Partida Rol por web

El trayecto por Demeter hacía el banco es corto. La ciudad está llena de una amplia red de transporte público gratuito. En menos de media hora llegáis al banco, donde encontráis un edificio amplio, de blanco impoluto y con el aspecto de un antiguo templo griego que había sido diseñado siguiendo lineas modernas; columnas cuadradadas, frisos lisos, cristales acumuladores fotovoltáicos.

El interior es igual de luminiscente que el anterior, una amplia piscina decorativa llena de carpas rojas preside el atrio del edificio donde se encuentran una linea de dispositivos expendedores que sirven para realizar operaciones bancarias. Al fondo hay unos cubículos separados con tabiques de madera blanca rematados con plantas enredaderas que rompen la blancura de la estancia. En ella distinguís unos despachos donde varios trabajadores, vestidos elegantemente, trabajan en sus terminales de acceso al cortex.

Al fondo unas escaleras suben hacía un despacho flanqueado por tabiques de cristal translucido. En ellas se distinguen unas letras blancas:

Salazar W. Blouse.

Masgistrado y Adm. Central del Banco Federal de la Alianza de Planetas.

El lugar del encuentro son unos lujosos terrados colocados en forma piramidal. Las parades son de mármol blanco, ni rastro del aluminio o concreto industrial usado en los barrios obreros, y están ricamente adornados por plantas aromáticas. Al llegar al terrado donde se encuentran los veladores, cubiertos por pergolas de tela, encuentras que debes descalzarte y avanzar sobre un cesped cuidadosamente arreglado. El ambiente es calmado, una fuente produce un sonido de cascada mientras una pianista toca en una orquesta digital una pieza de la tierra que fue¹. Conoces esa pieza, es una de los pocos rastros de la cultura perdida, la estudiaste en la skool durante tu formación y su complejidad es endiablada.

Tu "cliente" se encuentra reclinado sobre un divan en una de las pergolas mientras bebe una copa de un vino de un color cobrizo. Viste un traje de seda azul con apliques en hilo de plata similar a los que usan los hombres en Sinoh, sin embargo su cuerpo vencido por la edad le daban un aire ridículo. Su barriga sobresaliente, su cara cansada y llena de cicatrices viejas y el pelo canoso. Permanecía ajeno a tu presencia con la mirada fija en un dispositivo donde observaba alguna información del Cortex.

Las demás pérgolas estaban ocupadas por parejas, distinguías acompañantes que conocías de vista en algunas de ellas, todos vestían lujosamente y el ambiente transmitía el sentido del lujo y lo exclusivo. Estabas segura que si no fuera por tu posición como acompañante nunca podrías haber accedido a un lugar como ese.

-Buena suerte, compañeros -les deseo de todo corazón-, tened mucho cuidado.

En cuanto nos ponemos en marcha definitivamente, me despido de mis compañeros y desciendo de la nave recogiéndome el bajo del vestido. Puede que esta ciudad sea un poco más civilizada que Perséfone, pero sigue siendo un espaciopuerto.

Tras alejarme unos prudenciales metros de la Constanze, detengo a un aerodeslizador que se dirija hacia el centro de la ciudad, y me monto en él.

Me aproximo hacia Blouse con pasos cortos pero nada torpes, casi deslizándome sobre el césped, cuyas puntas bien recortadas me hacen cosquillas en las plantas de los pies. El cabello me cae en una cascada oscilante por mi espalda, mientras que mis labios, en una sonrisa relajada, están perfilados de un rojo profundo. Saludo con la cabeza a un par de compañeras al pasar junto a ellas, mientras me dirijo hacia mi cliente con resolución pero cierto aire de timidez, y me detengo a pocos metros de él.

-Señor Blouse -le saludo, inclinando la cabeza, esperando que me dé permiso para hablar-.

Estos primeros segundos de contacto con el cliente son cruciales, pues es él quien marcará el tipo de conversación y trato que quiere tener conmigo, a pesar de que seré yo quien dictamine los ritmos.

-Curiosa elección de música ambiental, ¿Rachmaninoff no es un poco solemne para un lugar tan relajante?

Había que reconocer una cosa: Nathan Faraday tenía buen gusto para la música. Aquella canción que había puesto el piloto se escuchaba tan épica que me entraban ganas de entrar en el dichoso banco y llevar a cabo un atraco. Podía notar cómo se erizaba el vello de mis brazos.

-Así es -le confirmé a Faraday su pregunta acerca del arma de fuego que había obtenido en los últimos días-. Usa balas del calibre 7.62 mm y es rusa. Algún día tendré que presentárosla, aunque espero que no sea hoy. Eso implicaría que la misión se nos ha complicado...

