Partida Rol por web

La tensión se puede palpar en el ambiente y, a la hora de colocaros, lo hacéis entre protestas y miradas torvas. Tal vez en una situación más tranquila habríais podido hablar con calma y exponer distintos puntos de vista, pero esta niebla y este laberinto os tienen tocada la moral.

Seguís avanzando y Ean en seguida se da cuenta de que os estáis empezando a torcer. Siendo el último del grupo es el que mejor perspectiva tiene de la línea que forma la cuerda, pero finalmente os guíais por el instinto de la varigal, secundada por Urvan y Mòr, que difícilmente se pondrían de acuerdo en algo que no estuvieran seguros después de haber tenido sus más y sus menos para situarse de forma que pudieran echar una mano a Arven en caso de que la guerrera flaquease por sus heridas.

Bordeáis el muro y luego una columna más. Pero al llegar a una tercera pared Yldiane, concentrada en avanzar siempre en la misma dirección, olvida que está aún atada a los demás. La cuerda se engancha en el muro, desestabilizando el ya precario equilibrio de las piedras. Al igual que le ocurriera a Liam mientras seguían a la figura hacia el campamento, el muro se desploma sobre la mujer.

Yldiane se echa hacia un lado, pero no consigue evitar que una de las piedras le golpee el tobillo. Rápidamente, Liam se adelanta y observa el golpe. Le saldrá un buen moratón, pero no hay nada roto ni ninguna lesión seria. En cuanto comprueban que se puede poner en pie y seguir caminando, la chica se empeña en continuar avanzando.

No tardáis demasiado en llegar hasta una nueva pared, pero esta tiene algo distinto. Parece más sólida que el resto y se alza por encima de la niebla, de forma que no podéis ver su altura completa. Por algún motivo que no alcanzáis a discernir, pensáis en un faro o una atalaya, que arde en su parte más alta con una llama que da esperanza a todo el que la ve. Pero que también es un aviso de peligro.

Sin embargo, el peligro no os ha abandonado desde que entrasteis en estas nieblas, así que os aferráis a la esperanza de poder encontrar la salida a este maldito laberinto y aceleráis el paso siguiendo la pared. Unos minutos después, véis una sombra que interrumpe el inmenso muro. Por un momento se os hace un nudo en el estómago, pensando que también estará derrumbado un poco más adelante, pero luego os dáis cuenta de que no es así. Habéis encontrado una puerta.

Liam no sabía a que jugaban Urvan y Mhor, aunque él prefirió no quedarse cerca para verlo, sobretodo al ver como les miraba de reojo Arven. Habían formas menos dolorosas de hacerse daño que buscarle las cosquillas a la luchadora. El joven se quedó el penúltimo con Ean a su espalda que lo miraba todo con una sonrisa torva y unos ojos rapaces. Liam no pudo menos que pensar que si debía dinero a aquel tipo mejor si lo recordaba antes que él. En cualquier caso no podía hacerle nada, y fiel a su filosofía Liam se dedicó a contemplarlo todo y a memorizar los detalles esperando encontrar información que procesar. El que fuese útil o no era algo secundario para el muchacho, para el cual la adquisición de conocimientos era primordial. Sin embargo salió de golpe de sus cavilaciones cuando escucho el grito de Yliane junto al sonido del desplome de una pared, que le recordó dolorosamente las contusiones de sus piernas. Antes de darse cuenta el joven había cortado el nudo de su cuerda con la daga y había llegado hasta donde había caído la pelirroja en dos saltos. - No te levantes, primero déjame comprobar si tienes algo roto.- Ordenó el joven por costumbre antes de recordar con quien hablaba y tragar saliva para añadir con una sonrisa.- Por favor. Por suerte la pelirroja no tenía más que unas feas contusiones en sus bien ejercitadas piernas, aunque Liam acabó bastante nervioso por la mirada penetrante y aguda que le dirigía la muchacha y pronto se separó de ella con cierto sonrojo. - So-solo han sido unos golpes, puedo aplicarte una pom...- Dijo el joven mientras Yliane se levantaba y se quedaba hablando con las piedras. Aunque en su beneficio tenía que decir que parecían escucharle todas. Con un suspiro Liam volvió a su posición haciendo otro nudo en la cuerda y se dispuso a seguir a los demás un tanto más inquieto y un tanto muy desconcentrado.

