Partida Rol por web

Atraviesas la casa desierta hasta la puerta. Asomas la cabeza por el marco, disimuladamente.

puedes ver un pequeño patio trasero, generado por el espacio entre casas que queda en el callejón.

De allí bajas unas escaleras para llegar al callejón.

Sigilosamente, hechas un vistazo por la persiana del piso bajo.

Allí puedes ver una casa aparentemente normal y tres personas en su interior.

Son tres hombres delgados y pálidos, pero bastante altos. Uno de ellos está cociendo algo en la cocina, mientras los otros dos esperan en el comedor, uno leyendo y el otro tallando una pequeña figura de madera con una navaja.

Publius rebusca en el lugar. Seguro que hay algún pequeño trozo de pared o techo, tal vez una esquirla que haya caido desde algún punto de la casa. Sabe que podría entrar dentro y matarlos a todos, pero los monjes con los que vivió le enseñaron que un ataque salvaje provoca una cantida de ruido enorme que puede atraer a personas que no quieres que vengan.

Coge una pequeña piedra y con toda la fuerza que Crom le ha concedido la tira hacia arriba para que pase por encima del tejado y golpee en la parte exterior de la casa. Tratará de distraerlos y cuando haya conseguido que presten atención a un mismo lugar podrá entrar por el resquicio de la ventana y cortar la garganta a uno de ellos.

 Thristan lograba abrir la puerta pero no esperaba que aquello sucediera, el bastardo le jugo una "broma" que lo pagaria caro y no por el duro golpe que recibio, eso no le importo pero si le molesto que su orgullo, fuera tocado nuevamente.

Mas cuidado tendra que tener el ahora, porque depende de lo que diga, sera su final.

Decia luego de escuchar la risa de Dulce y avanzaba rapidamente hacia aquella ventana, no habia duda de que sabia algo y por eso escapaba pero por suerte, del otro lado estaban aquel par vijilandolo. De esa forma no dudo en salir por la ventana mientras ese sujeto gimoteaba, le haria pagar cada raspon de su cuerpo y por cada carcajada de Dulcea.

No hacerte daño? Lo siento pero nisiqueira se si dirias la verdad, ya nos mentiste una vez y puedes hacerlo de nuevo.

Le decia intentando ser intimidante pero realmente se sentia tan humillado que dudaba haber logrado algo, de todas formas se agachaba tomandolo del cuello para asi, poner al escapista de pie.

Te haran preguntas y depende de como respondas, puede que no termines con las piernas rotas.

El interrogado habla.

Mas que por decisión, por miedo, así como por vuestros métodos de interrogación, nada sutiles.

Maldith vivirá, pero alguien tendrá que abrirle las botellas a partir de ahora. Algo simple pero muy complejo cuando tienes los pulgares rotos.

No puedes evitar una sonrisa cuando Tenerius comenta que Maldith era camarero del Dragón Rojo. Una  respetada taberna en el Maul, con buen vino, cerveza mediocre y muchos espectáculos de danza y música.

La deuda por el ridículo sufrido ante dulcéa queda parcialmente saldada.

Tenerius También comenta que allí fue donde Tenerius, Gálacus y Moghcorb (los tres hombres que te acompañan) conocieron a Perla.

Maldith se encontraba por el Maul, volviendo a casa después del trabajo cuando vió como en la Casa de Suwong (el prostíbulo propiedad de Suwong, originaria de Kithay*, donde se la encontró muerta) salía alguien por una ventana del piso superior, descolgándose por una cuerda.

Eran 3, no sabe quienes. Pero si sabe a donde fueron. No dijo nada a la guardia, por miedo de replesarias de algún gremio de asesinos, o de traficantes de esclavas, o vete a saber que.

La dirección te lleva a otra casa, tambien en el Maul.

Se trata de una casa de dos pisos. Antiguamente era una sola residencia pero hace tiempo que la casa fué dividida en dos viviendas. Una en el piso superior, a la cual se accede por unas escaleras laterales, y otra en la planta inferior.

La casa tiene un pequeño jardín, totalmente descuidado y lleno de hierbajos.

En él, te llama la atención una maceta. La planta que vivía en ella hace semanas que murió, pero el tiesto...

La maceta ha sido rota recientemente, la tierra que ha caído de ella está fresca, y una piedra mas grande que un puño está partida en pedaxos junto al tiesto delatando que ha sido ella, la piedra, quien ha roto la maceta hace como mucho una hora.

