Partida Rol por web

Cristina estaba mirando al andoriano cuando de repente un movimiento al lado del doctor hizo que  se girara a mirarlo, al hacerlo se llevó una sorpresa mayúscula cuando vio como el gorn descargaba su enorme machete sobre el doctor, si no hacían algo lo partiría por la mitad, la capitán y el andoriano se movieron entonces lo más rápido que pudieron, mientras el azul trató de hacerle frente con su propia arma, Cristina, mucho más menuda se arrojó hacia el doctor con la intención de apartarlo de la trayectoria de la enorme cuchilla, en un movimiento tan kamikaze como desesperado.

- ¡GRIFFIN!

Para variar, la forma de hablar de Griffin no parecía ser precisamente del agrado de los demás, pero mientras se fuesen de allí y dejasen de molestar a sus pacientes, lo cierto es que poco le importaba cuanto pudiesen ofenderse por culpa de tener una piel demasiado fina. Por desgracia, no solo no se marcharon, sino que incluso Ollander empezó a discutir con Ishant, como si la pérdida del brazo no hubiese sido suficiente como para bajarle los humos.

Si hubiese tenido anestesia para sedarle…- empezó a pensar cuando, sin previo aviso, el repentino movimiento del gorn captó la atención del doctor. O más bien, el de su cuchilla, que de repente veía acercarse velozmente hacía él y sin el menor signo de que fuese a detenerse antes de incrustarse profundamente en su cuerpo. Por suerte, los reflejos de Griffin no eran precisamente malos, por lo que pudo reaccionar… aunque, por desgracia, tal vez no lo suficientemente rápido.

Apenas pude abandonar la nube de pensamientos oscuros que me rodeaba cuando contemplé el feroz ataque del reptil. Sencillamente no entendía que estaba sucediendo ni porqué. El mercenario parecía lanzarce contra el médico sin motivo aparente.

Eché un vistazo alrededor en busca de algún arma o algún objeto que tomar, pero mi condición era tan precaria que dudaba de mi utilidad en un combate contra el lagarto.

Cristina se lanza sobre el doctor como una bala de cañón, sacando fuerza de quien sabe donde y con la intención de apartarlo de la terrible hoja y de una muerte segura.

En ese instante la habilidad marcial de Griffin le permite apartarse tan solo unos centímetros de la trayectoria de la mortal hoja del arma del mercenario. El Gorn sin perder un segundo vuelve a la carga atacando no una sino dos veces al doctor.

Hasta que no empezó todo aquello "Diana" no se dio cuenta de el "pollo" que se estaba montando.

Aún estaba pensando que acompañaba en una revisión técnica al "pitufito" y esperaba que eso simplemente fueran una novedades. Incluso aquel lagarto, en principio era considerado amigo, pero cuando vio que a todo el mundo le empezaba a hervir la sangre, ella no podía ser menos. Además, su pupilo, el más duro y avezado de los que ha tenido odiaba a los seres de piel dura. Ahora entendía porque.

Sin dudarlo sus falcatas aparecieron en sus manos, y ella, con intención de hacer se un bolso, se lanzó por la salamandra.

La situación se precipitó rapidamente, con la capitana de la Excalibur lanzandose hacia delante, el médico esquivando el golpe por los pelos y el Gorn dispuesto a continuar su violento ataque. Otro andoriano, en otras circunstancias se hubiese lanzado a la reyerta sin dudarlo, la consabida violencia intrinseca en su especie por delante de todo. Pero Ishant nunca había sido un soldado y, tras su exilio este hecho no había cambiado. Menos aún despues de lo que había ocurrido durante aquella misión. Si bien reconocía que el médico necesitaba una patada en la boca de vez en cuando para que escarmentase de su actitud, no podían permitirse perder a su unico sanitario... ni tampoco al Gorn, por el momento.

Tan rápido como fue capaz, Ishant se lanzó contra el mercenario, dispuesto a sujetarlo para que no pudiera continuar con su ataque, pero sin intención de dañarlo

- ¡¡¡Quietos!!! Quietos todos.- intentó calmarlos, aunque sabía que sus palabras probablemente eran inútiles

Cristina parecía haber descubierto su séptimo sentido cuando saltó hacia el doctor para evitar que este fuera partido por la mitad, ni ella misma fue consciente de la fuerza que empleó para ayudar al cascarrabias de Griffin, ni por qué reaccionó de aquella manera, sólo supo que lo arrojó al suelo cayendo ella encima y que la hoja pasó de largo.

