Partida Rol por web

Los primeros rayos de sol empiezan a dejarse ver entre las montañas. Alguno de vosotros va despertándose poco a poco, sintiendo al momento el frío de la mañana en la piel.

Se escuchan voces fuera de la tienda. Voces que algunos más que otros, reconocéis.

Al salir, podéis ver como la reina y el príncipe Jorgen están de pie, hablando con una tercera persona. Un hombre algo mayor, fuerte y rudo, con una poderosa hacha sujeta con una cuerda a la espalda, y un mandoble sujeto a su cintura.

Al percatarse de vuestra presencia fuera de la tienda, el hombre se acerca con paso decidido hacia vosotros.

- Vosotros sois el grupo de Egil del que tanto he oído hablar. Soy Haakon, rey de Varakdar, me hubiera gustado reunirme con vosotros antes, pero como podéis comprender, hay muchas cosas que hacer por aquí. - dije en tono serio pero amigable.

- He oído lo ocurrido en las cuevas. Sé que nada salió como esperábamos no como esperabais, pero demostrasteis tener valor y eso es algo que necesitamos más que nunca. Mi hija Kaira tiene dudas sobre vosotros, pero mi esposa, mi hijo y Egil creen de corazón en todos y cada uno de vosotros, por lo que contáis con mi apoyo. Por favor, seguidme.

Con paso lento, os invita a acompañarle, llegando a una mesa de piedra a pocos pasos de donde estaba la tienda. Mientras os vais reuniendo en torno a la mesa, el Rey saca una hoja, una especie de pergamino, que pone sobre la mesa.

- Para todos aquellos que nunca hayan podido ver un mapa de nuestra isla, aquí esta. Como podéis ver, hay dos caminos que llegan hasta el puerto de la antigua ciudad de Krigare, que es a donde os dirigís. Cada camino os supondrá retos, uno de ellos es claramente más corto, pero recorrer las montañas en estos tiempos es peligroso. El otro camino es más largo que evitaréis las montañas. Sólo vosotros debéis decidir el camino que tomaréis. Nosotros pondremos a vuestra disposición caballos y lo que necesitéis para el viaje. Independientemente del camino que escojáis, pasaréis por dos pueblos donde os darán lo que necesitéis. Pero tened en cuenta una cosa, la ciudad de Krigare fue tomada por la oscuridad. Egil volvió herido de ese lugar, por lo que debéis imaginaros que habrá criaturas en esas tierras y cuanto más os acerquéis, más peligroso será el camino. No os enfrentéis si lo podéis evitar, ese es mi consejo.

Cuando termina la frase, da varios pasos hacia atrás, dejando que la reina le reemplace.

La reina os mira, con una sonrisa algo forzada en el rostro.

- Ojalá pudiéramos poneros las cosas más sencillas, de veras. El ejército debe quedarse en la ciudad, protegiendo a sus gentes. Pero como ha dicho el Rey, tendréis caballos y el mapa. Además quiero que os llevéis una cosa de mi parte.

La reina rebusca en su cinto, hasta que finalmente saca un orbe. el mismo orbe que utilizó con Egil y la hija del pescador, mientras se dirige a Krista. - Por lo que he visto, tu eres la que más conoce de medicina, al menos por lo que hiciste con Egil. Quiero que os llevéis esto. Recordar que su magia no cura heridas. La herida debe ser limpiada y curada, y después, usar este orbe. La magia de este orbe no hace que una herida sane, hace que una herida limpia y curada, cicatrice en segundos. Recordarlo, sólo una gota es suficiente. Os durará todo el viaje.

Da unas pequeñas palmadas en el hombro de Krista, y se dirige a todos, - sed cautos y cuidad los unos de los otros. Ojalá nuestros caminos se vuelvan a cruzar algún día.

Esas malditas criaturas de las cuevas habían hecho que tuviera pesadillas esa noche, pero me he levantado con energía y dispuesto a llegar al fondo de esta questión. Tengo la sensación que sino hacemos algo con ese.. "brujo" todo lo que conocemos llegará a su fin y por los dioses que no me pienso quedar de brazos cruzados mientras pueda poner un pie delante de otro.

