Partida Rol por web

Diavorai sobre tu hombro se transforma en una versión diminuta del corpulento individuo, al que empieza a imitar con una vocecilla - ¡Brujas, Brujas! ¡Fuera de mi tienda! ¡Fuera de mi tienda! 

Vidar se queda blanco y, para variar, señala a Diavorai diciendo - ¡BRUJERÍAAA!

Canar apoya una mano sobre su hermano y lo lleva de nuevo hacia el taller - Aquí no podemos ayudarte, por favor márchese.

La mujer de la tienda parece observar la situación desde el marco de su puerta con una mirada inteligente.

Laurie trató de aguantar la risa en cuanto vió cómo Diavorei bailaba transformado en un diminuto Vidar. Pero el trato que éstos le dieron no le produjo ningún sentimiento, sabía ya de sobra cómo se las gastaba Vidar y que era muy probable que ocurriese algo como esto. Sin embargo el hermano de éste parecía tener algo de cordura - Si cambian de opinión ya saben dónde estoy, incluso hasta si me venden los materiales me basta. Gracias de todas formas. 

Miró hacia la mujer que le observaba y se dirigió hacia ella, parecía que ésta vendía algunas cosas, quizás tuviese algo que le fuese de ayuda. Se acercó a su puesto y le saludó amablemente - Buenos días

- Bienvenida a mi comercio, parece que tu llegada ha provocado un buen alboroto - sientes como te analiza con una mirada astuta pero amable. Aun así, durante un momento te sientes pequeña y enjaulada -. Creo que podríamos conseguir una relación de beneficio mutuo muy ventajosa para ambas si somos inteligentes.

Parece que la mayor parte del género en la tienda son artículos comunes. La mayor parte de su actividad parece ser la taberna y el ocio en el pueblo. Seguramente tenga cosas útiles, pero debe de guardarlas para los comerciantes.

Laurie titubeó un segundo, aún no sabía las intenciones de aquella mujer y por la forma en la que se expresaba parecía el tipo de persona que lograba salirse con la suya - ¿De qué se trata? - dijo seriamente.

Mentalmente se refirió a Diavorai - ¿Tú qué piensas?, si quiere salchichas a cambio de muebles, ¿se las damos?

La mirada de protesta de Diavorai pese a su forma de buho casi te saca una sonrisa, pero consigues mantener el tipo ante la comerciante.

Con voz suave y una mirada que atraviesa te ofrece lo siguiente - Me llamo Evali, y soy quien se preocupa por el comercio más allá de los muros por aquí. Creo que puedo ofrecerte algo interesante. Quiero que me vendas a mi los objetos encantados que fabriques y dejes que comercie por ti con los mercaderes que vengan. Conozco a la gente adecuada y puedo conseguir a la vez que ambas nos lucremos, que tu consigas más beneficios que los que conseguirías tratando con mercaderes comunes, conseguir mejorar el comercio en Nil y que algunos de los vecinos te odien un poco menos. También puedo comprar por ti lo que necesites para tu nuevo hogar, a mi no me dirán que no, y no tienen por qué saber que es para ti - visto así parece un buen negocio. Al menos tienes claro que sabe vender. Los objetos mágicos valen auténticas fortunas y cualquier comerciante querría acceso a ellos, pero lo cierto es que no hay tantos magos por ahí. Evali aparenta esperar una respuesta.

Laurie pensó detenidamente en el ofrecimiento de aquella mujer, a primera vista parecía un buen negocio por lo que no tardó demasiado en confiar en ella y aceptar su oferta - De acuerdo, aunque quiero dejar claro que nada de lo que cree será dañino, sólo crearé objetos que sean inofensivos y que aporten un beneficio a la persona que lo utilice. Te agradezco que confíes en mi - dijo mostrando una sincera sonrisa a Evali - Hasta ahora me ha sido bastante difícil incluso hablar con nadie. ¿Por qué todo el mundo desconfía de la gente como yo? - preguntó inocentemente. No sabía qué tipo de acciones habían llevado a cabo los otros magos como para que todo el pueblo mostrase esa resignación con la magia.

- Tampoco es que pueda obligarte a nada, ¿no? - Evali muestra una media sonrisa - Otro día hablaremos de historia. Cuéntame qué necesitas ahora mismo para ese caserón tan bonito que te has agenciado.

Diavorai te interrumpe antes de responder.

