Partida Rol por web

La tensión del momento, y el día en general, hace que el coronel se quede en blanco escuchando a la que parece ser la madre de James. Al terminar solo puede pensar: herejía, apostata. 

Luego recuerda los disparos y la mente del soldado ocupa su lugar. Envaina la espada y desenfunda la pistola, espada contra balas suelen ganar las balas.

-Hasta ahora no ha habido seres con armas de fuego, quizás sea alguna persona cuerda, deberíamos ir a ver, pero no negaré que puede ser peligroso... casi tanto como quedarse aquí.- Termina con sorna.

Después empieza a andar hacia el sonido de los disparos

James asiente ante las palabras del Coronel mientras camina un poco más retrasado, rodeando a su madre con un brazo por encima del hombro.

-Desde el principio pensé que en este lugar viviría gente que se refugia de esas criaturas, lo cual no quiere decir que sean buenas personas. La inmundicia solo crea inmundicia y una persona acostumbrada a vivir en un mundo como este, puede convertirse en el peor de los monstruos. Echemos un vistazo, pero permanezcamos atentos. Madre, vendrás con nosotros. Te protegeremos...y quizá nos puedas ayudar a salir. Lo que sea que sepas de este lugar nos podrá servir de ayuda.

Los cuatro encabezados por el Coronel inicial el descenso hacia el nivel inferior, el 2C del pabellón C. La escalera zigzaguea dos o tres veces antes de llegar al descanso del próximo nivel. Poco a Poco los disparos se escuchaban más cercanos.

Al salir al pasillo la penumbra los recibe a todos, casi como en el hospital pero mucho peor ya que el ambiente se encuentra muy cargado de maldad tras una eternidad encerrada en un mundo que no conoce el sol.

El sitio se encuentra en decadencia, con sus paredes agrietadas y oxidadas allí donde el metal queda expuesto al aire, tal como un cadáver descompuesto con sus huesos al cielo. Muchas de sus celdas permanecen bloqueadas por maderos y otras completamente abiertas o sin puertas, pero vacías en su interior. Tal es el caso de pocas que todavía contienen a sus huéspedes, como por ejemplo aquellas que están cerca del final, donde la escalera norte también podría llevarlos abajo. Cadáveres colgando de alambre de púa y cepos de pared, huesos y pilas de ataúdes en raras ocasiones.

Una de las últimas celdas contiene un prisionero con vida, si se puede llamar vida.

Un torso sin facciones repleto de costuras por infinitas operaciones que llenan de dolor a los espectadores.

La criatura o persona que ya no existe simplemente sobrevive mediante un cable sonda y una bolsa de sangre.

El espectáculo es sencillamente horripilante.

Luego se encuentran las escaleras que llevan al nivel inferior, el 3C. Desde allí abajo llegan ruidos espeluznantes, gritos y sonidos metálicos, como si de una sala de torturas en plena faena se tratase.

Entonces los cuatro se miran entre si, como esperando algún valiente que inicie el descenso y se enfrente o sea la primer victima de la supuesta sorpresa que aguarde allí abajo.

Sea como fuese nada bueno podría llegar al descender al nivel inferior…

Entonces la radio comienza a funcionar por sí sola. Para sorpresa de todos el aparato solo emite estática en un tono bastante bajo aunque por instantes el volumen tiende a aumentar.

Al unísono un hedor fétido e inmundo invade todo el nivel obligando a los cuatro a cubrirse el rostro.

Ese chisme funciona mal. ¡Nos va a delatar… apágalo! – George se cubre los oídos mientras ordena al portador de la radio que haga algo para cesar el sonido.

