Partida Rol por web

El pescador mira preocupado al grupo, temiendo que el ruido que podáis hacer ahuyente a los peces. Sin embargo, una de las mayores habilides de Ean es la de moverse en silencio, así que se calma cuando ve acercarse al arquero.

- ¿Ese islote? Tiene poco más que roca, amigo. Antaño dicen que hubo una pequeña caseta de un pescador, pero lleva derruída desde antes de que naciese el viejo Deorn... Y de eso hace más inviernos de los que la mayoría podemos contar - comenta campechano. El comentario sobre el demorthén os sorprende ligeramente, pero parece que la mala impresión que os ha causado no es compartida por todos los habitantes de Varn, porque de otra forma difícilmente bromearían a su costa.

- De vez en cuando vamos allí a pescar, porque los malditos peces parecen haber aprendido que no es seguro acercarse a la aldea. - De repente su caña se tensa de golpe y sonríe. - Por suerte no tienen muy buena memoria... - dice mientras empieza a recoger el sedal.

La brisa de la montaña resulta revigorizante. Solo tengo que salir al exterior y respirar el frío aire para empezar a sentirme mejor, y que mi calma habitual vuelva a mí. Siempre me ha fascinado el modo en el que el cielo, un mar de luz tan brillante que casi deslumbra y de sombra de un gris lóbrego y apagado, parece retozar ocioso por las cumbres y las laderas de las montañas, el lugar donde las nubes se funden con la niebla que sube desde el valle. La naturaleza tiene poder sanador, de eso no cabe la menor duda. Me pregunto cuándo me iniciará Wailen en el arte del Sigil Rann para que pueda emplear ese poder en beneficio de los necesitados…

Nuestro paseo por el pueblo nos conduce hasta Loch Varn, de aguas quietas y grises. En el centro del lago hay un pequeño y escarpado islote, cuya presencia se me antoja ominosa sin saber muy bien por qué. En un embarcadero donde atracan los barcos pesqueros del pueblo, unos pescadores se afanan por conseguir su sustento. Ean decide acercarse a ellos y preguntarles por la isla. Nuestros nuevos conocidos nos hablan de la antigua casa, hoy derruida, de un pescador que situó allí su hogar. Debió de ser una especie de eremita. ¿Por qué construir allí su casa, apartado del pueblo?

—Por curiosidad —empiezo—, ¿sabéis por qué ese pescador se fue a vivir al islote? ¿No habría sido mejor, más seguro, construir su casa aquí mismo, en Varn?

- Puede que no fuese su residencia permanente. Quizás sólo la usaba cuando pescaba, por si le pillaba la lluvia o el frío, o para tener a mano ciertas cosas de primera necesidad. Si se hiriese, por ejemplo, y tuviera que esperar a llegar a esta orilla para pedir ayuda...

Me adelanto a la posible respuesta del pescador, aunque le miro para verificar si mis palabras tienen sentido o no.

- ¿Hace cuánto tiempo no va nadie allí?

El aire frío consigue devolverme una parte de mi ánimo, pero sigo sintiéndome como un alma perdida que vaga sin rumbo a la espera de tropezar con algo que tenga sentido. Escucho a mis compañeros hablar con el pescador, pero sus voces suenan huecas y distantes. Presto atención a sus palabras, pero mi mente solo logra procesar la conversación a medias. Guardo silencio, ya que, aunque desgraciadamente no tengo muchas esperanzas en ir a obtener ninguna información que vaya a servirnos de ayuda para orientarnos mínimamente en nuestra situación, soy consciente de que debo respetar a quienes gustan de emplear su tiempo hablando con los lugareños.

Esto es como una pesadilla de la que no logro despertar.

- Si, me refería a eso.- Respondió Liam suspirando.

Aquella situación no solo resultaba extraña y complicada si no que a Liam le daba la impresión de que había una parte importante del esquema que ni siquiera veían. Como si todo aquello solo fuese la parte visible de algo mucho más grande y problemático.

- ¿Son habituales los ataques de feondas? Obviamente no me refiero a cotidiano, pero el ataque a la atalaya fue... extraño, demasiado quirúrgico ¿No han sufrido más ataques desde entonces?

- ¿Podéis contarme la historia de la destrucción la factoría magicientífica?- Preguntó Liam tras darle tiempo a la mujer a responderle.

- Sobre Deorn, parece tener mucha hostilidad hacía nosotros (por unos más que otros) ¿Hicimos algo para enfurecerle cuando estuvimos aquí?