Cuando el Rey Haakon se presenta hago una profunda reverencia en señal de respeto y escucho atentamente sus palabras...

Tenía claro que quería evitar el camino por el que vino Egil... nos encontraríamos con las criaturas que casi lo matan y tenemos un objetivo más grande que arrancar cabezas de criaturas desconocidas.

- Creo que deberíamos ir por las montañas, tengo la sensación que el tiempo apremia y el camino largo ya sabemos que nos deberemos enfrentar a lo que casi mata a Egil... Desconozco vuestra condición física pero si creeis que podéis aguantar una travesía por las montañas creo que será la mejor opción

Había sido una mala noche y los recuerdos de lo sucedido habían conseguido que la intranquilidad dominara mis sueños. Me había estado moviendo continuamente y apenas había conseguido descansar. Eso sólo me pasaba cuando me sentía intranquilo y, en esa ocasión, lo estaba y mucho. Aún no había amanecido cuando ya me encontraba completamente despierto, dispuesto a hacer lo único que me reanimaría en esos momentos, un buen baño en el agua fría del río. Así que, una vez alivié mi vegija me di un chapuzón que a punto había estado de cortarme la respiración pero que me revitalizó en el acto.

Con el pelo mojado y algo más dispuesto a enfrentarme a los más que seguros peligros que nos encontraríamos en ese día, volví para reunirme con el resto antes de llenar mi estómago. Para mi sorpresa, la reina y el príncipe ya estaban en pie y se encontraban hablando con el rey Haakon, ante el cual incliné la cabeza con respeto antes de escuchar en silencio lo que nos tenía que contar.

Íbamos a tener todas las facilidades para realizar ese viaje, pero eso no evitaba que los problemas desaparecieran de un plumazo, de hecho cualquier camino que escogiéramos iba a estar plagado de contratiempos y, sobre todo, peligros. Poco había que preguntar ya que el rey había dejado las cosas claras por lo que seguí manteniéndome en silencio y sólo abrí la boca para agradecer a la reina el regalo que entregaba a la curandera. Eso nos iba a venir muy bien y confiaba en que la joven Krista lo sabría utilizar con eficacia e inteligencia.

Fue Björn el primero en hablar y, como ya me empezaba a acostumbrar en aquel grupo, mi opinión era muy distinta. Yo era campesino, pero también cazador, y la caza requería mucha paciencia si se quería conseguir las mejores piezas.

—No hay atajo sin trabajo —era un dicho que pronunciábamos mucho los que estábamos acostumbrados a movernos por los bosques—. Puede que ese camino parezca más corto, pero eso no significa que vayamos a tardar menos. Atravesar las montañas no es tarea fácil, sobre todo si vamos a caballo —pero por otra parte el otro camino tampoco me inspiraba confianza porque allí Egil había sido atacado—. Aunque, por otra parte, sabemos que por ese camino más largo el peligro es muy real... Fuera lo que fuera lo que atacó a Egil se encontraba por esa zona. Aún así... yo votaría por dar un rodeo.

Krista entreabrió la boca cuando Astrid le ofreció el orbe mientras observaba el mismo. Casi al momento en el que lo cogió hizo una leve inclinación en señal de respeto - Gracias - aunque deseaba no tener que usarlo, aunque en el fondo supiese que tarde o temprano debería de hacerlo. Pensó durante unos segundos cual sería la decisión más acertada acerca de qué lugar escoger, por el momento las decisiones eran contrarias.

- Opino que el camino que atraviesa las montañas sería el más adecuado. El camino más largo topa tanto con la ciudad de Krigare como con el puerto, sin embargo, el camino corto solamente llega al puerto de Krigare, evitándonos pasar por la ciudad de la misma. Si lo que le hizo aquello a Égil proviene de esos lugares, más nos vale alejarnos.

Era de poco dormir... a veces, tan solo necesitaba sentarme y descansar brevemente sin casi apenas cerrar los ojos... era cuestión de disciplina... cuando vives en y con la naturaleza, el dormir a veces se convierte en un lujo que no quien opta por esa vida no se puede permitir...

