Partida Rol por web

Viendo a todos sus demás compañeros, y sabiendo por experiencia que algunos son luchadores avezados, no llega a lanzar las ascuas sobre la planta... aún. Ve cómo Diego es liberado por el extraño ser que él mismo cuidó múltiples veces, aunque no tenía ni idea de que fuera capaz de incapacitar a un hombre. Más bien pensaba que el Sumo Sacerdote la tenía allí porque produciría algún tipo de fruto con el que fuera posible sacar dinero.

En última instancia, no llega a lanzar las ascuas, aunque una idea ronda su cabeza. Finalmente, comenta en dirección a todos:

- Parece que no es únicamente la casualidad ni los caprichos de los dioses lo que nos gobierna. Volvemos a encontrarnos en el momento en que más necesitábamos ayuda: sobre todo Diego. ¿No pensáis que un incendio aquí fuera podría crear la suficiente confusión como para ocultar la muerte de esta planta que, ahora lo sé, era un guardián? Además, creo que podría facilitar nuestra misión dentro del templo. Creo que no sería mala idea incendiar los restos de esta planta, además, por si acaso. Comenta, señalando el brasero lleno de ascuas encendidas mientras lo deja en el suelo.

- Pero lo primero es lo primero, veamos cómo está Diego. Eban, creo recordar que tú sabías cómo cuidar de los heridos mejor que yo: vamos a ello, debemos apresurarnos...

De pronto todos comienzan a hablar como mujeres en el mercado. -Diego esta vivo.-Gruño sin importarme nada mas.- Perla esta aqui. Si sabeis donde decirlo ahora, si no dejarme pasar. Tengo que encontrar a esa zorra y hacerle pagar por todo esto.- Gruño sin envainar mi espada.

-Esa maldita es la culpable de todo esto, esto son sus artes de brujeria para deternernos.

Me importa una mierda quemar el templo entero si con eso me llebo a Perla por delante.

*Coff*, *coff* - ¿qué?, ¿cómo? ¿quien? - mira alrededor mareado y ve a Hundra - vaya besos más apasionados preciosa - dice mientras trata de levantarse, con lo que todo a su alrededor empieza a dar vueltas otra vez - ¡por Bel, que el mundo gira muy rápido hoy! - dice tambaleandose.

Espera Hundra! Yo quiero cazar a Perla tanto como tu, o quizas más! Aguarda a que Eban y Anhknut revisen y ayuden a Diego y luego iremos todo a darle caza.

El antiguo poblador del mismo templo en que ahora tratan de introducirse, y al que no sabe si podrá volver jamás, intenta comprobar si su compañero Diego está bien. O, al menos, lo suficientemente bien como para poder proseguir en su incursión. Tras unos instantes observándole y tratando de determinar si estaba gravemente herido, junto con Eban, decide que está lo bastante en forma como para continuar con el plan.

- A falta de lo que determine Eban, más capaz que yo en estas lides, creo que Diego podrá seguir adelante. Quizá seríamos capaces de mejorar un poquito su estado, pero tardaríamos demasiado. Tendrás que esperar - comenta de cara a Diego para, a continuación, informar a los demás de su opinión:

- No creo que podamos permitirnos una parada. Si nos quedamos aquí lo más mínimo, otra planta podría demostrar sus capacidades, o bien alguien ocupado no lo suficientemente ocupado en la ceremonia pasarse a echar una mirada, o bien escuchar algún ruido. Sigamos adelante cuanto antes.

- ¡Espera tu si quieres!.- Espeto sin detener mi paso.-El que pueda seguirme que siga, el que no se aparte de mi camino. Cada segundo que Perla respira es un peligro que pienso arreglar cuanto antes.

Continuo sin mirar atras, me importa poco lo sagrado o no del templo, el suelo sera manchado con su sangre.

- ¡Qué cuerpo pero qué carácter, también! -piensa el estigio mientras pone los ojos en blanco, dejando bien a las claras lo que opina del exabrupto de Hundra- Uno solo de esos gritos puede ser peor para la misión que nos trae aquí que cualquier espera, o casi.

