Partida Rol por web

Cristina no podía evitar estar nerviosa, no saber que pasaba no lo llevaba bien y menos tener que permanecer otra vez aislada, sabía de sobra que le quedaban horas de vida pero precisamente por eso se resistía a seguir al margen, llevaba siendo un cero a la izquierda, dejando que los demás lo hicieran todo desde la Arena y eso era mucho tiempo.

- ¿Un oficial klingon en la Flota? Me cuesta verlo... Y... Permítanme que prefiera no hacerlo,  no he tenido buena experiencia con ellos...

-Sí, y más si puede que vengan a buscarle, hemos de darnos prisa

 No podría estar más de acuerdo. Vámonos de aquí. – respondió el curtido hombre para luego los tres abandonar el acceso a la amplia sala y regresar al sitio donde los demás aguardan.

Poco tiempo después llaman a la puerta con el código acordado antes con Aakesh, permitiendo el regreso del capitán en funciones y los otros dos. Reks traía consigo las nuevas túnicas para todo el grupo, las cuales eran el mejor pasaporte para cruzar todo el palacio de la mejor forma.

-Perdón por la demora. Hay poco tiempo. Pronto vendrán a buscarme… - advirtió el erudito – el alto consejo celebra una reunión de urgencia y por ello volverán a enviar guardias a por mí. Les recomiendo que se cambien de ropajes tan rápido como puedan y que me acompañen. Hagan lo mismo que yo para no llamar la atención. – finalmente aconsejó y espero por todos para iniciar la marcha por los senderos atestados de servidores, guardias y otros altos jerarcas que pululan en el palacio.

Aakesh se cambió de ropas lo más pronto posible y ayudó en lo que pudo a su capitán. Sabía que ella diría que se podía valer por sí misma, y así era, pero la verdad es que estaba débil, y no quería que su estado empeorase. Así que sin dejar que ella se cambiase, la ayudó cuando veía que podía sin que su capitán pudiese evitarlo, salvo protestar.

-Bien, démonos prisa. Reks, usted irá delante nuestra, nosotros iremos detrás. Capitán, Jan y Lightman, sugiero que vayan detrás nuestro y que Gamesh y yo vayamos en medio.

Preparó su arma por si tenía que usarla y apagó por un momento el comunicador. No quería sorpresas inesperadas hasta llegar a su destino.

Cristina al ver a Reks se tuvo que comer las palabras de antes... Al final el hombre si que había tenido a bien ayudarlos, vale... Aún había gente salada en el Universo. Entonces antes de que dijiese algo más un par de manos hindúes salieron de detrás suya como si de un dios indio de esos con muchos brazos, fuera y se pusiera a ayudarla con el traje, la capitán claro que refunfuñó... Que una tenía que conservar su reputación.

- Se vestirme sóla... De verdad que le agradezco...- pausa mientras se veía obligada a meter la lengua en paladar al pasarle por la cabeza la parte superior de la ropa que le había facilitado Gilbert para ponerse las nuevas- eso de ayudar a las nobles a vestirse...- nueva pausa- es de antes... Ahora las duquesas nos la apañamos bien... - tercera pausa- y encima... Me ha salido un brazo nuevo que seguro tiene superpoderes... El color es un poco triste pero a lo mejor con purpurina mejora la cosa- tenía dos opciones o echarse a llorar o a reír...

Cuando el primero dejó que terminara de acicalarse sola De Alba se adecenró el moño para que el cabello no le quedara despeinado, no podía hacer nada al color de cara pero eso los gafes de tener las horas contadas, así que ante las palabras de Muk terminó por asentir, mientras no la dejaran encerrada en ningún sitio ella estaba feliz de avanzar con los demás.

- Nada que objetar, vamos.

- Venga, parece que nos ponemos en movimiento... y tanto proteger esta posición para nada. En fin, prefiero moverme que tener que quedarme quieto.