Cuando llegamos a la "granja", arqueé una ceja al advertir que se trataba de un lugar muy distinto al que había imaginado. La granja de Ruger Dumphy no se parecía ni lo más mínimo a la granja en la que había pasado parte de mi adolescencia. Aunque claro, ¿qué posibilidades había de que Sugar y Big Heart tuvieran buena relación con granjeros humildes? Al menos Dumphy no parecía muy diferente a lo que cabía esperar de un granjero que había pertenecido a los independientes.

Advierto que Faraday me empuja ligeramente para que sea yo quien trate con Dumphy.

-Capullo -mascullé, no en tono molesto, sino esbozando una ligera sonrisa. Me dirigí a Dumphy-. Buenos días, señor. No venimos buscando trabajo. Nos envía su viejo amigo Donny Vanyard. Sabemos que usted tiene problemas con el director del banco de Deméter. Digamos que hemos venido a echarle una mano.

Hechos los grupos, cada uno se dirigó a cumplir con su parte del plan. David fue con Bill y Nathan en busca del granjero asediado por el malvado banco. Seguía pensando que en que la visión de Bill era demasiado maniqueísta, teniendo en cuenta de quién era colega el hombre al que tenían que ayudar, y su sospecha se confirmó cuando llegaron hasta la "granja" del señor Dumphy: un complejo altamente tecnificado con multitud de trabajadores y maquinaria para hacer el trabajo duro. No es que se hubiera imaginado al típico paleto con un mono vaquero y sombrero de paja, defendiendo sus pobres y marchitas tierras con una vieja escopeta de dos cañones, pero ver el alcance del poderío de Dumphy sin duda lo sorprendió.

El propió Dumphy no fue menos sorprendente, un auténtico caballero del sur, como había oído decir, aunque no entendía muy bien el porqué de ese punto cardinal en particular. Se aceraron a él al divisarlo, y el hombre se bajó de su flamante vehículo para recibirlos. Iba vestido ropas igualmente flamantes, dejando al trío de la Constanze como si acabaran salir de algún suburbio de mala muerte en comparación.

David saludó con un asentimiento de cabeza, y reprimió una risita al ver el empujoncito que le dio el piloto al cazarecompensas, poniéndolo en un pequeño aprieto. Aunque probablemente era el más indicado para hablar con el terrateniente. Fijándose en él, se dio cuenta de que había algo que le sonaba del caballero, pero no conseguía caer en qué era.

Meto las manos en los bolsillos de mi chaqueta de gran calidad y saco un cigarrillo. Lo enciendo tranquilamente mientras debaten sobre quién debe ir a donde.

- Perfecto.- Digo arrugando la nariz y soltando una bocanada de humo. La dama de acero es orgullosa e impredecible, pero sabe mantener la boca callada. 

-Captán, no tendrá por ahí una maleta, un maletín que pudiera llevarle... Por aparentar ser su... ¿Ayudante?

Alzo una ceja y señalo al chico al transbordador. - Coja cualquiera de las mil maletas que tiene la señorita Vasilis - La menos femenina, a ser posible. - y meta al maldito gato dentro para tirarlo. - con eso servirá.

 Miro al resto y pego una buena calada al cigarro.

- Sean prudentes, solo es una misión de reconocimiento de la situación. Notifiquen de cualquier cosa por el comunicador.
Buena suerte.

Luego cierro la puerta de la Constance y comienzo a caminar para solicitar un transporte.

Miro el edificio sonriente.

Saco mi dispositivo y finjo escribir un mensaje mientras hago fotos de todas las entradas y salidas del banco. Hago un diseño virtual con un mapa aproximado del plano del edificio, colocando con puntos los lugares donde hay cámaras, y donde hay vigilantes. Por supuesto también tomo nota de los horarios, el personal que trabaja y cuantos guardias hay dentro.

- No me importa que hablen y pregunten, pero sobre todo ante otras personas, quiero que sonrían mucho y sean terrible y asquerosamente amables. ¿lo han entendido? - digo mientras tiro el cigarrillo y enciendo un puro de gran calidad traído de las colonias.

Entramos en el edificio y dejo el dispositivo activo en grabación mientras cierro la tapa y lo pongo debajo de mi brazo. Me acerco caminando de forma elegante hasta la ventanilla de recepción.

Ruger os miró de arriba abajo y luego miró a los lados. Ahora parecía menos sonriente y acogedor.

Pasad a la casa, esperad un rato e iré para allá. Os indicó con la cabeza la mansión, que curiosamente era distinta a los demás edificios del planeta, parecia más una casa de campo tradicional.

