Partida Rol por web

-¡Perfecto entonces! ¡Tenemos trato!- exclama failin recogiendo el dinero que le tiendéis-. Les puedo asegurar que han contratado el mejor transporte que pueden encontrar en Darguun.¡Vamos, vamos!- dice Failin moviéndose incómodo en el banco para apremiaros a levantaros-. Debemos partir cuanto antes. Seguidme, mi carreta está aquí cerca.

Un poco atónitos seguís los pasos del humano que le llevan fuera de el Puño Apretado. Para la edad que tiene le veis subir los escalones de dos en dos y de forma enérgica. Os conduce al exterior del local y en dirección a un callejón cercano. Altos muros de adobe de 10 pies de altura franquean uno y otro lado. El el fondo sin salida de esta calle está completamente vacío. Failin se arremanga y deja al descubierto una marca de dragón. Pone en contacto esa marca con la pared y le escucháis murmurar una extraña palabra. Después retrocede mientras la piedra empieza a vibrar y un extraño carromato emerge de la propia pared. Es un lujoso carro cubierto con un pescante y cuatro ruedas. Diríais que debe tener capacidad para más de ocho personas pero lo que más os llama la atención es que su armazón de madera parece estar recubierto de rocas , gemas y agrupaciones cristalinas que cambian sin cesar. 

- ¡Mi carreta elemental! Este será vuestro transporte. Os dije que era lo mejor- dice sonriendo Failin convencido del impacto que tiene en la mayoría de gente la espectacular carroza-. Un elemental de tierra nos propulsará a 15 millas por hora sin importar ningún accidente del terreno. Nos marchamos en breve ya que es mejor...

-¡ TÚ NO VAS A NINGUNA PARTE, FAILIN!- ruge una voz detrás de vosotros en la entrada del callejón

- ¡NOS ENGAÑASTES!- Ruge el otro bugbear.

-¿Qué os engañé...?- responde sarcástico Failin con una sonrisa-. Dejadme adivinar. El tipo al que le habéis vendido la mercancia os ha dicho que no valía nada, ¿verdad?. Pero aún así habrá insistido en quedársela...Por vosotros...pero eso sí , a un precio mucho menor del pactado. Y aún pensaréis que el que os ha engañado soy yo...¡No veis que os han timado par de idiotas! 

Los bugbear se miran entre ellos. Pero tenéis la sensación que no han comprendido mucho más que "idiotas". Desenvainan sus armas y se acercan en posición de combate hacia Failin...y hacia vosotros.

¡Woooou, que cosa! -dice Powaqqatsi, admirado, que ya por saber un poco de artificio puede apreciar aun más cuan interesante es que cualquier carroza tuviera elementales atados a una de sus piezas.  Y que fuera de tierra el elemental, y en las ruedas, la volvía el mejor vehículo todo terreno que pudiera encontrarse en Khorvaire.  Que increíble Failin.  No mentía la Cannith, siempre consigue lo mejor.

Y en eso que llegan los trasgoides estos, grandotes, no muy listos.

No se enojen con Failin.  El que los engañó fue el comprador, no él. -les explicó, amable-  Le están ladrando al árbol equivocado.   A la próxima sean firmes con su precio y si no se los toman salgan a buscar a alguien más.  Verán como van corriendo a pagarles lo que les corresponde.

Ahora bien, nosotros 6 venimos justo de una batalla con una docena de no-muertos, a los cuales dejamos todos hechos astillas, excepto por esta señorita que tuvo a bien convertirse a nuestra causa -señaló a McBones-.  Mejor no intenten atacar al hombre ahorita, porque nunca ha estado mejor protegido en su vida.

La semiorca puso una mano sobre el cráneo para taparlo de las miradas malévolas.

¡Oyes! ¡No metas a Skully en todo esto, caradelata!

Aquel embrollo tenía difícil solución. Demonfly miró a los osgos... y luego al carromato elemental. Los osgos. El carromato elemental. Poco a poco, como tirando de un hilo, la idea se fue desmadejando en su cabeza hasta hacerlo más sencillo de asimilar.

¿Sin importar ningún accidente del terrino, dices? Uhmmm... Failin, ¿puede pasar por encima de unos osgos también?

