Partida Rol por web

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Sólo la alarma, constante y repetitiva, rompía el repentino silencio.  Después de agónicos minutos donde las ensordecedoras explosiones se producían por momentos, el ruido de los blásters había sido tan constante que se hacía extraño el no oírlo, la ausencia de los gritos trasladándoos del ruidoso infierno al silencio del limbo.

Hubo un leve clic, la luz de algunas puertas pasó del rojo al verde. ¿Señal de peligro? ¿O de paz? Las puertas llevaban cerradas desde principios del incidente.

Hacía quince minutos, la nave había sido puesta bajo ataque. La tripulación, cogida por sorpresa, no había sido capaz de organizarse. La defensa había sido un fiasco, los atacantes habían abordado la nave, disparado a matar, robado todo lo que había que robar y se habían retirado.

Cuando todo empezó, Mad Red estaba andando por un pasillo, pad de información en mano, buscando desesperadamente en el mapa de la nave. La alarma empezó a sonar sorprendiendo a la Twi’Lek, que tardó varios segundos en darse cuenta de que el tema no iba consigo.

Corrió tras un soldado, en aras de averiguar qué estaba sucediendo, cuando otro soldado que iba en dirección contraria le empujó, chocando contra una puerta que se abrió al notar su contacto, para recibir un segundo golpe contra el suelo.

Entonces sucedió la primera explosión. Fue cerca, demasiado cerca. La puerta se cerró inmediatamente, y el LED que señalaba su operatividad, pasó del verde al rojo.

- Alerta. Alerta. – Se oyó por los altavoces de toda la nave – Brecha en el casco. Cerrando compuertas para evitar la despresurización.

La segunda explosión, mucho más cercana, sacudió toda la sala, tumbando todos los “recipientes” que allí había: Cilindros carcelarios.

De uno de ellos emergió un gemido, y acto seguido todos los cilindros empezaron a abrirse. Sólo uno estaba ocupado, y de él emergió un hombre alto de tez clara y cabellos largos, vestido con una gabardina.

El siguiente impacto, hundió una parte del suelo, revelando el piso inferior. Segundos después, cuando el ruido de la runa cayendo se había disipado, solo dos sonidos permanecían: La alarma, y un constante siseo. Los ojos de los dos desconocidos se cruzaron un momento, sabiendo ambos exactamente “que” era ese siseo. Un sonido aterrador cuando se oye en una lata espacial.

- Alerta. Alerta. – Esta vez, la voz surgió solo del altavoz colocado en la sala en la que estaban. – Fuga en la sala. Va a liberarse un sellador. Abandonen el lugar antes de 5… 4… 

La Twi’Lek se acercó a la puerta, pero el siseo provenía de allí: El pasillo estaba conectado directamente al espacio. ¿La otra única alternativa? Saltar al piso de abajo.

- 3… 2… 1…

Ambos saltaron prácticamente en el último instante, cuando la sala se llenaba de un gas que en menos de un segundo, se convertía en un polímero ultrarresistente y compacto.

Desde el piso inferior, la sala superior parecía invadida por una nube de algodón.

Pasaron diez minutos encerrados, oyendo explosiones algo más lejanas y disparos de blasters, hasta que, la puerta de la sala en la que estaban hizo un clic, justo después de oír el reconfortante sonido de una represurización en el pasillo. La puerta se abrió al silencio por sí misma.

El pequeño Jawa corrió a esconderse, dejando el droide a medio recomponer, y se escondió a tiempo, justo antes de que unos mozos de cuadra, comandados por una Twi’Lek roja introdujeran unos cuantos Cilindros Carcelarios en la sala. La roja salió a toda prisa, con un pad en las manos, y el resto de operarios, extrañados, pronto la siguieron.

Cuando se volvió a quedar solo, el Jawa se dispuso a continuar reensamblando el droide, cuando se oyeron una serie de explosiones, y se activó una alarma.

- Alerta. Alerta. – Se oyó por los altavoces de toda la nave – Brecha en el casco. Cerrando compuertas para evitar la despresurización.

La puerta se cerró con un clic, y el LED sobre ella paso del verde al rojo.

