Partida Rol por web

Cuando el guardia alzó la voz, el gigantón casi dió un salto asustado, hacia atras. Se quedó petrificado y cuando el guardia se fijo en él, dio un paso hacia alante temeroso, se veía ir hacia una muerte casi segura.
De repente pasaban por su cabeza todos los amigos que algun magistrado se hubiera llevado, en algunas ocasiones los magistrados eran despiadados, peores que el mas taimado de los onis. Creía que se estaba mareando, dio otro paso y otro, y se concentró en seguir avanzando, pero tan grande como era, verlo avanzar con tal temor era descorazonador.

Sun cerró los ojos por un momento e inspiró una fuerte bocanada de aire para clarificar su mente y expulsar lo fantasmas que le rondaban. Con una última palmada en la espalda de su compañero comenzó a avanzar con toda la decisión que pudo. Pasó junto a los otros samurai de la sala mientras les lanzaba una ostentosa mirada. La rueda a vuelto a ponerse en marcha. Parecían decir sus duros ojos. Cada paso que daba sobre el suelo de la estancia resonaba como un gong en sus tímpanos, ni siquiera miró al soldado imperial cuando traspasó el umbral de la puerta.

Al menos la Shiba está todabía dentro. Fué el último pensamiento antes de postrarse ante el magistrado como había visto hacer a todos en el patio con la esperanza de que Ten fuera capaz de llegar a su altura y hacer lo mismo. Shiba Teshai Tobei-sama, es un eterno honor, totalmente idigno de estos dos ronin, estar en su presencia. Después esperó, no sin un regusto a bilis por la rastrera situación en la que se encontraba, a que el enviado del emperador decidiese que era el momento de empezar la verdadera conversación. O juicio. Pensó algo desolado. La respiración entrecortada de Ten podía oirse a su lado.

Aún anulado por el miedo encontro fuerza en su interior para sobreponerse e imitar a su amigo, se postro ante el magistrado al lado de su amigo y esperó a que el magistrado se dirigiera a él.

Dicen que cada hombre conoce su justa medida comenta el magistrado Y vos mismo os consideraís indigno, así que será por que lo sois. concluye, luego mira a las dos mujeres que estan a un lado de la sala. Si Taro-chan aprendiera algo de él, o si él aprendiera algo de Taro-chan, como mejorarían el caracter de ambos los dos.

En el interior de la estancia encontrasteís a 3 personas, dos miembros del clan Kitsune, dos mujeres, una de ellas viste como una sacerdotisa de las que cuidan los templos, es tremendamente joven, el adjetivo niña podría aplicarse aún a ella, tras de ella a modo de Yoyimbo esta otra mujer, clavada a la primera, el parentesco es obvio, deben de ser hermanas, su cabello era negro, largo y lacio, los ojos de ambas eran verdes, y sus facciones, revelaban una belleza que casi parecía no ser de este mundo, a pesar de la seriedad que reflejaban, la yoyimbo vestía un kimono azul, con el simbolo Kitsune y el emblema de la escuela Kakita. La sacerdotisa llevaba el kimono tradicional que la identificaba como tal.
Estaban a un lado de la estancia, bastante separadas del resto como para no participar en la conversación. Su presencia allí no parecía haber sido anunciada, y el que estuvieran allí entrometiendose en los asuntos de la magistratura tampoco era lo más ortodoxo del mundo.
De pie en el centro de la sala estaba la figura del magistrado, tal y como lo visteís en el patio, no ha dejado las armas, y empuña la naginata, aunque no la esgrime.

El comentario de el magistrado genera dos respuestas diametralmente opuestas entre la sacerdotisa y su yoyimbo, mientras que la yojimbo muestra una mueca de desagrado, el comentario parece divertir a la sacerdotisa. Aún así no dicen nada.

El orgullo nunca esta de más ronin, nunca está de más, aunque pensarás que es más fácil decirlo para mi, que para ti. prosiguió el magistrado No obstante, da igual cuan orgullosois seaís, Haki confiaba en vosotros para daros algo en el momento de su muerte, y para que lo guiaraís a través de estas tierras. os analizaba mientras habla y se movía de un lado a otro como un lobo, acechando Quiero escuchar la narración por vuestra propia boca de lo que aconteció la pasada noche. Al decir esto su voz se volvió dura y adquiendo un tono cruel, un tono que hacía pensar en horribles consecuencias derivadas del hecho de no contetarle.

