Partida Rol por web

El gesto de su rostro no tenía nada de humilde, y si mucho de orgullo. La saeta había cortado el aire, había atravesado su corazón y se había quedado vibrando sobre el cuerpo tendido de la mujer. La bruja había muerto de un solo y magnífico disparo, y eso no era algo fácil. Había quienes podían decir que las plantas habían ayudado, pero nada tenían que ver. Ella era una gran arquera, ahí estaba la prueba. Para demostrarlo ante los más escépticos, solo quedaba repetirlo.

Esta vez no se movió. Afianzó sus pies en el terreno, alzó el arco, hasta tener la mitad de la curva de madera a la altura de sus ojos, recogió dos flechas, tensó la cuerda hasta que las fibras de seda rozaron su mejilla, y disparó. Uno de los dardos, movido por un soplo de aire que surgió a su espalda, se perdió muy alejado de su objetivo, pero el otro voló directo hacia el soldado de la Garra, que no podía moverse para esquivar el asta.

¡Toy muy locaaaa! ¡Uaaaaaagh...!

Demonfly zarandeó a McBones todo lo que le permitían las enredaderas. A Skully no le estaba sentando muy bien tener un brote metiéndose por el ojo. Los recovecos de Daisy Sue que estaban siendo explorados por las plantas rebajaban el humor de la semiorca a niveles asesinos. Con fuerza, golpeó la cabeza del sectario.

El guía no le hizo ni caso a Ariete. Trató de hacerle reacionar...

¡Failin, resetea! ¡Necesitamos el carro elemental! ¡El carro elemental!

Ariete se empezaba a preguntar si el poco hablador humano no estaría siendo controlado por el vampiro para usarlo a modo de cebo y atraerles a campo abierto. Pero tenía problemas mayores, así que Ariete se centró en seguir luchando contra el cacho de carne que tenía en frente.

Un aullido de dolor surge de la niebla hacia vosotros. Es un grito desgarrado por el dolor y la pronta muerte. Este grito se suma al que profiere el soldado de la garra esmeralda cuando la maza de Daisy le quiebra la mayor parte de los dientes y muelas de un golpe en la mandíbula. El sufrimiento es corto pues una flecha atraviesa uno de sus ojos. La semiorca sólo comprende lo sucedido cuando la sangre le salpica el rostro. Son las flechas de Adia.

-¡Enseguida!- el carretero parece reaccionar de repente a las órdenes de Ariete y sale corriendo en busca de su carro. Le veis marcharse en dirección al norte.

De repente un viento llega hasta vosotros. Veis a Finn envuelto en un torbellino de aire. Sus ojos brillan con el fulgor del rayo. Un viento intenso se concentra sobre la niebla oscura la cual empieza a recular deshaciéndose en jirones.

Ariete gira con sorprendente velocidad para alguien de su tamaño y asesta un repulsivo corte al soldado  de la garra que estaba junto a él. Cae al suelo de rodillas viendo la sangre partir de su cuerpo y regar las arenas muertas.

Alfrrik hace otro tanto con su digno rival. Gira su alabarda con velocidad ignorando el dolor que siente por las fracturas en los dedos del pie. La hoja de la alabarda encuentra el cuello del fanático con increíble precisión y fuerza. La cabeza cae separada más de 7 pies de donde cae, sin vida, el cuerpo del soldado de la garra esmeralda.

Tus dentelladas se pierden en el vacío. Todo sucede muy rápido y aún tiemblas por el dolor. Cuando de repente ves algo sobresalir de tu pecho. Una daga, clavada justo bajo tu esternón metálico...

Tras decapitar al seguidor de la Garra Esmeralda, busco con la mirada algún otro servidor de la oscuridad que esté pidiendo a gritos ser purificado.

Al no encontrar otro adversario dentro de mi campo visual, decido encaminarme hacia la niebla y aunque mi pie roto ralentizaba un poco mi andar, en lo absoluto constituiría un impedimento para que purgara a ese vampiro.

El dogma de la Flama ordenaba que el mal debía ser purgado y eso es lo que haría.

¡Escúchame estúpido chupa sangre! ¡Todos tus esbirros han muerto y ahora vamos a por ti! Tu conjuro no durará por siempre, pero mi fe es eterna.

