Partida Rol por web

Va a ser un mal día, y empieza cuando unos flashes sacuden el suelo de la calle del host principal en el que te encuentras. Cada uno trae consigo a un G-man de la OW Division, que aparece ya andando hacia ti. Con sus reconocibles sombreros fedora y gabardinas de pecho largo a los años 30, te rodean y te comunican que estás bajo arresto. No estabas haciendo nada ilegal ahora mismo, pero su presencia parece señalar lo contrario.

El que encabeza la detención te lee tus derechos y te comunica que estás siendo arrestado por el robo a mano armada de un furgón en Tacoma que no te suena nada familiar. Naturalmente, han comunicado tu detención a las fuerzas locales y un par de patrillas de la Knight Errant se dirige hacia tu ubicación registrada para detener el “cuerpo del delito” que no es otro que tu querida unidad K-K (Mitsuhama Computer Tech modelo Kenchiku-Kikai).

Acto seguido te enseña unas esposas con una mano y con la otra abre la mitad de su gabardina para mostrar un enorme revolver plateado. Sin duda se trata de dos programas listos para ejecutar según quieras hacer las cosas, por las buenas o por las malas.

Revelarse activaría la Convergencia inmediatamente causando que el host te atacara además de mandar a todos los IC de la zona, por no hablar de que cada G-Man podría disparar su arma mandando un programa Crash hacia ti, lo que inevitablemente provocaría tu estado de reasignación y serías fácilmente capturado.

Al coger las esposas te descargan en una prisión de datos específicamente diseñada para evitar que puedas salir de ella.

Una vez dentro te ordenan cooperar con los agentes e introducir el dron en un furgón policial para ser trasladado a las dependencias de comisaría.

Veinte minutos después, estás en la oscura y hostil sala de interrogatorios de la vieja Lone Star del centro de Seattle, que es ahora una franquicia de la Knight Errant. Eres interrogado con entusiasmo por el anglo-enano Detective Quinn y un orko amerindio, el Detective Redoak.

La ironía cae sobre ti antes de que te des cuenta de que estás ya a medio camino de una hora larga de interrogatorio, todo el rato con las mismas preguntas en bucle una y otra vez una y otra vez… y por ese motivo cada vez a más volumen y con más golpes en la mesa. Tú realmente no tienes nada que ver con el camión lleno de commlinks que ha sido secuestrado en Tacoma a las 8:00 p.m. la pasada noche.

“Injustamente acusado” no es como sueles definirte, pero hasta un reloj roto acierta dos veces al día, o algo así dicen.  

La situación es casi suficiente para pintarte una sonrisa en la cara, ya que sabes que esta vez no van a poder cargarte el muerto. A no ser… Que alguien se haya encargado de culparte por ti.

No pasa mucho tiempo más antes de que los detectives se cansen del muro de piedra que son tus respuestas y descubren que no van a llegar a ninguna parte con el poli bueno, poli malo. Mala rutina policial.

Permiten que te descargues en tu unidad K-K que actualmente se encuentra en un calabozo convencional. Sin embargo, al seguir preso por parte de la Overwatch es de esperar que te tengan pinchado y cualquier maniobra sospechosa te negara el control en el acto por no hablar de activar contramedidas más… seberas.

Allí puedes ver que tus compañeros son un puñado de metahumanos elfos y orcos con pintas bastante deslustradas que reniegan en grupillo o pareja sobre el mal trato que les han dado por parte de las fuerzas policiales.

Va a ser un mal día, y empieza cuando te despierta un fuerte golpe en la puerta de tu casa a las 7 am de un lunes. Dos agentes de la Knight Errant y media docena de patrulleros esperan pacientemente sonriendo como si hubieran ganado la lotería. Te leen tus derechos mientras te detienen por el robo a mano armada de un furgón en Tacoma que no te suena nada familiar, esposas puestas, te sacan de ahí y rudamente eres empujado en la parte trasera de un Patrol-1.

Veinte minutos después, estás en la oscura y hostil sala de interrogatorios de la vieja Lone Star del centro de Seattle, que es ahora una franquicia de la Knight Errant. Eres interrogado con entusiasmo por el anglo-enano Detective Quinn y un orko amerindio, el Detective Redoak.

