Partida Rol por web

Alfrrik soltaba otro hachazo al zombi para ver si ahora si caía.    

Deja que te deje descansar hermano minero mío.  

Lo hacía serio, taciturno,

 Que tu alma finalmente pueda reposar es lo que más quiero.  

Casi se podía decir que estaba rezando.  

Que vayas a disfrutar cervezas con espuma de nubes.  

Cada movimiento de sus brazos, musculosos como robles  

No sirvas más a esta mujer que viola los principios y fines de la vida. 

Una y otra vez, levantando el arma, dejando volar el filo, repetía esto.

Esperó a que Powaqqatsi actuara para moverse hacia aquella titiritera necromántica.

No perdió tiempo. Sabía que era difícil, entre no estar en una posición cómoda, tener que mantener el equilibrio y además apuntar entre la gente, pero lo intentó. Y una vez más la flecha se perdió por algún lado, lejos de donde pudiera hacer más que gracia. Un gruñido lastimero nació en su garganta sin poder evitarlo mientras iba sacando otra flecha. 

"Venga, a la tercera va la vencida", se prometió así misma mientras entrecerraba los ojos.

O Aída realmente se equivocó de vocación y debería ponerse a estudiar para clériga, o tiene razón Daisy y es una espía.  Que sospechosismo que todos sus ataques contra nuestros enemigos estén "fallando" últimamente, mmm. -pensó el druida al que la duda ya le carcomía los hierros al ser evidente que la flecha había sido tirada para pegar en la pared de atrás.  En cambio, Finn era un estratega, se había tirado al piso por si la karrnataki utilizaba algún ataque de rango contra ellos, lo que era lógico pues estaba lejos y esos son los ataques más comunes desde la distancia.  Un hábil este Finnegan. 

Powaqqatsi entonces se movió por el firme terreno del edificio grande para unirse a Alffrik en la refriega contra el zombi. Esperó a que el paladín diera un paso atrás para ocupar su lugar en una coreografía digna de los teatros de Sharn.  Su cimitarra de los Eldeen estaría aún imbuida por unos minutos con aquella magia que la hacía más poderosa contra los nomuertos y debía aprovecharla.  Levantó el arma y golpeó con fuerza. Bueno, no mucha pero algo es algo dijo un galgo.

Al tiempo, sus invocaciones habían logrado traer a un lobo a luchar con ellos.  Este se consolidaba justo detrás de Ch'om y apenas apareció cargó contra la necromántica, haciendole poco daño con su mordida, si, pero intentando hacerla caer al piso y presionándola al estar cerca. Ambas cosas esperaba la distrajeran lo suficiente para que no lanzara algún vil conjuro contra ellos o a favor de zu zombi.

Alfrik, incansable en su cometido de liberar del tormento de  la no-vida a aquel enano, descarga un nuevo golpe sobre el zombie. Mas fragmentos de cristal y de carne muerta saltan por doquier. A una señal de Powaqqatsi da un paso hacia atrás para relevarse con el druida en la tarea de hacer caer a aquel engendro.

La mujer del escudo , mostrando una gran rabia y vitalidad, arremete a la carrera contra Daisy. El golpe de su espada larga provoca un profundo corte en el hombro de la semiorca la cual aúlla de dolor ...o de la misma rabia. El enano zombie, aturdido por el golpe de Alfrik, intenta atrapar a Ch'om por el cuello con la idea de retorcérselo. Pero el ave no tiene problema para esquivar , con un simple movimiento de su largo cuello, las torpes manazas del no-muerto. Era su último intento de cumplir con la siniestra misión que alguien debe haberle encomendado...Powaqqatsi se adelanta cerrando el espacio que había dejado Alfrik y descarga su cimitarra violentamente contra las piernas del enano. El potente corte del arma imbuida con la magia siega ambas piernas  del enano el cual cae al suelo para permanecer inmóvil a partir de entonces.

Casi al mismo tiempo, o di ha sido antes no sabríais decirlo, el druida ha terminado su invocación. Un lobo se manifiesta tras la mujer y carga contra ella con sus fauces abiertas. Los potentes colmillos del lobo se clavan en la pierna de la mujer atravesando parcialmente la cota de mallas. Cuando el lobo tira de la pierna, clavando aún más los colmillos, la mujer está a punto de caer pero su gran fuerza física se sobrepone a la del lobo. Viendo esto el hombre del mangual se sitúa tras el animal y golpea su lomo con el mangual. Un potente chillido, proveniente del animal herido, llega a vuestros oídos.

