Partida Rol por web

Las alarmas se dispararon “Chungo Mari, chungo…”, ojiplática se dejó arrastrar –Que coj…? ¡PAPÁ! ¿Pero esto que es?- exclamó entre riéndose y sorprendida. Don Paco era un rabo de lagartija, no paraba quieto ni durmiendo (o eso decía su madre) y el bar lo tenía todo, solo faltaban el toro y la flamenca encima de una tele, claro que… las teles ya no servían paná.
Parpadeó aún estupefacta –pues… una “sin” venga- estaba de servicio. Regresó la atención a la doctora mientras el papá iba a la nevera –doctora… imagino que no es del bar de lo que quiere hablarme… -

La doctora se pidió también una sin. Eran unos tercios de Kaliber. Hasta les puso un platico de quicos y mierdas de esas para picar. Era como en los viejos tiempos.

-Disculpa si te he robado un momento. Acabas de llegar y todo ésto. Seguro que ni has comido.

Su padre activó el detector de barman y se curró unos huevos fritos en un momento, mientras hablaban.

-Bueno, verás. No se si te habrás enterado, pero vamos a intervenir a la señora Fulgencia. Yo en principio no no dije nada a la Kimberly, pero ella sacó el tema del trasplante. No tengo donante total, pero ella se ofrecido de parcial. Es una intervención más difícil si cabe.

Intentó describirlo para una persona que no tuviera ni idea de medicina.

-Verás. Los trasplantes de hígado son una de las intervenciones más caras de la medicina moderna. Los equipos los forman al menos tres médicos con equipamiento de alta tecnología, y un buen puñado de enfermeras ayudando. A veces pueden durar hasta doce horas, por que es un asunto muy preciso. Hay que dejarlo todo bien "conectado". Tampoco es una intervención que pueda salir siempre bien. Hay altas posibilidades de que el cuerpo rechace el órgano, y más teniendo en cuenta la diferencia de edad entre ambas. En primer lugar no tenía claro si merecía la pena poner en riesgo a su nieta para dar unos años más a un anciano. Además, si ella rechaza el órgano deberá tomar inmunodepresores, que la harán presa fácil ante cualquier enfermedad, a su edad...

Ahora dijo los contras. Intentó sintetizar los pros.

-No obstante, he prometido que lo intentaría. Doña Fulgencia está sana para su edad, parece de esas abuelas hechas en el martinete. Con un poco de suerte nos sobrevivirá a todos. Reúne muchas condiciones para llegar a ser una de esas personas centenarias, la verdad sea dicha. Eso me anima, pero...

Parpadeó.

-No se, estoy confusa. Si tuviera ayuda, otros médicos, todo sería mucho más fácil. Un cirujano experimentado sería algo de agradecer. Yo soy traumatóloga. He operado, claro, pero no es lo mismo. Por mucho que leo y me veo las fotos del libro, no es lo mismo que tener experiencia.

Bajó la mirada, bebiéndose media cerveza de un trago. Su padre le puso los huevos a su niña. Eran cinco. Tenía pa hartarse. Con su pan y todo. Luego volvió a ayudar a los albañiles.

-No se qué hacer. Trasladarla no me parece viable, no en el globo. Aunque en Ronda tendrán mejores instalaciones que aquí, claro. Otra opción es solicitar que venga un cirujano aquí a ayudarme. Me puedo apañar con el instrumental que tengo. Solo me hace falta alguna cosa concreta, que la pueden traer de fuera. No se...

Ella no comió, hacía un rato que se había comido el rancho del mediodía.

-¿Como lo ves?

Llevaba un par de días medio rehuyendo del Paco, to por las paranoias que l'había metío en la cabeza la yaya. De haber estao la yaya mejor le habría soltao un "no me rayes", que por su culpa tenía que medio huir de su maromo. Aunque en realidad tenía muchas ganas de ver al Paco y más ahora que lo tenía abajo haciendo guardia qu'estaba tentá a llevárselo a algún lao oscuro y..., Cuando la yaya se despertó fue a ayudarle de inmediato a echar un meo. Así que la acercó al váter con cuidao.

