Partida Rol por web

En la sala de transportes un alférez de ingeniería te saludó nada más entrar. Aparte de él no había nadie más. Ahora solo te tocaba... esperar. Y esa era la peor parte.

- Entendido. Prepárese para el transporte. – responde la capitana a su médico en jefe.

La respuesta de Connor no se hizo esperar.

- Preparada para el transporte- respondió la doctora en jefe de la Enterprise con calma

 “Doctora, prepárense para el transporte a la Australia. Nuestro oficial táctico quiere proveer personalmente a su seguridad. No he podido rebatir tal exigencia generosa.”

- Estoy preparada comandante... no me he movido del circulito con luces- la doctora se refería claramente a la plataforma de transporte desde la que esperaba con paciencia para ser transportada a la lanzadera- el teniente Vakro en persona... que honor, sabéis como hacer importante a una humilde doctora- bromeó

De repente, un fulgor aparece en la sala de transporte, y en la plataforma se materializan Vrako y los miembros de la lanzadera Australia, la alférez Kalina y varios de los hombres del equipo táctico.

Delante de ellos está la doctora, que esperaba para ser transportada a una de las lanzaderas o a la estación.

La alférez me abrió las comunicaciones tras darme las fatales noticias del estado de la lanzadera y... sentí aquel hormigueo en el estómago que precedía al sin fin de sensaciones que el transportador generaba en nuestros cuerpos. Era una lástima que aquello no sirviese también para recomponer las células dañadas ni los dolores que ya consideraba fantasma.

Al pillarme apoyado en la pared de la lanzadera y reaparecer en la sala de transporte, no me dio tiempo a recuperar la postura para mantenerme en pie y caí irremediablemente hacia atrás. Si ya tenía mis brazos doloridos, al igual que las costillas por la explosión de la Nueva Zelanda, junto con aquella sangre en mi rostro, ahora podría también presumir del golpe que acababa de darme en el trasero al caer. Dolorido y un tanto avergonzado por caer de aquella manera tan ridícula delante de mis hombres, me incorporé con la poca dignidad y orgullo que me quedaban en aquel momento.

Mi enfado era realmente considerable, más aún cuando avisé a la Enterprise de que esto ocurriría y que no me gustaba ser un cebo. Pero lo que realmente me dolía, era pensar que la doctora Connor estuviese en la lanzadera que explotó en mil pedazos cuando la alcanzó el torpedo. - Id todos a la enfermería. Que se aseguren de que están bien antes de mandarles a otra misión. - Ordené al equipo recién teletransportado. - Alférez Menen. - Detuve a la mujer antes de irse. - Buen trabajo. Me encargaré de que los mandos sepan de su buen temple.

Entonces me volví a llevar la mano a las costillas, las cuales me dolían más que mi culo o mi orgullo y observé como los hombres salían de la sala. Justo cuando volvía a encenderme, pensando en Connor y en la orden del gigante azul de enviarla a la otra lanzadera, justamente cuando mi ceño se fruncia y mis puños se apretaban, hinchando las venas de mi frente de odio y rabia hacia el andoriano, justo en aquel momento, fue cuando la vi. Estaba allí, de pie. En silencio. Seguramente aguardando su turno para ser transportada a algún sitio... quizás a algún punto en el mismísimo espacio. Y entonces, de manera francamente inusual en mi raza, sonreí con cierta felicidad en mi rostro a la doctora Connor, quien estaba visiblemente más sana que todos mis hombres y yo juntos.

- Doctora Connor, - La dije acercándome a ella y manteniendo la compostura delante del resto de tripulación presente. - creo que tiene trabajo en la enfermería. - Sentí el sabor de la sangre en mi boca. No sabía si era de la nariz o del labio, quizás una brecha en la cabeza. Daba igual, podía esperar. - Yo iré al puente a ver quienes son los culpables de todo esto. - Y con ello me refería tanto a quienes habían lanzado el torpedo, como las cabezas "pensantes" por llamarlas algo, que habían logrado con sus tácticas de mierda, que una lanzadera y su tripulación volase en mil pedazos y que casi perdiésen a la segunda.

Lena se había quedado esperando con paciencia para ser transportada a la lanzadera, sin embargo en vez de que llegara el aviso definitivo y se activara el halo de luz para llevarla a su destino, el halo se activo pero a la inversa, para mayor sorpresa de la doctora que lo primero que vio fue al romulano cayendo de culo y parte de los oficiales que habían ido con él, para después encontrarse de cara Vakro quien a pesar de ser tan romulano como era, le obsequió con una sonrisa a lo que la doctora contestó con un enarcamiento de ceja y el interrogante reflejado en su rostro.

