Harry está muy extrañado de la aparición del nuevo integrante del grupo, que sin vergüenza ninguna se sienta a la mesa, invadiendo del todo el espacio que compartían Pieter y Jules.

En cuanto a las explicaciones de la pareja, simplemente asintió, y mientras pensaba cómo despedirse de ellos y disculparse, habiendo adoptado ya una posición gestual de despedida, fue cuando llegó el sujeto. A Harry le molestaba la actitud 'sobrada' del tipejo, y que creyese saber lo que era una rata de trinchera, más aún.

Son peores las serpientes en el Pacífico Sur. Dijo secamente. No sabes cuales matan y cuales solo están buscando ratones. Caballero, no creo que haya visto ni unas ni otras, pero al menos podría presentarse.

Y tampoco es ni mucho menos educado tratar esos temas en público, es una señorita por el Amor de Dios!

Se acercó al hombre y le puso la mano en el hombro. Si insistia en molestar y la pareja no parecía quererle allí, le acompañaría educada pero firmemente lejos de donde pudiera molestarles... y después trataría de averiguar si es un chalado o solo un irresponsable inoportuno e indiscreto.

Y allí estaba al lado de Jan mientras su brazo rodeaba mi cintura adjudicándome ese lugar de pareja, algo que siempre había anhelado y hoy era un sueño cumplido. Todo era perfecto porque finalmente éramos dos personas libres y pese a que detrás nuestro un bagaje de consecuencias llevábamos acuesta, se podría sentir la libertad de comenzar una vida nueva. En realidad definitivamente de cero. 

Era tan feliz a su lado al punto de no perturbarme con nada, la presencia del joven soldado Americano no me desagradaba al margen de que se había confundido de mujer. Probablemente mi hermana con sus delirios, terminó en la cama de este hombre dejando un manojo de promesas que jamás en esta vida sería capaz de cumplir. 

Tampoco me quitaba el sueño pero sentía un poco de pena, era atractivo y no parecía una mala persona. Al margen de todo, lo que si me preocupaba era aquel sujeto que tenía en sus manos un sobre con una reveladora noticia. Más aún cuando certifica que es el resultado de un test de embarazo, probablemente era el mío. 

-Descuide Sr. Wood, no hay problema. Estoy acostumbrada a este tipo de situaciones. - expreso en un tono cordial a Harry, no era momento para corregir lo maleducado que podía ser este extraño sujeto. 

Una vez que tomo asiento, sujeto la mano de mi esposo con fuerza, era consciente que dada mi condición era imposible que esté embarazada. Sin embargo, la esperanza nunca se pierde. -Cariño... Lo sabremos ahora. - recién se enteraba de mi sospecha y ahora debía desayunarse el hecho de que me hice el examen sin mencionárselo. 

- Bueno, cuéntenos el resultado. - directa y concisa, odiaba los rodeos. 

Arquear levemente una ceja mirando a Jules fue el único efecto visible que las palabras de aquel, por llamarlo de alguna manera, peculiar doctor, aunque lo que me sorprendía no era el hecho de que subiese hecho el test sin haberme comentado nada antes, pues al fin y al cabo, Jules no era una mujer que se acobardase de saber la verdad ni que postergase las cosas por dudas o miedo, sino más bien al contrario. Si quería averiguar algo, hacia lo necesario para lograrlo, sin rodeos, sin perder el tiempo ni desviarse del camino, era directa y tenaz, imposible de desviar de su objetivo, ni de persuadir o amedrentar para que lo abandonase… en eso, éramos en cierta forma similares, y era una de las muchas otras cosas que habían provocado que sintiese lo que por ella sentía.

No, definitivamente no era el hecho de hacerse el test sin decir nada lo que me había sorprendido, sino el ver que  sus sospechas sobre su posible estado habían sido lo bastante grandes como para querer, bien confirmarlas, o bien desmentirlas, especialmente teniendo en cuenta eso… pero si había decidido dejar de sospechar para directamente saber, era que era importante para ella.

Y si es importante para ella, lo es para mí- pensé, notando como sujetaba con fuerza mi mano y respondiendo de igual modo apretando la suya, como transmitiéndole todo lo que sentía en aquel simple contacto.

Sea lo que sea, estará bien… si eres tú, siempre lo estará- le respondo, besando su frente con cariño, apretando con aun más fuerza su mano. Pasase lo que pasase, seguiría estando allí, junto a ella.

Ya ha oído- le dije al peculiar doctor, con una mirada que parecía decir que cuantos contase lo que había venido a decir, marchándose tras hacerlo, mejor.

El hombre de traje caro deja el sobre a medio abrir sobre la mesa junto a él para luego levantar la copa y ofrecer un brindis para los presentes. - ¡Ohhh.. las ratas! Las contaba por millares en “Tierra de nadie”, allí en el norte de Francia. A veces un cadáver era consumido hasta los huesos durante una noche sin bombardeos. No conozco las serpientes que usted menciona pero seguramente eran igual de horribles. - entonces levanta la copa y suelta algunas palabras a continuación - ¡Propongo un brindis por la señorita aquí presente! ¡Salud! - luego de consumir el contenido de su copa el hombre termina de abrir el sobre y leer el contenido del mismo - Veamos... a ver que dice por aquí... Mmmm... Lunes doce de noviembre de bla,bla, bla... pasemos a lo que importa... ¡ah, si! ¡Aquí esta! ... el análisis sanguíneo revela un embarazo de riego de seis semanas con particularidades de aborto espontaneo según la condición de la paciente y su historial previo... y más charlatanería que no importa, a ver que más... ¡ahh, aquí es! sugiero internación inmediata con la finalidad de impedir el deceso de los dos fetos en gestación. Firma... doctor... Michael B. Van... ¡Esperen, ese soy yo!.