«¡Todo este lugar se cae a pedazos! —pienso cuando, con un crujido seco y sordo, la piedra se resquebraja y cae sobre Yldiane como un trozo de hueso carbonizado—. Más nos valdría abrirnos una salida en la roca que buscar alguna que ya exista…».

Aprieto el paso y me sitúo junto a Yldiane para asegurarme de que no ha sufrido daños severos. Sin embargo, la valerosa varigal no tarda en levantarse, como si solo hubiese sufrido un ligero tropezón. Hay mucha fuerza en esta mujer. Una vez ha quedado claro que no hay nada grave que lamentar, la joven de cabellos cobrizos continúa guiándonos, infatigable. De no ser por ella, estaríamos perdidos.

Al cabo de un rato que ni siquiera soy capaz de valorar, pues he perdido el sentido del tiempo, algo cambia. Una perturbación en el muro resulta visible en la distancia, entre la niebla. A medida que nos acercamos, queda claro que la perturbación es una discontinuidad.

Una entrada o salida hacia un lugar distinto. Es un principio.

Casi por acto reflejo, desenvaino mi gran espada y miro tácitamente a Arven. En caso de que algún peligro nos asalte, somos la primera línea de defensa del grupo.

—Nada de riesgos innecesarios —digo con aparente adustez, que solo se debe al hecho de que mi garganta está seca. Apretando la empuñadura de mi arma, me aproximo a la puerta desde uno de los lados y, con sumo cuidado, me asomo al otro lado, preparado para cualquier cosa.

Arven no veia nada en mitad de aquella maldita niebla.

Confiaba plenamente en Yldiane y su sentido de la orientación, todo eso unido a aquel vínculo entre ambas, como una marca psíquica que le decía que ya conocía a su compañera de antes, y que se llevaban bien

¿Pero de que la conozco realmente?

Estaba enfrascada en sus pensamientos, cuando de repente, delante de ella, el muro se derrumbó, como aquella vez con Liam. Se temió lo peor, avanzó sobre los escombros para socorrer a Yldiane. Al poco tiempo, Liam y Urvan estaban con ellas.

Al parecer no fue nada serio y se pudo reanudar la marcha.

Aquel lugar era tétrico, y no daba para nada, buenas vibraciones. Justo un instante despues, una inmensa sombra apareció en el campo de visión de todos, Arven asió con fuerza su espada, apretando los dientes, dispuesta a combatir...

...Hasta que se dio cuenta de que era una puerta. Robusta, eso si, pero una puerta al fin y al cabo.

Avanzamos lenta y pesarosamente a través de la fría niebla. Todo el grupo guarda silencio, cabizbajo, y sin embargo, hay algo poderoso en nuestra determinación por alcanzar nuestro objetivo. Ver a todo el mundo unido y avanzando en la misma dirección me hace sentir momentáneamente animado... hasta que un nuevo desprendimiento de rocas golpea a Yldiane. Afortunadamente no es grave, pero basta para convencerme de algo muy claro: este lugar intenta matarnos.

Un escalofrío me recorre la columna al imaginar este sitio como algo vivo y sintiente, consciente de nuestra presencia y resuelto a ponerle fin del modo más horrible que se pueda imaginar.

De repente, la visión de una abertura en el muro me devuelve al presente. Quizá no estemos perdidos.

Me asomo a la puerta al mismo tiempo que Mòr: cuatro ojos ven más que dos.

Mientras Ean avanza en silencio, se da cuenta como la linea deja de ser recta. Espada en mano sigue sin decir nada, atento a cualquier peligro.

De repente, un muro que Yldiane intentaba rodear se desprende, golpeándola. No parece grave aun así Ean esta a punto de acercarse a ver como está la única persona con la que de momento a cruzado más de dos palabras. Pero entonces ve como la mayoría de sus compañeros avanzan para ver como está, y que el bueno de Liam se apresura a curarla. Así que Ean prefiere mantenerse en un segundo plano. Se sentiría tonto uniéndose al resto para preguntarle una vez más como se encuentra.

