Partida Rol por web

Mòr asiente en respuesta a Liam y, desenfundando su claymore, sigue a sus compañeros avanzando junto a la cuerda. Las palabras del anciano aún resuenan en vuestra cabeza cuando perdeis de vista el campamento. "¡No olvidéis la Capilla!" Sin embargo, ahora no hay ninguna capilla de la que preocuparse y es mucho más importante volveros a juntar los seis.

La niebla sigue desorientándoos, ocultando todo aquello más allá de unos pocos metros, y sólo el tacto de la soga os permite mantener la dirección. Casi de repente, dos figuras aparecen en frente de vosotros. Estais casi seguros de que se trata de Arven y Ean pero, ¿por qué la mujer agarra violentamente al arquero por la solapa? ¿Acaso se han vuelto locos y están a punto de pelear?

Sin embargo, a Yldiane no se la ve por ninguna parte a pesar del aviso de la cuerda.

Te acurrucas junto a las ruinas, intentando pasar desapercibida, cuando dos hombres se acercan hacia ti. No los conoces y no llevan ninguna identificación visible de su procedencia. Cuando están a la vista del muro, se paran un momento.

- ¡Ah! Venga, Henry... ya ves que no hay nadie. ¡Vámonos de aquí! - dice uno tirando ligeramente de la manga de su compañero.

El otro separa bruscamente el brazo y al hacerlo ves la ballesta que lleva cargada. Da un paso hacia adelante y pasea la mirada por la zona, buscando.

- Tienes razón, aquí no hay nadie... - De repente, se para y mira en tu dirección. - Espera, ¿qué es eso rojo de ahí? - Demasiado tarde, te das cuenta de que tu cabello es un foco de color que llama la atención entre el tono gris predominante del laberinto. - ¡Enemigos! - Dice levantando rápidamente la ballesta. - ¡Te lo dije!

El otro desenvaina una espada mientras avanza hacia ti.

La niebla me agobia, no consigue más que hacerme pensar en una cosa. - Soy Urvan adepto del Templo, servidor del Uno, que ha jurado proteger su palabra a espada y escudo. Soy Urvan adepto del Templo, servidor del Uno, que ha jurado proteger su palabra a espada y escudo.Soy Urvan adepto del Templo, servidor del Uno, que ha jurado proteger su palabra a espada y escudo.Soy Urvan adepto del Templo, servidor del Uno, que ha jurado proteger su palabra a espada y escudo. - A la cuarta vez que repito esta frase me percato de las dos siluetas. Me echo la mano al pecho y al tocar el papel de Liam me relajo. - Espero que Mòr y Liam me estén siguiendo. - ¡¡Arven!! ¡¡Ean!! ¿Sois vosotros? ¿Qué hacéis? - les grito con la esperanza de que sean mis compañeros y sepan algo de la desaparecida Yldiane.

Mierda, mierda, mierda. Me preparo para el ataque, pero no quiero verme en esta situación, y menos yo sola. Me levanto, preparándome para defenderme si es necesario, pero espero no llegar a eso. A veces las armas no son mi primera opción, sonrío para mí.

- No soy un enemigo! Estamos perdidos, solo queremos salir de aquí! - grito con seguridad, intento alzar mucho la voz, no solo para parar el ataque que seguro me viene, sino para que mis compañeros me oigan. Total, estos ya saben que estoy aquí.

-¡Arven!- grito Liam al ver aquella situación. Se adelantó como pudo a Urvan recortando los escasos metros que les separaban de las figuras y rebuscó por los alrededores a Yldiane, suponiendo que quizá el velo de la niebla la ocultaba solo unos metros por delante.

-¿Que ... sucede? ¿Que ha sucedido? ¿La habéis encontrado? ¿estáis bien?- Acercándose a la pareja de compañeros esa última pregunta iba dirigida sobre todo a la mujer. No quería enfadarla mas de lo enfadada que se le veía. Y después de todo Ean seguía pareciendo una persona difícil de fiar.

-¿Pero qué haceis aquí?- Dijo Ean visiblemente afectado. La imagen del cuerpo de Yldiane partiéndose por la mitad se le había quedado grabada a fuego en la retina. El arquero sentió una fuerte náusea; no podía creer las palabras de Arven. No, ese resto era Yldiane.

-¡Mirad, insensatos!- les dijo a los recién llegados. El cuerpo momificado de la guerrera yacía roto por la mitad semioculto en la neblina. El pavoroso cadáver de quien otrora fuera su guía y líder mostraba la locura en la que se hallaban inmersos. Ean no tenía demasiadas ganas de hacer ningún comentario mordaz. Solo se quedó mirando.- Esto es una locura.

