Partida Rol por web

Los cinco avanzaron a toda prisa hasta dar con la pared exterior de la absurda prisión sin entradas. Al no encontrar ninguna entrada todos siguieron por la muralla de roca hasta dar de bruces con el precipicio.

James que lleva la delantera por milagro no cae al abismo. Su mechero de gasolina tan solo iluminaba un metro y medio en todas direcciones y tampoco era momento para ir despacio. Fue correr el riesgo o ser devorados por las horribles criaturas.

Harry que iba justo detrás de él lo agarro del saco y con ello evitó que el empresario cayera por el precipicio. Entonces James que tenía su atención enfocada en encontrar una posible entrada se percató de algo. Un pequeño callejón que antes no existía ahora ofrecía una pequeña posibilidad, solo una.

A centímetros del abismo insondable un pasillo de dos metros se hallaba semi oculto. El pequeño reducto tenía dos metros de ancho, tres de largo y dos de alto; sin ventanas ni entradas aparentes. Solo una reja sobre su techo ofrecía una posibilidad de entrada, pero desafortunadamente el techo tenía la altura suficiente para que una persona por muy alta que fuese no llegase por su cuenta.

La única posibilidad era una barra colgante a un metro setenta de altura. Y encima de la barra, la verja de acero aguarda por alguien que la fuerce.

El tiempo apremia. Las criaturas ganan terreno y en cualquier momento se abalanzaran sobre todos…

Johan anda a duras apenas detrás del coronel. Aquellos monstruos estaban dispuestos a devorarlos, y el era ahora el físicamente mas deteriorado de todos. 

 Una voz proveniente de la oscuridad circundante llega hasta ti. Es alguien que conoces muy bien pero te cuesta creer que sea verdad. ¿Qué está pasando aquí? – Lo sabes muy bien. Sacrifica al muchacho y todos sobrevivirán. Es débil y sus heridas retrasan al grupo. Empújalo hacia las criaturas... vamos hazlo. - 

Johan anda a duras apenas detrás del coronel. Aquellos monstruos estaban dispuestos a devorarlos, y el era ahora el físicamente mas deteriorado de todos. 

 Una voz proveniente de la oscuridad circundante llega hasta ti. Es alguien que conoces muy bien pero te cuesta creer que sea verdad. ¿Qué está pasando aquí? – Lo sabes muy bien. Sacrifica al muchacho y todos sobrevivirán. Es débil y sus heridas retrasan al grupo. Empújalo hacia las criaturas... vamos hazlo. - 

Johan anda a duras apenas detrás del coronel. Aquellos monstruos estaban dispuestos a devorarlos, y el era ahora el físicamente mas deteriorado de todos. 

 Una voz proveniente de la oscuridad circundante llega hasta ti. Es alguien que conoces muy bien pero te cuesta creer que sea verdad. ¿Qué está pasando aquí? – Lo sabes muy bien. Sacrifica al muchacho y todos sobrevivirán. Es débil y sus heridas retrasan al grupo. Empújalo hacia las criaturas... vamos hazlo. - 

A James casi le da un vuelco el corazón cuando trastablillea al borde del abismo. Por suerte alguien tira de su chaqueta evitando su caida al vacío. El hombre cae de rodillas jadeando, intentando recuperarse de la impresión. Pero el chillido proveniente de la horda de criaturas que les persiguen, le hace comprobar que no hay tiempo para recuperarse. En ese preciso momento, divisa el callejón.

-¡¡¡Allí!!!-grita mientras echa a correr en la dirección que indica.

Al llegar a la entrada se detiene y mira hacia atrás. Su mirada se cruza con la de Johan que va algo retrasado a consecuencia de sus heridas. Y de él, a la marabunta que viene detrás. Niega con la cabeza.

-¡Vamos, rápido!-dijo con apremio-Harry, Aaron, ustedes son nuestros mejores candidatos para forzar esa reja. El otro junto conmigo, podemos le ayudaremos a subir lo antes posible. ¡No hay tiempo para discutir!

Mientras Harry ayuda a James, escucha una voz entre la niebla. Deja a este posado y empieza a mirar alrededor.

Es ella...es Sally. Pero es imposible...ella murió... Aunque en este lugar todo parece posible...

