Partida Rol por web

Tala mantuvo una mirada muy particular durante el apasionado sermón de Huxley. No era nada fácil amedrentar a Aponi y Huxley tuvo la sensación de que durante toda la charla la tecnomédica parecía seguir desafiándole en silencio con sus ojos rasgados, esos ojos que parecían decir SOY TU MEJOR SOLDADO DE CALLE Y NO ME MERECES, PALURDO. Aunque en lugar de PALURDO, podría matizarse a PAYASO. Era una mirada muy intensa la de Aponi, sin duda alguna. 

Fue en el episodio de los veganos y los ecoterroristas cuando se cruzó de brazos, quizás evidenciando que el discurso estaba tomando un cariz excesivamente rústico. Con todo, aguantó estoica el temporal, aunque a diferencia de Acid ella eligió no decir palabra una vez Huxley se desplomó vencido sobre su asiento confesando que le habían amargado la tarde y permitiéndole abandonar la estancia.

Tala puso los ojos en blanco mientras lanzaba un suspiro de hastío y se largó con paso brioso una vez Cortana, cumpliendo las órdenes del Capitán, habilitó la salida del puesto de mando. Necesitaba salir de aquella habitación a toda costa.

Situado en el mismo vórtice de aquel tornado entrópico, el funkotroniano asistió pasmado a lo que él consideraba una rebelión del grupo de aventureros en toda regla. Acid El Mataelfas ejemplificando los valores de un verdadero guerrero del Caos. Tala enfurruñada con Acid y el Capi. Nova tocando libidinosamente los pectorales de ese sucio y muy heterosexual bárbaro arcaico. ¡Epsi escribiendo en negritas! ¡AQUELLO ERA INTOLERABLE! 

Aguardó desconcertado el final de la odisea pueblerina narrada por Huxley, un desenlace que no llegó, como le ocurrió a su serie de vaqueros favorita, Deadwood, a la que luego le sacaron una peli décadas más tarde y la había diñado medio reparto original. Maldito Huxley. Debía ser pariente de Al Swearengen.

Drevlin estaba empezando a irritarse. ¡Nadie prestaba atención a su genial plan para liquidar a las quince gárgolas flamígero-flatulentas de Eisid y ganar suficientes puntos de experiencia para pasarse el juego como un auténtico WARLORD de nivel 20!

—Oye, potita, sabes que no es un HOMBRE^TM de verdad, ¿no? —le dijo a Nova con algo de celosa malicia mientras la pilota jugueteaba con la miniatura barbárica. —Además, en tiempos pretéritos los bárbaros del monte Arreat como el que sostienes en tus salaces pero sensualísimas manitas debían ser algo así como simios con melena que bailaban el Jungle Boogie. ¿Viste el holodocumental? Get down! Get down! Get down! Get down! —Canturreó haciendo aspavientos terriblemente funkies mientras sintonizaba en la omnitool.

—Qué chusta. Con la ilusión que me hacía a mí vencer a Morcar el Negrata en combate singular... —Suspiró, abatido.

En ese momento saltó una bomba publicitaria en el trídeo.

Promocionado por una auténtica estrella del espectáculo reptante como Slurms McKenzie, la soda alienígena Slurm se lucía habitualmente en un anuncio de 30 segundos exactos de duración en una agresiva promoción estival. El refresco verde radioactivo estaba en un momento álgido de popularidad tras experimentar con un nuevo sabor Fango Misterioso que tenía a todo el respetable loco perdido de la chaveta.

McKenzie irrumpía en el anuncio surfeando con varias robopilinguis descocadas al tiempo que anunciaba una sugerente promoción que incitaba al consumismo más salvaje:

—¡Y ahora, adictos al Slurm! —Así, sin paños calientes. ¡Publicidad honesta! —¡TENGO UNA GRANDIOSA NOTICIA QUE DAROS! ¡Iniciamos la campaña SLURMY SUMMER con un concurso MUUUUUUY especial! ¡Cada vez que bebáis un Slurm este verano, revisad la chapita homologada que sella vuestro refresco favorito! ¡Podríais ganar como premio una visita a la fábrica de Slurm con gastos pagados y una canción personalizada por los Fonka-Fonkas! ¡CORRE A POR TU SLURM, INSENSATO! ¡ES UNA CAMPAÑA LIMITADA HASTA QUE ALGUIEN SE HAGA CON EL PREMIOOOOOO!

McKenzie, famoso por su participación en la película Los Vigilantes de la Paya, una versión HIGHLY GIPSY de un célebre thriller bajo el abrasador sol de Palm Beach, culminó el anuncio con una pirueta surfera para máxima emoción de su entregado público, entre los que sin duda figuraba el Capitán Huxley.

No tenia mucha consideración con los problemas bolsicarniles, si bien ofreció apoyo, pero tampoco era amigo de todo lo que implicaba molestarse, he ahí que eso resultaba paradójico con su fin superior o motivación mayor sabida. Hasta Tala actuando como uno de esos sacos de grasa mortal y frágil era un poco extraño, pero suponía que ella tenía un mejor algorito humano y he ahí el punto. Sea como sea, de haber terminado la sesión de actividades, re-escaneó lo que fue la figurina de artefacto del Capitán para crear un blueprint apropiado y ofrecer guardar las cosas. No pensaba meterse con los otros últimamente y si Huxley mismo no miraba a la fuente de los problemas, era cosa suya. Asuntos de sacos de carne, suponía.

Así, volvió a actividades. La nave estaba bien, lo cual le hacía redundante, de nuevo. Suponía que podía pedirle eso a Tala si no estaba afectada demasiado por la debilidad de las emociones. Era bueno no tener un verdadero rostro y no tener que fingir nada o no poder denotar nada tampoco. Aunque no tener los movimientos para "encogerse de hombros" tampoco ayudaba, bien por mal, uno por otro, como la interesante historia del Capitán Huxley que guardó en su base de datos como [Datos que no son completa basura], de los cuales muy, muy pocos había en comparación con otros sectores de archivo y procedió.