Así que mejor ahórrate el sufrimiento y déjame purgarte sin dolor o continúa luchando y sufre la ira de un devoto servidor de la Flama de Plata.

Sin importar lo que decidas, este será el último de tus días. Tu escoge, una muerte rápida e indolora o una lenta y con mucho sufrimiento. - digo con total seguridad mientras me preparo para ingresar al banco de niebla.

Demonfly se secó la sangre de la cara con el dorso de su manga.

¡Lo tenía tó controlao!-riñó a Adia-¿Pa qué te metes dónde no te llaman?

Daisy Sue y Skully tiraron con fuerza de la menestra de verduras que la tenían atrapadas, pero no se podía contar con McBones: estaba más tiesa que un hueso. Por suerte, la semiorca era lo suficientemente fuerte y viril para sacar también a su compañera del círculo de crecimiento vegetal. La actitud suicida de Daisy Sue al final no lo fue tanto, ya que podía entrar y salir de aquella maraña como si nada.

Q, camarada...

Ariete estaba empezando a preocuparse por el estado del druida. O más exactamente, empezaba a evaluar las probabilidades de éxito de Powaqqatsi en cantidades inferiores al 50%. Si quería salvarle, necesitaba un modo de vencer a un vampiro, y no tenía ninguna. Su única esperanza es que sus vasallos se hubiesen protegido por temor a tan cruel amo, así que Ariete se acunclilló y escaneó el cadáver de uno de los sectarios que había derrotado para encontrar algo útil.

ESCANEANDO...

Proceso... 0%

Proceso... 12%

Proceso... 19%

Proceso... 24%

ERROR 146. Ejecute herramientas de diagnóstico de sistema.

Intentó ignorar los gritos, primero enloquecidos y después reprobatorios, de Daisy. También quiso hacer oídos sordos ante los comentarios llenos de ira religiosa de Alfrrrik, que se acercaba con pesados pasos hacia allí. Y por supuesto, intentó no dar por sentado que aquél grito del interior de la niebla había sido Powaqqatsi sufriendo el ataque del vampiro, aunque con toda probabilidad así era. De Finn, que seguía luchando con su propia magia contra la del no-muerto, no se preocupó. Y de Ariete, menos; ese debía estar perdido en alguna contemplación. Así que con Failin poniendo pies en polvorosa hacia el carro elemental y la mayoría de enemigos ocultos en la niebla, tan solo tenía un objetivo.

Con parsimonia, esta vez sin prisa sabiendo que no cualquier punto del esqueleto serviría para hacer verdadero daño, dio un paso para atrás, tensó, y disparó. Una y otra. Dos flechas que golpearon con fuerza aquellos huesos enmarañados para devolverlos a su descanso.

Daisy consigue arrancar las hierbas que se enredaban en su brazo y en sus pies y retrocede saliendo de la maraña de ramas y enredaderas de color negro surgidas de la tierra muerta. El esqueleto que acaba de aparecer al retirarse parte de la niebla intenta liberarse de la misma forma. Pero se queda sin tiempo. Dos certeras flechas rompen su cráneo dejando solamente la mandíbula inferior unida al resto del cuerpo. Las plantas, implacables, se enredan rápidamente sobre el esqueleto inanimado hundiéndolo en su masa y quebrándolo en un único, y sonoro, chasquido.

Mientras Finn sigue lanzando un sonoro vendaval sobre la niebla oscura, Ariete encuentra tiempo para registrar a uno d elos soldados caídos. Tienen un saquillo con algunas monedas. En la retirada de la niebla aparece uno de los soldados envuelto hasta arriba entre grotescas ramas.

Alfrrik camina con determinación y pasa sobre las piernas del soldado de la garra y que está siendo registrado por Ariete. En los ojos del paladín se refleja el fuego de la Llama. En sus palabras se refleja la determinación más inamovible de los de su raza...

Le veis entrar en la oscuridad... Y de repente la maraña de vegetación desaparece. El soldado de la garra mira sorprendido como las ramas se desenredan de su cuerpo y regresan a la tierra. Y os mira sorprendido.

De nuevo una sacudida te recorre el cuerpo. Es algo diferente a la punzada de la daga. Es más parecido a la primera descarga. Tal vez más débil, pero suficiente como para tus piernas se debiliten y caigas al suelo. No sientes dolor. Pero tampoco eres consciente de lo que sucede a tu alrededor...