Unos flases escondidos en la parte más oscura de su subconsciente asoman a la luz. El detective queriendo matar a su mujer, estrellando el coche...

yo...yo la maté....

Harry aprieta la mandíbula y los puños.

Una vez James está a salvo, Harry se queda en silencio, embobado, mirando alrededor, como escuchando un sonido solo perceptible por él..

Al cabo de unos momentos, aprieta la mandíbula y los puños.

-No! Ya basta! Yo te maté, sí!!! Pero tú me amargaste la vida! Todo a sido un infierno desde ese día!! No volveré a caer en este infierno! Si puedo hacer algo por esta gente, lo haré!

Se gira hacia James.

-Sabes? yo...yo no era un mal hombre...pero mi vida cambio...entiendes? Haré lo posible para que salgáis con vida de esta.- Le dedica una sonrisa al único que le ha parecido más normal del grupo.

Luego se coloca a su lado, dispuesto a ayudarle para subir al coronel.

Harry se terminó de liberar y sintió a una de las hermanas cerca. 

Su primer impulso, a raíz de sus últimos recuerdos en el bosque, fue lanzarse al cuello y apretarlo hasta escuchar el familiar 'crack' que había oído muchas veces.

Por su cabeza pasaban las imágenes de los nazis zombi acribillando los árboles a su alrededor, y el dolor sufrido por la traición de Jules, casi tan duro como el de la granada que vino después.

El militar se puso en pie. La oscuridad era para él un mero inconveniente. No era la primera vez que actuaba en noche de luna llena.

Los códigos no ayudan a que esto termine bien, maldita traidora. Espetó intentando ser algo así como... conciliador. teniendo en cuenta su estado mental, era algo parecido a un éxito. Casi nos matan, y ahora mira lo que nos han hecho esos nazis. ¿Alguna otra brillante idea? ¿Tienes a alguien en mente a quien atacar por la espalda en los próximos minutos...?

Dejó una breve pausa.

Más te vale que aclares ese código 006 si no quieres que empiecen los golpes, fulana de nazis.

En la oscuridad, Harry se preparaba para lo peor, apuntalando los pies y cubriendo los puntos donde podría ser atacado, listo para contraatacar a puñetazo limpio. Quizá ahora que estaban las dos y le daban en inferioridad decidiese terminar con él definitivamente. Si esa amante de nazis quería acabar con él iba a tener que luchar más duro que el resto de arios que lo intentaron antes.

La otra dama tendría que esperar esta vez.

-¡Harry!, Vamos Harry...¡No es el momento!-dijo James-Es...este lugar ¿sabes? Nos hace algo...en nuestra cabeza ¡Aaron!¡Ahora o nunca! Johan, intenta crear una distracción o no lo vamos a conseguir.

El horrible sonido recio se acercaba lentamente, dando pasos cada vez más veloces. Con intensidad y peso “aquello” que provocaba el estridente ruido se encontraba a la vuelta de la esquina. Al menos lo que sus mentes imaginaban al intentar interpretar el sonido y los ecos.

Eso fue hasta que se hizo la luz.

Aquello fue cegador para todos los presentes menos para quien empuñaba la linterna. En el principio de las conversaciones y amenazas Evelyn empujo con su cuerpo un objeto férreo que rodó apenas medio metro hasta los pies de Jules. Luego la morocha volvió a tantear el suelo hasta recoger un objeto metálico y tubular, pero sus manos escurridizas por haber tocado algo horrible y nauseabundo pronto entregaron el chisme a Jules quien pronto discernió su función y activo la perilla que vomitó un haz de luz sobre la gran habitación.

Por un lado estaba Evelyn junto a un cadáver desollado y desmembrado. La otrora mujer de noble porte, de cabellos oscuros y ojos azules ahora se encontraba sobre un charco de sangre y vísceras del cadáver de al lado. Frente a ella iluminaba con decisión Jules, que para su pésame descubría la identidad del muerto horriblemente descuartizado.

Pese a las deterioradas facciones del rostro del cadáver ella pudo reconocer a su pareja, su compañero y algo más. Aquel que la acompañó y protegió durante el viaje en el crucero hasta el abrupto naufragio plagado de locura. Ahora su compañero decoraba la celda de oxido y piedra en cuantiosas partes, desperdigado sin razón ni piedad.