Adia carga una nueva flecha y dispara. Pero aquel pasillo está demasiado atestado y es demasiado estrecho. Los huecos por los que una flecha podría llegar hasta alguno de aquellos enemigos sin alcanzar a ninguno de sus aliados son realmente escasos. la flecha se pierde de nuevo al fondo del edificio.

Ch'om viendo que aquel pedazo de presa cae al suelo decide cambiar de objetivo. Siempre podrá regresar de nuevo a ese bocado ya conseguido. Su pico se clava en la otra pierna de la mujer, aquella que no sujetaba el lobo. La mujer chilla más por rabia que por auténtico dolor.

-¡Malditas bestias!- grita.

Ese símbolo...no estás del todo seguro pero la simbología y los recuerdos y conceptos que acuden a tu mente parecen de una lógica aplastante. No pueden ser sino miembros de la Garra Esmeralda. Fueron una orden de caballería de élite de karrnath durante la última guerra, lo mejor de su nación. Pero acabada la guerra muchos de sus miembros no se conformaron con la nueva situación de paz. Querían devolver a su nación a la gloria y prestigio de épocas pasadas. Sus actividades clandestinas terminaron por convertirles por un grupo clandestino y temido hasta en su propia tierra. Desde entonces vagan por el mundo y se dedican a todo tipo de acciones encubiertas. Muchos dicen que este tipo de acciones no son lo peor ni mas siniestro de esta  orden ya que muchos les acusan de realizar terribles ritos de nigromancia y de adorar a horribles entidades de muerte y locura.

¡Auuu!  El lobo, aullando de dolor o furia, volvió a morder a la guerrera aquella, en las corvas, donde la carne es más suave.  Y aprovechó para jalar para tirarla.  Ella se resistía pero el lobo estaba con la mandíbula trabada en ella, ¿quien ganaría?  

¡Sckraaack!  Ch'om atacó a la vez, con picotazo certero entre las placas de aquella armadura con ese misterioso símbolo, el cual Finn, el tirado, aún no les descifraba.  Una vez dado el picotazo, el cóndor se hizo a un lado, llamado por Powaqqatsi o quizá atraído por el olor del zombi, pero dio espacio a que atacaran de frente a la individua. 

Powaqqatsi, tomó uno de sus pergaminos y leyó las últimas frases para poder quitarle algo del daño que el pobre de Alfrrik había sufrido por las encristaladas manos desgarradas de los que antes fueron mineros y habían sido deshonrosamente despertados de su descanso eterno. 

El zombie había caído, la mujer se había acercado dispuesta a acabar con ellos, y el pájaro del forjado se retiraba del combate dejando un hueco libre que aprovechar. Esta vez no fallaría, estaba dispuesta a acabar con aquello cuanto antes y demostrar que no era un error haberla contratado, aunque en el fondo le importara un comino lo que ellos pensaran. 

Con un paso rápido internándose en el edificio, se acercó más a la sacerdotisa, sabiendo que a aquella distancia sus flechas serían mortales. Sonrió. Fueron apenas unos segundos los que pasaron hasta que dos saetas, una tras otra, salían contra la mujer. La primera pasó de largo, perdiéndose de nuevo como las anteriores; pero era solo una distracción, por supuesto. La segunda flecha era la que debía dar en el blanco, y lo hizo, clavándose con tanta fuerza que atravesó la armadura que cubría a su enemiga. Había sido un buen tiro, el primero de unos cuantos si volvían a dejarla un hueco.

Era como debía ser.

Auuuuu, au, au, au, au...

Demonfly entrecerró los ojos al notar la fuerza del impacto de aquella bruja en su torso. No parecía dolerle tanto. Acercó el puño que sostenía a Skully y metió un dedo por debajo de la hombrera. La espada de la de Karnath había perforado la protección, sin llegar a arañar la piel.

Toy bien... Tranquilos, toy bien. Falsa alarma. No me ha dao.

