Capitulo 1 - ¿Dónde está Wally?

Dieciséis horas. Lo que normalmente son dos turnos separados por tiempo de descanso y ocio hoy fue un turno normal para el desafortunado grupo que ahora otorga unos pobres minutos de relajación a sus posaderas.

¿Y porque el turno doble? (que nada quita que en cualquier momento aparezca el oficial superior a exigir otro turno adicional).  Simple. Han otorgado permisos especiales a todos los demás tripulantes de tercera clase y nadie, pero nadie, se ha acordado del inefable grupo que devora sus alimentos en la mesa de la esquina.

Por ejemplo Bert almuerza y también merienda a fin de ahorrar tiempo. En una hora debe terminar su turno pero antes necesita ajustar el control de temperatura de un túnel de acceso que nadie utiliza desde la botadura de la reliquia de nave que es la Excalibur. Sí, claro. Es super importante, dijo el jefe de ingenieros.

Bria habiendo terminado su ronda en la cocina de la nave finalmente consigue un asiento para cenar. Desde luego le toca algo de comida sobrante y posiblemente recalentada. Hoy tuvo que lidiar con un grupo de alienígenas que jamás había visto y su almuerzo. Una especie de vaca del tamaño de un perro que debió preparar con especias que le dieron alergia. Desde luego el animal se sirvió vivo en la mesa del capitán. ¡Todo sea por un feliz primer contacto!

En cambio Erik ha pasado las últimas dieciséis horas vigilando la bahía de carga número tres, en donde se almacenan repuestos del sistema de soporte vital dedicado al reciclaje de afluentes cloacales. Lo que nadie le dijo es que habría piezas de recambio usadas…y con algo de olor a cloaca y cosas marrones. ¡Es toda una asignación digna! Dijo su superior, un Orionita de casi tres metros de alto.

¿Y adivinen quien estuvo en la bahía de carga numero tres? Desarmando, catalogando y probando (si, probando) las piezas de repuesto. Pues el infaltable Norman con su caja de herramientas de fontanería del siglo 22. Si alguien le pregunta el no ha sentido ningún olor nauseabundo en ese sitio. Solo son mariconadas…

Rebbeca, a diferencia de los demás, desayuna pacientemente con su traje espacial EV, al que solo le ha quitado la escafandra para no perder tiempo. Es que quitarse el traje le lleva poco más de media hora y eso significa perder el tiempo de la comida. Ha estado las últimas horas caminando por el casco de la nave con una antorcha de plasma ahuyentando una especie de parásitos succionadores de remaches. ¿Quién dijo que en Ingeniería todos los días serian aburridos y monótonos?

Ruby simplemente toma un café doble mientras espera su pedido. A su lado un carro de ruedas aguarda por ella con media tonelada de padds con cartas personales y ordenes sin entregar. Y esta vez deberá hacer horas extra porque dicen las malas lenguas que la nave pronto abandonara la órbita del planeta de los alienígenas que comen vacas-perro para ir hacia una nebulosa inestable… Quizás solo sea un rumor infundado… ¿quién sabe?

Finalmente el enigmático y estoico tripulante de reciente asignación (Si, si…el Vulcano) pacíficamente consume su ensalada con bastones de harina integral especiada. A diferencia del resto nadie sabe lo que hace en la nave. Se dice por allí que es un alto mando Vulcano venido a menos o simplemente un cambiaformas sin rumbo. Lo que solo él sabe es que ha pasado las últimas dieciséis horas analizando cadenas de proteínas de amebas protocambriarias.  Aquellas que se utilizan en los filtros de reciclado del aire. ¡Todo está conectado Staafar! Repetía su oficial superior.

Nunca se sabe. Estos minutos podrían ser los últimos para el inusual grupo que ahora comparte la mesa. En el siguiente minuto podría surgir un oficial superior de debajo de la mesa para ladrar órdenes y declarar la alerta roja…

Becca saluda a quienes ya se encuentran sentados en la mesa

 – Buenos días, Beakman aquí, con permiso, perdón (lo dice mientras se sienta, el traje EV ocupa más lugar, pero se mueve con gracia sin tirar nada y sin incomodar a nadie).

Hace un pequeño ademan con la cabeza.

Para tener el traje EV puesto maneja habilidosamente los cubiertos, debe levantar un poco la pera para llegar al tenedor, lo que se ve un poco incómodo de hacer, pero parece habituada a ello, es que los trajes EV nos son confeccionados a medida, si bien ajusta el resto el cuello siempre le queda un poco alto.