Hacia el fondo de la horripilante celda se encontraba su hermana Julie, que avanzaba junto al muro y cerca de ella Harry estaba en posición de pelea, de pie y con aire de pocos amigos.

La celda, por darle algún nombre peculiar, es un cuarto rectangular de grandes proporciones. Tres de sus caras eran de roca solida, el suelo metálico estaba completamente empapado de un líquido rojizo, casi negro y del techo pendían innumerables cadenas de buen grosor  con ganchos para carne. En muchos de los ganchos pendían miembros humanos, algunos todavía choreando sangre. Para finalizar la cuarta pared era una reja de gruesos barrotes con dos puertas de hierra. Cada puerta posee cuatro ojos de cerradura. Cabe destacar que cada puerta se encuentra en un extremo de la celda, mientras que en el medio los barrotes bloquean el resto de la salida hacia un pasillo que se pierde en la oscuridad en ambas direcciones.

Ahora que hay una fuente de luz todo pueden verse a si mismos y a los demás como al entorno. Todos lelvan ropas de presidiario a rayas, típicas del siglo pasado y en muy mal estado. Con muchos parches y remiendos además de las cuantiosas manchas de sangre y mugre. Aparte de eso todos están descalzos.

Pero quizás lo más llamativo es el color de todos. Un gris pálido casi tirando a azul y morado reemplaza a la anterior tez saludable que antes de aparecer allí mostraban. Tal vez un principio de hipotermia es el causante de todo, igual que la falta de sensibilidad al hurgar en sus heridas.

Pero hasta allí alcanza el tiempo para tomar conciencia de la situación porque la luz llega hasta el extremo del pasillo del lado de Julie y Harry. Una sombre surge del pasillo, caminando pesadamente al arrastrar su arma asesina y un enorme saco sanguinolento.

El viene por ustedes ahora… necesita más sangre…

Es un humanoide de dos metros de alto, muy corpulento, que se asemeja a un carnicero con una caja metálica en su cabeza. Su arma es un enorme martillo de ablandar carne con un pico en el lado opuesto. Lleva un delantal sucio, guantes y botas de goma.

Al llegar golpea con fuerza con su martillo los barrotes, luego hurgar con su mano libre tras depositar la bolsa en el suelo busca unas llaves en uno de sus bolsillos. Quiere abrir la puerta que esta frente a Harry y Julie…

El coronel escucha la voz y susurra: -No, ese no es mi estilo, su fueses él realmente ya lo sabrías, así que aléjate demonio.-

El coronel observa la barra y la reja. Ve que algunos se ponen en posición para auparle. Me guardo con un rápido movimiento las armas.

-Vale, subo ya y luego os ayudo yo.- No hay tiempo para muchas charlas ni tonterías, así que con un sprint corto y un salto, me subo por la barra y con algo de ayuda, subo, haciendo una especie de "muscle up" y me sostengo en ella hincando una de las rodillas y poniendo la bota de la otra pierna, intentando buscar la forma un triángulo para que me de mayor estabilidad.

Luego, sin ponerme a comprobar si la verja es fuerte o no, no hay tiempo para evaluaciones, saco el sable y hago palanca con el, para abrirla con mayor facilidad. Después me giro y alargo la mano hacia abajo, para empezar a ayudar a subir a los demás

-Vale, empiecen a colarse por ahí !A la de ya!-

Puedes actuar de forma atemporal o ir en relación con tus compañeros. Por ejemplo seguir el juego al coronel. ;)