¡Bueno ahí lo tienen! Un embarazo múltiple de riesgo... ¡A la enfermería sin perder un segundo! - El hombre llamado Michael se levanta arrojando el papel al aire tras agregar algo más a los presentes - En cualquier momento su organismo podría abortar y poner en peligro también su vida. ¡Vamos a la enfermería sin perder un segundo! ¡Ustedes dos nos acompañan como testigos!- afirma el “doctor” con obvia impaciencia ante el contenido de la carta.

Luego de aquella insidiosa espera, finalmente el Doctor decide hablar sobre el contenido del sobre, dándome a entender que se refería a mi estudio sobre un posible embarazo. Sinceramente, tenía mucha ilusión acerca de ello y al margen de que Jan me apoyaba en todo esto desde el amor y la comprensión, ya era un milagro para mi el mero hecho de pensar en ello. 

Por suerte la noticia no se hace esperar y la confirmación de una situación que jamás en mi vida hubiera dado por hecho, se muestra delante de mis ojos. Estaba embarazada y al parecer por partida doble, en verdad al principio no supe como reaccionar, sólo acariciar mi vientre aferrada a la creencia de que dos vidas comenzaban a gestarse dentro de mi vientre. - Pieter... Seremos... Padres... -afirmo casi al punto de no creerlo, aunque todo decía que si. 

-No espere... Quiero leer esto. - expreso en un tono serio mientras recojo del suelo la carta y compruebo yo misma de que estaba embarazada. Sin embargo, no quería estar internada ni nada de eso, los riesgos estaban a la vista y yo era una persona que siempre pudo valerse por si misma en toda situación. - Gracias por darnos la noticia pero no voy a internarme, me siento muy bien físicamente y dudo que esto cambie de repente. Cualquier estado de salud que llame la atención, no dudaremos en ir a buscarlo... Sólo que quiero un poco de privacidad con mi esposo, no estamos enterando ahora de esto. -  primero Jan tenía que digerir aquello, yo también y no podía ir corriendo a una sala para estar como una enferma. No lo permitiría. 

Harry se aparta un poco al escuchar las noticias, sorprendido. Tiene claro que no es su lugar, que no debería estar ahí y oyendo eso. Sea o no la chica con la que estuvo la noche anterior, es una cosa muy privada.

Yo... con permiso me retiro. Tiene testigos de sobra. Miró a Jules. Si encuentro a su hermana, le haré saber que está en la enfermeria...

Se despidió con un gesto de la cabeza y se dispuso a marcharse a buscar a Julie, haciendo caso completamente omiso al tipo que pretendía llevarle a la enfermeria con los desconocidos a los que ambos habían molestado.

Capítulo Cero: Ninguna Parte

Existe un sitio dentro de los tres mundos donde el tiempo y las realidades se comprimen, formando algo totalmente nuevo y extraño para aquellos que lo visitan.

Generalmente es el ultimo lugar antes de la misma nada, antes del vació que se extiende mas allá del Tercer mundo. Antes de la muerte...

En algún momento de noviembre de 1945 un conocido crucero de bandera norteamericana regresaba al puerto de Boston bajo la amenaza de una tormenta que azotaba la costa este desde hacia varios días. La radio anunciaba la peor tormenta del siglo.

Muchos de los pasajeros eran los afortunados ganadores de los boletos premium del gobierno por servicios distinguidos en la guerra que había asolado al mundo entero los últimos años. En la nave se encontraba figuras de lo mas distinguidas como diversas. Oficiales militares, políticos, embajadores, empresarios, etc, etc.

Era casi medianoche y el oleaje hacia imposible permanecer fuera del camarote por mucho tiempo sin arriesgar un mareo y algo más ya que las pastillas suministradas por los camareros ya no hacían efecto.

Tan solo un par de horas más y el barco llegaría a la seguridad del puerto. En cambio afuera el clima era terrible y la tormenta no menos...

Faltando quince minutos para la medianoche el gran salón todavía albergaba una docena de pasajeros persistentes y reacios a volver a sus camas. En realidad no podían dormir y el servicio del bar atendía las veinticuatro horas...

¿El inicio? ... en algún momento de Noviembre de 1945

Fue un viaje de reconciliación, algo aconsejado por el terapeuta. Algo que nutriría a la pareja luego de la perdida de su hija, algo que recomendaban los parientes de ambos, hasta los vecinos que solían espiarlos también lo aprobaban.

Solo que arriba del crucero nada fue como lo esperaban, o al menos como Evelyn lo esperaba. George actuó las primeras veinticuatro horas como un esposo ejemplar pero luego su mascara comenzó a desgranarse hasta ser él mismo. Lo mismo de siempre...