Estira un poco el cuello para ver bien el plato y corta otro poco, huele el trozo de revuelto de huevos… pone expresión sospechosa, los vuelve a oler, casi imperceptible levanta los dos hombros y hace una pequeña mueca y sigue comiendo.

“Que será ese olor? Sude mucho? Seré yo? es la comida? ... cuando termine mi turno directo a la ducha” piensa.

Ruby bebía su café mientras esperaba que le trajeran su pedido. Ya iba por su décimo café del día y aún la esperaba una pila de trabajo bastante pesado. Suspiró, irritada por la espera y las dieciséis horas de turno que ya llevaba trabajadas, mientras un músculo del ojo derecho le latía producto del estrés y el cansancio acumulado. Finalmente llegó la bandeja con su comida y forzó una cálida sonrisa a quien se lo entregaba -Gracias por tu arduo trabajo, cariño. No puede llevar tanto tiempo recalentar las sobras de hace un par de horas... Pero seguramente los ánimos estén un poco complicados después de lo sucedido entre los encargados de la mañana... -pensó para sí.

Se frenó a recargar su taza de café antes de hacerse un lugar en el comedor para poder sentarse. Si recargaba su taza antes de que se acabe, no contaba como una taza más para el límite que le había indicado la Oficial Walker. Necesito mi cafeína o no habría podido completar ni siquiera las primeras seis horas del turno -se dijo a sí misma mientras acomodaba la taza en la bandeja de comida y se dirigía a una de las mesas. Había visto a Rebecca a la distancia, así que enfiló para allí, con la bandeja en una mano y llevando el carro de ruedas con los padds y demás con la otra. Podría pensarse que llevar ese material encima era una mala decisión, pero en realidad era de lo mejor: muchas veces tenía oportunidad de entregarle su correspondencia a quienes se cruzase en el comedor y ahorrarse tiempo de trabajo.

Apoyó su bandeja en una posición adelante de Becca y se dejó caer en el asiento, intentando disimular un poco su cansancio. Miró los rostros alrededor y no parecían estar en mejor estado que ella. Becca aún llevaba el traje EV puesto, llevaba un tiempo así, tanto que ya se había acostumbrado a moverse como si fuera una segunda piel. -Buen provecho a todos. Hay tanta energía en este sector como al finalizar el período de exámenes de la Academia. Se sonrió un poco recordando los tiempos de arduo estudio y noches sin dormir. Levantó su taza de café como brindando a la salud y energía de los presentes y bebió un buen sorbo. Generalmente disfrutaba del café, pero en estos momentos ni siquiera podía distinguir su sabor, solamente se aferraba al café como un apoyo para llegar hasta el final de esa jornada infernal.

Cuando miraba alrededor suyo, se detenía poco y nada en Staafar, a quien siempre evitaba tanto como le fuera posible. Repasó mentalmente si tenía correspondencia pendiente para alguno de los presentes, pero no era el caso. La comida no se veía particularmente apetitosa, pero si solamente se mantenía a café, le empezaría a doler el estómago y eso sumado al ojo que aún le latía, acabaría por volverla loca. Tomó un bocado y masticó desinteresada, aguzando el oído a las conversaciones que ocurrían a su alrededor, esperando levantar algún dato interesante.

-Hey, Becca, ¿Ya han hecho el traje EV oficialmente tu nuevo uniforme? Quizás te dejen ajustarlo un poco, después de todo. Podrías hasta agregarle encanto con algún volado. Le dedicó una sonrisa cansada, esperando al menos sacarle un par de risas en ese ambiente tan pesado.

El trabajo tenía que hacerse y se hizo Era todo lo que pensaba Erik para no centrarse en aquel hedor que le perseguía. Necesitaba una buena ducha, o tal vez cinco, y meterse en la cama durante doce horas seguidas para poder recuperarse de aquel día tan largo. Pero antes necesitaba obligarse a comer algo para no desfallecer, ya que se le había cortado el apetito por culpa de ese olor que aún persistía en su ropa. En la mano izquierda tenía el tenedor que usaba para juguetear con la comida antes de atreverse a llevar un poco a su boca, y en la mano derecha tenía una taza de café a la que daba sorbitos para no quedarse dormido allí mismo.
Algunos de sus compañeros fueron apareciendo poco a poco y Erik, sin levantar la vista, los saludaba alzando su taza de café.
Erik conocía de vista a los presentes, e incluso sabía sus nombres, pero nunca había mantenido una conversación larga con ninguno de ellos. El que más le llamaba su atención era aquel vulcaniano, ya que nunca había visto a ningún alienígena hasta que se enroló en la Academia de la Flota Estelar. Aunque sabía que era de mala educación fijarse en las personas que apenas se conoce, Erik no podía evitar quedarse embobado mirando las orejas puntiagudas de Staafar.
La conversación entre Ruby y Rebecca fue la excusa perfecta para centrar su atención en otra cosa que no fuesen las orejas del vulcaniano.