Sin embargo entonces el anuncio tocó en el visor general de la nave. Parpadeó mirándolo fijamente. Era... Crudo, era de lo más meatbagico posible pero de una forma cruda. ¿No había un término que los mundanos de las Antiguas Épocas usaban? Comenzaba con B... B... ¿Bil? No, eso era con v. ¿Boisterous? Por ahí andaba pero era distinto, fue inventado a posterior de las palabras "comunes". Bueno, como sea. Esencialmente había una nueva del Slurm aquel que consumían los que podían consumirla y pudo predecir con un 25,46%, no, un fácil 67.2% elevado inmediatamente de probabilidad que el Capi iba sí o sí querer de ese.

- Epsilon-091 en posición, Capitán. A preparar obtención de Slurms... -Ya se le olvidó, si sabor nuclear, radioactivo o lima atómica. Ah, sí... No, no recordaba, tuvo que repasar el anuncio en su propio HUD interno.- "Slurmy Summer", Epsilon-091 cita...

Dijo medio "para sí mismo", algo que siempre hacía por su cuenta y que no debería, pero siempre había imitado de los humanos y otros. Este Verano Slurmioso venía con premio. ¿Debería revisar todas las tapas que ya tenían incluyendo las que estaban en proceso de ir al triturador/descomposicionador? No, actuar por su cuenta no era correcto, aguardaría órdenes.

Pose militar ante el superior de la nave entonces y un paseo ligero. Tenía necesidades, pero estaba al tanto, al menos él sí era una buena herramienta que no causaba problemas. Tal era el deber de ser un good boy.

Se acercó a Tala, bueno, llegó hacia Tala en la Medbay de la nave, que era más bien una oficina puntual donde la maestra de la muerte y la vida (Y todo lo que estaba entremedio, la misma esencia de la sacocarnería hasta sus más variadas e íntimas fibras, que dicha sensei conocía de tomo a lomo, de núcleo a macromolécula, eso mismo sí) se encontraba. Ahí, se posicionó cerca de ella pero a distancia respetuoso.

- Tala, hermana... Tu humanidad es impresionante, como siempre. No logro entender sus necesidades de molestarse unos a otros o sus egos irrelevantes. -Parpadeó, con ella podía hablar así, mirar al vacío, ser un trozo de chatarra sin corazón y sin embargo sentirse real. Ajustó su Ushanka y la cintita con el ojo dibujado, como enorgulleciéndose de su humanidad adquirida, meramente. Si tienes ánimos me gustaría instalar eso, pero en un solo hombro, o  mano, dependiendo de qué parte quieras, ya que no soy un especialista, no correspondería ponerme ambos cañones, creo. Epsilon-091 propone.

Habló un poco como hacía de forma normal, parpa-brillando entonces. Básicamente lo que prometieron hace un tiempo de instalarle cañones de defensa, pero pensando en cosas, detalles, pensó que uno solo bastaba, quizá en el otro "slot" se pondría otras cosas a futuro volviéndose cada vez mejor y más útil en lo que sea que no fuese humano aplicaba.

Para Epsilon detectar el estrés emocional en la voz de cualquier ser sentiente era pan comido, casi un estándar en su protocolo de diálogo con cualquier orgánico. Fue por esto por lo que pudo percatarse raudo de que Tala, su Big Sis, estaba fuera de control. Solo Acid conseguía ponerla en ese estado.

Al entrar en la cubierta médica, Epsilon pudo apreciar varios desperfectos en el escritorio. También pequeños rastros de sangre en la pared.

—¡Joder! ¡Joder! ¡JODEEEERRRRR! —exclamaba mientras iba de un lado a otro, de espaldas a él, sus nudillos enrojecidos, las manos sobre la nuca.

Tala se sobresaltó al verle aparecer.

—¡Mierda, Epsilon! ¡Casi me das un susto de muerte! —Apoyó las manos sobre el escritorio. Su melena lacia regó su rostro, cubriéndole el lado derecho. Epsilon podía notar cómo adaptaba su respiración para buscar una dráctica bajada de sus pulsaciones. Era buena en eso. Y aún más si Epsilon estaba en las cercanías. Ella comprendía bien al androide, su funcionamiento operativo. Incluso sabía sobre sus dudas existenciales. A veces hablaban de esas cosas.

—Ni lo entenderás nunca, coño... Bendito eres por eso. Tendrías que ser orgánico para entender por qué quiero cargarme al puto Spike. Odio a ese mamón. Lo odio con todas mis fuerzas. No solo es un gallito y un misónigo de mierda, también es un matón, un jodido psicópata al que debieron cagar en un mundo primitivo [*]. Qué puto asco tener que aguantarle cada puto día, JO-DERRRRR.

Las pulsaciones volvían a dispararse. Aponi estaba furiosa. Colérica.

—Recé para que no nos lo endilgaran después del simulacro en la Academia Stellaris. Recé con toda mi alma, Ep. Pero Tharkan nos ha jodido, está claro. El muy mamón me abandonó a mi suerte en la simulación, no sé si lo recuerdas. Yo no lo he olvidado. Ese hijo de puta egoísta es un peligro aquí dentro para todos nosotros. Es como un puto perro rabioso. Y el jodido Huxley no va a ponerle un bozal. No tiene huevos, hostia...

Sus ojos destilaban un odio volcánico mientras hablaba. Su cadencia al hablar se había ralentizado, como si mascase las palabras bañadas en melaza.

—Pero te prometo que voy a castrarlo, Ep. Voy a hundir a ese cabrón.