Así pues, cuando el resto de mis compañeros fueron saliendo de las tiendas, yo ya me encontraba royendo un trozo de venado recién hecho... y es que, hagamos lo que hagamos... mejor hacerlo con el estómago lleno.

Como era de esperar, se nos presentó una nueva disyuntiva, y ponernos de acuerdo sería imposible... yo tenía mi opinión, como era de esperar, y no tardaría en decirla... pero lo de la toma de decisiones era una cuestión que teníamos que resolver en primer lugar, porque podría ser un problema en el futuro...

Señores - dije, dirigiéndome a todos, y asegurándome de que el rey Haakon me escuchase - señor, como puede ver, ni en estas pequeñas cuestiones nos ponemos de acuerdo. Considero que debería nombrar, si no un líder, si al menos darle el mando del grupo a uno de nosotros, o al menos que su criterio pese más que el del resto.

Guardé unos instantes de silencio, mientras escrutaba el rostro de los que me acompañaban, y el gesto de comprensión del propio rey... extraño que no se hubiese hecho desde que nos reclutaron...

No obstante, puesto que aun no hemos dirimido esta cuestión, diré que estoy de acuerdo con Björn y Krista. Creo que atravesar las montañas es la mejor opción. Además de los beneficios que han aportado ellos, diré que es a priori el camino más difícil, con lo que, en caso de que intuyan nuestra partida, es más probable que esperen que vayamos por el camino de la costa. Y por último... las montañas son mi hogar... de manera egoísta... me siento más a gusto yendo por ese camino...

Dejé de prestar atención al resto de compañeros y me dispuse a revisar mis pertenencias...

Las explicaciones de la reina me dejan insatisfecha, aunque está claro que no puede decirnos mucho mas. Se enfrentan a seres que no conocen... igual que nosotros.

Llega el día de nuevo. La musica y los bailes son sustituidos  por los ronquidos de los soldados. Me alejo del campamento y los ronquidos son a su vez sustituidos por los cantos de los pájaros. Me gusta más.

Me dispongo a comenzar mi meditación matutina. Llevo varios días sin poder hacerla y empieza a afectarme. Me arrodillo y poso con cuidado las yemas de mis dedos en el suelo.

"Aquí y ahora"
 Siento el aire frio de la mañana

"Aquí y ahora"
Huelo la madera húmeda por el rocío

"Aquí y ahora"
Veo mi bosque. Mi hogar. Está destrozado.

Vuelvo en mí con la respiración acelerada. Imaginaciones mías. Hoy no es el día de meditar. Mi cabeza no está ni aquí ni ahora.

Cuando vuelvo al campamento el Rey habla con mis compañeros. Me acerco y escucho con atención. Se mencionan dos rutas, una rápida pero mas arriesgada, y otra lenta pero ligeramente mas segura. Por lo general habría propuesto la rápida. El tiempo apremia y no soy mala escaladora, pero entonces examino la ruta larga con atención y observo que pasa por mi bosque. Mis pensamientos se trastocan. Tengo que ir. Tengo que comprobar que todo está bien. -Voto por la ruta larga. No querría tener que volver a enfrentarme a estos bichos en terreno desfavorable y no es que se me de muy bien la escalada. Además conozco bien los bosques que atravesaremos en esa ruta. No creo que me pillen desprevenida allí.

El rey dedica una mirada a Orvar al escucharle hablar. - Sabias palabras. En todo grupo debe haber alguien que lidere, pero todos vosotros sois iguales. Todos habéis venido a ayudar en igualdad de condiciones, ¿quién soy yo para poner a uno de vosotros por encima del resto?

Se acerca a Orvar, hasta poner el la mano encima del hombro. - Te hago entrega de este mapa de la isla, del mismo modo que mi esposa le ha entregado el orbe a tu compañera. - a continuación, retira el brazo, y ofrece el mapa, - en cuanto a lo otro, creo que deberíais hacerlo vosotros. Habéis completado la misión de las cuevas, os conocéis un poco ya los unos y los otros. Decidid quién merece tal privilegio y tal carga, o iros turnando... mientras funcione, podéis hacer lo que gustéis.