Bert deja de un golpe la bandeja en la mesa de Becca, Erik y Ruby.

-¿Os lo podéis creer? -exclama como si hubieran dejado una conversación a medias, tampoco esperaba una respuesta- Llevo medio turno extra ajustando todos los sensores de temperatura y haciendo derivaciones para que marquen lo que tienen que marcar... Se lo dije al oficial segundo: se puede hacer una reprogramación desde el colector general, lo probamos allá en AO Tierra-3. Cierto que se trataba de una Morningblade, que lleva un controlador A4 y no el B5 que tenemos aquí, pero ya me las apañaría. ¿Qué pasó? Pues que levantó su puntiaguda nariz azul y me mostró el manual: Aquí no pone nada de reprogramaciones, señor Lostnut, el manual indica que debe hacer una revisión individual de cada sensor y los ajustes pertinentes. Tiene cuatro horas -le pega un mordisco a la barrita de avena rebozada y se fija en el traje de Becca:

-Ay, por la gran galaxia, no me digas que te ha tocado salir fuera. ¿Bromas espaciales? ¿Otra vez? ¿Te he contado lo que nos enseñó el jefe Brok?

Becca pone los ojos en blanco, ya ha oído la historia de Bert sobre cómo tratar con esos parásitos (*):

-Bert, estamos comiendo y a lo mejor no es una buena anécdota para este momento. ¿Conoces a Ruby Stevens, está en comunicaciones? Ruby, este es Bert Lostnut, está conmigo en ingeniería.

-Ah... hola, Ruby, encantado, un placer -Bert extiende la mano, la mira, comprueba que está algo sucia, la limpia en la pernera de su uniforme y la estrecha con fuerza-. Eh, oye, ¿eso son transmisiones personales? ¿Te importa si miro si ha llegado la de la tía Petunia? Así te ahorro una entrega. Hace un mes que no he tenido correo suyo. Ya habrá pasado el tiempo de cosecha... -su voz adopta un tono nostálgico. Se palmea los muslos y se rasca la cabeza.

-El orejas de allí parece muy solo. ¿No deberíamos invitarle a sentarse con nosotros? Esto está muerto y no hay nada más triste que comer solo.

Erik, ¿no os han dicho nada en seguridad? Porque ese ha llegado en la última rotación, ¿no?

Mi turno por fin había terminado y aún no había comido - no puede ser, otro día igual - volví a la despensa para descubrir que fuera de una pieza de fruta no había gran cosa, ni de carne ni de pescado; así que, me tuve que contentar con una fritada ya recalentada y algo para beber. Cogí la bandeja y me fui a la mesa donde se encontraban mis amigos - ¡qué tal, chicos? 

Hay que ver, Becca con las prisas se había traído hasta el traje puesto y Ruru se iba a convertir en una cafetera con patas, había perdido la cuenta de los que le había servido. El nórdico era de pocos palabras, todo lo contrario que Bert que no callaba - ¿cómo os ha ido hoy el día? - vi lo que tenían en el plato, no envidié nada de lo que había allí, ni la espina de saurio que flotaba en aquel caldo de Erik, ni tampoco aquellas semillas del plato de Becca.

Me senté al lado del tuercas y aunque estaba cansada no pude reprimir sentarme con todo el glamour que me permitía el uniforme - ¿hace calor aquí, no? - descendí lentamente la cremallera hasta liberar mi escote lo suficiente para que dejara de hablar aunque sólo fuera para mirarme, en ese momento hice coincidir mi mirada con la suya y sonreí - come y calla - me gustaba provocarle.

- ¿Os vais a comer esas hojas de sauce con sangre de tiburón? - a la vaca de por la mañana no le habían sentado nada bien, pero igual había sido por la sangre, algunos estómagos no eran capaces de digerirla.

-Tojó, tojó, tojó -Bert tose, se ruboriza y extiende la mano para coger su vaso.

-No, no, Bri... todo tuyo -responde tras beber un largo sorbo-. Pues sí...sí voy a tener que terminar mi trabajo de aclimatación -murmura volviendo a beber.