- Doctora Connor, - La dije acercándome a ella y manteniendo la compostura delante del resto de tripulación presente. - creo que tiene trabajo en la enfermería. - Sentí el sabor de la sangre en mi boca. No sabía si era de la nariz o del labio, quizás una brecha en la cabeza. Daba igual, podía esperar. - Yo iré al puente a ver quienes son los culpables de todo esto. - Y con ello me refería tanto a quienes habían lanzado el torpedo, como las cabezas "pensantes" por llamarlas algo, que habían logrado con sus tácticas de mierda, que una lanzadera y su tripulación volase en mil pedazos y que casi perdiésen a la segunda.

- Sí... y con usted también tengo trabajo- le respondió de manera automática acercándose a su lado y posándole la mano sobre el rostro para inspeccionarlo con una suave caricia, imperceptible para los demás pero cálida para el teniente- ¡A la enfermería, todos sin excepción!- dijo con firmeza mirando a los ojos a su paciente, Lena gustaba de no mostrar sus sentimientos pero con el romulano a veces no podía controlarse, su brillo de preocupación la delató frente al oficial táctico- No me haga ordenárselo, teniente- y podía hacerlo como oficial médico en jefe. La doctora no iba a cambiar de opinión, si quería ir al puente primero tenía que pasar por enfermería.

Los miembros de la lanzadera empezaron a salir uno tras otro hacia la enfermería, a la espera de que lo hicierais vosotros dos. La última en salir fue la alférez Kalina, que asintió agradecida ante las palabras de Vrako, aunque empezaba a sentir el dolor de haber perdido a los compañeros de la otra lanzadera.

Alférez Menen. Buen trabajo. Me encargaré de que los mandos sepan de su buen temple.

-Gracias, señor. No... sirvió de mucho con la otra lanzadera, ¿verdad? -le dijo, apesadumbrada, antes de salir. 

Finalmente, solo quedaron el oficial de transporte, Vrako y la doctora.

Tras haberse marchado todos menos vosotros dos, la nave se escora lateralmente, haciendo que perdáis el equilibrio por un instante. El oficial de transporte se agarra a los paneles y logra mantenerse en el sitio, pero vosotros no disponéis de nada a lo que agarraros... salvo vosotros mismos.

La doctora que estaba esperando pacientemente a que Vakro le hiciera caso, ante el movimiento brusco de la nave terminó cayendo a los brazos del romulano incapaz de controlar su equilibrio, las hábiles manos de Connor volvieron a comprobar la bien torneada musculatura de su... "paciente" ¡Cualquier momento era bueno para meterle mano a Vakro! sólo que en aquel instante fue totalmente involuntario.

- Parece que están de juerga los del puente- comentó con ironía la doctora aferrada al cuerpo del teniente sin perder la compostura pero con un ligero rubor de las mejillas.

Sentí la caricia de la doctora en mi rostro, haciendo que mis recuerdos me hiciesen pensar en lo ocurrido horas atras, donde las caricias se sucedían con los besos y el placer de disfrutar de ambos. Pero no era momento ni lugar de pensar en ello, menos aún después de sus breves y concisas palabras.

Iba a replicarla, pero no delante de todos. Así que esperé en silencio tras asentir con la cabeza a la alférez. La verdad es que una parte de mí se quedó con ganas de decirla que no había culpa suya que la otra lanzadera volase en mil pedazos. Pero eso era algo que debía pensar ella misma y darse cuenta de que nadie hubiese podido hacer nada para evitar aquella desgracia. - Salvo que aquel torpedo fuese disparado hacia nuestra lanzadera y fuese precisamente el vuelo rodeando a la Nueva Zelanda lo que hiciese que aquel torpedo golpease y detonase con aquella lanzadera... - Pero hasta que no supiese el origen del torpedo, aquello era una teoría sin base ni valor. Y eso solo podía averiguarlo en un sitio.

- Debo ir al puente. - Dije serio a las indicaciones de la doctora. Realmente no podía mandarme nada, ambos teníamos el mismo rango. Pero claro, estaba la "otra parte"... que era la doctora y el paciente, donde sí podía ordenarme lo que fuera. Otra cosa es que la obedecira, claro estaba.

De pronto, una sacudida hizo que la nave se ladease y perdiésemos el equilibrio. En ese momento sentí los brazos de Connor aferrándose a mi dolorido cuerpo. Al dar un paso para atrás y evitar caerme al suelo de nuevo, en este caso arrastrando a la doctora conmigo en la caída, sentí una punzada de dolor en el punto exacto donde la espalda pierde su nombre. En la caída tras el teletransporte debí dañarme el maldito coxis.