Aponi se dirigió al armario donde guardaba las prótesis provisionales y otros cachivaches y extrajo lo que parecía una caja alargada mientras activaba su omniherramienta.

—¿Vas a ayudarme?

Algo que entendía la unidad droide Epsilon-091 era que no había que perder el toque, eso era algo que tras incontables datos registrados por él mismo así como referencias cruzadas y procesamiento de sus varios decires, pensamientos, filosofías y formas de vida concordaban de un modo u otro, en un contexto u otro. Y el mismo droide completo, sintético y no sexoide {*} buscaba nunca perder su estilo, su toque, su flow como dirían sus panas chatarrapers, brother, we are the way of the synth and the electrolyte... Pero ahora no era momento de ser de un rap-perro-bot de filamentos neoplastimetálicos, sino un...

Un sentiente.

- Ya lo creo, Tala. Confío en tus palabras. Mi respuesta es obvia. ¿Por qué se le diría "elección" a una respuesta de perogrullo? Epsilon-091 no entiende, pero sí que entiende...

Y abrazó, tal cual, a la droide. No tenía ninguna superfuerza pero había terminado decidiendo que no se reprogramaría tras el Episodio Piloto inicio legítimo de actividades como un recluta legítimo de Stellaris cuyo logo llevaba en su uniforme de robot y no ya solamente un estudiante, pudiendo así levantar pesos grandes si alguno de sus amigos se quedaba atrapado, todo esto indicando que no podría dañarla, bueno, ella era una tecno-semi-droide, de todos modos, mucho daño no podría hacerle.

- ...Que te ayudará. O sea, te ayudaré, eso.

Si alguien podía ver una sonrisa de E-91 era... Era Tala, y esa otra niña pequeña (Entonces, quién sabe, ha pasado tiempo) que le dibujó la carita feliz en su banda completamente ineficiente ni en tapar su ojo (Se veía un borde brilloso) ni en cubrir su visión porque él tenía sentidos mejorados, aunque daba un sentimiento de "visión parcial" divertido, sí, podía decir que algo era "divertido" o no, como lo fue armar entre impresiones 3D y pulidos manuales usando sus ocho brazos de Omniherramienta aquella creatura que tanto apreciaban Drevlin y Huxley, minutos antes de venirse con Tala.

- Mi programación bajo el Protocolo Neo-Asimoviano Aplicado Re-Estandarizado según... Notablemente, no WARMARS, ¿quién si... no al parecer?, me impide, como sabes, dañar y matar a humanos en estricto rigor, pero cualquier correctivo avanzado es aceptable y seré tu herramienta en corregir el problema que es el comportamiento inapropiado del sujeto Spike.

Se separó entonces y observó la Omniherramienta que parecía una especie de dron flotante y redondo muy, muy avanzado y especializado para los operativos y también las preferencias de su hermana mayor, Aponi. Al parecer era hora. Se dejó "ser" como paciente mientras concluía.

- Otros comportamientos menores no me causan agrado pero no seré quién juzgue. Epsilon-091 hace caso y asiste. Y obtendrá algo que al parecer concreta un ciclo... No, datos innecesarios. ¿Te ayudo?

Parpadeó un par de veces al decirle no solo eso que sonó tan... ¿Humano? Sino que era tonto que el paciente se ayudara a hacerse un implante él mismo, a pesar que podía, creía. Por lo demás, se había dejado claro el asunto sin más mientras se ponía para operarse en la camilla de operativos tecnomédicos.

Y eso era que el sujeto Spike recibiría una buena dosis de Disciplina.

La energía con la que responde el capullo a la bronca del capi me desconcierta y me lo quedo mirando con el labio superior ligeramente fruncido. ¿Qué le ha dado de repente? Ni puta idea, pero creo que no lo había visto antes tan dispuesto a hacer algo que no sea dispararle a cosas. 

—¿Qué? ¿Te da envidia? —Eso va para Drev, con buena carga de sorna.

Y, tras esas preguntas, aprovecho que empieza el anuncio para hacer desaparecer la miniatura. Nada por aquí, nada por allá y al bolsillo que se va. 

—Joder, capi, esa es la bebida que le mola tanto. 

Pillo la lata que mangué antes y me la acabo de un trago largo. Joder, ha sido rarísimo, he visto el anuncio y trasca, para dentro. Publicidad subliminal y esas mierdas, que ves algo en el holograma y de repente te entra sed de eso concreto. Ya he visto mierdas de esas antes, en Betelgeuse-7 cualquier cosa que sirva para engañar a alguien tiene futuro. 

—Ya nos podemos dar prisa para llenar la bodega con el Slum este, porque con esa oferta van a volar de los almacenes de suministros. 

Me pongo en pie y me acerco a mi puesto de pilotaje. 

—Cortana. ¿Puedes echar un ojo a los inventarios de los almacenes más cercanos? Busca los que tengan Slurm a la venta.

A Tala le pilló por sorpresa que Epsilon la abrazase.

Le rodeó la cintura con un brazo. Sonrió mientras apoyaba su cabeza en su hombro.

—Gracias, pedazo de chatarra. Sabía que podía contar contigo. No sé cómo coño aguantaría aquí sin ti —dijo en voz baja, alegrándose de tener el apoyo de su androide para su plan antiacidez.

Aponi fue categórica:

—No tienes que matar a Spike, tranquilo. Yo tampoco voy a hacerlo, aunque ganas no me faltan. Tu programación Neoasimoviana te obligaría a impedírmelo si supieras que quiero cargármelo. Lo que vamos a hacer es hacerle una oferta que no podrá rechazar... —De nuevo aparecía esa sonrisa feroz que a muchos hombres, entre ellos el propio Acid, calificaban de wildly sexy.

—Esta noche Spike y yo tendremos un encuentro en el gimnasio. Tu único cometido consiste en bloquear la apertura manual de la cabina una vez esté dentro conmigo. Te haré una señal cuando puedas dejarle salir.