La siguiente explosión, una mucho más cercana, hizo temblar todo el suelo. Los seis cilindros carcelarios emitieron un sonido, prácticamente al unísono, y empezaron a abrirse.

Del primero de ellos cayó un humano, muerto. Del segundo emergió otro humano, este mucho más vivo. De los otros cuatro, emergieron cuatro apestosos gamorreanos, que se reunieron a vociferar en su porcina lengua, antes de girarse a mirar, hostilmente, al humano y al Jawa.

Poco pudieron hacer, puesto que la siguiente explosión, abrió una brecha en la pared, y todos empezaron a ser succionados hacia ella. El humano pudo cogerse a su Cilindro Carcelario, y agarró al vuelo al Jawa. Los gamorreanos salieron volando… excepto el último que quedó cortado por la mitad cuando las placas de emergencia se cerraron de golpe.

Pasaron diez minutos encerrados, hasta que oyeron el agradable sonido de la represurización en el pasillo, y la luz de la puerta pasó de nuevo del rojo al verde.

 Miro al humano luego de salvarme de una muerte segura

Gracias. Soy Tikkit 

dije mientras me acomodaba la capa como podía, y miraba hacía todos lados

Parece que estan atacando esta nave...no?

Sus sentidos estaban aletargados. Ese maldito casco no dejaba pensar. La tecnología era conocida para todo adepto a la fuerza: El casco incluía unos sensores, si la actividad cerebral supera cierto nivel, propina una descarga. No es algo que detenga a alguien poderoso en la fuerza, pero en este caso servía muy bien a su propósito.

El casco también le mantenía ciego y sordo a lo que ocurría a su alrededor, aparte de producir un ultrasonido que deshabilita el oído interno, perdiendo así todo sentido de la orientación y la verticalidad.

De golpe los grilletes se desataron, quedando libres. Irremediablemente, lo primero que hicieron las manos, fue quitar el casco. Craso error, el súbito cambio provocó un fuerte mareo, acompañado de irremediable vómito.

Los dos levantaron los ojos, y vieron que no estaban solos, ambos estaban justo en la misma situación. Inmediatamente les invadió a ambos un sentido de repulsión, el ser que tenían en frente usaba “el otro lado” de la fuerza.

Ninguno de los dos atacó. Sentían algo mas, el mismo entorno en el que se hallaban, estaba inmerso en la fuerza. La misma nave parecía rebosarla.

Su estupefacción duró poco, puesto que sonaba una alarma, y una explosión cercana hizo temblar la sala, ambos cayeron de rodillas, y justo entonces una explosión hizo estallar una de las paredes. El vacío empezó a succionar todo en la sala, y los dos jóvenes salieron volando. El que tenía los cabellos más largos pudo agarrarse a los grilletes que previamente le retenían, y cazar al vuelo a su “compañero de celda”, hasta que instantes después los portones de emergencia cerraron la fuga.

La puerta estaba cerrada, y la pantalla de información indicaba que el pasillo estaba despresurizado. Tenían que esperar allí dentro…

Fueron diez minutos agónicos, hasta que la puerta se abrió con un clic. La alarma seguía sonando, pero no había mas explosiones, gritos, ni blasters…

Explosiones. Brechas en el casco. Oportunidades. Si la nave es atacada hay muchas opciones que barajar, se generarán muchos momentos donde tomar decisiones que me lleven a la libertad. Por desgracia, aún no se si se trata de un asalto o un ataque de destrucción. Espero que sea lo primero.

Cuando las celdas se abren, aún no puedo creerme mi suerte. Incluso las esposas que me atan al techo de la cabina se desconectan, liberando mis ataduras por falta de corriente. Me masajeo las muñecas doloridas, con un atisbo de sádica sonrisa en los labios, y me ajusto las gafas. Me encanta llevar estas gafas de cristales tintados, con los que oculto mi mirada. Nadie sabe a donde estoy mirando, y el efecto es... desconcertante.