Si fuera una muchachita asustada, Daisy Sue gritaría llamando a los guardias para que les socorriesen. Pero Daisy Sue no era una muchachita asustada, y la idea de subirse al carro y arrollar a los osgos resultaba más atractiva. Por otro lado estaba Finn. Finn siempre solía resolver estos problemas hablando. Sería la distracción perfecta mientras el carromato elemental atropella a los osgos.

Finn examinó con aire satisfecho el carruaje. - Veo que en verdad hemos invertido bien nuestro oro, maese Failin. Mucho mejor que unas cabras, si señor. - Comenta al portador de la marca.

Momentos después aparecieron dos osgos con pinta de tener negocios pendientes con Failin. Al desnudar sus aceros, al semielfo le quedó claro que iban a cobrarse la deuda que pedían a base de pedacitos del comerciante. En otras circunstancias al semielfo esto le habría dado igual al no ir con él el tema, pero Finn tenía prisa por empezar y terminar aquella peligrosa misión que los llevaría a las tierras enlutadas. No podían perder el tiempo como mediadores eternos.

- Estoy cansado de que todo el universo parezca haberse puesto deacuerdo en meterse en nuestras vidas.- Se queja, sacando su varita arcana y apuntando al osgo más cercano. Sin parafernalias, un rayo de energía arcana alcanzó al asgo en el pecho. Antes de ver si el hechizo de dormir había tenido éxito, habló con voz autoritaria.

- Tomaros esto como un aviso. Habéis tenido mala suerte. Os habéis topado con un bocado demasiado grande para vosotros. Ahora iros de aquí si queréis seguir con vida. La próxima demostración de poder supremo que haré no serán cosquillas, sino que más bien llenaré todo este callejón de llamas. Si queréis ver otro nuevo día, apartaos de nuestro camino.

- Por encima de rocas más altas he pasado...-dice Failin a Daisy ante su propuesta de emplear la carreta-. Espera y verás...

Failin comienza a moverse disimuladamente hacia la carreta mientras Powaqqatsi intenta calmarles aunque sin mucho éxito.

- ¡HABLAS MUCHO CARA PALA!- grita el osgo al Powaqqatsi-. ¡APARTAOS PARA QUE PODAMOS PEGARLE MUCHO! SI NO OS PEGAREMOS A VOSOTROS TAMBIE´... YIIIIIIIC*- grita agudamente de repente el osgo Cuando un halo, una especie de perturbación dorada ha golpeado al osgo en pleno pecho.

Los que estáis junto a Finn le habéis visto extraer su varita y lanzar un conjuro contra el osgo bravucón. A pesar de que el conjuro de la varita del semielfo parece no haber tenido ningún efecto veis como el osgo, terriblemente asustado, se coge el pecho y patalea mientras grita asustado. 

- ¡REDGH!- grita a su compañero osgo-. ¡EL FINO ESE ME HA EMBRUJADO! ¿¡ QUÉ ME HA HECHO, REDGH !? ¡ES UN MAGO! - grita histérico al creer el engaño del bardo.

Redgh os mira y se pone en guardia. Da la impresión que en cualquier momento puedan lanzarse contra vosotros.

Al parecer, los osgos compartían la inclinación de Demonfly de pensar que cuando no sabes qué causa algo, el responsable es un mago. Lógico. Pero los osgos no pintaban nada ahí. Eran poco menos que figurantes en aquella mala obra de teatro que era la vida. Y aparte olían mal. Por otro lado, tenían un carromato elemental. Entre luchar y subirse a un carromato elemental, Demonfly lo tenía claro. Cada día era una lucha, pero una no siempre podía contar que había subido a un cacharro de esos.

Jojojojo... Esto me va a gustar. Es como un tren de un solo vagón. Mijor que las chotas, donde va a parar. ¡PASAJEROS AL RAYOCARRIL! ¡CHUUUU-CHUUUUU!

Y como en las poéticas imágenes de una estación de rayocarril, la semiorca se sintió toda una operaria ferroviaria. Cargó como si fuese un fardo sobre su hombro a lo primero que pilló cerca, ya fuese a Adia o a algún cubo de basura. Mentalmente no hay diferencia. Y alegre y feliz se subió al pescante, girando un poco a Skully McBones en su cinto para que la cara enfocase al frente. Por aquello de que disfrutase de las vistas y que no se marease.

- ¡APÁRTATE MAGO!- grita uno de los osgos a Finn. Parece estar algo intimidado por la amenazas del bardo-. NO TENEMOS NADA CONTRA TÍ....PERO A FAILIN LO VAMOS A MATAR ¡NOS HA ENGAÑADO!