Johnny cogió las prendas que le pertocaban y se las puso.

- Espero que con eso pasemos desapercibidos, aunque somos un grupo bastante numeroso, costará no llamar la atención demasiado.- dijo una vez vestido - Me parece correcta la distribución, yo cerraré la formación.

El interior del palacio se encuentra demasiado agitado según opinión de Reks, quien mientras guía al grupo al interior del complejo no deja de dudar en cada intersección y escalera que deben cruzar para llegar al reducto ubicado en lo más profundo del sitio gubernamental.

En varias ocasiones sus pasos fueron coincidentes con las rondas de los guardias, pero estos en su frenesí de órdenes impartidas no fueron lo suficientemente perspicaces para darse cuenta que la persona que tanto buscaban se hallaba cerca de ellos, encapuchado y guiando un grupo de alienígenas hacia el sitio más resguardado de toda la ciudad.

Y así fue como los seis llegan al último sótano, a la última escalera y a la última reja y puerta reforzada con varias cerraduras; porque cuando todos creen que la puerta solo es un anticipo a otra bóveda atestada de enmohecidos pergaminos (de gran valor histórico) en realidad es el inicio a toda la verdad que los habitantes de Abzu desconocen. Que allí detrás la Madre computadora duerme por siempre en su muerte artificial.

Y tan solo esas son las palabras de aquellos que conocen su existencia y que alguna vez han acatado sus ordenas. Pero hay más por descubrir. Mucho más…

-Hasta aquí me permito llegar. Qué hay del otro lado solo mis ancestros saben, porque la Madre computadora murió hace mucho, cuando era niño según palabras de mis antecesores. Buena suerte. –

La despedida de Reks es innegable e irrevocable. El no desea dar un solo paso hacia las desconocidas catacumbas. Principalmente por un respeto aterrador hacia aquellos que no alcanza a comprender y que fue el guardián de su ciudad desde tiempos inmemorables. Y sobre todo por las crónicas que hablan de dioses durmientes y demonios del ciento…

Porque cruzando el umbral se abre un puente de piedra y metal que separa el acceso subterráneo del zigurat con los sótanos del palacio. Y debajo del puente un abismo sin comparación oculta a la imaginación con su innegable oscuridad.

Jankowsky se vistió rápidamente aunque estaba un poco harto de tanto disfraz. Sonrió al oír los comentarios de Cristina, al menos no había perdido su sentido del humor y mantenía sus fuerzas. Tal y como Aakesh pidió, Jankowsky se colocó vigilando la retaguardia. Mientras seguía al grupo confiaba en que Reks les llevara por un camino seguro.

A medida que se metían en las entrañas de aquel edificio aumentaban sus dudas. Entonces Reks decidió dejarles aunque el maco no estaba seguro de si era por sus creencias o por miedo. Esperaba que fueran capaces de encontrar a aquella Madre Computador sin perderse.

Para no darle demasiadas vueltas a su cabeza se concentró en su tarea, proteger a los demás, hacer su trabajo.

Tras recorrer el palacio guiados por Reks, eludiendo a los guardias, llegaron a lo que parecía ser la entrada a unas catacumbas o sótanos del palacio. Aakesh agradeció a Reks su ayuda

-Muchas gracias, intentaremos cumplir nuestra misión y que su pueblo pueda volver a prosperar

Aakesh observó la penumbra y activó el escáner buscando alguna señal, tanto de vida como fuentes de energía o  cualquier cosa que pudiese servirles de ayuda para guiarse en lo que parecía ser un laberinto.

-Señor Jankoswky, lo que tenemos delante, ¿le parece familiar a lo que vieron en B-Sygnus?