La oscuridad todavía tiene sorpresas para todos…

El coronel se para ante la celda con el ser torturado, y desenfunda la espada con la mamo libre mientras apunta. De una estocada atraviesa el corazón del ser, que deja de sufrir. Aaron mira a sus compañeros, que lo miran con una mezcla de sentimientos encontrados. -Rezad para que nunca os pase eso... y si os pasa rezad para que alguien haga lo que acabo de hacer.-

Continua la marcha cuando la maldita radio se pone a hacer un ruido de cojones. El coronel, totalmente sorprendido, pues estaba atento a ruidos externos, no internos, se sobresalta, y manotea hasta que consigue encontrar los botones correspondientes de la radio. La baja al mínimo, pues no quiere apagarla y luego arrepentirse porque alguien intenta ponerse en contacto con ellos y no puede. 

Aaron sabe que los disparos han sonado por aquí cerca, un nivel por debajo quizás, por eso amartilla el arma y avanza con mucho cuidado. -Atención ahora, despacito y en absoluto silencio.- Susurra

Después de lo que llevaba visto, la visión de aquella criatura atormentada no le causaba más impresión de lo que le podía causar todo lo demás que estaba ocurriendo a su alrededor, pero sí que le provocó una sensación de lástima. Por fortuna el coronel hizo lo que él mismo iba a pedirle.

Aquello, la situación de aquel ser que algún día habría sido un humano, venía a confirmar las palabras de James. El que dirigía aquello era inteligente, probablemente tenía conocimientos de medicina y cirujía y o bien estaba loco de remate o era un sanguinario despiadado (o las dos cosas) ¿Sería en aquel lugar donde se creaban las criaturas que les habían estado atacando? Era otra posibilidad, desde luego.

James se mantuvo detrás del coroñel el resto del camino, rodeando a su madre con un brazo para ayudarla a caminar y portando en la otra mano la linterna. Cuando el coronel hizo su advertencia, se limitó a asentir manteniendo sobreaviso a sus sentidos.
 

Algo sucede adelante, muy cerca. Tal vez en las celdas próximas al grupo que avanza por la oscuridad solo aparado por la luz de la lámpara de petróleo. Harry pregunta a sus recientes compañeros sobre la luz y sus efectos en los monstruos.

- En las criaturas pequeñas, como los insectos carroñeros a veces funciona pero si un enjambre aparece entonces la muerte es segura. Ni la luz sirve. Las otras criaturas de tamaño mediano, como los perros infernales o las criaturas sin brazos la luz no les molesta para nada. Los hemos encontrado durante el dia a mitad de la niebla. –

La respuesta de uno de los miembros de La Orden no ofrece mucha esperanza aunque el poder ver en la oscuridad es mejor a toparse cara a cara con alguna pesadilla.

Luego todos se aproximan al sitio en cuestión, donde un combate a muerte se desarrolla. En ese momento Una puerta chilla al abrirse por su estado deteriorado y una mujer huye a toda prisa en dirección a Harry y los demás.

¿Es Evelyn? Podría ser pero ella no reconocerá a Harry por la máscara que lleva en su rostro.

Dos grupos nuevamente convergen en otra situación desesperante. El Horrendo celador dejó fuera de combate a Jules y a Harry aunque este último es más duro de vencer, pero las heridas son evidentes ante la fuerza sobrehumana del guardián. El militar resiste a duras penas tumbado en el suelo, no muy lejos de Evelyn. Momentos después y tras mucho esfuerzo Harry se incorpora. Su rostro pese a las heridas no ha cambiado, la ira brota por sus ojos y sus dientes crujen estrepitosamente mientras busca con la mirada algún punto débil en el guardián de la prisión.

Ella en cambio utiliza los escasos segundos  - que le brindan los demás al enfrentar al celador- en reunir las demás llaves e intentar abrir la puerta. Su esfuerzo no es en vano porque logra en el último instante combinar de forma correcta el orden de las llaves en la cerradura de cuatro ojos.

La puerta de barrotes se abre emitiendo un sonoro chirrido de oxido y Evelyn huye por el pasillo. Allí es cuando ella se topa por sorpresa con cuatro personas. Una mujer y tres hombres armados y ataviados con vestimentas conocidas. Llevan un nutrido equipo, por ejemplo un farol de petróleo que usan para iluminar el sendero por delante.

