Partida Rol por web

Bueno... inició su respuesta con voz rasposa. Más bien trabajo para el navío, la compañía y el ideal que la sostiene, honorable emisaria. Servirles las viandas es solo una de las muchas funciones que desempeño y hablando de las mismas, espero que todo esté a su gusto. Finalizó antes de observar con gran interés la partida. El caballo mueve en ele, siempre. Corrigió con un gruñido al dubitativo jugador clavando su mirada en el pobre Zagrán.

Los invitados atacaron con voracidad la comida y pronto los cuencos vacíos se apilaban sobre la bandeja dando la señal al servicio de retirar los entrantes y anunciar con el sonido de una campanilla la llegada del plato principal. Así, un enorme Emperador Solar, o mejor dicho sus filetes adobados y braseados dispuestos en una larga fuente de porcelana blanca, fueron dispuestos sobre una mesa previamente colocada y provista de platos, cubiertos y bebidas. Los filetes, del tamaño de una cabeza humana, se regaron con una espesa y humeante salsa que también cubrió parcialmente los cangrejos reales apostados en los márgenes de la fuente.

La comida está servida y lista para ser degustada, distinguidos invitados y señoría. anunció el camarero mayor con una reverencia antes de retirarse cerrando la puerta tras de si.

Anumi abandonó el camarote y atravesó a grandes zancadas el pasillo que le separaba de la cubierta. Con cierto esfuerzo, abrió las puertas dobles de una suave patada y comprobó que sus compañeros ya no estaban en la balconada de cubierta. Al preguntar a los sorprendidos guardias armados con mosquetes sobre su paradero uno de ellos respondió con voz desdeñosa que solo el personal autorizado podía permanecer a bordo de un buque como el impávido y que los "mercenarios" se habían quedado en tierra, ahogándose en alguna taberna de puerto quizás.

Los pensamientos del anciano son claros, limpios y ordenados además de recios a la par que bien cimentados.

Parecen un grupo prometedor, seguro. ¿Estará a la altura el jovenzuelo? Comandante, a veces me pregunto si no pecas de ser un obseso de la estrategia y el control.

¡Estúpido zoquete! El caballo se mueve en ele, ¡En ele! ¿O me está engañando y se hace el loco porque su debilidad son las mujeres?

Assim viene tras de mi, mejor, esperaba conversar con él sobre el asunto del trato que nos ofreció el anfitrión. - Oidora al mando? Capitana con orejas? - dije bromeando - Para ti seré Anumi, Assim, eres de los pocos extranjeros en los que confío. Aunque esa chica, la tremeria, me cae bien también -

- Depende lo que diga el diario - no voy a dejar que los secretos de las islas queden en manos de la Compañía, pero el resto de la información me da igual - Si su contenido no compromete a los nativos ni al pueblo hundido, por mi que lo tengan. Una vez lo hayamos leído decidamos juntos qué hacer con él, te parece? -  

En la cubierta no veo a los que vinieron conmigo. Pregunto, me dicen que los hicieron bajar. Los miro con odio, quienes se creen que son para hacerlos bajar sin mi consentimiento? Me contengo, si los lanzo al mar como pienso será un problema. 

Me apoyo en la baranda y extiendo hacia Assim uno de los cuencos - Ten, comamos algo, la vista es bella y aún tenemos tiempo - y no voy a comerme todo esto yo sola. 

- El contrato no estuvo mal, verdad? Bueno, yo aún no hablé del favor con el viejo, pero podremos leer ese diario antes que nadie. Además estar al mando me permitirá elegir el recorrido, eso puede ser muy interesante. A ti te alcanza con el dinero que prometió o tienes otra cosa en mente? -

- Por cierto, el encapuchado que está tan pegado a ti, es de confianza? A mi me gusta más el rojo que el azul, así que sus ropas me caen mejor que las tuyas... dime la verdad, te vistes así porque eres de la Compañía? - sonrío y me llevo un fruto de mar a la boca.

Alric permanecía en silencio, se interesó por los que jugaban ajedrez. Aquél era uno de los pocos pasatiempos que atraían su atención.

Cuando llegó la comida no le prestó mucha atención, ya había comido algo de lo primero que llegó y para su frágil cuerpo era más que suficiente... Mientras observaba la partida de ajedrez hiso una pregunta para ser respondida por cualquiera de los presentes.

- Alguien podría decirme quién es el tal Alexcrei al que vamos a buscar, al parecer debe ser alguien conocido,pero no tengo ni idea de quién es.