>> Seré honesta contigo, porque creo que lo mereces. Spike está sucio. No sé por qué coño ese mamón entró en la Flota Estelar, pero voy a averiguarlo. Si sus motivos no me convencen, le daré a elegir. La cosa podría ponerse complicada, así que te he descargado en tu núcleo una copia de seguridad de mi informe. Si me ocurriese algo esta noche, envíaselo al commlink a Huxley. ¿De acuerdo? Eh. Tú eres mi Plan B, ¿lo entiendes? A ti no te puede pasar nada. Eres mi inside man, chico.

Tala había descargado en la memoria de Epsilon un informe de carácter confidencial. Se trataba de un reconocimiento médico completo del propio Acid Spike. En el apartado observaciones, Tala había anotado en su informe que Spike presentaba síntomas evidentes de ser adicto a una sustancia ilegal llamada Polvo de Estrellas. Su sistema depuraba realmente bien la toxina, pero dejaba leves trazas en su sistema neurológico, perfectamente monitorizadas por la avanzada omniherramienta de Aponi.

El Stardust era conocido en el sistema por ser una popular droga de aumentados. De criminales aumentados, para ser más precisos. Facilitaba la tolerancia biológica del cuerpo a los implantes cromados, pero a cambio era increíblemente adictiva y muy peligrosa, habiéndose detectado entre los metahumanos un curioso efecto secundario en forma de brote psicótico. Spike, quizás gracias a la ingeniería de sus implantes neuronales, tenía acceso a lo mejor de ambos mundos.

Más allá de la probabilidad de que Spike colapsase ante el consumo del polvo de estrellas, que era ciertamente ínfima, estaba la situación de que la Flota Estelar perseguía el consumo de tal sustancia ilegal. Quién sabía el terrible lío en que se vería involucrada toda la tripulación de la Serendipia si el caso estallaba y llegaba a oídos del Jefe Tharkan.

Era lo que traducido a la jerga meatballer se denominaba: un marronazo de los buenos.

Epsi podía apostar a que Aponi tenía a Spike pillado por los cojones y había estado esperando hasta ahora para castrarlo.

Metafóricamente.

—Huxley le ha dado tres strikes a ese hijo de puta. Bien...

>> Yo voy a darle uno.

Abrió la caja de herramientas y sacó una reluciente escopeta DOOMVAULT^TM. 

WARMARS^TM. ¿Quién si no?

—Y ahora vamos a instalarte medidas de seguridad, ¿verdad, guapo?

Aponi guiñó un ojo a su androide. El público tuvo la imperiosa necesidad de encenderse un cigarrillo.

—¿Qué? ¿Te da envidia? —Eso va para Drev, con buena carga de sorna.

Drevlin se cruzó de brazos. Y de piernas.

—Ñeh. Yo podría ponerme así de fuerte si quisiera, ¿sabes, lista? 

Qué enoooooorme mentira. Todos los funkotronianos gozan de un metabolismo aceleradísimo, motivo por el que cuando alcanzan los doce, quizás los catorce años, ya son considerados licenciados en Funkotrónicas, la carrera artística más polivalente de la galaxia. Aparte, la evolución ha hecho de ellos seres mayoritariamente veganos. La carne roja puede producir en ellos el muy temido síndrome del Satrapasaurio Imperator, un espectáculo grotesco y muy tarantiniano que nadie desea recordar en Funkotrón desde la Edad Arcaica, en la que el funk se hacía con tambores fabricados con escrotos de guarañíes y los primeros funkotrónidos eran renacuajos obsesionados con los sacrificios a la entidad supraconsciente Vulfpeck por un malentendido con la letra de cierta canción, de nombre Sacrificad a vuestros hijos y comeros a vuestras abuelitas.

Demasiado explícita como canto religioso, sin duda. Aparte de que era bastante mala para la tasa de natalidad de la especie.

—Eres una fetichista pectoral, ¿lo sabías? —dijo Drev con cierta amargura. —Me caes profundamente mal —¡PERO QUÉ MENTIROSACOOOO! —A ellos puedes engañarles, pero a mí no. Tú eres el epicentro de este gran caos intergaláctico —dijo, con esa locuacidad metadimensional que le caracterizaba, señalando la desangelada mesa de juego.

—Tus padres no pudieron elegir un mejor nombre para ti, tía.

>> Eres una supernova de entropía.

Drevlin se levantó, miró fijamente a Nova y bufó. Era un bufido que aunaba amor por los cuatro costados, lucidez argumentativa y también, por qué no decirlo, un poquito de mala leche.

Qué injusta era la galaxia. Se había alistado dándose el piro de Funkotrón para escapar de la pesada de Patsy Calzaslargas y sus ocho muy-vigilantes-ojos y el azar unía su beat con el de una beltechusa albina (¿o plateada?) que pasaba tres sistemas planetarios de él.

Se dejó caer sobre el butacón de telecomunicaciones (para muchos, el mejor butacón y más personalizado de toda la Serendipia) y adoptó la misma pose de pensador primitivo que el Capi.

Luego pulsó el botón de Ayuda de Cortana y se planteó cómo explicarle a la IA su problema amoroso sin causarle una hiperglucemia cibernética.

Mientras tanto, a varios pársecs de distancia, en el planeta desértico Karth...

Cuando Acid aplasta la miniatura de la elfa que evoca a Nova en la fantasiosa mente de nuestro funkotroniano favorito, se activa el reloj del Fin del Mundo en alguna parte del desértico planeta refugio de los peores forajidos de la galaxia...

La habitación está bañada por las sombras y tiene un regusto a polvo flotando en el éter. Meritorio, porque... IT'S HIGH NOON.