Ver el cuerpo sin vida Jan, horriblemente mutilado hasta lo indecible supuso casi un golpe físico para Jules, uno que apenas la hizo retroceder un paso, pero que durante un instante sacudió su mente enviándola muy lejos de allí. Abandonó la celda, pasó a través de la roca que los rodeaba, atravesó la niebla que envolvía la isla y dejó esta atrás para adentrarse en el océano, un océano azotado por una terrible tormenta cuyas olas sacudían un crucero como si de un barco de juguete se tratase… claro que conocías ese crucero y sabías que no era la tormenta lo que debían temer quienes viajaban en él, sino lo que venía con ella.
Tu mente se adentró en aquel crucero, y ante tus ojos, apareció de nuevo aquel salón convertido en una infernal pesadilla. Un salón que recordabas muy bien… salvo que ahora, la perspectiva era distinta. Ahora, te encontrabas mirando hacia donde te encontrabas, aunque aquella paradoja apenas llamó tu atención en ese momento, quedando relegada a un pequeño rincón, apartada por sentimientos que lo inundaban todo y que se intensificaban al verte allí, sentada con lágrimas en los ojos y mirándote con absoluta desesperanza. Terror, impotencia, rabia… no había sitio para nada más en tu mente. Tendiste una mano hacia ti, una mano que no era tuya pero que reconocías perfectamente, al mismo tiempo que gritaste con una voz que jamás podrías olvidar.
¡Mischa!- gritaste con todas tus fuerzas tan solo un instante antes de que el crucero chocase con algo y volcase, lanzándote… lanzando a Jan, pues ahora sabías donde se encontraba tu mente, a las oscuras y frías aguas. Luego, la oscuridad te envolvió.
Y la oscuridad seguía envolviéndote, o mejor dicho, envolviendo a Jan, cuando despertó… claro que se hacía difícil separar ambos cuando sentías el frío y la humedad que sentía, así como sus miedos y pensamientos, pensamientos que irremediablemente se dirigieron a ti en cuanto despertó. Se encontraba encadenado de pies y manos con helados grilletes de metal, sentado en el suelo y con la espalda apoyada en lo que parecía ser una pared de fría piedra. Cada parte de su cuerpo le dolía como si hubiese recibido una paliza, mientras que la pierna herida le ardía como si estuviese envuelta en llamas… y a pesar de todo ello, lo que llenaba su mente era la impotencia con la que le había llenado la mirada de desesperación que había visto en los ojos de su amada, en tus ojos.

