Partida Rol por web

Asiento en silencio ante las palabras de Altra. Para ser sincero, nunca había sabido como llamar a un Jedi mas que Maestro, pero el tenía razón en algo... toda la galaxia había perdido mucho.

En cuanto la criatura apareció y las presentaciones fueron pertinentes, - Teniente Vikar Qel-Droma a su servicio, señor! - aportó a la presentación de Altra. - Estamos para servir -

—Encantado, caballeros —medita unos instantes la pregunta del jedi— Bueno, mi trabajo aquí ha sido una mezcla... interesante. No solo me encargo de las labores de contacto como intermediario diplomático, sino que además me he ocupado de conocer mejor la cultura de estas gentes. —Agacha la cabeza y las orejas y habla en baja voz— Y les aseguro de que para esta ocasión será algo que nos venga de perlas. Los sathari son un tanto desconfiados de los extranjeros, así que he tenido que trabajármelos de manera que colaboren un poco. —Vuelve a incorporarse— Los ritos de bienvenida comenzarán en cuanto entren conmigo a la gran Quolas —señala con la mano en dirección al árbol— No será nada aparatoso. Tan solo deben guardar las formas, dejar que todo fluya con normalidad y en nada tendremos la información que necesitamos. 

Una vez acaba de hablar, invita a los dos con un gesto corporal a acompañarle. Cerca del tronco, una especie de balancines hechos con lianas terminan de descender hasta el suelo. 

—¡Aquí está nuestra carroza, caballeros! —Se monta con comodidad, como si lo hubiera hecho cientos de veces— Adelante. Al principio da un poco de vértigo, pero es bastante seguro. O al menos yo no he tenido ningún accidente antes, vamos. 

En cuanto suban, los balancines comenzarán a alzarse metros y metros hacia arriba. Tanto como para ver la extensión casi completa de la jungla por varios kilómetros.
En cierto punto, ambos pierden de vista el impactante paisaje y pasan a una oscuridad casi absoluta. Los ojos tardan en acostumbrarse, pero con la ayuda de unas pequeñas luces verdosas esparcidas por el ambiente, consiguen adaptarse con mayor facilidad. Una gigantesca ciudad bajo la copa del inmenso árbol, unidas por puentes tallados en las ramas del propio árbol, o hechos con la madera extraída de este. También tenéis la oportunidad de ver a algunos sathari volando de plataforma en plataforma, o cruzando los puentes: aves humanoides de vivos colores, robustos y ataviados con ropas de cuero y piel (algo extraño teniendo en cuenta que no habéis visto ni un solo mamífero nativo desde que habéis llegado).

—¿Increíble, verdad? —el cantrosiano pone una sonrisa de complacencia mientras observa— A nosotros se nos espera en ese bulbo de ahí —señala en dirección a una de las esferas imperfectas que cuelgan del tejado de hojas y ramas—. 

No tardáis en alcanzar una plataforma que conecta con varios puentes distintos destinos. Marnus coge uno de los puentes liderando al grupo hasta llegar a la entrada del gran bulbo, donde una pareja de sathari montan guardia; sus pezuñas emplumadas aguantan firmemente unas lanzas de acero bastante particular.
Marnus hace un gesto para que le sigan y, tras atravesar un pasillo de paredes anudadas, se abre ante la vista una gran sala vacía casi por completo.
Solo es posible ver gracias a unas luces colocadas estratégicamente con el fin de dar una sensación muy concreta. El efecto que evoca es el de ayudar a proyectar las enormes sombras de las tres figuras de tres sathari sentados en sus respectivos tronos. Frente a estas figuras se encuentran otros tantos sathari con apariencias igual de cuidadas o más humildes.

