Partida Rol por web

Deberíamos acampar aquí -espetó el jefe una vez reunidos todos, y bajados de los caballos, en lo que debió ser la plaza de la aldea-. Aunque nos pisen los talones, es una locura avanzar por la noche. Los depredadores serían el menor de nuestros problemas. No veo porqué no podemos encender una pequeña hoguera -añadía, apelando a su experiencia pretérita-. Eso sí... hemos de hacer guardias. Cuando deshagáis vuestros petates -había un muro bastante sólido justo a vuestro lado, sin techo de refugio pero que cortaba el viento; y era un buen lugar para sacar los sacos de dormir y el yesquero-, yo haré la primera vigilancia; para que luego digáis que no os aprecio -reía McCurly-. Y en verdad era así: Tannen McCurly era el más viejo de vosotros con diferencia, pero sabía apreciar la valía de gente más joven como vosotros (nada aún sabía de Jim).

La noche poco a poco comenzaba a expandirse por el cielo.

Después de confirmar que no había nadie entre aquellas ruinas volvimos con los demás a la plaza de lo que esn su momento fue un pueblo. 

La idea de acampar y esperar al amanecer era lo más razonable que podiamos hacer. Tras encender una pequeña fogata el ánimo aumento un poco y la sensación de seguridad ayudaba a reponer fuerzas.  

-Si no hay inconveniente a mi me gustaría hacer la última guardia. Me encanta ver amanacer. - Anuncié y encendí un nuevo cigarro. 

-Pues yo me quedo la segunda, siempre me ha costado dormir.- Nada más acabar la frase, se encendió un cigarro.

- Habrá que vigilar con sumo cuidado, somos un blanco fácil chicos...-

Tannen se marchó a hacer la guardia, el Borde haría la segunda, Butcher la tercera y Samuel la última. La señorita Sally intentaría descansar, aunque en cuanto se marchó el jefe señaló hacia arriba con su dedo. Vísteis cómo comenzaba a formarse una frente nuboso y oscuro, visible de noche, e instantes después comenzó a llover a cántaros. La hoguera se apagó, y metros más allá vísteis a Tannen cobijarse bajo los restos de una casa que al menos tenía techo para guarecerse. Enseguida vosotros formásteis un improvisado campamento con  telas, cuerdas y sacos, tapando algunas zonas donde se colaba el viento en el improvisado refugio. Los caballos descansaban bajo un arbol, en un improvisado redil de cuerdas y palos, todos atados, pero se estaban mojando.

Tras componer otra hoguera dentro del refugio, ahora más pequeña. Sallý os habló en medio de la improvisada tienda-cabaña.

El señor McCurly me ha contado algunas cosas sobre él. Ha vivido muchas experiencias -tal vez se refería a la guerra-. ¿Qué hay de vosotros? De alguna manera os hubísteis de ganar la confianza de vuestro patrón, ¿no es así? -luego miró a Jim-. Excepto tú... ¿eres asiduo en este desierto?

Contemplo la tormenta ensimismado.

La lluvia en el desierto nunca trae nada bueno...

La voz de la señorita Davis interrumpe mis pensamientos.

Tannen me salvó. Ese es el resumen. Le debo mi vida. Durante mi adolescencia fui de allá para acá. Trabaje en diversos ranchos hasta que por fin encontré algo estable en Rock Spring. Allí,primero fui aprendiz de carnicero. Al conocer la profesión me pude establecer por mi cuenta. Y ¿sabe?. Me enamoré. De la persona equivocada según parece. La hija de un general retirado del ejército que no veía con buenos ojos que un carnicero cualquiera se viera con su hija. El resto es fácil de adivinar. El hermano de la chica, instigado por su padre, vino a amenazarme para que  me olvidara de ella. No llegamos a un acuerdo, las palabras subieron de tono y nos citamos al amanecer con un revólver y un padrino cada uno. Gané el duelo, pero perdí mi vida. Tuve que huir de Rock Spring y ser un forajido. Tannen me encontró medio abrasado por el sol y sediento. Oyó mi historia, me dio una oportunidad que no rechacé. Así hasta el día de hoy.