¡Mischa!- gritó una y otra vez, sin recibir más respuesta que el eco de su propia voz. ¿Cuánto tiempo había pasado desde lo sucedido en el barco? ¿Cuánto tiempo estuvo allí, encerrado sin comida ni agua mientras gritaba tu nombre una y otra vez? No lo sabía, pues en aquella oscuridad, distinguir los minutos de las horas y estas de los días parecía imposible… hasta que en cierto momento, la oscuridad se fue. Y lo que la sustituyó, fue algo mucho peor.
La luz llegó de forma repentina y abrupta, cegándolo por lo que le parecieron horas hasta que pudo distinguir algo más que formas borrosas. Se encontraba en una especie de celda de grandes proporciones con paredes de roca sólida y el suelo metálico, el cual se encontraba completamente empapado de lo que parecía ser sangre. Del techo colgaban numerosas cadenas con ganchos para carne, en muchos de los ganchos se encontraban cuerpos sin vida… reconociendo algunos de ellos como pasajeros del crucero.
¿Mischa?- se preguntó desesperado, aterrado por la posibilidad de encontrarla allí, pero, aunque por suerte no la vio, si llegaba a descubrir que quien quiera que fuese el que lo había llevado hasta allí le hacía el más mínimo daño, se aseguraría de que sufriese más de lo que nadie había llegado a sufrir nunca. En ese momento, un ruido atrajo su atención proveniente de la única pared que no era de piedra, sino de barrotes de hierro, una reja de prisión con dos puertas en extremos opuestos… en una de las cuales, se encontraba una enorme figura envuelta en las sombras -¡¿Quién eres?! ¡¿Dónde está Mischa?! ¡Mischa!- le grité, exigiendo respuestas a pesar de mi posición y de la debilidad de mi cuerpo. La sombra ni siquiera se molestó en contestar, sino que entró a la celda, donde iluminado por la luz, lo pude ver claramente. Un hombre, de al menos dos metros y extremadamente corpulento que vestía un delantal de carnicero manchado de sangre, tanto antigua como reciente y que llevaba guantes y botas de goma. Su rostro se encontraba oculto entre las sombras, pero tampoco me molesté en intentar distinguirlo, puesto que mi atención se centró en lo que llevaba en una de sus manos. Un manojo con cuatro llaves, cada una distinta de las demás, llaves que despertaron un destello en tu mente, pues eran similares a la que te habías extraído de tu interior… o puede que realmente fuese una de ellas, estando el resto en los que te acompañaban en la celda. Claro que dicho pensamiento ahora estaba relegado a un rincón, pues la mente de Jan seguía ocupándolo todo, y para él, esas llaves eran un camino a la libertad… una oportunidad para buscar a Mischa y asegurarse de que estuviese bien. Entonces, el hombre se agachó para agarrar a Jan y este pudo ver su rostro… o al menos, lo que lo ocultaba, pues llevaba lo que parecía una caja fuerte cubriendo por completo su cabeza. Entonces, la escena empezó a difuminarse, como si la mente de Jan se fuese rompiendo poco a poco, preludio de lo que estaba por llegar.
Fue arrastrado por un pasillo por aquel… ¿hombre? ¿ser?... sin apenas esfuerzo, hasta que llegaron a aquella sala. Un simple vistazo fue suficiente para comprender cuál sería su destino… cepos, potros, doncellas de hierro, hierros candentes, látigos de todos los tipos y un sinfín de artilugios de tortura llenaban aquella sala, y todos ellos, sin excepción, se encontraban cubiertos por completo de sangre. Y entonces empezó. Le arrancaron las uñas, partieron los dedos, le quemaron con hierros, lo encerraron en la doncella, lo subieron al potro… cada tortura seguía a la anterior, y si no había muerto aún fue por el cuidado que ponían en que no muriese. El dolor alternaba con la inconsciencia, sus gritos de dolor llenaban la estancia mientras su mente se aferraba a los recuerdos de Mischa para escapar de él… e incluso eso fue insuficiente al final. Empezaron a desollarlo, manteniéndolo vivo y consciente en cada momento, arrancándole la piel a tiras, y cuando hubieron acabado, empezaron a cercenar sus miembros. Quiso morir, pero no le dejaron, hasta que al final ni tan siquiera pudo gritar, con su cuerpo y su mente hechos pedazos, dejo de sentir… y entonces, y solo entonces, acabaron con su vida y al fin, la oscuridad llegó. Pero eso no fue el final.
Despertó de nuevo, solo que ahora era distinto, se sentía distinto, como si hubiese sido hecho pedazos y luego vuelto a recomponer… o puede que realmente fuese eso lo que le había pasado, pues al fin y al cabo, frente a él estaba su propio cuerpo, o al menos, lo que quedaba de él. Estaba muerto. ¿Era aquello el cielo o el infierno? ¿O ninguno de ellos? La verdad es que no le importaba, solo sabía que si estaba aquí aún era porque le quedaba algo por hacer, algo que había impedido que se rompiese en mil pedazos y que fuese al olvido, algo que ahora ardía en su interior como un fuego inextinguible.
Mischa…- murmuró sin voz, pero con una fuerza que hizo que tu mente se separase al fin de él, atravesando la niebla del tiempo para volver a tu cuerpo, justo en el mismo lugar en el que habías visto a Jan, o a su fantasma o lo que quiera que fuese aquello por última vez. Apenas había pasado un instante, un parpadeo, un mero latido de corazón desde que tu mente fuese arrastrada lejos de allí, pero en ese instante habías vivido los ¿días? ¿semanas? ¿más aun? Que Jan había pasado en aquel lugar. Su miedo al no saber nada de ti, temiendo que hubieses sufrido algún daño. El amor que te profesaba y que lo había mantenido cuerdo más allá de lo que debería haber sido posible. El inenarrable dolor que le habían hecho sufrir, las incontables torturas a las que le habían sometido. Todo ello concentrado en un instante. Nada había cambiado, aquel ser seguía buscando las llaves para abrir la puerta y entrar mientras el resto seguían en el mismo lugar. Lo único que había cambiado era que ahora sabías más, que eras consciente de lo que había pasado en ese lugar, de lo que habían hecho… y eso cambiaba las cosas. Tal vez lo cambiaba todo.

La verdad se traslucía ante una mirada temerosa y austera, dejando entrever lo que había detrás de la máscara, de aquel oscuro presagio, donde todo se repite a través de un cruel ciclo de vida y muerte. Ahora recordaba todo lo sucedido, desde el principio hasta el final de mi propia existencia, si Jan moría yo también debía hacerlo por amor y por el oscuro lazo que nos mantenía unido a los dos.