Tras las palabras del magistrado Sun se puso de nuevo de pie y dirigió hacia su interlocutor una última inclinación de cabeza. Mi señor. El orgullo, a mi modo de ver, es una virtud que requiere ser administrada en su justa medida. Y conveniréis conmigo que en este preciso momento más vale para mi pecar por defecto que no por exceso. El ronin esperó un segundo para observar la reacción del imponente hombre a sus palabras. La naginata que el Shiba mantenía sugeta en sus manos parecía el filo justiciero que valoraría todas las palabras que saliesen de su boca en esa sala.

En cuanto a la pregunta que me hacéis, sama, os narrará lo ocurrido tal como aconteció, o al menos como mis sentidos pudieron percivirlo, ya que anoche se desataron fuerzas que escapan a mi entendimiento. El roni volvió ligeramente la cabeza para observar al resto de figuras presentes en la sala mientras escuchaba a su lado la nerviosa respiración de Ten.

Mi compañero y yo. Prosiguió. Nos encontrábamos en las habitaciones que generosamente nuestro anfitrión nos ha asignado, cuando pudimos observar como la sombra de alguien que portaba una lámpara se deslizaba presurosa por el pasillo frente a nuestra puerta. Sun iba cobrando cierta seguridad a medida que rememoraba los sucesos de aquella noche. Si bien nos resultó extraño, ese no fué el motivo por el que decidimos salir de nuestra habitación, si no la otra sombra, más sigilosa y huidiza, en tal grado que parecía sobrenatural, que seguía a la primera.

No es nuestra prerrogativa indagar sobre lo que en este castillo sucede, como invitados entendemos que deberíamos mantenernos al margen. Mas es comprensible que tratándose de una situación tan sospechosa, y temiéndo que alguien pudiera estar en peligro, nos dispusimos a seguir a quienes habían proyetado las citadas sombras.

En todo momento Sun intentaba mantener la mirada en los ojos del magistrado, demostrándole con ello que nada tenía que ocultar sobre lo ocurrido. Sabía que de esa narración podía depender la vida de su amigo y la suya propia.

Avanzamos un corto espacio de tiempo hasta que al girar una recodo del pasillo nos encontramos con la terrible situación que desencadenó la muerte del ahora desaparecido Haki-sama. Cuatro figuras vestidas de negro y embozadas habían salido a su paso de la estancia a la que llevaba el corredor y una quinta, sin duda a la que vimos seguirle, le cortaba el camino a sus espaldas.

Los aceros relucían en las manos de todos ellos, espadas cortas y rectas. El acero siseó al salir veloz de la saya de Haki-sama, dispuesto a defenderse hasta la muerte. Como comprenderéis por lo descrito su situación era desesperada, así que sin dudarlo nos lanzamos contra el más cercano de los atacantes esperando abrir el camino al magistrado.Por desgracia, antes de poder socorrerle los que habían aparecido frente a él lograron descargar varios golpes, y para cuando estábamos junto a Haki este se desangraba herido mortalmente.

El ronin valoró por un momento como continuar la historia, ahora que llegaba el momento más importante. En este punto mis recuerdos se vuelven un torbellino de acero, sangre y gritos. Puedo decirle sin embargo, que antes de morir, Haki introdujo algo en mi kimono. En aquel, momento apenas me di cuenta y rápidamente lo olvidé en la confusión imperante. Y no fué hasta que la refriega terminó cuando por casualida descubrí el papel del que, sin duda, Isawa-sama le habrá hablado. Desconozco las razones que le llevaron a hacer eso. Unicamente puedo sospechar que se trató de un último intento desesperado por dejarnos una pista que posiblemente nos llevaría a sus asesinos. Parecía la única explicación coherente a todo ello. Isawa-sama afirma que se trata de símbolos de protección, y que el papel envolvía algún objeto. Si las sombras embozadas venían a por ello y lograron llevárselo es algo que no llego a discernir.

Supongo que ya estará al corriente, pero no puedo terminar mi narración sin referirme a la esencia antinatural de aquellos seres que nos atacaron. Las armas parecían no hacerles mucho daño, y aquellos que finalmente morían, si se puede decir así, desaparecían inmediatamente dejando tras de si un pequeño charco de líquido. De no ser por la intervención de los dos fenix aquí presentes y los bushis que esperan en la sala contigua puedo asegurar sin riesgo a equivocarme que nuestras suertes habrían corrido parejas a las del malogrado Haki-sama.

