Partida Rol por web

Proviene de la escena:
La voluntad de Verzal

Una vez la hoguera está encendida, os acercáis a Kavan. A pesar de que sus hombres aún no han regresado, tenéis prisa por encontrar el lugar cuyas coordenadas estaban ocultas en la isla de Varn. Os informa de que él permanecerá allí hasta que regresen sus hombres, y que, si lo hacen antes de que vosotros volváis, enviará a alguno de ellos a que os acompañe.

Os despedís y os adentráis en las ruinas. Yldiane no tarda demasiado en encontrar el lugar: a pesar de que todas las estructuras próximas a la fábrica magientífica parecen haberse derrumbado, una imponente columna se mantiene en pie como si las coordenadas marcadas pretendiesen desafiar la destrucción a vuestro alrededor. Excaváis un poco junto a la columna y, al cabo de un rato, encontráis una caja enterrada.

La abrís con cuidado y encontráis tres documentos, uno de ellos aparentemente rasgado por la mitad:

Mór os explica que Gluta es un espíritu de los pantanos que tiene algunos adoradores en las montañas. Sorprendentemente, es Liam quien confirma que la gente de Varn tiene especial devoción por ese espíritu, pues así se lo contó Liadan en la aldea, cuando el resto salisteis a pasear por la aldea.

Yldiane no tarda en comparar el mapa con los que ella lleva y descubre que ese Santuario de Gluta no está marcado en ninguno de los suyos. Sin embargo, además de para el actualmente desaparecido Demorthèn, parece que ese lugar tenía también cierta importancia para el director de la fábrica, Verzal.

La niebla empieza a caer sobre el valle y no parece buena idea seguir estudiando los papeles aquí, sobre todo si esos espías de Reizh se encuentran en las proximidades. Decidís volver al campamento, guiados por la varigal. Os movéis con cuidado por el lugar lleno de piedras pertenecientes a antiguas edificaciones cuando el disparo de una ballesta os hace agacharos y poneros a cubierto.

—Nos… están atacando —jadeó Urvan cogiendo su propia ballesta, sin estar muy seguro de si lo que acaba de decir es una afirmación o una pregunta.

Liam pareció escuchar unos pasos a su derecha y se dirigió hacia ese lado, escondiéndose entre las piedras mientras hablaba para sí mismo.

—¡Arqueros! — Exclamó Mòr a voz en cuello, avisando a aquellos de suscompañeros que tengan a su disposición un arma capaz de disparar proyectiles—. ¡Necesito cobertura! ¡Tenemos que acortar distancias si queremos neutralizarlos…! — Luego empezó a murmurar unas palabras en la lengua de los demorthèn. —A Righ na gile, a Righ na greine, a Righ na rinne, a Righ na reula, a Righ na cruinne, a Righ na speura. Is aluinn do ghnuis, a lub eibhinn…!

-EH Tu! Grandullón! Muévete! Acercate a mi! Por detrás tuyo viene alguien, yo te cubro, vamos!- avisó Ean.

—Si vas a avanzar —contestó Yldiane a Mòr— te buscaré la ruta más óptima, segura y a la vez efectiva. No vemos nada, pero supongo que ellos tampoco, ¿no? usémoslo a nuestro favor. 

Arven abandonó rápidamente su cobertura, escudo y espada en mano, para salir corriendo hacia los espías de Reizh que os han disparado. -El que esté conmigo que se prepare- dijo antes de echar a correr.

La búsqueda de una ruta alternativa por parte de Yldiane se vuelve irrelevante una vez Arven carga a través de la niebla. Sin duda la arrojada guerrera será blanco de todas las ballestas de quienes sean que os están atacando, así que confiando en que la niebla y los disparos de cobertura de vuestros compañeros sean suficiente protección, todos salen tras ella.

Las flechas de Ean y Urvan pasan sobre vosotros mientras corréis, y son rápidamente contestadas desde el otro muro. Arven, al avanzar en primera posición, es el objetivo más claro para los ballesteros, que no tardan en perfilarse entre la niebla. Afortunadamente para ella, uno de los pernos no llega a alcanzarla, pues su atacante disparó antes de poder verla con claridad. El otro, sin embargo, sí va bien orientado, pero el entrenamiento de la guerrera se hace evidente al verla correr mientras se cubre con su escudo, que desvía el proyectil con facilidad.

Al llegar junto a los ballesteros veis para vuestra desgracia que no están solos: otros dos guerreros, armados con hacha y espada respectivamente, aguardan junto a ellos. Sin embargo a estas distancias podéis verles las caras y les reconcéis: los hombres de Kavan, los guerreros de Varn. Están manchados de sangre ya que seguramente estuvieran enfrentándose a los espías de Reizh.