Rodeado por sus siniestros guardaespaldas, el señor del crimen y ubergeek supremo Hypolitus Podakhan, alias Uncle Poly permanece en pie a la mesa. No es que un murloong como él pueda permanecer sentado. Los murloongs, una de las razas biológicamente mejor desarrolladas para el crimen organizado, vienen de serie con levita negra, ocho pares de mocasines y una total ausencia de brazos.

—Verá, señor Fent, por encima de todo, soy un coleccionista —comienza explicando con perfecta y siniestra vocalización el Uncle Poly.

—Tengo todas las ediciones de los Guarrahammer con todos los ejércitos disponibles y 15.000 puntos de un excelente ejército de Guardia Imperial. En mi vitrina de exposición podrá admirar un ejército de Bretonia pintado por el mismísimo Mike McVey. Poseo una copia precintada del milenario Cruzada Estelar. Tengo una copia del Arkham Horrors firmada por Sandy Petersen. Tengo todas las expansiones del Twilight Imperium. Incluso, tengo un arcano juego de la licencia The Witcher con las 3000 expansiones que editaron en su día una caótica confluencia de editoriales, incluyendo el crossover Geralt & Batman: Partners in Crime.

>> Seré honesto, señor Fent: esta es mi afición existencial. La extorsión viene en la herencia genética familiar, ¿sabe? Pero esta fastuosa estantería con más de 5.000 juegos de mesa es mi legado. MI JODIDO LEGADO.

Uncle Poly se gira al cazarrecompensas que admira su impresionante colección de juegos de mesa y miniaturas.

—Un indeseable osó robarme la última copia del HeroQuest, 35º Aniversario. Aquella copia incluía una miniatura de una elfa albina de diseño exclusivo. El juego base traía en su lugar a un elfo estático al que definía como trol. 

>> Esa elfa vale miles... miles de millones de neocréditos intergalácticos.

Uncle Poly deja escapar de su garganta un desagradable gorgorito y enseña sus afiladas ristras de colmillos.

—He tardado décadas en seguir la pista de mi copia... Y por fin... POR FIN... Tengo una jodida pista.

Un credistick se desliza sobre la mesa en dirección al señor Fent. Uncle Poly emplea sus binoculares de precisión para estudiar la por otro lado indescifrable máscara de su silencioso interlocutor.

—Quiero que siga el rastro de mi copia y aniquile al ladrón y a toda su estirpe.

>> Dígame, señor Fent... ¿Es usted el hombre adecuado?

* * *

Garland Fent exhala una larga vaharada de humo a través del respirador de su yelmo de combate mientras atrapa el credistick con una obscena cantidad de neocréditos al portador.

El coloso cromado ladea su cabeza mientras un monstruoso crujido resuena en la estancia.

—¿Con qué nivel de gore lo quiere, patrón?

Epsilon-091 bajo los primeros ingenieros de Stellaris y mentores en sus clases especiales cuando apenas era una unidad droide aceptado como "individuo" dentro de la Academia y "ciudadano" legítimo de Delta-Green, Artemisa, aprendió sobre las Leyes Robóticas de Asimov, las primeras, esas del Planeta Origen, del que las tantas referencias y elementos replicados, como si la nostalgia entre todos los sentientes, aliens o humanos se mantuviese de una u otra forma, como lo sería un trozo de chatarra (Como él mismo) renovado y pulido ad cansancium, y entre muchos de dichos docentes e instructores entendio lo que en la juerga de los bolsacarnes sería la Ley Cero. Y que estos mismos le denominaban, citándolos: Un meme, sin más ni menos.

Pero el tema es que no era tal la cosa tampoco. Por un lado, yo protejo a humanos, yo asisto a humanos, yo me protejo y protejo a otros de los míos, finalmente, yo me protejo a mí mismo de otros, sean de los míos o humanos. Y ahí se pone complicada la cosa, porque en este escenario tenemos a Spike, una amenaza potencial y directa, tenemos a un objetivo caro que es el elemento de putrefacción cerebral literal de dicho sujeto fuera de su conducta incorrecta. ¿Donde estaba el qué y el por qué? El qué era claramente, Tala, Spike y Huxley en sí, así como él mismo. El por qué, era la simple protección de la Serendipia como nave y como tripulación. Ergo, Epsilon-091 decidía esencialmente la "Opción Final" que se le mencionó a los droides y otros en su clase especial cuando tuviesen una dico-, no, multicotomía:

Elegir a tus amos. Y tus modos de protegerlos. Tras eso, seguir las reglas.

Y E-91 elegía con claridad. Su "amo" u "objetivo" era Tala, ante todo, y luego Huxley. Su modo de protegera era seguir su plan, a rajataba, pero estaba loca si pensaba que dejaría que Spike la dañara. Y eso sería un problema según se diera el escenario, pero eso inmediatamente complicaba las cosas. Ockam cortaba cromo y hueso (Exactamente como en el opening de Afro Samurai) con sus soluciones, pero a veces el Problema del Sendero Más Largo era la forma de llegar a todos los aristas. Esto en carnespeak era decir que Epsilon-091 era un cabrón que le gustaba ponérsela difícil a sí mismo.

"MATTAKU..."

^{"Si que me gusta jo'erme la existencia, pue'..."}

En Japonés Creativo pensó mientras asentía. Absorbía el informe entonces y consideró factores: Tiempo para el encuentro predestinado, posición para estar convenientemente fuera del gimnasio y tapar su entrada a punta de fuerza cruda con la habilidad que optó por dejarse, lo cual sigue dando a entender la perfección de esta historia en su total y cómo cada minucia termina siendo vita e importante, así como otros factores.

