Partida Rol por web

El inmenso lobo olisquea el aire de forma casi imperceptible. Tenéis la impresión que vuestros olores pueden contar al lobo mucho sobre quienes sois y hasta que habéis venido a hacer aquí. Su voz retumba de nuevo en el pasillo, grave, profunda y ligeramente nasal.

-Esta es mi guarida y aquí vivo con parte de mi manada- contesta a Alfrik.

Por detrás de él escucháis algo de movimiento por lo que podéis pensar que Rorsa , tal y como habíais sospechado,  no vive solo. Antes las preguntas de Ariete el lobo responde.

- Es extraño, pero tuve un súbito despertar. Y no recuerdo nada anterior a ese momento. Sólo que fue hace cuatro años. Todos los humanos que se habían ocupado de mi y mis compañeros habían muerto repentinamente. Con el tiempo logré averiguar como moverme y hasta como conseguir manipular la sala rotatoria empleando mis colmillos.

Da unos pasos hacia vosotros al tiempo que husmea de nuevo el aire mientras escucha las palabras de Powaqqatsi.

- No soy loba...soy lobo. ¿Qué eres tú? - pregunta mientras olisquea el aire contrariado al no percibir ningún olor reconocible en el druida

Rorsa, lobo hermano de Powaqqatsi, o eso dice él,  nos gustaría que nos ayudaras a encontrar lo que buscamos en este laberinto.  Dinos que quieres a cambio.  Estoy seguro que tendremos forma de ayudarnos mutuamente. 

-Si...Sé cosas sobre este lugar. Si buscáis algo- contesta en respuesta a las palabras de Finn- puedo ayudaros. Necesitaréis algunos amuletos que yo poseo. Pero a cambio querré algo de vosotros.-Los ojos de Rorsa brillan con la intensidad propia de una animal en estado de ansiedad-. En un ala de este laboratorio, en el sector suroeste, está el resto de mi manada. Cautivos por un ser de piedra que los retiene. Traedlos conmigo y os revelaré cuanto sé. Os haré entrega de un amuleto que da acceso a las zonas verdes y una perla de poder.

Su voz aún resuena mientras el terrible lobo termina de relamerse la sangre que cubre sus desproporcionados colmillos.

Tu oferta es buena Rorsa y en verdad me alegra que nuestros intereses no sean opuestos, pero antes de llegar a un acuerdo, necesito que me des tu palabra de que ningún miembro de tu manada se volvera contra nosotros.

Soy una persona de honor y creo que tú también lo eres, por ello me gustaría tener un juramento de buena voluntad entre tu manada, lo que te incluye a tí y a todos sus demás miembros y nosotros.

¿Qué dices buen Rorsa? ¿Tengo tu palabra? - digo estirando la mano hacia el lobo al tiempo que bajo mi arma.

Escuchó con atención al lobo –que no loba al parecer–, y se relajó ligeramente, con un súbito sobresalto al darse cuenta de que podía haber más de esos animales detrás, pero nada más. Lo cierto es que la criatura –porque fuera lo que fuera no era una bestia– era sorprendente, inteligente y astuta. Si había sido un experimento de los Cannith, sin duda les había salido bien, demasiado bien, contando que les había sobrevivido a todos en aquél lugar.

Eso, además, le hizo preguntarse con un escalofrío otra cosa. ¿De quién era la sangre fresca que se lamía? No quiso poner en palabras su inquietud, pero decidió que era mejor ayudar que enfrentarse a Rorsa. El enano pensó lo mismo, como seguramente todos los demás. Al parecer, el infierno en el que les había metido Daisy con sus grandes corazonadas, no lo iba a ser tanto. Al menos que Alfrrik siguiera actuando como si estuviera delante de un caballero. El enorme lobo podía no ser un animal salvaje y voraz, pero tampoco "una persona de honor", ni "alguien que te fuera a tender la zarpa". Que hablara no significaba que hubiera que confundir la posición en la que estaban.