Las flechas de Adia silbaron por el estrecho pasillo, la cazarrecompensas se encogió para ofrecer menos blanco a la temeraria arquera, que parecía dispuesta a rematar lo que la sacerdotisa oscura había empezado.

¡Que me vas a dar!

McBones se agitó en el aire tratando de espantar a Ch'om y que dejara sitio para que la alta semiorca pudiese flanquear a la mujer con la ayuda del lobo. Pero Daisy Sue no tenía tanta paciencia, y sin esperar a que el pajarraco dejase de estorbar, siguió deslizándose un par de pasos por el pasillo, con la espalda bien cubierta contra la pared. Resultaba muy difícil conectar un golpe bueno en un lugar tan estrecho. De hecho, McBones falló en su intento contra la mujer (para que luego se andara burlando y sonriendo con esas dos hileras de dientes que tiene cuando la torpeza de Daisy Sue la hizo resbalar en el hielo-vidrio; Skully no es mucho más hábil).

Las sospechas sobre Adía también crecían en Alfrrik.  La cazadora había fallado otra flecha.  Y la que si pegó, como intentando ocultar que realmente estaba del otro bando, lo había hecho pero con el mínimo daño.   Aunque el paladín no tenía tiempo ahora de sospechas.  Revitalizado por el hechizo curativo del druida y viendo que el zopilote se retiraba tantito para echarse un tentempié de zombi, tomó fuerza y agarró carrera, cargando con el hacha levantada en alto en contra de la guerrera de Karnath. ¡No más no-muertos!   Sus acelerados pasos metálicos sonaron en carrera con el eco el pasillo.  ¡¡Por la flama plateada!!  ¡Jaaaaaargj!   

Cargaba contra la mujer que tensaba la mandíbula esperando su impacto.  Si esta caía al piso sería aún más seguro que le daría.  Cuando se desvaneciera el lobo, que pronto lo haría, más valía que Daisy entrara en ese hueco para seguir teniendo esa ventaja.   Y no dejarla levantar si cae. 

El semielfo estaba a punto de llorar de desesperación mientras intentaba sentarse en una posición que le hiciese recuperar algo de dignidad...

- ¡Ese maldito gnomo me timó! - Exclama agitando la varita mágica mientras la observa. - ¡Seguro que esa sucia rata con bigote me vendió un trozo de escoba más que un arma arcana de destrucción masiva!

Sumido en su pataleta, sus compañeros seguían combatiendo contra los caballeros, y ahora que por fin el conocimiento se había abierto en la mente del semielfo, sabía lo peligrosa que era aquella secta.

Había que terminar aquello desatando la magia más incontrolable que hubieran conocido los compañeros.

Su profunda voz se elevó entre los sonidos del enconado combate, y por un momento sus compañeros sintieron miedo al reconocer lo que estaba haciendo Finn en su desesperada situación actual. 

El semielfo había empezado a cantar una nana infantil...

Afortunadamente Finn estaba lejos para que cualquiera de sus compañeros le hundiera una maza en la cabeza.

- "Pin pon es un muñeco,

muy guapo y de cartón, de cartón,
se lava la carita
con agua y con jabón, con jabón.

Se desenreda el pelo,
con peine de marfil, de marfil,
y aunque se da tirones
no grita y dice ¡uy!, dice ¡uy!

Pin Pon toma su sopa
y no ensucia el delantal
pues come con cuidado
como un buen colegial.

Apenas las estrellas
comienzan a salir, a salir,
Pin pon se va a la cama
se acuesta y a dormir, a dormir.

Y aunque hagan mucho ruido
con el despertador
Pin Pon no hace caso
y no vuelve a despertar.

Pin Pon dame la mano
con un fuerte apretón
que quiero ser tu amigo
Pin Pon, Pin Pon, Pin Pon".

Animado por su canción, Finn no paraba de mover arriba y abajo su varita, y una vez hubo terminado la canción, volvió a apuntar con ella al soldado de la garra para vovler a descargar su energía arcana contra él. - ¡Esta vez funciona maldito trasto! ¡A mimir cabezas cuadradas, los sectarios me exasperáis!

Finn lanza de nuevo uno de sus conjuros. Esta vez si veis las consecuencias. El soldado que está tras el lobo se desploma de repente en el suelo. Lo extraño es que el lobo emite un extraño y tranquilo gruñido antes de clavar su hocico en el suelo y quedando, al igual que el hombre, profundamente dormido por la varita mágica del bardo.