La ironía cae sobre ti antes de que te des cuenta de que estás ya a medio camino de una hora larga de interrogatorio, todo el rato con las mismas preguntas en bucle una y otra vez una y otra vez… y por ese motivo cada vez a más volumen y con más golpes en la mesa. Tú realmente no tienes nada que ver con el camión lleno de commlinks que ha sido secuestrado en Tacoma a las 8:00 p.m. la pasada noche.
“Injustamente acusado” no es como sueles definirte, pero hasta un reloj roto acierta dos veces al día, o algo así dicen.  

La situación es casi suficiente para pintarte una sonrisa en la cara, ya que sabes que esta vez no van a poder cargarte el muerto. A no ser… Que alguien se haya encargado de culparte por ti.

No pasa mucho tiempo más antes de que los detectives se cansen del muro de piedra que son tus respuestas y descubren que no van a llegar a ninguna parte con el poli bueno, poli malo. Mala rutina policial. Te sacan de la sala asegurándote que vas a arrepentirte de no haber colaborado y te dejan en una celda llena de otros tipos como tú. Bueno, algunos bastante más escoria que tú. Hay algún par de elfos, algunos orcos y hasta un troll y un drone apoyado inerte en la pared. 

Va a ser un mal día, y empieza cuando te despierta un fuerte golpe en la puerta de tu casa a las 7 am de un lunes. Dos agentes de la Knight Errant y media docena de patrulleros esperan pacientemente sonriendo como si hubieran ganado la lotería. Te leen tus derechos mientras te detienen por el robo a mano armada de un furgón en Tacoma que no te suena nada familiar, esposas puestas, te sacan de ahí y rudamente eres empujado en la parte trasera de un Patrol-1.

Veinte minutos después, estás en la oscura y hostil sala de interrogatorios de la vieja Lone Star del centro de Seattle, que es ahora una franquicia de la Knight Errant. Eres interrogado con entusiasmo por el anglo-enano Detective Quinn y un orko amerindio, el Detective Redoak.

La ironía cae sobre ti antes de que te des cuenta de que estás ya a medio camino de una hora larga de interrogatorio, todo el rato con las mismas preguntas en bucle una y otra vez una y otra vez… y por ese motivo cada vez a más volumen y con más golpes en la mesa. Tú realmente no tienes nada que ver con el camión lleno de commlinks que ha sido secuestrado en Tacoma a las 8:00 p.m. la pasada noche.
“Injustamente acusado” no es como sueles definirte, pero hasta un reloj roto acierta dos veces al día, o algo así dicen.  

La situación es casi suficiente para pintarte una sonrisa en la cara, ya que sabes que esta vez no van a poder cargarte el muerto. A no ser… Que alguien se haya encargado de culparte por ti.

No pasa mucho tiempo más antes de que los detectives se cansen del muro de piedra que son tus respuestas y descubren que no van a llegar a ninguna parte con el poli bueno, poli malo. Mala rutina policial. Te sacan de la sala asegurándote que vas a arrepentirte de no haber colaborado y te dejan en una celda llena de otros tipos como tú. Bueno, algunos bastante más escoria que tú. Hay algún par de elfos callejeros, algunos orcos acompañados de un troll y hasta un drone apoyado inerte en la pared. 

Va a ser un mal día, y empieza cuando te despierta un fuerte golpe en la puerta de tu casa a las 7 am de un lunes. Dos agentes de la Knight Errant y media docena de patrulleros esperan pacientemente sonriendo como si hubieran ganado la lotería. Te leen tus derechos mientras te detienen por el robo a mano armada de un furgón en Tacoma que no te suena nada familiar, esposas puestas, te sacan de ahí y rudamente eres empujado en la parte trasera de un Patrol-1.

Veinte minutos después, estás en la oscura y hostil sala de interrogatorios de la vieja Lone Star del centro de Seattle, que es ahora una franquicia de la Knight Errant. Eres interrogado con entusiasmo por el anglo-enano Detective Quinn y un orko amerindio, el Detective Redoak.

La ironía cae sobre ti antes de que te des cuenta de que estás ya a medio camino de una hora larga de interrogatorio, todo el rato con las mismas preguntas en bucle una y otra vez una y otra vez… y por ese motivo cada vez a más volumen y con más golpes en la mesa. Tú realmente no tienes nada que ver con el camión lleno de commlinks que ha sido secuestrado en Tacoma a las 8:00 p.m. la pasada noche.
“Injustamente acusado” no es como sueles definirte, pero hasta un reloj roto acierta dos veces al día, o algo así dicen.  

