Partida Rol por web

Las palabras del Demorthén os hacen miraros con cierta esperanza. ¡Un mapa! Rápidamente, Yldiane revisa su mochila buscando algunos pergaminos. Ahora que tiene tiempo para pararse a mirarlos, encuentra uno que puede parecerse al lugar en el que estáis.

Sin embargo, hay algo que no termina de encajar. Por el tiempo que habéis estado caminando entre las ruinas, estáis convencidos de que, hay algo raro. Tal vez habeis caminado en círculos por la niebla, o el lugar es mucho más grande de lo que da la impresión por el mapa, pero desde luego hay algo que no está bien.

Ean permaneció en silencio, escuchando con atención todo lo que se decía, pero sobretodo observando todo lo que decían y hacían los nuevos compañeros de grupo. Aunque bajo su arma también y se sentó en la hoguera junto a Arven, no dejaba de observarlos sin acabara de fiarse.

Mientras hablaba de un mapa y Yldiane empezaba a buscarlo, Ean soltó una pregunta.

- Vale, así que por lo que se ve somos supercolegas todos y hemos venido juntos de la mano- entonces porqué no os recuerdo a vosotros como recuerdo al resto? - Y estábamos buscando la salida y tal, sí...pero alguno de vosotros recuerda a que venimos a estas ruinas?

Entonces Ean se fija en el mapa que saca Yldiane. -En serio? Pues a todas luces parece que el lugar en el que estamos no tiene nada que ver con eso...o alguien a fallado en las proporciones...

- Decís que habéis perdido parte de la memoria ¿Cuanta conserváis?- Inquirió Liam educadamente mientras cosía con doble punto la pierna de Arven. No estaba seguro de la afirmación del anciano, pero prefería prevenir que curar. Y después de todo Arven se lo había buscado, con toda esa carrera sería difícil no dejar marca en la piel.- ¿Recordáis si os rodeaba una extraña niebla cuando empezó vuestro episodio inicial de amnesia? - Puedes cogerle la mano si quieres.- Indicó Liam al guerrero que parecía tan interesado en la dorada guerrera sin levantar la vista de lo que hacía.- Esto le va a doler y esas cosas ayudan a aguantar sin moverse. - Creo que la pregunta de Ean es la clave de este lio. Exactamente ¿Que veníamos a hacer aquí? ¿Donde es aquí? ¿Y por que les interesa tanto a los reizhianos esto?- Preguntó el joven con el tono calmo que siempre adoptaba cuando estaba concentrado en algo. Y mientras lo decía fue esparciendo una serie de productos y de hierbas sobre un trapo limpio. Usaría un apósito compresivo y una mezcla cicatrizante. Por mucho que los efectos de esa niebla anulasen la regeneración natural del cuerpo no creía que pudiesen contra las leyes de la naturaleza.

Mientras Liam lleva a cabo su trabajo con la impulsiva Arven y continúa preguntando acerca de cuestiones que empiezo a dudar tengan respuesta, me acerco discretamente a Yldiane. Aprovecho para echar un vistazo a un mapa que parece ridículamente simple en comparación con lo que hemos visto hasta ahora de este lugar. Deduzco que debemos de encontrarnos en la zona marcada como «laberinto».

—Yldiane —inquiero en voz baja para no interrumpir las conversaciones que están teniendo lugar—, ¿crees que con ese mapa ya podrías sacarnos fuera de aquí? ¿O al menos tener una idea de por dónde empezar a buscar la salida?

Si Yldiane no puede encontrar la salida de este lugar, nadie puede.

Los minutos pasan. Las voces se escuchan en mis oídos, las preguntas se suceden, los sentimientos afloran y las suspicacias vienen y van. 

La niebla permanece.

