Partida Rol por web

Con la mirada impasible veo como mis compañeros ruedan por la ladera y niego con la cabeza.

Mala idea esta, mala idea

Suspiro cuando veo que al fin no les ha pasado nada y miro con desazón a la mula y mi poco corpulento cuerpo y llego a la conclusión lógica de que cargarla no es buena idea.

Así que cojo la cuerda y bajo solito.

 Perfecto piensa Lilith en un arranque de optimismo mis valerosos defensores han adelantado al grupo y ya están abajo esperándonos. Que eficientes son: han cubierto nuestra retaguardia y ahora también nuestra vanguardia. Ohhh.... estoy impresionada. Además, disponemos de la mula y las raciones... excelente.

Dicho lo cual dejó pasar primero a artros y luego se descolgó grácilmente por la cuerda, dejándo atrás a la mula y a Itán, que parecía entenderse muy bien con el animal y del que sabia que cuidaría bien.

 - Kazurh! Morrowir! ¿estais bien? Ahora bajo a curaros con mi magia, no desfallezcais!

Después de las manos que me han echado tanto Artros como Lilith, sé que les debo una, y ellos parecen pensar lo mismo, pues me dejan solo con la mula y se disponen a descender al encuentro de nuestros "lanzados" compañeros.

Bien... Siempre es bueno tener una oportunidad para pagar las deudas...

Así pues, me dispongo a bajar al lado del animal.

- Bueno... Parece que vamos a vivir una aventura juntos. -susurro al animal, con voz espesa.

- ¡RONF! -parece contestar la mula a mis palabras.

- No pequeña, no te emociones... No tengo nada en contra de las relaciones entre especies distintas, pero creo que lo nuestro no iba a funcionar.

Tras prepararme, agarro la cuerda con una mano y el ronzal con la otra, y comienzo el descenso.

Los restantes mas la mula, consiguen llegar abajo sin problemas. Rápidamente, Lilith corre a curar a Kazurh y Morrowir. Gesticula y canturrea y una luz azul la envuelve mientras posa las manos en cada uno de ellos. Tanto Morrowir como Kazurh se sienten completamente recuperados.

Desde una piedra junto a la orilla, el cuervo grazna de nuevo. Vuelve a graznar y echa a volar cruzando el río. Consternados, miráis la rápida corriente del caudaloso río. El agua baja marrón, revuelta y espumosa. El río tendrá unas cien varas de ancho y parece profundo en este tramo. Durante unos momentos, la lluvia cesa y unos tenues rayos de luz se filtran desde el cielo marrón. Lo que parece claro es que por ahí no vais a poder cruzar el río sin ahogaros. Sin embargo, desde arriba visteis que el pueblo con el ferry no estaba muy lejos caminando río arriba. Luego, podéis volver por la otra orilla en busca del cuervo.

Todos nos reunimos de nuevo, y le agradezco a nuestra dama su ayuda una vez mas, pero al alegria no dura mucho antes de ver donde quiere que vayamos el maldito pajaro.

- No me jodas... ¡por ahí si que no paso! - digo a los demas bastante seguro de que realmente por ahi no paso.

No hemos terminado de rompernos la crisma cuando el maldito cuervo quiere ahogarnos.

Venga ya!!! ese pajarraco está de broma. Si tan listo es, también podría enseñarnos la forma de atravesar. Ehhh por si no te has dado cuenta no tenemos alas!!!!.

No le queda más remedio al grupo que moverse río arriba hacia El Vado de La Bruja si quieren cruzar el río. Desde el otro lado, el curvo grazna. La lluvia no hace acto de presencia de nuevo aunque la humedad es bastante alta a orillas del ancho río. Las aguas rugen al descender con abundante espuma. Resulta un poco dificultoso el andar por la rivera del río debido a las piedras pero poco a poco el terreno se vuelve más arenoso.

Coronáis una pequeña loma y El Vado de la Bruja, aparece delante de vosotros. Lo que debería ser un próspero poblado de cazadores y comerciantes es un lugar en el que el ruido del río y el graznar de los cuervos rompen el abrumador silencio. 

Desde la distancia, podéis ver la única calle del poblado con varios cadáveres tendidos en el suelo, gordos e hinchados y cubiertos de cuervos negros como la noche. A vuestra derecha,  a unos cientos de pasos, está el cuerpo de lo que parece una mujer pero la lluvia, la descomposición y los carroñeros, hacen difícil la identificación.

Podéis ver el ferry meciéndose en las rugientes aguas bien atado a los postes del embarcadero. La única parte mala es que tenéis que cruzar el poblado para alcanzar el ferry...

Una vez reunidos a la orilla del río, no tenemos otra alternativa que seguir su curso hasta el asentamiento. Pero cuando llegamos allí, sólo nos reciben los carroñeros con sus graznidos.

¿Parientes de nuestro plumífero guía? Espero que no...

- ¿La plaga? -pregunto a mis compañeros de fatigas.

- De cualquier modo, no es seguro atravesar este asentamiento...

Tras meditar unos instantes mis propias palabras, me ofrezco voluntario para ir de avanzadilla.

- Quedaos aquí. No tiene sentido arriesgarse a que nadie más se infecte. Yo ya estoy contagiado, iré a echar un vistazo y os haré una señal si es seguro.

Qué demonios... Probablemente ya estoy muerto y aún no me he dado cuenta.

 - No me gusta la idea de que nadie vaya sólo.... - lo interrumpe Lilith rápidamente - Si bien, aunque no me guste quedarme atrás, tienes razón en que no tiene sentido infectarse nadie más si no es necesario. De todos modos, si vas tu solo y te abaten nos quedaremos sin noticias. Necesitamos alguien diestro en el sigilo, ágil con el arco y rápido, que esté también infectado.......