La situación es casi suficiente para pintarte una sonrisa en la cara, ya que sabes que esta vez no van a poder cargarte el muerto. A no ser… Que alguien se haya encargado de culparte por ti.

No pasa mucho tiempo más antes de que los detectives se cansen del muro de piedra que son tus respuestas y descubren que no van a llegar a ninguna parte con el poli bueno, poli malo. Mala rutina policial. Te sacan de la sala asegurándote que vas a arrepentirte de no haber colaborado y te dejan en una celda llena de otros tipos como tú. Bueno, algunos bastante más escoria que tú. Hay algún par de elfos callejeros, algunos orcos acompañados de un troll y hasta un drone apoyado inerte en la pared. 

"Venga ya, joder... ¿Cuánto tiempo me van a dejar aquí?" pienso mientras me giro hacia la puerta.

-¡Yo no hice nada, cabrones! -grito con rabia- ¡Sacadme de aquí! ¡Quiero mi puta llamada! -insisto, aunque no tengo ningún tipo de esperanza.

Suspiro profundamente y me siento apartado del resto. Lanzo algunas miradas, intentando analizar la situación, y quién podría llegar a suponerme un problema allí dentro.

Busco un sitio apartado y veo como se desarrolla la escena.

Va acabar molestando a alguien con tantos gritos y le van a callar por las malas, pienso para mí.

De todas maneras joder, menos mal que pague lo del mes hace ná, cada hora que paso aquí entre rejas es una hora que pierdo de de hacer nuyens y debo tanto que lo más seguro es que acabe con unos zapatos de cemento en el puerto si no me pongo las pilas y empiezo a hacer cash a destajo. Me digo a mi mismo mientras tiemplo mis nervios y decido si indicarle gentilmente al voceras que se calle.

 Joder además el tiempo pasa y no podre mantener mi faz humana indefinidamente, tal vez me convenga mover de forma educada el asunto de mi liberación. Sigue mi cabeza dando vueltas a la situación 

¡Qué buen golpe de suerte! Parece ser que en esta celda hay alguien con montones de commlinks que deberá hackear para cambiar su propietario si quiere venderlos sin que le rastreen, justo mi especialidad. Si juego bien mis cartas aún podré sacar tajada de todo esto. Vamos a ver... ¿Quién de esta gente tiene mas probabilidades de pertenecer al crimen organizado?

Miro a los demás detenidos, mis sensores se posan sobre el humano que hace un rato estaba gritándoles a los guardias. -Claramente conoce sus derechos y debe tener algun tipo de influencias para hablarles de ese modo, tiene que ser él.- Me acerco y mientras le doy una palmada en su hombro algo mas fuerte de lo socialmente apropiado me siento a su lado. -No puedo ir directo al grano, primero hay que charlar un rato para ganarme su confianza y parecer alguien competente.-

Hola, ¿crees que los peces vuelan cuando llueve?

Tras sentarse al lado, miro extrañado al dron, pensando en quién lo controlará, y por qué querría estar aquí encerrado en lugar de controlar otro distinto.

-¿Qué? -respondo- No, volar no. Quizá podrían nadar por el aire, si fuesen lo suficientemente pequeños y ágiles... -añado divagando un poco en la posibilidad real de que pudieran saltar de gota en gota, como los salmones saltan río arriba- Pero tampoco importa mucho, ¿no?

No parezco precisamente incómodo hablando con una máquina. De hecho, casi se podría decir que me siento casi mejor que tratando con alguien de carne y hueso.

-Me llamo Jax, ¿y tú?

Vaya movida. Sonreiría si no fuera porque me han metido un puro y sin vaselina. Me siento sucia, además de enfadada. Busco un sitio apartado para observar la escena. No he sido la única en tener la misma idea. A mi lado hay ya otro tipo con aspecto… no sabría ni como definirlo. Peculiar. Levanto la cabeza señalándole con el mentón a modo de silencioso saludo. No quiero problemas. Si mantengo un perfil bajo y si tengo un poco de suerte me ignorarán.

Escucho de fondo la conversación absurda que mantienen aquellos dos tipos, el que gritaba y el dron. ¿Por qué han metido aquí un dron? ¿Qué sentido tiene eso? Ninguno, como no tiene ningún sentido meterme en este embolado.

¿Quién me la tiene jurada? Aquí, nadie, que yo recuerde. Aún estoy en una mierda de agujero en el que boqueo por salir. Entonces, ¿quién me quiere aquí? No pueden haberme metido en esto por casualidad, mi SIN es nuevecita. Alguien me quiere aquí por algún motivo y no es por echarme las culpas de una mierda de robo.