- ¿Esa mujer es una de ellos? – Pregunta uno de los misteriosos hombres al que lleva la delantera. De inmediato empuña un garrote con pinchos y su compañero de la retaguardia también hace lo mismo al preparar una rudimentaria ballesta.

El hombre que lidera el grupo titubea un segundo antes de permitir el paso a Evelyn aunque lanza una pregunta al paso.  - ¿Y los demás? – su voz es familiar aunque lejana por la protección de la máscara de gas que lleva puesta, igual que los otros dos.

La gemela que aun permanecía ilesa se resiste a abandonar a su hermana Jules, quien le pide que huya y salve su vida. En cambio intenta alzar el gran martillo del Horrendo Celador.

Por un instante parece lograrlo pero el enorme objeto es demasiado pesado para que pueda emplearlo como arma. Esa es la oportunidad para el dueño del martillo, y no la deja pasar.

Al recuperar la postura, el celador de un puñetazo envía a la rubia contra el muro opuesto al pasillo. La gemela golpea con fuerza la pared pero el mayor daño en realidad es el golpe del Celador, cuyo ataque es semejante a la embestida de un toro en plena estampida.

Luego el guardián de la prisión recupera su martillo y va detrás de Evelyn. En su camino levanta el sanguinolento saco que traía consigo al ingresar a la celda.

Al salir al pasillo el nuevo grupo descubre con terror al celador y a su increíble fuerza y resistencia, pese a tener horribles heridas en el cuello y su brazo hábil. El despiadado ser va detrás de la mujer de cabellos oscuros y no detendrá hasta alcanzarla. Luego, como de costumbre, volverá por los demás.

El orden debe ser mantenido… así lo atestigua el ritual…

¡¡¡A MI!!! Gritó Harry al levantarse a espaldas del monstruo, cubierto de sangre negra del celador, y roja, su propia sangre.

El golpe le había dejado destrozado, pero se arrastró, usando sus técnicas militares, hasta la tubería y la utilizó para ponerse en pie, empuñándola con ambas manos.

¡¡DEJA A LAS MUJERES EN PAZ, MARICONAZO!!! Volvió a gritar a su espalda, tambaleante, pero aún rabioso. No era muy erróneo decir que era la rabia lo que le mantenía en pie.

¡¡EH HIJO DE PUTA!!

Corrió hacia la bestia y golpeó con toda la fuerza y el peso contra la mano del brazo del martillo. Sólo tenia un brazo útil, así que si conseguía romperle los dedos tampoco podría cogerlo con la otra. Por supuesto podría destrozarle a puñetazos, pero al menos el resto podría huir.

¿Qué mas daba vivir? Habia sido incapaz de adaptarse a la vida de civil, tan solo era una criatura rabiosa y violenta, y aparentemente poco podía hacer por cambiar eso. No en esta dramática y terrorífica situación. Tan solo podía valerse de esa ira y violencia para sobrevivir, pero para qué? 

Tal vez podría usarla para que sobreviviese el máximo de gente posible, aunque fuera su final.

Harry sabía bien que no había nada más peligroso que un tipo sin nada que perder. Lo sabía por los japos chalados que cargaban katana en mano cuando se quedaban sin balas, lo sabía por los nazis de las SS, absolutamente fanáticos, luchando más allá de toda lógica.

Había desatado toda su furia pensando en Matar y No Morir.

Había que darle otra vuelta de tuerca.

Salvar a los demás, matar a aquella cosa... A toda costa.

George ayuda a Johan en su andar. Sus antiguas heridas todavía no han recibido tratamiento ni descanso adecuado y por ello mismo su caminar es torpe y lento. George en cambio es un hombre resistente y fornido, que pese a las laceraciones y algún que otro magullón sufrido en el exterior de la prisión, nada ha logrado mermar su férrea voluntad.