Al momento la joven guerrera/exploradora se levanta, y el variopinto grupo de amigos sigue el camino. Avanzan un rato más hasta finalmente dar con un muro que se pierde en la niebla. Parece que este si que es el final. Lo siguen poco a poco hasta dar con una puerta. Tanto Mòr como Urvan se acercan a ver si detectan algo, por lo que en ese momento Ean aprovecha para acercarse a Yldiane a ver como está. Se pone a su lado y casi como si no quisiera que el resto le escuchasen, le pregunta en un susurro.

-Como te encuentras...-duda un poco- nena?

Ignoro a Ean, que empieza a aburrirme un poco con sus indirectas, "¿Qué pretende? ¿Acaso no se da cuenta de dónde estamos?", y me dirijo a la puerta.

Observo un momento a mi alrededor, para asegurarme de que no hay nadie más acechándonos y luego me centro en la propia puerta. Incluso si estuviera candada, su cerradura parece lo suficientemente sencilla como para poder forzarla.

- Es probable que esto haga bastante ruido - susurro viendo el estado de los goznes. Mientras mis compañeros toman posiciones a ambos lados, bajo el picaporte y empujo la enorme puerta de madera cargando todo mi peso sobre ella.

Tal y como Yldiane había avisado, los goznes de la puerta chirrían estrepitosamente mientras la abre. Con suerte, la niebla amortiguará el sonido que delataría vuestra posición a cualquiera de los espías de Reizh que hubiera por la zona.

El interior del edificio consiste en una inmensa sala, en la que se encuentran seis estructuras cilíndricas de unos cinco metros de altura y aproximadamente el mismo diámetro. El suelo está cubierto por unos tubos metálicos que salen de los contenedores y se agrupan en el centro de la sala hasta salir de la habitación atravesando una pared.

Fuera cual fuese la función de este lugar, parece evidente que hace tiempo que no se utiliza, pues la vegetación y las telas de araña se extienden por doquier a lo largo y ancho de la inmensa sala. Dais un paso hacia el interior, sólo para daros cuenta de que el suelo está cubierto de una extraña sustancia viscosa y ligeramente pegajosa. Desde luego, si alguna vez alguien vivió aquí, hace mucho que abandonó este lugar.

Pero algo sí llama vuestra atención. El interior de la sala está completamente libre de niebla.

La siguiente estancia a la que llegamos es si cabe más extraña que todo lo que hemos presenciado hasta ahora. En una inmensa habitación sumida en la penumbra y cubierta de maleza y de andrajosas telas de araña que, ominosamente, parecen mortajas ondulantes, puedo ver unas enormes estructuras cilíndricas de hierro, o de algo que parece hierro. Hay algo en la simetría de esta sala, en las formas de todo lo que en ella puedo ver, que me resulta inusual y perturbadoramente artificial… No, antinatural. ¿Es este el centro de adoración del templo de los daedemorthys, si es que tienen algo parecido a eso? Los tubos metálicos que se retuercen como gusanos gigantes horadando la tierra me producen inquietud. ¿Acaso sirven o han servido en algún momento para robar la sangre de la tierra?

Cuando me adentro en la estancia, casi doy un traspié al pisar una sustancia resbaladiza de origen incierto, aunque sin duda blasfemo. Este lugar es maligno. Efectúo un rápido gesto para suplicar la protección de los c’maoghs y empiezo a caminar muy lentamente hacia esa especie de contenedores gigantes.

—No os separéis —es lo único que digo mientras observo, entre embelesado y horrorizado, todo lo que me rodea.

¿Qué es este lugar?

Me quedo un segundo quieta, mirando a mi alrededor. Eso son cubas. Seis, en concreto. Seis cubas. Ya sé dónde estamos.

—Ya sé dónde estamos —repito en voz alta, para todos los demás, mientras saco corriendo el mapa de uno de los bolsillos de la capa de viaje, arrugándolo un poco en el camino—; estamos aquí.