Observo a los presentes de uno en uno. A ver con que tipo de ralea me han metido y si hay algún otro despertado por aquí.

Con una amable sonrisa respondo el gesto de la compañera de esquina, joder que mal ha sonado  eso, y tengo que hacer un esfuerzo evidente por mantener la compostura y no empezar a reírme de mi propio chiste.

Una cosa que en cualquier otro sitio no hubiera tenido consecuencias aquí en una celda lleno de colgados y robots, que coño un puto robot parlante en la celda. Que le han echado los cabrones al café. El voceras esta hablando con el robot, tal vez los flipaos y colgaos sean el robot y el voceras. Aquí podría acabar en una trifulca porque haya herido los sentimientos de alguien  

 Entonces mi instinto se dispara, me alerta, una especie de premonición y mi cuerpo se tensa. pero me relajo y lo dejo fluir. 

Animado por la amigable respuesta, me presento:

-Encantado Jax, yo soy una consciencia digital y me llamo Glitch, vaya, almenos eso es lo que sale en pantalla cada vez que me piden el SIN. No, no importan pero tengo muchas dudas de cómo funciona la vida orgánica y me gustaria encontrar un biologo que me las resolviera. En cualquier caso ese no parece ser tu campo. -Me acerco para susurrarle al oído. -Tú pareces más bien dedicarte a... ¿la reventa?

Una cosa parece clara a simple vista, hay más metahumanos que humanos y más elfos y orcos que cualquier otra raza.

La segunda y casi más llamativa que la primera, es un elfo latino que viste el mismo concepto de la extravagancia por ropa. Sus prendas caleidoscópicas tienen bandas y patrones estridentes que cambian de color e intensidad, incluso proyectando algún mensaje o logotipo que debe haber programado al gusto de su singular estilo.

Su aura muestra un mundano saludable, con colores rojizos, morados y azules que fluctúan entre la rabia y la preocupación. Tiene un considerable conjunto de cyberware implantado en la cabeza, brazos y que se extiende por el resto del cuerpo drenando considerablemente su esencia (2.5)

Los orcos están agrupados en un trío que habla entre ellos y sus auras varían mientras se influyen los unos a los otros. Dos de ellos tienen un color azul/morado entre el miedo y la preocupación, mientras que el tercero se manifiesta de un intenso color rojo en una intensa ira. Prácticamente, todos ellos están heridos. Un cuarto orco se encuentra aparte, sin intervenir y muy preocupado.  

El troll grande y pesado descansa sentado en el banco sosteniendo unas gafas rotas y su aura manifiesta un gran pesar, aunque no tiene ninguna dolencia física. Tiene un cyberware implantado en la cabeza y su rechoncho tronco (esencia 3.25).

Al percibir al humano* te das cuenta de que su aura es mágicamente activa. El otro despertado en la celda es un tipo sano, contenido, reservado. Su aura se tensa como el lomo de un felino en alerta, pero casi a continuación se relaja demostrando un férreo control de su voluntad. Posee un poder ligeramente superior al tuyo (magia 7) y sientes la totalidad de su esencia por lo que no tiene ningún cyberware en el cuerpo (esencia 6.00)

Incluso han arrojado un dron antropomórfico en la sala. Astralmente, percibes su figura corpulenta y metálica como un borrón gris y amorfo, pero una especie de “algo” parecido a un aura emana de él, muy débil y difícil de interpretar con un patrón que no habías visto nunca antes. A diferencia del resto de seres mágicamente activos o vivos, su aura no es continua, sino que más bien son una serie de impresiones que se manifiestan muy ocasionalmente de forma aleatoria, emanando de vez en cuando de forma fugaz, permaneciendo unos instantes y luego se desvanece. Sin embargo, no puedes interpretarlas al ser demasiado vagas y extrañas para ti.

El elfo latino era una cerilla y los orcos dinamita para explotar. El troll a pesar de su aspecto parecía tener la serenidad de la roca, quizás sería un buen lugar detrás del que esconderse si la cosa reventaba aquí dentro, pero lo que se lleva la palma era el dron antropomórfico.

- Pero, ¿qué na…? – musitó – Hey, colega – dirigiéndose al tipo que había a su lado, Julius - ¿has visto alguna vez algo así? ¿Un dron que con un aura intermitente? – le preguntó confiada en que sabría de lo que hablaba.

