Partida Rol por web

Aria deambuló despacio por los pasillos mientras se alejaba del bullicio y el alboroto que estaban montando los demás en la cocina. Había conseguido mitigar un poco el hambre con lo que le había dado tiempo a coger, así que sin demasiada prisa continuó caminando hasta su camarote. 

Nuevamente desmontó la vieja pistola de su padre y empezó a quitar el polvo que ya hacía tiempo que no estaba. El muchacho tardó en darse cuenta de que están tocando en la puerta. Al reconocer la voz de Jun, respondió con un murmullo. 
 

–Si...–

-¿Puedo entrar? -Pregunté, aliviada de no tener que buscarle por toda la nave.

Apoyo la mano en el metal de la puerta, sin atreverme a abrir.

-Me han echado de la partida de cartas -añado, esbozando una sonrisa divertida-, así que me he quedado sin "plan" para esta tarde.

Parecía que la tripulación no había quedado muy contenta con su respuesta, pero ella estaba muy tranquila, pues seguía opinando que si la pregunta no había sido la adecuada, no era culpa suya. Quizá les había molestado más que la princesa se hubiese ido, pero aquí, o pagan todos o ninguno, que no era ningún colegio. Le habían preguntado cual era su papel en la Alianza y ella había sido sincera. Sobretodo, el capitán pareció dudar de ella.

No me parece tan raro que un soldado también posea conocimientos de medicina. No sé a que viene tanto veneno. Le miró sonriendo. Soy mujer, puedo hacer más de una cosa a la vez. Y lo dejó pasar.

Volvieron a repartir cartas y ella miró las suyas mientras daba un trago, tan buenas eran, que casi se atraganta. Ni siquiera intentó disimular, se quedó sonriendo bastante satisfecha y encogiéndose de hombros.

No fue ninguna sorpresa el movimiento del piloto, se le vio venir desde lejos. Se dejó hacer y levantar, observando todo con una ceja levantada. Ella tampoco parecía incómoda con la situación.

Y dime... cuando el baile no te funciona... ¿tiras de músculos para ganarte a las damiselas? Pregunta con una sonrisa traviesa, con el claro motivo de picarle de forma sana. A músculo y fuerza la ganaba, contra eso no iba a intentar combatir ni ganarle. 

Como si tú fueras mucho más peligroso... Murmuró lo suficientemente alto como para que él lo oyera. Y claramente esa era su intención, pues le miró de reojo. De un salto bajó, pero aprovechó para rodearle el cuello con los brazos y volver a susurrarle al oido. Vas a necesitar algo más que.... esto -dijo bajando la vista y fijándose en lo juntos que estaban sus cuerpos- para conseguir lo que quieres... y se alejó dándole la espalda y cogiendo los auriculares que él había tenido hace un rato para observarlos con curiosidad. Como por ejemplo... ¿por que yo? ¿por que tengo tetas y culo? Preguntó riendo aún de espaldas y ya en tono normal.

El no fue por los labios esta vez, si no que la deposito en la mesa. El perfume de ella empezaba a ser embriagador. Fue a por su cuello, apoyando ambas manos abiertas en la mesa, y la beso, con ganas, hasta el mentón.
¿Mmmm? En absoluto, no uso musculo. Guardo un garrote debajo de la cama para estas situaciones. Tonto de mi, que no lo traje ahora. También tengo un vestido de leopardo para que te pongas, si lo deseas.
Ella lo separo y siguió el juego. Maldita sea. Se alejo de el, y de inmediato, extraño el calor de su cuerpo. Se apoyo en el marco de la puerta de la cabina, para parecer controlado y para internamente calmar las palpitaciones producto de la cercanía de ella. Si no lo conseguía esta noche, agotaría las reservas de la ducha, eso seguro.
De nuevo, ella seguía jugando con él, como el ratón a sabiendas de que estaba a salvo en su guarida, jugaba con el gato. Le lanzo una de esas preguntas femeninas que no importa que respondiera, era la respuesta equivocada, o tenias que alabar su belleza. No es que tuviera que pensar demasiado en que alabar, pero no estaba convencido de que el juego fuera la mejor de esas opciones en ese momento, con su sangre fluyendo por su cuerpo.
Si. dijo con sencillez. Y porque esa mezcla me resulta muy agradable a la vista, lo mismo que tu rostro, y eso influye en mis ganas de reproducirme, pues soy un animal elemental, que se deja llevar por sus impulsos. También está el tema de personalidad, que no es tan desagradable como quieres hacer ver. Se sentó en su silla de piloto, cambio con su mano y la música empezó a sonar en los auriculares de ella. O todo lo que dije antes es innecesario, y solo me agradas, Pecas.