Al verse en lo alto del doctor Cristina puso cara rara, lo que le faltaba...

- Mueva el culo- le dijo levantándose con rapidez, al darse la vuelta se dio cuenta de que se acababa de meter en la boca del lobo al ver como estaba en la trayectoria del machete, trayectoria que esquivó moviéndose hacia un lado con un giro.

- ¡RÁPTAR! ¡DETÉNGASE!- ordenó llamando al Gorn por su nombre, encarándose con el reptil que los había ayudado con los brazos abiertos, sin empuñar el arma ni hacer amago de ninguna acción hostil... Debía tratar de evitar emplear la fuerza  a toda costa- ¡SOMOS INVITADOS DE TU CAPITÁN! ¡ESTO NO LE VA A GUSTAR Y LOS SABES!- trató de mediar a la desesperada, entonces vio el movimiento de Diana- ARTEMISA... ¡¡ALTO, JODER!!

Artemisa refrena su ataque tras el envite inicial, con ambas faltacas empuñadas de una manera un tanto extraña.

Estaba mezclando un arte marcial táctico con el empuñar unas armas, que aunque cortas, era bastante pesadas y con unos filos monstruosos. Entre dientes masculla, tras lanzar la primera tanda de estocadas: - Ya me haré un bolso otro día.

Aún así no cejaba en su posición de combate, previa a saltar, a la expectativa de la respuesta del cocodrilo.

Por suerte para Matthew, al final sus reflejos sí que fueron lo bastante veloces como para permitirle apartarse de la trayectoria de la hoja, aunque fuese por meros centímetros… claro que no tuvo tiempo para celebrarlo, pues un instante después, algo le golpeaba por el costado, derribándolo sin que pudiese oponer resistencia al no esperárselo.

¿Qué coño…?- masculló el doctor antes de darse cuenta de que era lo que lo había derribado… o más bien, quien era, pues sobre él, y con una expresión extraña en el rostro se encontraba de Alba, que se había lanzado para apartarlo de la cuchilla, lo cual sería de agradecer si no fuese porque al hacerlo se había puesto en peligro, lo cual le molestó. Era él el que tenía que proteger a sus pacientes, lo contrario era antinatural.

¡¿No jodas?!- respondió cuando le dijo que se moviese, levantándose lo más rápido que pudo… solo para ver como no contenta con lo que había hecho, ahora se ponía entre él y el gorn para que este no atacase. Si no fuese porque eso la pondría aún más en peligro, el doctor se habría puesto a gritarle para que dejase de arriesgarse de esa forma a salir herida… o peor. Y por si eso no fuera suficiente, el maldito gorn no parecía dispuesto a detenerse en su empeño por abrir en canal a Griffin.

Jodido lagarto- pensó mientras intentaba esquivar los golpes que caían sobre él.

Cuando Daniel entró en al Bahía, se encontró con una escena la mar de pintoresca. De un lado estaba el Gorn visiblemente alterado con un machete de enormes dimensiones, siendo enarbolado con un objetivo fijado, el doctor, que trataba por todos los medios de esquivar la cuchilla, en medio de la contienda estaba Cristina que haciendo uso de su portentosa voz, parecía estar tratando de poner paz.

- ¡RÁPTAR! ¡DETÉNGASE!- ordenó llamando al Gorn por su nombre, encarándose con el reptil que los había ayudado con los brazos abiertos, sin empuñar el arma ni hacer amago de ninguna acción hostil... Debía tratar de evitar emplear la fuerza  a toda costa- ¡SOMOS INVITADOS DE TU CAPITÁN! ¡ESTO NO LE VA A GUSTAR Y LOS SABES!- trató de mediar a la desesperada, entonces vio el movimiento de Diana- ARTEMISA... ¡¡ALTO, JODER!!

Artemisa, por otro lado quería atacar o ya lo había hecho, mientras que Ishant por su lado había sujetado al reptil para evitar que atacase, mientras pedía que se estuviera quieto, aunque no se sabía si con éxito o sin el.