– Enano, déjate de tonterías, que no tenemos toda la eternidad aquí. Aceptamos el trato, no hace falta darse mimos – resopló; a veces no dejaba de ser un enano, y otras no podía dejar de ser un paladín –. Coge la llave que necesitamos, y vamos a por su manada.

Mientras esperaba la respuesta del lobo, intentando descubrir sus verdaderas intenciones la elfa se precipitó en aceptar el trato, lo que nos puso en una mala situación, poniendo al grupo prácticamente listo para ser devorado por una manada de lobos.

Condenada elfa, en verdad piensa que dilato esto por simple capricho, por lo que sé, este lobo bien puede enviarnos a rescatar a su manada y alimentralos con nosotros cuando regresemos en busca de nuestro premio, aprovechándose de nuestra debilidad tras el combate. - pienso mientras finjo ignorar a la elfa y me dirijo nuevamente hacia el lobo.

Mi bienhallado Rorsa. ¿Tenemos un acuerdo? - pregunto nuevamente tendiéndole la mano.

Me parece buen acuerdo. Sugiero tomarlo.  -le dijo al grupo.  

Powaqqatsi asintió.  Saber a que se enfrentarían siempre era una ventaja para el forjado, quien podría preparar sus armas para que fueran más efectivas contra un tipo de ser en específico.  

Finn se acercó entonces a la esfera, la llamó y estuvo listo, junto con el druida, para comenzar otra vez con el jueguito giratorio. 

- ¿Nos vamos?  -dijo coquetamente, guiñándole el ojo a todos los demás, incluyendo al lobo. 

¿En serio que usa los colmillos pa usar el panel?

Demonfly presionó con la yema del pulgar un colmillo de herencia orca. En comparación con el tamaño del cetro, ella no podría usar el diente en la ranura. Por lo demás, no era un trato que le entusiasmase. Como cazarrecompensas se había tenido que enfrentar con más de un lobo compañero animal de druidas hippies ecoterroristas, y ninguno de ellos era ni la mitad de grande que Rorsa.

Mejó déjanos ver dónde tienes esos amoletos que necesitamos pa la misión, y echar un vistazo a las habitaciones de este pasillo antes de decidir si aceptamos el pacto. No podemos ir a ese laborotorio sin la llave verde.

Skully era más partidaria de dar el sí a la oferta tal cual fue realizada, usar la llave azul para ir a la sala central, y poner pies en polvorosa. Los lobos de ese tamaño se roían los huesos de la gente como McBones.

Te daremos una de nuestras llaves azules y marrón que nos sobra para que no desgastes más tu colmillo.  

¿Has podido subir a la superficie?  

¿El resto de tu manada también creció en inteligencia y consiguió el habla común? -inquirió.  ¿Cómo les decimos que no nos ataquen?

Ah, y yo.  Soy un forjado.  Uno de los seres que aquí se fabricaban.  Huelo a las fibras de las vainas de Xendrix que notas entre mis placas, huelo al metal fundido en metalurgia mística y a un patrón arcano de vida fusionado en este.  

¿Reconoces un olor similar al mío en alguno de los otros pasillos?   Es eso lo que buscamos, uno de los patrones que se usan en nuestra fabricación. 

¿Lo has olido en el pasado reciente? Como digamos, ¿traído por el Señor de los Filos?   

El druida se soltó en una retahíla de preguntas; así era cuando hablaba con animales, pobres.  Ch'om sólo movía la cabeza de un lado al otro.  Quizá no era una crítica a su druida y más bien tenía antojo de lo que sea que hubiera cazado el lobo Rorsharch.

Rorsa se aproxima a Alfrrik con su cabeza gacha buscando el olor que desprende el enano. Aún en esta posición su cabeza está a mayor altura que la del paladín. Se aproxima a cortos pasos de sus enormes garras. Por un momento os preocupa que vaya a lanzarse sobre el enano pero dudáis de estar interpretando correctamente el lenguaje corporal del terrible lobo.