La reina sonríe ante la respuesta de Krista al recibir el orbe, mientras escucha a su marido hablar.

Aquellos que estéis atentos, podéis ver como Ottar y Einar se acercan hacia el grupo desde las murallas de la ciudad. Debían de haberse levantado antes que nadie para tal vez dar un paseo por el campamento. La reina se detuvo un rato observándoles acercarse, para a continuación volver la atención a vosotros.

- Ottar y Einar vinieron esta mañana a hablar con nosotros, preguntando por la niña y por Egil. Sabed que ambos están bien, recuperándose. Y al igual que vosotros, no se han puesto de acuerdo en cuanto a la ruta... Ottar a optado por las montañas, mientras que Einar por dar un rodeo y pasar por el bosque. 

- Por suerte sois siete, si todos votáis, siempre una opción quedará por delante de la otra. En este caso, la opción de ir por las montañas a sido la que más votos a obtenido... por lo que, ya tenéis ruta.

Astrid da un par de pasos hacia atrás, haciendo un gesto con la mano a un soldado que aguardaba inmóvil un par de metros por detrás del grupo. El guerrero al ver el gesto, se aleja a la carrera. A los pocos minutos, veis como vuelve, acompañado de siete caballos grandes y fuertes.

- Escoged a vuestro nuevo compañero, ya que os acompañará hasta que uno de los dos caiga. Son regalos que tanto el Rey como yo queremos haceros. Un detalle por vuestra valentía. Dicho esto, podéis partir cuando queráis, aunque os recomiendo que sea lo antes posible, para aprovechar al máximo la jornada.

La mayoría había hablado, cuatro optasteis por las montañas y tres por el bosque.

Krista guardó el orbe de la reina y Orvar hizo lo propio con el mapa que el Rey le entregó, escogisteis cada uno de vosotros uno de los caballos e iniciasteis la marcha hacia las montañas.

El primer día pasa sin novedad alguna. La noche empieza a caer, y se nota el cansancio de los caballos tras un día entero cabalgando sin pausa. Estáis a menos de medio día de llegar a la falda de la montaña. Esta es la última oportunidad de cambiar de ruta sin que suponga una pérdida de tiempo considerable.

Poco a poco iba entendiendo por qué nos estaban invadiendo... no se gobernaba con puño de hierro, que es lo que hace falta, y más cuando los tiempos son tan convulsos como estos. No se puede tratar de estar bien con todos... esa manera de reinar está destinada al fracaso... pese a ello, me guardo mi opinión, no me interesaba seguir creando animadversión hacia mi persona... tan solo llevar a cabo la misión para la que nos habían llamado, y después disfrutar de un apacible retiro en mis nuevas tierras, rodeado tan solo por la naturaleza, con un poco de suerte, jamás volveré a ver a nadie...

Tuerzo un poco el gesto al apoyar el rey su mano en mi hombro... no pude evitarlo, afortunadamente pasó totalmente desapercibido... sin embargo, hice otro explícito de agradecimiento por el presente para acto seguido guardarlo bajo en un bolsillo bajo la capa, donde pudiera mantenerse a salvo de la humedad.

Creo, majestad - dije, dotando de cierta ironía a la palabra "majestad" - que es un error que no designéis un líder del grupo. Es muy poco probable que nos pongamos de acuerdo en quien comanda la partida, pero si cada decisión debemos someterla a votación... lo que es seguro es que vamos a perder mucho tiempo en absurdas discusiones... ¡¡No!! Señor especie de trasgo, espere, no nos ataque aun, debemos discutir y votar si nos enfrentamos a ustedes o damos un rodeo... - añadí con sarcasmo mientras escupía al suelo - pero ya nos apañaremos... 

Habíamos estado cabalgando durante todo el día. El camino recorrido era suave, bastante uniforme, lo que nos permitió forzar un poco los caballos sin temor a desfondarlos. Alternábamos un trote suave con un poco de galope, de modo que nuestras cabalgaduras se fuesen acostumbrando a sus nuevos jinetes y éstos a las bestias.

