Partida Rol por web

Sortien coje la espada corta de Kanlil para ganar en efectividad de corte

Ankor y Sortien cortan un buen tramo de espino coordinando sus golpes. Kanlil siente cómo las zarzas que le sostienen (parece uno de esos cuerpos retorcidos y envueltos en alambre de espino de la segunda guerra mundial) van golpe a golpe cediendo por su lado derecho.

Faldoras por su lado avanza a buen ritmo. Si no fuera por los guanteletes, tendría también las manos ensangrentadas como Ankor.

Pero quizás no vayáis lo suficientemente rápido.

Grrruaaaaaaaaaaarggggggggggggghhhhh!!!

Un rugido a 40 o 50 pasos del precipicio os sobresalta y deja sin respiración a Kanlil. Los ogros están a la vuelta de la esquina. Por las pisadas golpes y pasos que oís, deben ser varios. Y por el grito, muy conscientes de que estáis ahí.

Forad se concentra, sus ojos se vuelven rojos, sus venas palpitan y la zarza muere a su alrededor.

- ¡A mi familia no se la toca! Madre, padre, sacad al hermano que voy a hacer pinchito de ogro.

Durante medio minuto los acontecimientos se suceden sin cesar.

Ante las miradas de reojo de Sortien, Forad parece caer en un éxtasis de dolor, y contraído sobre sí mismo, tose con fuerza escupiendo algo rojizo mientras alza la mano hacia las zarzas bajo el precipio. Una tras otra, tres matas estallan en llamas que se propagan con una avidez casi obscena, devorando con ansia los espinos. Pero Forad, a través del dolor que le envuelve, mira asustado las llamas, que bailan ladinas, saltan con ganas de un lado a otro y brillan con un resplandor casi azulado; no es un fuego normal, ¿no pasará como con Hadros? piensa el conjurador. Sus ojos amarillento ven con asombro cómo el fuego crece mucho más allá de lo que debiera y salta siniestro a la pinocha del suelo, avanzando raudo hacia él como si buscara a su creador para abrazarle. Las llamas de las zarzas crecen tanto que ya lamen las copas de de los árboles de alrededor.

Por otro lado, Sortien se queda helado contemplando cómo todo lo que hay alrededor de Forad, ya sea pinocha, ya sea zarza, pasa de tonos marrones y verdes al gris decrépito de la ceniza y la muerte. La pinocha silba y se contrae, los espinos se vuelven oscuros y se quiebran por su propio peso. Un círculo de tal corrupción se extiende desde Forad hacia todos lados, avanzando dos, tres, diez centímetros por cada latido del corazón de Sortien. Pronto llega hasta donde Ankor y Sortien estaban desbrozando las zarzas, y el viejo manco comprueba cómo con un solo golpe caen una docena de ramas de espino.

Ankor envaina su hoja y trata de ignorar las llamas mientras clava sus largos brazos en los espinos para rodear a Kanlil y alzarlo lo más cuidadosamente posible. las agujas se clavan en sus brazos como enjambres de rabiosas abejas y para cuando tiene sujeto a Kanlil lágrimas de dolor bañan la cara del duro mercenario.

Faldoras ve a Ankor presto a rescatar a Kanlil y encara al enemigo con su templanza y frialdad habitual. Con toda la fuerza de sus pulmones alza su voz para inspirar a los suyos y confundir a sus enemigos, y embraza su escudo mirando hacia donde los gritos y rugidos se suceden, cada vez más cercanos. Ve cómo medio muro de zarzas estalla en llamas y calcula por dónde se verán obligados a saltar los ogros para sorprenderlos según caen y acabar con ellos de uno en uno y lo más rápidamente posible.

Y antes de que Ankor consiga sacar al malherido Kanlil, una grotesca figura asoma ya entre los abetos de encima de vuestras cabezas y mira perplejo al fuego, para luego recular y buscar otro sitio por donde saltar. Tanto Faldoras como Sortien veis que hay más ogros tras el primero que se asomó, y algunos de ellos muy grandes...

Las llamas descontroladas saltan buscando el cuerpo de Forad, y siguen siniestras su reptante camino hacia Sortien.

Ankor hace un esfuerzo final y con un gruñido arranca de la mata a Kanlil. Le sorprende que el espino se ha quebrado casi sin esfuerzo al tirar de él, y ve asustado que las zarzas mueren a una velocidad de vértigo allí donde hace escasos segundos estaba el cuerpo de Kanlil.