Al principio fueron las miradas lascivas, luego coqueteó con las camareras y finalmente buscaba excusas para ausentarse de su compañía. Siempre alegando su malestar en alta mar y cosas por el estilo, solo que Eve sabia la verdad de todo aquello.

Finalmente la semana se sucedió en ausencias cada vez mas prolongadas, siempre cubiertas por mentiras descaradas y libradas al azar porque George conocía la respuesta de su esposa: el silencio, siempre el silencio y la mirada de soslayo.

Era casi medianoche y George aun no había llegado. Una mesa reservada para dos que solo cobijaba una sola persona, una mujer abandonada a su suerte en un crucero a punto de hacer aguas.

Tal vez lo único llamativo en todo el salón era un hombre vomitando, tal vez por la borrachera tras beber demasiados mojitos o por el bamboleo del barco. En definitiva no importaba porque la escena mataba el aburrimiento tras la solitaria cena.

Por otro lado un grupo de cuatro personas hablaba -por no usar otro termino mas fuerte - acaloradamente en torno al recién llegado y su sobre. Era una pareja de menor edad que Eve y George, un muchacho veinteañero y el hombre del sobre, que rozaba los cincuenta y largos.

Mi mirada se fue endureciendo ligeramente conforme iba escuchando las palabras de aquel, extraño doctor, pues sus palabras y tono, como frivolizando la situación y haciendo de ello una especie de show barato, eran cuanto menos, irritantes.

Creo que alguien debería enseñarle a hacer las cosas de modo adecuado- pensé, con una idea muy clara de quien sería ese alguien y de su método de enseñanza… aunque rápidamente relegué a un rincón dicho pensamiento. Al fin y al cabo, a pesar de las formas, no se me había escapado lo que había dicho -Son dos… de seis semanas… y de riesgo- me dije, repitiendo mentalmente las partes importantes mientras apretaba con más fuerza la mono de Jules al escucharlo, especialmente la parte en la que advertía del riesgo para su vida.

Si cariño…- le susurré en un tono serio que no dejaba entrever lo que sentía o pensaba, pero acompañado con un cariñoso beso en sus labios que transmitía mucho más -Lo seremos- le dije.

Pero solo si no te ponen en peligro- añadí mentalmente, pues aunque sabía cuán importante podía ser el tener hijos para ella, y, por tanto, cuanto lo era para mí… eso no cambiaba el hecho de que no permitiría nadie me separase de Jules. Ni siquiera nuestros futuros hijos si su existencia amenazaba con acabar con su vida… no, definitivamente, no lo permitiría -No pienses en ello… aun no- me dije al darme cuenta de que había seguido aumentando la fuerza con la que apretaba la mano de Jules, relajándome de nuevo.

Usted debería hacer lo mismo que él- le dije al “doctor”, refiriéndome al americano que había decidido al fin que lo mejor que podría hacer era marcharse y dejarnos solos -Mi mujer irá donde ella quiera y cuando ella quiera- le dije -Pero tranquilo, que si queremos algo, me encargaré de encontrarle…- añadí, con un tono en apariencia inocente... siempre y cuando no supieses, como era el caso de Jules, lo que podía llegar a significar, claro está.

Apatia. Se podria describir asi perfectamente a la dama que estaba sentada en la mesa. Habian dos platos, uno de ellos intacto, con la servilleta mal colocada debido al zarandeo, una copa que se habia caido al suelo, rota en mil pedazos en lo que los encargados recogian los pedazos, junto con una botella de vino caro ya prácticamente vacia. La noche iba a ser larga, como todas las de aquel crucero, como todas las de su vida. Contemplaba la copa que sostenia entre sus dedos, llena a rebosar del manjar burdeos, del cual bebio avidamente como si fuera su unico consuelo. No habia nisiquiera terminado la cena, el pescado estaba desmenuzado junto al acompañamiento, con apenas cuatro o cinco bocados robados. Desde que supo que su esposo tampoco apareceria, no hubo sorpresa, ni enfado. Nada. Solo pasó como si no fuera mas que una simple corriente de agua alrededor suya. Ya habia asumido que su esposo nunca iba a cambiar, que jamas volveria a amarla. Ya no le importaba que estuviera con el miembro dentro de la falda de alguna de las pasajeras o camareras. Ella tenia su vino. 

Cruzó una pierna sobre la otra, ambas semicubiertas por un vestido dorado bastante llamativo y sugerente, incluso quizás mas de lo apropiado al retirarse el chal de los hombros, debido al calor del alcohol y el mareo. Su cuerpo no se encontraba demasiado bien, pero siempre habia tolerado el mar. Por eso no acabó vomitando como aquel pobre desgraciado. Solo deseaba que el olor no llegara hasta su mesa, entonces las cosas se complicarian. Terminó aquella copa que dejo suavemente sobre la mesa, y se puso lentamente en pie, en lo que de su bolso sacaba un cigarrillo y lo encendia, dando pequeñas caladas. Puso el oido en la conversacion de aquellos hombres y la joven mujer, simplemente, por tener algo en lo que ocupar su mente y no pensar en lo amargada que era su vida.

