Partida Rol por web

Bien, si.  Vayamos al otro pasillo de la llave naranja, el SurOeste.  Ahora allá podemos checar antes si hay algo de trampa.  Es más, podríamos checar en este si hay una forma de desactivar el que nos mande a una zona de trampa. 

A ver...  Esperó a que todos hubieran salido de la esfera antes de inspeccionarla.  Haría sinergias con Daisy pues ella también de trampas sabía.

Mm, no.  No le entiendo.  ¿Gira pa'otro lado esto?  mm, no, no, no se ve nada...

En cuanto recuperaron el aliento y estuvieron a salvo, se soltó de la consola, justo a tiempo para esquivar a Ariete, y salió trastabillando de la máquina.

– Maldita máquina – dijo tras golpear el suelo de una patada, indignada. Luego, prestó atención a lo que decían los demás en aquél momento.

Ariete, divagaba, o eso parecía hasta que se dio cuenta de que daba ideas acerca de por donde continuar. Powa, como siempre, estaba a lo suyo, dando otro plan distinto. Tras un momento escuchando a ambos y deliberando en su interior, optó por la opción más segura viendo el último susto.

– Yo creo que podríamos ir por ese camino de la llave azul, ya tendremos tiempo de meternos en más trampas o arriesgarnos a que nos coman, ¿verdad?

Buscó, con la mirada, el apoyo de Daisy, que en aquellos casos solía tener la voz cantante y, sin saber muy bien como, solían hacerla caso.

Esta vez ccoincido coincido contigo Adia. - digo refunfuñando, mientras evalúo la posibilidad de rajar la consola con mi alabarda.

Condenado pedazo de... - digo antes de cerrar la boca para no ofender a mis compañeros forjados. -Será mejor que continuemos antes de que me entren ganas de atizarle a esta cosa.

Por la Flama, en verdad odio esta cosa, si no la necesitaramos... En fin. - digo enfurruñado.

Daisy Sue devolvió la mirada a Adia mientras terminaba de desenganchar el aparejo portátil y lo aseguraba en el dorsal de la mochila.

Pos yo ya dije antes de venir aquí que quería ir al sitio ese de la llave azul que quedaba. ¿Alguien me hizo caso? ¡Nooooo! Claro que no-dijo con tono irónico-. ¿Quién se va a fiar del istinto y olfato de la medio orca? Pues pa la próxima vez recordarse que mi istinto nunca falla. ¡Volvemos al principio y luego por el pasillo ese de la llave azul!

Skully le dirigió una mirada de desconfianza, de reojo, con esas miradas suspicaces que solo sabes dar cuando tus cuencas oculares están vacías. Ni le parecía que Demonfly tuviese instinto ni que fuese de fiar.

¡¿Y tú que miras, loca?!-dijo Daisy Sue a la señorita McBones-Uuuuh... Vaaaleee. Tú ganas, Skully. Chicos, us he de contar una cosa. Uno de los muertos que se jalaban los lobos de Rorsa antes de irnos le dijo a Skully que tinía una llave que necisitábamos. Puf. Skully está como un cencerro, se piensa que oye las voces de los muertos. Qué mal de la cabeza está la pobre, tiene los sesos reveníos.

Eso no cambiaba nada: aunque Skully tuviese razón, y el muerto cannitha le hubiese hablado, en el último panel eran necesarias llaves púrpuras, amarillas y rojas. Si en el territorio de Rorsa hubiese una de las llaves, eso no implicaba que no hubiese otra llave importante en la sala occidental.

Iba ganando por tres votos a uno la opción de seguir la exploración con la llave azul y no con la naranja, y solo quedaban por votar Finn y Ariete. Muy probablemente al menos uno de los dos se abstendría, ya que el empate no permitía seguir ningún camino.

Repasáis vuestras opciones mientras Ariete termina de extarerse las ramas que cubren su cuerpo. Aquel laboratorio en pleno centro  de las tierras enlutadas es más grande de lo que parece y sus peligros más amenazantes de lo que hubieseis imaginado.

Powaqqatsi ayuda a Daisy a examinar la esfera y el panel. Ese amuleto rojo central es algo distintivo que no tenían las otras esferas.

¿Qué puede significar?