El resto sonríe, aquello llevaba pasando un par de semanas. Bria, con su actitud resuelta, directa y sin ningún pudor, era la única capaz de conseguir que Bert se callara un rato u olvidara sus interminables historias.

Transcurrieron unos minutos en silencio, en el fondo todos estaban cansados del doble turno y agradecían unos momentos de tranquilidad, que Bert rompió.

-Bueno, Erik, deja de pensar en danzarinas venusianas y dinos algo del nuevo. Yo diría que nos está mirando... el tata Ambrose me decía que los vulcanianos no eran de fiar, nunca entendió por qué llegaron a la tierra y compartieron con nosotros la tecnología warp. El tata era un poco antiguo, muy pegado a la tierra. Decía que todos sus antepasados habían crecido y nacido en Oklahoma -se rasca la barbilla pensativo-. Me pregunto, ¿eso significa que por mis venas corre sangre india? Nunca lo había pensado...

¡Ey! El nuevo está en ciencias, ¿creéis que podría preguntarle? Seguro que tiene acceso a los análisis genéticos. Así le conocemos, ¿qué os parece?

Lo que parece es que Bert no va a parar hasta que consiga que el grupo invite a Staafar a sentarse con ellos. Su entusiasmo es parecido al de un cachorro ante la expectativa de un paseo.

Becca ve como Ruby se acerca a la mesa...."otra taza de café... me pregunto si podre adaptar una cantimplora con sorbete para darle autonomía a las manos y que este mas cómoda" piensa mientras la ve acomodarse.

-Hey, Becca, ¿Ya han hecho el traje EV oficialmente tu nuevo uniforme? Quizás te dejen ajustarlo un poco, después de todo. Podrías hasta agregarle encanto con algún volado.

- Hey! Volados? no no no, pero me encantaría ponerle mas bolsillos... y programarle un ruido de ambiente, es demasiado silencio para mi, me la paso tarareando para no escuchar mi propio corazón pero lo

Becca es interumpida por Bert, lo cual pasa muy seguido... Lo mira con una sonrisa, hace bastante no tenia una mesa con amigos, lo escucha atentamente... "mmm me pregunto cada cuanto se actualizan los manuales, es decir siempre hay nuevas formas de hacer las cosas, y deberian dejarnos innovar para eso estudia.... no no no!!! como tratar con parásitos... NNOOO!!!
Rapido Becca, creo que Bert no conoce a Ruby, o si? mmmm, creo que no"

-Bert! estamos comiendo, dejemos a los parásitos fuera de la mesa. ¿Conoces a Ruby Stevens, está en comunicaciones? Ruby, este es Bert Lostnut, está conmigo en ingeniería.(*)

"ufff, pasamos esta vez, hay que ver Bert siempre hablando sin filtros..."

Becca ve a Bria acercarse...

" Es como una bocanada de aire fresco, piensa... todos callan cuando llega, y es entretenido ver las reacciones, criada entre hombres siempre le causo gracia, claro no es que alguien reaccionara por ella así y si alguna vez sucedió jamas lo había notado"

¡Ey! El nuevo está en ciencias, ¿creéis que podría preguntarle? Seguro que tiene acceso a los análisis genéticos. Así le conocemos, ¿qué os parece?

- ¿ Si mejor le pides a la enfermera Rochard, es tan buena que seguramente hasta te haga el análisis? Al Nuevo podríamos preguntarle si sabe jugar al poker, seguro que no sabe y así no seré la única que solo mira las partidas sin entender nada.

Staafar, observaba con atención al resto de comensales mientras se llevaba un bastón de harina integral a la boca. Llevaba un buen rato callado. Aquellos que le prestaban atención, podían comprobar cómo era meticuloso hasta en el más mínimo detalle, hasta comiendo —pues procuraba masticar siempre 16 veces cada bocado—.

Aunque estaba igual de agotado que el resto, apenas lo exteriorizaba. Como cualquier miembro de su especie, había dominado el control sobre las emociones y se limitaba a tareas más prácticas. Todavía no comprendía qué tenía que ver el análisis de cadenas de proteínas con la historia o la xenoantropología (sus áreas de conocimiento), pero decidió no darle demasiadas vueltas. Ya había intentado discutir con su superior y terminó asumiendo que se trataba del precio por servir en una nave de la Flota Estelar y aprender sus costumbres (especialmente en una reliquia viviente como aquella).

Por supuesto, notó las miradas furtivas de sus compañeros de mesa (especialmente a sus orejas). Había aceptado la invitación del señor Lostnut sin demasiado entusiasmo.