- Dile que salchichas - salta enseguida Diavorai -, a ser posible diecicuatro, diez para mi y seis para ti. Y luego dile que quieres oír la historia ya. Yo se como funciona esto. Luego se van del pueblo con sus laudes y no terminan las historias. Incluso aunque la gente ya haya pagado para oírla. No me gusta la gente que cuenta historias - todo un listado de argumentos contra lo que intuyes que son los cuentacuentos y bardos itinerantes empieza a invadir tu cabeza. Estás acostumbrada a esto. Y además llegas a estar de acuerdo con alguno de ellos. Pero hay que centrarse.

- Tengo interés en conocer esa historia - dijo Laurie aguantando la risa ante lo que decía Diavorai - Respecto a los muebles, necesito para toda la casa. Confío en tu gusto para elegirlos, tampoco es que los gemelos me hayan dejado ver qué tipo de muebles tienen. Con tener los básico me basta de momento.

- Tranquilo pequeño, luego compraremos diecicuatro salchichas y nos las comeremos en nuestro salón nuevo

- ¡Perfentástico! dice Diavorai mientras hace una diminuta inclinación de agradecimiento con un ala por delante su pequeña barrica como te ha visto hacer alguna vez a ti.

- ¿Puedo hacerte una pregunta antes? Esta no es tu lengua materna, ¿verdad? - no sabes cómo se ha dado cuenta de eso, pero antes de qué respondas continúa - ¿Cómo se dice "valle" en tu idioma? - y en ese momento caes en la cuenta. 

Por un momento te sientes estúpida por no haberte percatado antes. Ya conocías la historia del Valle de Nil, pero no te habías dado cuenta porque lo recuerdas con una palabra diferente. Todos los magos conocen la historia del valle. Hace más de seis décadas, un mago rompió su conexión con Gaia, no se sabe por qué. Gaia es la tierra misma, la fuente del Ánima. Es quién os elige y regala vuestro poder. Es que os guía cuando no sabéis que hacer. Que os pide ayuda ante los grandes peligros. Gaia es como una madre para los magos. 

Al romper la conexión con ella, fue como si hubiera robado el Ánima. Gaia pidió ayuda a otros magos para detenerlo y volver a unirlo a ella. 

Recuerdas las historias de tu maestro que participó en esa cacería. El mago se ocultó en el valle de Nil, y cuando se vio acorralado hizo algo que marcaría ese lugar. Quitó la vida a los adultos dejando solo a los niños, y los insufló de nueva vida con la escuela del Aliento. Los hizo correr por  los bosques atacando a quien se encontraran, y con cada víctima se extendería el hechizo y sus filas aumentaban. El ánima restauraba el cuerpo poco a poco, y los que eran vencidos volvían a levantarse tras unas horas. Ningún arma los detenía mucho tiempo salvo la magia. Así que Gaia ordenó a los magos buscar a estos Animados para evitar más daños. El mago escindido huyó. Es una de las historias más oscuras de la magia y la que enarbolan los detractores. 

- A excepción de mi, los que viven aquí son todos nietos o bisnietos de los que perecieron aquellos días, si se le puede llamar así - te dice Evali tras ver qué has caído en la cuenta -. Los muros de este pueblo no son para los animales, sino para algunos de los antepasados que aún siguen fuera. 

Laurie palideció levemente, aquella era una historia que creía haber enterrado en su memoria hacía mucho tiempo, pero que tras las palabras de Evali resurgieron en su memoria. Tragó saliva y asintió - ¿Qué te trajo a este lugar?

- Directa al grano - responde con una sonrisa -. Ven mañana a comer conmigo, tendré tus muebles listos, concretaremos las condiciones de nuestro acuerdo y también podremos conocernos mejor - de nuevo una sonrisa acompañada de una mirada arrebatadora. Algo que te confunde y hace que te sientas inquieta, como un cordero observado desde la distancia por un lobo.

- Si necesitas algo aparte de mobiliario, puedo venderte semillas, carne o lo que necesites.

- ¿Estás pensando lo mismo que yo? - Diavorai levanta ambas ¿cejas? mientras te pregunta.

La mirada de Evali hace que se me pongan los pelos de punta, aunque a simple vista no se nota mi incomodidad. Cuando hace referencia a las semillas una sonrisa se dibuja en mi rostro - De acuerdo, mañana nos vemos. Ahora que lo dices, sí, me gustaría cultivar y.. - mi mirada se volvió hacia mi pequeño Diavorai, el cual hacía muecas extrañas que me provocaron una pequeña risa - ¿tienes salchichas?.

- Si tiene, nos la comemos esta noche para cenar, pero a cambio quiero que cantes para mi esta noche también, ¿trato hecho? - dije mentalmente al pequeño búho.