Entonces señalo con el dedo el punto central del plano, "The great vats", donde están las seis cubas. Es posible que ahora sí pueda orientarme para salir de aquí, es posible que ya sea capaz de encontrar una salida a este extraño lugar. Antes de que pueda decir nada, veo a Mòr avanzar y lo sigo, haciendo caso a sus palabras y sin separarme, tanteando el suelo con el Carath. Podemos explorar el interior de ese lugar antes de salir, me parece bien. Además, al menos ahí dentro podremos librarnos durante un rato de la puñetera niebla... Y ¿quién sabe? Lo mismo hasta recuperamos algún recuerdo más... 

Liam no respondió a los comentarios de Yldiane ni de Mòr. El de la primera era obvio y del segundo... bueno, habría que descubrir que hacían allí ¿No? Liam miró atentamente en busca de detalles, alguna señal sobre el contenido de aquellas cubas, restos de los productos químicos, maquinaria especializada, lo que fuese. Pero el caso es que a pesar de estar atento a todo lo que podía, llegando a tropezarse con Ean por no fijarse por donde iba, no veía nada que pudiese servirle de indicación o acotamiento para formular una hipótesis. Se diría que al abandonar aquello se habían asegurado de borrar huellas de su propósito. Pero ¿Por que? Sintiéndose frustrado el joven dedicó un momento a estudiar la sustancia pegajosa del suelo, pero tampoco podía entretenerse mucho, no cuando los resultados parecían ser inexistentes y sus compañeros parecían tan estresados.

Observas los enormes depósitos y las escaleras que suben a su parte superior. Nunca habías visto nada parecido, pero tienes una idea de para qué sirven. Los artefactos magientíficos están todos alimentados por una sustancia llamada flujo, que se puede extraer de prácticamente cualquier cosa, en mayor o menor medida. Sin duda esos cilindros están destinados de alguna forma a la extracción del flujo, aunque no estás seguro de cómo funcionan, pero esas cañerías que salen de la base deberían llevar algún líquido desde ellos hacia otro centro de procesado. Recuerdas el mapa de Yldiane y la habitación hacia la que salen todas las tuberías tenía el nombre de Refinería.

¡Ay! Si pudieras subir por una de esas escaleras y ver qué es lo que tienen esos depósitos en su interior. ¡Cuántas cosas puedes llegar a aprender en este lugar!

Arven frunció el ceño cuando entraron en aquella enorme sala, extraña y con cierto toque a ciencia siniestra. No le gustaba nada en absoluto.

-¿Alguien sabe que es todo esto?- comentó en voz baja, por si acaso había eco, y que no se resonase su voz por toda la estancia

Permaneció alerta, escudriñando cada rincón visible, había múltiples sitios para sufrir una emboscada, para caer entrampas y un sinfín de cosas ocultas. Y encima estaba herida, sus cortes no se recuperaban bien, y se sentía algo inútil, en su estado.

Negó con la cabeza, siempre se podía hacer algo, aun estando desmejorada, y ella no iba a ser para menos.

Aunque finalmente, la niebla venció su sentido de la vista, y no pudo escudriñar con solvencia. Absolutamente nada.

Liam se quedo ensimismado un momento al darse cuenta de algo. Bueno... más ensimismado de lo normal, lo cual podría ser que algunas personas (o una amplia mayoría si nos ponemos tiquismiquis) confundiesen con catatonia. Y bueno... puede que el momento se extendiese un minutillo (o tres ya para el caso). Pero lo importante es que cuando su psique se reincorporó con su cuerpo no se había dado un golpe contra nada, lo cual por si solo ya era bueno. Estaba mejorando en eso del sonambulismo cognitivo. - Condensadores de fluz...- comenzó a decir el joven deteniéndose para escupir algo que le había entrado en la boca y girándose hacía Arven.- Tienen que ser condensadores de flujo. Y si siguiésemos esas tuberías deberíamos llegar a la zona que el mapa de Yldiane marca como refinería ¡Es una refinería de flujo!- Concluyó Liam en un tono muy poco apropiado para alguien atrapado en unas ruinas que alteraban la percepción, con gente intentando matarlo y un agujero en la memoria más bien total. Aunque cualquiera que conociese al joven concluiría que eso significaba que estaba bien. - Voy a echarles un vistazo.- Dijo el joven la escalerilla de una de las tinas para subir sin preocuparse en comprobar su estado y estabilidad.

