Partida Rol por web

Eeth asiente con un gruñido. Esperaba más de la seguridad del Canciller. ¿Cómo pueden haber dejado la plataforma tan vulnerable a un ataque de esas características? Dejó de nuevo el blaster al alcance de Quaad, aquel no era arma para él, aunque le había dado un buen servicio, desde luego. Cogió el sable láser y lo activó mientras asomaba por el hueco de la puerta del vehículo aéreo. Esperó a que la nave se colocase en posición para dejarlos y encargarse de la amenaza lo más rápidamente posible.

- Vamos, Numa - añadió brevemente antes de saltar.

Sobresaltados y sorprendidos al mismo tiempo por la valentía del canciller, Quaad el piloto se deja caer sobre la espantada plaza y posa la nave a escasos metros de una de las plataformas con repulsores. Frente a ésta, a un metro, se encuentra otra plataforma con los cuatro terroristas sonrientes y dispuestos a saltar sobre la siguiente plataforma, donde se encuentra Valorum suspendido ante la espectación creada en la plaza.
De repente, la plataforma en la que se encuentra el canciller gira sobre sí misma, dejando a Valorum fuera del alcance inmediato de los terroristas, que ya no sonríen tanto.
Un intrépido guardia senatorial ha conseguido controlar la plataforma de repulsores siguiente y subir a ella, intentando recoger al canciller antes de que cualquier terrorista le de caza o caiga al vacío.

En ese momento, desde la lejanía, Nakor aparece en un transporte ligero muy interesante justo a tiempo para ver la escena.

Me acerco con el aereotaxi a la plataforma mas cercana para que Eeth y Numa bajen. Después acelero de nuevo rumbo hacia el canciller y el guardia para indicarles que se suban cuanto antes al vehículo.

El más retrasado de los terroristas de la plataforma advierte el aerotaxi y los héroes, Eeth activa su sable láser dispuesto a devolver cuantos rayos se sucedan.

El Jedi usa su habilidad para desviar, proporcionándole una mayor defensa tanto para él como para la bella twi'lek.

Apenas un ligero movimiento de muñeca es suficiente a pesar de la distancia.

Sin dejar de desviar los disparos de los terroristas, el padawan se dirige estoicamente hacia ellos. Se expone a propósito para llamar su atención y desviar así el interés de ellos en el Canciller, que se debate en su precaria escapatoria. Si lograra alcanzarlos...

El sable ondeó una y otra vez, describiendo arcos azulados mientras el zabrak se movía con pasos cortos diagonales, en una suerte de baile de luz y esquiva. Tal y como le había enseñado su maestro, se concentró en la cadencia de los disparos enemigos, y ejecutó los movimientos en consecuencia, cerrando la línea con el sable y moviéndose a uno y otro lado mientras avanzaba implacablemente hacia ellos.

Los disparos se siguen sucediendo de una plataforma a otra. El Jedi parece extasiado en una especie de ritual de concentración con el que parece bailar al son de los rayos blasters, equivando y bloqueando cada uno de ellos.

El mayal 2 dispara sobre Eeth, que a pesar de su buena condición y equilibrio, no puede evitar un rasguño.

La twi'lek dispara contra uno de los terroristas devolviendo el fuego cruzado. El padawan queda sorpredido ante tal muestra de destreza, pues el terrorista cae inerte 10 metros abajo hasta chocar grotescamente contra el suelo de la plaza.

- Uno menos !! - grita, casi divertida de no ser por lo dramática de la situación.

De los dos terroristas más cercanos a la plataforma de la que cuelga el canciller, uno de ellos intenta saltar a la siguiente plataforma mientras el otro le cubre disparando sobe el guardia del canciller que hay más allá.

El alto resulta prodigioso, y llega sin ningún problema hasta la plataforma contigua, donde el canciller lucha por salvar su vida.
El otro dispara sobre el guardia que intenta inútilmente cubrirse y es impactado, hiriéndolo, aunque no es suficiente para impedir que ayude al canciller.

Con la mano sobre su grotesca herida, el guardia intenta aaceder a la plataforma del canciller de un salto, para poder interponerse entre asesino y objetivo. Consigue llegar, y encararse al sonriente terrorista...

El vehículo en el que monto resulta ser incluso más rápido de lo que creía, así que disfruto del trayecto, para qué negarlo, aprovechando su escaso volumen para colarme entre otros y ganar así algo de terreno hasta llegar a la plaza en cuestión, dónde empiezo a apreciar más acción, todavía algo lejana.
Entrecierro un poco los ojos, intentando ver más allá de mis posibilidades sin conseguirlo demasiado. Apenas alcanzo a ver la azulada piel de Numa y el brillante sable de Eeth cerca de ella, saltando por las plataformas aéreas peligrosamente, persiguiendo a los que supongo serán los terroristas.

Me inclino más sobre la aeromoto, cómo si así fuera a conseguir algo más de velocidad, dirigiéndome de forma directa hacia los hombres del Mayal, con toda la intención de derribarlos directamente o saltar sobre ellos en pleno vuelo. Ambas opciones me parecen igual de suicidad e interesantes... Lo malo es que la moto se descontrolaría y podría herir a alguien, así que tendré que conformarme con embestirles o dispararles en movimiento, así que voy desenfundado el blaster.