Mi cabeza, mientras tanto, da vueltas a todo lo que recuerdo. Desde que hemos "despertado" en medio de esas ruinas. Inconscientemente, mi mano sube hasta el fular que llevo enrollado al cuello y lo subo más, como si no dejar que pase ni un resquicio de esa maldita bruma a mi nariz o mi boca vaya a servirme de algo. Mis ojos están fijos en las manos de Liam, en los movimientos calmados y metódicos que realiza para coser la herida de mi amiga de la infancia... Eso es, nosotros nos conocemos de antes, los que dábamos vueltas por las ruinas... Pero ¿y los que están alrededor de esta hoguera? Recuerdo la hoguera, pero, ¿los recuerdo a ellos? 

Entonces los escucho hablar sobre los reizhianos, el soldado que vimos Ean y yo al volver, el que mató Liam, llevaba la enseña reizhiana y... ¿Mapa? ¿Qué mapa? De pronto los pensamientos de mi cabeza se desvanecen de golpe y comienzo a rebuscar frenéticamente en mi mochila... ¿Cómo no se me ha ocurrido antes? En ese instante lo encuentro, un mapa, es un mapa de estas ruinas, por lo que parece. Hay estructuras similares, sí... Pero algo no encaja, algo es diferente, como si el pergamino fuera demasiado simple. 

Lo único que me parece perfectamente asequible a lo que hemos vivido en los minutos pasados, es el laberinto. ¿Pero qué hacemos aquí? ¿Cómo hemos llegado? Esas son las preguntas importantes, así que me dedico a escuchar las respuestas a todo lo que han preguntado mis compañeros mientras inspecciono el mapa con detenimiento, tratando de ubicar espacialmente todo lo que he visto y recorrido y asemejarlo con el documento. ¡Vamos, llevo toda la vida en los caminos, no puede ser tan difícil!

Y, sin embargo, sigo pensando que lo que vuelve todo esto tan extraño es esta maldita niebla... La niebla que me ha mosqueado desde el primer momento, cuando me di cuenta de que algo ahí no encajaba, el tipo de musgo y de vegetación no encaja con la zona en la que se supone que estamos o el estrato donde se supone que estamos... 

Suspiro cuando escucho las preguntas de Mòr.

—No lo sé —susurro, al tiempo que le doy un par de vueltas al mapa para verlo desde diferentes perspectivas y mi vista se pierde al frente, entre la bruma, tratando de buscar algún indicio de lo que sea que no sea más maldita niebla—; me gustaría contestarte que sí, pero no lo sé... Estoy intentando determinar una zona donde podamos estar. 

Mientras observo el mapa trato de recordar el camino hasta allí, los muros por lo que hemos pasado, la forma que tenían... ¿Eran rectos o redondeados? ¿Más grandes o más pequeños? ¿Cuántos había juntos? No debería serme tan difícil ubicarnos en un puñetero mapa... 

Echo un vistazo al mapa, aunque espero a que todos mis compañeros hayan tenido ocasión de hacerlo antes. Es extraño: a pesar de que hay tierra mojada bajo nuestros pies y árboles muertos a nuestro alrededor, el pergamino que sostiene Yldiane parece el plano de un edificio, con estancias separadas mediante muros.

Mi mente discurre con rapidez. Si estamos en un interior, no tenemos forma de orientarnos. Los troncos de los árboles no presentarán una capa de musgo en su cara norte, o al menos, no necesariamente, y será imposible guiarse gracias al sol.

—Creo que nuestra única posibilidad consiste en mantener un rumbo fijo hasta toparnos con una pared, y luego recorrerla hasta dar con una puerta. ¿A alguien se le ocurre otra cosa?

Casi tengo esperanzas en que mi idea no sea la mejor.

El anciano coge algo de su túnica, lo pone entre las manos y empieza a balancearse ligeramente, como si entrase en trance. Es el guerrero moreno que se ha mostrado más amable hasta el momento quien contesta vuestras preguntas.

- Nuestros recuerdos empiezan montando este campamento - explica. - Y sí, ya estábamos rodeados por la niebla cuando llegamos aquí. - Mira al anciano y agita la cabeza con un evidente gesto de disgusto. - Si ha vuelto a entrar en trance podrá pasarse así horas - explica. - Pero antes nos contó que esto era una fábrica magientífica. Tal vez eso explique el interés de los espías de Reizh.