Mis ojos recorren la semioscuridad de la estancia, en busca de cualquier cosa que pueda darle un mínimo sentido a todo lo que nos está pasando, pero en cada rincón, en cada detalle, parece acechar una nueva pregunta que añadir a la lista. ¿Qué es este lugar, a qué propósito obedece, y qué podríamos estar buscando aquí antes de perder la memoria?

Oigo de pasada a Yldiane, que ha identificado la sala en la que estamos. «Las grandes cubas». Tiene sentido, a juzgar por los enormes tanques metálicos que dominan la estancia. Observando  su disposición, debería ser fácil orientarnos para acceder a las «refinerías» o a los «extractores», aunque no tenga ni idea de lo que puedan ser ni lo uno ni lo otro. Además, este lugar traicionero no obedece a ley ni lógica alguna.

Cierro los ojos y trato de oír la voz del Uno dentro de mí, sentir su calor en mi corazón, su mano guiando mis pasos. Todo es en vano. No estoy menos perdido que cualquiera de mis compañeros.

De repente, Liam sale de su mutismo para referirse a unos supuestos «condensadores de flujo». Es la primera vez que oigo hablar de algo así.

—Entonces, ¿sabes lo que esto, Liam? ¿Nos puede ayudar a recordar, o a salir de aquí?

Antes de que responda, ya sé la respuesta.

- Si claro, son condensadores de Flujo.- Volvió a decir antes de detenerse subido en los primeros agarres de la escalera.- El Flujo es la esencia de la magiencia, lo que hace funcionar sus aparatos y les permite doblegar las leyes de la naturaleza y la ciencia. Si no me equivoco esta zona tiene que haber sido una fuente natural de Flujo, y estas "tinas" servían para concentrarlo antes de enviarlo a refinar. - ¿Que?- Preguntó el joven totalmente confuso ante la siguiente pregunta de Urvan hasta que consiguió distraer dos neuronas de sus elucubraciones para responder mientras ascendía.- Oh, pues... no creo, es decir diría que no ¿¡Pero y que más da!? Ahí dentro hay algo mucho más valioso ¡Hay respuestas! ¡Conocimiento! Secretos cuya llave tenemos en nuestro poder.

Finalmente la pelirroja consigue abrir la puerta y entran en esa estancia que aparecía en medio del mapa llena de enormes bidones.

Ean, que entra el ultimo, vuelve a guardar la espada y sacar la ballesta. Parece que aquí la niebla ha decidido darles un respiro, así que prefiere tener a mano su arma a distancia. Y ya que la mayoría empieza a dar vueltas buscando “pistas” Ean se queda ballesta en mano, nunca se sabe por donde saldrán nuevos enemigos...Casi se le cae la ballesta de las manos cuando Liam tropieza con él, parece maravillado y asombrado con esas cubas.

-Tranquilo socio...que las cubas no van a moverse.-Entonces, ante la pregunta de la rubia guerrera, parece que a Liam se le enciende una bombilla, y suelta una parrafada.

Que si condensadores de flujo...doblegar las leyes de la naturaleza...joder que rollo. En ese momento Ean desconecta. Observando a sus compañeros, intenta recordar de donde se conocen, que les une...se queda un rato en silencio, con los ojos cerrados, a ver si algo le sobreviene, pero nada. Cuando vuelve a abrir los ojos, ve a Liam subiendo por una de las escalerillas a una cuba. Ean se acerca y se queda al lado de la escalerilla, mirando hacia arriba, por si al despistado de Liam le vuelve a dar por tropezarse...o algo.

Cuando Ean pasa por mi lado, me acuerdo de que antes no le he respondido, con las prisas por seguir adelante y no hacer que siguieran preocupándose por mi tobillo. 