Aunque Alfrik siente ganas de destruirlo a golpes de hacha enanil consigue contenerse. Adia, tal vez para distraer al enano, sugiere recorrer el amuleto azul. Pero es imposible saber si esa dirección será más acertada que el resto.

 “Chicos, us he de contar una cosa. Uno de los muertos que se jalaban los lobos de Rorsa antes de irnos le dijo a Skully que tinía una llave que necisitábamos. Puf. Skully está como un cencerro, se piensa que oye las voces de los muertos. Qué mal de la cabeza está la pobre, tiene los sesos reveníos. “

No hacéis mucho caso de las palabras de la semiorca. Al fin y al cabo quién iba a hacerle caso cuando dice que habla con la calavera que incrustó en su maza. Calavera que extrajo de uno de los esqueletos que os atacaron en vuestra travesía marítima. Es evidentemente una metáfora o una locura pasajera de la semiorca…

Powaqqatsi descubre una cosa en el panel. El amuleto rojo es necesario colocarlo antes de introducir el naranja. Sólo así se consigue orientar la esfera correctamente sin activar la trampa.

No podéis evitar pensar que el acierto de la semiorca se debe más al azar que a la realidad. Es imposible que supiese eso… ¿O tal vez no?

-¡Ah! ¡Te lo dije! ¡El desgraciao aquel me dijo que necesitábamos lo que tenía encima! ¡Manda al enano a que lo coja a ver si con un poco de suerte los lobos se lo comen!

Scully Mcbones ríe  tan fuerte ante su propia ocurrencia que casi te deja sorda.

Muy bien entonces toca ir a recuperar el dichoso amuleto antes que los lobos se lo zampen, pero la pregunta es: ¿Quién le va a decir al lobo que necesitamos tomar prestada su comida durante unos minutos?

No se ustedes, pero yo me pongo de muy mal humor cuando alguien quiere quitarme un buen trozo de carne del plato o una cerveza de la mano. - digo esperando a ver si alguien se ofrecía de voluntario para esa misión de locos.

– Eso le pasa a todos los enanos. A todos los hombres, diría yo – refunfuñó hacia el paladín después de que el druida y la cazarrecompensas les dieran toda aquella información, información que o bien se habían callado antes o que habían descubierto en ese instante, poco importaba la verdad –. Respecto a eso, podemos esperar. Daisy, aquí, tiene razón. Podemos ir a visitar ese pasillo con la llave azul, y luego dependiendo de lo que allí encontremos volver a la guarida de Rorsa. Seguramente hayan acabado de comer, y molestemos menos...

– ...Excepto si están dormidos – la recordó una voz interior, aquella que la había mantenido viva durante años: su instinto de cazadora –. Si están descansando después de comer, será incluso más peligroso, pues ningún animal reacciona bien a que le despierten, claro. Pero mejor no pensar en eso.

– ¿Por el pasillo azul entonces? – preguntó mientras sacaba las llaves pertinentes.

De los lobos no se preocupen, sodales, que tengo un pergamino de buena comunicación con ellos.  Yo puedo ir ahorita, pedirles la llave esa y los veo de regreso aquí mismo.  Mientras ustedes van a explorar la sala que falta.  Como las que hemos visto, llaves y cosillas mágicas han de tener. 

El druida estaba seguro de si mismo al hablar.  Esperó a que confirmaran mientras sacaba su pergamino y lo examinaba para asegurarse de que sabía las palabras y ladridos clave que tenía que hacer en cada momento. 

De acuerdo con la división de tareas.    Yo voy con el grupo grande.  Que eso de meterse con lobos siendo el único de carne y hueso no me apetece, pero a ellos quizá si les parezca. 

Entrecerró los ojos, mirando con desconfianza, de manera intermitente, tanto a Powaqqatsi como a las llaves que ella misma llevaba en el cinturón. Por un lado, la idea de dividirse no le parecía nada, en absoluto, buena, sobre todo cuando por sentido común ella debería ir con el druida, ya que seguramente era la más afín a los animales. 