Miré a la señorita Stark completamente defraudado por su respuesta. Esperaba al menos una mentira elaborada, pero el señor Faraday tenía razón. Los ejércitos no funcionaban de esa forma, y todos los allí presentes lo sabíamos.

Levanté un poco las cartas y vi los números de las primeras tres cartas. Volví a bajar las cartas y las dejé en su sitio. Aspirando de nuevo el embriagador aroma de mi cigarro en una larga y reconfortante calada. 

A pesar de tener la mano ganadora, cuando observaba a los presentes, algo lo hizo sospechar, observo a la joven asesina a su lado, y algo, en el brillo de sus ojos, en el rictus de sus labios, le indico que no iba a ganar esa mano. Estaba demasiado confiada.
Tiro las cartas al fondo común. No iba a arriesgarse.
Con eso se fue parte de la motivación.
¿Otra mano, o lo dejamos, para la semana que viene?

En aquella ocasión ni siquiera llegaron a revelar que les había tocado a cada uno. Nikita fue incapaz de mantener una expresión neutra al ver que cartas le habían tocado, de modo que David decidió hacer como Faraday y no arriesgarse en aquella ronda. Al escuchar la pregunta del piloto, empujó sus cartas hacia el centro de la mesa, aunque se quedó sentado donde estaba -Yo creo que por esta vez me bajo. Si vais a continuar no os preocupéis, me iré a mi camarote.

Lo tenía claro. Mi intuición me decía que Stark tenía la mejor mano en aquella ocasión, por lo que decidí no continuar, dejando las cartas en el centro de la mesa, al igual que habían hecho momentos antes Faraday y Kovacs.

-Por mi parte, creo que yo también paso -declaré, cruzando los brazos sobre el pecho-. Demasiado póker por hoy. Estaré en mi camarote limpiando mis armas.

Faraday se levanto, saludo a todos, agarro su botella de bourbon, y dijo.

- Dama, Caballeros... Capitan. Que tengan buenos sueños.

Salio de alli.

–Supongo que sí... –Aria se apresuró a poner todas las piezas de la vieja pistola bajo la almohada, no le había dicho a nadie que la tenía con él. 

Empujo la trampilla de su habitación y me dejo caer lentamente asiéndome a los barrotes de la escalerilla, hasta que hago pie sobre el suelo. Me vuelvo lentamente, examinando el camarote. Es la primera vez que entro, así que simplemente me retiro a un lado, cerca de la pared, y observo al chiquillo con un sonrisa.

-Estaba muy buena tu chocolatina. Si algún día te apetece un dulce, puedes pedírmelo. Me regalan muchos y la mayoría de las veces no puedo acabármelos sola.

–Sí... gracias, te lo pediré...– Aria desvió la mirada y un silencio incómodo empezó a llenar la estancia. El chico se mordió el labio sin saber que hacer mientras Jun aguardaba de pie. Carraspeó y se echó a un lado de la cama, alisó como buenamente pudo las arrugas de la superficie y esperó a que ella se diera cuenta de que podía sentarse. 

–Bueno... ¿cómo están...? Quiero decir, qué tal estaban el la cocina con el poker. Aunque conociendo a...–  Aria cerró la boca en cuanto se dio cuenta de lo que estaba empezando a decir.

Acepto la invitación para sentarme y me sitúo delicadamente junto al muchacho, ignorando sus últimos titubeos.
-Parecían pasárselo bien, aunque mucho me temo que se lo estaban tomando demasiado en serio. No tardarán en tocar hueso con alguna pregunta comprometedora, y empezarán los problemas -me encojo de hombros-. Pero supongo que será problema del capitán.