—Me temo que no nos han presentado, y resultaría una descortesía sentarme en su mesa sin haberlo hecho previamente. Mi nombre es Staafar.

- ¿ Si mejor le pides a la enfermera Rochard, es tan buena que seguramente hasta te haga el análisis? Al Nuevo podríamos preguntarle si sabe jugar al poker, seguro que no sabe y así no seré la única que solo mira las partidas sin entender nada.

—Si van a ir a la sección de enfermería, ¿les importa que me una a ustedes? Debo informar de las diferencias anatómicas de los vulcanianos. El especialista de la nave en la que servía anteriormente se tomó la molestia de elaborar un informe al respecto, pero todavía no he tenido ocasión de entregárselo al personal médico.

De a poco, más personas se iban sumando a la mesa del comedor y el ambiente dejaba de tener la pesadez y el silencio del cansancio.

Becca le presentó a Bert, un colega suyo, quien parecía trabajar mucho tiempo solo por la necesidad de hablar ahora que estaba en compañía. Ruby estrechó su mano con firmeza -Bert, no, manos sucias en los padds no. Permíteme que revise nuevamente. Se giró hacia el carro de ruedas y comenzó a revisar entre las transmisiones Lostnut, Lostnut, Lostnut... 

-¡Hey, Bria! Por las caras de los presentes, diría que nos ha ido más o menos iguala todos en nuestras áreas específicas. Si pudieran ofrecer horas de sueño en vez de comida, creo que nos habríamos acabado las existencias. Escuché un rumor de que pronto estaremos partiendo hacia una nebulosa inestable y sabes lo que eso significa para mí... ¡Más café! Tomó su taza, la alzó brindando y bebió un buen sorbo, para continuar revisando. 

Finalmente, pareció encontrar un padd para Bert. -Parece que es tu día de suerte, Bert. Se estiró para entregárselo y le dirigió una sonrisa. -Espero que Petunia se encuentre bien.

La sugerencia de Becca de un vulcano jugando al poker hizo que se le escapara una risa. Se sintió bien reirse un poco, de forma sincera, en medio de esa jornada inacabable. -Dicen que demasiado silencio puede volverte loco, Becca, un poco de música ambiente no le hace daño a nadie. Quizás ayudaría a sobrellevar los días más difíciles. Si alguien es capaz de hacerlo, eres tú.

Regresó a su plato, la comida continuaba sin verse apetitosa, pero seguía siendo lo mejor disponible en ese momento. Puso su atención en las conversaciones que se estaban dando en la mesa y comió en bocados pequeños sin pensar en ello.

El vulcano se acercó luego de la invitación de Bert y se presentó al grupo. Ruby le miró de reojo y decidió aguardar a que los demás se presentasen primero.

Ojalá al menos tuviera algo para el Sargento Chandler, esa sería una buena recompensa para tantas horas de trabajo.

Cita:

En ese momento, Erik se dio cuenta de que no había contestado a la pregunta que le había realizado su compañero. Sin disculparse por la tardanza y después de dar otro sorbo a su café, Erik habló con un tono que denotaba cansancio No nos han dicho nada, o por lo menos no a mí. Erik no había preguntado a ningún superior nada acerca de aquel vulcaniano, aunque en el fondo le intrigaba bastante.

Las conversaciones entre sus compañeros continuaron, sobre todo gracias a Bert que no callaba. Erik seguía dándole vueltas a su comida mientras escuchaba a los presentes, y de vez en cuando se animaba a dar un bocado a la espina de saurio tan poco apetitosa.

Finalmente, el vulcaniano se acercó a la mesa y se presentó -Erik Dijo apenas levantando la vista mientras daba otro mordisco a su pseudo comida.

- ¿ Si mejor le pides a la enfermera Rochard, es tan buena que seguramente hasta te haga el análisis? Al Nuevo podríamos preguntarle si sabe jugar al poker, seguro que no sabe y así no seré la única que solo mira las partidas sin entender nada.

-No se me había ocurrido -Bert duda, como sorprendido por el hecho de que Becca lo tomara en serio o tal vez estaba bromeando, al segundo se decide-. Es buena idea, Becca, pero esperaré a que no esté la Oficial Walker, cuando te mira parece que va a diseccionarte ahí mismo. Sí, señor, más fría que el vacío, en el último reconocimiento le estaba contando a la enfermera Rochard aquella vez que encontramos gusanos telleritas en los canales de disipación del turboascensor. No había llegado a explicar lo que nos enseñó el jefe Brok cuando le dijo a Rochard que ya habían terminado conmigo. Creo que si me hubiera podido meter en una de esas viejas unidades de criogénesis, lo hubiera hecho. No sé qué pudo molestarla...