Liam maldice cuando tropieza con una piedra al tratar de esconderse, pero la niebla amortigua todos los sonidos y el hombre que se acerca no parece percatarse de su presencia. Cuando pasa a su lado, el chico aguanta la respiración, aferrando con fuerza su espada corta mientras espera pasar desapercibido.

El guerrero parece herido y, cuando llega a su posición mira a los dos arqueros que se han quedado atrás, levantando la espada para atacarles. Liam puede verle con claridad: lleva un curioso brazalete plateado, con un símbolo grabado que no consigue reconocer. Pero lo que sí distingue con facilidad el un emblema Reizhita en su jubón de cuero. ¡Es un mercenario de Reizh! Y, evidentemente, parece dispuesto a atacar al grupo.

El chico vio llegar al atacante, un hombre rudo, un hombre de armas sin duda. Y a pesar de que el talento ha fallado a Liam en su emboscada no lo ha hecho su raciocinio. Ante la visión de dos arqueros desprevenidos la mente humana se centra, por natural, en la oportunidad y olvida la cautela. Si, Liam no era de los que reaccionaba rápido, ni siquiera en estas ocasiones, pero eso tenía sus ventajas.

Entre esos pensamientos y el ajustar la posición de su agarre para el impacto Liam no paso por alto el emblema de la muñeca que no pudo ver bien. Eso indicaba que pertenecía a algún tipo de grupo organizado, y los emblemas de plata no estaban precisamente de moda entre bandoleros y bandidos. Más información le dio el emblema de Reizh de su jubón de cuero (una de esas armaduras que si protegían la zona donde pretendía impactar, pero Liam no necesitaba pensar para recordar la anatomía humana ni la manufactura de armaduras, simplemente calculó un impacto más alto y con más fuerza en pleno riñón).

Liam parecía ensimismado, distraído en sus pensamientos o sus temores. Pero la mente de Liam era su mejor arma, y cuando el reizhita se agachó para camuflar su avance hacía sus compañeros el joven se puso en pie lanzando su arma en angulo ascendente. Lo demás era cuestión de física y un cúmulo de variables incognoscibles para Liam a las que la mayoría llamaba suerte.

El hombre se para en seco y, tras lo que parece un momento de duda, deja caer la espada. Baja la cabeza, como si estuviera avergonzado y, lentamente, se gira hacia el chico que le había atacado por la espalda. Durante un momento le observa como si no pudiera creer lo que está sucediendo.

- Me... has... matado...

Sus palabras salen a duras penas por su boca, acompañadas por borbotones de sangre. Ante la mirada atónita de Urvan, que creía haber convencido al guerrero para que se rindiese y el gesto no menos preocupado de Liam, que nunca antes había arrebatado una vida, el hombre se desploma, incapaz de soportar la puñalada del joven con todas las heridas que ya llevaba acumuladas.

Abrí los ojos. Todo mi cuerpo estaba alerta, algo no iba bien...Entonces una flecha impacta a escasos centímetros de mi cabeza. Joder! Esto no va bien no! Y encima se ha roto, solo me quedan dos. Intento otear a ver que coño esta pasando, pero no se ve nada más allá de diez pies... Con que esas tenemos eh? No nos vais a atrapar tan fácil...”vais”? Miro a ambos lados y veo a dos personas.

A mi izquierda, hay una atractiva mujer...¿qué está pasando? Todo esto es muy raro... tengo una sensación extraña. Entonces veo a Mòr moverse.

-EH Tu! Grandullón! Muévete! Acercate a mi! Por detrás tuyo viene alguien, yo te cubro, vamos!- Mientras repito esas palabras, la sensación extraña se acentúa.

Tenso el arco, escucho la cuerda crujir hasta el limite, mientras una gota de sudor recorre mi mejilla, la niebla lo cubre todo...abro y cierro un par de veces los ojos, mi respiración casi se para por completo, tengo la boca seca, el caos y el ruido a mi alrededor enmudecen...solo se escucha el ruido de pisadas que se acercan...

¡Mierda, otro detrás! Urvan, nuestro paladín particular ¿te encargaras de él? Porqué el manojo de nervios que es Liam no creo que haga nada...espera, es determinación ese tensar de músculos, ¿va a actuar?

El hombre cae muerto ante la atónita mirada de Ean. En ese momento, tiene un enorme dejavú, sabe lo que le va a decir a Liam.