El cantrosiano se adentra en la pequeña corte y realiza una reverencia hacia las tres figuras empezando por la del medio. Al jedi y al comando les indican mediante gestos que se mantengan alejados de los tronos. Mientras, Marnus conversa en una lengua que jamás habrían oído ninguno de los dos. Un habla gutural que también utiliza chillidos muy agudos, y que parece ser bastante cansada de practicar por lo parones súbitos del cantrosiano durante la conversación.
El sathari del centro, de plumaje azul muy claro, casi blanquecino, dice algunas palabras en el mismo idioma y hace un gesto hacia el que se encuentra en el asiento de su derecha. Este sathari, de aspecto más juvenil, se levanta de su trono y recoge un bol de las garras de otro sathari que se lo ofrece con una leve reverencia.

Marnus se aparta de su camino y vuelve con los recién llegados sin dar la espalda a los tronos, quedándose al lado de ambos. 

—Es un poco ácido, pero os lo podéis repartir —dice el cantrosiano entre susurros— Eso sí, no dejéis ni una gota —recalca con un gesto del rostro—. 

El joven sathari se aproxima a los diplomáticos, y le extiende el bol al jedi. En cuanto lo coja, esperará frente a ellos hasta que ambos beban. Toda la corte les observa.

Nellen no captaban nada con sus montrals, nada importante, sentías las hojas de los árboles mecidos por los vientos, los pájaros, animalillos que no eran del tamaño de unos convorees salvajes y la energía de la estrella solar, sentía demasiadas cosas pequeñas como para captar la presencia de algo hostil, odiaba la naturaleza.

—De momento ni un alma,Esssscarlata— La voz de trandoshano sonó en el auricular, tranquilizándola un segundo, él al menos parecía en calma, Nellen le miro de reojo, había desenfundado su rifle H-316 apoyado en el marco de la ventana, parecía un ángel exterminador, dispuesto a atravesar cualquier cosa que se moviera y partirla en dos, cuatro o dieciséis trozos, a placer de la sangre fría del trandoshano.

A la líder de la banda le pareció hermoso la capacidad de daño que podía producir su piloto, admiraba con orgullo el manejo del fusil de su compañero y competidor de tiros al blanco. Nellen sintió algo de pena por los posibles asaltantes, que el fusil de Kwerts les diera caza.

—No percibo nada aún, Ebano—Argumento bajito la chica de la piel bermellón. Miro la casa de poco inmobiliario en la que se había atrincherado, ¿Por que estaba todo revuelto? ¿ La gente de la villa? Todos parecían haberse esfumado con mucha prisa, dejando incluso objetos de valor, Olía muy mal, todo el asunto que de por si ya era turbio ahora se había convertido en una apestosa alcantarilla y los dos estaban de mierda hasta el cuello, ¿Era una trampa? ¿Tan tontos eran de tendernos una trampa?. Encaro al emplumado, casi empujándolo a la pared, con el arma.

—No me has contestado a mi pregunta, lo voy a repetir por última vez. ¿ Me dices donde están tus putos amigos o me dices donde quieres un beso de mí blaster?— Nellen le encantaba jugar al juego de la Togruta loca y el bueno de Kwerts pero esta vez estaba sola en la intimidación con el pájaro adicto al Xec-T, iba a intentar o bien atormentarlo hasta que cagara un huevo junto a la información o sacar aquella bolsita de su bolsillo, para ofrecerla a cambio de información.

Al menos había servido de algo no darle droga en la nave, lo tenía agarrado del pico y no pensaba soltarlo hasta saber exactamente que estaba pasando y como coño salir con la droga y con el dinero por la sucia jugarreta que les habían tendido.

El sathari se pega lo máximo posible contra la pared en cuanto ve a Nellen acercarse con intenciones hostiles. Suelta la droga para taparse el rostro con sus garras emplumadas y, mientras le amenazan, intenta hablar en básico galáctico estándar, aunque sin poder reprimir los chillidos agudos característicos de los de su especie.

—¡¡A-aquí EEEEEEK!! ¡¡GAAAAK!! ¡¡No tru-EEEEK, no truco!! —intenta revolverse para soltarse. Está mucho más nervioso que antes.