Al parecer la pequeña reunión encabezada por el “doctor” llegaba a su fin. El teniente no tenia intenciones de permanecer en esa mesa ni un segundo más y la pareja de extranjeros tampoco quería seguir oyendo las insolencias del extraño sujeto.

Fue en ese momento que las campanas de la medianoche comenzaron a sonar en todos los relojes del barco. Fue un sonido fuera de lo común, bastante mas fuerte que en otras ocasiones que también estuvo acompañado por una fuerte sacudida que inclino treinta grados el barco.

Copas, platos, botellas y sillas rodaron por el suelo y mil fragmentos de vidrio decoraron el salón del crucero azotado por la tormenta.

Luego llego la oscuridad absoluta solo interrumpida por algún ocasional relámpago y la luz de un poderoso faro que iluminaba la cubierta.

 - ¡Vaya, vaya. Es medianoche y algo más! ¡Deberían reconsiderar asistir a la enfermería jajaja! - habló en medio de la oscuridad el supuesto “doctor” desde las sombras.

La mayoría de los presentes habían perdido el equilibrio y caído al suelo solo que al incorporarse y recuperar el equilibrio permanecieron inmóviles, como estatuas de sal. Solo una docena de personas allí presentes se preguntaban que demonios estaba sucediendo... la confusión era total.

A falta de sorpresas pronto llega a todos los presentes el sonido estridente de una sirena. Aquel sonido era sinónimo del peligro, una alarma de proximidad costera llegaba hasta el barco, advirtiendo el inminente desastre. Solo que nadie se movía...

Julie también cayó de su silla pero su acompañante de ojos azules rodó por debajo asiéndola y evitando un golpe aun mayor. Por desgracia la rubia descubrió un liquido tibio y chorreante entre sus piernas.

Tal vez el golpe en su bajo vientre con la esquina de la mesa fue el causal de todo aquello.

Harry en cambio se aferró a la mesa pero una silla golpeó su hombro.

Por otro lado Evelyn perdió por completo el equilibrio y su caída fue detenida al chocar contra el teniente, de no ser por Harry la mujer hubiese rolado hasta salir por una ventana en dirección al mar.

Harry se agarra cuando puede a algo, y recibe el golpe de una silla sin inmutarse demasiado. Afortunadamente la mesa estaba anclada al suelo, por lo que las cuatro patas siguen en su sitio mientras el soldado se aferra a una de ellas. Luego, otra mujer cae sobre él, haciendo que casi se vayan ambos por una ventana, pero se aguanta y la agarra a ella, con la intención de que no termine de resbalarse.

Maldición! Cogiéndola del brazo y con un grito de esfuerzo, estira de ella para meterla entre las cuatro patas de la mesa. Ahí encajada, como en una jaula de cuatro barrotes en la que podría estar más a salvo, apuntalándose con manos y pies. Permanezca ahi un poco más! Entonces es cuando se percata del resto de pasajeros, paralizados por una extraña brujería.

¿Pero QUÉ!??? No era algo que pudiera racionalizarse, simplemente no habia una explicación para eso. ¿Qué está pasando, doctor!? Ese extraño tipo parecía saber algo más, entonces al acordarse de Jules/Julie, vio que parecía estar en problemas, y de nuevo miró al Doc.

¿A la enfermeria!? A donde hemos de ir es a los botes y salir de este barco maldito!!

Estaba perdida en sus ensoñaciones, en el sabor del vino y el tabaco en la boca. Sus pies no encontraron nada cuando por un momento, quedó ingravida. Todo a su alrededor iba cambiando el angulo, a camara lenta. Los ultimos destellos de unas luces que chasquearon iluminaron los fragmentos de cristales que volaron a todas partes tras romperse. Una sinfonia de crujidos y chasquidos que la acompañó, golpeandola fuertemente contra la pared, para despues seguir desestabilizandose rumbo hacia la caida. Casi podia sentir la sal en el cuerpo por la imaginacion de caer por esa ventana rota. Casi. Pero unos brazos fuertes la sujetaron cuando chocó con un cuerpo. Luego fueron los golpes para colocarla debajo de una mesa, a la cual se aferró temblorosa, muy aturdida y confundida. Los gritos, la sirena, los cristales y todo el rugir del mar. Desde luego, aquel era el peor viaje de su vida. Ojala George se hubiera caido por la borda al tirarse a alguna de las guarras de la tripulacion y encontraran su cadaver con el miembro comido por los peces.
Asi al menos, tendria el dinero de la herencia. Eran estupidos los pensamientos que cruzaron por su cabeza en aquel momento, pero era mejor eso que aferrarse a la idea de que ella podia morir. Alargó la mano hacia el teniente, aun sujeta con la otra a las patas de la mesa, instandole a que se sujetara dentro con ella.

- Gracias... caballero... gracias... Yo he visto donde estan los botes. Pero soltarlos con esta tormenta seria un suicidio, nos llevarian contra las piedras y el propio casco del barco. Es mejor esperar a que encallemos.- Esas fueron las ideas que cruzaron su mente despues, aferrandose a la calidez de aquel hombre, con la mirada fija en sus ojos. Evelyn tenia algunos cortes producto de los golpes y los cristales, pero su maquillaje estaba casi intacto, y su melena negra algo alborotada. 