-Yaya, y'han venío los del globo... Dicen qu'el cagaprisas s'ha'nfadao con Don Faustino, que no sé por qué no m'enterao...- omitió contarle que la picoleta bollera sabía to y si lo sabía era porque la Naty había hablao. En cuanto tuviera un hueco iría a hablar con la Naty y cantarle las cuarenta, que asín no era posible después de haberle salvao la vida y to. 

Me quedé un poco con el culo torció con lo del Tatu. Que no tenía na de malo lo que me dijo, pero que tampoco habíamos tenio asin colegueo. Pero bueno, ahí está. Alcé el pulgar,  en señal de "ok". Pero aquel iba a ser un día de sorpresas. Era jodidamente curioso ver allí al negrazo. Que paradojas tenía la vida, era flipante.

- Poh si, illo. Pa eso vengo. Macabo d'enterah. Tiene que ehtah hecho mierda. Le va venih bien argo d'apoyo - asiento un par de veces.- Y cuida de que no se le vaya la pinsa...

Después iré yendo para la planta de arriba.

Se enderezó con esfuerzo, como si estuviera súbitamente muy cansado, y fue a la cocina. Cogió una cacerola, tiró dentro la libreta y le prendió fuego, observando fíjamente cómo las hojas se arrugaban al calcinarse. Con esa libreta se iba la confesión del pecado de la Toñi, y por dentro sintió un inesperado alivio, un pequeño alejamiento de esa mujer tan tóxica. Sin embargo, sabía que muchas de las cosas ahí escritas las tendría en su memoria palabra por palabra para siempre.

El fuego se apagó y solo quedaron unas pocas cenizas y un alambre chamuscado. Echó un poco de agua y tiró la pasta por el desagüe. El alambre al cubo de la basura.

Se desnudó. Tenía la camiseta manchada de su propia sangre y notaba la cara sucia. Se lavó y se cambió, sintiendo que el agua le limpiaba la mugre tanto como la espesura de ideas. Luego cogió una botella de whisky y un vaso, se sentó, y esperó pacientemente fumando y bebiendo, observando una foto enmarcada que había en la mesa. Era de hacía unos años, tomada en el Generalife un día de primavera. Él llevaba al Deibi en brazos y los tres sonreían a la cámara. Ella parecía feliz.

...y tú qué coño sabéh, Selui...

Llegó alguien, pero no quien esperaba. Al menos no de momento. Era el Zeky y el negraco con el que se peleó. El Deme, que venía con una caja de tercios de alcazar especial. Le vieron allí sentado mirando la foto y era obvio que no estaba muy bien. Estaba más bien mal. Deprimido.

Pero para eso, entre otras cosas, Dios inventó a los colegas.

Era paradójico como uno de sus "enemigos" se había convertido en pocos días en uno de sus colegas. No hay nada como darse de hostias con un mastuerzo de tu calibre para generar respeto y camaradería. Algo que las mujeres jamás podrían comprender.

Dejó la caja de birras en la mesa y se acercó un momento al tiarrón.

-Mi pésame, capitán -le llamaba así.

Le ofreció la mano para estrechársela.

-Cualquier cosa que necesites de mi o de los míos, házmelo saber. Lo que sea, tío. Para eso estamos los colegas.

Kikos, como sabía lo que le gustaba a su nena… cogieron las cervezas y se sentaron a un lado. Al poco apareció el papá con el plato de huevos, hechos de maravilla, sin encaje y sin babas, en el punto justo con la yema melosa –Papi, te importa llevarle algo a Jorge, porfa? Acabamos de llegar y lo he puesto a hacer vigilancia, angélico mío. Está vigilando la casa del Cagaprisas, así que por ahí andará- abrió el pan, se hizo un bocadillo y lo mordió con sumo placer ¡La rehostia como estaba! Explosión de sabor. La médica estaría contenta de verla comer, no obstante paró para escucharla con atención.
En menudo fregao se había metido la muchacha, se había flipado con el juramento hipocrático. Le hizo gracia que se lo explicara como para gente del pueblo, Mari Cruz era una persona curiosa, no era ninguna eminencia en medicina pero vamos, algo sabía.