Empezáis a mirar el mapa con atención. El título concuerda con la explicación del guerrero y parece evidente que os encontráis en la zona que está marcada como "laberinto". Sin embargo, no hay un recorrido claro en esa parte del mapa, que son más líneas dibujadas en direcciones aleatorias que un plano en sí mismo.

Yldiane observa el dibujo y en seguida desiste de tratar de localizaros en él. Si la escala del mapa fuese correcta, con todo lo que habéis caminado ya hace tiempo que deberíais haber salido de esa zona, así que o bien el mapa está mal o la niebla os ha desorientado más de lo que esperábais.

- Me temo que esa va a ser vuestra mejor opción - dice el hombre cuando escucha las palabras de Urvan. A pesar de que el adepto del Templo es más dado a guiarse por el instinto que por la lógica, su propuesta parece la única opción plausible en este momento. - Siempre que consigáis caminar en línea recta a través de estas ruinas con la niebla - añade, mirando a Yldiane, que se siente con confianza suficiente como para guiaros en esa tarea.

El hombre de pelo oscuro empieza a hablar. Dice algo de una fábrica, pero… una fábrica, ¿de qué? No importa. Hace tiempo que mi mente está en otro lugar. Hay asuntos más urgentes que atender, como por ejemplo, salir de aquí.

—Escuchad… —digo en voz baja, pensando mientras hablo—. Lo único que se me ocurre es que Yldiane vaya delante, marcando el suelo con su carath cada pocos pasos. De esa manera, incluso si la niebla nos impide ver más allá de unos metros, podemos ir mirando atrás y asegurarnos de que las marcas están en línea. —Dudo unos instantes antes de continuar—. No sería una línea perfecta, claro… pero no creo que nos desviáramos mucho. No tanto como para volver por donde veníamos, al menos. ¿Qué os parece?

Dedico unos instantes a meditar acerca de otras posibilidades. En teoría, estamos en el interior de una estancia descomunal, y sin embargo, es evidente que hay alguna forma de luz, ya que no estamos a oscuras. Había dado por hecho que se trataba del sol, pero ahora está claro que no es una fuente de iluminación natural. Y si es artificial, lo más probable es que sea inmóvil.

Miro al suelo junto a mis pies.

Mis ojos miran a Urvan con expresión inexpresiva. Casi como si pudiera adivinar sus pensamientos, empiezo a mascullar en voz alta:

—Daedemorthys... Fabrican cosas terribles con la sangre corrompida de la tierra...

Lo cierto es que ni siquiera recuerdo cómo sé lo que acabo de decir, o si acaso es cierto, pero esta impresión está muy viva en mi corazón. Escucho al caballero del Templo sin interrumpirlo ni una sola vez. Aunque lo que propone parece tener sentido, la lógica no parece servir de mucho en este lugar. Y ahora que sabemos dónde estamos, todo parece mucho más claros. Somos víctimas de uno de los maleficios de los daedemorthys. No obstante, lo que es seguro es que como no vamos a encontrar la salida es quedándonos aquí sin hacer nada.

—Merece la pena intentarlo —respondo una vez Urvan ha terminado—. Si caminamos en fila, separados a unos pasos unos de otros, no es muy fácil que nos desviemos demasiado...

Ahora solo espero que el plan funcione. En caso contrario, se me ocurren pocas ideas más.

Me mantengo en silencio largo rato, escuchando las opiniones y las impresiones de los demás... Magiencia... ¿En serio? ¿Toda esta niebla, la sensación que tengo constante de que no es natural...? Es posible. Claro que lo es. No obstante, algo no me termina de cuadrar.

Me vuelvo hacia Urvan, cuya impresión no acaba de convencerme del todo.

—No tengo tan claro que estemos dentro de algo... —digo entonces en voz baja, como si de pronto tuviese miedo de perturbar lo que pudiese morar allí, dormido, en letargo— Más bien me da la impresión de que estamos pisando sus ruinas... Pero todo puede ser, claro está.