En ese momento, las campanas de la medianoche comenzaron a sonar en todos los relojes del barco, creando un sonido fuera de lo común, así como también mucho más fuerte que de costumbre… a pesar de lo cual, ni siquiera me percaté de ello, puesto que al mismo tiempo, una fuerte sacudida hizo tambalearse el barco, inclinando mucho más de lo habitual el suelo, haciendo que copas, platos, botellas, sillas y personas rodasen por el suelo, y provocando instantes después que las luces del salón se apagasen, sumiéndolo todo en una absoluta oscuridad solo interrumpida por ocasional relámpagos y por la luz faro cercano.

Reaccioné casi sin pensarlo, en cuanto noté que el barco empezaba a inclinarse, mis ojos buscaron a Jules de forma instintiva, y al ver que había sido cogida por sorpresa, me lancé rápidamente para agarrarla, sujetándola entre mis brazos y protegiendo su cuerpo con el mío para que no se golpease contra el suelo, ignorando en el proceso todo lo demás que sucedía a mi alrededor, ya fuesen las palabras del doctor o lo que les sucedió a la mayoría de los que allí estaban… en ese momento, solo pensé en Jules.

¿Estás bien cariño?- le pregunté mientras observaba su rostro para ver si se había hecho daño, hablando en un tono extrañamente calmado para la situación en la que estábamos, puesto que al fin y al cabo, por fuerte que fuese, el simple bamboleo del barco no bastaba para hacer que perdiese la calma… claro que tal vez, lo que vi al azar la vista de Jules y observar la escena a nuestro alrededor iluminada por un relámpago, puede que sí que lo hiciese -¿Pero qué coño…- empecé a preguntar, sin saber muy bien cómo reaccionar al ver aquellas estatuas de sal que tan solo hacía unos segundos eran personas… aunque no tardé en recobrar la compostura, así como tampoco tardaron en volver a mi mente las palabras que había escuchado e ignorado mientras me lanzaba a por Jules. A juzgar por lo que dijo, aquel extraño personaje parecía saber algo, así que me giré para mirarlo directamente a la cara -¡Si sabe algo más le vale empezar a hablar!- le dije en tono amenazante, alzando mi voz por encima de la estridentesirena, pero sin por ello soltar en lo más mínimo a Jules -Vamos Jules, tenemos que salir de aquí- le dije, ignorando deliberadamente las palabras del soldado yanqui y la mujer que parecía haber sujetado. Si querían salir de allí o si querían quedarse era problema suyo, no me importaba... al menos, mientras no se pusiesen en nuestro camino.

Un fuerte sonido captó mi atención, era una alarma perturbadora y dado al escenario en el que estábamos mucho peor aún. Ni siquiera tuve tiempo a reaccionar ante aquel sonido ya que una potente sacudida del barco me tiró de bruces al suelo, como consecuencia, Jan intenta protegerme de una peor caída, aunque lamentablemente mi vientre se golpeó contra un borde y el resultado para mi fue devastador. 

Tan sólo necesité sentir como un tibio líquido se deslizaba por mis piernas, a partir de ese momento no escuché a nadie y me centré en los mellizos que llevaba en mi vientre. - Jan... Los bebés... Nuestros hijos...- atiné a decir completamente desesperada. Mi mente permanecía fija en ello y no habría forma de sacarme, era mi sueño que estaba por derrumbarse. 

Me incorporé como pude, obviamente que mi pareja colaboró en la noble tarea y me dirijo hacia el Doctor con una mirada preocupada. - Estoy... Perdiendo... Líquido... -afirmo en un tono cortado, temeroso y considerando que era él único médico del lugar, tenía que confiar en él dejando de lado que me parecía un psicótico. 

-Amor... Tenemos que ir a la enfermería... No quiero perderlos. - prácticamente era una súplica, parecía mentira que una mujer de mi estirpe me sintiera tan vulnerable en esta situación. Era evidente que esto me tocaba profundamente.

El infierno es la repetición...

El final tiende a ser un placido lugar para aquellos que tuvieron una vida sin importar cual sea, no importa si fueron benevolentes o tan malignos como los poderes que les dieron vida. Al final la nada los abraza a todos pero no es esta la ocasión. en esta ocasión un designio mas oscuro y retorcido aguarda por ellos, por los pecadores cuya muerte no significa nada. Tan solo representa un circulo vicioso que jamas dejara de repetirse, igual que sus transgresiones en vida.

Alabados sean aquellos que hallan la paz luego de la vida. Malditos los que no.

¿Capítulo Cero: Ninguna Parte?

Existe un sitio dentro de los tres mundos donde el tiempo y las realidades se comprimen, formando algo totalmente nuevo y extraño para aquellos que lo visitan.

Generalmente es el ultimo lugar antes de la misma nada, antes del vació que se extiende mas allá del Tercer mundo. Antes de la muerte...

En algún momento de noviembre de 1945 un conocido crucero de bandera norteamericana regresaba al puerto de Boston bajo la amenaza de una tormenta que azotaba la costa este desde hacia varios días. La radio anunciaba la peor tormenta del siglo.