Nellen comienza dolerla la cabeza debo a los graznidos del yonki emplumado quiso callarlo metiendo el cañon del gaznate, aunque sabía que era mala idea. Incluso su piloto se había sobresaltado con los chillidos.

—Muy buena, Kellen Zoh—Se dijo para sus adentros.—Tienes que callarlo—volvió a pensar. Guardo el arma con cuidado, el Shatari parecía estar a punto de dar un infarto, sus manos casi desplumadas, se agarra el pecho de color blanco, que este bajaba y subía todo el rato desenfrenado. Muerto no valdría de nada. La mano de la joven Togruta, coloco en el bolsillo sacando aquel sople de droga amatista, la movió a los ojos del emplumado.

—No hemos empezado con buen pie, yo soy Escarlata, el hombre del fusil es Ebano, y tu eras ¿Bret? ¿Quell? ¿Tenh’un?, bueno somos amigos ¿no? Te hemos llevado a tu tierra, con los tuyos y ahora bueno, —Decía moviendo la bolsa un poco, haciendo que las piedrecitas saltaran—¿Te apetece?— Aquel emplumado avanzo unos pasos temorosos hacia la Togruta, y ella cerro la mano, ocultando aquella bolsita. —Seguro que a tus amigos también les interesa ¿no? ¿Dónde están?—Dijo volviendo a sacar aquella bolsita jugando con la distancia.

—Kaaaa... Kaaaa... —El sathari parece intentar decir algo, pero no termina de sacarse las palabras del pecho—. Se mueve con la misma torpeza de antes, aún con el miedo en el cuerpo, y un tanto desconfiado por el cambio de actitud repentino de Nellen. Es notable el estado de abstinencia del pájaro, con esos ojos negros como el vacío del espacio casi desbordando las cuencas. Eso, sumado al estrés de todo lo que ha vivido hasta ahora, lo ha dejado hecho una piltrafa patética.

Nellen escucha de nuevo la voz de su compañero en el oído.

—No esssss por apurarte, jefa, pero no creo que sea seguro quedarnossss aquí más allá de la noche.

Desde dentro de la cabaña se va notando cómo cae la luz de la tarde poco a poco. El sitio parece limpio y hay posibilidad de ponerse cómodas, pero la experiencia enseña que bajar la guardia a menudo lleva a los peores finales.

Aquello de Ritos de Bienvenida no me causaba ninguna gracia, cuando estaba a punto de interrumpir a nuestro extraño diplomático, el se adelantó y dijo que no era la gran cosa. Mejor... estaba menos preocupado.

Nunca había visto a esta especie y esto si que era diferente a Coruscant. Todo esto... construido de forma tan primitiva y aun así, tan perfectamente. Me sentí un niño en un patio de juegos y no dudé por un momento a la hora de subirme a esos balancines. Esta era una experiencia para vivirla!

Conforme nos acercamos a donde estaban los líderes diplomáticos hice lo posible para saldudar solo con gestos de la forma mas respetuosa posible, imitando a nuestro traductor.

Y aunque sabía que debíamos bebernos aquella cosa, no estaba preparado para algo tan horrible. Todavía no sé como hice para aguantarlo.

Si lo que dice es cierto estamos de suerte si tiene la gentileza de presentarnos y terminar de allanar el camino. -Dijo acompañado de una pequeña reverencia.

Se sienta en uno de los balancines con algo de inseguridad pero al ver como lo hace el emisario no tiene mas que copiarle -Nada de accidentes, un lujo que no nos podemos permitir.- Bromeó.

Peri si se permite el lujo de dejarse llevar y disfrutar de las vistas a sabiendas de que algo así se quedará guardado en su memoria para siempre. Hubiese sentido un vértigo atroz de no haber montado cientos de veces en naves que viajaban a mas altura que esa sin tener en cuenta las espaciales.