​​​​​​Siempre era útil saber que o quién era lo que se buscaba.

La arcanista, Ioanna, comió con cierta mesura, no quería que se la viese como a una vulgar salvaje. Al contrario que a sus compañeros, ella podía notar que vendría un plato principal y prefería esperar a éste para comer con más ahínco. Claro está, no podría comer en exceso, podría eso suponer una afrenta a su anfitrión y Senatoris no quería otra cosa que ganarse su favor.

La mujer se sirvió un filete, tenía muy buena pinta. La salsa que lo cubría, además de espesa y humeante brillaba y despedía un olor a especias que hacía su boca agua. Se sirvió también un cangrejo y con un gesto llamó al servicio y alargó la mano para alcanzar un mendrugo de pan que todavía descansaba sobre uno de los cuencos.

- Señor, esta comida tiene un aspecto espectacular. - Comentó - ¿Qué lleva esta salsa?

Acto seguido, mientras le preguntaba, probó el filete con un poquito de salsa y algo de cangrejo. Los sabores en su paladar combinaban a la perfección y no pudo evitar mostrar una mueca de satisfacción con el delicioso bocado.

-¡Todo está excelente!- Respondió al anciano con su habitual emoción. Asintió ante las aclaraciones de movimientos de las fichas en el tablero de ajedrez y se dispuso a ver con interés la partida que debatían Zagrán y Camila. Quería evaluar sus capacidades estratégicas y de paso conocer un poco más de ambos. Felicitó al ganador extendiendo los brazos y dando pequeños saltitos, ciertamente la excéntrica emisaria era muy efusiva, quizás demasiado.

Justo en ese momento las puertas se abren y un aroma exquisito inunda la sala, el plato principal estaba servido frente a ellos. Vivianne dió unos ligeros aplausos de la emoción mientras hacía la boca agua. 

-Tiene una pinta increíble! Ya quiero hincarle el diente- Sonrió inocentemente y tomo su lugar en la mesa. Cuando tenía los cubiertos en la mano y se disponía a dar el primer bocado, algo llamó su atención. Dirigió su mirada a todos los arcanistas con una clara expresión de duda en su rostro. -¿Quien de vosotros es su señoría?- 

Zagrán observaba a Camila mientras jugaban, y por momentos no se fijaba tanto en las fichas. Le había tocado el equipo rojo, y era el que menos sabía utilizar. No es que tampoco supiera demasiado...

Cuando el viejo se acercó e importunamente le corrigió el movimiento, que por cierto tenía razón, le dedicó una mirada suave, casi amable.

-¡Gracias! Hace tiempo que no juego- y le hizo un asentimiento de cabeza, mientras lo miraba fijamente.

-Ya veo, sí, eres joven en comparación a lo que de un erudito se espera- dijo, y de pronto miró a Alric -Sin ofender- y continuó -en mi caso, he hecho trabajos de diferente índole, pero mi último contratista me debe haber recomendado. No suelo ser de alto perfil, ya que para eso me contratan- y le guiñó un ojo -Por eso nunca me verás con ropas más lujosas que lo estrictamente necesario y útil, ni tampoco con grandes riquezas, ya que éstas atraen a otros como yo que han sido contratados por otros como ellos- y señaló hacia donde se había ido el secretario riendo cortito y sincero.

La mujer le estaba ganando cómodamente, y no era algo para ocultar. Tampoco era como para poder hacerlo.

-Excelente partida, Camila, me gustaría tener una revancha en algún otro momento, ya que no quiero aburrir a los presentes con mis errores y falencias tácticas- se levantó mirando a Alric y a la morena del Caravasar -Además, quiero seguir disfrutando de tanto manjar- pasando junto a Vivianne, agregó -Si hubiera sabido que había recompensa...-

La partida deja de ser rápido un reto, no que sea malo pero Zagrán comete un fallo cerca del principio de la partida y a partir de ahí solo fue mantener la ventaja e ir con calma. Por otro lado eso me permite más en centrarme en lo que comentaban tanto mi jugador como los que observaban. Por un lado su explicación de su trabajo me dejaba pensando en que tenía delante mía a un asesino o un ladrón. Puede que ambos, por suerte para mí ni era rica ni creía haber enfadado a nadie aún.