La tormenta seguía. Había hablado más de la cuenta.

Con permiso.

Me incorporo para estirar las piernas. No puedo estar ahí después de haber contado tantas cosas de mi vida. Iré a dar un paseo. Quiero examinar ese campanario.

Iba a contestar a la señorita pero se me adelanto Butcher. Con la boca abierta escuché como le contaba su vida y se iba con pesar. 

Yo terminé mi cena y me levanté. - Es muy grata su compañía pero debo madrugar. Hasta mañana. - Fui al lugar que me tocó para descansar y me eche todo lo largo que era, me tapé con mi manta y puse mi sombrero sobre la cara para tratar de dormirme. 

Desde luego, nadie quiere ver a su hija en los brazos de alguien que va de acá para allá -pensó con una sonrisa melancólica en la boca-. Mi hermano no tuvo nunca esposa por eso mismo... Luego la mujer asintió, dejando que se levantara y se marchara*

Acto seguido despidió a Samuel, sabiendo qu que tenía que dormir y no charlar, si quería estar fresco para la guardia.

¿Y tu, joven? ¿Que hacías por ese desierto paraje? -señalando al Borde mientras el fuego de la pequeña hoguera seguía crepitando-.

-Distinguida señorita, esas son historias demasiado crudas para usted. No debería hacer preguntas de las cuales no quiera saber la respuesta. Dejemoslo en que estaba descansando de una bonita y paradisiaca historia. Quizás, más adelante, le pueda explicar más...cuando demuestre que no vomitara en cuanto vea algo de acción y sangre de verdad, no esta tonteria de James...-

Jim se retiró a intentar dormir las 2h que le quedaban antes de su imaginaria...

El paseo no ha sido tal, simplemente necesitaba salir fuera a fumar el último cigarrillo guarecido de la lluvia pegado a la improvisada cabaña. Entro de nuevo y me despido con un lacónico: Buenas noches.

Me envuelvo en mi manta en un rincon de la estancia y procuro dormir algo antes de mi guardia.

La mujer tornó su gesto algo serio, pues nada le contó tampoco el Borde. Ella era una mujer de distinguida belleza, y cualquiera le hubiera hecho ojos a aquella fémina, interesándose por sus palabras. Sin embargo, ninguno de vosotros tres lo hizo, tal vez por razones evidentes: había que hacer guardia y descansar o bien había que mantener las distancias entre el trabajo y la vida de uno mismo... El caso es que Sally asintió y también comenzó a preparar su saco, mientras Will volvía de fumarse el pitillo y Samuel comenzaba a roncar un poco.

* * *

Jim El Borde hizo la segunda guardia, una vez que Tannen volvió de su pequeño lugar de vigía; a su vez, Butcher sustituyó a Jim cuando pasaron un par de horas. Y fue en ese intervalo de tiempo, cuando Will vigilaba la tremenda cortina de lluvia y truenos que os azotaba, que uno de los golpes eléctricos pareció sacudir muy cerca; tanto que Butcher oyó un tremendo chasquido y el relinche de caballos... También cascos de las bestias, como huyendo del improvisado redil.

Mierda.

El estampido del trueno parece que ha espantado a los caballos. Hay que actuar pronto por si siguieran cerca.

Tannen, Samuel,... -hago una pausa mirando despectivamente al nuevo compañero- ...tú. Despertad. Los caballos se han escapado. Debemos salir a buscarlos o estamos perdidos.

Me descuelgo el rifle y compruebo que está cargado y con él preparado, salgo a la intemperie.

Todos os levantásteis ante las advertencias de Butcher. Enseguida repitio sus palabras, pues aún el resto no estaba despierto del todo. La noticia no sentó bien a nadie. El jefe Tannen se levantó enseguida, aún con la camisa por fuera, y haciendo lo propio: colocándose su cinturón de armas en la cintura.