Lo que si que no se esperaba era ver toda una ciudad arbol, Sabía de los wookies que tenian aldeas y pequeños poblados pero esto era otro nivel, otra liga. De igual modo la población de allí también es fastuosa a su manera.

Llegan con las indicaciones de Marnus a lo que parece la sala de audiencias de los que gobiernan ahí y en todo momento siguen las indicaciones sin rechistar. En particular la de no dejar ni una gota aunque tardó un poco en entender a que se refería, cuando le trajeron el recipiente lo entendió. 

Su compañero bebio primero y su cara de asco y de estar pasándolo mas le hizo tener muchas reservas y dudar un instante cuando le ofrecieron el bol.  Sabiendo lo que estaba en juego tomo aire, sujetó el recipiente y bebió lo mas rápido posible, como un jarabe.

Conforme va bebiendo, Vikar comienza a sentir un líquido semi espeso bajar por su garganta. Al principio pica ligeramente, pero a medida que traga, la acidez se hace más y más fuerte. Aún así,  aguanta estoicamente y pasa el bol al jedi.
Altra tiene menos suerte: el ácido es más fuerte de lo que creía, lo que le provoca una arcada que le hace detenerse un instante. A pesar del ligero contratiempo, consigue tragar lo que resta del líquido y devuelve el recipiente al sathari.

Marnus mira la escena con intriga, y tras ver que todo va bien hace, disimuladamente, un gesto de felicitación a los dos humanos. El joven sathari no cambia casi nada su expresión, pero asiente con aparente conformidad ante los extranjeros antes de volverse a su sitio.
El resto de la sala se limita a observar al sathari del trono central, que parece evaluar la situación.

Pasan unos minutos que parecen horas, hasta que el sathari anciano dice algo en su idioma, se levanta y se retira a una sala cuya entrada se ocultaba tras el trono. El joven y la aún más joven sathari quedan en sus asientos. A la vez, los guardias os dan un toque con sus armas como gesto para que caminéis hacia delante, en la misma dirección que el viejo sathari. Marnus os acompaña mientras os habla.

—Parece que ha ido bastante bien. —Dice mientras mantiene la mirada al frente— Mi primera vez también fue muuuy tensa. No creí que pudiese aguantarlo. Bueno, de hecho no lo hice: en cuanto me dejaron tiempo en solitario, vomité hasta la cena de la noche anterior.

La sala colindante a la de los tres tronos es mucho más pequeña, pero a la vez cuenta con más mobiliario. Aparte de los muebles más comunes, lo que destaca es una hoguera de fuego verdoso, que se encuentra encendida en medio de la habitación. Al fondo de esta, se encuentra el viejo sathari, ya sentado en otra silla mucho menos ostentosa que su trono. Más cerca de la entrada, preparado para vosotros, se encuentran otras tres sillas de igual confección a la del anciano.
Marnus espera a que le indiquen que se siente y hace lo propio.

—Oh, siento que no haya habido una presentación más directa. —Se aclara la voz— Este honorable sathari es Qip Tun, Gran Sanador de Arbooine. Es un título, nada que ver con ninguna profesión. Los otros dos son su hijo e hija, que reinan al mismo tiempo que su padre. Una triarquía, hmm. —Pone cara de ponderar esa idea— Eh, en fin. Haré de traductor, para...

Qip Tun levanta la mano mientras se expresa en su lengua. La aspereza de su voz es lo más llamativo, además de no parecer muy interesado en respetar los tiempos de habla de los demás.
Empieza a proferir una serie de chillidos agudos y semi-agudos, acompañando sus palabras con los movimientos de sus garras. Todo esto mientras mira fijamente el fuego.
Marnus os va traduciendo conforme el viejo se tome unos segundos para retomar el aire, por lo que no le deja mucho tiempo para hablar en detalle, pero os quedáis con la idea principal:

"Los sathari, pueblo amable, fuerte, voluntarioso, debe mantener su conexión con la vida a toda costa. Los extraños de piel fría, que acechan noche y día, quieren hacer daño al pueblo amable. Los sathari se defienden con su resistencia heróica, oponiendo lucha allí donde se necesite. Sin embargo, el mal de los extraños es letal y supera cualquiera de las estrategias de los sathari. Saben que la conexión con la vida es su principal fuente de fuerza, y por ello arrasan todo el verde hasta solo dejar tierra seca y ceniza. Por el momento la muerte no ha seguido, pero esperan que no tarde mucho en volver a empezar.
Ahora mismo los extraños de piel fría se encuentran a muchos kilómetros hacia el norte. No saben nada sobre sus acciones, ya que al acercarse al final de la línea de árboles, los exploradores resultan muertos al instante, después de que se produzca un parpadeo fugaz en el aire.
El pueblo amable pide la ayuda de quien pueda ofrecerla. Cualquier ofrenda de asistencia será tratada como ofrenda de paz, y la paz hace que la vida perdure. Los amigos de la vida, serán amigos de los sathari por siempre."

Marnus queda exhausto después de su labor de traducción, mientras que el viejo sathari parece estar como si nada.
Se os deja un tiempo para que reflexionéis y penséis alguna pregunta que podáis tener antes de partir.

Nellen acercaba y retraían la bolsa con aquel rosa amatista que al Sathari de nombre desconocido deseaba tanto. Como si de una caña de juegos para Cathar recién nacidos. Intentando ganarse la confianza del paranoico.

—No esssss por apurarte, jefa, pero no creo que sea seguro quedarnossss aquí más allá de la noche.—Oyó a Kwerts hablarle a través del comunicador, lo que desanimo a la que parecía la única chica de la despoblada villa.

Estaba claro que entre el estrés del viaje y el grado de abstinencia del contacto ese día no iba a poder terminar aquella transacción tan importante para negocio. Se dio por vencida por lo menos ese día.

—Oye emplumado, vienes con nosotros a un sitio donde hay más de estas bolsitas ¿verdad?—Dijo guardado la bolsita otra vez en el pantalón. —Ebano, ¿crees que nos puedes llevar a la capital? —Dijo mientras, se apoyaba en el marco de la puerta—Hoy es inútil, quizás cuando este en pleno subidon nos cuente algo más útil, me niego a creer que no sabe nada, ¿quizás en un hotel una noche, podríamos descansar por turnos? ¿Estas conmigo?

El sathari intenta agarrar la bolsa si apartas la mirada, pero tras guardarla se queda en el sitio con las garras en la misma posición, como si se hubiera congelado por unos instantes.

Krewst se aleja del borde de la plataforma sin despegar el pecho del suelo, y poco a poco va avanzando hacia el interior de la cabaña. Una vez dentro se queda agachado y coloca su arma y equipo a un lado de la habitación.

—Puessss si te digo la verdad, jefa, no creo que encontremosssss algo mejor que esto por ahora —el reptil se acomoda como puede junto a Nellen— Desconozco si siquiera vamos a ser bien recibidosssss en la capital, o dónde está. Estos pajarracossss no parecen ser una gente muy avanzada. Lo que se me ocurre es intentar volver a la nave y hacer noche allí, o a las malasssss hacerlo aquí y buscar a esos tipossss mañana. No sé...

Al oirle decir eso y con lo que has visto hasta ahora, dirías que lo más probable es que los sathari tengan una existencia sencilla y de poco contacto con otras especies. No habías oído hablar de Arbooine hasta que los aqualish con los que acordaste el trato te dieron la localización del planeta.

La habitación se oscurece poco a poco mientras habláis, a la vez que el aire húmedo se vuelve mucho más frío.

—Yo estoy siempre contigo, jefa. —Se frota los brazos con las garras, intentando darse calor— Tú ordenasssss.