Tranquilo colega, si te sirve de consuelo, ya estaba medio muerto. Mejor deja de preocuparte por él, no puedes hacer nada. Pero si puedes hacerlo por el resto de camaradas que están en peligro. Y aquí sentado no les seras de mucha utilidad.

Ean destensa el arco y mira a Urvan con una mueca de desconcierto. Lo pero es que esa sensación se acentuaba... parecía como si la muerte le estuviera rondando.

Parezco avanzar bruscamente al momento actual, de un repentino tirón que me sobresalta. De algún modo extraño, algo parece encajar, alcanzar cierto incomprensible equilibrio. El lento goteo de recuerdos se detiene como el chasquido de un engranaje que finalmente ha llegado a su posición. Los documentos que hemos encontrado en la caja enterrada han traído a mi memoria lo acaecido en los últimos días. Recuerdo con especial amargura a Deorn, el poco hospitalario demorthèn de Varn. A tenor de lo que leo, parece claro que el demorthèn siente una hostilidad enconada y personal hacia todo aquel que no piense como él. Aprieto los dientes. Ninguna creencia debería ser motivo del derramamiento de sangre, por mucho que uno crea estar en lo cierto. ¿Y qué es todo eso del flujo fósil, y qué tiene que ver con Gluta?

No tengo tiempo de reflexionar más: la temblorosa voz de Urvan nos anuncia que estamos siendo atacados. Y por algún motivo, me doy cuenta de que tenía el presentimiento de que iba a ocurrir. A continuación, todo se sume en el caos de la batalla. Las flechas zumban a mi alrededor, concediéndome el tiempo justo para resguardarme tras un muro bajo de piedra gris y húmeda y empezar a ser consciente de cuál es la situación. Debo avanzar para proteger a mis amigos desde el frente. A medida que entono una plegaria a los c’maoghs, me sacude una sensación desconcertante: el engranaje que se había detenido instantes atrás se pone nuevamente en marcha, y es como si no fuese totalmente dueño de lo que digo, de lo que hago. Como si estuviese recitando un texto escrito hace mucho tiempo. Ean me advierte de que alguien se acerca por mi espalda, y yo sigo absorto en esa impresión, como si fuese capaz de prever con exactitud lo que va a ser dicho.

La sensación dura solo un instante; pronto me doy cuenta de que debo hacer algo. Apretando con fuerza la empuñadura de mi espada, me doy la vuelta para enfrentarme al asesino que busca mi muerte…

Liam miró su mano como si no le perteneciera y soltó el arma.

- Te he...- Repitió quedándose mudo por el horror al recordar que eso había ocurrido en el pasado. Y ahora había vuelto a ocurrir. Había... ¿Había vuelto a matar a su hermano?

El joven cayó de rodillas y dio la vuelta al cuerpo en un estado de total aturdimiento.

Jadeando, me doy la vuelta para mirar a Liam, cuyo rostro está pálido como la leche cortada. Acierto a ver la espada teñida de sangre que deja caer al suelo y al hombre que se derrumba frente a él, y me asalta una extrañísima sensación. Aunque estoy convencido de que jamás he vivido estos acontecimientos, una parte de mí los recuerda, cada vez con mayor claridad. Ya he experimentado en ocasiones algún fenómeno similar, pero esta vez es mucho más poderoso y aterrador. Poco a poco, todo va tomando forma como una torre derruida que volviera a alzarse retrocediendo en el tiempo, y mi mente conjura imágenes, tal vez recuerdos, a una velocidad mareante. Veo el choque de espadas y la lluvia de flechas como un recuerdo mucho más antiguo. Veo un mar de niebla, y la gigantesca y deforme silueta de un edificio amenazador. Veo tentáculos arrastrándonos a las tinieblas, y una boca hambrienta y terrible. Y veo mi vida acabar en las fauces de un monstruo reptante.

Ahogo un grito de puro horror. Con el semblante totalmente transfigurado por el espanto, miro a mis compañeros sin decir una palabra, buscando en sus ojos algún indicio de haber sufrido esta misma revelación.

Mòr se lanza contra los hombres que os están disparando como llevado por la furia de batalla de los guerreros de los clanes. con fuerza, descarga su claymore contra uno de ellos, y el tajo se hunde profundamente en su hombro. El hombre cae al suelo, no puede decir si muerto o inconsciente, mientras el ionnthén escucha un grito de horror a su espalda.

- ¡No, Mòr! ¡Son nuestros aliados! - Arven grita a su compañero y corre a interponerse ante él, levantando el escudo por si el resto de los guerreros de Varn quisieran cobrarse venganza contra el hombretón. Las palabras de la guerrera vuelven a traer a Mòr a la realidad. Efectivamente, los hombres que les disparaban son los guerreros de Kavan que probablemente os confundiesen con más espías de Reizh como el que se ha quedado atrás.