Aakesh contempló la negrura y cogió el comunicador y envió dos mensajes, uno a Hope y otro a Stevenson*

-Bien, pongámonos en marcha. Iré delante, el resto pues como prefieran. Sugiero proceder con mucha cautela, pueden haber sorpresas

Cogió su arma y fue con ella y con el escáner delante

Cristina no pudo evitar admirar el lugar al que llegaron, como amateur de Historia la duquesa sabía reconocer el valor del pasado y aquel sitio denotaba antigüedad por todos lados, pero a parte de respeto había algo más que vagaba por las bóvedas infinitas de aquella estancia... Peligro, peligro que no era necesario que fuese advertido por el temeroso Reks, cuando por fin los dejo solos la capitana dejo que Muk ejercitar sus funciones como capitán en funciones mientras ella se centraba en mantenerse tranquila y tratar de reconocer algo.

Johnny miró a la profundidad del abismo de debajo del puente, pero no logró vislumbrar su fin.

- Realmente no se ve el final... puede que incluso no lo tenga, a saber. Espero que a nadie le de por caer.

Siguió adelanten con sus compañeros, con Muk al frente. Johnny se mantuvo cerca de su capitana, era la más vulnerable y la que podía necesitar más ayuda en cualquier momento, y era mejor que estuviera alguien cerca.

- Veremos que nos depara ese sótano, espero que no haya un laberinto.

El análisis del escáner personal de Mukherjee presenta resultados satisfactorios y desconcertantes por igual manera.

Luego de despedirse del funcionario de la ciudad Abzu, y aliado del grupo, el hombre decidió ir a la junta de urgencia del consejo de sabios para no levantar sospechas. Prometió, al finalizar la reunión, regresar a esa entrada y esperar por ellos.

Al avanzar por el puente los resultados van llegando al aparato del capitán en funciones. En primer lugar no hay formas de vida por delante, aunque el escáner detecta que la estructura en su totalidad y también lo que hay por debajo tiene la misma firma que un ser vivo. Es desconcertante, aunque algo similar ocurrió en las ruinas espaciales cuando dieron con la vaina espiar de los Xhaguar. Aquella que alertó a los peores villanos de este universo.

El abismo debajo de ellos es tan artificial como todo lo demás, y su propósito es desconocido por el momento, aunque parece albergar otros puentes y pasadizos más abajo, con separación de un kilómetro o dos entre cada uno. Tuberías diversas y toda clase de aparatos decoran las paredes de la arquitectura presente. Otro dato interesante es la antigüedad de la estructura, que se aproxima al medio millón de años y que posiblemente existía mucho antes que todo lo demás en la superficie.

Esquivos sonidos de máquinas suben con el ocasional viento proveniente del fondo del abismo, y eso Aakesh puede notarlo. Al parecer algo en escala impensable se activó con las defensas automáticas de la ciudad cuando esta fue bombardeada por Napoleón. Ahora un evento imparable se desarrolla en presencia de todos.

Junto a la enorme entrada, cuya puerta tiene al menos diez metros de altura, algunos esqueletos se agolpan en los costados del puente y de las puertas doradas. Sus ropas recuerdan a los guardias Monitores de la ciudad, como Zelroth, y a los eruditos como Reks. La causa de la muerte es material de otra profesión porque no hay indicios visibles.

Las puertas se abren desde una consola oculta por un panel, que gracias al examen de los presentes y a su avanzada tecnología no pasa inadvertida.

Luego de estas puertas un breve pasillo conduce a otro puente, mucho más corto que el anterior, en donde demás pasadizos, escaleras y puentes conectan con otros niveles inferiores hasta donde la vista alcanza. En las paredes de esta sección una infinidad de máquinas, que recuerdan a todo tipo de insectos y criaturas marinas, cuelgan en nichos en las paredes.

Finalmente el segundo puente desemboca en una sala tan amplia como la misma ciudad, pudiendo caber en su totalidad aquí debajo. Según los sensores el grupo ahora se encuentra justo debajo de la pirámide/zigurat vista desde la superficie.