-El tata Ambrose siempre decía que los vulcanianos no sabían divertirse, no, no te rías Ruby. No sé si le verá la gracia al poker. Aunque a lo mejor la próxima le desplumáis a él y no tengo que estar recogiendo vuestra ropa sucia una semana...

-Ay, gracias, Ruby. Ya estaba preocupado -Bert coge el padd casi con reverencia- No por el estado de salud de la tía Petunia, es de duracero, podría dar una vuelta a la nave más rápido que tú, Bri. No, lo que pasa es que se preocupa mucho con la cosecha, diga lo que diga ella, nunca se ha apañado bien con los drones recolectores, se empeña en usar un algoritmo que... chisst... ¡que viene! 

Si su advertencia trataba de ser discreta falló miserablemente, se le oía hasta en el puente. Menos mal que el vulcaniano no se dio por aludido. 

¡Ah! Encantado -exclama sinceramente Bert, levantándose y estrechándole la mano con efusión, de forma quizás algo inapropiada. Si Staafar estaba sorprendido no se podía saber, ningún gesto animó el rostro del vulcaniano-. Ella es Becca, ingeniería; Ruby, comunicaciones; Bri, de seguridad; Erik, también de seguridad y yo soy Bert. ¡Un placer! Siéntate aquí, hay sitio de sobra.

—Si van a ir a la sección de enfermería, ¿les importa que me una a ustedes? Debo informar de las diferencias anatómicas de los vulcanianos. El especialista de la nave en la que servía anteriormente se tomó la molestia de elaborar un informe al respecto, pero todavía no he tenido ocasión de entregárselo al personal médico.

Bert se queda un momento callado, como sorprendido en un renuncio, la paz dura muy poco.

-Puesss, en cuanto engulla esto, y Bri me dé a probar aquello, tengo que revisar unos sensores de temperatura... todo porque el Oficial Ollander sigue el manual al pie de la letra. Él mejor que nadie debería saber que estas naves adquieren personalidad con el tiempo y hay que tratarlas a su manera, pudiendo haber reprogramado desde el nodo... Pero lo hecho, hecho. 

Nos quedan... -consulta su pequeño padd multiuso- como cuarenta minutos de servicio. En cuanto termine, te acompaño sin problemas. Es más, acabaremos todos el servicio, podríamos reunirnos los seis aquí y tomarnos algo (*). Es duro ser un recién llegado. ¿Os parece?

El nuevo parecía el típico que no había roto un plato en su vida, aunque según había oído su especie era un tanto aburrida, no eran de fiestas ni diversiones, unos tristes de cuidado - Soy Bría, siéntate a mi lado, hay espacio de sobra - ya había observado como su mirada me había escaneado de arriba a abajo, seguramente habría visto como yo había hecho lo mismo solo que abriendo y cerrando los párpados, aparte con cierto disimulo.

- Staafar, nombre original donde los haya - nunca antes lo había escuchado; mejor, así no se me olvidaría. Tampoco me olvido de hacerle la ficha, sólo que ahora como que estoy un poco cansada y no es plan mezclar la comida con el trabajo.

- Uhmm, póker... estaría bien - me relajaba un montón jugar a las cartas, a los dados, cualquier juego de azar me despejaba la mente - ¿Sabes jugar al póker, Staafar? - tampoco sería un problema que dijera que no, se le podría enseñar. Había escuchado que su raza eran rápidos a la hora de captar las instrucciones, vamos que eran unas auténticas ratas de biblioteca - aunque primero de eso, para pertenecer al grupo... tanto Bert como Becca, Erik y Ruby pasaron el rito de bienvenida, tendrías que hacerlo - empecé rápidamente en pensar novatadas, no demasiado fuertes para evitar impresionarlo y volverlo a un estado catatónico que lo incapacitara, que a tenor de su estado, tampoco es que estuviera muy lejos - ya sabes, lo típico... te bajas los pantalones, te subes a la mesa, levantas las manos y al son de la música que pongamos... - no parece que vaya a ser posible, demasiado acartonado, no funcionaría - vale, vale, no me miréis así... era una idea.

Tan pronto dejo de hablar sigue Bert con la enésima conversación, a pesar de que seguro que estaba cansado, era increíble su capacidad para hablar, estaba segura que hablaba incluso cuando dormía, apostaría por ello. 