Daisy impacta con su maza en el escudo de la mujer pero esta tiene fuerza suficiente para contener el duro golpe. Gira hacia el otro lado aprovechando la inercia en descenso del pesado escudo. la espada gira rápida como un rayo..El impacto contra Ch'om es brutal...Plumas y sangre salen disparados en todas direcciones. El ave cae al suelo desparramada ante la horrorizada mirada de Powaqqatsi. El druida apenas puede creer lo que ve. Tiene en sus manos un pergamino que podría ser muy importnate en estos momentos si lo utiliza correctamente... 

Alfrik, sin embargo, no duda en lanzarse al frente para vengar a aquella desgraciada ave. Su carrera es implacable. Como si quisiera derribar el portón de un castillo arremete contra la mujer. Ella planta el escudo frente a ella confiada en la fuerza de sus brazos. La energía del golpe del enano es igualmente terrible pero no consigue doblegar la resistencia de la mujer. esta sonríe satisfecha de su propia fortaleza...

"¡ZIIIUPPP!"

Un grito de dolor recorre la estancia. El rostro de la mujer palidece repentinamente al ver una flecha clavada justo en el centro de su esternón. Su mirada refleja ahora una idea tan cierta como el dolor. Sabe que morirá en ese lugar y en esa noche. Tal debe ser su determinación de morir luchando en aquel lugar que de nuevo la conjuración de Finn, la misma que ha dejado dormido a su compañero de armas, no tiene ningún efecto sobre su sólida fuerza de voluntad.

Entonces lo escucháis. Por detrás  de vosotros. Ruido de vidrio raspando el vidrio. Os giráis a pesar de que ya sabéis que vais a encontraros. Dos zombies del vidrio se acercan rápidamente hacia vosotros desde el este.

El característico sonido del hielo-vidrio atrajo su atención, durante un instante, hacia atrás; consternada, observó como los dos zombies a los que habían dejado cavando se acercaban a ellos, y ya no parecían estar tan tranquilos como antes. "Sabía que teníamos que haberlos matado", se dijo, incrédula ante la situación en la que se acababan de meter sin darse cuenta.

Lo que tenía claro, y lo tuvo mientras se movía dentro de la casa como alma que persigue un diablo, es que no iba a ser ella quien se pusiera delante de aquellos enanos resucitados. Ella tenía en mente sólo un objetivo: la mujer; tal vez era más poderosa, inteligente, diestra y, en definitiva, peligrosa, pero si algo había comprobado en el rato que llevaban danzando, como niños por el ruinoso pueblo fantasma, es que al menos -cuando le daba por acertar- sus flechas podían herirla, y no rebotar inútilmente.

Así que si, se metió entre los muros del edificio, y tan veloz como antes volvió a colocar una saeta tras otra en su arco, disparando con una rapidez que sólo el entrenamiento podía propiciar; aunque estaba claro que el entrenamiento no la estaba ayudando a disparar entre sus compañeros con demasiada eficacia. 

Powaqqatsi lee el pergamino, pero al ver que Ch'om ha sido atacado antes de retirarse le aplica las curaciones a este, al menos para estabilizarlo lo suficiente y curarlo después. 

¡Ariete, los zombis! -le grita a su hermano forjado.  El lobo se desvanece, pues siendo un druida novato éste no puede estar tanto tiempo invocado aún. 

Se voltea y se pone en forma de pelea defensiva para esperar su llegada de ambos ena-no-muertos.  

¡Ahí va! ¡Esto no se lo ve uno todos los días!-dijo, completamente sorprendida de que Adia hubiese acertado con una de sus flechas.

Pero más allá de la sorpresa, el rechinar del hielo-vidrio le puso los pelos como escarpias. Quizás si la hacían prisionera, en lugar de matarla, podrían negociar con la mujer que alejase los zombis.

Ahora, que está ocupá con el nano.

Dió un paso lateral y dejó caer su maza de armas. Uno de los pinchos se coló por una grieta entre las viejas baldosas, dejando a Skully McBones boca abajo. No era la primera vez que estaba en semejante posición incómoda, casi era como estar haciendo el pino puente... con un solo pilar. Skully McBones venía de una larga estirpe de contorsionistas. Hasta se había pensado en sacar dos de sus costillas para doblarse mejor, pero fue comandada por un clérigo maligno... o quizás un mago nigromante, no lo recuerda muy bien. Fue una época confusa de su vida. Aquello frustró toda su carrera.