En cualquier caso, parece considerar que Hundra es perfectamente capaz de cumplir con su amenaza, lo cual sería desastroso: es imposible que ella sola consiga detener lo que Urkenethets, Perla y sus secuaces estén llevando a cabo. Con lo que, dando un ligero empujón a Diego a la vez que hace un gesto a Eban, se dirige junto a ellos tras Hundra.

Me vuelvo antes de cruzar las puertas del templo* para aportar algo más a lo dicho por Anhknut. -Como ha dicho él, no hay tiempo para sanaciones. Diego parece poder sostenerse por sus propios medios así que por ahora eso tiene que alcanzar. Igualmente- ahora me dirijo a Diego -en cuanto tengamos unos minutos veo que puedo hacer. Ahora corramos que Hundra nos deja y no es bueno que nos separemos aquí donde Perla tiene su fuente de poder.

Espera un momento.

Publius ha entrado como una serpiente rodeada de felinos hambrientes. Mientras habla con el sacerdote estigio sujeta el brazo de la chica.

¿Qué pensáis hacer con ésta mujer? La idea era traerla sana y salva para que continuara sana y salva. No pienso dejar que la torturéis después de la sangre que he tenido que derramar para salvar la carne de esta muchacha.

La mirada de Publius es de amenaza hacia el sacerdote.

 Tristan se movia con su compañero lo mas rapido posible y al contrario de las posibilidades de encontrar a quienes seguian, pudieron ver como aquel hombre barbarico entraba en ese Templo que segun Moghcorb, pertenecia a un tal set o mas bien, a un culto hacia esa deidad.

En ese momento mientras permanecian inmoviles Tristan sintio como su mente se puso en blanco, por alguna razon imagenes borrosas que no parecian tener relacion con aquel lgar, voces en una legua que el comprendia pero a la vez muy diferente. Pero de aquellas imagenes, lo que mas destaco due la figura de un hombre clavado en una cruz...

Solo hay un dios...

Susurro para si mismo antes de volver en si, notando como su compañero lo miraba esperando que tomara la iniciativa, el no sabia cuanto tiempo estuvo asi pero de todas formas, sabia bien que no tenia mucho para tomar una decicion.

A-al templo, vallamos al templo o perderemos la pista, pero con cuidado.

Terminaba diciendo sin haber prestado mucha atencion y aun asi, sabia que si ese templo no era bueno, podria ser que aquella mujer siguiera en peligro y algo en su interior, le hacia ir alli para "rescatarla", una sensacion demasiado noble para un Gladiador como el.

Urkenethets te sonríe con amabilidad.

Nosotros no torturamos a nadie, Cimerio. La Diosa Derketo nos da la vida, y nosotros no somos dignos de quitarla a una de sus hijas mas puras.

Solo necesitamos una pequeña gota de su sangre, ni se dará cuenta en el estado que se encuentra la pobre chica.
Saca una pequeña aguja que te presenta con cuidado
El sacerdote mira al cielo
Tenemos que empezar YA

Qué haces? te unes a alguna de las orgías? informas de los intrusos? vas a buscar tu recompensa?

Ya habéis perdido mucho tiempo y os dirigís a la puerta del templo para acabar ya con esto. Pero para vuestra sorpresa las puertas interiores del templo están medio abiertas, como si alguien hubiese entrado con prisas y se las hubiera dejado abiertas.

La primera en entrar es Hundra, con la espada en la mano y el escudo en la otra, y no piensa permitir que nada ni nadie la pare.

Detrás de ella van Bit y Ahnknut, seguidos de Diego y Eban. El Lugar es perfectamente conocido por el Estigio, que guía rápidamente al resto.

Recorréis un largo pasillo franqueado a ambos lados por columnas gruesas llenas de grabados estigios.
Al final del pasillo, llegas a una sala mas amplia, con un fuerte olor a incienso y otras especies que humean en el aire que jamás habíais olido algunos de vosotros.

En el centro hay un pequeño estaque, de dos metros de diámetro y apenas unos palmos de profundidad, donde flotan hojas y plantas acuáticas sobre el agua que mana de una fuente cercana.

