Partida Rol por web

--¿Altra? ¿Qué ocurre?-- La voz de la togruta perforo el silencio tenso que se había formado en aquel taller de manera improvisada. Nellen no entendía nada de diplomacia e incluso hablar como la representante de la república le parecía una obligación demasiada pesada. 

Nellen ve como apuntan al joven humano impulsivo, y una parte de ella, le nace para protegerle cubriendo con su cuerpo, el vulnerable cuerpecillo de Viktar. -- Cuidado...-- Le susurra-- No quiero ver mas sangre.-- Le aconseja.

La mujer berbellón comienza a dudar de Altra, ¿Qué es lo que esta pasando?

Prizchtus se gira como un resorte en dirección a tu voz sin moverse del sitio.

—Fuera quien fuera tu amigo, ya solo queda Amatis. Mi querido Amatis —Vuelve a mirar a Altra en silencio.

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El jedi, por su parte, le mira con una expresión de odio furibundo. Pero puedes ver en sus ojos que no está mirando a una amenaza desconocida, sino a alguien del pasado. Una lágrima se desliza por su mejilla, pero no le quita la mirada.
A decir verdad, el peso que sentías antes con la voz, ya no lo sientes.
Vikar mira con desconcierto la escena y espeta algo por lo bajo.

—Por todo lo sagrado, ¿qué...?

Altra, o quien antes fuera Altra, saca su sable láser y se lanza contra Prizchtus con una rabia desatada indigna de un jedi. Al mismo tiempo, Krewst reacciona casi por instinto y se gira hacia uno de los guardias tras vosotros, le hunde la cabeza de un puñetazo y le quita su arma. Dispara al otro, que cae al suelo junto a su fusil. Vikar se tira al suelo y se esconde tras uno de los cuerpos de los droides como puede, intentando evitar el fuego enemigo.
Prizchtus despliega de sus antebrazos unas hojas eléctricas que frenan los sablazos iracundos de Altra, que no hace sino empeñarse en atacarle.

—¡Rápido, activa las cargas! —grita Vikar histérico desde el suelo, mientras saca su propio control remoto y lo acciona. Notas un desbalanceo que casi te hace caer al suelo, pero logras aguantar.

La togruta percibe todo a cámara lenta en cuanto la descarga de adrenalina toca su órgano vital guardado en su caja toráfica, Nellen reconoce que reacciona tarde, pero cuando Kwerts golpea al droide , el fusil cae, intenta recogerlo pero la segunda ola de la nave hace que Nellen estampe su cabeza contra el suelo. Haciendo que se sienta algo desorientada. 

Mira un rincón, he intenta salir corriendo a esconderse, aunque sabe que lo necesita es salir de allí ya.  Intenta levantarse para correr hacia allí, pero encuentro se reincorpora su visión se nuble y vuelve al suelo, reprimiendo una gran arcada.

Unas gotas de sangre, caen por su mejilla, quizás el golpe fue demasiado severo.

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Las explosiones desestabilizan ligeramente la estación, pero sabes que permanecerá orbitando mientras no se vuelen las cargas del soporte vital.
Krewst se fija en tu situación y te cubre poniéndose delante, no pudiendo evitar llevarse algunos disparos que le dejan bastante tocado. Se mantiene en pie de milagro, abriendo fuego constante hasta destruir a los guardias. Pero detrás vuestra, por el pasillo, se acerca otro grupo bien armado que abre fuego sobre ti y Krewst. Recibes algunos disparos que te dejan tocada, pero con capacidad para moverte. Vikar aprovecha que ya no recibe fuego para salir a por los mandos, y usa un panel para cerrar las compuertas y despresurizar algunas zonas del astillero.
Las puertas se cierran, protegiéndoos de los disparos enemigos, lo que os da un respiro para decidir lo que hacer.
Krewst cae al suelo con el cuerpo agujereado por lásers, claramente malherido.
Altra por su parte arrincona con presteza a Prizchtus a un lado de la habitación, quien parece defenderse también con mucha habilidad. Vikar se os acerca a ti y a Krewst para intentar curar las heridas más mortales mientras os grita algo.

—¡Espera, espera, déjame a mí! —saca rápidamente una especie de aerosol que aplica sobre vuestras heridas, que escuecen, pero que poco a poco irán cerrando— ¡¿Dónde está tu detonador?! —esto último lo dice mirándote a ti.

Tras vosotros, de la puerta comienzan a saltar chispas y abolladuras. Vikar se fija en el hecho y se queda pálido.

Todo se sale de control a tu alrededor. Se te pasa por la mente detonar las cargas, pero sabes que hacerlo en esta situación puede poneros en peor circunstancia para escapar. De no hacerlo, probablemente os terminen tiroteando cuando atraviesen la puerta. Y el jedi parece demasiado ocupado con sus propios asuntos como para importarle un mínimo lo que ocurra.