Partida Rol por web

No se que esta pasando pero espada en mano sigo a Diego por si necesita ayuda.

Una vez mas, os dispersáis.

Ahknut monta a la grupa de Jur y cabalga junto a Bît aprovechando la distracción para capturar al fugitivo.ç

Por el contrario, Hundra trata de seguir a toda prisa a Eban y a Diego, que corren por los tejados.

El sujeto al que perseguís es un hombre, Shemita seguramente. Lleva un turbante en la cabeza, pantalones de seda anchos y una enorme espada curva a la espalda. Su barba grisacia y retorcida indica que ha vivido mas de un verano bajo el abrasador sol del desierto, y sus fuertes músculos que no ha tenido problemas en conseguirlo.

Aun que vais a caballo, no os resulta fácil seguirlo, pues el hombre sabe muy bien por donde se está moviendo, y sabe que le persiguen, por lo que está buscando las callejuelas mas estrechas y concurridas que pueda.

Al girar la última esquina, varios cientos de metros mas alejados de la casa de Suwong, el Shemita ha desaparecido.

No obstante, Bit sabe muy bien que no puede haber ido lejos. Su caballo es rápido y él un buen jinete, por lo que debe haberse escondido en alguno de los edificios cercanos.

 Cuando os paráis a ver donde os ha guiado vuestro fugitivo, observáis que estáis en una zona residencial, si podría llamársele así.

Aquí es donde viven algunos de los habitantes del Maul. Prostitutas, vagabundo, rateos, asesinos y todo lo que os podáis imaginar, pero aun así, todo está bastante abandonado y ruinoso.

Eban y Diego salen corriendo por los tejados a toda prisa mientras los virotes silban al pasar sobre sus cabezas.

El ladrón está acostumbrado a huir por los tejados. De hecho, se conoce bastante bien esta zona. Pero el médico está herido, y no está nada acostumbrado a caminar sobre las tejas de las casas, y mas de una vez ha estado a punto de resbalar y caer al suelo de la calle.

Vuestros perseguidores optan por saltar también a los tejados, al menos, 2 de ellos. Uno logra agarrarse al la cornisa de la casa, pero el otro cae estrepitosamente unos metros mas atrás.

Eso os da algo de margen de tiempo, no mucho, pero si el suficiente como para notar que Hundra os sigue desde la calle.

La Cimmeria no tiene problemas en seguiros hasta un lugar que Diego aprecia como seguro.

No es mas que un pequeño zulo en el centro del Maul, tras una casa que hace de tapadera.

Allí se reúnen con Hundra, que ha estado vigilando el camino, por si alguien les seguía a pie.

-Aquí es donde se juntaban los del gremio... Espero que no les importe que traiga visitas...

Dice Diego.

El ladrón os guía a la parte trasera de la casa, en la cual hay una puerta de madera vieja y abandonada, con una ventanilla corredera para mirar quien llega desde dentro.

Diego hace una llamada secreta, consistente en golpecitos y chasquidos y del otro lado se abre la ventanilla. Unos ojos negros os miran profundamente, mira al rededor vuestro y os pregunta.

-Quienes sois vosotros?

El estigio se encuentra en una situación bastante desconocida para él: persiguiendo a alguien armado y que, como ya ha demostrado sobradamente, sabe cómo usar las armas que porta. Sin perder un momento, se pone a pensar en su repertorio de hechizos, preparando el lanzamiento de alguno de los que puedan servirles en una hipotética confrontación a cara de perro y posiblemente cuerpo a cuerpo contra un tipo como su fugitivo. Espera que Bit sea suficiente para detenerle, aunque lo duda, la verdad: Hundra parecía más capaz en ese terreno y, además, no pudo evitar pensarlo, resultaba una visión mucho más atractiva...

Miro a Diego fijamente mientras trato de ayudar al medico, como puedo. Dejo que sea el quien llame y haga todo eso de los saludos secretos.

- Espero que tengas una buena explicacion para lo que esta pasando porque empiezo a cabrearme.- murmuro mirando de reojo a mi alrededor, por si alguien nos siguio.

Bit imagina que el shemita ha de estar cerca, quieto y escondido, con lo cual va abanzando al paso, con el arco preparado en una mano y la flecha junto a las riendas en la otra, suponiendo que el shemita no querrá moverse de su escondite.
Cada pocos segundos, hecha una mirada hacia atras, ora por derecha ora por iquierda, para asegurarse que no lo han pasado de largo.

Donde estás maldito...no lo ves Jur? Tiene que estar por acá! Si si sisisi...