Salgo de la celda, observando mi alrededor con paciencia. De otras celdas surgen más prisioneros. El Jawa no me preocupa, no supone un peligro. Los gamorreanos son otra cuestión. Mi vista vuela hacia una barra de metal apoyada en la pared contigua, el arma con la que destrozar la rodilla del primero que se acerque, atacar el cuello del segundo cuando trate de sortearle, y mantener las distancias con los otros dos para un segundo asalto.

Todos mis planes desaparecen con una nueva explosión. Antes de sentir la succión, me aferro a la compuerta de mi celda. Calculando el lugar de la brecha, los gamorreanos no tienen nada que hacer. Como mucho lo logrará alguno de ellos, y aún sin la barra creo que podría hacerme cargo de él. De repente, el enfrentamiento se convierte en algo secundario, y es el quedarme encerrado en un compartimento lo que me preocupa. Mi mano libre se alarga hacia el pequeño cuerpo del Jawa y le sostiene, en un acto casi reflejo. Puede que él sepa manejar tecnología mejor que yo, y eso va a ser más importante en adelante que causar muertes.

Cuando me lo agradece, no respondo. No me van esos protocolos sociales, y desde luego no lo he hecho para recibir palabras a cambio. Me acerco a la compuerta de la cabina y compruebo que efectivamente esté cerrada.

• El ataque está fuera de toda cuestión. La verdadera pregunta es ¿Piensan destruirla, o solo llevarse algo de ella?

Cuando el led pasa a verde, me parece que el esfuerzo de salvar al pequeño quizás no fuera necesario. Sin embargo, su ayuda aún puede resultar beneficiosa.

• ¿Vienes?

Me adentro en el pasillo, tratando de recordar el camino a la armería donde seguramente hayan depositado mi equipo...

¡Puto caos! Si hay algo que no se esperaba al embarcar en esta mierda de nave era esto, eso te voy a decir. Será todo lo prototipo que quieras, pero tendría que haber unos mínimos. Además, ¿quién narices podría estar interesado en abordar una nave prototipo?

Se levanta algo dolorida tras la caída. Sobre su cabeza, la nube del polímero le sonríe con grotescos rostros de luces y sombras. Poco a poco todo va quedando en silencio, incluidos ellos dos. La twi'lek no le presta demasiada atención, no está aquí para andar de cháchara y menos aún con alguien que acaba de salir de un cilindro de contención.

Coloca los brazos en jarra y espera, impaciente. No, nada está saliendo como debería, desde luego que no. Los minutos se hacen eternos, tic, tac, tic, tac, y no puede evitar preguntarse cuánto tardará en pasar todo.

El reconfortante ruido de la presión restablecida y de la puerta al deslizarse es como música para sus oídos. Se acerca a la apertura y, con cuidado, echa un vistazo a derecha e izquierda.

Según avanzais por la nave, os dais cuenta de que muchas puertas siguen cerradas a cal y canto, con el indicador de despresurización encendido.

Todo está mortalmente silencioso y vacío, hasta que al girar un recodo del pasillo, observáis dos cadáveres: Un Cereano con quemaduras de blaster en la cara, y un Chiss, con parte de sus intestinos fuera de su lugar habitual. Ambos llevan el uniforme de la República, pero solo el Cereano conserva su arma.

Enfrente de ellos hay una puerta estropeada, a medio camino entre abierta y cerrada, de la que proceden algunos ruidos, como si alguien estuviese moviendo muebles.

 Miro al soldado de la república y se me ocurre que están intentando recuperar algo de adentro de la nave; ya que de lo contrario no se hubieran metido a correr por los pasillos. Solo hubieran destruido la nave. 

Señalo enfáticamente el arma en los brazos del republicano, luego señalo al hombre que me salvó; y para terminar, pongo mis como llevando un rifle de aire.

Miro el corredor atentamente y saco mi pistola de iones, mientras camino con cuidado hacia adelante.

Todo el viaje habia sido oscuridad y represión. El casco que llevaba me ataba a un estado de semiincosciencia casi imposible de aguantar. No oia, no veia, no sentia, no podia utilizar La Fuerza y siquiera sabia en que posición me encontraba. Cuando pensé que terminaria volviendome loco, la nave se sacudió y mis grilletes se abrieron, lo que motivó a mi instinto a sacar rapidamente aquella maquina de control de mi cuerpo, lo que pagué con malestar y humillación.