Tres pies más arriba de las cábalas de McBones, Demonfly usó su mano libre para blandir su cachiporra. Su objetivo: la nuca de la fulana, con todos los respetos que merece semejante profesión.

Ven pa'cá, puta. Verás lo que es bueno...

Daisy intenta intenta golpear la nuca de la mujer con aquella cachiporra que lleva para estas ocasiones. Su golpe dejaría sin conocimiento a la mayoría de gente normal pero aquella mujer no es , en absoluto, normal. Velozmente esconde su cuello entre sus hombros de tal forma que el golpe impacta sobre la cota de malla entre los homóplatos. La mujer evita el golpe pero eso tiene un precio. Su intento de empalar a Alfrik fracasa al quedar su estocada demasiado corta. Una vez más grita de rabia sabedora que cada golpe fallado es una oportunidad perdida.

De nuevo las flechas de Adia pasan cerca de ella pero sin tocarla. Esta vez la mujer se guarda muy bien de mantener la menor silueta posible. 

Sabiendo que con su toque curativo Ch'om estaría estabilizado*, Powaqqatsi se volteó hacia el zombi que estaba más al sur y cargó contra este, blandiendo su cimitarram a la que aún le duraría lo mágico por unos pocos minutos más.  Lo suficiente, pensó.

Su golpe dio certero en el cuello, y si hubiera sido un ser normal hubiera sido un golpe potencialmente fatal.  Pero en este caso muerto ya estaba y a un zombi, quitarle una parte importante de su cuerpo, no era tan importante. 

Aún así su golpe fue bueno.  

¡Ariete, ayúdame contra el otro!  ¡Finn, cúbrete y de ahí los nanificas! -dijo, refiriéndose no a los enanos sino a la señora aquella de la garra. 

Alfrrik intentó dar otro golpe, pero lanzó su hacha con demasiado círculo, y aquella mujer de arma y armadura bloqueó fácilmente su ataque.

 ¡Maldita levanta muertos!  -espetó.

Finn se encogió de hombros. Al parecer maldecir y gritar habían conseguido que aquel condenado trozo de madera actuase al fin.

Uno de los caballeros yacia tendido en el suelo, mientras que la que parecía la lider, seguía en pie desafiante. La llegada de nuevos zombies no fue particularmente bien recibida por el ánimo del semielfo, el cual, debía admitir, tenía pocos trucos contra no muertos.

Mientras pensaba que curso de acción era el más provechoso, dio un paso alejándose de los zombies recién llegados, cambiando de varita en su mano al ser inútil intentar dormir a los no muertos.

Sin saber que hacer, su boca empezó a recitar versos antes de que su cerebro tomase aquella decisión. Acostumbrado a la vida en la marina de Lyrandar, sabía el efecto hipnótico que los versos tenían en el ánimo de los hombres.

- Si el marinero está borracho
si el marinero está borracho
si el marinero está borracho ...

Dale un remojón

Y si el barco está escorado
y si el barco está escorado
y si el barco está escorado...

¡Todos a estribor!

Y...
Lo...
Tiran al mar,
lo tiran al mar,
con el dedo metido en el cuulo.

Pobre señor,
pobre señor,
no se lo puede sacaaar

Sabía que no era la mejor canción de su repertorio, ni una que viniera acorde a la situación, pero apostaría su alma a que la sacerdotisa de la garra esmeralda entraría en cólera. Eso le bastaba, pensaba con una sonrisa

De nuevo la cimitarra de Powaqqatsi se clava en la carne no-muerta. De nuevo Alfrik no consigue encontrar un resquicio en la férrea defensa de aquella mujer. De nuevo Finn intenta apoyar a sus compañeros con sus variados recursos. Extrae una varita de curación sabedor de lo necesario que puede llegar a ser...

Justo en ese momento un fuerte golpe ,seguido de un quejido metálico, se escucha fuera del edificio. Uno  de los zombies a embestido brutalmente al druida. Sin embargo el forjado parece encajar el golpe perfectamente.