- Una lástima tu desliz del principio pero has aguantado bien. Así que estaré encantada de esa revancha.- contesto sin ningún tipo de altivez e incluso enarcando una ceja ante las felicitaciones tan efusivas de la emisaria, finalmente me llama la atención el que parecía más mayor de nosotros.- Pero si ya hemos dicho quien era, un gran explorador. Descubrió la ciudad perdida Ekarié y aunque puede ser su logro más destacable, ciertamente no fue el único. No es que sea su mayor experta ni mucho menos pero si quieres saber algo más concreto, especifícalo y veré si puedo satisfacer tu curiosidad.

Por lo demás la comida llega, así que me ahorro de decir si alguno se interesaba en jugar otra ronda conmigo. A diferencia de la mayoría como poco, lo suficiente para saciarme y no despertarme mañana con lamentaciones.

Si su contenido no compromete a los nativos ni al pueblo hundido, por mi que lo tengan. Una vez lo hayamos leído decidamos juntos qué hacer con él, te parece?

Assim asintió y poso su mirada en el reflejo de la luna mientras extendía una mano a uno de los cuencos que tenía Anumi.

- El contrato no estuvo mal, verdad? Bueno, yo aún no hablé del favor con el viejo, pero podremos leer ese diario antes que nadie. Además estar al mando me permitirá elegir el recorrido, eso puede ser muy interesante. A ti te alcanza con el dinero que prometió o tienes otra cosa en mente? -

—Es más de lo que esperaba. Suelo aprovechar estos "encargos" para hacer mi labor con más comodidad, incluso lo hubiera hecho gratis —admitió dando un bocado a un trozo de filete de pescado.

El medio filete de pescado que tenía se le cayó al mar cuando la mujer mencionó a la compañía. Se limpió la mano de la baranda y luego le echó un vistazo a su túnica buena. Era una túnica azul un poco tiesa del uso sin muchas manchas visibles —Realmente era verde —confesó antes de cambiar el tema devuelta a su amigo —Alric se llama. Es un buen hombre. Tiene mucho dinero, poder y una colección de libros interesante, que sorprendentemente ha leído - su mirada viajó más allá del mar mientras sonreía —Creo que quiere encontrar un dragón —los objetivos de ambos eran muy diferentes, y su único punto en común es que eran igual de absurdos.

—Puedes contactar con los espíritus, por eso te dicen Oidora, ¿cierto? ¿Qué opinión tienes de ellos? —se atrevió a preguntar ahora que estaban solos. Había una posibilidad de que los espíritus y antiguos que contactaban los Medh fueran más que invenciones y directamente fueran entes del velo.

- Verde? - me río ante el comentario, mientras mis ojos siguen el pedazo de pescado que regresa al mar.

El dinero y el poder me interesa poco, el conocimiento de otras tierras menos aún. Pero si Assim confía en él, entonces lo trataré con respeto - Así que Alric busca un dragón en las islas... yo no he visto ninguno, pero podemos aprovechar el viaje para encontrarlo - asiento pensativa, será buena idea ir por una bestia como esa o es mejor dejarla en paz?

La pregunta que me hace al final me sorprende, los extranjeros no se toman en serio a los Augur, pero Assim no es igual al resto - Espíritus hay a montones en las islas, muchos de ellos ligados a la naturaleza, los nativos los respetan y en algunos casos los veneran. Hay también otros que se desvían de esa senda, no es mi misión enderezar sus caminos pero si proteger a los míos de sus caprichos -

- Pero hay otros, los Antiguos los llamo yo, que son entes sabios y eternos. Una Augur está en comunión con ellos, una Oidora escucha su voz - me doy cuenta que hablo con solemnidad, se merecen todo mi respeto - La Dama de las Aguas es la madre de las islas, los Medh la veneran y hacen bien pues es quien los protege -

- Fueron las voces de los antiguos lo que me trajo aquí, así que al igual que tú hubiese aceptado el encargo sin ninguna paga. Pero hacerlo hubiese despertado sospechas en los lucrativos comerciantes de la Compañía, ellos no lo entenderían jamás, y además su favor puede serme útil -   

Hablé demasiado, me pasa siempre que nombro a los Antiguos, tendré que aprender a controlarlo. Assim tiene un asunto con los espíritus también, su inquietud no es casual, pero creo que es muy diferente al mío - Y tú cómo los ves a ellos? Tienen acaso que ver con esa labor de la que alguna vez me hablaste ? -

-Si hay un lugar donde puede encontrarlo en todo el mundo es aquí en las islas.