La gigantesca bóveda bien podría ser una cripta alienígena digna de algún rey o alto puesto porque la decoración roza todo lo conocido en las leyendas de las culturas conocidas. Jeroglíficos abundan por doquier y relatan en su lengua desconocida posiblemente decenas de milenios de historia universal. En la cripta, cuya tenue iluminación llega desde arriba y un diminuto fragmento del cielo es visible, estatuas humanoides, muy esbeltas y altas por igual, se encuentran diseminadas por todos lados y sus posturas parecen congeladas en el tiempo, como si estuvieran trabajando con la gigantesca maquinaria que es la bóveda en sí. Detalles de metal se mezclan con el metal en sus cuerpos sin facciones ni mayores detalles aparte de sus manos de cuatro dedos más largos que los humanos.

Y lo más llamativo es la estatua o figura central de la cripta.

Una figura humanoide, casi tan alta como la pirámide misma, descansa sentada en un sofisticado trono decorado con tubos e infinidad de cables provenientes de todos los ángulos posibles, siendo lo más llamativo las enormes capsulas o vainas que penden del techo y conectan la escultura humanoide.

Muchas de estas capsulas, que pueden asemejarse a núcleos de curvatura en cierta manera, apenas brillan tenuemente y el resto están tan muertas como toda la tecnología hasta ahora hallada.

Tal vez un ingeniero o científico podría reconocer mucho de lo visible como colosales piezas y mecanismos propios de un impensable motor o centro de energía, solo que la forma escultural dista mucho de un típico mecanismo.

Y en el centro inferior del trono un túnel lleva al interior de la colosal estatua…

El esfuerzo que demuestra Cristina es notable con cada paso y cada escalón que avanza en las catacumbas alienígenas. Su fuerza por momentos parece menguar y cada tanto una tos sanguinolenta le ataca para dar inicios a momentos de debilidad.

Por el momento su apéndice extraño parece obedecer como su brazo original, aunque su desconfianza es auténtica ya que el mismo proviene de los organismos que ahora invaden su cuerpo lentamente.

Si la cuenta es acertada su vida no llegaría más allá del siguiente atardecer…

Aakesh no puede salir de su asombro. A cada paso que dan lo que ven sus ojos sobrepasa de mucho su conocimiento. Se encuentran en el interior de un complejo extraterrestre, con elementos incomprensibles para él, que hace que a cada momento se detenga momentáneamente para contemplar mejor algún objeto, elemento o maquinaria que se encuentra delante suya. Pero a la vez está disfrutando cada segundo, ya que, a pesar de la situación delicada en la que se encuentran, por fin se ha cumplido el sueño de todo explorador del espacio, encontrar las huellas de una antiquísima civilización.

-Parece que no hay señales de vida pero por lo que indican las lecturas, todo esto parece ser una especie de tecnología orgánica, similar a la que detectamos cuando nos encontramos con los Xhaguar.

Observó el brazo de la capitán

-Y tal vez podría tener alguna similitud con..."eso" -afirma señalando el brazo artificial de la capitán

-Por su antigüedad, medio millón de años aproximadamente, diría que no tiene  nada que ver con lo que hay en la superficie. Me atrevo a aventurar que la tecnología de la superficie es posterior y a posiblemente más atrasada, pero sin un buen análisis no deja de ser una mera hipótesis.

El ruido de lo que parecía ser maquinaria hizo que se detuviese durante unos segundos

-Si esto se ha activado por el ataque de Napoleón podría considerarnos hostiles. Si ya hemos de ir con cautela ahora más- Durante un instante recordó los cuerpos de los guardias y posibles eruditos que habían encontrado al principio

No queremos sufrir su destino

Se fijó en la capitán. Cada paso que daban parecía ser una tortura para ella, pero su determinación y coraje aún estaban intactos

Hemos de darnos prisa, el tiempo corre en su contra.

Se fijó en la estatua humanoide, ¿tal vez la representación de los constructores?, quien sabe. Había muchas incógnitas, ya que sólo habían comenzado a arañar la superficie de este nuevo enigma, que se sumaba a los ya anteriores.