Cuando ya el sol se estaba poniendo, observamos como los caballos daban sus primeros síntomas de agotamiento, con lo que propuse parar. Habíamos avanzado un buen trecho, sin incidentes, comiendo algo de carne seca que todos llevábamos en nuestras mochilas, todos merecíamos un descanso, y estas montañas eran mi hogar, las conocía bastante bien, hacer un fuego y cobrar alguna pieza de caza nos daría un buen sustento para pasar la noche y afrontar el segundo día con ánimos renovados.

Éste es un buen sitio, ¿os parece si acampamos unas horas? No conviene fatigar en exceso a los caballos, sobre todo con lo que queda por recorrer - dije, levantando la vista ante las inmensas moles que se alzaban ante nosotros a escasas millas al este...

De un salto bajé del caballo, al que había apodado Saeta Dorada por el color dorado de sus crines, y lo aposté junto a un arbusto del que podría pastar sin esfuerzo.

Voy  a dar un rodeo a pie, a ver si puedo capturar alguna liebre o jabalí, no creo que sea arriesgado encender un pequeño fuego para cocinar, pero si decidís votar - dije de nuevo con ironía - yo voto por encender un buen fuego.

Acto seguido me alejé. Había caminado tan solo unos cientos de metros cuando la suerte me sonrió, encontrando dos gamos que se encontraban pastando, totalmente ajenos a mi presencia, pues había tenido la precaución de caminar con el viento de cara... preparé una de mis dagas dispuesto a arrojarla al más cercano de los dos...

Las palabras de Orvar mostraban cierta resignación, en cierto modo Krista pensaba igual que él; tener un líder les ahorraría de tener que tomar decisiones aceleradas en momentos como los que habían acontecido en la cueva. Un solo segundo más de disputa y podrían ser presa del tiempo, y con ello, podrían verse expuestos a un peligro innecesario. De no ser por las formas en que se expresaba "la flecha", la propia Krista le habría propuesto como líder, pero su impaciencia y malos modales hicieron que no se decantase por él en un primer momento. Sin embargo, sintió que era necesario iniciar una votación para nombrar a un líder. Antes de que Orvar marchara Krista le retuvo - Aguarda - dijo en tono imperativo hacia él. - Tienes razón, hemos de nombrar un líder. Hagamos una votación, el que obtenga mayoría será el que resulte como líder - dijo mirando hacia el resto, dando por hecho que todos estarían de acuerdo en tomar aquella decisión, sus modales eran toscos en un inicio pero fueron suavizándose a medida que hablaba, el camino le había hecho pensar en cosas que hubiera preferido mantener guardadas en su memoria. Mientras acariciaba la oscura crin de su caballo, negro como el azabache, continuó la conversación tras meditar unos segundos.

- Me decanto por Orvar - dijo sin quitar la vista de su caballo. Si bien en un principio los modales de este le habían hecho olvidarse del mismo como candidato al mando, al pensar detenidamente en las opciones finalmente salió éste como elegido por ella. A pesar de ser tosco y huraño, era bueno para tomar la iniciativa en el combate, ya lo había mostrado en la cueva. En ese tipo de circunstancias se necesitaba rapidez y una buena elección en un momento como ese les podría evitar de riesgos innecesarios.

Tras escuchar las palabras de nuestro Rey, parecía que ya teníamos un camino que tomar y un líder que elegir, Orvar estaba en lo correcto. Y si bien no parecía el mas amable ni era la persona más agradable del mundo, si que era rápido en tomar decisiones y parecía tener experiéncia en situaciones peligrosas.

- Yo también me decanto por Orvar, ha demostrado tener la cabeza fría en más de una ocasión des de que nos conocemos y tengo la sensación que podemos confiar en su capacidad de decisión.

Horas más tarde llegamos con los caballos ya extenuados a la falda de la montaña, y como decía Orvar, lo más sensato era dejar descansar a los caballos, todavía nos faltaba mucho camino por recorrer.