Después del discurso de Lilith todas las miradas se cernieron sobre el indómito arquero.

 - Artros, ¿querrás hacernos el favor de acompañar a Itán? Y, por favor, no os metais en líos, basta con que observeis y volvais para contarnos que habeis visto, ¿de acuerdo?

Me duele el culo.

- Me parece bien, comprobad que todo esta bien, sino solo teneis que pegar un grito y en unas zancadas me planto alli. - Digo mientras e descuelgo el escudo y preparo mi hacha.

Artros, mira a Lilith un poco a disgusto pero con resignación. Finalmente, descuelga el arco y prepara una flecha. Le hace una seña a Itán con la cabeza antes de ponerse en marcha.

Artros e Itán, comienzan a caminar mientras Lilith, Morrowir y Kazurh los observan desde la loma.

A pesar de la humedad y la reciente lluvia, el lugar apesta a muerte y descomposición. Además, os llega el olor dulzón de la plaga. Según pasáis os dais cuenta que la mayoría de los cuerpos, tiene cortes horribles de armas y no simplemente de mordiscos o picotazos. También hay alguna que otra arma tirada por el suelo. 

Los cuervos, levantan el vuelo a vuestro paso y se encaraman en los aleros y tejados. Os miran con interés. Quizás con demasiado interés.

Llegáis a la entrada de la calle principal. Hay más cadáveres. Ahora, todos los aleros, tienen cuervos que os miran atentamente. Debe haber 20 cuervos al menos. Destellos amarillos, llegan de sus ojos... 

De repente, suena un golpe a vuestra derecha, arriba. Una contraventana se ha abierto golpeando la pared de madera. Una cara y una mano humanas, tras un cristal, se muestran débilmente antes de desaparecer. Como si fuese una señal, los cuervos se lanzan sobre vosotros...

Cuando estoy apunto de abrir la boca para manifestar mi acuerdo con Itán, va la pérfida hembra y me ofrece como carne de cañón.

¿Qué más de dará a ella si morimos o no? la cosa es salvar su gordo trasero. Aún estamos vivos joder ¿es que soy yo el único que lo nota?

La miro con los ojos cerrados, no me fío de ella. A regañadientes cogo mi arco y agarro una flecha.

Zorra- susurro bajito mientras me alejo para liberar mi cabreo hacia ella.

Al adentrarnos entre los cadáveres me concentro en los cuervos ignorando completamente a los cadáveres.

Al ver el efecto que ha tenido en los cuervos la persona de la ventana, llego a la conclusión de que si acabamos con ella, los cuervos nos dejarán en paz. Así que mi meta es llegar hasta esa casa y mientras disparo a los cuervos que puedo con las flechas.

Morrowir sacó su espada y escudo cuando vio a los cuervos abalanzarse sobre sus compañeros, seguramente presos de la locura producida por la enfermedad. ¡Retroceded, tendremos ventaja en algún espacio cerrado!

Una vez mas tenemos que enfrentarnos a enemigos, pero ene ste caso... bueno no son habituales. Es por ello que al ver al explorador entrar en una casa lo sigo raudo, y mas cuando mi amigo comenta lo de los espacios cerrados.

- ¡Buena idea! VAMOSSSS

  Finalmente, el ataque de los pájaros había dado al traste con la idea de una misión de exploración "relativamente tranquila". Era obvio que ibamos a tener que abrirnos paso a machetazos en toda nuestra aventura cruzando la espesura.

 Lilith no creía que sus habilidades místicas fueran necesárias para hacer frente a un grupo de cuervos, por lo que decidió ser útil al grupo de otra manera. Tomándo a la mula por el ronzal la hizo avanzar hacia dentro de la población, siguiendo a Kazhur y, cerrándo por lo tanto la marcha del grupo. Si alcanzábamos la casa que parecía ser el objetivo de los exploradores, tendría que forcejear con el animal para obligarlo a entrar en el edificio. Era obvio que no podía dejarla en el exterior con todos aquellos aprendices de buitres hambrientos.

Rápidamente, Artros dispara sobre uno de los cuervos más grandes. La flecha alcanza al animal pero no parece detenerlo. Simplemente grazna de forma fantasmal mientras se eleva. Artros corre hacia la casa mientras echa mano a otra flecha pero no puede evitar el ataque de otro de los cuervos gigantes. Por suerte para Artros, el animal golpea con su pico en la armadura antes de elevarse. Artros alcanza los soportales de las casas de la derecha y está un poco a resguardo de los ataques...

Itán, echa a correr tras Artros no sin antes, disparar a otro de los cuervos. El proyectil, apunto está de atravesar al gigantesco cuervo, que cae al suelo unos pasos más lejos y queda aleteando entre graznidos. Itán corre como alma que lleva el diablo mientras recarga el arco; pero no puede evitar que uno de los cuervos, se le eche encima y le pegue un fuerte picotazo en la mejilla que arranca un trozo de carne. La sangre mana y cae por el cuello del elfo. El cuervo se eleva de nuevo entre graznidos mientras el Elfo alcanza la protección de los soportales...

Mientras los cuervos más pequeños graznan y giran como locos en el aire, los más grandes, 9 de ellos, giran sin dejar de prestar atención a los dos intrusos que se mueven por los soportales hacia la casa que había marcado Artros. El décimo cuervo, sigue revoloteando en el suelo con la flecha clavada.

Mientras, los demás, con la mula a remolque, os acercáis al pueblo. Los cuervos, giran enloquecidos sobre vuestras cabezas con una algarabía de graznidos. Los más grandes, empiezan a centrar su atención en vosotros...