- Erik, aún no me enseñaste tu armamento... personal - todos los de seguridad presumían de sus armas, el hecho de que el nórdico había guardado silencio me provoca interés y curiosidad - apostaría a que es un rifle ¿acerté?

 -Dicen que demasiado silencio puede volverte loco, Becca, un poco de música ambiente no le hace daño a nadie. Quizás ayudaría a sobrellevar los días más difíciles. Si alguien es capaz de hacerlo, eres tú. (Ruby)

De repente Becca escucha su nombre y vuelve a la realidad, siempre se sorprendía de como Ruby recordaba todo, más luego de la interrupción de Bert, hasta ella se había olvidado de que venia la charla cuando el llego.

"¿Quien no se perdería? Solo Ruby... sera porque se especializa en comunicaciones, para ser sinceros estuve pensando en que la reprogramación desde el colector general no suena nada mal, y que había al menos 5 maneras de adaptar una cantimplora para que mantenga caliente el café y colocarle sorbetes... equipamento que seguramente este contra las normas de la flota estelar, en el camino podríamos buscar una forma mas eficiente de que ande con todos esos padds, si adaptamos el sistema de un pequeño elevador de carga que la siga, habría que colocar sensores para que no choque con nada"

Al vovler a la realidad se da cuenta de que el Vulcano estaba con ellos, y... "¿Es buena idea, Becca dijo Bert ?, pero si era broma!... creo que mi broma se convirtió en una salida formal a la enfermería entre Bert y... emmm, Stenfar? Stanfar?, luego le pregunto a Ruby" piensa.

- Erik, aún no me enseñaste tu armamento... personal (Bria)

Beca se sonroja un poco...

"Creo que debería practicar mil horas frente a un espejo para decir algo así.... seguramente me vea graciosa, armamento... personal, armamento per-so-nal, tu armamento" piensa mientras hace algunas muecas, levantando una ceja poniendo caras diferentes que tratan de ser sensuales y claramente no lo logran.

- Jajaja (suelta una picara risa sin darse cuenta)

Mientras sus compañeros conversaban Norman terminaba de comer, había sido un turno largo pero no era un hombre que se quejara del trabajo, estaba agradecido con la flota por haber sido aceptado en aquella nave. Podría haber intervenido para recordarles que las horas de experiencia que tenía con el traje EV (realmente casi todas en simulador) o que la reprogramacion de Bert le parecía un juego de niños (aunque realmente no sabía bien de que demonios hablaba). Pero no intervino, algo poco habitual en él, tenía hambre (esto si era habitual) y se limitó a engullir la comida era capaz de comer gran cantidad de comida.

Igual que los demás también sentía curiosidad por conocer al nuevo, no había tratado con demasiados vulcanos aunque se consideraba un experto en la raza (no lo era).

-Joder Bria, quieres jugar al poker con un vulcano, si nacen con "cara de poker", te dará una paliza.- Su humor era muy suyo pero a él se hacia gracia él mismo. Rió. -Ja,  ja, ja.- No obstante yo me apunto a una partidita.- Se consideraba un gran tahur, y, aunque solía salir escaldado era un hombre tenaz. -Estaría bien ver al vulcano hacer ese rito de bienvenida.-

Él lo había hecho, por supuesto su sentido del ridículo es bastante bajo por lo que lo pasó bien haciéndolo y siendo el centro de atención durante esos instantes.

El comportamiento de aquellos humanos le resultaba fascinante. Los comentarios, las miradas que se dedicaban… hasta empezaba a sentir que le integraban en el grupo. Manteniendo las distancias, por supuesto. Todavía era un recién llegado, al fin y al cabo.

Acaban de invitarle a un juego, entre comentarios respecto a los vulcanianos. Lejos de parecer afectado, Staafar parecía interesado en participar.

—He tenido la oportunidad de estudiar las distintas modalidades de ocio en su cultura, aunque me temo que no conozco muchos detalles del "poker". Se trata de un juego de cartas, ¿me equivoco? Si no es molestia, sería interesante probar.

- Staafar, nombre original donde los haya

El vulcaniano se giró a la señorita Marlow, arqueando una ceja.

—En realidad, se trata de un nombre relativamente común de donde vengo. "Bria" también resultaría un nombre bastante exótico en Vulcano.