Pero volver a tener a la doctora tan cerca, con nuestros cuerpos tan pegados de nuevo, fue todo lo que necesité para olvidarme de cualquier dolor. Mi olfato disfrutó de las fragancias que había usado la mujer en la ducha, durante los breves segundos que pude mantenerme abrazado a ella sin levantar sospechas. De no estar el oficial en la sala, seguramente que aquello hubiese terminado en algo más que un abrazo, donde pude disfrutar de la calidez de su cuerpo. Pero no era momento y menos aún lugar.

- ¿Se encuentra bien, doctora? - Pregunté a la mujer, separándome lentamente de ella, asegurándome que ninguno de los dos se caía. - Deberíamos irnos, antes de que esto vaya a peor. - Y la verdad era que no me refería a que la nave volviese a jugarnos una mala pasada, sino que la situación me llevase a agarrar un calentón y no ser capaz de controlar mis instintos más primaros, los cuales por cierto, estaban empezando a despertarse. - Prefiero una cómoda cama al duro suelo para caer en caso de que desde el puente decidan repetir la maniobra.

Como era de esperar el romulano se puso cabezota, eso de que los oficiales de mayor rango la contradijesen cada vez que su celo profesional le indicase que debían ser tratados primero en enfermería, antes de ir a acometer sus obligaciones, le producía mucho malestar, por no decir que le daba mucho por culo, pues la lógica de la doctora era que mientras que el cuerpo no se encontrara en optimas condiciones la mente tampoco lo estaba y todo aquello formaba una cadena que repercutía al resto de oficiales y tripulación de la nave. 

- Como imaginaba- había empezado a decir visiblemente molesta antes de que cayera en sus brazos y acto seguido cayera literalmente encima del teniente, al verse de aquella guisa, la mente de Connor se fuese "Al momento", lo que pasaba con aquel romulano no le había pasado con ninguno de sus pacientes y... teniendo en cuenta que no estaban sólos y que posiblemente, por los movimientos de la Enterprise, estaban en una situación de emergencia... no podía permitirse "Otro momento" por mucho que le atrajese la idea de quitarle el uniforme a bocados...

- ¿Se encuentra bien, doctora? - Pregunté a la mujer, separándome lentamente de ella, asegurándome que ninguno de los dos se caía. - Deberíamos irnos, antes de que esto vaya a peor. - Y la verdad era que no me refería a que la nave volviese a jugarnos una mala pasada, sino que la situación me llevase a agarrar un calentón y no ser capaz de controlar mis instintos más primaros, los cuales por cierto, estaban empezando a despertarse. - Prefiero una cómoda cama al duro suelo para caer en caso de que desde el puente decidan repetir la maniobra.

- Me encuentro bien, señor Vakro, gracias- contestó con rapidez recuperando la compostura e incorporándose con agilidad- sí, debemos irnos, parece ser que la danza va a continuar y... si no me permite asistirle va a tener serios problemas a la hora de volver a sentarse... por ejemplo- en aquel momento la mente de la doctora pareció tener una idea pues con la celeridad de un rayo sacó un tubo de su botiquín y no con menos habilidad se la clavó cual banderilla en el cuello al romulano- le acabo de administrar una solución para cicatrizar las heridas, evitar infecciones y aliviar el dolor, de momento va a poder ir al puente, pero si no se presenta en enfermería a los diez minutos, o lo que es lo mismo, el tiempo justo de informar a la capitán y ayudar a que dejen de jugar con los mandos... iré a por usted- aseveró muy seria aún con el tubo en la mano a modo de advertencia, Connor era consciente de que tenía trabajo y no debía dejar demasiado tiempo sólo a Perkins.

Estar con Connor, me hizo bajar mis defensas, hasta tal punto, que no me esperé aquel ataque a traición por la doctora y lo que era peor, intenté reaccionar y esquivarla, pero mi cuerpo magullado y dolorido no me dejó hacerlo a tiempo, sintiendo como me inyectaba aquella cosa en el cuello. - Augh. - Me quejé por el pinchazo. - Al menos podía avisar de lo que va a hacer. - Esta vez me quejé por la acción de la doctora.

Escuché sus indicaciones. - Creo que la daré algo más de diez minutos para que tenga tiempo de atender a todos lo que acaban de acudir antes que yo. Digamos que no me gusta mucho esperar ni las aglomeraciones. - Los efectos de lo que me inyectó comenzaban a hacer efecto. El dolor de las costillas, el más constante, se iba calmando. El problema era que al desaparecer aquel el de mi cabeza volvía. - La veré más tarde, doctora. - La guiñé un ojo, aprovechando que el oficial de la sala estaba a mi espalda y no me iba a ver el gesto y salí al trote hacia el puente.

Jor entra

¿Listos alféreces?  Vámonos. Los 6.

Energize.