Muchos de los pasajeros eran los afortunados ganadores de los boletos premium del gobierno por servicios distinguidos en la guerra que había asolado al mundo entero los últimos años. En la nave se encontraba figuras de lo mas distinguidas como diversas. Oficiales militares, políticos, embajadores, empresarios, etc, etc.

Era casi medianoche y el oleaje hacia imposible permanecer fuera del camarote por mucho tiempo sin arriesgar un mareo y algo más ya que las pastillas suministradas por los camareros ya no hacían efecto.

Tan solo un par de horas más y el barco llegaría a la seguridad del puerto. En cambio afuera el clima era terrible y la tormenta no menos...

Faltando quince minutos para la medianoche el gran salón todavía albergaba una docena de pasajeros persistentes y reacios a volver a sus camas. En realidad no podían dormir y el servicio del bar atendía las veinticuatro horas...

¿El inicio? ... en algún momento de Noviembre de 1945

En comparación la tormenta y el bamboleo del barco no era nada porque el exquisito brandy de a bordo calmaba toda preocupación en el inmenso salón próximo a la medianoche...

De todos los allí presentes, un teniente se encontraba sumergido en la bebida tras un día agitado y un despertar todavía mas confuso por su actividad nocturna con una desenfrenada mujer. El joven pero nada inmaduro cree haber visto a la susodicha, exactamente en otra mesa, por lo tanto deja su mesa y avanza en dirección a ella que pasa su sorpresa descubre que la dama tiene compañía.

Más sorprendente es aun los recuerdos que atropellan su mente. Sabe con precisión lo que va a suceder con lujo de detalles. Detiene sus pasos a un metro de la mesa de la rubia que en ese momento conciso se hallaba son un hombre de ojos azules.

Ellos vieron acercarse al militar desde lejos pero no fue hasta que el joven detuvo su marcha que el torrente de recuerdos acaeció sobre la extraña pareja. Algo horrible sucedería muy pronto... los tres lo sabían y ni siquiera habían intercambiado palabras, aun...

No muy lejos del desparejo trío, una mujer solitaria contemplaba su copa. El brillo del liquido dentro del cristal hacia juego con su vestimenta dorada. Demasiado glamour para desperdiciar esa noche para olvidar.

Durante las ultimas horas la delicada mujer bebió de su copa y preparo un cigarrillo. Fue en ese instante que el aluvión de sucesos impregno su memoria, todo lo que sucedería y como terminaría la noche. Simplemente dejo caer la copa porque la fuerza de sus manos escapaba ante semejante revelación. Todos morirían de la peor forma...

Cuatro pasajeros recordaban cosas que aun no habían ocurrido pero lo verdaderamente horrible es que sus memorias no iban mas allá de la velada. Todo lo demás era difuso e inteligible como la misma niebla...

Afuera la tormenta recrudecía y las olas lamían la cubierta y ocasionalmente las ventanas.

El infierno es la repetición...

^{_{Croatoan, Croatoan, Croatoan...}}

El cristal de su copa se hizo añicos, creando un sonido que su mente recordaba demasiado bien. Veia todas las esquirlas volar, el liquido derramarse. Ella iba a morir, lo sabia. Los gritos, la alarma. Todo estaba ahi. Queria creer que habia sido todo producto del alcohol, pero todo era exactamente igual en su mente. Todo empezaba de la misma manera. Aquel pobre hombre vomitando en un rincon, el regusto del humo del tabaco con el su bebida en la boca. La misma gente, la misma mirada en cada uno de ellos. Todo iba a pasar, y su cuerpo lo sabia, su mente tambien. Si no se equivocaba, faltaban unos minutos para el desastre. El cigarrillo ya estaba liado, solo debia ir hacia la puerta, comenzar a fumarlo y ver la conversacion. Se levantó despacio, sosteniendose de la mesa en medio del bamboleo del barco.

Solo habia una cosa que podia hacer, una cosa que le gritaba el instinto. Cruzó sus ojos con los del teniente, en lo que se agachaba despacio en el suelo y se metia debajo de la mesa, en lo que se tocaba una oreja, como si hubiera perdido algun pendiente. Pero realmente, lo que hizo fue aferrarse a las patas ancladas de la mesa, tensando el cuerpo y preparandose para un golpe que temia y que rezaba por que solo fueran imaginaciones suyas. Sus pensamientos volvieron a George, esta vez con un ligero miedo por su bienestar. 
Notó la sangre manar por sus piernas, producto de los cristales de su copa abandonada que, guiada por el miedo, casi habia ignorado. Pero no iba a soltarse, no hasta comprobar que nada delo que temia iba a pasar. 

Y todo volvía a comenzar como si de un círculo vicioso se tratase, cada situación y personaje de esta escena se mantenía firme en su lugar, cocreando aquella dantesca obra que un mal sabor en mi boca generaba. 

De nuevo allí estaba compartiendo una copa de brandy con mi pareja, sonriendo como tonta ante sus miradas mientras festejaba esta sagrada unión que tuvo muchas tormentas y algunas tristes despedidas. Nada importaba porque él era mi todo y a través de su amor era capaz de borrar mi pasado para construir un presente a su lado.