-Yo mismo te podría dar unas clases, amigo.- Dijo a Staafar. A Norman le gustaba caer bien pero se esforzaba tanto que podía resultar pesado.  -Ese juego no tiene secretos para mi, aún recuerdo al último que desplumé durante un permiso, era un Orionita con malas pulgas, incluso me acusó de hacer trampas, imagínate, ¡a mi!.- Por supuesto que había hecho trampas, llevaba unas gafas que le permitían ver las cartas rivales y no tardaron en descubrirle, salió vivo de milagro, eso sí, con un buen botín. -Créemee si te digo que te podría enseñar algunos trucos.- Dijo esto guiñando un ojo al vulcano.

Dieciocho horas de trabajos forzados, por la vaga promesa de una ducha caliente y una cama mullida en donde estirar las piernas. Son, al fin de cuentas, dieciocho horas arrojadas a la basura por un conflicto galáctico de pequeñas proporciones. Vamos, nada que no se resuelva con un pequeño intercambio de torpedos de fotones y algo de drama.

Así que siguiendo los acontecimientos imposibles la desvencijada (no realmente desvencijada. Es solo drama) Excalibur es ataca por sorpresa, por naves desconocidas. Y como no podría ser es declarado la Alerta Roja.

En un santiamén todos salen despedidos de sus asientos, dejando platos con alimentos a medio consumir, helados de chocolate a medio derretir y otros derroches culinarios. Como de costumbre los rezagados se acumulan en la puerta de salida del salón comedor, tratando de llegar a sus puestos. Pero hoy no será el caso del nuevo grupo de perdedores que se había reunido en la mesa del rincón del salón comedor.

Sí. Ustedes, quienes leen la desgracia por suceder…

De repente, y como si no hubiera demasiadas cosas sucediendo por sorpresa, un sonido llena la estancia. Una especie de amenaza rumiante, feroz y definitiva. Tal vez es un insulto o simplemente las condiciones de rendición.

Como sea, el ataque no cesa y las explosiones asolan la nave en todas las cubiertas, ensañándose de alguna extraña manera en los niveles inferiores donde existen (por el momento) los camarotes de los tripulantes de menor categoría.

Todo el caos reinante es levemente aplacado por el ingreso  del flamante comandante Unger Urmoz. El jefe de las fuerzas MACO, prontas a desmovilizar por el tratado desmilitarizador de la Federación.

-¡Atrás escorias, atrás! – aúlla el colérico soldado Orionita al ingresar de espaldas al salón comedor mientras dispara alocadamente hacia el fondo del pasillo.

Y en un plif paf Unger se halla a solas con el desventurado grupo de Bert, Ruby y los demás, que lo contemplan asombrados. El MACO tiene heridas de batallas suficientes para matar a una docena de hombres…y un enano liliputiense. Pese a sus heridas mortales el coloso verde se mantiene de pie, exhalando aire como una locomotora, con ambos rifles en sus manos y un cuchillo de combate en sus dientes.

Y con su poderosa boca escupe el enorme cuchillo de combate, el cual se estrella contra el panel de acceso al salón comedor y de esta manera destruye el mecanismo de acceso, bloqueando el acceso hacia la estancia.

A tiempo justo desde el otro lado del pasillo se oyen muchísimos pasos metálicos, que se posicionan frente al acceso al salón comedor. Luego un zumbido, similar a una antorcha de plasma, se escucha trabajar.

-Eso…no los detendrá por mucho tiempo. – Afirma Unger al apoyarse contra la pared – Podría ser peor… al menos hay dos de seguridad – sonríe, dejando entrever un hilo de sangre verde al comprobar que entre el grupo hay dos tripulantes de seguridad.

- Tienen una misión que cumplir…ordenes de la capitán… - gruñe y alza el puño en dirección a sus observadores – Deben hallar a Wally… y solucionar este lio… - añade al señalar las ventanas exteriores donde el desigual combate espacial se desarrolla.

-¡Rápido! ¡No se queden mirando como un rebaño de besugos! ¡Vayan a buscar a Wally! … Su última posición era la bahía de carga…número cuatro… - farfulla enojado al percibir que su monologo confunde a los demás.

-Salgan por allí. Yo los detendré un momento – ordena a todos, señalando la pequeña puerta lateral de la cocina que da al salón comedor privado del capitán. Desde allí pueden ir por otro pasillo lateral y evitar el peligro inminente.

¿Dieciocho horas para esto? Es lo primero que llega a la cabeza de Rebecca y los demás. Una misión importante, un mandato directo del capitán podría ser justo lo que necesitan todos para obtener un camarote propio y tal vez algunos días de permiso en Risa (y sus playas paradisiacas)…

¿Quién podría pensar en morir horriblemente en un momento como este?