Por desgracia, la decisión estaba tomada desde el momento que sentí en lo más profundo de mi ser a mi pareja, recorriendo por un pedregoso laberinto todo lo que ha sufrido por mi. Ya no tenía sentido continuar con mi vida, no sin él, no sin mis hijos. Ya no. 

Y a pesar de que le había prometido a mi hermana seguir, luego de todo lo que hace unos instantes he revivido, desertaba de aquello por amor, dolor y devastación. Tantas muertes, engaños y sangre derramada por mis propias manos me hicieron pagar un precio muy caro y si aquel Americano quería vengarse de mi traición, aquí estaba, no me importaba con tal de estar con Jan finalmente en paz. Mi tiempo se había detenido, no quería seguir viviendo y si él me ofrecía la posibilidad de acelerar mi muerte, allí iría. 

- Lo siento Evelyn, no puedo ayudarte. Sé fuerte y podrás con esto. - expreso al centrarme en la mujer de cabellos oscuros y mirada penetrante, luego de terminar mi frase, me acerco a mi hermana hasta donde pueda y mirándola a los ojos rompo mi silencio nuevamente. 

- Moriremos, como él o mucho peor... No puedo luchar y no quiero hacerlo, me he rendido hermana. Perdóname por favor... - afirmo a través de un tono devastado, triste y doloroso. - Harry, cobra venganza y sacia tu sed. Estas enfermo y tu mente hará que los mate a ellos, eres un enfermo desquiciado e inútil. - provoco al americano para que me ataque. Sólo que al ver quien asesinó a mi esposo, cambio de forma drástica la mirada y me posiciono para el ataque. Ahora si que quería morir pero primero, me aseguraría de liquidar aquella cosa que dejó sin vida a Jan, al enterrarle el objeto metálico que tenía en mis manos. 

Me había descuidado y no había hecho caso al código de mi hermana. Pero aun así creía que para salir bien de aquí nos necesitaríamos todos. Y Harry era un buen luchador o eso esperaba.

Pero lo que no esperaba era lo que dijo mi hermana. ¿Se rendía? No podía ser. No podía creerlo. En ese momento me sentí como si me arrancaran el corazón. Mi hermana no podía rendirse. No podía dejarme aquí. Y mucho menos rendirse delante mio.

Ruso

Me coloque detrás del Soldado cuando pregunto por el código.

Significa Americano al acecho. Y si tocas a mi hermana estas muerto. Tenia pensadas tres posibles formas diferentes de matarlo. Y solo una era ``agradable´´. Si que se podía decir que la muerte era agradable.

Y entonces Jules activo la linterna y pude ver el lugar en el que estábamos. Parecía un matadero. Y por que quería rendirse. Su amante estaba ahí desmembrado. No podía ni imaginar el dolor que estaba pasando. Pero no dejaría que mi hermana muriera. Como si tenia que insuflarla vida acosta de la mía. Había venido a matarla. Me habia intentado convencer de que podía matartala. De que debía matarla por su traiccion. Pero lo cierto es que no podía. La quería demasiado.

Ella no podía soportar la muerte del hombre que amaba. Y yo no podía soportar la muerte de mi hermana y la mujer a la que amaba*.

Johan observa como el coronel se sube sin demasiada dificultad. Era increible ver a un hombre de esa corpulencia moverse con tal agilidad, debió de ser un militar de re-nombre. Mientras el joven muchacho veía como aquellos seres se acercaban a el, deseó tener una pistola en sus manos aunque de poco serviría contra la horda de enemigos. Con la espalda pegada, Aaron le ofreció su ayuda, por lo que haciendo fuerzas de flaqueza, tendió su mano e intento dejarse ayudar por este. 

El círculo tiende acerrarse sobre sus víctimas, como las fauces del predador ávido de carne fresca. ¿O tal vez lo opuesto?