Al entrar en el edificio, una criada os ofrece bebidas y cecina, os sentís bien atendidos. Al cabo de unos cinco minutos Dumphy entra en la habitación, deja su sombrero en el perchero y ser sirve una copa de bourbon. Os ofrece tabaco de mascar mientras se sienta lentamente.

Tengo buen ojo para los hombres y tengo claro que sabéis como funciona vuestra negocio. Así que iremos al grano. Escupió en una vasija de bronce el tabaco de mascar. Ese coyote de Blouse cree que puede hacerse dueño de las granjas de amapolas, ese barriga púrpura y su fuerza de matones tienen hombres por todo el planeta, no son competentes y no tienen experiencia, pero son más que nuestros chicos... Además, la alianza no estará muy contenta si algunos viejos independientes nos tomamos la justicia por nuestra mano, dirán que es un nuevo alzamiento de los casacas marrones.

Soltó una carcajada.

Pero me temo que esos tiempos se han ido. Dijo mientras os motraba un cuadro en la pared, en el aparecía vuestro anfitrión vestido con un uniforme de general independiente. Muchos de mis hombres son antiguos combatientes, yo les dí una salida tras la guerra, para que no se convirtieran en forajidos y acabasen en tumbas sin nombres, la guerra se perdió y he de reconocer que no nos fue mal con los federales hasta la llegada de Blouse.

Bebió, mientras tomaba aire para seguir relatando su historia.

La cosa está así, hace unos años llegó aquí con plenos poderes del congreso y ordenó que todos los terratenientes entregasemos las escrituras de nuestras granjas como muestra de buena voluntad. Miraba por la ventana, como evadido en su memoria. Todos accedimos, era lo más prudente, sin embargo ha ido presionando poco a poco para conseguir forzar las cosas: A los Brandt les quitaron su finca acusando a su hijo de violación, a los O'Kiff aduciendo que daban asilo a criminales... Y así hasta que quedamos pocos.

Ahora os miraba, sus ojos algo vidriosos y brillantes, mostraban su tristeza.

La única opción que nos queda es hacernos de nuevo con esas escrituras, pero no podemos permitir que se nos relacione. Carraspeó. Si Blouse no tiene los papeles, no podrá confiscar nada sin un juicio del gobernador del planeta cercano y eso no le gustaría a sus negocios sucios.

Tu cliente levantó la mirada.

Hay piezas más alegres, sin embargo aquí en estos jardines siempre se interpreta lo poco que sobrevivió de la tierra perdida. Dijo sin apenas inmutarse. Unos días es Albéniz, otras se leen poemas de Valery y a veces se ven fragmentos de las películas de Kurosawa... El dueño es un enamorado de la cultura perdida.

Parecía poco dispuesto a seguir atendiendote, giro su cabeza para seguir oyendo la música.

Ligeramente incómoda, paseo la mirada a mi alrededor, tratando de desentrañar el por qué de la actitud sobria de Blouse.

-Kurosawa... dicen que su mejor obra es Perro rabioso, pero sin duda yo eligiría Dersu Uzala. La fotografía es magnífica, y los paisajes naturales te permiten comprender mejor la naturaleza de la amistad pura que surge entre los protagonistas. Algo difícil de ver estos días, ¿verdad?

Tras unos segundos de silencio entre nosotros, donde se interponen las lúgubres notas en do menor sostenido de la música ambiental, doy un paso al frente y me inclino frente a la tumbona donde reposa mi supuesto cliente, con una sonrisa tímida.

-Señor Blouse... dígame que no he cometido la torpeza de equivocarme en la hora de la cita -Bromeo, entre susurros.

La recepcionista, una joven de aspecto asiático y vestida de blanco, os mira con gesto contrariado.

¿En qué puedo ayudarles?

Nikita mira al capitán de reojo. A ella no se le daba bien dialogar y muchísimo menos sonreír. Así que intenta adaptarse al plan lo mejor que se le da y lo mejor que sus capacidades le dejan, y con la pistola escondida bajo la ropa, se dedica a seguirles y a mirar alrededor en busca de algún peligro. Su misión era ir de guardaespaldas, y eso haría. Seguramente hasta el cachorro tenía menos posibilidades de cagarla que ella. Por eso cuando la recepcionista se dirige a ellos, Nikita se queda a un lado y deja hablar a algún otro. Por que si ella hablaba, probablemente metería la pata.

En el último instante, antes de salir de la Constanze, Aria corre un momento hacia el transbordador de Jun. El chico no tenía tiempo para buscar alguna que encajara perfectamente en la situación, había prisa. Así que se decidió a coger una pequeña bolsa con el color más sobrio que vio. Espero que no haya nada raro aquí dentro...