- Por siempre juntos cariño. -susurro al alzar la copa mientras que a través de un breve click, ambas consolidan aquella promesa fundada como un sueño ahora cumplido. Volvíamos a comenzar, desde aquel lugar en la mesa con una noticia que nos daba grata felicidad y un infortunio que quisiera evitar. 

Al parecer todo estaba demasiado bien, mi embarazo en regla y mis pensamientos acomodados. No tenía un giratiempo, no había jugado con el pasado, simplemente vivía una repetición de aquello que me mantuvo con vida como así también rodeada de amor. 

¿Que harías si puedes vivir dos veces la misma situación? Aprovechas todo, evitas lo peor y deseas desde lo más profundo continuar de esa forma porque es la corrección perfecta de un plan divino, donde yo forjo mi destino y no algo más grande que nosotros intenta imponerse fehacientemente hacia nuestra desdicha. 

Es juego... Un maldito y macabro juego. 

 Bebo un sorbo de Brandy, contemplo todo a mi alrededor mientras la tormenta anuncia un mejor caricia, de esas que puedes perder la vida en tan sólo segundos. No me iba a ganar, ya no. 

Harry 'apareció' de nuevo caminando, buscando a Julie. Confundido, parpadeó y miró a un lado y a otro. 

¿No acababa de chocar el barco con algo? Todo estaba en perfecto orden, y la gente entre mareada y divertida. Nadie aterrorizado, nadie paralizado, nadie muerto.

Confundido, miró a un lado y a otro. Localizó a la gemela y al alemán irritante, y entonces se percató de la segunda mujer, que ya se escondía bajo la mesa.

Chica lista... Harry sabía que aún tenían algo menos de un minuto para ponerse a salvo. La mujer de rojo ya había cuidado de sí misma, pero la primera mujer, aquella a la que por alguna razón creía que debía proteger más que a los demás pasajeros, parecía ajena a todo aquello.

Había un sofá cerca, de manera que Harry se sentó y comprobó que cojín del respaldo podía sacarse. Si veía llegar de nuevo a aquél médico extraño, creía saber lo que tenía que hacer.

Todo era caos…

Yo tirado en el suelo, rodeado de cristales rotos y sillas caídas, protegiendo entre mis brazos lo que me era más preciado. El rosto de Jules sumiéndose en la preocupación, el miedo, la desesperación. Sus palabras rebosando dichas emociones, suplicando para intentar evitar la tragedia que sentía llegar. Su cuerpo, que siempre había percibido de frio e indestructible acero, volviéndose a mis ojos, tan frágil como el cristal. Mi propia mente sumida en un cumulo de emociones, sorpresa y miedo, ira y determinación. No iba a permitir que nada le pasase.

Nada.

Y entonces, apenas un instante después, todo cambió...

Lo sucedido en esas imágenes desapareció, como si nunca hubiera sucedido. Las imágenes se difuminaron, los sonidos se apagaron, los recuerdos se tornaron fantasía, lo pasado se volvió irreal, como un sueño cuyo recuerdo desaparece rápidamente al despertar.

De nuevo, me encontraba sentado en la mesa, disfrutando de aquel tiempo con Jules. De nuevo, perdiéndome en sus profundos ojos celestes mientras mi mente rememoraba, una vez más, como habíamos llegado a aquel punto. Rememorando el primer encuentro, las primeras sensaciones, las mentiras, las verdades, los enfrentamientos, las decisiones, la pasión desenfrenada, la firme determinación. Nuestros mundos habían chocado y al hacerlo habían cambiado hasta volverse uno… y ahora, el mundo cambiaba a nuestro alrededor, pero no importaba, solo importaba lo que sentía, intenso, profundo, ardiente, oscuro, violento, frenético, algo a lo que no necesitaba darle nombre, algo que, para mí, simplemente era, y eso era lo único que necesitaba. Eso… y a Jules.

Eternamente juntos- le respondí, alzando la copa para brindar con ella… y el sonido de las copas al entrechocar fue como una chispa que encendió, por un instante el recuerdo olvidado. Chispa que volvió a saltar  el sabor del brandi, imagen que se encendió en mi mente, mezclando el rostro actual con el que tenía en mis recuerdos.

¿Te encuentras bien?- le pregunté preocupado, aunque sin saber por qué, acariciando su rostro con cierto temor. Era como tener un déjà vu, pero mucho más intenso… solo que sin saber exactamente el qué. Entonces vi al joven americano, y al verlo, lo recordé, así como todo lo que había pasado después… o antes… o…

¿Qué diablos está pasando?- me pregunté, mirando a mi alrededor preocupado, viendo como fuera, la tormenta se intensificaba. No sabía si lo que sabía era cierto o un mero producto de su mente, pero en realidad no importaba, solo una cosa lo importaba -Jules- pensé, desviando mi mirada a su vientre… fuese lo que fuese lo que pasaba o pasaría, su instinto le gritaba peligro, y había aprendido a escucharlo. Mi mirada y mi rostro se endurecieron con determinación.

Tenemos que irnos- le dije mientras me levantaba, hablando con un tono serio y decidido que ella conocía muy bien, uno que solía escuchar cuando las cosas se ponían feas o estaban a punto de hacerlo -Rápido- añadí.

