Partida Rol por web

Mari Cruz se rió en tono alto, retumbó por las paredes, una risa larga, luego fingió que se limpiaba unas lágrimas de risa y caminó pausadamente hacia un lado, de un solo gesto tomó algo del suelo y empezó a girarlo, era una de las mallas rellenas. El inventó tomaba velocidad a cada giró, siguió caminando a espaldas de los presos y una vez llegó al costado de este dio un latigazo que estiró la malla por entre las patas de la silla golpeando con contundencia los genitales del gitano desde abajo lo suficientemente fuerte para que la silla se tambaleara.

Ganas de tumbarlo de una hostia no le faltaron en ese instante. Que uno podría tener sus opiniones sobre uno u otro, sobre la teniente, pero era SU teniente, una bañusca por derecho propio y lo primero lealtad con los suyos.

Pero ¿pa qué molestarse? Ella misma podría partirle la cara... ya habría tiempo de ablandar la carne y de jugar a poli malo y poli peor. Que ella se dé el gusto. Y se lo dio de verdad. Le dolió a él y puso cara de uuufff.

-Si tú ereh el que tenía máh cojone, a vé qué opina ahora que tas quedao sin elloh. Maricona.

La abuela despertó y parpadeó, mirando el techo. Luego la miró a la habitación hasta dar con ella, mientras se llevaba la mano a la frente.

-Ay que mareillo má tonto -dijo.

Se miró por debajo de la sábana.

-Ay que bien, ya casi no me duele lo de ante. Pero estoy to cosía, niña. ¿Como ha salío, como está tú?

Los torturadores del ejército americano tenían mucho que aprender de ellos. La patada a los huevos, aunque menos elegante que la batería eléctrica enchufada en los pezones o el abrebotellas en el culo, funcionaba muy bien en tierras hispánicas. Los huevos eran sagrados, y una patada como aquella dolía más allá de lo físico. Dolía en el orgullo. Te preocupaba pensar que no podrías volver a usar la polla nunca más. Y eso a veces era peor que la propia muerte.

La patada hizo que el gitano tuviera un acto reflejo tremendo, de ponerse en posición fetal. Pero como estaba atado a la silla lo único que hizo fue hacerse más daño. Gritó en voz alta como si en vez de una patada le hubieran arrancado la polla de un bocao. El grito estuvo a punto de joderles los tímpanos.

-Me cago en tó, mis huevo, mis huevo -lloriqueaba entre espasmos, incontrolable.

Lo había dejao to fundío con un solo golpe.

El skin miró a su compañero y le recorrió un escalofrío. Allí abajo no había convención de ginebra, trato humano ni pollas en vinagre. Aquella gente se los iba a merendar. Y él no quería ser mutilado o morir a manos de unos desconocidos para cubrirle las espaldas al Sheriff. Castilla era ancha, y si se escapaba allí no le iba a encontrar ni Dios.

-Valevalevalevale -dijo, balancéandose- Ya está tíos, ya está.

Su acento era de Madriz.

-Venimos de La Calahorra, joder. Del puto castillo. Creía que lo sabíais -parpadeó- El jefe se llama Jimeno, era el jefe de los funcionarios de la cárcel, un cabrón de la hostia. Le llaman el Sheriff, y estuvo muchos años en los paracas. He visto como mataba a un tío por no traerle el vino que le había pedido, usando una puntilla de cortar las papas. Es un puto cabrón sádico, joder.

Hablaba como si él fuera un corderito norit en comparación.

-La patrulla. La patrulla avanzada está en Jaén Capital, asaltando el castillo de la guardia.

-Segundo turno, maricón. Rehponde o mi amiga repite.

Miró al otro.

-¿Y tú no tiene náh que desí?

El gitano se iba reponiendo mal que bien. Pero el dolor era intenso y persistía. Habló, lleno de odio, con lágrimas en los ojos.

-Puto cobarde mierda. Como te enganche te reviento, hioputa. Te reviento. Como se entere el Chéri te van a cortá la poya a rodaja, cabrón.

Seguía mirando el anillo que l'había dao el Paco, sonriendo, un poco también por el post orgasmo, pero bueno... Felicidad al fin y al cabo. Miró a la yaya que se despertaba, ya'staba mejor y también se alegró por ello. 

-Dicen qu'estas mu bien yaya, que te vas a poner... Y que yo'stoy preñá y el Paco ha dicho que nos casemos- le enseñó el anillo a su abuela. Que oye, una no se casaba tos los días y había que promocionar aquello. Ya'staba pensando cómo iba a ser el vestido y que tenía que casáse antes de que se le notara el bombo, vamos que prontísmo. Y un nombre pa su guachuzo, que lo mismo era guachuza...

-Tú, chacho, aprende de tu amigo el guafen-ese-ese. Él lo ha vihto mu claro: aquí no se hasen tratoh. Aquí la única promesa que se hace éh que el que hable deja de llevarwse hohtiah.

Miel sobre hojuelas, la cosa marchaba exactamente como tenía prevista, miró al tatu y le ordenó que apartara al skin, lo justo para que no pisara el charco de agua. Desenfundó el taser y lo puso bajito, lo justo para joder sin atontar demasiado. Allí se iba a cantar hasta el gordo de 2020.
Lo más inquietante de todo es que sonreía, como debió hacerlo Circe mientras se merendaba a todo bicho con pene que pisaba su isla.
Le enseñó el aturdidor, que hacía un ruidito y unas chispitas d elo más inquietantes, con las cejas arqueadas, joder ni el puto Joker daba tanto cague como ella ahora mismo.
-Ahora me vas a decir cuantos vehículos teneis, de que tipo, cuantas armas y cuanta munición, bien detalladito ¿Verdad que sí?
 