Tanto la vivienda superior como la inferior parecen desiertas. Pero las apariencias muchas veces engañan.

-Misma estrategia?

dice Gálacus sin esperar respuesta, encaminándose a la parte trasera de la casa.

Misma estrategia...

Dice Tenerius acompañándole.

Por mi perfecto. Pero tal vez tendrías que tener mas cuidado esta vez, novato.

Te dice Moghcorb, que está a punto de soltar una gran carcajada por su "ocurrente" broma. Pero la amaga. Su risa sería capaz de alertar a cualquieraa en millas a la redonda. Mejor contar con el factor sorpresa.

Va, segundo intento.

Todo tuyo... Gladiador.

La última palabra sale con cierta harmonía de sus labios, como un piropo.

Qué haces?

Unos segundos de ver desaparecer la piedra sobre el tejado de la casa con un tenue silvido puedes oír un fuerte ruido.

CRASH!!

No esperabas que fuera una distracción tan sonora. La piedra habrá topado con algo al caer al otro lado de la casa, tal vez un jarrón de algún vecino, o una maceta. Tanto da. Cumplió con su cometido.

En el interior Los tres hombres miran hacia el lado contrario en el que te encuentras.

-Que ha sido eso?! puedes oír del salón.

-No se, ve a mirar. Y tú, acaba la cena rápido!

Uno de los dos hombres del salón sale por la puerta principal a la calle donde has lanzado la piedra.

-Sii sii... gruñe el cocinero. Ya no le corre prisa....

Habría dicho otra cosa si hubiese sabido que serían sus últimas palabras.

Un instante después descubría tus fuertes manosagarrándole del cuello. No hacía falta taparle la boca. Tus manos son tan fuertes en comparación con los frágiles cuellos Zamorios que por la compresión es incapaz de sacar ningún sonido a través de su garganta.

Has entrado en la cocina por la ventana aprovechando la distracción, como un felino. Rápido y silencioso. Lo apartas del ángulo de visión de la puerta y le undes tu puñal en el cuello. El cuerpo queda inmobil en el suelo, desangrándose.

Respiras. Quedan dos.

Asomas los ojos por la puerta. El hombre que estaba tallando la madera sigue allí, ahora con menos espero que antes si cabe, pendiente de que regrese el otro. El fuego de la chimenea ilumina tu rostro que nadie está mirando, dándole si cabe una apariencia asesina aun mayor.

El otro llegará en cualquier momento. Te arrastras hasta estar detrás de la silla en la que se sienta.

Una mano en la boca lo tira hacia atrás en silencio, haciendo equilibrio con las dos patas traseras de la silla. La otra, deja caer el cuchillo en su cuello, haciendo que el fluido carmesí de sus venas en forma de fuente que salpica el techo, las paredes tus manos y el suelo, por ese orden.

-Alguien nos a roto una macet...

El hombre que faltava cierra la puerta tras de si, sin darse mucha cuenta de lo que pasa en la casa hasta que está ya dentro.

Os miráis a los ojos con fuira el uno al otro. Eres mucho mas grande que él, pero no parece intimidarle en absoluto.

Silenciosamente y sin dejar de mirarte desenvaina una espada corta que lleva a la cintura.

Publius tiene un pasado extremadamente violento. Éste tipo no va a ser ningún problema. Agarra uno de los vasos con los que iban a cenar y a la vez que se levanta y desenvaina su gran hacha con una sóla mano, se lo tira a la cabeza al hombre para distraerlo. Agarra el hacha con ambas manos y le corta en dos partes.

Tu filo raja la parte baja del vientre del desgraciado que tienes delante, que gime de dolor. Pero curiosamente, sin gritar.

Se sostuvo el abdomen con una mano, tambaleándose un poco para impedir que se le derramaran las tripas por el suelo.

Un instante después, cuanto tu aun estás cargando tu hacha para el siguiente golpe, el loco cultista salta sobre tu espalda, dejando caer con toda su fuerza la espada corta que lleva sobre tu hombro y trapecio, acuchillando rápidamente.

Los cortes rajan u carne y hieren a tus músculos, haciéndote sentir mucho dolor, pero aun así, lo controlas lo suficiente.

Por alguna razón a tu enemigo no le interesa alertar a las proximidades de tu ataque. Mejor que tu tampoco lo hagas.