Sin embargo, por otro lado, aquél enorme complejo subterráneo estaba resultando más grande y lento de explorar de lo esperado, mientras que los enemigos y peligros con los que se habían topado, en cambio, no habían dado mucho de sí. Unos pocos golpes, algo de fuerza bruta unido a la inteligencia, y al final lo más peligroso había sido estar a punto de perder a Ariete en un vertedero. Sin duda, con eso en mente, no era tan mala idea separarse para tareas de exploración como aquellas, y al fin y al cabo si en la nueva sala había problemas, tal vez podrían esperar para encararlos, ¡o mejor!, solucionarlos sin ellos. 

Además... Había expoileado tantos cuerpos que tenía llaves básicas de sobra.

– Pues... – pues, definitivamente, miró a la semiorca a ver que opinaba ella, antes de soltar las llaves necesarias.

Jajaja...-empezó a reír sin motivo aparente, definitivamente loca-JAJAJAJAJAJA. JAJA. JAJAJAJAJA... Jajaja. Jaaaajajajajaja... Ains... Me parto la caja contigo, Skully.

Le dió un codazo a Alfrik en el hombro. Seguro que él también le había encontrado la gracia. No podía ser que solo Daisy Sue oyese a la calavera parlante, ¿verdad? ¡¿VERDAD?! Nooo... eso significaría que la semiorca se estaba volviendo loca, y ella se sentía normal. Un poco desquiciada, pero lo que cabría esperar teniendo unos compañeros de viaje tan irritantes.

Caradelata-dijo a Powaqqatsi-, vente con nusotros al pasillo oeste. No tengo ninguna gana de que metas un amoleto azul en la raja del pasillo pa llamar a la esfera cuando el resto estemos moviéndonos dentro de estos cachibaches del demonio. Visto lo visto, puede pasar cualquier cosa. Además, a lo mojor en el pasillo oeste también encontramos animalicos de los que te gustan a ti. Sigamos todos juntos.

TGP.  Que es como dicen los druidas de Eldeen "ta güeno pues".   Powaqqatsi siguió entonces al grupo hacia dónde se dirigían primero.  Ya luego irían juntos a ver a los lobos.  

Este laberinto Cannith estaba divertido. 

Decidís seguir el consejo de Daisy  y regresar por vuestros propios pasos hasta la primera de las esferas para explorar el pasillo occidental, aquel que puede abrirse con un amuleto azul.

Cuando la esfera se orienta da acceso a un pasillo. Más allá se ve una habitación iluminada tristemente por una linterna siemprebrillante.  Al acercaros podéis comprobar que esta linterna brilla con total normalidad iluminando la estancia completamente hasta el punto que por un momento tenéis la sensación de estar en un lugar diferente al laboratorio de guerra secreto de los cannith. Resulta, incluso, hasta acogedor.

La sala parece ser una pequeña biblioteca o estudio. Dos sólidos escritorios de roble están alineados contra la pared de la izquierda. El resto de la estancia está lleno con estanterías abarrotadas de pergaminos y libros encuadernados en cuero.

Tras un examen más minucioso comprobáis que la mayoría de estos libros son registros mercantiles o de contabilidad; tratan sobre la cantidad de comida comprada, recibos de cargamentos de componentes para conjuros e información de ese tipo.

El cadáver de un oficinista se encuentra tumbado sobre el escritorio más cercano. Al parecer se ha desplomado sobre un pergamino especialmente decorado. Unas letras escarlatas encabezan el escrito del pergamino:

“ Resistir energía”

El artífice artificial (o sea Powaqaatsi pero no le digan así, que se siente) se acercó al oficinista.  Puso aquel cuerpo inerte con toda la delicadeza posible sobre el suelo.  Hizo el gesto de bendición de la madre Eberron para que regresase a la tierra.  Una petición especialmente sentida dado que estaban ahora en las tristemente tergiversadas tierras enlutadas. 

...y que tus componentes se reciclen en nuevos seres microscópicos, en nueva vida vegetal y animal, y entiendas que somos parte del Todo.   -acabó recitando.

Se reincorporó, lento, meditativo, entendiendo él mismo lo que acababa de decir.  Se acercó a Finn que ya examinaba el pergamino para poderlo usar él en una próxima ocasión también.   Lo examinó Powaqaatsi en conjunto, ayudándose a entenderlo, apuntando aquí o allá a alguna runa especialmente marcada. 