No conseguía recordar ninguna otra cosa de interés que pudiera poner en conocimiento del Magistrado Esmeralda que impasible esperaba el final de sus explicaciones. El ronin solo esperaba que su compañero, llevado por el miedo, dijera algo que enfureciese al hombre que les interrogaba.

Sama, siento no ser de más ayuda. Espero que esta narración pueda clarificar algunas dudas que tuvierais sobre los aciagos sucesos de la pasada noche. Será un placer responder a cuantas otras cuestiones tengáis para nosotros. Tras una reverencia Sun volvió a mantener la mirada del Shiba.

El magistrado observa conseveridad a Sun mientras habla y tras finalizar su relato guarda un silencio prolongado sin dirigirse a nadie. Finalmente habla.
Saizo-sam, Itoko-sam¿ Responderiaís ante mi por este hombre? pregunto de improvisto.

No, y dudaba mucho que en cualquier otra situación la contraria afirmación se escapará de sus labios. Si un magistrado no podía ver la mentira en boca ajena poco importaba la buena fe o el testimonio de otros. Bastante había tenido el shugenja peleando entre el caos del incendio para fijarse con todo lujo de detalles en los pormenores de otros. De haberlo hecho tendría un corte en el cuello de oreja a oreja.

Por desgracia las fortunas habían dispuesto extraños compañeros de viaje y no había nada que hacer salvo someterse a su caprichoso juicio.

- En este caso, si Tesai Tobei-sama, en lo que respecta a esa noche son hombres valientes. -

Esperad fuera, Sun y Ten, de momento no os necesitaré más. ordenó el magistrado con un gesto de su mano en dirección a la puerta Quiero hablar con ellos en privado, decid a los dragón que no deberán esperar mucho más.

Como ordeneis Shiba-sama.- Tras una profunda reverencia Sun avanzó hacia la puerta de la habitación preguntándose que habría movido al Shugenja Fenix a dar la cara por ellos dos. Todo esto escapaba a su entendimiento, pero al parecer, el magistrado por ahora no tenía intención de utilizarlos como cabeza de turco. Finalmente traspasó la puerta hacia el vestíbulo, no sin antes lanzar una mirada inexpresiva hacia el Isawa.

Una vez los Ronines abandonaran la estancia, el magistrado quedó mirando a la puerta unos segundos, su mirada se aceró y un brillo de la mas absoluta frialdad apareció en sus ojos.
Ocultan algo os confió al cabo de ese instante de reflexión El problema es que jamás me confiaran el qué, y si ese magistrado los quería, los necesitaré para tirar del hilo, luego matarlos o dejarles tullidos no es una opción. mientras hablaba no apartaba la vista de la puerta como si pudiera ver a los ronines a traves de ella.
Debereís ganaros su confianza, hasta que no sepamos su secreto consideraría sumamente desafortunado que dejaraís la ciudad.

Ambos Roni respiraron más tranquilos cuando la puerta que les separaba del magistrado eseralda se cerró tras ellos. Creo que nos hemos librado de nuevo. Murmura en voz baja a Ten antes de acercarse a los otros samurai. Sun dibuja una media sonrisa burlona, quizas con un deje de superioridad. Parece que todo ha ido bien. Está claro que cuando uno no tiene nada de que arrepentirse los hombres saben judgar con justicia. Se aparta del trayecto entre los Dragón y la puerta para dejarles el paso libre. Shiba Tesai Tobei-sama asegura que no tendreis que esperar mucho para disfrutar de su presencia.

¿Seguro que os ha ido bien ahi dentro? se interesó el Mirumoto Veo que vuestro compañero esta pálido como la nieve.

Estoy bi... bien, son solo los nervios dijo el gigante algo vacilante, estaba sudando y fue a hacer el gesto de limpiarse el sudor con la manga del kimono, pero debió darse cuenta de lo inadecuado de ese gesto, así que se detuvo a medio camino y volvió a bajar el brazo, sonrio de una forma un poco bobalicona a modo de disculpa. Lo siento, el magistrado es un hombre formidable, que me ha producido una enorme impresión.