Partida Rol por web

Observo a Sake un tanto apesadumbrado y digo en voz baja y calmada:

- "Ciertamente, las mentiras envilecen el alma, incluso cuando se originan por necesidad de un bien superior. Personalmente encuentro muy desagradable la mentira, y la evito siempre que es posible." -

Después asiento ante las palabras del noble Bel-Iblis.

- "Señor Bel-Iblis, usted está al mando de esta misión, y su liderazgo ha demostrado ser más que adecuado. Celebro que todos estemos de acuerdo en la importancia de nuestra misión y la necesidad de detener al Maestro Sith." -

Después de avisar a los imperiales de que les acompañaremos, reviso el comunicador que llevaba el aprendiz de sith a fin de poder escuchar algo si es que hubiera algún tipo de transmisión.

Después reviso el material de los talleres en busca de algún tipo de aislanteo gomaespuma que pueda servir para amortiguar el grito del sith. Si el sith aprendió eso de su maestro mejor estar preparados.

 - Creo que deberíamos de pedirle a Langren que avise a alguien de lo que está pasando, en cuanto nos vayamos. Si no volvemos, conviene que La Alianza sepa que Los Caballeros Imperiales están aquí y lo que han descubierto, para que se preparen para el conflicto diplomático que se va a armar... - Propuse.

Rogboor cogió el pequeño dispositivo que le ofrecía Haka y lo observó con el ceño fruncido. Más trabajo para el wookie... Con un bramido quejumbroso, el gigante peludo dio media vuelta y se dirigió al muelle de carga que usaba como taller improvisado. Los ecos de los rugidos de enfado del wookie llegaban hasta el resto del grupo amortiguados por los mamparos de la nave. «Una hora», se le oyó gritar en su gutural lengua antes de que volviera el silencio.

Asiento ante las palabras de Gaheris.

Ya le dije que avisaran al senador en el caso de que no volvieramos cuando partimos con los imperiales, pero se lo volveré a recordar.

 - Es mejor que le avise directamente, como ya he dicho, deben de estar prevenidos cuanto antes, para que puedan pensar algo... - Le respondí.

Tras su réplica no había vuelto a abrir la boca, ya había dejado claras sus intenciones y no era necesario que se repitiera, cuando Roogbor sale de la estancia, ella se levanta también.

- Notificaré a los imperiales que vamos a ir todos con ellos, pero que necesitamos tiempo... - dice a todos y nadie en particular antes de salir en su busca.

Balael sale junto a Roogbor dispuesto a ayudarlo en su trabajo.

A fin de cuentas, cuatro ojos ven mejor que dos. Sobre todo si dos de ellos son de wookie.

Me concentro en mantener la calma y la serenidad. Si el aprendiz de Sith fue un desafío tan duro para todos nosotros, ¿qué no supondrá su Maestro? Intento eliminar el miedo y todo sentimiento negativo, pues eso es un camino seguro hacia el Lado Oscuro.

Rogboor siguió trabajando en el dispositivo repelente mientras Balael, siguiendo las instrucciones del wookie, desmontaba el artefacto que les diera Haka. Haciendo una pequeña pausa en su trabajo, el peludo gigante se sentó al lado de la hija de Balorus para echar un vistazo a las tripas del pequeño artilugio que usara el aprendiz Sith para activar sus droides asesinos. Tras unos minutos, el wookie negó con la cabeza. Ese aparato solo servía para activar a los droides, no para apagarlos. Saber la frecuencia de emisión de su señal, solo serviría para neutralizar un aparato similar en el mejor de los casos, pero nunca para apagar un droide si la orden ya estaba dada. Y nadie garantizaba que el Maestro Sith usara un dispositivo similar emitiendo en la misma frecuencia que el de su aprendiz...

Dejando a un lado el cadáver destripado del inútil dispositivo, Rogboor y Balael siguieron trabajando codo con codo en el mecanismo repelente.

Después de cerca de media hora, vuelve a aparecer Roogbor junto con Balael. Traen un dispositivo que parece un bláster sónico improvisado en sus manos. Con todo el grupo ya junto, es momento de ir a la nave de los imperiales, que están esperando.

Langren llega junto a ustedes y les habla:

 - "Entonces mandaré un mensaje en caso de que no lleguen. Ya que irán en la nave de los Imperiales, mis técnicos seguirán reparando la vuestra. Solo, tengan cuidado."

El hombre le da la mano a cada uno de ustedes que se la acepte.

-Me pregunto... -murmura la mujer-, ¿estos impes tendrán munición para mi lanzamisiles en esa nave suya taaaaaan chula? 

 También le recordé una cosa a Langren, preguntándole, preocupado por el droide:

 - ¿Y que hay de R8?. ¿Han podido hacer algo por él?.

Langren mira a Gaheris un poco extrañado y le responde:

 - "¿El astrodroide? Es basura, más allá de cualquier reparación posible."

El pobre R8 fue completamente destruido, saltando como una lluvia de metal. No queda nada que reparar.

Aprieto la mano de Langren mirandole a los ojos con confianza

Regresaremos, pero si no lo hacemos sabed que hacer, mantener siempre alguien a la escucha

Después subo a la nave listo para partir

El grupo se retira hacia la nave de los Imperiales junto con el droide médico que les acompaña. Todos suben en la nave y se alistan para el combate inminente. Ambos Caballeros Imperiales ven que todos están ahí para cerrar la rampa y poner en marcha el transporte. Un apresurado Chidoo es el último en subir, quien a pesar de no haber sido llamado, les habla diciendo que no piensa perderse la acción y quedarse esperando morir.

El transporte se pone en marcha y se eleva, alejándose de Sefresna en dirección a las ruinas de la antigua ciudad.