-¿Qué como lo veo? Pues crudo, pero más crudo lo tuvimos el día del estallido y mira, aquí estamos, viajando en globo, jugando al futbol y tapeando en un bar- le sonrió –Doctora, admiro su fuerza de voluntad, no se si yo habría sido tan valiente de tomar esa decisión, pero confío en su intuición. Y desde luego que doña Fulgencia está hecha de otra pasta, con razón le mandaron a la nieta a ver si la metía en vereda- rio –confiemos en que resista- volvió a morder el bocadillo, pensaba mientras masticaba. Bebió un trago –estoy pensando… a lo mejor… podemos conseguir un cirujano- la miró aun dándole vueltas a la cabeza –en cuanto mi tío se reponga marchará a Segovia una temporada… podemos intentar que nos manden al médico real…- le guiñó un ojo. Dio otro bocado –Hmmm… llamaré por radio para tantear, que no se diga que no lo hemos intentado -

Ahí estaba el Cagaprisas, hecho papilla humana. Tenía sus cosas, sus defectos como todos, pero era un buen tío. Me acerqué a él y apreté su hombro con una de mis manos. Un gesto en señal de apoyo.

- T`acompaño en er sentimiento. Aqui noh tiene, illo...Tu desahogate y lo que haga farta - dejo ahí la mano, mirándole un poco ceñudo. Estaba deprimido, pero no pondría la mano en el fuego porque no tornara aquello y le entraran ganas de agarrar pescuezos.

Dar el pésame no era lo mío. Siempre me había intentao escaquear cuando se moría asín alguien relacionao con la familia, aunque la mama se ponía más cabreá que una mona por ello. Ay la máma. Que rasón tenía y que poco caso le hice en su momento.

Joer, los colegas. Qué puntazo. No esperaba que lo visitaran, de hecho no se le habia ocurrido, pero al verlos en la puerta no le extrañó nada.
 

-Qué cabronéh que soih, no teníai que haberoh molehtao. Pasáh, chavale, sentao -se repartieron apretones de manos, abrazos de machotes y palmás en los hombros-. Aquí me teneí, hecho polvo. No somoh nandie. Ya oh habrán contao lo que pasó. Una locura totá. Mi Toñi... de verdá, iconpresible to ehto...

Repartió pitillos mientras hablaba y se encendió otro.

-En fin... mu mal tó. No sé ni cómo sentirme, chavale. No lo asimilao toavía.

Abrió unos botellines y miró al negro.

-Dime tío, qué se dise nel pueblo. De to ehto. No te corteh.

La abuela meó como si en vez de vegija tuviera tuviera un cántaro dentro. Madre mía. Tenía ganas, la pobre. Seguro que se había estado aguantado. Se tocó la venda de la frente. Aún le dolía un poco la cabeza, aunque era normal por el traumatismo.

-Hay hente que no sabe pa onde pega los escopetaso. Pero no te preocupe. Se la muerto la muhé y no estará pa mushas historia, la verdá.

La acompañó de nuevo a la cama, aunque no le hacía ya demasiada falta la ayuda. Solo estaba un poco débil por el tema del hígado, pero por lo demás seguía siendo ella.

-Que ganica tengo que me den el jarta híja. Que agurrío que es ehto de los hopitale. 

Entonces la miró a ella y entendió que la única posibilidad de tener una revista de cotilleos era a través de que su nieta se enterara de ellos.

-Anda, ve y me trae un zumo. Y de paso tenteras de lo del camionero. Y luego me lo cuenta.

Cogió su birra y se sentó en una silla que había por ahí. Normalmente las tenían apiladas si no las usaban, para ahorrar espacio. No es que el "piso" fuera muy grande. Pero era mejor eso que vivir fuera, con los apollardaos en la puerta de tu casa.

-Pues la cosa ha caído como una bomba, la verdad. Hay viejas contando gilipolleces del estilo "me lo veía venir", pero en general ha sido un sorpresón. Nadie se esperaba una cosa así. Los del castillo somos una piña, y ésto no se entiende muy bien. Pero casi todos coinciden en que no tienes puta culpa de lo sucedido. Todos saben que eres un tío de puta madre y te quieren ayudar. Un poco acojonados si eso. Saben que éstas cosas te cabrean.

Parpadeó, pensativo.

-Deberías ir al hospital, tío. Andan jiñados pensando que vas a tomar represalias con el alcalde. Pero el tío está allí ingresado por que casi estira la puta pata. Quizá eso les convencerá de que no tienen nada que temer.

Dió otro buche a la cerveza.