Todavía no podía sacarse el mal gusto de la boca, tenía que pensar en otra cosa para sacar eso de su cabeza. - Gracias... - dijo a Marnus aclarándose la garganta. Admiró lo sencillo que todo parecía en el lugar y como todo parecía hecho de forma artesanal, sin mencionar el fuego de color... verde. Eso si que era algo que veía por primera vez.

Tomó asiento en cuanto le hicieron seña y escuchó atentamente. Acaso piel fría era una forma de referirse a los droides? Y esa muerte instantánea... un campo de fuerza tal vez.

- Estamos aquí para ayudar, majestades. Vamos a hacer todo lo posible para nosotros y la república los ayudará también - Pero no había forma de hacer nada, sin antes saber con qué estaban lidiando! - Intentaron hacer el acercamiento por vía aérea? Tal vez volando puedan ver mejor qué hay en el norte -. Estaba seguro de que era algo que ya se les había ocurrido... pero no estaba de mas preguntarlo.

La Togruta cerro los ojos un segundo y respiro hondo, intentando silenciar por un segundo el mundo, espirando por la boca. Era su pequeño ritual antes de tomar cualquier decisión importante, pocas de las cosas que aún conservaba de su niñez.

—Ebano perdoname, a veces pienso, que sabes todo y que me puedes llevar a cualquier lado—Dijo apoyando la mano en su hombro y dando unas palmadas secas—No me quiero arriesgar a que bajen demasiado las temperaturas y te adormezcas, no conozco este planeta lo suficiente y hay demasiados bichos que turban mi ecolocalización, volvamos a la nave, allí tenemos lo necesario. Pero me temo—Dijo girándose con sus tacones hacia el nativo de Arboinee—que él no esta ya en condiciones de seguir.

Volvió a sacar él sople, abriendo aquel cierre hermético y tocando con el deso ese polvo rosáceo. Pringando su dedo y volviéndolo de un tono rosita. —Bueno colega, estos eran 0,2 o 0,3 como mucho, no va a saciarte, pero al menos te calmara, si llegamos a la nave. Tendrás 0,5 o 0,6 y ahí si te darás un buen viaje. ¿ya sabes como se hace no? Ya eres un experto.

El Shatari se le acerco extendiendo las palmas hacia el suelo, Nellen unto en la beta de una de sus plumas añil el Xec-T, sintió como la oscuridad de los ojos del contacto avivaba una luz rosácea, como volviéndose a la vida.

Nellen no pudo evitar fijarse bien en las grandes perforaciones, donde debían de haber plumas, y ahora solo costras de sangre seca. Retiro la mano con cuidado limpiándose en su cortavientos el pringue. Observo como el Shatari chupaba la pluma con la droga, como intentando limpiar, con tanta ansia y espero que cerraba y abría el pico de manera descontrolada hasta que ¡Zas! Arrancándose la pluma haciendo que un pequeño hilo de sangre callera al piso. Noto que el emplumado parecía no afectarle el dolor, es más, respiraba muchísimo más lento, no iba a quedarse dormido, pero algo le había cambiado.

—¿Colega….?—Dijo Nellen que nunca había visto tal grado de adición, el individuo la miro a los ojos por primera vez desde que iniciaron el viaje—Vas tú primero—Esta vez la Togruta no le dio la bolsa, no le gusto nada aquella mirada, aunque fuera fugaz—Venga,— dijo poniéndose detrás de él.

Sin embargo, su mano no soltaba el mango de su DH-17.

Marnus se recompone y traduce tanto la pregunta como su respectiva respuesta, siempre con un significado bastante literal.

"Por tierra o por aire los buenos hijos no vuelven a despertar. Más allá de los árboles los sathari no pueden pasar. Los exploradores ven de lejos un montículo y dos figuras enjutas que se iluminan en la noche. Nada más."

Krewst recoge sus cosas de inmediato y se coloca en la retaguardia. El sathari, ahora mucho más "despierto", encabeza de nuevo la marcha. Parece inestable, pero crees que aguantará lo suficiente como para no hacer ninguna locura mientras tengas el resto de la droga en tu posesión.