La abuela dió una palmada en el aire, extasiada por la noticia. Todo eran buenas noticias del copón.

-Ay mi niña que buena notisia. Que felisidá. Te va a casá y yo voy a está ahí pa vélo híja. Tengo que sé tu madrina, como que hay Dió.

Curiosamente ahora coincidía con esa afirmación.

-No te preocupe. Yo tambié me casé de penaltile. Así nació tu tía Antonia, a los poco mese.

Le cogió la mano y se le dió unos sonoros besos de abuela. Muak, muak, muak. La vida era bella.

Miró el inmovilizador eléctrico y recordó cuando el segurata le atacó con uno de esos. Se hizo hasta pis encima. Pero le echó valor por que temía más a su compañero y al sheriff. Fue preciso enchufárselo en rato, hasta que efectivamente se meó encima, convulsionándose sin control. Hasta se empalmó y todo, curiosa reacción.

-Ya, ya, ya... -dijo cuando pudo hablar- Hablo, hablo.

Recuperó el aliento y miró a su compañero. En ese momento el Cagaprisas le pegó al gitano con el bate en la almendra, para bajarle los putos humos que tenía subidos. Eso lo hizo dar un respingo.

-Tienen seis tanques Pizarro, ligeros, dos centauro, muchos uros y todoterrenos, no se, cuarenta, cincuenta. Tanquetas de esas para tirar morteros desde dentro, motos, de todo. También tienen... -tomó aire- Muchas armas de infantería, lanzacohetes, granadas, fusiles de asalto, hasta c4 de ese. Están muy bien armados.

Comenzó a llorar un poco.

-Yo no se más tíos, soy el último mono. Lo juro.

Jose Luis, mientras tanto, se levantó y se acercó al gitano. Le pasó la punta del bate por la cara, apretándosela, empujándole la mandíbula, amasando los carrillos.

-Hoy no lo he usao toavía.

-Claro que vas a estar yaya, como tié que ser...- asintió, anda que qué haría sin su yaya... Más ahora que venía un guachuzo y ella ni puta idea de cómo funcionaban los chiquillos menores de trece-catorce. Tamién que la yaya iba a criar a sus bisnietos mientras pudiera, asín que mejor que se pusiera buena.

Luego dijo eso de que se había casao de penalty, tanto que le echaba la bronca y luego ella tamién le gustaba el vicio. -Ea yaya, pa que luego encima me dijeras que no me tirara al Paco... Que tú hacías lo mismo con el abuelo- o bueno, lo mismo no fue con su yayo, pero poco le importaba a la Kimberly... O a su yayo que dios lo tuviera al laico sentao echándose unos chatos de vino. -Hay que buscar un vestío y to... A ver si nos dan el alta.

Se le echó encima con un abrazo y un beso que prometía celebración de cumpleaños. Pero El Zeky no podía evitarlo. Estaba preocupao, serio, pocho.

-¿Que pasa mi amor? -preguntó, extrañada- ¿Ha pasado algo fuera?

Mari Cruz se inclinó un poquito, igualmente sonriente, con las manos a la espalda - ¿Seguro?- usaba ese tonito como de perturbada feliz con buenos modales -Seguro que algo has oído de a donde quieren ir o que quieren hacer... ¿Eh?- ese "eh" vino acompañado de una cara inquietantemente adorable

Asintió, convencida.

-Claro que si híja. Hay que buscá un vestío de boa bonito de verdá. Pa que sea una prinsesa en tu día.

A su comentario del sexo prematrimonial, sonrió como solo sabían las Sánchez cuando hacían una maldad.

-Estábamo prometío, si. Es que tu aguelo no tenía espera, híja. Era un fogoso.

En ese momento subió el Tatu con la doctora.

La doctora Barbi las miró con una sonrisa no exenta de satisfacción. La satisfacción de un trabajo bien hecho. Pero también cansancio. La operación había sido larga, y tenía ganas de echarse un rato. No le iban a dejar, por que en ese momento entraría el chino de urgencia. El ruido atrajo su mirada, así que fue breve.

-Vamos a tenerte de observación 24 horas más. A tu abuela 72, para asegurarnos de que todo haya salido bien. Recibiréis alta médica de 10 días ampliables para que cicatrice bien la herida. Luego venid y os quitaré los puntos.

Hablaba to deprisa.

-Voy a bajar, creo que es importante.

Negó, despacio, escupiendo sangre.

-Vai a morí tos. No tenéi ná pa hacéle frente al Chéri. Vai a morir como los rojo de la Guerra Civí. COMO LOS ROJO.

Les miró, desafiante.

Se balanceó, despacio, en la silla. Quería salir vivo de allí, y a poder ser, libre. Por eso quiso colaborar, y largó.

-Quieren ir castillo a castillo. De sur a norte. Dejándolo todo arrasado. La órden es pedir un tributo muy alto, y si no acceden, se revienta la muralla del castillo, se mata a los hombres armados y el resto se les intenta tomar prisionero, con preferencia de las mujeres.

Parpadeó, bajando la mirada.

-Ahora toca la Guardia. La próxima vez será Alcalá. Pero para eso están reuniendo a más gente en la Calahorra. Saben que es un castillo más grande y que allí hay un coronel.

Les miró, suplicante.

-Estoy contando todo lo que se, tíos. Dejadme ir, por Dios. Prometo no volver con ésta gente. Pero no me matéis, por favor.