Habéis estado sudando en la cárcel por un tiempo sin acceso a una llamada telefónica o a un abogado; en otras palabras, el mundo sigue girando fuera de la impenetrable fortaleza que es la comisaria de la Knight Errant.

Justo cuando empezáis a preocuparos seriamente de que, en la máxima ironía, en realidad podríais ser condenados por un crimen que ni siquiera cometisteis, escuchas el sonido metálico de una de las puertas de seguridad en el pasillo, y el sonido de los detectives discutiendo con una abogada exaltada. Escucháis frases que dicen cosas como "orden judicial", "arresto injusto", "probable causa”, “identificación putativa” y “interrogatorio ilegal sin asesoría legal "entremezclados" con los desacuerdos de una disputa.

Luego, un oficial uniformado de aspecto desconcertado, acompañado por el visiblemente cabreado detective Redoak, abre la puerta de la jaula a regañadientes y una mujer baja y sonriente con un traje gris a rayas pasa a su lado. Los policías casi parecen tener miedo de la pequeña chica.

Es guapa y delgada, con pelo corto, naranja neón y una capa de pecas. Parece ser bastante joven para dedicarse a la abogacía, pero de repente comienza a hablar como un robot de alta velocidad construido para dispensar jerga legal de fuego rápido.

Cuando se dirige hacia vosotros lo hace en el mismo tono comercial que usan los expertos en marketing, aquel tono jovial y enérgico de un amigo de toda la vida con el que hace tiempo que no te veías.

-Y a vosotros, parece que no es vuestra primera vez en un lugar como este. Pero ¡Hey!, solo para que lo sepáis, les dije que tienen que ponerte antes ante una alineación, hacer que el fiscal presente cargos formalmente, o déjate ir. Así es como se hacen las cosas ¿Verdad? – dice mirando por encima de su hombro al detective Redoak, como si la enorme diferencia de estaturas no supusiera ninguna intimidación para ella

- Si no, voy a tener que cogerles de las pelotas por arresto injusto y violación de derechos como ciudadanos de UCAS. Puede que aún estéis lejos del máximo de cuarenta y ocho horas, pero realmente metieron la pata esta vez, y resulta que los policías de alquiler privatizados no reciben protección total bajo los estatutos de inmunidad cualificada. Este consejo es gratis-.

No estáis seguros de haber seguido todo eso, o nada de eso en absoluto, cuando os entrega un abanico de tarjetas (ARO, naturalmente). En ella se puede leer "Imaginary" Annie Goldsmith, Abogada Criminal.

Tras daros un escaso momento de tiempo en el que Annie considera que deberíais haber entendido vuestra situación, la menuda mujer da un par de golpes a las paredes de la celda con familiaridad y os anima a seguirla: 

- Me encantaría poder seguir hablando de negocios con vosotros peeero el café que sirven aquí es una mierda asquerosa y conozco un Soybucks© aquí al lado donde vamos a estar más cómodos. ¿Qué os parece, salimos de aquí? -

Detrás de usted señora. Digo haciendo una reverencia a nuestra abogada.

Y de usted también mi curiosa amiga, la pregunta la dejamos para un momento menos concurrido. Y hago otra reverencia a BB.

Salgo el último y al pasar frente a mí proyecto mis sentidos al astral y examino "la mancha" que debería ser un producto manufacturado de alta tecnología como es  el dron. 

Pero un mareo repentino nubla mis sentidos tanto físicos como astrales. 

- Claro, señora – era obvio que aquello no iba a ser gratis, que el mismo que había organizado que los metieran allí era quien había enviado a la abogada a sacarles. Era una forma bastante maleducada de contratarlos para un bolo, pero quien tuviera tantos medios seguro que ofrecería un buen bonus por lo que fuera a proponerles.

No perdió tiempo en salir, tan poco que casi no tiene oportunidad de reaccionar y sujetar a Julius cuando parece que le da un vahío.

- Hey, colega, aguanta un poco. Verás como un café te sienta bien. – le dice al humano ayudándole a que no se caiga.

Sientes la presencia del drone como un corpulento borrón antropomórfico gris y salpicado de estática. Lo "observas" detenidamente con una distorsión que lo difumina, pero carece de aura y no encuentras nada humano o viviente en su alrededor. Sea lo que sea esta cosa, no tiene nada de familiar para ti ni para el mundo astral o los metaplanos. O por lo menos no pertenece a los que tu conoces.