Cuando de repente Adia acepta el trato de Rorsa e introduce un contrapunto al momento que se estaba produciendo. Rorsa alza las orejas escuchando las palabras de la elfa.

-Si un compromiso el algo que necesitáis de mi...Os haré entrega ahora de un amuleto de color verde. Mi palabra...Tenéis la certeza de que todo cuanto ansío es reunir a mi manada y salir de este lugar. Y por este mi propósito, os ayudaré.

Mejó déjanos ver dónde tienes esos amoletos que necesitamos pa la misión, y echar un vistazo a las habitaciones de este pasillo antes de decidir si aceptamos el pacto. 

Un leve pero profundo gruñido surge de la garganta de Rorsa. Una vez más dudáis del significado de la actitud del gigantesco lobo. Pero parece ser descontento y desafío.

Las preguntas de Powaqqatsi parecen rebajar la tensión aparente en ese estrecho pasillo. Rorsa agita la cabeza y dudáis. ¿Estará comprendiendo el significado de las palabras del druida? 

- ¿Olor como el tuyo? Si, hay algo parecido a eso. Pero no es igual...Es algo que despierta un fuerte temor incluso en mi....

Sus palabras retumban en las estrechas paredes. El significado de las mismas os parece de una gran importancia y, sin embargo, no conseguís obtener más información al respecto. Las palabras de Finn, dan comienzo a vuestro viaje al suroeste...

Mientras giran, Powaqqatsi se echa encima la infusión de "personal weapon augmentation", vs elementales, aclara en sus artilugios de artífice.  Está listo para el combate. 

¿Y si quiere parlamentar? pues bueno, un desperdicio de hechizo.

Tras llegar a un acuerdo con el lobo y tener la certeza de que no va a devorarnos cuando estemos débiles, asiento con la cabeza y regreso a la esfera listo para rescatar a los suyos de su captor.

Una vez de regreso en la moledora de enanos, me apresto para la lucha solicitando la bendición de la flama y la fuerza de la propia Tyra.

La esfera giraba y giraba, y hasta Skully McBones notaba un regurgitar subiéndole desde la boca del estómago, o el extremo del mango, según se mire.

Esperad... ¿Y si aprovechamos pa ver el pasillo sureste ahora que tenemos la llave verde?-sugirió.

Iremos de todas formas, Daisy.   Mira que no quiero que se me pierda el hechizo de lucha contra elementales.  -Eran gente muy práctica los forjados.

Además tenemos un compromiso con Rorsa y pienso honrarlo hasta el final, así que, te agradeceré que pongas en marcha la moledora de enanos en el punto correcto Daisy. - sentencio con bastante seriedad.

Primero rescataremos a la manada de Rorsa y después podremos explorar con tranquilidad. - agrego relajando el semblante.

No dijo nada más a todo aquello. No negó ni afirmó. No aprobó nada, ni rechazó ninguna propuesta. Ahora que tenían aquella llave, en realidad, a ella le daba igual si rescataban a la manada o buscaban el esquema. Le daba igual en que orden lo hicieran. Y le daba igual lo que opinaran unos y otros. Estaba de mal humor, estaba harta de tanta duda y parafernalia. Ella quería acabar, y nada más.

Por eso se quedó cerca de la entrada, con el arco preparado, atenta a lo que fuera que al final hicieran. Ese era el plan. Se había cansado de discutir. Al fin y al cabo, otros podían hacerlo sin que interviniera.

– ¡Tsk! – sonó al cabo de unos minutos, cuando volvió a empezar a chascar la lengua.

Demonfly miró el panel tio-abuelo de Ariete, con gusanillo de ir al pasillo noreste. Tenía el presentimiento de que si la llave verde daba acceso a algo tan importante como un laboratorio Cannith, el otro pasillo tenía que ser de máxima seguridad. Algo del estilo "sala del tesoro" o "despensa de los pinchos de carne de rata hervida". Y no tenía tan claro de que después de liberar una manada de lobos gigantes, fueran a tener oportunidad de pasearse libremente por las instalaciones.