Cargando con el supuesto equipaje del Doctor Kaine, sigue la dirección que habían tomado los demás. Si ya había flipado con todo lo que había visto desde las alturas del planeta, desde abajo todo era mucho más inmenso, más extraordinario. Con los ojos como platos, subió en el transporte público sin perder detalle de lo que iba ocurriendo a su alrededor. Vaya historias podré contarle a mamá. Al llegar al banco su asombro no cesa, el edificio es tan blanco... tan impoluto. Camina despacio levantando la cabeza hacia las columnas, la gira y la agacha en cuanto ve el revoloteo de decenas de peces rojos. Se queda parado y su boca empieza a abrirse inconscientemente. 

Cuando se da cuenta de que se ha quedado solo, corre el pequeño tramo que le separa de los demás y se pone detrás de ellos. Haciendo caso a las indicaciones del Doctor, ensancha la sonrisa y saluda a todo aquel que pasa a su lado. –Hola, buenos días.– 

Mientras espera que el Doctor Kaine haga su papel, Aria mira a su alrededor buscando cosas fuera de lugar dentro de la blancura del banco. Empieza a murmurar números tratando de contar a los trabajadores que va viendo. Allí dentro debe haber gente de seguridad...

Faraday se moría de ganas de hablar, pero se mordió la lengua, no quería arruinar el trato, así que solo escucho lo que el terrateniente tenia para decir. Resulto que era un antiguo general de los casacas marrones. Acepto el tabaco, pero lo guardo en el bolsillo de su camisa.
El piloto observo a sus compañeros, inspiro profundo, y lanzo sus inquietudes.
- Por supuesto, por supuesto. Tengo tres preguntas en caso de que aceptemos el trabajo, General. carraspeo, y luego pregunto. ¿Donde supone que tiene Blouse las escrituras? ¿Tenemos un margen de tiempo antes de la próxima expropiación? Y la ultima pero no menos importante…¿Que hay en esto para nosotros?

Blouse parecía impasible, se levantó sin dejar de mirarte, sonriendo, y empezó a alejarse lentamente.

Me parece que se ha confundido de hombre, señorita. Llevaba algo en la mano, una especie de mando a distancia, que estaba pulsando en ese momento, no pasaron ni tres segundos cuando dos hombres altos y fornidos aparecían en la terraza mientras Blouse se marchaba ignorándote.

Algo ha ido mal, no puedes hacerte idea de que, pero estás segura de que hay algo que no ha salido como debería y ahora quizás sea un buen momento para irse, solo te podías preguntar una cosa ¿Cuán rápido serás capaz de correr?.

Te miraba a punto de romper en una carcajada.

¿tiempo? Chico, esto no es la consulta del dentista, el se hace con lo que se le antoja cuando se le antoja. Volvió a serenarse. Respecto a las escrituras, están en la caja fuerte del banco junto a las nóminas de los agentes privados y fondos reservados de la magistratura, o al menos estaban allí cuando mi hombre se infiltró.

Tomo aire para responder la última pregunta.

No se que habrá hablado Donny con vosotros, pero a mi me aseguro que él se ocuparía de ese asunto. Sin embargo, si es necesario, puedo pagaros en especie, veinte kilos de simiente de amapola azul.*

Confundida, me pongo en pie, mirando a mi alrededor. Antes de observar cómo el señor Blouse llama a seguridad, sólo alcanzo a murmurar.

-No entiendo...

Recojo el bajo de mis faldas, mientras retrocedo. No quiero montar una escenita, no quiero que el resto de acompañantes vean cómo salgo huyendo, o cómo me detienen. Pero no tengo otra opción, no puedo dejar que me detengan. Como si no hubiese visto a los hombres que ha convocado Blouse, me doy media vuelta y comienzo a avanzar hacia la entrada, a paso ligero. Poco a poco aumento la velocidad de mis piernas, conforme me aproximo a la puerta, hasta que quedo suficientemente cubierta de la vista como para correr.

El piloto casi salta de alegría, pero lo retuvo por dentro, de tanta emoción de hecho se le escapo una lagrimita que se salió de su lagrimal y se la saco con un nudillo. ¡Estaba tan feliz! ¡Robo de Banco en puerta! Encima, si además de las escrituras podían poner un poco de dinero extra en ello, el banco estaba asegurado así que no robabas a nadie.
Iba a aceptar, por supuesto, pero antes tenía que darles tiempo a sus compañeros y consultarlo con el Capitán. Obvio, había que sumar unas botellas de fino bourbon de Pallas al trato, pero mantuvo la calma.
Miro a sus compañeros, y dejo que emitieran sus opiniones.