Mor se acerca a Liam, confuso. Ahora hay una mujer agarrando violentamente a Ean pero no es Yldiane. O si? Mor mira las notas que le habia escrito el joven, esperando encontrar en alguna de ellas la descripcion de Yldiane. El la recordaba de una manera que no se correspondia con la mujer que ahora veian.

-Hummmm Liam? Esa no es Yldiane, verdad?

No bien había terminado de zarandear a Ean (entre la desesperación, la confusión y la necesidad de que tener a alguien en plenas facultades mentales bien podría haber estado zarandeándole durante un buen rato) escuchó voces de algunos de los demás, pero no la voz de Yldiane. La maldita guía no aparecía por ninguna parte más allá del horror que habían presenciado.

-¡AQUI NO HAY NADA QUE ESTÉ BIEN!- estalló la mujer soltando a su compañero para pasarse las manos por el pelo, como si intentase recoger algún mechón suelto de la coleta mientras daba varios pasos.-Eso NO ES YLDIANE, MALDITA SEA.

Se detuvo y miró a Liam como si empezase a creer que quien no veía la verdad era ella, titubeó un instante y señaló los restos mutilados y polvorientos que habían estado unidos a la cuerda.

-No es ella-aunque pretendía ser una afirmación sonó vacilante, esperando que alguien, cualquiera de ellos le confirmase que tenía razón.- ¡Claro que no!-dijo a Mòr quizá con demasiado énfasis.  Clavó la mirada en Urvan, no tenía el momento para tratar pacientemente con Môr sin ser brusca con él así que quizá el adepto tuviese una visión más clara sin acabar con la escasa paciencia de la que Arven empezaba a hacer gala.

Haz que Ean reaccione de una vez, maldita sea.

Su mirada podía decirle mucho a Urvan, también podría haberle intentado prender fuego en aquel momento pero en vez de tomarla con él dio un tirón de la cuerda, cuyo cabo suelto se arrastró por el suelo.

-Yldiane está por ahí- gruñó pellizcándose el puente de la nariz en un tono que sugería que no era el mejor momento para llevarle la contraria.-en alguna parte, esto es un... un... un tipo de truco para desquiciarnos. Tiene que serlo.-y cuando encontrase al responsable le metería el truco, la cuerda y su cadáver mugriento por donde no daba el sol, quizá no sería de caballeros pero sin duda sería justicia.

Más o menos.

La situación me apabullaba y la confusión reinaba en mi cabeza. - ¿De que narices están hablando? ¿Yldiane esta muerta? Arven dice que no, Ean dice que si... una cosa está clara uno de los dos está enajenado. - Miro por todas partes en busca de algún cadaver que pueda dar una explicación a todo esto y también intento conseguirla mediante mis compañeros. - Chicos, tranquilizaos e intentad explicarnos que es lo que ha pasado. - Digo mientras sin soltar la cuerda busco un cadaver que rezo por que sea de una chica que se parezca a Yldiane... pero que no sea ella. - Soustraine, guía mis pasos en busca de la verdad e intercede ante el uno en favor de nuestra amiga si las palabras de Ean no fueran erróneas.

Los dos hombres ignoran tus palabras y se lanzan contra ti.

- ¡Silencio, espía! - grita uno mientras te ataca con su espada larga. Te echas a un lado rápidamente y prácticamente consigues evitar el filo del arma, pero aún así te golpea con el plano en el codo, lo que resulta doloroso, aunque no lo suficiente como para causar un daño a largo plazo.

- ¡Seguro que es una bruja con el pelo de fuego! - exclama el otro cargando con un hacha, pero su movimiento es algo más lento y estabas preparada para él, así que te agachas mientras te mueves hacia un lado, dejando que la pesada cabeza del arma pase por encima de ti.

Ahora tienes la oportunidad de contraatacar, si es que realmente quieres enfrentarte a estas dos personas, que no parecen muy decididas a darte el más mínimo cuartel.

Los gesto de Arven son suficientemente explicativos de lo que ha ocurrido. Al fondo de la cuerda hay un cuerpo que se ha partido a la altura de la cintura, seguramente donde tenía atada la cuerda que la guerrera tiene en sus manos. El cuerpo es poco más que un esqueleto descompuesto, pero su cabellera aún muestra una deslucida melena rojiza.