Cita:

- Diego Montoya para servirle - dice haciendo una de sus petulantes reverencias claramente fuera de lugar. Aunque esta vez, "curiosamente" no ha quitado la mirada de quien les ha abierto la puerta ni la mano del arma.

- Aquí mi compañero de aventuras herido - señala a Eban - y la rubia permanentemente enfadada conmigo - lo dice con un tono comicamente resignado - necesitamos desaparecer de la vista - señala adentro - y pocas preguntas.

- Si estáis dudoso caballero que sepáis que tras nosotros andaban unos guardias algo molestos que se unirán a la discursión si no os dáis prisa en... abrir... esa... maldita... puerta

Sostengo mi arma con fuerza, esperando lo que llegara si no desaparecemos rapido. Sonrio al picaro de medio lado, su sentido del humor, aunque inoportuno, siempre me ha echo gracia... aunque pocas veces se lo demuestre.- Pequeño tonto, si salimos de esta con vida puede que te de la oportunidad de hacerme sonreir una noche.- Yo tambien tengo mi sentido del humor....y peor que con el ultimo no puede ser.. ademas sigo con mi compatriota metido en la cabeza y eso no puede ser... tengo que sacarlo de alguna forma.

Anhknut sabe perfectamente que no es un guerrero ni, por supuesto, un hombre dotado de capacidades físicas en absoluto. Pero es consciente de su inteligencia, así que apela a ella a la hora de buscar al hombre al que persiguen, y del que, saben, está no lejos de allí en absoluto. Así que se pone a la tarea de intentar averiguar dónde podría haberse escondido alguien que desee no ser visto en esta zona de callejuelas y vericuetos. También se da cuenta de que, probablemente, sea más sencillo escuchar alguno de los ruidos que haga que descubrirle con la mirada, así que trata de aguzar el oído.

La puerta se os cierra de golpe en las narices, sin mas explicaciones.

Os quedáis unos segundos mirandos como idiotas sin saber que decir. si este era vuestro plan de huida, vais a tener que pensarlo dos veces antes de seguir a Diego otra vez.

Cuando estáis a punto de gritaros unos a otros, o peor aun... el ventanuco de la puerta se abre de nuevo.

-Montoya? Has dicho Diego Montoya?

Maldita sea... Yo trabajé contigo... ara... por lo menos 5 años! Pasa coño.. No quiero que os vea nadie aquí...

La puerta se abre y veis a un hombre grande y gordo con un parche en el ojo tras ella.

Pasa y toma asiento... Algunos de los chicos están por aquí haciendo el animal, como siempre...

 Entráis desconfiados. Es un salón de una casa ruinosa, donde se supone que nadie debería vivir, y por las condiciones en las que está, vosotros tampoco lo haríais mucho tiempo. De las paredes cae arena de la piedra vieja y carcomida y el suelo está cubierto de vasuras y porquerías de hace años.

Allí hay una mesa, y sentados a ella, cuatro tipos de aspecto cada cual mas perturbate, visten ropas anchas y ligeras bastante desechas. Están jugando a cartas y apostando grandes cantidades de dinero, oro y riquezas, que con total seguridad, no han conseguido de forma legal, mientras beben y fuman de una misma cachimba.

Vaya.. La ultima vez que te vi, no eras mas que así de alto...

Dece el hombre del parche poniendo su mano a la altura de su pecho para indicar la altura, sin levantar mucho la voz.

Aunque ahora que lo veo, tampoco has crecido mucho je je je...

En que andas metido?

Vuestros ojos recorren nerviosos la zona, en busca de algún indicio, preparados para cualquier peligro y con el pulso acelerado.

Para vuestra desgracia, no veis nada que os indique por donde puede llegar el peligro. Todo está quieto, en calma, silencioso.

En cualquier momento podría clavarseos una flecha entre ceja y ceja, o puede que vuestro fugitivo ya haya marchado y esté bien lejos.

En los callejones... tras las columnas... en las ventanas... No hay ni una sombra.

De pronto, una silueta se dibuja tras una puerta que se abre. Bît apunto está de lanzar una de sus flechas antes de llegar a saber quien o que es aquello, peor por suerte, no lo hace.

Un pequeño chaval acaba de salir de su casa y se dirige a la parte trasera de esta, asustado por vuestra presencia, sin hacer ningun movimiento brusco.

Respiráis. Ibais a proseguir con vuestra búsqueda, pero un sonido os hace giraros.