Dejo que el silencio vuelva a llenar la habitación unos instantes, hasta que deslizo suavemente mi mano para depositarla sobre la del muchacho.
-Amor... ¿estás bien? Estos días no pareces el mismo chico amable y activo que conocimos al embarcar. ¿Es porque te duele la quemadura... o hay algo más?

Nikita puso los ojos en blanco. Eran todos unos cobardes. Aunque no lo admitiría, en parte había sido culpa suya por mostrar lo que tenía, pero si hubiese sido ella, habría seguido hasta el final con las consecuencias que ello conllevaba. Al fin y al cabo, tampoco se estaban jugando nada vital.

Todos se rindieron y se encogió de hombros. Un placer haber jugado con ustedes, caballeros... Y se retiró también. ¿Había quedado como vencedora? Ella creía que sí.

Nikita no pudo evitar esbozar algunas sonrisa a medida que el piloto iba hablando. Le resultaba bastante graciosa (en el buen sentido) su manera de hablar. Pero aún así no se giraba y seguía curioseando. Ya quisieras... Murmura cuando comenta lo del vestido de leopardo. Seguro que también te gustaría atarme a la pata de tu cama... Añade bromeando.

Cuando comenta lo del animal elemental, esta vez, sí suelta una pequeña carcajada para nada fingida, pero sigue sin girarse. Empieza a girarse cuando comenta lo de que no es tan desagradable como ella quería hacer ver, con una muestra de enfurruñamiento en su cara. Justo se ha girado para ver como él pone una canción que empieza a sonar y que por la suavidad del principio le permite escuchar sus últimas palabras.

O todo lo que dije antes es innecesario, y solo me agradas, Pecas.

Una pequeña sonrisa se le escapa de medio lado. No quería que notara que el mote le había causado agrado, y sigue escuchando la canción. Tras unos segundos, se da de nuevo la vuelta y le hace un gesto con el dedo para que se acerque. Le apetecía "bailar" esa canción, pero no quería quitarse los cascos.

Faraday se encoge de hombros, haciendo una mueca mezclada con una sonrisa, cuando se refiere a lo de la cama, y demás.
Viene todo en un combo, el traje, la cadena, el garrote. Mucho mejor que comprarlo por separado
Ella siguió moviendo el trasero al compas de música y riendo ante sus comentarios, hasta que el dedo mágico de ella empezó a atraerlo.
Intento resistirse, pero paso a paso, contra su voluntad, empezó a acercarse a la mujer, con cada movimiento del mismo, hasta que llego hasta las cercanías de la muchacha, y la observo.

Disculpe señorita Stark, no recuerdo haber dicho que me retiraba. - digo dando una nueva calada al cigarro y luego la miro desafiante. Sin mirar las cartas revelo mi mano, que siendo buena no llega hasta su increíble mano.

- Espero con ansia su pregunta, veamos si es tan imaginativa como para formular las respuestas tan vacías que ofrece. - digo on una sonrisa en los labios mientras recojo las cartas.

Nikita levanta una ceja, primero sorprendida, por que el capitán no se rindiese aunque no le dura mucho, pues recuerda rápido que ese hombre tiene el orgullo a un nivel tan alto como su mala leche. Lejos de enfadarse por su comentario, le dedica una sonrisa, con un "¡ouch!" claramente fingido.

Iba a proceder pero antes, tenía algo que hacer. Lo haré, pero creo que merezco ser la única que conozca la respuesta, ya que los demás se han rendido. Y espera amablemente a que todos salgan para formularla.

En cuanto todos salen, su sonrisa desaparece.

Se inclina hacia adelante, con las manos en la mesa. ¿Qué es capitán? ¿Qué es lo que le hizo volverse así? Sabía que indagar en su pasado era lo que más podía dolerle. Y ya había hecho alarde de que no se retiraba, como para retirarse ahora que se había puesto en sus manos. Usted ha intentado indagar sobre nuestro pasado... ¿pero y que hay del suyo? ¿No cree que igual la tripulación se abriría con más facilidad si usted da ejemplo? Sabía que no lo haría. A Nikita le daba igual si la tripulación se abría o no. ¿Qué es eso tan oscuro que esconde? Finalmente vuelve a sonreír.