- Yo pienso lo mismo que Orvar, descansemos aquí y hagamos una hoguera, puede que mañana no tengamos la suerte de poder contar con tal oportunidad. Además hay pasto de sobra para que se harten los caballos. Iré a por algo de leña.

Una vez he dejado a mi caballo a buen recaudo y des ensillado para que pueda descansar mejor, me alejo del grupo para buscar ramas secas y pequeños troncos para prender el fuego. Vuelvo al cabo de unos minutos cargado con un pequeño montón de leña seca y preparo una zona despejada para encender el fuego.

Cuando vuelvo, parece que Orvar ha salido a intentar cazar algo, con un poco de suerte podríamos comer venado asado o conejo.

Ha salido elegida la ruta de las montañas. Y yo no podría estar más frustrada con esta decisión. No sólo nos arriesgamos a enfrentar un camino mucho mas accidentado, en el que estaremos en desventaja en una pelea, sino que, por encima de todo, no podré ni siquiera pasar por mi hogar a comprobar que va todo bien.
El tiempo posterior a nuestra partida se vuelve una tortura para mi. Si normalmente soy una persona paranoica, ahora no puedo controlar mis pensamientos. Puedo sentir la oscuridad de esos seres avanzando, devorandolo todo a su paso. Si quiero evitar que arrasen mi hogar debemos terminar esta misión lo antes posible.
Desde que Orvar mencionó al rey lo de nombrar un líder han estado dándole vueltas al tema. Para cuando Orvar propone parar, yo ya llevo mucho tiempo intranquila y estoy bastante harta de esta discusión.

-elegid a quien os parezca. Las discusiones van a seguir siendo las mismas.

Me bajo del caballo y me alejo para buscar hierbas o raíces que puedan ser útiles para fabricar medicinas o ungüentos especiales.

Encuentras varios tipos de hierbas que para casi cualquiera no tienen valor ninguno. Sin embargo, no eres como la mayoría. Lo que encuentras, sabes que puedes darle un buen uso, tanto para ti como para tus compañeros.

El camino había sido largo. Los caballos estaban cansados, y lo cierto es que el trote estaba empezando a pasarme factura. Estaba acostumbrado a ir andando por mi propio pie, pero era evidente que necesitaríamos ir a caballo para no tardar cuatro veces más.

Bajé del caballo, y me quedé mirando las montañas. Hacía ya un tiempo que vivía en parajes similares al que tenía delante. La decisión de ir por las montañas no me desagradaba, pero sabía lo que nos podía esperar. Las montañas eran altas, y en determinadas zonas el frío y la nieve nos retrasarían... aún más teniendo que tirar de los caballos. Sin mencionar las historias que contaban algunos viajeros sobre extrañas criaturas de gran tamaño que bajaban a las granjas situadas en las partes más altas de las colinas en busca de algo de comer.

La conversación del grupo se tornaba a negativa, y lo cierto era que no tenía ninguna gana de participar en charlas sin importancia.

- Opino igual que Indra, pero si tanto os interesan los votos... opino como el resto para no alargar la conversación. - dije en tono seco, mientras me sentaba en el suelo y sacaba algo de comer.

Al fin llegamos a una zona algo más tranquila donde poder descansar. Poco me importaba la salud del caballo me importaba poco, lo justo sabiendo que lo necesitaría para continuar el camino... no tenía intención de ir en el caballo de alguno de mis compañeros de acompañante... y si finalmente debía hacerlo... mejor mantenerme cerca de Krista o Indra... en el caso de fingir caerme y tener que agarrarme, mejor de una chica que de un tío.

- Orvar entonces... dichosas votaciones. Deberíais haber optado por mí... pero bueno, ese es vuestro error... menospreciarme.

Quizás lo dijera en serio o quizás en broma... que pensaran lo que quisieran. Lo único que me importaba a mí era completar la misión, congraciar a los reyes para después pedirles cosas... un terreno... la mano de su hija, la princesa... Era una persona de gustos sencillos... o no tan pequeños.