- Oh, había un cadaver de uno de los miembros de la guarnición de la atalaya en la capilla. Según mis recuerdos eso fue esta mañana pero... no puedo estar seguro ¿Sabé si eso fue antes de que llegasemos aquí la primera vez? Es decir ¿Lo recuperaron?

Liam se sentía mucho más cómodo hablando así. Lo cierto es que ciertas actitudes retraían al mucho, y la hostilidad que exhibía Mor (seguramente a causa de la tensión) desde luego no le ayudaba.

Liadan asiente cuando le confirmas que te había entendido correctamente. Luego escucha atentamente tus preguntas.

- No se ha sufrido ningún otro ataque, al menos del que yo sea consciente - dice. - Sobre los feondas... Bueno, en regiones de montaña, más apartadas de las grandes ciudades, sus ataques son algo más frecuentes que en otros lugares. Pero no tengo constancia de que aquí sean peores que en Melwan, por ejemplo - comenta con tono didáctico. Dada su posición, parece evidente que se encarga de enseñar todo lo que puede a los niños de la aldea que quedan a su cuidado.

- La destrucción de la Factoría es una vieja historia... En realidad no ha sido destruída tal cual, sencillamente fue abandonada después de que los magientíficos que vivían allí se fueran. La historia sucedió durante la guerra del Templo. Pocos quedan aquí que la recuerden, pero mis padres me hablaron de ella en alguna ocasión: como bien sabes, Gwindre declaró la guerra a Reizh y Taol-Kaer permanecía de alguna forma neutral, aunque ni los magientíficos de Reizh ni los adeptos del Templo han sido nunca vistos con buenos ojos en nuestro reino. La factoría llevaba unos años construida, y sus trabajadores eran tolerados en la zona. Pero, poco antes de que Gwindre entrase en guerra abierta con Taol-Kaer, sus guerreros hicieron una incursión en estas tierras, acabando con los reizhitas de ese lugar.

Sonríe cuando le preguntas sobre el demorthèn.

- Deorn es así, sencillamente. Ya conoces a los ancianos, son ariscos por naturaleza. Además, no le gustan mucho los extraños que "vienen a meterse en sus cosas" - comenta imitando el gesto severo del hombre.

Asiente con seriedad cuando hablas del cadáver. - No sé si Kavan habrá mandado a alguien para recogerlo, pero no creo que haya tenido tiempo, pues sus hombres están ocupados con la vigilancia de la aldea. Por lo que dijisteis, estaba enterrado, así que me temo que tendrá que esperara así unos días. - La gente de Tri-Kazel respeta a sus muertos, pero la dura vida en la montaña los ha hecho eminentemente prácticos. Si hay que prestar especial vigilancia a la aldea, recuperar un cadaver de una iglesia abandonada es una tarea que claramente no es prioritaria para su supervivencia.

El pescador asiente a las palabras de Arven mientras se esfuerza en tirar del sedal.

- Seguramente... ¡Uf! - se queja por el esfuerzo. - Pero ya les digo que hace décadas que está así, por lo que dudo mucho que nadie pueda confirmarlo...

Por fin, consigue sacar de un tirón el ejemplar que ha pescado. En cuanto está en el aire, coge una pequeña red para lanzarlo sobre ella y evitar que vuelva al agua. Mientras Ean, Arven y Urvan esperan tranquilos a que el pescador pueda dedicaros un momento, Yldiane mira a Mòr sorprendida: ambos conocen el pez que acaba de pescar, pues tiene una aleta dorsal muy característica, pero los tímalos que han visto hasta ahora a duras penas llegaban al medio metro, y este parece significativamente más grande.

El hombre mira satisfecho el ejemplar y se gira hacia vosotros después de lanzarlo sobre una manta.

- Bueno, la mayoría vamos de vez en cuando. Tenemos que coger un bote para llegar, claro, pero muchos compañeros salen al lago de todas formas  y el islote es un poco más estable que la madera de la barca - dice tranquilo mientras busca un cubo alrededor para continuar con su tarea.

Liam asintió a Liadan mientras trataba de poner en común todo lo que sabía sobre la escala cronológica del asunto. Era obvio que habían recuperado "la conciencia" en algún punto de esa mañana mientras se acercaban al pueblo. Pero no llegaba a recordar ningún momento en que se sintiese confuso o desorientado. Erta muy raro aquello de que se empalmase un recuerdo con otro sin transición... Muy raro y muy poco natural.

- ¿Entonces acabaron con los ingenieros de la factoría y sus operarios pero no con las instalaciones?- Preguntó el joven extrañado. Por lo que sabía sobre los lacayos del templo no eran precisamente delicados con todo aquello que no entendían o que consideraban malvado (aunque ambas cosas solían coincidir casi siempre).