Faldoras y Sortien ven reaparecer al Ogro que iba en cabeza justo por encima de ellos. Salta y cae con tal gracia que mientras apoya el primer pie ya está haciendo oscilar el garrote hacia Sortien. Berridos y gritos llenan vuestros oídos, los ogros parecen estar en todas partes.

Por unos istantes la cara de Sortien se torna pálida apesar del calor del fuego.

Mientras se realiza la apertura Holand apuntando en el cuello(golpe quirúrjico)y esquiva el garrote de la bestia grita la grupo

[b]CORRED, VAMOS IROS DE AQUI!! NO HAY NADA QUE HACER SON DEMASIADOS. YO LOS RETENGO.

CORREDDDD!!!

-sortien y yo los pararemos, los demás marchaos ! RÁPIDO !- Faldoras finta el primer intento de golpearle que hace el enorme ogro con su garrote, Faldoras se mantiene relajado y concentrado, mantiene la posición tal como le han enseñado a hacer hasta que el aburrimiento en los entrenamientos, así cuando el Garrote deja abierta la guardia, Faldoras lanza sus estocadas a la cabeza

El ogro descarga su garrote con furia contra Sortien. El golpe es tan fuerte que, cuando el manco se hace un lado y el garrote da contra el suelo, la mitad del tronco se quiebra y deja al ogro con un arma menos contundente. A continuación, una lluvia de estocadas de Faldoras distrae lo suficiente al ogro como para que Sortien clave su aguijón en el cuello del enemigo. Herido, lanza un bramido y traza varios arcos con el garrote para alejar a Faldoras y volver a cargar contra el espadachín.

¡Vosotros no me dejasteis, y yo tampoco lo haré, maestro! –dice Kanlil desde el suelo, en un estado bastante lamentable. Sigue sangrando por las heridas causadas por las zarzas, pero eso no impide que intente acertar al ogro con sus disparos- Además, no creo que pueda correr mucho. –dice Kanlil mirándose la pierna derecha.
Sentado en el suelo, Kanlil dispara dos flechas, con intención de acertar en la cabeza.

Un segundo ogro salta al lado del primero y carga contra Faldoras. Eso es lo último que ve del manco Ankor antes de descender con el culo en el suelo al lado de un gran tronco caído de abeto.

Forad, Faldoras y Sortien ven cómo más ogros están rodeando el precipicio por la cara norte, donde los espinos todavía no arden.

Faldoras corre ahora o NUNCA!!!! HAZME CASO!!

Aunque hayan pasado muchos años, no es la primera vez que salgo airoso de estas situaciones

Golpe quirurgico para rematar al ogro herido. Como el otro ogro no puede atacar solo esquivo al que está herido si es que me ataca.

- Marchaos yo le retendre lo que pueda- dice Faldoras todabia algo mareado por el vino

El ogro que se enfrenta a Sortien aparta casi desganado la precisa estocada del espadachín y muestra sus dientes en una desagradable sonrisa al manco. Con la mano izquierda trata de agarrar el estoque de su oponente, y la derecha porta ahora todo el peso del menguado garrote, que descarga con ira contra la sombra de Sortien, siempre un paso por delante de la bestia.

Antes de que el ogro pueda descargar su garrote contra Faldoras, éste se retira del combate y deja a Sortien con dos enemigos a su alrededor.

Forad da la espalda al lugar donde se cruzan estocadas y garrotazos y camina a un paso vivo, sin llegar a correr, pero tampoco caminando sin más. Está atento a las llamas que reptan por la pinocha y que parecen pequeñas formas danzarinas que siguen a este peculiar flautista del Paso de Gunjen. Las llamas intentan besar siempre que pueden al conjurador, y éste ha de caminar procurando evitar su abrazo y encima procurando un escape a los miembros de su familia que todavía combaten, todo un auténtico reto para los reflejos de Forad.

Aunque es posible que no sirva de mucho lo que hace, por que mirando atrás, el conjurador ve cómo las llamas también quieren calentar los corazones de Padre y el manco. Éste último está a punto de caer en sus lenguas de fuego.

Mirando de reojo (pues ya no puedes confiarte, con dos de estas criaturas encima) ves que Faldoras se ha alejado, sí, pero lo hace lentamente y mirando de cuando en cuando hacia atrás. El honor de los caballeros es más difícil de vencer que los ogros que os asedian, piensas. El Conjurador, por su parte, ya no se le ve cañada abajo.