La noche no tarda en hacerse presente mientras regresáis los tres a la nave. La fauna nativa, mayormente aves, permanece en completo silencio. Solo es posible notar una leve corriente de aire cada vez más frío, que os hace apretar el paso conforme empezáis a helaros.

Nada más llegar a la zona de aterrizaje, habiendo salido de entre la espesura, Nellen puede fijarse en que parte de sus cajones de transporte y cargamento de su nave, se encuentra desperdigado por el claro. Tomando la perspectiva correcta, lo que parece ser un grupo de droides, se encuentra rebuscando la nave. Poseen linternas integradas y van claramente armados.
El sathari no parece estar demasiado al tanto, quizá por el colocón que lleva encima, y sigue andando hacia la nave a menos que lo agarres. Krewst se entera poco después que tú y observa la escena, paralizado y tiritante.

Para que engañarse, aquel mejunje casi acaba con el, era lo peor que había probado en su vida y ni siquiera estaba seguro de como ha logrado no devolverlo todo junto con el desayuno.

las horas pasan y por fin son atendidos, a veces este tipo de eventos están sujetos a un protocolo tedioso pero franqueable.

Se comienza a explicar la situación y es mas o menos como el se imaginaba, de esas ocasiones que detesta tener razón. -Marnus, por favor. Pregúntale si tienen la amabilidad de guiarnos lo mas cerca posible y también que nos den algo de comida y agua. -Recapacita sobre eso último. Algo que no sea aquella sustancia. 

Marnus vuelve a traducir.

"Los sathari pueden guiar a los amigos desplumados. Cerca, pero antes de la línea de árboles. Daremos agua dulce y fruta paugi para aliviar su sed y hambre. No hay que preocuparse, nada de pasta amarga."

El viejo sathari no puede evitar soltar un par de carcajadas durante esa última parte.

Una vez resueltas las preguntas y habiéndoos facilitado el equipo solicitado, os asignan a tres sathari que os guiarán hasta una distancia prudencial cerca de los droides.
Marnus no parece que vaya a acompañaros, pero os dedica unas palabras antes de partir.

—Supongo que no está de más recordarles que esta gente depende de nosotros para sobrevivir a... bueno, lo que sea que signifique la presencia de esos droides enloquecidos aquí. —Mira a ambos con gesto de preocupación— Hagan el favor de ir con cuidado. Ah, y el rey Qip Tun les da sus mejores deseos. Lamenta no poder venir a despedirles en persona, pero está seguro de que la vida de los bosques les protegerán.

Comenzáis a descender en los balancines que utilizásteis para subir, y si miráis hacia arriba, podéis ver a un nutrido grupo de sathari que se asoma desde distintos puntos de la ciudad para observaros.
Una vez en la base del árbol, os encontráis con los tres exploradores: unos sathari muy bien pertrechados con armas y armadura de bronce decorado. Por las cicatrices en sus cuerpos y los excesivos adornos engarzados en sus plumajes, podéis presuponer que son tipos experimentados.
No tardáis en comenzar la marcha, ya con la luz de la estrella escondiéndose en el horizonte de árboles.

[Música recomendada]

Tras una buena caminata la noche termina por envolveros, lo que os permite mimetizaros mejor con el ambiente.
Los sathari os conducen cerca de esa línea de árboles tan cacareada, pero a partir de cierto punto se detienen. Os hacen gestos con las lanzas, como para que continuéis por vuestra cuenta mientras ellos montan guardia.