Entonces escucho la propuesta del plan y no me parece mal. A falta de nada mejor, ir en línea recta hasta encontrar una pared no me parece mal y después seguir la pared hasta llegar a... ¿A dónde? ¿A una salida? Dudo que sea tan fácil, pero lo podemos intentar. Al menos, cuando llegue a una pared podré comprobar si es recta o curva, las dimensiones aproximadas que tiene y, ¿quién sabe? Puede que así logre hacerme una idea de dónde demonios estamos en este mapa cuyo dibujante ha decidido que la escala no era importante...

—Bien, ¿quién viene conmigo entonces? —digo, con la idea de ponerme en marcha cuanto antes.

Quiero salir de aquí ya. Inconscientemente me subo el fular de nuevo, tapando siempre mi boca y mi nariz lo mejor posible. Justo donde estoy hago la primera marca en el suelo con el Carath, cuanto antes empecemos, mejor.

Liam escuchó al grupo, pero obvio que su mente estaba muy lejos de allí. El joven se ocupaba de las heridas de Arven mientras pensaba en aquella extraña niebla y sus efectos. Fuese lo que fuese parecía haber afectado también a los espíritus de la tierra, algo bastante curioso. Y si la instalación estaba en ruinas ¿Que hacían allí esos agentes de Reizh? ¿Y por que habían venido ellos a las ruinas sin información adecuada sobre los fenomenos que en ellas ocurrían? No le sonaba propio de si mismo. Ni acababa de creerse lo que aquellos hombres les habían contado. Pero por desgracia descifrar expresiones no estaba entre sus habilidades. Pero los pensamiento del joven se interrumpieron como una carreta a la que se le sale una rueda del eje al escuchar a Yldiane. Liam no pudo evitar mirar a la muchacha con preocupación. Aunque por suerte había terminado de coser la herida de Arven y solo tuvo que disculparse por presionar demasiado aplicando el vendaje. - ¿Estas segura de que volver a separarnos es lo más conveniente?- Preguntó el joven con toda la delicadeza de que fue capaz.

—No —le respondo al momento—, pero es lo único que podemos hacer, ¿no es así? Hasta ahora el plan de Urvan es el único que tenemos para encontrar una salida de este maldito lugar y no veo a todo el mundo por la labor de levantarse y buscarla todos juntos... —termino mirando al anciano y al guerrero rubio que se ha empeñado en no moverse de allí hasta que vuelvan sus hombres— Así que...

Me encojo de hombros, resignada. No es que tenga mucha confianza en dar por casualidad con una salida siguiendo una pared, per a falta de un plan mejor, al menos buscando paredes podría intentar hacerme una idea de dónde estamos.

Observas la niebla, tratando de analizarla de una forma más sistemática, pero sigues sin tener claros sus orígenes. Has oído hablar de brumas aún más densas que estas, que a penas permiten a un hombre adulto ver la punta de sus pies, pero no has viajado tanto como para encontrarte alguna vez con ellas.

Piensas en las palabras del viejo y crees que puede tener razón, que todo esto tenga un origen magientífico, pero te faltan datos para estar seguro. Si el mapa que tiene Yldiane está bien es posible que en esa refinería puedas encontrar algo más de información.

Cogéis una de vuestras cuerdas y la extendéis entre vosotros, de forma que os permita estar seguros de que vais todos juntos y os facilite comprobar que camináis en línea recta. Os dáis la vuelta para despediros del guerrero moreno que se ha mostrado más amable cuando la voz del anciano os sobresalta una vez más.

- ¡No olvidéis la Capilla! - dice con tono grave. - Oculta secretos...

Os volvéis hacia él para preguntarle a qué se refiere, pero el hombre parece haber entrado en trance, balanceándose lentamente mientras sujeta la piedra grabada que cuelga de su cuello y murmurando en un tono ininteligible. Parece evidente que no va a decir nada más.