Quizás el horrible mundo que ahora envuelve a Bar Harbor se defiende como un organismo contra un agente extraño. Enviando todas sus defensas al atacante que avanza hacia su corazón con decisión y voluntad, como en el caso de Harry que muy a su pesar decide afrontar sus fantasmas y sus pecados sin nada que perder. El darlo todo por un grupo de desconocidos en peligro es la dadiva sagrada que inicia el cambio. Siempre desde el interior hacia todo lo que rodea. El principio del fin acaba de comenzar, solo que nadie lo ha notado aun. Pero inicio con ese pequeño acto de fe.

James inicia el esfuerzo al organizar a sus compañeros, todos por Aaron que con su corpulenta masa logra balancearse como el mejor de los gimnastas hasta llegar a la abertura flanqueada por la reja.

Nada hubiese sido posible sin el esfuerzo sobrehumano del teniente, que luego de su expiación obtiene renovadas fuerzas, casi al punto de aupar el solo al coronel e impulsarlo hasta su objetivo.

A continuación el coronel tiende una mano a Johan que pese a sus heridas logra subir con ayuda de James y Harry.

George, el esposo de Evelyn, se encuentra en serios apuros. Es el último de todos y el primero en dar pelea a las imposibles criaturas con forma de niño. Sus golpes de puño y patadas poco hacen contra la horripilante pandilla de aberraciones.

 Pronto dos criaturas se abalanzan sobre el y otras tres lo sobrepasas en dirección a la dupla que ayuda a los de arriba. James es atacado por uno de los monstruos y es mordido en un costado de su cadera. Por otro lado Harry es fuertemente violentado con mordiscos y zarpazos por otras dos criaturas y su estado es lamentable pero aun se resiste a caer. Su voluntad es fuerte.

El coronel y Johan observan desde la protección de la altura el horrible espectáculo. Para ellos el peligro parece estar lejos pese a los dos metros que los separan del suelo, pero les aguarda un pequeño túnel por el cual reptar. Y quien sabe adónde los llevará.

Hacia el interior de la prisión pero solo el diablo conoce el destino…

Harry, con renovadas energías, ayuda a James a subir al coronel. No entiende por qué, pero ese negarse a hacer lo que le decía su mujer, ese asimilar lo que el había hecho... Le ha dado unas fuerzas renovadas, se siente que puede con todo, que es un hombre nuevo. Que el Harry de antaño ha vuelto... Entonces, mientras suben al joven, unas cuantas de esas criaturas se abalanzan sobre ellos. James parece aguantar bien el envite, pero a Harry lo dejan bien jodido.

Las pequeñas mandíbulas empiezan a morderle, a desgarrar carne primero, luego tejidos. Las garras penetran como alfileres en su cuerpo. Harry se escucha gritar a sí mismo, pero cada vez se escucha más lejano, como si estuviera abandonando su cuerpo a manos de esas abominaciones...

No... No puedo... Años persiguiendo ese maldito sedan negro, ese jodido 47.... Años de autoengañarme, de vivir una mentira. Yo maté a mi mujer, sí. Lo asimilo, lo acepto. Y cualquier castigo que reciba lo entenderé... Si he de morir a manos de esos monstruos... Pero no antes de que pueda salvar a estos hombres. Ya dejé morir a mi mujer, ¡no dejaré que pase lo mismo con ellos!

Sacando fuerzas de flaquezas, cuando parece que Harry se va a desplomar en el suelo, su cuerpo se endereza y abre los ojos. Está hecho mierda, sí. Pero aún tiene algo de fuerza. Entre borbotones de sangre le dice a James.

-Su... Sube amigo, yo te ayudo. No os preocupéis... Haré que mi carne se les indigeste -y dedicándole a James una sonrisa llena de sangre, intenta auparlo hacia arriba para que los demás lo cojan.

Sinceramente no me apetecía matar al americano. Y no por matarlo que me daba igual. Si no por el hecho de que eran un par de manos mas a ayudarnos.

Y mas ahora que había aparecido el monstruo de las pesadillas.

Mi hermana no estaba para ayudar a la morena. Y yo no estaba por la labor de ver morir a mi hermana. Eche un rápido vistazo por el suelo y vi una tubería oxidada. No era mucho pero al menos serviría de algo. Rápidamente me hice con ella y fui a por esa criatura para apoyar a mi hermana.

Harry ayuda a Evelyn a sacárselo. Nostras lo entretenemos.