él el que rechace un trago gratis.

La joven dio un salto hacia atrás mientras desenvainaba su cuchillo.  ¿Qué? ¿Qué… hacemos?  Pregunto mientras mantenía el cuchillo levantado para atacar. El primer impulso de la chica fue salir corriendo hacia la iglesia y ocultarse debajo del altar mayor.