Partida Rol por web

Suspiro con cierto alivio cuando al fin veo cómo el Canciller alcanza un lugar seguro, rodeado con rapidez por los distintos guardias de su propia torre. Sonrío con orgullo cuando me da las gracias, limitándome a asentir antes de centrar mi atención nuevamente en la lanzadera que cae, abriendo los ojos exageradamente y rezando interiormente para que ese descerebrado de Quaad lo consiga...

Al final parece que así es, y el trasto aéreo empieza a estabilizarse, así que según parece ya sólo queda una cosa por solucionar.
Los presentes ahogan un grito cuando el sable de ése tipo atraviesa la carne de Eeth, yo en cambio gruño furioso y vuelvo a poner la moto en marcha para regresar hasta la plataforma en cuestión y tenderle una mano. Valores como el "honor" de un duelo justo pasan a segundo plano cuando un amigo puede ser herido.

Eeth olió la carne quemada y su cuerpo se estremeció un segundo, sin dolor. Soltó un gruñido, pero no lo oyó, como si el aire huyera de su cuerpo y no quisiera regresar. Las piernas flaquearon y clavó una rodilla en la plataforma. De su costado comenzó a aumentar una quemazón que tiraba de su piel y le susurraba que perdiera el sentido.

No podía hacerlo. Meneó su cabeza. Era un padawan, un jedi. Aquel advenedizo maldito ni siquiera tenía la Fuerza de su lado, sólo una mentira con la que envenenaba las mentes inocentes e insultaba a la Orden. Sintió ascender la frustración y la ira, y sólo un nudo en la garganta logró frenarla, un instante apenas, hasta que el rugido de rabia se abrió paso y resonó iracundo mientras levantaba de nuevo su mano y descargaba un tajo lleno de desesperación y amarga resolución.

En lo alto de la plataforma, frente a la multitud atenta, consciente de repente de todo, como si la Fuerza hubiera acudido en su ayuda para abrir sus doloridos ojos, frenó el golpe brutal, o lo esquivó el terrorista. Ambos volvieron al baile de luz, aunque raro, ya que el contrincante no peleaba como un auténtico jedi, sino como alguien que se había habituado a un arma exótica. Con la mente más serena superó el dolor e impuso un ritmo continuo, evitando los movimientos que le hacían daño. Aprovechando la debilidad del padawan, el terrorista pudo aún esquivar algún golpe, pero Eeth se movía implacablemente y no cedía terreno. Finalmente, aprovechando un arco largo lanzado para ganar tiempo, llevó el brazo hacia atrás y se impulsó hacia el terrorista para descargar un golpe final, lleno de todas sus emociones contenida, de sus aspiraciones y del fin que creía cercano.

**Estoy bien, estoy bien!!**

Activo el comunicador con Nakor mientras sigo abriéndome paso y apartando a un lado al capullo humeante para tomar los mandos. Respiro aliviado cuando logro enderezar la lanzadera y evitar la colisión. Como no había nadie que me diera la enhorabuena ante tamaña locura tuve que darme las gracias yo mismo.

**-Joder, Quaad..¡ eres el puto amo!!

-¿Acaso lo dudabas nena?**

Je.. sere imparable en la cantina cuando se lo cuente a las feminas.

Coff.. -se aclara la garganta para disimular al recordar que el comunicador aún sigue activo-** Ehh todo en orden por aqui, veo que Eeth ha hecho filetes al cabrón maestro. Esperadme allí, voy a recogeros.**

Cuando Nakor llega con su moto propulsora hasta la plataforma, observa como el padawan impacta en un hábil movimiento en Zegmont Pent y éste tira su supuesto sable láser al suelo en un grito ahogado. Se queda paralizado unos instantes mientras retrocede incrédulo mirándose su mortal herida. Alza la cabeza encolerizado hacia Eeth mientras trastabillea dando unos pasos hacia atrás... - Mal... malditos... - parecen ser sus últimas palabras, pues cae hacia atrás y de espaldas hasta el duro suelo de la plaza, produciendo un ruido seco que se oye en kilómetros a la redonda, pues el silencio en la plaza es absoluto. La escena del que fue el líder terrorista junto a otros tantos caídos es espeluznante.