Fué entonces cuando ví al prisionero que me acompañaba, sentí de inmediato qué era, pues a pesar de jamas haberme enfrentado a uno, toda la vida me habian hablado de ellos y de como solamente debiamos matarlos. Mi primer impulso fue sacar mi sable de luz y eliminar la chispa de la vida de su miserable cuerpo con el destello carmesí de mi movimiento feroz, mas recordé que no llevaba mi arma. Luego levanté unos centimetros la mano para destruirlo con el poder de La Fuerza, el que me inundaba, pero algo me detuvo, y devolvió mi mano al suelo.

Las corrientes de La Fuerza inundaban aquel lugar, estaba rebosante, inmerso en la energia. Era extraño, algo que nunca habia sentido, o por lo menos que no esperaria sentirlo aqui.

Fue en eso que el casco de la nave fue destruido en una explosión y el vacio amenazó con lanzarnos al espacio. En un reflejo rapido, determinado por mis sentidos desarrollados, logré afirmarme de los grilletes para no salir despedido. No puedo explicar por qué, pero sujeté a mi acompañante para evitar que el fuera lanzado. No sé si por piedad, o porque no queria quedarme solo en aquel lugar, pero el hecho es que ahora tenia frente a mi a un odiado enemigo, y él parecia ser lo más parecido a un compañero.

El silencio fué incomodo, y al final lo rompí en una clara muestra de personalidad agresiva:

 - "Salvé tu vida, Jedi. Espero que lo pagues no interfiriendo en mi camino."

Luego de eso, y sin prestar mucha atención a su reacción, comencé a registrar la habitación en busca de algo util, especialmente mi arrebatada arma.

Keops siguiendo sus propios instintos de supervivencia termina abajo después de saltar. Ha reaccionado rápido después de ser liberado, y supone que por más azar que por nada no ha terminado en esa masa. Hace unos leves gestos comprobando que todo esta en su sitio y no tenga contusiones que le impidan moverse con libertad. Parece que todo esta bien. Se coloca bien su gabardina mientras con ojos decididos observa a la Twi’Lek estudiando por un momento la situación en que se encontraba. Parecía que si formaba parte de la tripulación su función no era detener a fugitivos como él. Por lo que ignorarla como ella lo había ignorado sería el procedimiento más eficiente.

Sin esperar un solo segundo pone en práctica sus procedimientos de supervivencia, empezando por hacer una rápida inspección visual a la sala, buscando algo o un recipiente que contenga algo que pueda serle útil para defenderse y/o llegar a los módulos de salvación. "Tengo que salir de aquí como sea…o como mínimo enviar un mensaje a la familia para que sepa donde estoy y puedan venir a buscarme…mierda, como he podido ser tan tonto y caer en esta treta…"

Vaya, el renacuajo no estaba tan desarmado como parecía... Su pistola puede suponer una interesante diferencia en todo este plan de fuga, y desde luego me evita tener que luchar por la posesión del rifle. Habría sido una lástima tener que quitarle de en medio...

Me agacho junto al cadáver armado, el único que me interesa. Ignorando heridas y desfiguraciones, cosas irrelevantes que podrían despistar a otro por desagradables, cojo con firmeza el rifle. Es de comando, recortado y ligero, muy maniobrable como a mí me gusta. Suelo apreciar más una muerte cuerpo a cuerpo, pero en esta ocasión no estará mal la maniobrabilidad de este arma. Compruebo su carga, y me guardo los cargadores de energía.

Entonces le hago un gesto al Jawa, llevándome un dedo a los labios para indicarle que guarde silencio, y me acerco a la puerta para asomarme levemente y comprobar quién está al otro lado...

Los caminos de la fuerza son extraños...pero joder que esto lo supera todo. la escencia era oscura y pesaba en mi pecho, era aun mas que el estorboso equipo diseñado para apresarme. me salvo la vida ¿no es raro? ¿podra ser posible que...?
totalmente desorientado al principio me recupero lentamente de mi condicion y me paseo por el lugar buscando por mi arma. la oscuridad estaba ahi, pero ¿y otras presencias? me concentro en la fuerza dejo que sus olas corran a travez de mi...