Algo ha caído al fondo del pozo cercano. No es tan pesado como para ser una persona pero,alguien tiene que haber ahí dentro...

Con el dinero que tienen en esa mesa podrian pagar a alguien para que limpie.- pienso intentando aconstumbrarme, mirando a mi alrededor con cuidado de no molestar a nadie.

Los tipos con ropa amplia no me parecen de confianza, en las ropas olgadas se ocultan mejor las dagas, solia decir mi padre... Hasta el momento pensaba que era para quitarme la mania de ponerme poca tela y ceñida, pero ahora empiezo a entenderle con otro sentido.

Miro al fondo alegrandome de mi pelo teñido.- ¿Jack manosligeras? Joder, que pequeño es el mundo, menos mal que no me a visto ¿Que hara aqui?.- me pregunto mientras rememoro aquella fatidica noche en esa taberna perdida jugando a ver quien aguantaba mas bebida... lo siguiente que recuerdo es despertar desnuda en su cama. Por suerte me escabui antes de que se despertara...

los años le han tratado bien... sige estando muy guapo... pero no me atrae tanto con el cimerio... mierda, otra vez pensando ese grandisimo tonto...Eres estupida Hundra, idiota de remate.- me digo a mi misma.- Deja de pensar en el y ponte en guardia, ¿Crees que estas a salvo? ¡Espabila!

- Vaya, vaya, Rufus el tuerto - dice cayendo en el abrazo del oso del gordo con el parche - veo que aunque haya crecido algo mis brazos no me bastan para darte un abrazo - digo guiñandole el ojo sin poder evitar sonreir. - ¿Tu mujer sigue dirigiendo esta cueva de ladrones? Si, creo que la veo allí al fondo...

Irka - al mirarme hago volar una moneda de oro que habilmente caza al vuelo - preciosa, vino y trae algo para que estos caballeros puedan brindar con nosotros.

Levantando la jarra de vino especiado - Caballeros, por Bel, que nos de manos agiles y sino... pies rápidos jajaja - hago un gesto a Hundra y Eban para que beban. Pego un buen trago y luego continuo

- Al parecer unos guardias tenian ganas de charlar conmigo, así que para evitar tan mala compañia mis amigos y yo les acompañaremos un rato. Por favor, continuen las apuestas y disfruten de la bebida hasta que se acabe mi oro.

- Eban, creo que sería buen momento para coserte esa herida. Hundra, no te preocupes por la compañía yo valientemente protegeré tu honor - dice con una sonrisa socarrona esperando provocar la ira de la cimmeria.

El shemita mira fijamente al poso, y le hace una seña a su compañero, llevándose un dedo a los labios.

Aun montado en su noble montura, Bit comienza a mirar todo alrededor, buscando un plan.
En seguida, lo encuentra al ver un grupo de plantas algo crecidas, en un marchito patio delantero de una marchita casucha.
La maleza, parece haberle ganado terreno a viejas plantas, y alcanza casi el medio metro de altura.
Hacia allí dirige los primeros pasos de Jur, su caballo, descendiendo silenciosamente sobre el suelo de tierra.
Jur, aprovechando el descanso, comienza a alimentarse con ganas, arrancando yuyos, y mascando con la fuerza de sus amarillos dientes.

Asi, ya desde abajo, el shemita ayuda a desmontar a Akhnut, y con el arco tenso y la flecha presta, comienza a acercarse al poso aprovechando los ruidos que su amistoso caballo realiza.

Entra en esa casa! Ordena guiñando un ojo...Yo seguiré hasta el final de la calle!

Tras la mentira, Bit se aproxima apuntando al poso, para sorprender al escurridiso shemita fugitivo.

Cuando te asomas por la apertura de pozo, puedes ver como en su fondo no hay mas que un pequeño charco de agua, que no le llega a mas arriba que las rodillas al Kenzankio* fugitivo.

El hombre está en el fondo buscando algo a mucha prisa en las paredes del mismo.

Un silvido tuyo es suficiente para hacerle ver tu presencia, y aun mas, la tus amenazadoras flechas colgando hacia abajo.

Al verte se detiene en seco y levanta las manos.

Con un fuerte acento extrangero.

Que quieres de mi?

Eh? Porr qui me siguis?

Si, será buena idéa, voy a ver que puedo hacer...

Dice Eban separándose la tela que le taponaba la herida para ver como la tiene.

Aarhg.. Gruñe de dolor.

Creo que me va a llevar un rato.

El médico se aparta y se pone con sus labores mientras el resto se pone al día.