Quaad asciende hasta la plataforma con la lanzadera y va a la ayuda junto con Nakor para interesarse por la salud del padawan. Es entonces, estando los tres juntos, cuando el público comienza a vitorear y aplaudir a los tres héroes, aquellos que habían salvado la vida del canciller y de seguramente decenas de inocentes de la plaza, por no decir de la República en sí. Desde ahí, se puede observar a un maltrecho canciller sonriente y vitoreante saludando al trío de héroes. Incluso la bella hija de algún rico noble intenta llamar la atención del técnico, alzando brazos muy sonriente.

Pero, qué fue de Numa ?
La twi'lek aparece en las plataformas posteriores, saludando a los héroes, incapaz de haber actuado más.

Al llegar finalmente hasta la plataforma y bajar del vehículo alarmado, veo estupefacto cómo el cuerpo del supuesto "jedi oscuro" cae hasta la plaza muriendo sin remedio, así que mi cuerpo se va relajando progresivamente a la vez que una sonrisa de orgullo y satisfacción llena mi rostro.
-Bien hecho... ¡a los dos!- doy unas palmadas algo fuertes en los hombros de ambos compañeros, y poco después somo vitoreados en masa por todos los espectadores improvisados que han presenciado la extraña batalla.

Miro alrededor sintiéndome abrumado. Soy uno de los "buenos" y por una vez parece que la gente nos quiere de verdad en vez de usarnos sólo cómo dianas de sus hortalizas.
Dirijo a Quaad una mirada cómplice algo burlona. El asunto resulta casi irónico pero al final saludo con una mano a nadie en concreto hasta reprimirme.

-Será mejor que vayamos a la torre y alguien te mire eso- digo a Eeth haciendo referencia a su fea herida para ayudarle a subir a la lanzadera que ha traído Quaad.
Sin duda hoy será uno de esos días en los que puedes dormir a rienda suelta sabiendo que has hecho lo adecuado... y además has ganado un buen pastón por ello.

¡¡Wooooooohoooooooo !!!!!

Doy un puñetazo de colegas en el hombro de Eeth y Nakor y después observo a la masa de gente que nos vitorea con cara de bobo. Ninguno estabamos preparados para la fama pero parecía que no estaba tan mal. Entre la masa hay también todo tipo de chicas bonitas por lo que me arreglo y abrocho un poco la camisa hawaiana , que a estas alturas ya estaba llena de grasa de motor,sudor y sangre y despúes adopto una pose más molona , saludando en especial a la hija del noble.

¿Has visto eso,tio? Está coladita por mí , tio.

De pronto Nakor dice de volver para abajo ya y aunque me gustaría quedarme un poco más fardando ante mis admiradoras es mejor bajar y conocerlas cara a cara.

Vale, vale.. vosotros iros a la torre , que yo tengo unos "asuntos" por allí abajo..

Sonrio aún eufórico y una vez estamos todos en la lanzadera tomo los mandos para bajar a la plaza, con cuidado de no aplastar a ninguna admiradora.

Eeth vio la caída de Zegmont Pent y fue entonces cuando sintió cómo sus propias fuerzas lo abandonaban. Apagó el sable y lo ajustó a su cinturón, y entonces deformó su postura para proteger con el brazo y el ángulo de su cuerpo la herida que le atormentaba en el costado. Sus compañeros llegaron entonces, y al ver que lo zarandeaban, expuso sólo su costado sano y recibió los saludos con la mejor de sus doloridas sonrisas. Casi no podía respirar. Mareado, devolvió el saludo a sus compañeros, sin hablar. Le costaba dejar que el aire saliera por su boca. La multitud se fundió en una gran mancha multicolor y el padawan siguió los pasos de lo que parecía ser la mancha de Nakor, con la esperanza de que le sacara de allí. Necesitaba reposo y cuidados inmediatamente y se lo haría saber a los guardias, si es que nadie lo imaginaba ya. Sólo la Fuerza sabía lo doloroso que resultaba moverse. Saludó a la mancha del Canciller a su paso junto a él, y se concentró en permanecer consciente todo el tiempo posible. Quizá con suerte podría alcanzar la enfermería antes de desvanecerse. Tampoco le importaba demasiado. Sólo era que no quería causar más inconvenientes. Por lo demás, se sentía invadido por una extraordinaria paz.