Bueh... Si el palidín enano dice que podemos fiarnos de Rorsa, es que podemos fiarnos de Rorsa. Los palidines tienen un sersto sentío pa eso de calar a la gente... y a los lobos... lo que sea. Porque... ¿compriobaste que no era un lobo malo, verdá, Alfrik? ¡¿VERDÁ?! Mira que hemos dejao a Failin arriba, y como se nos lo pape, en el viaje de vuelta va a tener que cundicir el carro elimental Ariete.

Poco a poco, la esfera fue reduciendo velocidad según se aproximaba al pasillo del laboratorio.

Conciente de lo que la sabia Daisy decía, Finn se fijó en  uno de los pergaminos de "amistad animal" que traía Powaqqatsi en su muy útil portapergaminos-cinturón-riñonera.   

Mm, si podría echarlo nomás entrando.  ¿Puedo Powa? 

El forjado le respondió asintiendo lentamente.  Tenía otro por si al bardo de barba se le chisporroteaba esto de los pergaminos divinos. 

Sus palabras y actitud no despertaron ninguna sospecha en mi, creo que es de fiar, pero de todas maneras debemos mantenernos en alerta por si desea tomar provecho de la situación es por ello que estaba tratando de llegar a un acuerdo con el lobo justo cuando Aida se adelanto en aceptar los términos del lobo.

Pero confío ciegamente en que la llama nos protegerá de de cualquier posible traición. - respondo con calma mientras la moledora de enanos se pone en marcha.

Con un breve sentimiento de inquietud debida a la presencia del terrible lobo regresáis a la esfera. Con vosotros tenéis un amuleto verde os ha entregado Rorsa. Os ha prometido , a la vuelta, entregaros una perla de poder. Introducís en amuleto verde en la ranura orientada al suroeste y, como viene siendo habitual, la esfera gira en esa dirección hasta encarar una nueva salida. Más allá hay un pasillo de unos cuarenta pies que desemboca en otra sala rotatoria. Esta presenta un panel con otro código de colores...

La existencia de esta nueva sala rotatoria os hace preguntaros; ¿cuántas otras salas rotatorias tendrá este lugar? ¿Cuántos  códigos de colores existirán en este sistema de esclusas rotatorias? ¿Qué misterios albergará este laboratorio secreto destruído por una desconocida explosión arcana que mandó al limbo a toda una nación?

Siguiendo las indicaciones de Rorsa colocáis el amuleto verde en su posición suroeste. La esfera vibra y gira con gran estruendo aquejada de años de inactividad. Sus engranajes rechinan y tiemblan rítmicamente al alinearse la salida con una puerta de acero situada al suroeste. Esta se abre revelando un nuevo pasillo...

Las linternas siemprebrillantes apenas tienen fuerza para iluminar este lugar en penumbras. Enseguida Adia os advierte de algo. El olor a animal es intenso. Y por los gruñidos y gañidos que escucha más allá de un recodo en el pasillo,  debe tratarse de la manada de Rorsa...

Ssssh...-mandó, buscando silencio.

Por el olor, puede que esta sí fuese la despensa de pinchos de carne de rata hervida, y no dónde estaba la manada de Rorsa, como dijo Adia. Daisy Sue y Skully se aventuraron hasta la esquina y echaron un vistazo. Demonfly tenía suficiente buena vista para no necesitar de las antorchas siempreardientes, salvo que aquello lo hiciese un mago y hubiese una zona de oscuridad mágica. McBones no tenía ojos capaces de ver en la oscuridad, pero sí tenía buen olfato para este tipo de cosas... hasta que perdió la nariz, hace como un porrón de años atrás. Juntas formaban buen equipo para adelantarse a ver qué ocurría.