-Jojojojo... Esto me va a gustar. Es como un tren de un solo vagón. Mijor que las chotas, donde va a parar. ¡PASAJEROS AL RAYOCARRIL! ¡CHUUUU-CHUUUUU!-exclama Daisy mientras arrastra a Adia con ella hasta el pescante de la carreta.

Failin salta tras ella colocándose en el abarrotado pescante junto a la semiorca.

-¡EH! ¡INTENTA ESCAPAR!- gritan casi al unísono los dos osgos.

Salir de la humareda en la que se había convertido la sala del local había sido un agradable cambio respecto a la última media hora, pero cuando llegaron al callejón y observó como aquél hombre de aspecto mediocre sacaba un carro elemental de la pared, fue demasiado para su voluntad, y simplemente se quedó anonada observando como de la nada aparecía un vehículo de ensueño, uno que bien valía lo que habían pagado. Aunque una parte de ella no se fiaba de los transportes movidos por esas fuerzas -aún estaba demasiado fresco el mal trago que había pasado en el barco llevado por un elemental de agua-, tenía que admitir que tenía clase y, para que engañarse, era francamente una experiencia la que iba a vivir montado en ese. 

Estaba tan perdida en esos pensamientos, que apenas se dio cuenta de que habían aparecido dos enormes osgos al otro lado del callejón amenazando a su guía, y el semielfo había decidido hacerse el machito para ahuyentarles, sin duda usando algún truco barato de magia que en aquellas criaturas serviría de tanto como para un ser inteligente ver el poder desatado de un archimago; vamos, que pese a lo improbable que parecía, los dos monstruos estaban a medio camino entre impresionados y asustados del joven bardo. 

Ella sabía que no iba a durar mucho aquél teatrillo, así que estaba a punto de cargar una flecha, tensar y disparar, cuando de repente se quedó sin respiración. Durante un instante miró a Finn con una extraña mezcla, consistente en intentar entrecerrar los ojos mientas estos se le desorbitaban, pero casi al momento se dio cuenta de que esta vez no era una hechizo que le había salido mal al mestizo, sino que la maldita semiorca había decidido cogerla como si fuera algún saco de alfalfa como los que debía de cargar en la granja de la que hubiera salido. 

No le dio tiempo a reaccionar ante el embite de la bruta, aunque en un segundo se calmó al darse cuenta de que simplemente se la llevaba entre risas y no es que quisiera estamparla -tal como estaba convencida de que deseaba hacerlo desde que se habían conocido- contra una pared. Antes de darse cuenta, estaba montada sobre el carruaje terráneo. Luego vio a Failin subir también, devolvió la mirada a los osgos cuando gritaron, observó la cara de emoción de Daisy, y entonces supo lo que iba a suceder. 

Pensó en bajarse de la carroza de un salto, pero lo único que logro fue colgarse el arco apresurádamente y agarrarse a lo que pudo lo antes posible, mientras la sangre abandonaba su cara...

Viendo cómo iba a estar la cosa, y en paz por haber ofrecido opción de paz, Powaqqatsi siguió la pauta de la Daisy y corrió para subirse en el estribo trasero de la carroza, como si fuera un auriga.  Acomodándose lo mejor que pudo se preparó para desde ahí lanzar su hechizo de neblina al instante en que Finn y Ariete se hubieran subido también o hecho otra cosa. 

Con todo lleno de esa espesa neblina, los osgos tendrían más dificultad en esquivarlos o intentar subirse a su carroza o atacarlos a su paso.   Failin lo único que tendría que hacer es irse derecho y seguro conocía bien su callejón.  Sería un escape poco negociador, pero ya el ex-Orien vería como arreglar las cosas con los osgos a su regreso.  ¡Vaaamonos! -dijo haciendo eco el druida a la ferroviaria semiorca.  ¡Quítense piojos que ahí les va el peine!  

La acción de Daisy parece tener un efecto parecido al que tiene el pitido que marca el inicio de una carrera. powaqqatsi se mueve rápidamente hasta la parte posterior de la carreta y se sube de un ágil salto. Por encima de él aparece Chóm, su zopilote, contento y picoteando la madera sembrada de piedras de Failin. Alfrik imita al druida y se coloca a su lado. Sus anchos hombros han pasado muy justos entre la carreta y la pared.