Encogiéndoos de hombros, emprendéis el camino. Cada pocos pasos os paráis un momento a comprobar que seguís avanzando en línea recta. La idea de marcar el suelo con el carath dura exactamente hasta que las piedras impiden clavar la punta de acero del bastón de viaje y cuando un muro derrumbado os corta el camino obligándoos a bordearlo perdéis la referencia de la línea recta por la que avanzabais.

Lo ponéis todo de vuestra parte para seguir avanzando, pues sabéis que es vuestra única opción para salir de aquí. Sin embargo, seguís mirando la niebla con preocupación, preguntándoos qué efecto tendrá sobre vosotros. Sea como sea, hasta ahora seguís manteniendo vuestros recuerdos, que es más de lo que podíais decir hace unas horas.

Arven se levantó decidida, una vez que Liam terminó de enredar con su pierna.

-Iré detrás de Yldiane, si pasa algo, estaré en primera fila para defenderos a todos-  Miró a Liam

-Aún en mi estado- Sus ojos no admitían réplica alguna. Se ajustó bien la cuerda y desenfundó su espada, dejando el escudo en su espalda. Necesitaba una mano libre, al menos de momento.

-Preparada- Su voz transmitía confianza y seguridad, aquella niebla, y aquello que estuviese detrás de todo, no se saldría con la suya. Estaba segura.

Asiento cuando Arven se coloca justo detrás de mí. Algo me dice que ella cubrirá mi espalda, porque siempre lo ha hecho... Sé que me puedo fiar de mi amiga de la infancia, así que agarro un extremo de la cuerda con la mano izquierda, enrollándola en ella un par de veces, y sujeto el Carath con la derecha, firmemente. 

Comienzo a caminar dándole vueltas a las palabras del anciano... La Capilla... ¿Qué Capilla? En el plano no se menciona ninguna Capilla... Evidentemente. Voy marcando el suelo con el cayado inconscientemente, mientras medito sobre ello, caminando en línea recta sin darme cuenta de que la punta del mismo ha pasado de tierra a piedras y ya no marca nada por mucho que vaya golpeando el suelo; ni siquiera me doy cuenta de que el ruido que hace no es el mismo... Hasta que de pronto topo con un muro semiderruido y entonces sí me detengo en seco, alzando la vista de pronto y haciendo que mis pensamientos sobre la susodicha Capilla se me olviden de golpe.

Se acabó la línea recta. 

Así que giro hacia un lado y comienzo a caminar en esa dirección, siguiendo el muro. Vale, es cierto que ya no vamos en la línea recta que queríamos, pero ése era el plan al fin y al cabo, ¿no? Topar con una pared y seguirla. Además, de momento sólo hemos girado una vez, confío en poder encontrar el camino de vuelta, de momento.

"¡Menuda mensajera sería si no fuera capaz de hacer algo así!" pienso "¿...no?".

En estos momentos no lo tengo tan claro. 

—¡Maldita sea esta niebla y todos sus efectos! —blasfemando por lo bajo, me subo automáticamente el pañuelo alrededor de mi cuello, mi nariz y mi boca, aunque ya ha quedado demostrado que no me sirve de nada. 

Las extrañas palabras del demorthèn, inmediatamente antes de nuestra partida, consiguen erizar los vellos de todo mi cuerpo. No tanto por las palabras en sí o por su críptica naturaleza, sino por el estado en que se encuentra el anciano cuando las pronuncia. Casi pareciera que la voz de los propios c’maoghs abandonasen su boca, dotando a lo que dice de un significado ominoso y de una certeza profética. No olvidaré tener cuidado con esa Capilla…

Finalmente, después de un tiempo y de unos cuestionamientos que me parecen innecesarios, abandonamos la luz del campamento. Caminamos entre los escombros, navegando por la niebla, siguiendo el faro que es Yldiane. Cada cierto tiempo voy mirando hacia atrás para comprobar nuestra posible desviación, pero pronto llegamos a una zona de suelo rocoso donde no podemos seguir guiándonos por las hendiduras que hace la varigal con su carath, lo que nos deja de nuevo dependientes de nuestros propios medios y de nuestra intuición. Examino con una atención casi mareante todos y cada uno de los elementos del terreno inmediato, buscando puntos de referencia que nos permitan mantener una ruta coherente con nuestro plan inicial.