Casualmente ellos son los primeros en descubrir el motivo del sonido de la radio. La estática producida por el aparato solo aumenta cuando algo se acerca al portador de la misma. Esta no es la excepción porque desde las penumbras del pasillo varias figuras humanas llegan hasta el linde de la luz de la linterna empuñada por James.

Cuatro personas con vestimenta de presidiarios arrastran sus pies en dirección a Johan, Aaron y los demás, aunque su apariencia ahora mas detallada llena de horror a los defensores.

“Ellos” no poseen un rostro identificable, tan solo los costados de la cabeza y un poco más. Una horrible abertura vertical cubre todo lo demás y grandes colgajos de carne y tendones penden de la especie de herida que reemplaza el rostro. Los glóbulos oculares también están allí, solo que en posiciones diferentes, casi colgando al igual que una lengua deforme y bífida. Lo único identificable es una especie de mandíbula vertical y dentadura afilada que abarca todo el cráneo.

Sus ropas desgastadas y cuerpos ensangrentados han sido perforados por clavos, hierros, tijeras y demás objetos perforantes pero nada de eso les impide continuar. Incluso algunos de ellos arrastran sus entrañas por las múltiples operaciones mal cerradas que han tenido en el pasado.

 Todos llevan armas, tanto improvisadas como rudimentarias entre las que se pueden identificar como por ejemplo un hacha y un pica-hielo.

Pese a su andar torpe su velocidad es suficiente para sorprender a los Pecadores a tan solo un par de metros...

Sumergida en el intenso dolor que arrasaba por todo mi cuerpo lucho entre la inconsciencia y la cordura, los recuerdos vívidos de Jan nublan mi mente y matan lo poco que me queda de corazón. No podía luchar más, el remordimiento por lo ocasionado durante todos estos años me forzaba a pagar muy caro. Incluso con mi vida. 

Ya carente de sentido y todo raciocinio, contemplo a mi hermana al chocar contra la pared. Niego con mi cabeza, tenía que parar porque ya era difícil luchar así. Perdía el tiempo ante la cruel realidad que se gestaba delante de sus ojos, nunca tuvimos una alternativa ni siquiera cuando estuvimos cerca de querer lograrlo. 

Desde el momento en que subí al barco con Jan, el embarazo, la tormenta y el encuentro con estas personas, no fue un hecho aislado. No, era la secuencia perfecta del castigo adquirido y eternamente merecido. Harry no era un santo de la espada, ni siquiera Evelyn que al salir corriendo se condenaba así misma. Nadie de los presentes, estábamos libre del pecado porque al fin de cuentas obramos ante un falso Dios y nos jactamos de ello. 

Tarde o temprano se paga por todo... Tarde o temprano, cerraré mis ojos para no despertar jamás. 

James apartó a su madre dejándola tras de él y sujetando su bate se preparó para encarar a aquellos engendros. No era un buen combatiente y no estaba en su mejor momento de salud, pero no había otra elección. Debían pelear por sus vidas, de modo que poniéndose hombro con hombro con el coronel, se dispuso a atacar a la criatura más cercana. Pero no podía dejarse llevar, debía esperar el momento adecuado. Contuvo la respiración mientras una gota de sudor bajaba por su frente. El corazón latía fuerte y sentía la adrenalina correr por sus venas.  Por fin la criatura se puso a alcance y James arremetió contra ella con todas sus fuerzas descargándole el bate en la cabeza.

Aquellos pesados pasos iban detras suya, podia oirlo, casi por encima del sonido de sus propios jadeos desesperados por intentar salvarse. Habia hecho una locura al ceder a que la persiguiera. Apenas detuvo sus pasos al chocarse con aquellos guardias, aliviada al ver que no le atacaban. Ellos no eran los malos.
- ¡Por favor, ayuda! ¡Una bestia esta matandoles a todos! No se detiene, viene a por mi...- Se giró de nuevo, con el rostro desencajado. Evelyn olia a putrefaccion y tenia las ropas manchadas de sangre con un color extraño, asi como las manos. Su cabello despeinado estaba pegado a su cuello sudoroso. - Por favor... por favor, ayuda...- Lo rogó, viendo que ellos iban armados. Pero cuando los pasos de aquel horror se adelantaron y casi amenazaron con alcanzarla, se movio mas rapidamente, pasando entre aquellos guardias para seguir por el pasillo, histerica. 