Nada iba según lo previsto pero bueno.. podría ser peor, por lo menos había uno menos de esos capullos. Acelero al máximo pasando zumbando junto al terrorista y el guardia, hasta detenerme justo al lado del senador aún precariamente agarrado al borde de la plataforma. Pulso el botón del panel de mandos y abro una de las puertas traseras para que pueda dejarse caer en el interior. Grito con fuerza al canciller y su escolta para que puedan reconocerme.

¿Necesitais un transporte?

Eeth se acercaba cada vez más a los terroristas. La herida en el brazo escocía como si le hubieran aplicado un metal al rojo y lo retorcieran, pero apretó los dientes y se obligó a continuar. No podía ceder. Estaba demasiado cerca de ellos, del Canciller, y había demasiado en juego. Aunque el cansancio se acumulaba en su cuello por mantener los brazos altos ahora que estaba más cerca de los terroristas, siguió ondeando el sable como le habían enseñado. No había tiempo para pensar, sólo estaba la Fuerza y su destino.

Podía ver el miedo en los rostros de sus atacantes. Ya había caído uno. Los mercenarios sabían cumplir su cometido, y ahora era él quien debía cumplir con el suyo.

La situación es la siguiente:

Eeth y Numa continúan atacando a los terroristas desde la plataforma y ven como van cayendo uno a uno. Las habilidades del padawan con el sable de luz y la genial destreza de la twi'lek no parece tener rival en los terroristas del Mayal.
Nakor se aproximaba a toda velocidad en su deslizadora particular y ya acechaba y acariciaba con fervor el calor de la batalla, pocos metros más abajo.
Desd ahí, podía contemplar al canciller colgando de la plataforma y al terrorista apuntándole directamente y sonriente. Más abajo, el guardia de seguridad gritaba escandalizado ante la idea de que matasen al canciller Valorum sin poder hacer nada al respecto, impotente.
Pero ahí llegaba Quaad, siempre avispado, con el aerotaxi en volandas intentando subir a bordo al canciller.

Pero... qué es eso ? Una figura vestida con un atuendo negro y amarillo salta de la lanzadera y aterriza en la tribuna principal, una por encima de la del canciller.
- Muerte al canciller supremo !! - grita, mientras se saca del cinturón un objeto largo y cilíndrico.
El objeto refulge cobrando vida, y de un extremo se extiende una reluciente hoja de un metro de largo. Es un sable de luz. El joven padawan lo reconoce entonces como Zegmont Pent, el líder del que habló el moribundo terrorista de la torre de control.

Justo cuando termina de hablar, un disparo de bláster sale de la lanzadera hacia el aerotaxi de Quaad... que no impacta en su objetivo, pero sí en el aerotaxi, desestabilizándolo y obligando al piloto a maniobrar hábilmente el aerovehículo.

Al canciller ? Te voy a dar yo a ti canciller, malvado !! - a la joven twi'lek no parece haberle hecho demasiada gracia el comentario del líder terrorista.

Sin embargo Zegmont Pent se encontraba tras otros dos terroristas, con intenciones de abordar la plataforma desde la que el canciller suspira por su vida.

El canciller contempla con horror como el técnico Quaad estáa punto de caer al vacío sobre la plaza y vuelve a asirse fuertemente a la cornisa de la plataforma. Sus opciones son escasas, y, echando una ojeada a la plataforma inferior desde donde el seguridad le grita que salte, se vuelve y se lanza sin pensárselo dos veces.

Haciendo alarde de una destreza descomunal para un hombre como se muestra el canciller supremo Valorum, alcanza la plataforma repulsora inferior cayendo sobre el seguridad que intentaba ayudarle. Rápidamente vuelve la cabeza y observa a los terroristas acercándose.

- Vamos hijo, esto aún no ha acabado.

Mayal 3, se siente sorprendido ante la acrobacia de Valorum, y a una orden de su jefe, Zegmont Pent, alza su bláster con todas las intenciones de matar al canciller de una vez por todas.

Viéndose poderoso en la altura, el terrorista parece muy seguro de acertar en esta ocasión.

- Hasta nunca, canciller. - una sonrisa carcajosa sale levemente de su boca.

Pero, en lugar de batir al canciller, el disparo blaster explota en la misma arma provocando una quemadura grave en la mano del terrorista y dejándolo si arma por momentos.

- AAAAAARGGGGGG!!!

Mayal 4, que observaba la escena desde la plataforma central es empujado cruelmente por Zegmont Pent hacia la plataforma siguiente, quedando a poca distancia del canciller. Su jefe estaba realmente encolerizado por la ineptitud de sus subordinados.

- Mátalo !!! - le grita.

El terrorista no pierde el tiempo y dispara hacia el canciller de nuevo, indefenso.

El impacto no consigue impactar en el canciller, gracias a que casi en su totalidad estaba cubierto por el guardia de seguridad, que da su vida protegiéndolo.

- Nooo !! - grita asustado el canciller bajo el cuerpo inerte y chamuscado.

Zegmont parece sonreir ahora.

¡¡Joder!!!

El basterazo impacta en la parte superior del aereotaxi, fundiendo la chapa y atravesando tambien la tapicería del asiento del copiloto. El susto me hace perder el control por momentos del aereotaxi y cuando finalmente lo recupero me doy cuenta de que el Canciller ya no está - Mierda, espero que no la haya diñado..- asomo la cabeza por la ventanilla con preacaución para buscarle mientras giro el vehículo.

Al localizarle bajo pisando el acelerador para detenerme cerca del canciller de nuevo, o le recogía pronto o a uno de los dos iban a volarle la cabeza.