Si os termináis por acercar al borde de la jungla, es fácil darse cuenta de que ese enorme claro que se abre frente a vosotros es completamente artificial. El lugar donde aterrizásteis también se había dejado limpio de árboles a propósito, pero tanto el tamaño como la manera de hacerlo dejaban claro que quien lo hubiera hecho tenía respeto por el ambiente. Este no es el caso. Los droides han purgado lo que parecen ser unos cuantos kilómetros cuadrados de verde con fuego y otros medios más toscos.
El lugar está desierto casi por completo, con la excepción de un montículo de tierra que se levanta casi en el centro del amplio claro. Junto al montículo, dos droides con sus respectivas luces integradas, indicando que se encuentran activos; como varios puntos rojos diminutos en medio de una oscuridad casi completa.

Algo en el ambiente provoca una resonancia con el jedi, pero no tiene claro cuál es su interlocutor ni qué quiere transmitirle.

Teniendo en cuenta la situación y vuestras órdenes de reconocer al posible enemigo, ¿qué haréis?

Gracias al cortavientos a Nellen, el frio se le hacía más ameno, le sorprendía mucho los cambios de temperatura, siempre le habían llamado la atención debido a que no recordaba ni un día frio en Shilli, eso era las cosas del espacio. Reconoció aquella palmera que estaba cerca del claro donde el Trandoshano había conseguido aparcar la vieja nave. No logro ver lo que pasaba hasta casi que el Shatari estaba entrando en el claro. Eran 5 droides, o eso había conseguido percibir, tenía una luz integrada a la altura del hombro, e iban armado con lo que parecía una metralleta negra con una correa que la sujetaban, estaban revolcando su nave. Abriendo casa caja sellada, y desperdigando el contenido no útil por la tierra. Agarro del hombro al Shatari antes de que su garra tocara el campo descubierto, y silenciandolo con su antebrazo. Escondiéndolo detrás de una gran palmera. —Mierda—Pensó—¿Como se atreven a desvalijar la nave? No solo no he podido cerrar el trato como me pretendía que estas latas en atún se quieren llevar lo que tenemos.¡Vais a pagar la osadía!.

—Escucha colega, no hables ¿Vale? Y te quito el antebrazo de la boca—Dijo mientras que esperar que asintiera, una vez lo hizo la retiro—Vale, escucha...Nuestra nave tiene una interfaz de reconocimiento—Se invento—A si que solo nos puede ver a nosotros, a si que te tienes que quedar aquí, con los ojos cerrados. Esperándonos. Ya que no quiero que nos veas.—Dijo hablando bajito.—Si te portas, la bolsa es tuya. No vengas, ni mires nada. Hasta que yo te lo diga. Ya sabes los colegas se apoyan.

El Shatari parecía estar más adormilado, la Togruta miro a Krewst quien se había escondido en el tronco. Consciente de lo que estaba pasando. Nellen saco el arma de su funda y mientras que su piloto la imitaba. LA togruta comenzó levantando de su mano derecha el meñique y el indice, señal que cada uno ira por un extremo del claro, asintió el reptil. Cerro el puño y volvió a levantar tres dedos llevándolos a su pecho, indicando que ella intentaría matar a tres de los cinco. Volvió a cerrar el puño y levanto dos dedos para luego señalar a su piloto, indicando que él mataría a dos como mínimo. Asintió una vez más Ebano. Cerro el puño y sin abrir un dedo toco su torso y luego el suelo, indicando que ella empezaría el tiroteo. Volvió a bajar la cabeza en señal de que había captado aquel complicado conjunto de señas. Nellen fue por la izquierda del claro, arrastrándose por la densa flora que delimitaba el campo.

Cuando por fin encontró el hueco donde había una visión más clara de los objetivos, decidió encañonar el arma hacia el primero…

La situación parece manejable para alguien de tu experiencia, pero esta misma también te recuerda que subestimar al enemigo es peligroso.

[Música recomendada]

El grupo de droides está desperdigado por la zona: dos junto a los cajones descubiertos, alejados de la nave; otro terminando de subir la rampa; y otros dos asegurando el perímetro.
El ataque comienza a tu orden, con Krewst disparando primero sobre uno de los dos que vigilan el perímetro, y luego sobre el otro.