Se detuvo al pie de la escalera, mirando el resto de celdas, con los ojos llenos de lagrimas. ¿Donde ir? ¿Cual seria su destino? Si seguia atrapada en aquella niebla, no lograria nada saliendo a la calle. Por ello, subio las escaleras corriendo, buscando llegar a la azotea. Quizas desde ahi viera mas que desde el suelo, quizas podria aparecer su salvacion cuanto mas se acercara al cielo. ¿No? Incluso quizás podria lograr que el celador, si la seguia, se despeñara por el borde de la azotea al coger carrerilla y ella escabuyirse.

El coronel vio en el último segundo a los seres que se acercaban, así que solo pudo actuar por instinto. Levanto la mano, apuntó, y disparó su última bala con el arma. 

Suelta el arma descargada para desenfundar la espada con una mano, y la otra pistola con la otra, después del tiroteo de hace un ratito ya poco importan los ruidos al coronel, que sigue bastante furioso, ahora prefiere acabar con todos los seres que se le pongan en el camino.

Los defensores reaccionan antes que los monstruos por apenas algunos segundos de diferencia. Solo fue necesario un par de segundos para que James y Aaron entrasen en acción.

El joven empresario pese a las heridas logra un buen golpe sobre una de las criaturas. El impacto aplasta el cráneo en parte, derrama fluidos vitales y masa cefálica junto a un puñado de dientes y cartílago. El hombre monstruoso retrocede aturdido por el golpe pero no cae ni mucho menos muere. Se necesita algo más que eso para abatirlo.

El disparo del coronel da en el blanco atravesando el pecho del enemigo y perforando su corazón. Tal precisión es el fruto de años de servicio y miles de horas de uso y entrenamiento.

Aaron en distancias cortas empuñando una pistola es un oponente terrible. Los japoneses en sus embestidas suicidas lo pagaron caro cuando el coronel acababa la munición de su Tommy y sacaba su pistola semi automática para terminar con los pocos que aun corrían hacia el en la jungla de Manchuria.

La aberración humanidad retrocede por el impacto y cae de espaldas sobre otro monstruo que estaba detrás. Esa coincidencia impide que la criatura alcance el suelo.

Tampoco es suficiente para abatirla pero tal vez un disparo en el área correcta lo elimine de una vez por todas.

Tan rápido como retrocedió el oponente de Aaron también lo fue para atacar con su picahielos en el hombro del coronel. La punta oxidada del instrumento dejó una perforación profunda en el militar y aunque el daño no era tan evidente el dolor era el mismísimo infierno cuando la punta del arma toco el hueso.

James también es atacado sin clemencia por su oponente que parece no tener un final. La criatura crea un profundo tajo en el pecho el empresario con su cuchillo de carnicero. Fue un golpe horizontal que lo hirió no tan profundo pero un par de centímetros más cerca le habría partido las costillas y perforado los pulmones. Quizás la herida sea suficiente para dejar fuera de combate a James. Solo su voluntad dirá hasta cuando.

La mujer entrada en años al ver a James en su estado grita aterrorizada y cubre con su cuerpo al muchacho de los ataques posteriores.

George se abalanza sobre uno de los monstruosos humanoides e intenta quitarle el hacha a su oponente. Entonces los dos forcejean por el dominio del arma...

Johan es flanqueado por el ultimo monstruo que por medio de su martillo de carpintero le propina un buen golpe al muchacho en la cabeza. El joven cae de bruces al suelo e intenta desesperadamente no desmayarse. La situación no podría ser peor para él.