- ¿Y nunca ha ocurrido nada extraño allí tras ese incidente?- Preguntó Liam al que todo aquello le parecía cada más más enrevesado y menos casual.

Ean esperaba alguna historia más interesante, pero lo que cuenta el pescador le aburre un poco. Aunque igualmente no tenían mucho más que hacer allí así que...

-Pues no se amigos...os apetece dar una vuelta hasta la isla? -No iban a encontrar nada. Pero al menos darían una vuelta en barca y quizá eso les despejaría un poco.

-A no ser que ya hayamos estado...je je je -Dice Ean con una media sonrisa, todo era posible al parecer.

-Disculpe amigo -le dice al pescador- Recuerda si ayer ya fuimos a esa isla? Sí es una pregunta estúpida, lo sé, pero creame, llevamos un día de lo más raro.

La damátháir asiente cuando le preguntas por la factoría.

- Así es... Ten en cuenta que esto ocurrió antes de que Gwindre entrase en guerra con Taol-Kaer - señala. - Los guerreros del Templo no tenían ninguna excusa válida para traer suficientes fuerzas como para destruir un edificio tan sólido como la Factoría, pero sí para enviar un pequeño grupo que se encargase de acabar con unos magientíficos cuyo trabajo aquí serviría para alimentar las máquinas de guerra de Reizh.

La mujer parece dudar un momento. Después de todo, ella a vivido toda su vida en esta situación, así que no es fácil desde su punto de vista saber qué puede considerar normal o no un foráneo de esta región.

- Bueno, hay muchos que dicen que las ruinas están encantadas y que los fantasmas de los magientíficos acosan a cualquiera que entre en ese lugar... - Explica. - Pero nunca he estado allí para comprobarlo y los espíritus de los pantanos protegen Loch Varn de cualquier fantasma que quiera acercarse a la ciudad.

A pesar de sus últimas reacciones, Liam no puede evitar acordarse de Mòr en este momento. Seguro que el ionnthén sabe más que él mismo sobre esos espíritus de los pantanos.

El pescador mira al cielo. El sol hace tiempo que pasó por su cenit y en esta época del año la noche cae muy rápidamente.

- No creo que vayan a encontrar a nadie que pueda acercarles a esa isla ahora... - señala. - Las barcas que no estén faenando en el lago no querrán salir ya. Si vienen mañana a primera hora, seguro que alguien no tiene problemas en acercaros hasta allí - añade en tono jovial.

Sin embargo, os mira sorprendido cuando el arquero pregunta por el día anterior.

- ¿Ayer? ¿¡Y yo cómo voy a saber que hicieron ayer!? ¡Si no les he visto en mi vida hasta hoy!

Laim escuchó las palabras de Liadan pero la cosa en lugar de aclararse parecía complicarse ¿Era posible que el problema fuese otro? ¿O quizás algo que había quedado olvidado en la factoría había quedado libre? Era tanto lo que no sabía sobre la ciencia de los magicientíficos...

- ¿Ha ocurrido algo llamativo ultimamente?- Preguntó Liam sin muchas esperanzas.- Una fuerte tormenta, especialmente con aparato eléctrico o un movimiento de tierras?

Los recuerdos de un Liam más joven escuchando atentamente a Wailen, el Demorthén de Melwan, asaltan al joven erudito mientras escucha a la damátháir: "Gluta es el Espíritu de los pantanos" - decía Wailen. - "Su culto es importante en la mayoría de las zonas de esta región, ya que es conveniente mantenerle tranquilo para evitar más desastres en los pantanos. Aquí no es especialmente reverenciado, pero al otro lado de las montañas hay más de un santuario en su honor." "Pero, ¿por qué tratan de aplacar al espíritu? ¿No sería más fácil llamar a un varigal para cruzar esos pantanos?" - preguntaba el chico. "¡Otra vez, Liam! Creí que ya habíamos dejado clara esa parte..."

Liam puso una sonrisa triste al recordar a su antiguo maestro. Tras varios años de estudio, cansado de que el joven se cuestionase hasta las enseñanzas más básicas de su religión, Wailan le había devuelto a su casa. Mòr, que también había tenido problemas como aprendiz de herrero, se convirtió en el nuevo ionnthén de la aldea.

La voz de Liadan trajo al chico de vuelta al presente. Bastantes problemas tenían ya con sus recuerdos como para perderse en unos de hace años. - No, que yo recuerde. Está siendo un invierno algo más cambiante de lo habitual, con días muy fríos seguidos de otros muy soleados, pero en esta época no suele haber muchas tormentas - explica.