Yldiane se agacha junto al cuerpo del hombre y no tarda en confirmar que aún respira, lo que hace que sus compañeros bajen las armas, aunque no dejan de mirar a Mòr con desconfianza.

- Maldita niebla - exclama uno de ellos. - Embota los sentidos... y la mente - añade dirigiéndole una mirada de odio al ionnthén mientras pasa a su lado para arrodillarse junto a su compañero y vendarle rápidamente la herida.

Más atrás, el grito de Arven llega hasta los arqueros. Sin embargo ni Ean ni Urvan se están preocupando ahora por devolver los disparos. Sorprendidos por el grito de dolor de Liam, corren a su lado para encontrarle llorando arrodillado junto al cuerpo de un hombre vestido con el uniforme de Reizh. Ninguno de ellos había coincidido antes con Terent, pues no estaban en la aldea de Melwan cuando el chico la abandonó, pero no les costó reconocer (o tal vez recordar) al hermano mayor de Liam.

El cuerpo sin vida de Terent observa a su hermano con una mezcla de sorpresa, orgullo y terror. El hombre viste ropas de Reizh, lo que aclara dónde ha pasado los últimos años, a pesar de los rumores de que se había unido a un grupo de bandidos. Parece evidente que, en vez de a los Plumas Negras, había estado colaborando con la gente del país vecino y le mandaron a esta misión sabiendo que él conocía la región bastante bien. En su brazo aún lleva el tosco brazalete de plata creado por unas manos infantiles, que Liam le dió al despedirse de él.

En cuanto me doy cuenta de lo que ha ocurrido, envaino mi espada y levanto las manos, aturdido. La magia que nos embruja parece cada vez más poderosa.

—No… Yo no quería… —Las palabras se atascan en mi garganta—. Lo siento muchísimo. Lo juro por los c’maoghs, no quería dañarte. No…

Estoy profundamente avergonzado, y lamento profundamente haber causado daño a un aliado. Decido que ha llegado el momento de dejar de ser el centro de atención, así que callo abruptamente, encogiendo los hombros hacia adelante y hundiendo la barbilla en mi pecho, apesadumbrado. Me doy la vuelta solo para no ver las miradas acusadoras de quienes hasta hace un instante me estaban asaetando con sus flechas. Al hacerlo, mis ojos se topan con los del hombre al que Liam acaba de dar muerte. No tardo ni un instante en reconocer a Terent. Su hermano. ¿Cuántas veces tendrá que pasar por el suplicio de asesinar a su propia sangre? ¿Acaso estamos en un bucle que se repite una vez tras otra?

—Tenemos que saber qué nos está haciendo esto… y pararlo de una vez por todas.

Liam cayó de rodillas llorando y abrazó el cuerpo de su hermano. Lo había matado. Lo había vuelto a matar. Había matado a su hermanos, dos veces ¿Como? ¿Por que? ¿Que tipo de locura le impulso a blandir su arma en primer lugar y por que había vuelto a hacerlo?

Liam miró el arma descartada en el suelo casi como si fuese una serpiente venenosa, la culpable del dolor que le oprimía el pecho hasta dificultarle el respirar. La culpable de que nada tuviese sentido, de que su cabeza pareciese comenzar a tener menos contacto con la realidad. Si es que eso existía después de lo que había vivido. Pero…

Liam dudó en dirección al arma bloqueado, casi luchando para tratar de no dar forma a sus pensamientos ¿Pero no sería la salida? Si él moría ¿Alteraría en algo el curso de los acontecimientos? ¿Podía salvar a su hermano de morir, de volver a morir, sacrificándose?

Liam sabía que lo que estaba pensando eran locuras, un absurdo sin sentido ¿Pero acaso no lo era toda aquella situación?

Arven consiguió frenar la batalla, mientras el arquero seguía parado, sin saber muy bien que estaba pasando. Levantó la vista al escuchar a Liam sollozar. Pero ¿no les dijo que ya había matado a su hermano? ¿cómo podía ser que volviese a matarlo?

Ean Guardó el arco y se acercó a su amigo, posando su mano en el hombro de este.

-Vamos Liam, descubriremos que está pasando... -realmente no sabia que decirle, esto era muy raro.

Volvió a levantar la vista observando a sus amigos.

-Arven...¿cómo sabias que eran nuestros aliados?

Me encojo de hombros ante la pregunta de Ean.