- ¡¡¡Quietos!!! Quietos todos.- intentó calmarlos, aunque sabía que sus palabras probablemente eran inútiles

En medio del caos surgido de la nada Jack encuentra un candado de una de las jaulas. El candado es del tamaño de una manzana pequeña, que podría causar algo de daño si es arrojado. El único problema ahora es la posibilidad de dar a alguno de sus compañeros por estos forcejear con el mercenario reptiliano.

Un segundo atrás el doctor bocazas es lanzado lejos por las poderosas estocadas de Raptar y su pesado machete. Griffin cae a un par de metros de distancia, entre dos jaulas, con heridas graves producidas por sendos y profundos cortes en su pecho y espalda. El incidente adicionalmente le causó contusiones severas y la perdida del conocimiento.

Ahora, pese a la incipiente orden de Cristina, Ishant intenta en vano detener al mercenario pero luego Diana se une a la contienda deteniendo sus estocadas y ayudando en la presa sobre el Gorn. El dúo mantiene a raya al mercenario que se niega a entrar en razones pese a los intentos de Cristina.

- ¡Aparten! ¡Ez mi prezzzaa! - aúlla de ira el mercenario.

Se podría decir que caminaba sin rumbo fijo por la nave a pesar de saber cual era mi destino. Era lo que tenía no conocer un lugar, que caminabas bastante despistado y sin saber bien por donde meterte. Descendí un poco y continué caminando por el mismo pasillo un trecho más, hasta llegar a un nuevo cruce, donde me quedé parado y mirando hacia donde seguir. - ¡¿Qué les costará poner señales indicativas en las naves?!- Me pregunté mientras me rascaba la cabeza pensando hacia donde seguir.

En ese momento algo hizo que entrase en un estado de alerta. Escuché a mi Capitana gritar a alguien... estaba cerca, muy cerca. Corrí por el pasillo siguiendo su voz y me quedé clavado en la entrada de la bahía de carga cuando empiezo a ver lo que ocurre allí dentro. No sabía como habían llegado las cosas a aquel extremo, pero el andoriano trataba de sujetar a un  fiero gorn, mientras que de Alba se interponía entre él, sus afiladas cuchillas y el cuerpo malherido de alguien tirado en el suelo. Enseguida identifiqué a una mujer desconocida, armada y dispuesta a hacer filetitos a alguien. Pero ya no presté atención a nada más al escuchar la amenazante voz del feo lagarto.

Miré entonces el brazalete de Cristina, recordando que si lo usaba, moriría. Y en la posición en la que se encontraba la probabilidades de que lo utilizase, consciente o inconscientemente, eran muy altas. - Demasiado altas. - No podía permitir aquello, pero yo no era un hombre de palabras ni tampoco de acción, aunque si podía intentar ayudar al andoriano a sujetar y reducir al gorn. 

No me lo pensé dos veces y corrí hacia ellos, buscando algún lugar por donde agarrar y poder controlar a esa criatura antes de que hiriese o matase a alguien más.

Artemisa no era ningún portento físico, pero hizo todo lo que pudo, ... y si no podía ... habría que seguir desafilando sus armas.

Cristina al ver como finalmente el gorn conseguía herir al doctor y lanzarlo por lo aires, temió que hubiera acabado con la vida del cascarrabias y más aún cuando se percató que lo había dejado inconsciente, pero si no detenían al lagarto terminaría por destriparlo, de manera que poniéndose justo en frente del mercenario, lo miró a los ojos reuniendo todo su coraje.

- ¡HE DICHO QUE TE DETENGAS, "COÑO"!- le espetó tan cabreada como autoritaria, para después usar un tono igual de duro pero más suave- tu presa ha sido derribada y tiene grabes heridas, no es un guerrero es un simple humano, no merece la pena que malgastes tu tiempo porque sus tripas no te van a servir ni de trofeo. Yo también tengo que castigarlo por su comportamiento, pero necesito que viva, si se recobra me haré cargo de él. Te lo aseguro- le sostuvo la mirada al reptil muy seria y segura de sí misma, su tono no dejaba lugar a réplica.

Tomo el candado entre mis manos y compruebo que pueda abrirlo y cerrarlo. No pensaba utilizarlo como arma arrojadiza.

-¡A las jaulas! -vociferé, señalando una de las jaulas y saltando de la camilla a la velocidad de una tortuga de tres patas. Tenía el candado en una mano y toda la intención de encerrar al lagarto hasta que se calmaran sus ánimos.