Salísteis del improvisado campamento hacia el redil de cuerdas y palos construido horas antes, y en esos momentos, ¡¡ZASSSS!!, un rayo de la tormenta impactó en uno de los árboles junto al redil, haciendo que éste se parta en dos y cayendo sobre uno de los animales. Vuestro susto fue mayor, y el caballo quedó enteonces atrapado justo debajo de la sección partida (que se había venido abajo). Vísteis que no quedaba más caballo: el resto había huido.

¡Santo cielo! -musitó McCurly-. ¡¡Va a aplastar a mi caballo! -era el caballo de vuestro jefe, y los vuestros habían salido trotando seguramente-. Aquello parecía ser un revés importante.

Por detrás se acercó la señorita Davis, asustadísima, pero no dudó en querer ayudar.

Tenemos que levantarlo, Tannen... ¡o morirá! -todos os estábais empapando: el aguacero era increíble. Algo muy malo habríais hecho recientemente para que Dios os castigara de tal forma. Tannen se tiró hacia el gran madero intentando levantarlo para sacar al caballo atrapado*.

Will ni se planteó pararse a salvar el caballo del jefe. Ellos eran cinco, y por mucho que salvaran a esa montura, desde luego que no iban a montarla todos a la vez para continuar la misión.
La lluvia caía formando cortinas de agua gélida, que el viento se encargaba de arrojar sobre los hombres.
Will detestaba el agua desde el día en el que le bautizaron.
Maldita sea-susurró el joven mientras trataba inútilmente de protegerse con las manos.
Salió fuera de las ruinas, tropezándose con cualquier cosa que levantara más de un palmo del suelo.-¡Joder!
Se paró y empezó a gritar a lado y lado:
¡Eaaa!¡Eeaa!-les gritaba a las despavoridas monturas.
Will fue avanzando para allí y para allá como un pollo sin cabeza, buscando en medio de la noche a cualquiera de sus caballos.

-¡Mi caballo! Levantad el del jefe, yo voy a por el mío.-

Nada más decir esto, JIm salió corriendo tras su caballo, alcanzandolo a los pocos metros. Una vez con su caballo, volvió a recoger a sus nuevos compañeros, para que pudieran ir a buscar los suyos. El del jefe...mejor sacrificarlo.

El estruendo del trueno ya me había desvelado pero las voces de que se había caido un arbol sobre el caballo de Tannen. Instintivamente me levanté y busqué mi caballo en medio del aguacero. Degraciadamente con la oscuridad y el jaleo que había a mi alrededor no conseguí verlo. - Mierda.

Como no iba a encontrarlo por el momento puse mi empeño en ayudar a Tannen en levantar el tronco para liberar a su caballo.

Samuel no pudo ver nada, ya que por más que oteó el terreno no logró ni tan siquiera con el rastro del animal. Lo mismo ocurrió con Butcher, que intentó divisar entre la cortina de lluvia que caía, pero sin éxito. Diferente ocurrió con Jim, ese tipo nuevo, que logró dar con su caballo cuando cruzó corriendo unas decenas de metros: el animal saltaba sobre sus patas traseras sin sentido junto a un árbol hostigado por el ruido de los truenos.

Por su parte, cuando Samuel quiso volver a ayudar, Tannen y Sally estaban de pie, calándose hasta los huesos. El jefe tenía los brazos en jarras, observando a su querido animal inerte: una gran rama, aparte de haber aplastado su cuerpo, se había clavado en la crin del cuello, haciéndole un agujero que sobresalía por delante, bajo la cabeza. El animal había muerto. Tannen sacó un pañuelo del bolsillo, se secó los ojos y frente de la lluvia y luego lo lanzó al suelo, muy decepcionado y apenado.

¿Y los vuestros? -preguntó Tannen por las monturas huidas justo antes de ver que tan sólo Jim venía con la suya-.