Este tipo...he entrenado con la filosofia de que deben ser detenidos, destruidos. ellos son los que iniciaron la guerra! son despeiadados y egoistas - ¿despiadado? ¿egoista?- me sacudo la cabeza alejando a la duda, tal vez esto sea solo un truco, si, uno para utilizarme,- ¿utilizarme para que?- si, debo encontrar mi sable lo mas pronto posible, no se que me depara el futuro.

Estare pendiente, no puedo confiar en el, lo que es mas, no puedo confiar en este sitio ¿donde rayos estoy? debo averiguar que ocurre y salir de aqui, observo al otro.

trato hecho...Sith

Mientras la Twi’Lek asoma la cabeza a lado y lado, el humano se hace con una barra de metal, lo único medianamente interesante que se puede encontrar en la sala, a parte de la runa del techo.

No hay ni un alma en el pasillo, y muchas puertas siguen cerradas. De hecho, solo una puerta en cada pasillo y sala está abierta cada vez. Siguen avanzando, con cautela, hasta que llegan al puente.

La sala es alargada, con una forma levemente triangular. La parte más ancha, la de la entrada, está ocupada por una mesa capaz de reproducir hologramas, y las paredes de los lados están repletas de ordenadores y sistemas de control. Ambas paredes convergen en una “sala” más pequeña en la parte frontal, con tres asientos, el del piloto, copiloto y asistente de navegación.

El asiento del piloto es el único que está ocupado. Desde atrás, lo único que veis es que su cabeza reposa sobre sus hombros, como si estuviese dormido… Es un Zabrak.

 Después de que ambos registren la sala, no encuentran nada de valor, a excepción de unos fragmentos de tubería cortados al cerrarse las puertas de emergencia.

Armados solo con su conocimiento de la fuerza y tan improvisadas armas, avanzan por la nave. Los pasillos están desiertos, la mayoría de las puertas siguen cerradas por la descompresión y… de hecho, solo una puerta cada vez está abierta. ¿Estaban siendo guiados?

Fuera así o no, solo tenían la opción de avanzar. Al final llegaron a una puerta blindada. Esta se abrió a su paso… Pero no dejaba de ser sospechoso.

Detrás de ella lo que había era sorprendente. Nadie diría que estaban en una nave en el espacio: Las paredes, el suelo y el techo estaban recubiertos de un material orgánico, una especie de zarzillos,  como los de una planta, aunque su apariencia no era en absoluto la de un vegetal. La sala era enorme y a los lados, cubiertas de zarzillos, había cápsulas de bakta. Muchas de ellas vacías, pero otras estaban ocupadas.

Había una Miraluka, un Kel Dor,  una Zeltron y… un Humano, este estaba fuera de la capsula. El cristal estaba roto y había sufrido varios cortes al caer a través de él. Estaba vivo y las heridas no eran preocupantes, pero estaba inconsciente. Además como el resto de los ocupantes de los tanques, estaba  desnudo.

 Cuando echáis un vistazo, podéis ver que la sala es en realidad una mezcla entre enfermería, laboratorio y taller. Varias cajas han sido apiladas delante de la puerta que malfunciona… Podéis pasar por encima de ellas, pero no antes de que el lurmen que se esconde tras una mesa, en la otra punta de la sala, os dispare con el arma del otro soldado. Parece bastante asustado, y encima de la mesa veis un bisturí eléctrico manchado de sangre. El arma homicida del soldado destripado.

 El lurmen habla de forma temblorosa.

- ¿Quien sois vosotros? - grita, desde su escondite - ¡Podéis iros por donde habéis venido, no me vais a capturar vivo! Y si planeáis hacerlo muerto... Bueno. Ya me he saltado mi codigo de conducta con los soldados que veis ahí fuera. ¡No me iría al infierno solo!

Dicho esto, apoya mejor el arma en la mesa, apuntando a la pequeña abertura.

Al llegar a la sala de mando Keops se acerca con cautela a la silla del conductor para des de atrás mirar a los lados de este buscando a ver si en la cintura lleva alguna arma, como una pistola o algo parecido.