—Estoy bien, gracias —le susurro entonces, mientras miro a mi alrededor con él, esperando a que los demás, sobre todo Liam, investiguen todo lo que quieran investigar—; tened cuidado —le digo al resto, en voz un poco más alta.

Mientras ellos se dedican a averiguar cosas sobre aquel lugar, decido que la idea del arquero es bastante acertada y me mantengo alerta, vigilando la puerta, los alrededores y los elevados techos, atenta a cualquier movimiento, sombra o ruido que pueda llamarme la atención, tratando de que no nos pillen desprevenidos. No me alejo demasiado de la puerta y la mantengo abierta, colocando una piedra que le evite cerrarse... Por si acaso. 

Cuando veo que Ean comienza a dar vueltas por la sala también, vigilando a nuestro científico personal, me dedico a examinar el mapa y la forma de la sala, los conductos, etc. Si hay una salida en ese plano, ahora que sé dónde estamos, puedo localizarla. Intento centrarme en el camino que hemos hecho hasta ahí, para poder volver a la hoguera a por los demás. ¿Sabré recordarlo? ¿Seré capaz de hacerlo a la inversa? Una vez bien situada y con el plano en mi poder, debería ser capaz. Y después, me gustaría encontrar una salida. Este habitáculo parece tener varias puertas, una en cada lado estrecho y la tercera en una de las paredes más largas. La otra pared no tiene puertas aparentemente así que, al no ser simétrico, puedo determinar qué puerta es la sur y, en teoría, saliendo por ahí en línea recta, podremos alcanzar la salida de las ruinas. Sólo me queda averiguar cómo volver hasta la hoguera. ¿Por qué puerta hemos entrado? Vamos a empezar a centrarnos...

Antes de que podáis reaccionar, Liam se adelanta pisando el suelo viscoso de la sala y empieza a subir por una de las escaleras de mano que ascienden por los enormes cilindros de una extraña piedra de color grisáceo. La escalera metálica no se encuentra en buenas condiciones y cruje con el peso del entusiasmado muchacho, pero sostiene su peso sin dificultad.

Mientras Liam trepa, Yldiane trata de orientarse con el mapa. Si, como dice Liam, las tuberías del suelo llevan a una especie de refinería, sin duda os encontráis en la sala central del mapa (2), aunque la puerta por la que habéis accedido desde el laberinto no está dibujada en él. Si esto es cierto, la salida debería estar hacia el lado opuesto a las tuberías.

El resto empieza a observar la sala, buscando algo fuera de lugar. Sin embargo todo en ella parece completamente extraño, sobre todo para gente de esta región que pocas veces ha estado en contacto con un edificio magientífico.

Ean cierra los ojos, tratando de relajarse un momento y explorar sus recuerdos para aclarar su relación con el resto de sus compañeros, pero nada acude a su memoria. Sin embargo, cuando abre los ojos y está a punto de ponerse en movimiento, una de las plantas se mueve bruscamente hacia él, enredándose en su pierna antes de que el arquero pueda reaccionar.

Sorprendido, levanta la cabeza para avisar a sus compañeros cuando un rugido gutural se escucha en el interior del silo por el que está trepando Liam y otras dos extrañas lianas salen de la parte superior, balanceándose en el aire de forma amenazadora. Un cuarto de esos enormes zarcillos se pone también en movimiento y bordea al grupo por el lado norte.

Os aprestáis a empuñar vuestras armas cuando lo que parece una enorme boca vegetal surge por encima del borde de la estructura a la que se ha encaramado Liam, siguiendo a las dos lianas-tentáculo que siguen balanceándose en el aire.

Ean empieza a acercarse hacia Liam, cuando casi cae al suelo, parece que ha tropezado con algo, pero al bajar la vista se encuentra con que un zarcillo que parece vivo, se le enreda en una pierna. Ean deja caer rápidamente la ballesta al suelo mientras desenvaina la espada, dispuesto a meterle un tajo.

-Cuidado chicos! Parece que estas plantas están vivas!-pero un rápido vistazo alrededor, le hace ver que el resto del grupo ya se ha dado cuenta.