Cuando topamos con un muro, toca la segunda parte: seguirlo hasta encontrar una salida… o si acaso, aunque solo sea un lugar diferente. Sin embargo, una duda asalta mi mente: ¿Y si hemos topado con un elemento aislado dentro del recinto, como un edificio? Seguir sus muros solo nos serviría para ir dando vueltas, sin llegar a ningún sitio.

Rezo a los c’maoghs, si es que no han abandonado por completo este lugar, por su orientación y su protección.

Liam suspiró pero siguió al grupo. Ni siquiera había podido comentar la idoneidad de investigar la instalación para tratar de hallar explicaciones, en lugar de simplemente tratar de salir de allí. Pero ese era el problema de ser una persona que pensaba en un mundo de gente que actuaba. El joven esterilizó una pieza de tela y con vendas ató varias hierbas filtrantes sobre su nariz y su boca (El olor de la dracnea y la turba se le quedaría pegado una semana pero sería un buen experimento.) y siguió a sus compañeros. Para bien o para mal.

«No olvidéis la Capilla». Las palabras del anciano aún resuenan en mi cabeza mucho tiempo después de abandonar la relativa seguridad del campamento. Ojalá su aviso hubiera llegado a tiempo: ni siquiera recuerdo qué almorcé ayer, o si lo hice. En cualquier caso, si en nuestra andadura nos topamos con cualquier cosa que se parezca en lo más mínimo a una capilla, pienso dedicarle toda mi atención, especialmente si, tal como dijo el hombre, alberga secretos. Tal vez contenga información que nos ayude a recordar qué estamos haciendo aquí, o a dónde debemos ir a continuación. Huir sería estupendo, pero no hay que olvidar que si estamos en este extraño lugar es por una razón que nos trajo.

Vuelvo al aquí y al ahora cuando nos vemos obligados a rodear un obstáculo. ¿Cuánto tiempo ha pasado? No lo sé. Miro a mi alrededor un momento, como despertando de un largo sueño, y compruebo aliviado que mis compañeros siguen conmigo. Sus rostros, sin embargo, muestran el cansancio que todos sentimos a estas alturas, un cansancio que espero no se convierta en desesperación.

Empiezo a canturrear lo primero que me viene a la mente. Mi voz suena áspera al principio a causa del tiempo que he pasado en silencio, pero poco a poco recupera su timbre suave y melodioso. Me siento raro, pero no me permito parar. Debemos mantenernos firmes, y si esto es todo lo que puedo aportar en estos momentos a la frágil moral de los míos, esto es lo que les daré.

«Soustraine, no nos abandones».

No olvidéis la capillaaaaaaa...si claro, que intenta, ¿darnos miedo el abuelete? Vaya grupo más variopinto de personajes, uno que no se mueve sin sus “chicos” el otro que se pone a meditar cuando necesitamos de todos los ojos posibles para encontrar la salida de este puto sitio...bah! Que les den, supongo que nos deben pagar y mucho para que vayamos con ellos...

El arquero se fija en que la conga ya esta casi montada, y por lo que se ve, todos los hombres quieren ir detrás de la rubia...así que Ean se espera pacientemente y se coloca el ultimo de la fila.

Solo espero que no nos pongamos a cantar cancioncitas ahora...

Ean guarda la ballesta y desenfunda la espada. Con tanta niebla mejor algo de corta distancia. Al cabo de poco el “superplan” de marcar el suelo se ve perturbado porqué dejan la arena para adentrarse en la roca, y encima un muro les impide seguir en linea recta. Mierda, tendremos que volver a reunir al consejo de sabios, estas ruinas son más listas que nosotros...Una sonrisa aflora a sus labios.