- ¿Algo más o mucho más?- Preguntó Liam planteandose si quizás se habían equivocado de culpable.- ¿Diría que esta siendo especialmente seco o solo es ese contraste de temperaturas muy de seguido?

- ¿Podría ser que Gluta estuviese inquieto o insatisfecho por algo?

Miro a Ean y al pescador alternativamente, sin estar muy seguro de a dónde quiere llegar mi compañero. Dudo mucho que la isla que hay en medio del lago contenga el gran secreto que nos devuelva la memoria a todos, y dejo que mi mirada se pierda en las gélidas aguas que se extienden ante mí mientras me pregunto si realmente es tan importante un día de nuestras vidas. Es todo lo que hemos perdido, ¿verdad? ¿Por qué no nos damos la vuelta, regresamos por donde hemos venido y volvemos a ser lo que éramos antes de todo esto?

Porque antes de todo esto, yo no era nada.

Era un crío tratando de contentar a un padre imposible de contentar, un sacerdote con más fe en la música que en el Dios Único, un hombre sin cometido...

Lanzo un hondo suspiro. No puedo aceptar la derrota sin luchar. Tal vez esta búsqueda sea una prueba que Soustraine pone ante mí, tan clara y a la vez tan traicionera como las aguas que mis ojos contemplan. Tal vez sea una ocasión para demostrar mi valía, a mí mismo si no a nadie más. Tal vez... encuentre mi sentido en la vida.

—Esa isla debe de ser muy bonita en esta época del año—le digo al pescador, y mi voz suena extraña en mis oídos, como si volviera desde un lugar en el que ha estado mucho tiempo escondida—. ¿No te gustaría que estos forasteros se llevasen un buen recuerdo de tu aldea?

Asiento al oír la idea de Urvan de que los pescadores nos transporten hasta el islote. La intuición me dice que este lugar, Varn, está en el medio de alguna cosa, aunque soy incapaz de definir con más precisión esta corazonada. La capilla soustrainita, la fábrica daedemorthys… Esa cosa que atacó la atalaya y se dirigió hacia aquí… Este sitio es importante por algún motivo, por mucho que se me escape. Y me da en la nariz que ese islote en el centro del lago que da nombre a este pueblo puede tener alguna relevancia. Lamentablemente, no puedo presumir aún de ser un demorthèn sabio, pero siempre que me he guiado por mi instinto, he acostumbrado a acertar.

—Sí, por favor —apostillo—. Os estaríamos muy agradecidos.

Mi mirada vuelve a posarse sobre la isla. Los pájaros la sobrevuelan en círculos, como volutas de humo que desaparecen y reaparecen de nuevo entre las bajas nubes grises que cubren el cielo.

El hombre termina de preparar el enorme tímalo que acaba de pescar y se vuelve hacia Urvan con una sonrisa.

- Venga, ¡de acuerdo! - dice alegre. - Mañana por la mañana iré a pescar allí y les acercaré a esa isla. Después de todo, parece que hoy me han traido suerte - dice señalando a su captura. - Pero ya les aviso que no hay demasiado que ver, no sé por qué tienen tanto interés...

Se fija un momento en el gesto de decepción del adepto del Templo y se encoge de hombros. - Esta tarde es imposible, me temo. A penas nos daría tiempo a ir y volver antes de que anocheciese. Pero si están aquí al amanecer, les llevaré hasta allí.

Mientras hablan con el pescador, escuchais unos pesados pasos a vuestra espalda. Al daros la vuelta veis a Kavan, el guerrero que os recibió en la puerta de la aldea, con expresión seria.

- Mis hombres han visto a unos espías de Reizh por las cercanías - os dice con tono serio. - Creo que deberíamos adelantar esa reunión. He mandado a buscar al Ansailéir para que nos reunamos en su casa, el lugar donde os llevé antes, a la mayor brevedad posible.

Sin esperar una respuesta, se da la vuelta y empieza a caminar hacia el centro de la aldea, ante la mirada preocupada del pescador, que no suele ver involucrado al jefe de la aldea en sus asuntos del día a día.

La idea de ir a la isla para poder despejarse un poco y pensar tranquilos no iba a dar resultado. No solo no había manera de que les acercasen hoy, si no que encima, tenían que avanzar la reunión por no se que rollo de espiás.

Perfecto! Lo mejor para que descansemos y nos repongamos, más reuniones...

Ean encogió los hombros mirando a sus compañeros, luego se dispuso a marchar hacia la casa.