- Llevamos viajando con ellos desde ayer... ¿No los habíais reconocido? - pregunto extrañada. - Tal vez deberíamos volver al campamento con Kavan y decidir qué hacer con esos nuevos documentos. Al menos estaremos en un lugar más controlado si llegan más espías de...

Me interrumpo justo a tiempo al mirar a Liam, dándome cuenta de que su hermano era uno de esos reizhitas. Aprieto los dientes, maldiciendo: las batallas son confusas, pero este tipo de cosas no deberían ocurrir.

- Vamos - le digo a Liam cogiéndole por los hombros. - Aquí no podemos hacer mucho más y te sentará bien descansar junto al fuego... - Si el maldito viejo estuviera aquí seguramente tendría algunas hierbas que darle a Liam y, con suerte, el aprendiz de boticario estaría suficientemente ensimismado como para no darse cuenta de qué tomaba. Pero sin Deorn no creo que nadie tenga muy claro cómo tratar a Liam, pues era él quien se suponia debía ocuparse de la salud del resto.

El guerrero que parece tener más rango asiente en respuesta a Arven y se vuelve hacia sus compañeros.

- Ayudad a los heridos y al chico - dice mirando a Liam. A pesar de que no tenga ningún daño fisico, parece aún peor que el hombre que ha recibido el fortísimo tajo de Mòr. - Arven tiene razón, volvamos al campamento.

Sus compañeros ayudan al herido y se acercan a Liam, forzándole a separarse del cuerpo de Terent y a caminar con ellos, bajo la promesa de que alguien vendrá a recogerle cuando la zona esté asegurada.

Apesumbrados, camináis a través de las ruinas hasta que llegáis de nuevo hasta el lugar donde se encuentra Kavan. Rápidamente le resumen la historia y vosotros le mostráis los documentos de Verzal que habéis descubierto en las coordenadas marcadas en la isla del lago.

El guerrero lee con atención los documentos.

- El santuario de Gluta... - dice en voz baja. - Ahora que lo recuerdo, Deorn dijo algo de ese lugar antes de marcharse con el varigal.

Os mira con un gesto interrogativo. Ahora mismo parece que hay dos opciones: seguir investigando en las ruinas para acceder a la fábrica, pero algo os dice que no vais a encontrar nada nuevo allí o dejar a los hombres de Varn aquí para investigar el lugar mientras os redirigís al santuario del espíritu de los pantanos.

Me reúno con el resto de mis compañeros en el campamento, mirando disimuladamente a Liam. No me atrevo a decirle nada, pues mis palabras solo serían un torpe recordatorio de su dolor, y en estos momentos harían más mal que bien. Ya habrá tiempo para la compasión cuando salgamos de este infierno.

Escucho atentamente a Kavan, y por primera vez en mucho tiempo, mi mirada se ilumina. Eso es: el santuario de Gluta. Es la única información adicional que tenemos, la única diferencia con respecto a la... ¿primera vez? Sacudo la cabeza desconcertado, pero la idea cobra cada vez más fuerza en mi interior. Si descubrimos los misterios del santuario, tal vez seamos capaces de superar este extraño mal que nos aflige... o al menos, evitar la horrible muerte que siento que nos aguarda en la fábrica, a la que por otra parte cada vez tengo menos ganas de ir.

—Creo... Creo que lo mejor sería ir primero al santuario de Gluta. Explorar todas nuestras opciones en lugar de lanzarnos de cabeza hacia...

Miro a los demás con miedo, como si por decirlo pudieran tacharme de loco. Espero que con mi insinuación resulte suficiente.

—Estoy de acuerdo con Urvan —dejo escapar con un suspiro, prácticamente sin pensar. A pesar de lo tentador que pudiera resultar registrar toda la ruina una segunda vez, no puedo dejar de tener la sensación de que únicamente servirá para repetir el ciclo una vez más, para continuar erosionando nuestros recuerdos y nuestra cordura—. Hay que hacer algo diferente, o conseguiremos lo mismo. Y… —Mi mirada se posa sobre el doliente Liam. Sacudo la cabeza—. No queremos volver a pasar por lo mismo. Otra vez no.

¿Qué relación puede tener Gluta con todo esto? Hace ya un rato que no dejo de preguntármelo.

- Vamos. No sé a qué estamos esperando. - Digo con cierta irritación.

Todos, o al menos los que se habían pronunciado estábamos de acuerdo en ir al santuario, y yo ya estaba cansada de dar vueltas sin sentido.

Me apenaba el dolor de Liam, lo cual era una escusa más para no volver al menos por el momento a la fábrica, y quería quitarme la sensación de estar caminando en círculos.