Este nos hubiera servido de perlas con el elemental aquel de bigote amigo de Daisy.  O con su papá cuando nos lo encontremos en otro de los cuartos.   ¿No crees Powa?  -le dijo el bardo.  

  Un hechizo más a la mano, por si alguien lo llegara a necesitar. 

Estamos listos para continuar. Avisó a sus compañeros. 

Se acercó a la estantería y abrió uno de esos libros por la mitad, dejando que las páginas se escurriesen bajo la yema de su pulgar y pasaran rápidamente.

Puffff... números. Solo hay una cosa peor que el Luto, y son los números.

Dejó caer el libro contable al suelo y cogió otro. Y fue otra decepción.

¿Nadie va a coger la linterna siemprebrillante? Yo no la necisito, pero a lo mojor a alguno que ande mal de la vista le venía bien...-sugirió.

Siguió buscando un poco más: quizás un segundo pergamino en el interior de las páginas de un libro contable, o una llave de colorines bajo el escritorio o en las ropas del cannith.

Ensiguida acabo y nos vamos a ver a Rorsa a por la otra llave...

Suspiró tras un rato de exploración en aquella sala, no porque estuviera cansada, ni porque estuviera aburrida, sino porque sentía que habían perdido el tiempo. Había esperado encontrar allí algo que les ayudara a evitar tener que meterse de nuevo en la boca del lobo –esperaba que no de manera literal–, y lo único que habían conseguido era una biblioteca magnífica para un contable y un pergamino que, para su gusto, bien podría no valer de nada. Eso, y una linterna que al menos podía ser útil para alguno, y que si nadie reclamaba, se colgaría ella al cinturón.  Así que suspiró, jugueteó con una de las llaves que iban a tener que usar a continuación, y miró a Daysi tras echar un vistazo rápido a los demás.

– ¿Volvemos entonces con Rorsa a ver que esconde? – preguntó tras dejar que explorara más, sin ningún tipo de prisa ya que no estaba muy convencida. 

Por supuesto, tampoco estaba demasiado interesada en comprobar si el otro pasillo naranja, el otro único pasillo que les quedaba por ver con las llaves que tenían, era también una trampa o no. Las opciones, en realidad, eran bastante escasas.

Yo me llevo la lámpara también, gracias.  

El druida realmente estaba animado de hablar con los lobos de nuevo.  Era fascinante conocer cómo se habían adaptado a vivir de esta manera, y de cómo podrían ser una nueva raza inteligente a desarrollar.  Los cuidaría como sus cachorros.  

Eso si, sin que se comieran a sus compañeros.  Entre manada no nos comemos los unos a los otros, les diría. 

Siguieron él y Finn a Adía, al llegar con los lobos el parlamentaría.  Y unos hechizos de hablar con animales y amistad animal a la mano, por si falta hiciera.  Le pasó una copia de ambos que traía extra a Finn, por si en caso de necesidad él pudiera activarlos. 

Ah, la verstalidad de los vardos. 

Esperad ¿Acaso no les sorprende que este Cannith haya empleado sus últimos momsentos en llegar a este lugar y buscar este pergamino precisanebte?

Les digo algo, tal vez no sea un lumbreras y desconozca muchas cosas sobre la magia, pero puedo reconocer la energía negativa cuando la veo, hasta ahora todos los cadáveres parecen haber muerto de forma súbita y sin heridas evidentes. Sólo hay una cosa que puede hacer esto, energía negativa y nigromancia.

Así que antes de ir a por Rorsa, mejor busquemos más pergaminos como este o cosas similares. - digo con calma.

Reviso minusciosamente la estancia en busca de cualquier cosa que pueda servirnos.

Tras terminar de registrar la estancia confirmáis que no existe nada más de valor para vosotros en este momento. Alfrik ha rebuscado entre los libros y hojas en busca de otro pergamino que pueda resultaros de utilidad sin conseguirlo. Daisy y Powaqqatsi consiguen  extraer la linterna siemprebrillante manteniéndola intacta. Es una buena fuente de luz que puede seros de mucha utilidad en momentos clave.

Regresáis, sin mucha ilusión, al cubil de Rorsa, el lobo terrible con el que os une un juramento; un pacto que ha sembrado más de una duda entre vosotros.