Daniel posiblemente podría sacar algo más en claro de todo esto

-Creo que no nos queda más remedio que ir por ese túnel. Si me lo permiten iré el primero, pero con cautela.

Preparó su arma y levantó el escáner buscando señales de algún tipo, especialmente alguna trampa o arma.

-La verdad es que hay un notable parecido- Asintió a la pregunta de Aakesh mientras se movían por aquel lugar.

Mirando la construcción le resultaba difícil creer que fuera obra de los actuales habitantes del planeta cuya cultura y conocimientos se le antojaban arcaicos.

Se fijó en los cadáveres, aquella gente había muerto hace bastante tiempo y no por causa de los últimos ataques. -Qué ha ocurrido aquí.- No había indicios de vida, no tenía claro qué era lo que buscaban en aquel lugar donde todo parecía muerto y apagado.

Cristina no tenía buen aspecto pero avanzaba junto a ellos, Jankowsky deseó ayudarla, servirle de apoyo pero no se ofreció, probablemente ella rechazara su ayuda no solo por su orgullo, Jankowsky entendía que ella no quería sentirse como una carga para los demás. De todas formas la vigilaba de cerca parecía a punto de desvanecerse y su tos no era buena señal.

Se acercó a Aakesh y le habló procurando que Cristina no escuchara.

-La capitana necesita ayuda médica urgente-  Se lo dijom, aunque era una obviedad, solo pretendía mostrar su preocupación por ella y, de paso, presionar un poco al primer oficial para que actuara con rapidez de ser necesario.

Cuando llegaron donde estaba aquella escultura colosal se hizo la pregunta que supuso se harían todos. -¿Será esa la Madre Computador? Fijaos, algunos de esos núcleos todavía emiten cierto brillo ¿sería posible ponerlos en funcionamiento?

Cristina se estaba apagando a cada paso que daba, era como si la vida se le escapara y no pudiese hacer nada para evitarlo, cada movimiento, cada golpe de tos era un tormento contra el que sólo podía seguir aguabtando... No sabía muy bien para qué se molestaba en resitir... Tal vez para no poner las cosas fáciles a la semilla o quizás para seguir siendo ella mientras pudiera, el caso es que sabía que tenía la batalla perdida y todo lo que había a su alrededor carecía de sentido, para ella sólo existía el fugaz presente que se le escapaba de las manos con cada segundo que transcurría... 

No obstante en su empeño por seguir cumpliendo con su deber, tras mirar el magnífico y aterrador lugar en el que se encontraban, emuló al primer oficial sacando su escáner y realizando un escaneo de la zona mientras respondía a las preocupaciones de sus hombres con serenidad.

- Los médicos poco pueden hacer por mí, caballeros... Tan solo espero tener un final digno... En otro momento iría yo en primer lugar, pero sí... Vaya usted señor Mukherjee

Johnny creía que se había acostumbrado a ver de todo por el universo, pero la sala que estaban visitando y todo lo allí encontrado le provocaban ciertos escalofríos. Los vestigios de una cultura tan diferente y ancestral a la suya no hacía más que llenarlo de dudas sobre el origen y desarrollo de la misma. No lograba imaginar para que servían muchos de los objetos que veía. Lo que sí tenía claro eran los cadáveres con los que se habían cruzado. Tantos muertos ahí expuestos era como para avisar a los visitantes no deseados que no era bienvenidos.

El estado de la capitana lo interrumpió de esos pensamientos. Ella aguantaba, pero el deterioro de su salud cada vez era más palpable. No sabían hasta cuando podría aguantar, y lo peor es que no sabían que hacer para revertirlo. Aun así, ella no aflojaba y, dentro de sus posibilidades, seguía al pie del cañón.

- Vaya con cuidado, señor Muk. Igual hay algunas trampas o mecanismos de defensa.