Entras tan furibundo como determinado en la niebla. Es claramente algo antinatura ya que parece ser un velo que se plasma justo delante de tus ojos impidiéndote ver, incluso, tu propio cuerpo.

Y, de repente, chocas con alguien que parece estar tanteando en la oscuridad...

Me concentro en la gracia de la Flama de Plata e intento detectar cualquier presencia maligna y procedo a golpear con fuerza a la persona que ha chocado contra mi, intentando dejarlo inconsciente.

Un poderoso golpe sobre el cráneo de aquél hombre debería bastar para derribarlo y poder seguir buscando el aura del vampiro.

Sujetando con fuerza el asta de la alabarda descargo un golpe certero sobre mi rival y presto atención al sonido del impacto, pues no quería herir por error al druida.

Será mejor que te quedes en el suelo si no quieres que te parta el cráneo idiota. - digo mientras me apresto a continuar con mi avance.

Esto es buena señal, ¿no?-dijo por la desaparición de las enredaderas-Sifnifica que el druida va de sobrao y ha desaparecido el conjuro porque no hace falta... ¡¿Verdá?! ¡¡¡¿Verdá?!!!

¿Habría muerto Powaqqatsi? Demonfly bufó y avanzó hacia el superviviente sectario. Skully le quiso golpear en toda la cocorota, pero el muy canalla se resistía a ser trepanado por las púas de la maza de armas.

Ariete dejó el saquillo de monedas dónde estaba, y se golpeó la sien un par de veces para tratar de arreglar su escáner. Todo cambió cuando vió salir a un nuevo contrincante de la cosa oscura. De estar reclinado sobre el cadáver, Ariete se irguió hasta alcanzar toda la magnificencia de su estatura. No bufó como Daisy Sue, pero sí expulsó dos chorros de vapor por los conductos que tenía entre los ojos y la boca, por aquello de regular el exceso de calor.

El forjado empezó a caminar en dirección a la semiorca y al encapuchado...

En la oscuridad, Ch'om intentaba picotear ya sea al otro soldado, o al vampiroide, o a cualquier cosa que no oliera a su querido Powaqqatsi, a quien sentía extrañamente callado e inmóvil allá en el piso. 

La preocupación lo hacía no tener tan buen tino.  Pobre zopilotito.

El viento abrió la nube de oscuridad, despejó una nueva zona antes culta y descubrió a otro de los soldados de la Garra. Casi al mismo tiempo, las enredaderas del druida desaparecieron, liberando a todos de su presa. Qué había pasado era bastante claro, que iba a pasar no tanto, pero fuera como fuera prefirió no responder a Daisy. No era el momento. No, era tiempo de luchar por los que aún estaban vivos, tiempo de venganza por los caídos, tiempo de matar para salir de allí y cumplir su misión. Era para lo que la habían contratado, ni más ni menos.

Firme en su decisión de acabar de una vez por todas con eso, pasó por detrás de la semiorca cuando esta se dirigió con pesados pasos hacia el acólito del vampiro, tensó el arco mientras se movía con pies ligeros, y disparó apenas unos segundos después de que Skully fallara su golpe.

El soldado de la garra esquiva el golpe de Daisy pero no puede hacer lo mismo con la flecha de Adia la cual se clava cerca de su cuello con un sonido sordo.

Escucháis un fuerte golpe proviniente de la nube de oscuridad y un grito y escucháis a Alffrik amenazar a alguien. Ariete se encamina con paso firme hacia la niebla mientras Finn sigue concentrando su tempesta de viento sobre la oscuridad.

La niebla se retira progresivamente dejando al descubierto una dramática escena...

Uno de los soldados recula en el suelo frente a Alffrik el cual sostiene amenazadoramente su hacha entre las manos. Por detrás de él veis al vampiro...Sujeta a Powaqqatsi por uno de los brazos y aprieta una daga justo bajo la axila del druida amenazando con darle un golpe mortal. Tras él el zopilote de Powaqqatsi se mueve con nerviosismo al ver a su compañero inconsciente y a merced del vampiro.

- El esquema...o uno  de los vuestros morirá aquí y ahora. El esquema y podréis marcharos. Negaos y este será el primero de vosotros en morir hoy.