A su alrededor hay dos docenas de bellas mujeres, esparcidas por toda la sala. Están todas desnudas, adornando únicamente su cuerpo con flores y dibujos de hena. Unas están arrodilladas, cantando la melodía que armoniza y marca los tiempos de las acciones de las demás, inclinándose y alzando los brazos mientras cantan. Otras bailan desnudas en corro alrededor del estanque.
En el suelo, muchos grabados y dibujos conforman un símbolo arcano, inscrito en una estrella de cinco puntas, con su centro en el estanque. En cada una de las cinco puntas hay sendos montones de cojines, donde varias chicas se encuentran en éxtasis formando cinco pequeñas orgías desenfrenadas. Hay algunos hombres con ellas, que parecen disfrutar enormemente con el ritual, pero dan todo el aspecto de estar drogados.

En el centro, junto al estanque, hay un atril, y tras él, se encuentra Urkenethets, el sumo sacerdote de Derketo, el suerior de Ahnknut. Es un hombre mayor, de piel cetrina, cubierto por un túnica negra de bordes ambar. Está recitando enérgicamente un pergamino que lee del atril.

A su lado, está Perla. La mujer  está a su lado, vestida solo por sus tatuajes. Lleva puesta una corona sobre la cabeza, un collar, un anillo y un cetro.

Arodillada frente a ella, de espaldas, hay otra mujer, estigia, nunca la habéis visto antes, y va vestida con pieles de animales.

Aparentemente nadie parece prestaros atención, tal vez sea por que estáis demasiado lejos y ellos están muy concentrados.

Que haréis?

Al principio dudas, pero acabas por confiar en él y te encaminas a la sala del tesoro.
Al entrar encuentras varios cajones con algunas monedas de plata, no son muchas, pero si las suficientes como para pagarte una cena que te calme el estómago, una buena cama, y alguna mujer que te la caliente.
Y aún sobraría para hartarte de vino y costearte el viaje hacia algún lugar lejos de aquella ciudad, si no e pasas con el vino.

Cuando coges lo que consideras que es tuyo, sales de la sala, y cierras con llave.

Al volver aun te estás preguntando que hacer con esta gente, quedarte y disfrutar un rato? o largarte bien lejos de todo aquello, por fin toda la historia de tus maestros ha acabado. Pero te das cuenta de algo, los intrusos que había antes en el exterior, luchando contra aquel terrorífico engendro vegetal ahora están dentro del templo. Acaban de entrar y aun nadie los ha visto. Solo tres de ellos van armados pero parecen disponerse a hacer correr sangre, con las armas desenvainadas y ocultándose entre las sombras.

Sea como sea, ellos bloquean la salida del templo

Publius sabe de sobra que una gota de sangre quitada contra tu propia voluntad puede hacer tanto daño como que te quiten la misma vida. A pesar de ello se ha visto obligado a coger el dinero, era muy peligroso atacar a la vista de todos.
Entonces ve entrar a esa gente, con sus espadas en la mano. Dispuestos a ejercer una justa venganza.

Coge una moneda y la hace rodar hasta los pies de uno de los mercenarios que se encuentra presuntamente escondido.

Ahí tenéis vuestro sueldo. ¿Queréis trabajar conmigo?

Diego recorre todo el tramo absorto mirando alrededor, rascandose la nariz por el picorcillo de los nuevos olores de especias. Sigue avanzando a regañadientes cuando ve las hermosas mujeres al lado del estanque. De hecho avanza con el cuello girado en un peligroso gesto para sus cervicales de mantenerlo mucho tiempo.

Ya está imaginandose alguna chanza, burla, o fantasmada con la que acercarse a ellas, pero una mano tira inclemente de sus ropas. Cuando se gira para protestar, gracias a su buena vista (por algo le dicen que tiene ojos de gato en los barrios), distingue a Perla desnuda como su madre la trajo al mundo, las orgias alrededor de ella y queda con la boca abierta.

Luego ve la cara de rabia de Hundra, y vuelve algo en si, reparando por primera vez en el hombre de la túnica negra. Parecen no haberse percatado de su presencia, pero el ladrón sabe que esto a veces es engañoso y suele preceder a las risas cuando las prisas llevan a los advenedizos a caer en alguna trampa. Con ojos de profesional mira las losas del camino, huecos en el techo o paredes, o cualquier otra cosa que le pueda advertir de algún peligro.

De todas formas su mente ya está buscando algúna columna o rincón sombrío donde ocultarse y poder acercarse en sigilo. Entrar por la puerta principal le pone los pelos de punta y los nervios en tensión.