-¡Moveros ya de una vez!- grita Failin a Ariete y a Finn.

Finn y Ariete veis, desde el suelo, que las intenciones de Failin y el resto parece que van a pasar por encima de las vuestras. vuestro.

¡Chuuuuu-chuuuuuuuuuh...! ¡Chu-chuuuuuh!

En realidad el rayocarril hace un sonido más parecido a "froooosh", pero una chica de campo como Daisy Sue no ha visto nunca un rayocarril. Ni siquiera Sharn, que de tan grande que es, Demonfly nunca tuvo ocasión de pisar su estación. Estaba con Failin en el pescante, sin saber muy bien qué hacer para poner en marcha aquel carromato elemental. Empezaba a sospechar que era el humano el que manejaba el vehículo. Tratando de adelantarse, la semiorca volvió a hacer chu-chu, a modo de palabra mágica que activase todo. Debió de alcanzar la tonalidad correcta, porque todo se movió. Todo. Incluso Demonfly.

-¡Oh, no! ¡Oh, no!- exclama Finn con urgencia al ver lo que está sucediendo. Sin pensarlo grita una orden a Ariete-. ¡Vamos grandullón! ¡ A la carreta!

Finn sale corriendo hacia la carreta. En el pescante delantero están Failin, Daisy y una "transportada" Adia. Se mueve entre la pared y la carreta. En el pescante trasero están Alfrik y Powaqqatsi. Ch'om, el ave de powaqqatsi se asoma desde el techo y lanza al bardo una apremiante mirada acompañada de un "¿¡Grrruuuttt!?".

- Maldición...- se lamenta el bardo antes de sujetarse al estribo de la carreta que en condiciones normales sirve para que los viajeros alcancen el interior de la carreta. 

De repente la carreta se tuerce hacia el otro lado como si algo pesado se hubiese apoyado en ella. De hecho es como si un forjado de adamantina se hubiese subido justo por el otro lado de Finn. De hecho es lo que ha sucedido... Ariete cuelga del otro estribo.

- ¡Chuuuu! ¡Chuuuuu!- aúlla la semiorca desde la parte delantera. 

-¡Adelante!- contesta a su vez Failin espoleado por el grito de Daisy.

Lo que sucede a continuación os sorprende inmensamente. Muchos de vosotros veis como las ruedas de la carreta de repente se funden con el suelo. El elemental de tierra atado a este prodigio se transporta a sí mismo impulsando la carreta tal y como lo haría él mismo. Para alguien que lo viese desde fuera sería como si la carreta navegase por cuatro olas formadas de piedra...

La aceleración hace que os tengáis que sujetar con fuerza a todo aquello que esté cerca de vosotros. Los osgos corren a apartarse de la trayectoria de la carreta elemental. Pero el callejón es estrecho y ajustado.Uno de ellos consigue pegarse en la pared pero calcula mal en su intento de agarrarse a uno de los laterales. Seguramente la corpulencia de Ariete ha influído. El otro, sin embargo, es golpeado por el pescante y expulsado contra la pared rebotando en ella. Sin saber muy bien cómo termina sujeto a la carreta al lado de Failin.

-¡Vaya! ¡Tenemos un polizonte a bordo!- grita Failin emocionado por la situación-. ¡Máxima velocidad!

El osgo, sucio por el revolcón, mira a Finn y le gruñe malevolamente...

Powaqqatsi apenas y puede agarrarse por el vaivén de la carreta elemental, desbalanceada por la gente que se sube de último minuto.  No va a poder hacer nada más ahorita.  Lo sabe. ¡El osgo se quiere subir grátis el tren!  ¡Aplícale tu grasa milagrosa, Finn! -le dice al bardo que quiensabe si pueda sujetarse igual de bien que el osgo.  

¡Pìcale los dedos Ch'om! -le dice al ave carroñera que puede alcanzar volando a la carreta y no tiene miedo de caer por lo mismo.   La combinación del buitre y del bardo será suficiente para dejarlo comiendo polvo. Aunque Ch'om parecía más interesado en las piedras brillosas del vehículo Orien que en quitar de encima al osgo encimoso.  Aunque, todo estaba en general muy divertido.

¡Wuuujú!!, grita Powaqqatsi por la emoción, apenas sostenido de la parte de atrás de la carreta.