Golpeas contra la pared varias veces hasta que tu atacante cae y queda en pie otra vez. Sus ojos están llenos de ira homicida.

Que haces?

 Thristan apoyaba una mano sobre la puerta, el metodo seria el mismo por lo que primero era intentar de que alguien abriera la puerta pero esta vez, no dejaria que la cerraran. Si habia alguien alli, seguramente no queria que nadie lo supiera, solo unos pocos y eso, podria hacer que alguien se acercara si tocaba esa puerta con seguridad.

Seamos gentiles primero.

Decia golpeando tres veces la puerta de forma segura, pausada y con firmesa,  si estaban alli era porque ahi adentro algo habia y lo que menos queria en ese instante, era que su orgullo sufriera un daño mas.

Publius nota los pinchazos en su espalda, pero no grita. Sólo pone una mueca de dolor. Su espalda está llena de cicatrices de éste tipo y antes no había gritado, así que hoy no va a ser la excepción.

Coge su haca y sólo da un paso hacia delante, antes de que el acero cruce el aire y corte en dos el brazo del sectario, seguido de su cara, que no queda cortada sino arrancada por partes.

Procura terminar su trabajo sin que ninguno de los sectarios griten.

En primer lugar mira a su alrededor. Ahora que está dentro, tiene que haber una puerta que dé a algún lugar subterránea en donde ésta escoria se esconda. Se arranca un trozo de tela y la empapa con el agua de la cocina para limpiar sus heridas. Después presiona, cubre y anuda tal y como le enseñaron sus maestros muertos. Lo siguiente será la venganza. Publius busca la puerta.

Los cadáveres de los sectarios están en el suelo tendidos, tiñendo el suelo de piedra con su sangre aun caliente.

Tu herida ya no sangra, aunque si duele. Los vendajes improvisados retendrán la hemorragia.

Ahora tratas de encontrar la puerta secreta que ha de esconder este lugar.

Repasas las paredes con calma, en busca de alguna piedra suelta, o madera que sobresalga, tratando de no pisar los grandes charcos de sangre, para no dejar huellas, pero no ves nada a simple vista.

Es en tonces cuando tu incursión se hace mas tensa y peligrosa.

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Tres golpes suenan en la puerta. Alguien llama desde el otro lado y espera que se le abra.

Dudas, piensas en las distintas opciones, pero antes de que hayas siquiera acabado de enunciarte la primera, un silbido se emite desde la parte lateral del exterior de la casa. Hay mas de una persona ahí fuera. Que haces?

Golpeas la puerta. Con confianza, esperando que esta vez te abran la puerta personas mas honestas, o tal vez no.

Según Maldith, los asesinos de Suwong se refugiaron en el interior de esta casa, así que tus modales deberían ir acompañados deuna guardia bien alta y tus armas al alcance.

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No te da tiempo ni de preparar una amigable sonrisa para cuando abran la puerta. Un silbido desde el lateral de la casa te llama la atención.

Es Gálacus. No quiere hablar para no ser oído desde el interior pero si llamar vuestra atención. Lleva su espada en alto y está alterado. Ha visto algo crucial por la ventana y quiere alertaros de ello.

 Thristan esperaba con calma cuando se percataba como aquel hombre se movia de forma extraña, pronto noto su urgencia y sabia que algo no estaba bien y seguramente, queria advertirles de una posible emboscada por las ventanas.

Maldicion

Murmuraba y ya no habia tiempo para pensar, si se quedaban alli serian blanco facil, si retrocedian seguian estando expuestos por las ventanas. Tenian que entrar aunque eso, podia ser mucho mas peligroso de lo que el creia en realidad, era adentrarse en el nido de ratas y solo contaba con Dulcea.

 La prisa no lo dejo pensarlo dos veces y con fuerza  golpeaba la puerta y esta vez, un solo golpe basto para abrirla bruscamente para asi, adentrarse en esa casa ya con espada en mano y listo para enfrentarse a quien deba.

Publius escucha a varios hombres al otro lado de la puerta. No es el momento de derramar más sangre. Y menos habiendo derramado tanta como lleva hasta ahora.

Sin dejar de mirar hacia la puerta, busca por todas partes la puerta oculta. Sabe que tiene que estar en algún lugar. Por aquí. Seguro que aparece. No se preocupa por los cadáveres que hay a su alrededor.