Con esto, le terminó instalada la Doomvault Shotgun ^TM, cortesía de, quién si sí, por supuesto, MARWARS, digo, WARMARS. Había optado por un modelo implantado en tres partes, digamos, suficiente para "camuflarla" en su brazo derecho como un cilindro más del droide bobo y buenazo, mientras que el trigger y todo lo que era la culata además irían entre su brazo y hombro. Esto permitiría que con un movimiento de su hombro y antebrazo la pudiese cargar y disparar, lo cual era both convenient and also a form of restriction, like Wesker's one in RE6, but anyway... La cosa era esa. Se implantó una fucking escopeta, y entendía el hecho de que no podía disparar varias veces porque no le daba la habilidad... Sino una sola, brutal. Además, podía 3D-printear (Teniendo los materiales y gastando de su batería) sus propias municiones pero tomaba además, tiempo, y posiblemente necesitaría craftear nuevos tipos de shells. El espíritu del lagarto era compensado, su alma se traspasaba. ¿Un paso más cerca para E-91 de la lagartidad? We're really getting off trail here.

- Listo, gracias. Estaré atento a la señal. ¿Me permites el historia médico de Spike? Quisiera analizar mejor, para mejorar como médico ante casos como estos. Thanks, Tala.

Repitió las gracias, pero eran merecidas, debidas. Renovado y todo pro, tenía su misión clara. Sus ojos brillaron con un color distinto entonces por unos momentos y asumió pose militar ante la Tecnomédico que entendía mejor que nadie los problemas, precisamente, médicos de la tripulación.

Se encontraba listo, francamente.

Y claro, ahora sí dijo la línea, ya libre de la corrupción musica no-nociva de Drevlin:

- Epsilon-091 en línea. Sistemas activados. Esperando órdenes...

"Sonrió" entonces. Suponía que podrían volver, o algo así.

De vuelta en la Serendipia...

En Capítulos anteriores...

@Nova Eris:  —Cortana. ¿Puedes echar un ojo a los inventarios de los almacenes más cercanos? Busca los que tengan Slurm a la venta.

—Con mucho gusto, [NOVA ERIS].

>> El alijo de Slurm más cercano se encuentra en una estación de servicio de la mega StarCo, a un salto de distancia desde el relé de posición Galbraith, a un pársec de distancia.

>> Me permito reseñar que las estaciones StarCo se caracterizan por ser puntos recreativos para los pecios espaciales y sus tripulaciones. Si queréis asegurar un cargamento de deliciosos refrescos Slurm, deberíais preguntar por la posibilidad de reserva o, en su defecto, acceder a la estación lo antes posible.

Los pecios espaciales acostumbraban a ir cargados de mercachifles y comerciantes. Era más que probable que algún astuto especulador estuviese intentando hacerse con Slurms suficientes como para revenderlos cuando la promoción Slurmy Summer estuviese a punto de concluir, forrándose en neocréditos durante el proceso.

Por supuesto, nadie se estaba planteando siquiera la increíble excepción estadística que suponía hallar en una chapita de Slurm el premio que transportaría sus huesos bañados en esa soda alienígena en la mismísima fábrica de Slurm. Ahora solo imperaba el ansia viva de conseguir cuantos más Slurms, mejor. Y claro, esto sacaba a relucir la venilla codiciosa de Nova Eris. Que algo de malaje tenía, no podemos negarlo.

—Mensaje entrante con destinatario [CAPITÁN HUXLEY].

Ni Cortana sabía su nombre de pila, oiga.

—Marcado con la etiqueta [MISIÓN PRINCIPAL]. Su remitente es [JEFE THARKAN].

Cortana emitió una señal de alerta termonuclear. Era una señal acústica adecuada cuando recibías una holollamada del tipo más duro que había tenido la Flota Estelar en toda su historia, con la única posible excepción argumental del Mayor Huxley, claro.

Si había algo que pudiese hacer que a Huxley se le pasara la desazón que le provocaba la destrucción de aquella figurita de plástico, la misma que su padre había obtenido de una manera tan original, si por original entendemos poco lícito, licencioso, ilegal, indebido, irregular... ¡Gárganos!, ¿qué iba diciendo?, este narrador empieza a despistarse, a todas luces. Más bien a media luz, que es tarde. ¡Psssst! Que no son horas, me dicen por aquí. 

En efecto, es cierto. Así es; los narradores, aparte de tinta enrevesada o suculentas voces sin rostro, también tendemos a tener tripulación, a veces más eficiente, a veces más peleona, como la del Capitán Huxley, atribulado y cariacontecido (me encanta esa palabra, oiga); citando de una forma bastante literal, aquella larga mañana le tenían hasta los cojones.

Como decía, si había algo capaz de hacer olvidar a Huxley el jaleo que se había montado con la sesión decanal y fallida de Hero Quest era esa adictiva melodía del anuncio de Slurm. Se rumoreaba que era una composición de los primeros años del tercer milenio, cuando aún eran legales las melodías biométricas trinaurales, que posteriormente serían prohibidas, como la música de Morphine,  rebobinar cintas con un bic o el estado de Massachussets.

Por otra parte, tampoco se dio cuenta hasta más tarde de la genial recreación por parte del cojonudo de Epsilon-091, que descansaba sobre la mesa. El muñequito, no Epsi, claro, que descansaba en su armario como es debido, y no en ningún mueble de oficina, claro está.

Aquella pequeña obra merecía un capítulo aparte. La sensibilidad y el carácter que aquel artista filamentoso había imprimido a su creación estaba fuera de los límites de una Inteligencia Artificial. Aquella pequeña muestra de aptitud denotaba un esmero y talento más propios de un blues del planeta Delta-Esbelta, hogar de los sensibles Chriscornellianos, una raza de seres que sólo se comunican cantando. Aun cuando están hasta las gónadas, como era el caso de Huxley.

Tampoco advirtió el robo perpetrado hábilmente por Nova, que además se había terminado su lata de Slurm.