"Las voces la habían guiado" —pensó, y después de un momento meditando su respuesta contestó:
- Solo hago mi trabajo, —se encogió de hombros —mientras menos tenga mejor. Me encargo de los espíritus que se vuelven hostiles... De los que puedo, claro —agregó la observación.

—Los espíritus se manifiestan con más fuerza en la isla por alguna razón, como si el velo fuera más delgado y pusiera menos resistencia.

No quiso confiarle su teoría. Los nativos eran muy celosos con su ciudad sagrada. Pero pensaba que Emedah era la respuesta, o podía otorgarlas. Quizá no ayudara a su investigación, pero sin duda cada gramo de conocimiento que lo acercara su objetivo era bienvenido.

—¿Has estado en Emedah? ¿Qué pasa ahí? —trata de preguntar de forma casual, pero claramente era eso lo que tenía en mente.

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Vaya trabajo ha elegido, meterse con los espíritus el lo último que un Medh hubiese hecho. Agallas no le faltan, entusiasmo tampoco, veremos si tiene el poder para hacerlo - Con los hostiles puedo ayudarte -

Ignoro qué le hace pensar que en las islas el velo es diferente, éste es mi mundo y para mi siempre ha sido así, aunque conociendo a los extranjeros no me sorprende que los Antiguos hayan preferido alejarse de ellos.

- He vivido allí los últimos años, Assim - no tengo claro qué quiere saber exactamente con su pregunta, quiere saber qué pasa con la gente? o con la ciudad? o con los espíritus que allí habitan? Me lo quedo mirando un rato, seguro se refiere a lo último - Emedah es nuestra ciudad sagrada y las Oidoras escuchamos en el ella los susurros de los Antiguos. Si como dices en las islas el velo es más fácil de atravesar, entonces allí es todavía más accesible a los Medh - no creo que escuchen a ningún extranjero por más que griten. 

- Hay algunos sitios muy importantes a los que no te será fácil acceder pero podrían ser de tu interés. Uno es el Templo Negro, su sombra es mortal y no nos acercamos allí, es donde viven los Rúdda... los líderes religiosos de Emedah que todos respetamos. El otro es el brazo de piedra, es un lugar inconfundible y menos letal, aunque deberás mostrar el debido respeto a los espíritus para acercarte allí -

- ¿Qué te llama la atención de Emedah? - intuyo que es más que simple curiosidad por nuestras creencias.

—La ayuda es bienvenida, pero no bien pagada. Como podrás ver, solo te puedo dar mi otra túnica, que también era verde —la risa del hombre parecía más un suspiro ahogado.

Las respuestas de Anumi no le daban más que más preguntas que se apresuró a formular —¿Los Rúdda son espíritus? —que no quieren que las personas se acerquen a un lugar específico. Sabía que en algún momento su curiosidad le saldría cara, pero tarde o temprano le echaría un vistazo a ese lugar.

—Brazo de piedra... —repitió imaginando que podía literalmente, ser un brazo de piedra —No he vivido tanto para morir ahora. Los espíritus aquí son mucho más fuertes, intuyo.

Se pensó un poco que quería preguntar de forma específica —¿Hay algo raro? ¿Algún objeto, alguna estatua, escrituras, sellos? —¿Podría ser la propia ciudad una especie de ancla? ¿Sería cuestión de la arquitectura? —¿Tu y tu familia viven ahí? 

Excelente. Una jugada atrevida bien usada contra un contrincante adormecido. Caballero... comenzó al tiempo que tomaba el lugar del perdedor con un brillo extraño en los ojos. Vaya a comer algo si le place, yo seré el siguiente oponente de la señorita. Comenzó entonces a colocar las piezas con paciencia mientras esperaba atentamente la reacción de aquel falso petimetre. ¿Lista? Le advierto que no me comportaré con indulgencia.

Quince jugadas más tarde, la partida estaba cerrada y el rey de Camilla caído en el suelo sin que supiera demasiado bien por qué. Suficiente. Sentenció con tono afable. Si tiene ganas de mejorar su juego, todos los capitanes al servicio de la compañía según la Ley del Caballo Audaz conocen al menos los fundamentos más básicos de este extraordinario pasatiempo. Tras concluir se levantó, dejando las piezas y el tablero por si les apetecía juguetear con él y se dirigió hacia la mesa donde procedió a servirse un poco de pescado y tres grandes cangrejos. Auguro que la próxima vez que nos encontremos será usted una rival digna de mi intelecto. Sentenció de espaldas antes de concentrarse en la comida.