Reflexionó sobre lo que dijo, tratando de coger ánimos de cara a uno de los momentos más tensos de su vida. O eso creía ella que iba a ser el tema de la operación. Cuando dijo lo del médico del rey reprimió una carcajada, y chocó la cerveza con ella.

-Si viene ese tío al menos sabremos que no nos vamos a morir si se nos rompe la cadera esquiando en Vaqueira.

Hablando del rey de Roma... Mientras su padre salía a ver a Vílchez con un bocata en la mano, ella entró. Miró a los que estaban dentro hasta dar con Mari Cruz. Al parecer la estaba buscando. Así que se acercó, vestida como iba de venir de trabajar.

-Jose Luis me ha pedido que la buscara. Dice que quiere hablar con usted.

A ella le trataba de usted. Le tenía respeto, lo que era decir más que de la mayoría, que aceptaban las órdenes con una mezcla de resignación y desgana.

Cogí otra de las sillas apiladas y me senté. Me abrí una cerveza y empezaron las preguntas tensas. La verdad es que no se que tanto le han contado al Cagaprisas. Si que su mujer era una puta psicópata o se lo han edulcorao un poco. Pero la cuestión es que negro no le menciona.

- No, illo. Tu curpa no tiene ¿eh o no eh? Eso que te quede bien claro. Hubiera pasao iguah, porque aquín cada cuah tiene su trabajo y tampoco ehtaba tu tor dia ensima de la Toñi ¿mentiendeh? Poh eso...- pego un trago- Don Fauhtino tampoco tié la curpa. Como dise el Deme, ha ehtao a ehto de ehpicharla - hago un gesto de una mijita con los dedos- Ehtan tó mu preocupaoh por ti ¿sabeh?

La doctora las miró a ambas. Parecía que tenían que hablar cosas importantes, por la manera en la que cruzaban miradas. Así que se terminó la cerveza como si fuera agua. Cada uno tiene sus vicios.

-Vuelvo al trabajo. Gracias por el rato y ya me informa de lo que le digan los de arriba.

Se despidió con la mano y caminó de vuelta al hospital

Jose Luis escuchaba atento, asintiendo. Tenía mala cara de cojones.

...preocupaoh por mí, dise... ¿de qué? si yo toy bien, sano ese cuerpo, tené potensia... la qe sa muerto éh la Toñi y loh doh del hospitáh quehtán a puntico... ¿y el alcalde?... éh un vítima máh de toh ehto, Selui, de la locura de la Toñi y de toa la mierda...

-Yo toy bien. Toy asimilando to ehta mierda. Y don Faustino puéhtá tranquilico conmigo que no lo voy a tocá. Demasiao tá pasando el hombre. Ahorica taba ehperando a la teniente, tengo que hablá con ella. Pero si ehtá nel hospitá y tol mundo ehtá tan atento al Joselui, po me pueo acercá un momento y sansacabó.

El negro se encogió de hombros sobre los planes que iba a tener a continuación.

-La he visto que salía del hospital con la doctora. Iban al sitio ese nuevo, el bar. No lo has visto por que nos dió el volunto ayer mismo. Había que animar un poco al personal y Carrillo aprobó varias ideas para que no nos comamos tanto el tarro. Así que lo están montando en el pie de la torre vieja, esa que tenía muchas grietas. Y de paso la reparan. La Naty iba para allá también.

Parpadeó y se acordó de algo.

-Por cierto. Me he enterado por el que lleva la radio que ha terminado la batalla en Alcalá la Real. Casi cuatro días. No se cuantas cosas han matado, pero he oído que ha sido una burrada. Dos cientos ochenta nosecuantos mil. Casi tres cientos mil. La hostia en bote.

La yaya echó un meo como una vaca por lo menos, madre mía que chorrera. Luego salió más agusto que un arbusto y la llevó de nuevo a la cama, no sea que se cayera otra vez de cabeza y se le desgraciara la yaya.

-No yaya, que si sales d'aquí luego te pones a trabajar y no pués hacer na- le negó a la yaya, porque era verdad que no podía estáse quieta, que parecía que tenía siempre los albañiles dentro'l cuerpo. 

-Ea, yaya, voy por un zumo...- se levantó accediendo a la petición de su yaya y se fue al marujeo y de paso a cogerle un zumico a su yaya.