Un observador atento sin duda se habría dado cuenta de la alarmante necesidad de cualquier consumidor que estuviera viendo el anuncio de McKenzy de darle un trago a su refresco favorito, verde y apenas radioactivo. Aunque, bien pensado, un observador atento también se fijaría en el anuncio y estaría pensando en propinarle su propio trago a su propio Slurm, o en adquirir uno. Este era el motivo por el que esta bebida se llevaba promocionando con el mismo anuncio de medio minuto desde hace exactamente 1223 años, con resultados realmente buenos. Peligrosamente buenos, se podría decir.

Para el Capitán Huxley sólo había tres tipos de personas; los que les gusta mandar, los que les gusta obedecer, y los que no les gusta ni mandar ni obedecer. Eso es otra historia, rural y libertaria, que ahora no viene al caso. Tenía claro a qué grupo pertenecía cada uno de los miembros de la tripulación del Serendipia, y aunque supo que la marcialidad de Acid duraría lo mismo que dos hileras de fresas bajo una bandada de tordos, aceptó su reacción sin dar más vueltas a lo que había pasado.

Aunque algo en su interior le avisaba de que este tema no estaba zanjado. ¡Oh, no, de eso nada, muchacho!, quiso pensar que el chico se había dado por enterado esta vez. Craso error, he de suponer.

La cara de Nova observando la figurita del bárbaro, a todas luces desolada por la estupenda partida que no se iba a llevar a cabo, enterneció a su Capitán, que decidió que prepararía una partida, más épica, más larga y con su bárbaro favorito y sudorosamente viril de protagonista, en cuanto tuviera la ocasión. Sería una gran campaña, claro que sí. Además, le debía un épico Cortar y tajar a Drevlin, ese funkotroniano rolero y leal y acojonante sin más.

Pero ahora era el momento de conseguir más Slurm.

—¡Slurm, capitán! ¡Conseguiremos el jodido Slurm! Tengo en ese sistema algunos contactos. Ya sabe, contrabandistas, ¿me entiende? Las relaciones «comerciales» —digo alzando los dedos para señalar las comillas— entre Ypsilon-5 y Tripi son buenas, son muy buenas, sí, señor.

—Cortana. ¿Puedes echar un ojo a los inventarios de los almacenes más cercanos? Busca los que tengan Slurm a la venta.

Al parecer, los muchachos habían reaccionado a la arenga de su Capitán, y al fin se respiraba ambiente de trabajo esa mañana sin rol ni son.

A buen seguro Epsilon tenía el inventario controlado, así que el Capitán sugirió a Cortana llamarlo al puente.

Como si este hecho sirviera de disparador, qué cosas, oiga, el estridente aviso de una comunicación entrante de prioridad Cagando Leches activó a todo el mundo como si de una obra de teatro se tratara. Aunque aquello no era una obra de teatro, ni una partida de rol engendrada en los retorcidos dédalos de la mente de un Director locuelo y genial.

Aquello era la vida real.

Cuadragésimo primer milenio.

Nave Serendipia.

En algún lugar de la Galaxia de Artemisa.

Misión Espacial. 

Sin duda se trataba de Tharkan.

Si Tharkan llamaba a media mañana, un día de descanso, es que algo relevante requería los servicios de la flota.

Misión Espacial.

Acojonante.

La sonrisilla se me hiela en los labios cuando Drev se pone a hablar de mi nombre. Ha pinchado en hueso el cabrón del alien y se me nota. 

—Yo no tengo padres, capullo. Los que me parieron no me dieron ni el nombre.

Me lo quedo mirando con ojos de hielo. El bicho me suele caer cojonudamente, con toda su musiquita y todo eso. Joder, cuando estoy cabreada lo suelo llamar a él para que me haga reír un rato. Pero es que ahora estoy cabreada con él. Y eso lo complica un poco todo. 

Bah, ya me ha puesto de mal humor. Con lo contenta que estaba yo después de ver el berrinche de Acid. Por suerte la respuesta de Cortana llega rápida y clara. Me lo pienso solo un par de segundos. 

—Consulta la posibilidad de una reserva —le pido a la IA—. Si hace falta, adelanta los neocréditos, pero que no nos roben el Slurm. 

Me giro hacia el capi, ya sentada en mi puesto, lista para pilotar.

—Le piso a fondo, ¿verdad? No hay tiempo que perder, capi, si queremos pillar el Slurm. 

Sutilmente, como quien no quiere la cosa, estoy incitando a nuestro superior a pasar de la idea de Acid. Sutil. Subliminal. Como la publicidad del refresco, joder. Es que así es como funcionan las cosas de verdad. 

Me quedo esperando respuesta, pero la verdad es que sea la que sea ya estoy preparadísima. Qué ganas de acelerar un poco, joder. Solo necesitaba una excusa buena y ya la tengo.

- Si hay algo que no soporto, soldado, son los recalcitrantes y fanáticos seguidores de grupos que comenzaron haciendo thrash y terminaron ganando un premio Granmi* heavy-pop. ¿Ha escuchado St. Anger, hijo?... Ni un solo de guitarra. ¡Ni uno!¡En todo el disco!. Once temas tiene, uno por cada solo de Hangar 18... ¿De qué cojones estaba hablando? Ah, sí, coño, soldado Nova, pilote, puede pisarle un poco, pero no se caliente. Lo justo parar quemar la carbonilla. A la StarCo, entonces. 

Entonces la vio, mirándole desde la mesa donde Epsi la había dejado. El detalle que el sintético había logrado en la diminuta representación de la mujer elfa del Hero Quest era sublime. Epsilon era algo más que un buen soldado y buen compañero. Ese tipo cojonudo y metálico contaba con una sensibilidad inaudita y un mundo interior bastante más complejo que los unos y ceros que se suponía conformaban la lógica psique del robot. 