Los pensamientos del anciano llegan hasta ti como las olas de un estanque en el que hubiera caído una piedra. El Emperador Solar está un poco seco, tendré que comentarlo en las cocinas para que ajusten mejor el calor de la brasa.

El jefe de camareros Bochert observaba por la rendija el avance de los invitados a la espera de montar el servicio de las bebidas de sobremesa y postres. Tras casi media hora, los platos sucios y la fuente casi vacía fueron señal suficiente pero hasta que todos dejaron de comer no hizo sonar la campanilla por la escalera del servicio, dando la señal al personal para que pasaran y retirasen los platos y bandejas de la mesa, dejando en su lugar una monumental fuente llena de dulces de todas clases y platos de porcelana con filigranas de orfebrería de lapislázuli. Distinguidos invitados anunció Bochert. Nos aproximamos a puerto pero antes de su marcha del impávido le ofrecemos una selección de postres especial con la intención de que recuerden y gocen de la obra de nuestro personal. El secretario Reik me ha pedido que les informe de que se reunirá con ustedes en el puerto. A título personal solo puedo rogarles que disfruten de la comida. termina cerrando la puerta de servicio tras de si.

- Sería un insulto lo contrario.- le comento cordial mientras dejo que el hombre se siente. Y después de pocos movimientos puedo comprobar la diferencia, tengo que concentrarme en absoluto y los minutos pasan mientras la partida avanza. Realmente estaba jugando como nunca y sin embargo el anciano parecía seguir manteniendo la ventaja, siempre un paso por delante. Se había hecho fuerte en el centro bloqueando así mi alfil de blancas mientras que su pareja de caballos mantenían un núcleo fuerte. Todo se fue cuando en mi intento de romper ese bloqueo deje descuidado mi fila de peones y deje entrar a su torre. A partir de ahí la situación ya estaba perdida. Aguanto unos cuantos turnos más pero el anciano ya viéndose con la ventaja empezó a quitar factores forzando el cambio de piezas y llegando a una situación insalvable. Por lo que rindo le rey y le ofrezco la mano al anciano.- Estaré encantada de practicar con el capitán que nos asignen, pero algo me dice que no le llegarán ni a la suela de los zapatos. Ha sido un honor perder.

Estaba bastante exhausta y la mente como un bombo, sin embargo había una mezcla de rabia y satisfacción que me centraba lo suficiente para darme cuenta de los postres. Veo unos flanes de queso con mermelada de higos y recordaba algo sobre que el azúcar era un buen reparador para la mente cansada. Así que antes de darme cuenta ya me había comido tres de ellos mientras asentía a los avisos de estar llegando ya a la costa. Por lo que me levanto y me dispongo a buscar a Anumi.

Ya en cubierta no me cuesta mucho localizar a la nativa, lo que me sorprende es verlo con otro de los contratados. Precisamente había sido uno de los más habladores pero su salida de la sala me había pasado desapercibida por completo. Estimo que no parecen estar teniendo una conversación en exceso privada y me acerco con ellos haciendo un gesto de saludo mientras levanto la voz para no pillarlos por sorpresa.

- Buenas, espero no estar interrumpiendo nada.- es lo primero que digo.- Nos han informado a los de dentro que falta poco para llegar a costa y que aún cuando bajemos a tierra firme aún tendremos otra tediosa reunión en la entrada. Y aunque parece una buena razón para venir aquí la verdad es que lo principal era otra razón.- en ese momento me centro en Anumi.- ¿Ha habido suerte? Si necesitas más tiempo, lo tendrás cuando zarpemos otra vez pero mientras este en la ciudad preferiría tenerla conmigo.- mi voz era amable y nada brusca pero estaba claro que no era exactamente una petición. Tampoco que tuviera que serlo, al fin y al cabo.

Otra túnica verde? Sonrío ante el comentario. Cuando menciona a los Rudda me pongo seria y niego - Hasta dónde se no, pero son especiales y poderosos. Los he visto de lejos bajo sus pieles de lobo y cordero - 

Asiento cuando habla de la fuerza de los espíritus, los que están del otro lado del velo son más fuertes aún. - Raro? No, todo es normal, como siempre lo fue en la isla - no se que busca, pero a mi me parece de lo más natural - Pero está lleno de objetos, escrituras, estatuas y puede que sellos también. No me has respondido aún qué te llama tanto la atención de Emedah, tal vez si me lo dices pueda ayudarte un poco más - 

Asiento cuando pregunta si vivo allí, y en ese momento veo acercarse a la tremeria.