Os quedáis paralizados, mirando el despojo que tenéis ante vosotros, preguntándoos si se trata realmente de Yldiane a pesar de la enérgica negativa de Arven al respecto. Sin embargo, Ean, algo más tranquilo ya, no tarda en preguntaros por qué habéis venido si nadie os ha enviado la señal acordada.

Pero la cuerda se ha tensado tres veces. Si Arven y Ean no han tirado de ella, y el cadáver obviamente tampoco lo ha hecho... ¿Quién le ha dicho al resto del grupo que avance hasta aquí?

Miráis a vuestro alrededor en alerta, con las armas en la mano. La niebla sigue sin permitiros ver nada y ahoga todos los sonidos que se producen en ella. Sin embargo, Arven se queda parada un momento, frunciendo el ceño. Juraría haber escuchado el sonido de metal chocando contra piedra y unos gritos que no llega a identificar. La dirección en la que llegan es algo difusa pero, totalmente desorientados en estas ruinas, sólo podéis volver hacia el campamento o avanzar hacia allí.

 - IMBÉCILES, no quiero nada con vosotros, ¡ solo quiero salir de aquí! - Les grito intentando esquivar sus ataques. No soy lo suficientemente rápida, un dolor agudo me recorre el brazo. Mierda.

No me puedo enfrentar a los dos yo sola. Ando hacia atrás sin apartar la vista de mis contrincantes,  en la dirección que creo que estaba el campamento. Me da igual si me equivoco, no tengo más opción que encontrar a los demás... y aguantar todo lo que pueda.

Con la espada protegiéndome, espero al momento adecuado para devolverles el saludo.

Miro a los míos. La verdad es que como grupo somos algo muy próximo a una calamidad. Arven quiere creer que lo que hay aquí delante partido no es Yldiane, y en cierto modo es comprensible, nunca quiere aceptar la realidad... pienso, aunque sea un pensamiento cuyo fundamento escapa por completo a mi memoria.

-Estupendo. Habéis venido de visita. Regresar es tan absurdo como avanzar. Pero como regresar con esos imbéciles de ahí atras me resulta tan repulsivo como... -No soy capaz de llevar a cabo la comparación, cuyo referente está aquí muy cerca, puesto que un escalofrío recorre mi espalda al pensar nítidamente que se trata de ella- en fin, preferiría no volver y explorar un poco más. Puede que la auténtica Yldiane esté por aquí cerca. -Comento sin ningún tipo de convicción interior, pero tal vez agitando la motivación de mis compañeros.

Tanteo mi aljaba en busca de una de mis dos flechas. Cojo una y la monto en el arco, solo por si acaso.  En cierto modo eso me hace sentir más tranquilo.

-¿Venís?

La voz le había abandonado por completo, a pesar de que se repetía que aquello no podía ser su compañera. El torrente de pensamientos que se sucedían en su cabeza intentaba encontrar una explicación a lo que sus ojos estaban viendo, mientras la tez de su piel se tornaba amarillenta y el aliento abandonaba sus pulmones.

-No puedo pensar con claridad, mierda, mierda, mierda. Esto debe ser una broma, una ilusión. ¿una ilusión? ¡SÍ! ¡sí! ¡una ilusión! La magiencia puede ser el origen de esto, origen de un evento ilusorio, como la niebla. La magiencia puede... puede... puede haber convertido a Yldiane en ese cadáver putrefacto, adelantando los procesos metabolicos de su cuerpo hasta takl punto que se consumiría asi mismo, evaporando el agua de su cuerpo podría, podría... ¡Oh! ¡MIERDA!

Sus ojos se abrieron exageradamente y tuvo que apoyarse en Môr para no tambalear.

-¿Arven?- Observó a la guerrera que continuaba hacia adelante negándose a reconocer la evidencia.
-Arven- La tozuda figura de guerrera le sirvió como apoyo para dejar de mirar el cuerpo. Aunque no logró conectar de nuevo ninguna palabra. Tampoco en su cerebro puede pensar en alguna sensatez. Salvo salir de allí.

Apocado, sudando y con cara de enfermo se quedo rezagado tras sus compañeros esperando que de alguna forma le sacasen de allí.

Mor mira confuso al cadaver y a Ean. Mientras con aire paternal sostiene al tambaleante Liam.

-Esa no es Yldiane? Por el color del pelo y por su género, lo parece. Ean, por más que me ilusione la idea de que Yldiane sigue viva, cómo estás tan seguro de que ese no es su cadáver?

Pregunta al claramente perturbado arquero.