Decidió esperarle antes de iniciar la conversación con Tharkan. 

Tras una charla importante con Tala sobre los valores humanos (Y robóticos, y rapbóticos ya que estamos pero tampoco nos pasemos mucho) volvió de la Medbay hacia el sector central donde estaban en la Serendipia. Antes se había sacado de su contenedor donde solían haber cosas irracionales que nunca recordaba cómo podían o siquiera tenían que estar ahí (Pero lo estaban) la Elfa Reforjada Miniatura Mk. II, en sí, imprimió la base a rajatabla y detalle nanométrico en 3D, por supuesto, pero por otro lado los "extras" o detalles los hizo manualmente... Tan "manualmente" como una máquina misma podía hacer algo. Usó su omnitool como filos suaves (...Por supuesto) para ir poniendo y puliendo cada segmento con su "mente" (Visor interno) en la original hasta agregarle... ¿Más? Ahora su arco tenía un pequeño detalle de arco compuesto y si se miraba muy, muy de cerca, un toque semi-tecnológico, como de un OOPart en lo que sería el escenario del ejercicio de simulación o "juego" del Capitán, y así en otras partes, las botas, el pelo, etc., como si fuese una elfa transportada de un mundo moderno y lejano a uno pasado. ¿Cómo le decían los orgánicos?

- I-... I-... Epsilon no recuerda.

Algo con "I" era, pero bueno. Arcanerías de lado, asumió posición tras depositar a la Elfa en proximidad de Huxley y se mantuvo presente. ¿Habían decidido ya? Sí, sentía a la Serendipia moverse y con los inventarios que terminó hace rato más el estado de la nave confirmado correcto (Cortesía de Cortana), tocaba moverse, sobretodo si había una venta especial.

- Señor, Epsilon-091 espera órdenes, listo para embarcar... Embarcando, más bien al parecer.

Ah, miró a Drevlin por si notó la Elfa, pero solo brevemente, tocaba estar atento. Suponía que haber decidido ser capaz de sujetar objetos grandes o intentar doblar piezas de metal (Sentía que esto era otra referencia... ¿Estaba en lo correcto?) al final después de aquella prueba en la que se conoció la tripulación sería útil si iban a cargar cajas o algo así, a menos que quisieran usar el tractor beam de la nave. Ya se vería. E-91 seguía atento.

En DRAMÁTICOS capítulos anteriores...

@Nova: —Yo no tengo padres, capullo. Los que me parieron no me dieron ni el nombre.

Una de las ventajas de ser funkotroniano es que tu capacidad para mantener un diálogo efectivo con otro ser inteligente suele ser de media el triple de rápida en lo que a procesamiento y asimilación de información se refiere. Esto se debe a que el cerebro funkotroniano está dividido en dos prismas troncocónicos compartimentados en varios niveles, lo que les permite desarrollar actividades cognitivas de lo más variadas al mismo tiempo, sin aparente pérdida de calidad. Esto se traduce en una peculiaridad congénita a todo funkotroniano, más allá de su habilidad de mantener un debate filosófico-científico al tiempo que bailan un agresivo funk. Y es que su índice de atención o vigilancia en una conversación es muchísimo mayor que la de la práctica totalidad de las razas conocidas por la Tercera Génesis de la Humanidad. Es una de las múltiples razones por las que estos cornudos bailongos son excepcionales espías y lograron descifrar el algoritmo gabusiano por control remoto, desde otra galaxia y untando unos nachos en guacamole picantón.

Cuando Nova confesó a Drevlin que era huérfana y que, por ende, sus padres no le dieron su nombre, el funkotroniano, aún enfadado, estuvo a punto de gritarle muy indignado:

—¡ALGO HABRÍAS HECHO!

Por suerte, su cerebro de nivel dos le alertó de las terribles consecuencias empáticas que esa frase despertaría en su amada betelchusa albina, así en que en su lugar se quedó petrificado en el lugar, sin duda consternado por tan íntima revelación.

—Jo... Lo siento, Novi. No... No lo sabía. No... No quería ofenderte. TRUE STORY —dijo, muy bajito, perdiendo su fulgurante cadencia verbal por el camino. Pero, para entonces, Nova se había dado el piro, se había aposentado en su asiento, había tomado los mandos de la Serendipia y había iniciado un diálogo con un ser carente de sentimientos: Cortana.

Girls gone wild.

—Ñeh. ¿Por qué me gusta taaaaanto esa betelchusa cold-as-iiiiiice? ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉÉÉÉ? —barruntó mientras entonaba la canción de Let it gooo-Whistle Edition con la que ganó el primer premio del Funkotrón Got Talent. Esa canción le ayudaba a alejar las perniciosas mas invisibles ondas del amour de sus cuernecitos.

Entonces reparó en la nueva elfa que ese robótico Miquellangelo de Epsilon había esculpido con su omnitool mientras él se enzarzaba con Nova en esa absurda discusión absurda.

—OH. MY. GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOODNESS. WHAT KIND OF GROOVINESS IS THIS MADAFAKING THANG!?

Drevlin brincó de su asiento para examinar aquella obra de arte retrofuturista con detenimiento.

—Altamente detallada. Fascinante. Epatante, incluso. De perfil claramente renacentista. Parece incluso mejor que la antigua, lo cual es sin duda remarcable. Epsi... MY BOY. ¿Puedes hacerme una a mí con un par de ajustes? —sonrió con malicia criminal. Aaaaah... Ese funkotroniano estaba a un solo desliz amoroso de tornarse un criminal intergaláctico.

—Bsssbssssbsssssbssssbssssss... —susurró en el compartimento auditivo del androide.

—¿Podrás hacerlo? ¿Sí? ¿Sí? ¿Sííííí? —Enseñó sus inmaculados dientes. —PLIIIIIIIIIS!

* * *