El infierno es la repetición...

El final tiende a ser un placido lugar para aquellos que tuvieron una vida sin importar cual sea, no importa si fueron benevolentes o tan malignos como los poderes que les dieron vida. Al final la nada los abraza a todos pero no es esta la ocasión. en esta ocasión un designio mas oscuro y retorcido aguarda por ellos, por los pecadores cuya muerte no significa nada. Tan solo representa un circulo vicioso que jamas dejara de repetirse, igual que sus transgresiones en vida.

Alabados sean aquellos que hallan la paz luego de la vida. Malditos los que no.

¿Capítulo Cero: Ninguna Parte?

Existe un sitio dentro de los tres mundos donde el tiempo y las realidades se comprimen, formando algo totalmente nuevo y extraño para aquellos que lo visitan.

Generalmente es el ultimo lugar antes de la misma nada, antes del vacio que se extiende mas allá del Tercer mundo. Antes de la muerte...

En algún momento de noviembre de 1945 un conocido crucero de bandera norteamericana regresaba al puerto de Boston bajo la amenaza de una tormenta que azotaba la costa este desde hacia varios días. La radio anunciaba la peor tormenta del siglo.

Muchos de los pasajeros eran los afortunados ganadores de los boletos premium del gobierno por servicios distinguidos en la guerra que había asolado al mundo entero los últimos años. En la nave se encontraba figuras de lo mas distinguidas como diversas. Oficiales militares, políticos, embajadores, empresarios, etc, etc.

Era casi medianoche y el oleaje hacia imposible permanecer fuera del camarote por mucho tiempo sin arriesgar un mareo y algo más ya que las pastillas suministradas por los camareros ya no hacían efecto.

Tan solo un par de horas más y el barco llegaría a la seguridad del puerto. En cambio afuera el clima era terrible y la tormenta no menos...

Faltando quince minutos para la medianoche el gran salón todavía albergaba una docena de pasajeros persistentes y reacios a volver a sus camas. En realidad no podían dormir y el servicio del bar atendía las veinticuatro horas...

¿El inicio? ... en algún momento de Noviembre de 1945

En comparación la tormenta y el bamboleo del barco no era nada porque el exquisito brandy de a bordo calmaba toda preocupación en el inmenso salón próximo a la medianoche...

De todos los allí presentes, un teniente se encontraba sumergido en la bebida tras un día agitado y un despertar todavía mas confuso por su actividad nocturna con una desenfrenada mujer. El joven pero nada inmaduro cree haber visto a la susodicha, exactamente en otra mesa, por lo tanto deja su mesa y avanza en dirección a ella que pasa su sorpresa descubre que la dama tiene compañía.

Una pareja se encuentra en una mesa distante, una mujer de cabellos dorados y un atlético hombre de ojos azules. Ellos vieron acercarse al militar desde lejos pero no fue hasta que el joven detuvo su marcha y contemplo a la extraña pareja. Algo horrible sucedería muy pronto... los tres lo sabían y ni siquiera habían intercambiado palabras, aun...

No muy lejos del desparejo trío, una mujer solitaria contemplaba su copa. El brillo del liquido dentro del cristal hacia juego con su vestimenta dorada. Demasiado glamour para desperdiciar esa noche para olvidar.

Durante las ultimas horas la delicada mujer bebió de su copa y preparo un cigarrillo. Pero simplemente dejo caer la copa porque la fuerza de sus manos escapaba ante alguna fuerza desconocida...

Fueron meses complicados tras la rendición de Alemania. Los juicios y el arreglo con los países aliados, el inicio de las asperezas con la Rusia comunista y el inicio del espionaje. La guerra había terminado pero no el trabajo para gente como Julie y la misión actual era la peor de todas.

Su hermana había desertado y abandonado la causa de su glorioso país. Todo por un ex oficial de la Suyo sinceramente que había escapado a los Estados unidos, con ayuda de Mischa desde luego.

Finalmente los servicios de inteligencia dieron con la ubicación de la pareja y enviaron a Julie al crucero en un bote a mitad de la noche con una identidad y un boleto falso. Su única carga: Una pistola silenciada.

El objetivo por muy a su pesar era eliminar a la espía traidora y al nazi prófugo. Los dos objetivos contienen información importante que no debe llegar a manos de los americanos.

Julie durante el primer día recorrió el barco de proa a popa sin éxito en hallar a su hermana y al alemán. En cambio disfruto de una noche carnal con un teniente americano llamado Harry Wood. A cambio recabó información y documentos personales del soldado para futuras falsificaciones en caso de ser necesario.

La noche siguiente (precisamente a la medianoche) llegó al gran salón del barco. Allí entre una docena de pasajeros encontró a su hermana y al nazi.

Ahora era el momento para cumplir su misión. Fallar seria equivalente a la peor de las muertes.

Julie comprobó la pistola escondida en una de sus piernas, alisó el vestido de gala y avanzo por el gran salón en dirección a la pareja...

Afuera la tormenta recrudecía y las olas lamían la cubierta y ocasionalmente las ventanas.

El infierno es la repetición...

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